La premisa de Hamlet

La premisa de Hamlet

Stephanie Power

04/01/2022

LA PREMISA DE HAMLET

                                                        Por Stephanie Power

                                                                INTRODUCCIÓN

Contrastes, Opuestos… Una de las razones de la complejidad del pensamiento y las relaciones humanas. El Ying y el Yang, blanco, negro, luz, oscuridad y todos aquellos símiles que empleamos para enmarcar las diferencias y criterios que se hacen evidentes.

Diferencias que engendran todo tipo de reacciones, desde enemistades hasta discusiones a muerte.

Este libro, en menor o mayor escala, aplica ese conflicto a un tema muy delicado, la vida y la muerte.

Dos socios son inversionistas en organizaciones caritativas de la ciudad de Londres, Inglaterra. En una reunión con el directivo y representantes de la asociación británica de psicología propusieron llevar a cabo un experimento social.

Promover la interacción entre algunos miembros del grupo de apoyo para jóvenes con cáncer terminal y el grupo de rehabilitación para jóvenes con tendencias suicidas.

Tras evaluar la propuesta, el comité aprobó este proyecto por un tiempo prudencial de tres meses.

Por esta razón, la vida de cuatro jóvenes miembros de estos grupos está a punto de cambiar.

Es una historia para reflexionar, ver desde nuevas perspectivas, imaginar qué pasaría si en la vida real decidieran llevar a cabo un experimento así y para llorar un poco…

  I

– ¿Ha quedado alguna duda? –preguntó muy seria la orientadora-.

– ¿Es en serio? -dijo entre dientes Amber mientras hacía una mueca poco disimulada de disgusto-.

– ¿Hay algún problema señorita Amber? -interrumpió la orientadora-.

– ¡Pues claro que tengo problemas! Por eso estoy aquí, pero no solo debo lidiar con mis problemas, NOO ahora resulta que también tengo que pasar tiempo con unos zombies cancerosos ¿Eso en que me beneficia? ¿Acaso quiere que los enseñemos a suicidarse? -no tardó en protestar Amber, muy irritada-.

En seguida la clase se volvió un alboroto, por el aire flotaban inquietudes y quejas como «¿y si nos enferman a nosotros?» «Estamos aquí por voluntad propia, somos libres de decidir ir o no» «¿Por cuánto tiempo tendremos que hacer eso?» «¡Yo no quiero ir!»

Estaba claro que la orientadora debía hacer algo pronto…

-¡Silencio! Permítanme hablar. En primer lugar todos están pasando por alto lo que vimos en la sesión de hoy sobre la negatividad, así que les pondré ejercicios extra… En segundo lugar, cómo ya había dejado claro, solo DOS de ustedes van a ser seleccionados al azar, UNA SOLA VEZ a la semana por tres meses. Y… Otra cosa que no les mencioné, es que quienes sean seleccionados para esta actividad serán excluidos de las actividades de voluntariado ¿Qué les parece eso eh? -improvisó la orientadora-.

Hubo un silencio entre los jóvenes, ya no había murmuraciones, no podía ser tan malo dejar de ir a esos aburridos albergues a servir sopa o limpiar esas calles aisladas que les asignaban. Aprovechando esa pausa meditativa, continúo;

Como no hay más que agregar, sortearemos los nombres como siempre lo hacemos -sacando al azar del recipiente extra grande de nutella-…

Todos miraban ansiosos temiendo lo peor y esperando lo mejor, cada par de ojos de ese círculo, mirando como salía el primer nombre y la guiadora articulaba;

-¡Steven! Fuiste seleccionado. -dijo secamente mientras le extendía el recorte con su nombre, antes de que alguien protestara se apresuró a sacar el próximo trozo de papel, cuando vio las letras impresas no lo podía creer, sabía que eso iba a generar problemas. Sintió la necesidad de cambiar de recorte pero sería injusto, además, quién sabe si esto no era azar y resultaba ser una ayuda para la irremediable…-

– Amber, la lengua es el castigo del cuerpo, ten tu recorte.

Amber extendió la mano deseando que fuera un mal chiste, para ver las frías letras impresas del nombre que tanto odiaba, el suyo. Así que hizo bolita el trozo de papel en un acto de rebeldía y lo arrojó al piso.

~•~

Después de una larga y agotadora tarde de tratamiento la enfermera del grupo de apoyo hizo una declaración;

-Chicos, en las próximas semanas van a venir de vez en cuando unos jóvenes muy agradables a hacerles compañía, sean amables con ellos… Todos tenemos nuestros propios problemas…

– Pero nada como morir de cáncer, o peor… Estar por hacerlo -dijo en burla Heather cuando la enfermera se había marchado-.

– Ojalá fuera tan fácil…-espetó Shana para fomentar la intriga-.

– ¿Qué quieres decir? -no tardó en replicar Heather-.

– Esas «nuevas visitas» de las que habló la enfermera, no son lo que dice que son -dijo de nuevo la segunda chica para disimular que sabía mucho más-.

– Ya déjate de suspicacias, ¿A qué te refieres? ¿Qué nos están ocultando? -insistió finalmente Heather-.

– Está bien… Pero no lo escuchaste de mi ¿ok?… -Dijo bajando la voz Shana- Resulta que están realizando un experimento social dónde reúnen a miembros del grupo de rehabilitación por intento de suicidio o autolesión con nosotros, los de cáncer terminal.

– O sea… ¿No les basta que estemos muriendo? ¿También quieren experimentar con nosotros? ¿Qué se supone que van a lograr? ¿Deprimirnos más? ¿Quién va a ayudar a quién? -exclamó indignada-.

– Bueno, Heath, a mí no me parece tan grave, lo que si siento es que podría ser incómodo.

– Exacto, porque somos unos zombies, Shana, muertos en vida, aferrándonos con fuerza a cada segundo mientras ellos se dan el lujo de despreciar la vida. -interrumpió-.

– Y no solo eso… ¿De qué vamos a hablar? Ellos no quieren vivir, nosotros no queremos morir, ellos no saben vivir, nosotros no sabemos morir… Esa situación va a ser todo un reto -expresó Shana, no como lo que parecía, una profunda conversación, sino como algo muy corriente-.

Después de un largo silencio intervino Heather con una pregunta retórica;

-¿A quién se le ocurre?… Por cierto ¿cómo te enteraste?

– Uno de estos días que me tocaba terapia sola estaba «dormida» cuando vinieron esos tipos importantes que solo aparecen en navidad a tomarse fotos con los que se vean medio decentes y colocarlas en los anuarios. Estaban acompañados de un par de doctores creo y conversaban del impacto del proyecto y cosas así. Vi que los que vestían de doctor dejaron un sobre en recepción que olvidaron darle a los tipos importantes, como no había nadie, y esos señores nunca están aquí, lo tomé prestado para leerlo y lo volví a colocar allí. -Dijo Shana despreocupada-.

– Si eres traviesa amiga… Te vas a meter en problemas un día de estos.

– Heather… Tengo cáncer, cualquier problema en el que me meta, no durará mucho.

– Supongo que tienes razón… Igual debemos actuar como si no sabemos nada -recalcó Heather-.

– No le tomes tanta importancia, al fin y al cabo, solo es como un monitoreo de cómo nos llevamos –respondió confiada Shana-.

– Pues que se pongan cómodos porque se van a divertir –dijo en broma Heather-.

La melancolía de nuevo impregnaba el ambiente así que cada una volvió al libro que tenían asignado para ignorar el tema, sin imaginarse por un solo momento el giro que sus vidas estaban a punto de dar.

II

Amber, Steven y la orientadora quedaron en verse en la colorida Neal’s Yard a las 4 en punto. Cuando ellos llegaron en sus respectivas bicicletas, llovía a cántaros, así que los impermeables estaban empapados.

La orientadora estaba resguardada dentro de uno de los cafés, cuando llegaron, les hizo señas desde una de las ventanas. Entraron retirando rápidamente los impermeables antes de que algún encargado se enojara y se sentaron de mala gana en la mesa de la orientadora.

– Traiga los té calientes que le pedí por favor -le indicó ella al mesero que había estado atendiéndola-.

– ¿Qué tal chicos? ¿Cómo se sienten? – continuó ella para romper un poco el hielo.

– Congelados, mojados y sin ganas de ir a esa estúpida «reunión de apoyo para los de cáncer terminal» ¿le suena?- atajó Amber con los brazos cruzados y con un terrible tono de sarcasmo-.

El cabello claro de Amber estaba escurriendo aún gotas de agua en los mechones de enfrente, la nariz, las mejillas y los dedos enrojecidos del frío y la gruesa capa de delineador negro se había esparcido por toda la ojera, intensificando sus ojos miel y acentuando la mirada de furor.

– Aquí están los tés, para la señorita menta y limón para el caballero -dijo el mesero amablemente-.

Steven observaba los finos hilos de humo que se evaporaban del té y se perdían en el aire, mientras susurraba burlón;

– Por supuesto que el limón para mí, a Amber le sobra lo ácido…

– ¡¿QUE DIJISTE?! -Reaccionó ella ipso facto-.

– Ya, ya chicos -intervino la maestra- basta de discutir Amber… Comprendo que hayan hecho sacrificios para venir y lamento que no tengan mucho ánimo. Pero estos chicos a los que veremos hoy, se han sentido así toda su vida… Se les arrebató todo a lo que tenían derecho y han luchado por ello con mucho sacrificio sin éxito. Por eso deben conocerse, para que comiencen a ver sus problemas con la escala correcta. -dijo muy seria-.

Hubo una larga pausa. La orientadora continuó;

– Los cité aquí a propósito porque es una calle muy colorida y aunque los colores no se distingan tan vibrantes con la lluvia, sabemos que siguen allí. De igual manera, las buenas oportunidades a veces se empañan, pero no significa que no valga la pena correr el riesgo.

Amber parecía aborrecer cada palabra, todo sonaba a un cliché de arcoíris y unicornios. Steven, por su parte seguía clavando sus grises pupilas en cada hilo de vapor, cómo lo haría un gato juguetón, hipnotizado.

Al seguir percibiendo apatía e indiferencia la guiadora anunció;

– Es hora de irnos ahora que ha cesado un poco la lluvia, tranquilos, está a pocas calles de aquí.

Al llegar, les hizo un último recordatorio «traten de no ser tan crueles». Sabiendo muy en el fondo que era una locura.

~•~

Una enfermera los guio amablemente hasta la sala. El establecimiento era todo muy blanco, iluminado y silencioso, casi como si la penumbra se adjuntara a las moléculas de oxígeno. A medida que caminaban por el pasillo sus pasos se abrían eco y el olor característico de las clínicas se hacía cada vez más intenso.

– Deprimente ¿no? -le dijo Amber a Steven como si lo disfrutara-

Stev ignoró a propósito el comentario, tenía puestos sus cascos como la mayoría del tiempo, esta vez sonando a todo volumen «Zero» de Smashig Pumkins.

Llegaron al vestíbulo de la sala de quimioterapia, un cuarto bastante amplio con un ventanal de vidrio y persianas gruesas de tela verticales y varios muebles bastante acogedores, cada uno con un porta sueros al lado. La enfermera no dejaba de ver a Amber y Steven con preocupación, como si estuvieran fuera de lugar… lo cual no estaba muy alejado de la realidad.

Antes de dejarlos entrar, la enfermera declaró en voz baja:

– Bien, hoy como es martes y ha llovido solo están Shana y Heather, por favor no les ofrezcan nada de alimentos o líquidos, ellas tienen su dieta y necesito que la cumplan, pueden dejar sus abrigos en el perchero, adentro hay calefacción. Pueden ser un poco irritables, de preferencia eviten temas sobre el cáncer y muerte. Cualquier pregunta estaré en la sala de enfermeras.

– Bueno chicos, me gustaría quedarme pero debo pasar a recoger a mis hijos, me cuentan que tal todo, sean amables, si quieren los paso recogiendo, llamen cualquier cosa y envíenme una foto cuando terminen para colocarlos en la cartelera de la semana -dijo la orientadora mientras les daba un medio abrazo a cada uno y se daba media vuelta hacia la salida-.

– Perfecto, ya se fue, solo esperemos 5 minutos y luego nos largamos de aquí -dijo Amber muy seria-

– ¡Excelente plan genio! pero te olvidas de la foto para «la cartelera de la semana» -agregó con sarcasmo Steven imitando a la orientadora-.

– Solo decimos que nos lo pasamos tan bien que olvidamos por completo la foto -dijo ella encogiéndose de hombros-.

– ¿Piensan quedarse ahí o van a entrar? -dijo Shana sin apartar los ojos del libro-.

Steven y Amber se paralizaron y se miraron con los ojos muy abiertos entre confundidos y asustados, Amber le hizo señas a Stev como preguntando si era con ellos.

– Si, ustedes dos, los suicidas… sabemos que están allí, que son ustedes y que venían hoy -aclaró Heather sin inmutarse-.

Los chicos entraron dudosos y muy predispuestos, se sentían muy expuestos. Dando una vista rápida por el lugar se encontraron con un pantalla plana que proyectaba la imagen del vestíbulo a lo que Amber no pudo evitar soltar entre burlas:

– Claro… tiene sentido…

– ¿Qué creías? aún no somos fantasmas como para ver a través de las paredes -interrumpió Heather-.

Amber y Steven estaban confundidos y nerviosos no podían disimular el impacto de ver a estas dos chicas de su edad, con poco cabello, sin color en la piel, sin brillo en los ojos, delgadas, tumbadas como personas mayores.

– Ay no puede ser… -volteó los ojos Shana- ¿ya terminaron de sentir lástima par de idiotas?-

– Son novatos Shan, solo pueden pensar en sus propios problemas, es primera vez que ven que otros también sufren, no seas tan dura con ellos -dijo lo suficientemente alto Heather aún con su vista en el libro-.

– ¡Ya me hartaron! ¿Qué se creen? maldición, de verdad me estaba pensando eso de ser amable, pero me sacaron de quicio.

– Uhhhh que miedoooo, ¡la rockerita se enojó! ¿Qué esperabas? ¿Intimidarnos con esas botas y chaqueta de jean? pfff ¿qué vas hacer? -interrumpió Heather de nuevo aún con la nariz en su libro-.

Amber explotó y le arrancó el libro de las manos y lo aventó al piso en un arranque de ira. A lo que intervino Steven.

– ¡¡Paren ya!! Sabemos que ninguno de nosotros quiere estar aquí, disculpen chicas, Amber tiene un carácter difícil…

– ¡Claro que no quiero estar aquí! ¡Yo me largo! -dijo Amber, camino a la salida-.

– ¿Y crees que nosotras estamos aquí porque nos encanta? ¡Agradece que no estás sentada en esta silla y que no duraste más de 10 minutos! y recógele su libro a Heather -dijo Shana disgustada-.

– Amber, espera, ¡la foto! – dijo Steve- chicas, para irnos de aquí solo necesitamos una foto con ustedes, la orientadora nos lo va a exigir, por favor, solo una foto y nos largamos.

– ¿En serio? haberlo dicho antes… solo que es una pena que mi libro haya perdido algunas hojas… ahora la única manera que ustedes obtengan esa foto liberadora es que me repares el libro querida Amber -dijo con hipocresía Heather-

– Maldición…

III

-¿Qué demonios quieres Stev? diario me dejas 20 llamadas perdidas y me llenas el buzón, si no te atiendo el teléfono deja de insistir, pareces mi madre.

– Si no dejo de insistir es porque necesito hablar contigo y es importante.

– Ya te atendí, habla rápido.

– ¿Arreglaste el libro? hoy tenemos reunión y la orientadora nos va a preguntar, ya me ha dejado dos mensajes y he tenido que ignorarla, seguro se pone preguntona como de costumbre.

– ¿Por eso es todo el alboroto? ¿El fucking libro? ¿Es en serio?

– ¿Alguna vez le tomas importancia a algo Amber? estoy por terminar la rehabilitación, así que no voy a dejar que nada me trabe o me retroceda. En una hora te paso buscando, arreglamos el libro, nos tomamos la foto y vamos a la reunión con el grupo, te guste o no.

Steven colgó el teléfono para recalcar que sus órdenes eran irrevocables.

– Siempre pensando en sí mismo – susurró Amber mientras dejaba olvidado el teléfono para volver a lo que estaba, leyendo el último capítulo del libro de Heather.

Estaba fascinada con los comentarios en los márgenes que había escrito Heather. Cuando terminó la última página limpió las lágrimas que inevitablemente se habían colado. «Las ventajas de ser invisible» había sido mucho más de lo que esperaba, respiró hondo y comenzó a presionar el libro para que la pega del día anterior se compactara después de su manipulación, cuando notó que había una hoja pegada a la contraportada.

– No, no, no, ¡rayos! -se quejó, porque pensaba que se había escurrido la pega entre la página y la portada sin haberlo notado.

Comenzó a despegar con cuidado de no romper la hoja, para su sorpresa, se encontró una hoja doblada en varias partes. Con curiosidad la tomó y la abrió. Era una carta de Heather…

“¿Qué te ha parecido Austin? es uno de mis libros favoritos, ya lo he leído dos veces esta semana, aún no decido cuál será mi próximo libro… sé que siempre digo eso, pero es verdad.

Si has seguido correctamente las instrucciones, esta es la veinteava carta que lees de mí y como te dije que sólo puedes leerla después de terminar el libro con mis anotaciones estimo que lees esto ocho meses después de mi muerte, aproximadamente en la etapa del duelo de la aceptación.

Eso me alegra y me llena de admiración, la capacidad que tenemos de regenerarnos, no solo físicamente sino también emocionalmente. No te sientas mal por sentir que lo estás superando, lo estás haciendo muy bien, no me gustaría que te quedaras estancado, he leído que es muy común querer aferrarse al recuerdo y sentir que no quieres olvidar, es normal, pero superar no significa olvidar, tú lo sabes.

No creo que esta sea mi última carta, aún me quedan tres o cuatro meses, trataré de leer muchos libros. Ahora mismo te extraño, pero entiendo que estás terminando la universidad en Escocia y me alegra que en un par de meses volverás y pasaremos tiempo juntos. Espero que mi partida no estropee tus planes o tu desempeño laboral o social.

La «tarea» que propongo para esta ocasión es que adquieras una mascota, de preferencia un perro, creo que te quedaría muy bien un labrador, me gustan las variaciones con el pelaje marrón cobrizo porque se parecen a nosotros con el cabello rojo, solo que sin las pecas. Esa raza en especial es muy sociable y cariñosa, como yo. Los nombres que te sugiero son: Shake, Duke, Scott y Max.

Te quiero muchísimo, estoy muy orgullosa de ti y quiero disculparme por dejarte igual que papá y mamá. Gracias por cuidarme desde entonces.

Con amor; Heather»

Amber seguía con la mano cubriendo su boca y los ojos muy abiertos, procesando aquella bofetada de realidad. De pronto escucho una bocina, se asomó a la ventana, lo que se temía, Steven ya había llegado.

– Demonios… dijo con rabia mientras tomaba el libro, una pega en barra y su chaqueta.

~•~

– ¿Qué tal? son nuestros nuevos amigos -dijo Shana con hipocresía-.

– Bu-buenas tardes Shana, Heather -tartamudeó Steven-.

– ¿Arreglaron mi libro? -fue al punto Heather, clavando su mirada más intimidante en Amber-.

