¿Alguna vez han llegado a pensar, que quizás estén viviendo en un universo paralelo?

Una realidad alterna que muchas veces quisiera conocer… En ella me imagino siendo completamente feliz, enamorada, casada, con hijos y una casa con un gran jardín, con un perro, un lobo siberiano blanco como el que tuve de niña, y el esposo que mi universo real, no me deja tener.

Han pasado dos años exactos desde aquella boda que destrozó mi corazón en mil pedazos, y no comprendo por qué luego de tanto tiempo me sigue afectando.

¿Creen en las almas gemelas? También existen las llamas gemelas, y según explican, son muy diferentes aunque suenen iguales.

Llegué a ese punto en mi vida en el que no sé con exactitud que era él para mí, si mi llama o mi alma, pero lo que sí sé con certeza, es que siempre llega algo que nos separa y mantiene cada vez más lejos del otro.

Luego de esa boda que marcó el fin y el inicio de una nueva vida para mí, llegó lo que llaman “Amor propio” – ¡Y no me quejo! – En lo absoluto, fue una de las mejores cosas que me han pasado, más, sin embargo, lo irónico de todo, es que según puedo ver ahora, siento que no he aprendido nada, y eso sí que es tremendamente decepcionante.

Hace unos meses, exactamente unos días antes de nuestros cumpleaños, volvió a aparecer, esa única persona que puede revolver mis pensamientos, cambiar mi temperatura corporal y causarme incluso los nervios que nunca había sentido… Apareció una tarde en la que jamás llegue a pensar que volvería a hablar con él.

  • ¡Hola!

Ese fue el mensaje que me dejó nuevamente helada y con el corazón quieto por unos segundos, y aunque me juré que ya no sería igual, la verdad es que sentí como cada parte de él se reponía solo por completo.

Una conversación que duro todo ese día y parte de la noche, donde recordamos viejos tiempos y reímos de esos buenos momentos, la gran diferencia es que ahora, él estaba casado y mucho más lejos de lo que imaginaba. La vida se había encargado de separarnos nuevamente, no solo se conformó con el hecho de hacerlo de alguien más, sino que también lo alejo de mí a más de 7.000KM – En segundos sonaba como un chiste –

Durante los primeros 2 días todo se sentía relativamente normal, conversábamos de nuestros gustos en comunes, lo que él ahora hacía por allá en su vida nueva de casado, y como yo ahora me desempañaba laborando en mi área de trabajo profesional, pero había un detalle que aún no sabía si era grande o pequeño… ¡Él se estaba separando!

  • ¿Recuerdas esa última conversación? De verdad quería verte ese día. – Me dijo.

Jamás iba a poder olvidar ese día, esa conversación en la que casi me convence de hacer la locura más grande de mi vida, y quizás ahora eso no hubiese cambiado en nada, quizás todo sería exactamente igual de haber aceptado, porque no puedo o no quiero creer que algo hubiese sido diferente. Él jamás la iba a dejar por mí a una semana de su boda, y de eso estoy completamente clara.

Pensé que estando lejos todo sería más fácil porque ya no lo iba a ver de nuevo y así mis esperanzas de algo terminaban de morir definitivamente, no obstante mayor fue mi sorpresa cuando llegó ese mensaje – En unos días me regreso – y fue justo en ese momento cuando me quede totalmente muerta en vida, pero no sabía si era de felicidad, sorpresa o miedo.

Llegado el tiempo, ya nuestros temas de conversación eran diferentes, un poco más subidos de tono como solíamos hacerlo antes y claro estaba, que ese deseo no había muerto, me atrevo a decir que se había incrementado.

Un día en la mañana simplemente desperté y recibí esa llamada que tanto esperé, era él, avisando que estaba aquí de nuevo para mí, y yo simplemente no sabía qué hacer, pero ese día no dejé que mi mente tomara el control, estúpidamente dejé de nuevo al corazón hacerlo, y cuando me di cuenta estaba envuelta en sus brazos, sus caricias y ese incontrolable deseo de ser suya que desde hace dos años pensé en destruir… Pero no pude.

Amé cada caricia, cada beso, sus manos sosteniendo las mías, su lengua recorriendo mi cuerpo desnudo, sus dientes mordiendo mis muslos; ese segundo que estuve de espaldas hacia él, sintiendo su cuerpo pesado y caliente sobre el mío, penetrándome suavemente mientras su respiración agitada y fuerte se adentraba en mi piel, en mi cuello, sobre mi cabello, sus manos apretando con cada vez más fuerza mis piernas, y aquella pequeña y silenciosa frase que erizaba mi piel – Eres solo mía –

Y la única verdad es que efectivamente era solo de él.

Aquel hotel fue testigo de mis deseos reprimidos, yo era su fanática número 1 en el sexo oral, él me hacía tocar el cielo, tener orgasmos seguidos con solo su lengua entre mis piernas, sus dedos húmedos introducidos dentro de mí, que me hacían gritar y pedir a gritos que me penetrara, que me hiciera el amor como solo él, sabía hacerlo… y de pronto podía sentir su miembro firme y duro dentro de mí lentamente penetrando mi vagina, con suavidad y delicadeza, y al mismo tiempo duro y rápido, recordándome quien realmente tenía el control sobre nosotros, y precisamente eso, era lo que amaba de él.

Para él quizás fue sexo… para mí, hicimos el amor todo el día, y al final de la noche nos despedimos.

Seguimos haciendo lo mismo por las semanas que estuvo aquí, todos los días durante un mes entero, hasta que decidió irse de nuevo y terminar de rehacer su vida en ese otro país. Siempre supe que no duraría, pero admito que disfruté cada uno de esos días como nunca lo había hecho, él me había dicho que pensaba solo en divorciarse y comenzar de nuevo su vida, pero jamás me incluyo en ella, y yo eso lo aceptaba con humildad, pues sabía que desde un inicio solo era “la que lo volvía loco en la cama”.

Sin embargo, todo cambió unas semanas después de irse… dejó de comunicarse y cuando lo noté, había regresado con quien un día tomó la decisión más importante de su vida, casarse. Ese día cuestioné a Dios, y me cuestioné a mi misma por seguir siendo tan débil ante él, pero no entendía cómo es que no me dejé nunca humillar con nadie, y era entre mis amigos la más fuerte, la más independiente y por ese mismo motivo “Soltera” y con él yo simplemente me volvía débil.

Sentí que estuve en depresión por varias semanas, sola en mi habitación hablándole a la pared, y llorándole a la almohada, y cuando me di cuenta no era solo yo… lo que yo llamaba “Depresión” ya tenía 5 semanas creciendo dentro de mí.

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