Son noches de insomnio, que parecían haber terminado, pero no eran nada más que el auspicio de días melancólicos y vacíos.

Presunto silencio, que sí me fijo en tal minucia, percibo aquél sonido como un pitido incesante, que deduce mí suplicio en esta sensación de letras mudas.

No quería volver al acantilado que es ver fluir mis lamentaciones, anhelaría poder huir por un instante de mis depresiones, aunque no sería más que el afluente de emociones inclementes.

Será la melodía de las cuerdas las que sanaran el pálpito desafinado de mi corazón, porque aquél momento párvulo es regocijo en esta aflicción.

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