Esos ojos verdes enmarcados en unas profundas ojeras eran lo suficientemente aterradores como para que Amber se sintiera como un pequeño ciervo huyendo por su vida con el aliento de un puma hambriento resoplando en su nuca.

Extendió un brazo tembloroso con el libro hasta Heather que pronto inició un exhaustivo análisis del estado de su preciado tesoro.

Después de un momento de espera por el diagnóstico de Heather, interrumpió Steven:

– Creo que sería mejor que te compre uno nuevo ¿No te parece?

– No… Este es el mío, es irremplazable… y en realidad quedó mejor de lo que esperaba. Lo que en realidad me gustaría sería saber qué te pareció, Amber.

-¿Qué cosa? -dijo nerviosa-.

– El libro por supuesto, ¿qué otra cosa podría ser?

– ¿Cómo?… Qué… ¿Te hace creer que lo leí?

– Sencillo, aunque necesitaban con urgencia su foto, tardaron varios días, la pega se hubiese secado más rápido de no haber sido manipulado, estás demasiado callada y no creo que estés avergonzada o arrepentida de tu comportamiento, sino que aún estás asimilando el final del libro, has leído mis notas al margen, lo cual implica que hasta cierto grado conoces algo de mí y sientes pena por eso. Además me lo acabas de confirmar al iniciar tu pregunta con «cómo…» Porque tu pregunta real era ¿Cómo sabes que lo leí? -dijo Heather sin apartar la mirada indiferente de Amber, como si fuese tan obvia, tan predecible-.

– Yo… Eh… eres muy perceptiva.

– ¿Qué pasa ya no eres tan ruda? -dijo Shana para provocar-.

– Sí, lo leí.

– ¿Cómo resistirse a ese título tan llamativo? Te entiendo, este libro me encanta, ¿Sueles leer regularmente?

– Si… La verdad fue uno de los mejores libros que he leído.

– Lamento interrumpir pero la reunión empieza en cuarenta minutos… -dijo Steven-.

– Tomemos la foto entonces -declaró Heather de buena gana-.

~•~

– Entonces… Perdonaste a la tal Amber eh? -inquirió Shana-.

– Mi vida es demasiado corta como para los rencores.

– Bueno… Qué más da, si esto es un experimento, por lo menos hagámoslo interesante, además, Amber resultó no ser tan mala, le gusta leer…

– Ya sabes lo que dicen, no juzgues un libro por su portada…

– Si… Y te arregló el libro personalmente, pensé que lo enviaría a algún sitio… Temía por la carta a tu hermano.

– ¡MI CARTA!

Heather tomó apresurada el libro para revisar la contraportada y encontrarse horrorizada una hoja arrugada mal pegada con pega en barra.

IV

Se sentó en la tibia banca de madera, retiró la bufanda que le cubría el mentón y le dio un largo primer sorbo a su té de menta, sus uñas negras recorrían los bordes superiores del termo cromado mientras veía el infinito. Saboreó las comisuras de sus labios la esencia a menta, un delicado llamado a la realidad. Abrió su libro recién salido de su envoltorio, se saltó todo la introducción y la biografía del autor para comenzar con el primer capítulo cuando una voz femenina dijo detrás de ella:

– Allí estás… Amber.

– Heather… que… inesperado encontrarte.

– En realidad podría decirse que este fortuito encuentro es causa tuya. -dijo sentándose al lado de Amber-

– ¿Por… qué lo dices?

– La primera razón es que tienes en tus manos el último ejemplar existente en el inventario de esta biblioteca de «como matar a un ruiseñor», la próxima presa que yo había elegido para mi voraz apetito de lectura.

– Yo… no tenía idea, lo lamento mmm si quieres…

– No, no, tú llegaste primero, y de hecho, lo pensaste más rápido que yo… es hermoso el momento en que un libro te lleva a otro, es toda una cadena.

– ¿Cuál es la otra razón? -inquirió Amber-.

Heather ladeó la cabeza a la izquierda, levantó una ceja y sus agrietados labios hicieron una mueca a la derecha de desaprobación.

– ¿Creíste que no me iba a dar cuenta? señorita pega en barra.

Amber palideció, de nuevo se sentía expuesta, el sentimiento que más odiaba y que desde el primer momento había experimentado con Heather y Shana. Sentir que estás muy a gusto en la penumbra de la esquina más agradable, durmiendo sobre tus propias lágrimas, cortándote, siendo muy ruda y que te apunten con el foco más luminoso y te muestren sin piedad al mundo. Que abran sin tocar la puerta antes e interrumpan tu cambio de ropa. Incluso que digan en voz alta lo que estabas pensando y no te atrevías a expresar.

– Heather… lo lamento, fue un accidente, pensé que la pega se había escurrido y por error había pegado esas hojas, no fue mi intención…

– ¿Y por eso tenías que leerlo? y no te atrevas a contradecirme… sé que lo hiciste porque has dejado de jugar a la mala con nosotras.

– Perdona… yo… no tengo excusas.

