Siento una espiral en mi cabeza por la que escucho a mis pensamientos discurrir violentamente hacia abajo, agolpándose al final, como un accidente de tráfico en un túnel.

Siento un nudo en la garganta y otro en el estómago, atados a su vez entre sí, tirando bruscamente el uno del otro, como si de un juego se tratara. A veces la vida me parece solo eso, el juego de la soga contra una misma, da igual cuan fuerte tires, nunca vas a ganar.

Siento que, en cualquier momento, todo va a explotar como en Hiroshima, un fogonazo de luz blanca que termina repentinamente llenando de sombras la pared.

El olor ponzoñoso del miedo flota en el aire, rodeándome como una masa viscosa, haciéndome entrar en pánico.

El sentimiento más primario, escucho al león en la entrada de mi cueva.

El miedo es saber que está ahí.

El pánico es saber que nunca se va a ir.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS