Julio, calor. 

¿Calor en Julio? 

Pero, ¿a quién se le ocurre?

Es inexplicable el salto emocional que -me– surge con el clima.

Algo de calor, todo dado para armar un gin tonic 

y las ventanas que se abren de par en par para ventilar la casa. 

Esto no es poesía ni nada que se le acerque.

Esto no es más que un montón de pensamientos rápidos en mi cabeza 

como peces en el agua tratando de no ser comidos por algún tiburón. 

Así de rápido se mueven y así de rápido se escapan.

Fugaz

Pongo la música que me lleva a días felices

¿Por qué ponemos música que nos remueven sentimientos?

Porque con este calor y con esta felicidad que aparece con los veintisiete grados,

También aparecen las ganas de volver a verte.

¿Para qué?

No hay por qué. 

Simplemente compartir esos momentos tan íntimos y tan nuestros.

Y con íntimo no me refiero a lo sexual,

Eso excede de nosotros.

No existe.

Pongo algo de rock y con ello vienen las tardes comiendo papitas y tomando cerveza.

¿Por qué no vamos a un bar?

Porque no se puede.

Pero en esa cuasi prohibición, aparece la sensación de que el mundo se para… 

Aquí y ahora.

Por inercia o sentido común, se sabe que afuera hay toda una ciudad en movimiento continuando con su rutina habitual.

«Acá» somos vos y yo.

Hablando como si nos conociéramos de siempre, 

Rememorando situaciones y charlas que pasaron hace casi veinte años

donde mentí mi edad para poder seguir hablándote

porque la conexión pasa y también es eso: 

Intuir que con esa persona, 

por algún motivo, 

a pesar de la edad, 

a pesar de cualquier distancia, 

vas a congeniar perfectamente.

El tiempo nos dio la razón.

Y a la gente con la que puedo confiar ciegamente la quiero conmigo siempre.

El otro día encontré una palabra que describe a la perfección nuestra relación, 

o nuestra amistad, 

como quieran llamarle, da igual. 

A esta altura es un poco innecesario explicar 

que la palabra relación no tiene que estar ligado exclusivamente al amor.

– RAMÉ –

Significa que algo es hermoso y tormentoso al mismo tiempo, 

Caótico pero cautivante, 

Como una conversación entre amigos, 

Como el mar, 

Como las ciudades, 

Como las personas, 

Entre otras cosas.

Nuestra relación, nuestra amistad, es un poco eso.

Porque así como hablamos de todo, también nos peleamos

Nos decimos las verdades más crueles con todo el cariño del mundo.

Entonces eso es lo más valorable al momento de una relación con una persona…

La empatía de pensar en frío, de saber que posiblemente alguna palabra pudo haber herido

Y aun así, a pesar de nuestros egos y orgullos piscianos, saber pedir un perdón sincero.

¿Cómo no valorar gente así?

No abundan. Y yo también aprendo de ello.

Con el calor vienen a mi cabeza los días de verano,

Los días donde todo seguía siendo un tanto caótico por la pandemia, 

Donde, decidida y un tanto jugada, extendía mi estadía unos días más

para poder remendar el primer encuentro que tuvo de todo,

El primer encuentro post virtualidad  

donde ambos íbamos a dejar de ser una foto de perfil 

para finalmente ver lo que hubo atrás de un monitor de escritorio durante años.

Y ahí estábamos…

Muertos de calor,

de nervios,

de dudas,

de preguntas

y de sensaciones lindas 

porque al fin y al cabo al rompecabezas solo le faltaba una partecita…

La parte tangible.

Y todo cerró, todo cuadró, todo… ¿Fluyó?

Mentira.

De los nervios no te ofrecí la cerveza que había comprado 

y en reemplazo te ofrecí agua.

¡Pero qué va!

Queda la anécdota del no ofrecimiento y de la pisada que me diste apenas entraste

Pero lo hiciste con el pie derecho, entonces estuviste perdonado.

Empezamos bien.

De la última vez que nos vimos, 

te recuerdo decir que estar en esa situación era una especie de cable a tierra.

Y así era.

Una vez las horas se acabaran, 

el hechizo se rompía

y empezaba otro momento del día: El virtual.

El momento donde cada uno, nuevamente, seguía con su programación habitual del día

pero siempre conectados.

Hoy, con algunas sesiones de terapia, 

y algunos temas que hemos tocado para llevar a mi espacio,

intento poder abrirme más 

 sobre todo a los sentimientos que tengo empotrados tan dentro mío 

que no me permitían ser lo que, de a poco, quiero ser.

Y dentro de los sentimientos que afloran,

extraño algo tan simple como una charla personal con un mate por medio,

unos sanguchitos de aceituna y queso que traías porque sabías que me gustan 

y a vos también.

¡Hasta en eso es genial coincidir!

Una charla sincera, 

Un momento donde poder ser uno mismo,

Un abrazo que dure por todo el tiempo que no podamos estar frente a frente 

contándonos los proyectos personales o en familia, 

los momentos malos que tenemos de vez en cuando, 

o en los que disfrutamos con amigos y parejas.

Aprendí que a la gente con la que uno tiene una conexión grande y especial, 

nunca hay que dejarla ir.

Esa gente hace bien, 

te impulsa, 

te alienta, 

te pone los pies sobre la tierra 

y te baja si es necesario para que vuelvas a tu eje. 


En definitiva,

Amigo es con quien podés ser un idiota en paz. 


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