– Más que la curiosidad por supuesto -dijo severa Heather-.

– Para compensártelo, ¿Qué tal si te regalo el libro?

– Para compensármelo, quiero que compartas tu libro conmigo y también quiero que me digas algo muy personal tuyo, ya que leíste una carta muy personal que me pertenece y también leíste mi libro.

– Bueno… me parece justo -dijo dudosa Amber-.

– Comienza entonces con tu información personal.

– Mmm… Yo…

– Que sea equivalente a la cantidad de información personal que estaba en mi carta, ni más, ni menos.

– A ver… yo… no tengo familia, mis padres me dieron en adopción y no sé quiénes son, la familia con la que me crie me maltrataban física y emocionalmente, tenían problemas con el alcohol y las drogas y por eso me sentí hasta cierto punto identificada con «las ventajas de ser invisible». Nunca he querido a una persona. Hace cinco años me mudé sola, cuando tenía 16 y manejar todo en mi vida era una carga… así que decidí que no quería vivir.

– Me sorprende que te hayas abierto tanto…

– ¿Qué más da?

– Lo hiciste porque sabes que no me queda mucho… eso me agrada… no confías en nadie, pero tiene sus excepciones cuando se trata de alguien que va a morir con tus secretos.

Hubo un silencio incómodo

– Solo bromeo, sé que sientes pena por mí, Amber, y eso es un claro indicio que tu capacidad de interactuar no está perdida del todo.

– Supongo que no.

– Ya dejemos de hablar y vamos a comenzar ese libro.

~•~

– Buenas tardes… Lamento la intromisión – susurró Steven mientras trataba de silenciar sus pasos para no despertar a dos chicos que se habían quedado dormidos en su sillón. Cruzó la sala para encontrarse con Shana.

– Que sorpresa que hayas venido… ¿Cómo sabías que estaría aquí? -dijo Shana retirándose los audífonos-.

– Los horarios de todos están en una cartelera en el vestíbulo… ¿Dónde está Heather?

– Muy listo eh… la verdad no lo sé, algunos lunes ella hace otras cosas… ¿y tú dulce compañera?

– ¿Amber? no es mi problema – dijo encogiéndose de hombros-.

– Puedes dejar de susurrar, ellos tienen el sueño pesado, vamos siéntate.

– Gracias… yo sólo quería disculparme con ustedes… la manera en que se desenvolvieron las cosas desde la primera visita fue un poco caótico y no soy de estar feliz con los conflictos.

– Eso se nota, por eso no tienes nada de qué disculparte, desde el inicio trataste de mediar la situación.

– Que bueno que lo notaras… entonces… ¿ya debería irme?

– Claro que no, no sin antes mostrarme que escuchas en esos cascos alrededor de tu cuello -dijo colocando sus manos en los mismos y retirándolos como si fuese una especie de traje espacial, sin apartar sus ojos café de los de Steven, como solicitando permiso y a la vez haciéndole sentir tranquilo y confiado de su cercanía. Se los colocó con cuidado y le quedaba un poco grande, así que Steven colocó las manos en la coronilla de los dorados y cortos mechones para ajustar el puente que conectaba ambos cascos-.

Ella ladeó la cabeza un poco y su mirada se desvió a la derecha justo antes de cerrar los ojos y sacudir lentamente los hombros. De sus labios retocados en vinotinto comenzaron a escapar susurros de la canción:

– …Though I’m weak… and beaten down… I’ll slip away into this sound… The ghost of you is close to me… I’m inside out, you’re underneath… don’t let me be gone….

(A pesar de que estoy débil y derrotado, me voy a escabullir en este sonido. Tu fantasma está cerca de mí. Estoy de adentro hacia afuera, tu debajo… no dejes que me vaya)

– Don’t let me be gone… -continuó Steven-.

– Don’t let me be gone… -retomó Shana-.

– Don’t let me be gone…

– ¡¡¡¡¡ DON’T LET ME BE!!!!! -Gritaron los dos al unísono-.

-SHHHHHH -exclamó la enfermera señalando que habían despertado a los dos chicos-.

Sintieron el frenazo en seco de la realidad, la inspiración se había cortado.

– Me encanta esta banda… es una de las pocas salvables de este siglo -dijo Shana restándole importancia a la enfermera.

– ¡Si! ¡También pienso lo mismo! y cantas genial -felicitó Steven de manera sincera-

– Lo sé -dijo fingiendo superioridad y vanidad como si fuese una celebridad antipática-. Ja,ja,ja muchas gracias, solía ir a clases de canto y presentarme en eventos pequeños.

– Que genial! estoy ante una celebridad ¿me das tu autógrafo? -dijo Steven para seguirle el juego-.

– No te burles -dijo entre risas Shana-.

– Tengo unos amigos que se presentan en algunos bar/restaurantes y tocan canciones de Twenty one pilots, coldplay y rock clásico de los 70, 80, 90… Nada tan famoso como vuestra distinguida merced, pero si su excelencia en su infinita condescendencia se digna a presenciar este fin de semana a mis amigos sería un inmenso honor -imitando burlona e irónicamente a algún vasallaje-.

– ¡Si eres payaso! claro que me encantaría ir ¿Dónde nos vemos?

V

– Los llamé aparte para que me comenten que tal les está yendo con las chicas a las que visitaron la semana pasada… Sé que puede ser difícil pero tienen que entender que…

– Bien en realidad -interrumpió Amber- estamos leyendo un libro Heather y yo.

– Vaya… Eso sí que no me lo esperaba… Estoy muy impresionada… ¿Y tú Steven?

– Genial creo… A Shana le gusta la música y hemos hablado de eso un poco.

– ¡Excelente! ¡Esos son mis chicos! Bueno hagan algo por mí, ¿Si? Respondan estas preguntas y déjenlas en mi escritorio mientras me despido de los demás chicos.

– Eres una mentirosa -dijo Steven verificando que la orientadora estuviera lo suficientemente lejos-.

– ¿Por qué lo dices? – respondió Amber comenzando a colocar sus datos en la hoja-.

– Eso de Heather y tú… ¿Esperas que me crea eso de que están leyendo un libro?

– Lo que tu creas me da igual… Además, tampoco tienes mucha moral… ¿En qué momento tú y Shana hablaron de música?

– Eso no te incumbe.

– Que conveniente… Espera… ¿La has ido a visitar eh? ¡Le echaste el ojo a Shana! Ja,ja,ja no me lo creo.

– Baja la voz por Dios… ¡No le he echado el ojo a nadie! Solo fui a visitarlas para disculparme por tus estupideces, estaba ella sola y surgió el tema… Además nunca me involucraría con alguien así.

– ¿Alguien cómo? ¿Con cáncer? A mí me parece que tiene sus ventajas… Aunque por lo que he visto Shana no es terminal como Heather.

– ¿Cómo sabes?

– Jaaaa ¿ves que si te interesa ella?

– ¡Deja de fastidiar!

– Espera, espera… ¿Le has prestado atención a estas preguntas? -desvió el tema Amber-.

– ¿Cómo puedo concentrarme, Amber, si a cada rato estás hablando tonterías?

– Voltea la hoja…

– Yo no tengo nada escrito detrás.

– Mira lo que dice la mía;

”Para el orientador:

1.- ¿Ha seguido según las instrucciones el proceso de interacción entre los sujetos A, B y C, D?
2.- Describa cualquier cambio en la actitud, habla, comportamiento, habilidad social y/o comprensión de sí mismo o su entorno de los sujetos bajo su cargo…»

Acá es como si hubiesen cancelado la impresión y dejaron a medio camino.

– Quizá se equivocó de documento y canceló la impresión o usó una hoja reciclable.

– Steven esto es muy raro… ¿Por qué dijo la orientadora que debíamos hacer esto?

– No… No lo recuerdo… Solo sé que fue insistente.

– Si… Y además las pocas veces que nos hacen encuestas no tienen el tono de las preguntas que acabamos de responder.

– No seas paranoica, Amber. Ellos tienen que cuidarse porque ellas son pacientes y hay que tratarlas con cuidado.

– Supongo que tienes razón… Claro que debes tener cuidado con tu querida Shana.

– ¿Vas a seguir?

~•~

-¿Qué tanto haces en el teléfono? Casi no has leído nada de tu libro, Shana.

– Estoy buscando ideas para mi atuendo de este fin de semana, ya cálmate Heath.

– ¿Saldrás con tus padres de nuevo? – inquirió Heather-.

– Mmm no, iré a un concierto. – dijo parca Shana-.

– ¡Genial! ¿Qué banda? ¿Puedo apuntarme? No voy a hacer nada este fin.

– Bueno, iré con unos amigos…

– ¿Qué amigos? pensé que era tu única amiga. -insistió finalmente Heather-

– Iré con Steven ¿okey? ¿Satisfecha?

Ante esa respuesta con tono hiriente Heather solo se limitó al ver lo distinta que Shana se sentía, más a la defensiva. Se sintió herida ante la falta de sinceridad de su amiga y al hecho de sentirse desplazada. Hizo por un breve instante un gesto de tristeza, pero pronto bajo la mirada de nuevo a simular que leía.

– Perdona, Heath… No debí ser tan grosera… Solo que, como sé que no te agradan ellos…

– ¿Amber también irá?

– No, seríamos Steven y yo para ver un grupo de rock amigos suyos.

– ¿Cómo una cita?

– Da igual, es una salida, llámalo como quieras.- puntualizó con firmeza e indiferencia Shana-.

– Shan, no quiero que me malinterpretes, respeto tu espacio y lo que decidas o no compartir conmigo, entiendo que ya después de 7 años quizá se vuelva rutinaria la amistad pero me sigo preocupando por ti y no quiero que te hagan daño.

– Está bien Heather, yo… Lo siento… Tú sabes muy bien que yo no soy de comprometerme sentimentalmente, pero estoy harta de tener miedo de todo, de dejar de intentarlo porque podría salir herida… Ya durante mi vida he sufrido por cosas que se escapan de mis manos, si llego a sufrir por mis propias decisiones, está bien, lo aceptaré con gusto, por qué fue mi elección.

– Te entiendo, me alegro por ti, solo… ten cuidado.

– Lo tendré, además, Steven es una buena persona y me intriga porque no es lo que imaginaba de… ya sabes, tendencias suicidas…

– Concuerdo contigo, siento que nos llevamos una sorpresa porque sin quererlo nos dejamos llevar por estereotipos sobre ellos y viceversa. También me he dado cuenta de que Amber no es como yo pensaba.

– ¿Cómo? ¿Has hablado con ella? -preguntó con sorpresa Shana-

– Pues sí, yo me dirigía a comprar «¿Cómo matar a un ruiseñor?» y ella se había llevado el último ejemplar de mi tienda favorita, estaba allí leyéndolo y decidí acercarme a conversar.

– ¿Y qué te dijo?

– Bueno, en efecto encontró la carta que le escribí a mi hermano, y estaba apenada por haberla leído, así que le pedí que me contara cosas personales de ella para quedar a mano.

– ¡Cuanta picardía! ¿Y qué te contó?

– Bueno, cosas personales suyas.

– Ah… ya veo… tienes una nueva amiga con la que compartes secretos. -Dijo Shana en tono celoso-.

– Por favor, no empieces, tu sabes que eres irremplazable, además, soy yo la que se debería sentir amenazada, me vas a cambiar por un chico.

– ¡No digas eso! -exclamó irritada-.

– Solo estoy bromeando, calma, calma. Pase lo que pase, nos hará bien compartir con nuevas personas y si algo sale mal, nos tenemos la una a la otra para recoger y unir los pedazos rotos.

– Te quiero amiga.

– Y yo a ti, ven a darme un abrazo.

VI

– Tus amigos tienen muchísimo potencial, disfruté todas las canciones, su estilo ¡todo! -dijo Shana entre aplausos-.

– ¡Sí! por eso siempre vengo a apoyarlos, siento que algún día lograrán algo grande. ¿Vamos por algo de comer? -propuso tímidamente Steven-.

– Eso te iba a preguntar ¿Qué me recomiendas?

– Pues… es un bar… la cerveza es buena, tienen cocteles, shots, cosas para picar.

– Mmm, bueno, no sé si sabes que no debería ingerir alcohol…

– Uy, perdón, que tonto, debí suponerlo… discúlpame por favor.

– Está bien, no espero que sepas esas cosas, no hay nada de malo en aprender sobre la marcha.

– Creo recordar que venden sándwich decentes.

– ¿Qué tal una ensalada césar?

– Seguro. Señorita, por favor nos da una ensalada césar, una ración de papas fritas, una gaseosa y… un… ¿jugo de manzana? -solicitó Steven a la mesera que tomó la orden muy confundida de que no pidieran alcohol y se fue patinando hacia la cocina-.

– ¿Si está bien el jugo de manzana? porque si no quieres puedo pedirlo, perdón por no preguntarte antes -preguntó Steven a Shana-.

– Ya deja de disculparte, está bien, me gusta el jugo de manzana y si tú querías algo de alcohol no tenías que frenarte por mí.

– Está bien, gracias, yo… no había invitado a una chica a nada desde antes de la prepa.

– ¿De verdad? -dijo Shana girando la cabeza en señal de pregunta-.

– Pues sí, luego de graduarme todo se complicó un poco, mis padres se fueron de gira, comencé a trabajar, nunca regresaron, no podía pagar las cuentas, me mudé, inicié la universidad, fracasé y bueno… se volvió un desastre, no quedaba tiempo para nada más.

– Espera, espera ¿tus padres son músicos?

– Si, son parte de una banda, mi papá el bajo y mi mamá baterista, mi niñez siempre fue quedarme dormido en la camioneta mientras ellos estaban en el concierto, volver a casa a las cuatro de la mañana y al siguiente día ser castigado por quedarme dormido en clases -dijo medio divertido Steven-.

– Ja,ja,ja ¡me lo imagino!

– Si… pero me dejaron de herencia buenos gustos musicales y varios instrumentos.

– Lo lamento… -dijo apenada Shana-.

– No tienes que lamentar, al final no sé mucho de ellos… ¿Y qué hay de ti? ¿Te sientes bien?

– Sí, sí, perfectamente. Se podría decir que soy la niña mimada de papi y mami, siempre me dieron todo, cariño, buena educación y si no fuese por el cáncer, tendría la vida perfecta.

– ¿Qué te hubiese gustado hacer?

– No me malinterpretes pero no espero morir, por lo menos, no tan pronto.

– Disculpa yo no… Quise decirlo así, es decir, no me refería a eso…

– Lo sé, lo entiendo, verás, hace dos años comencé a sentirme un poco mal, tiempo después me diagnosticaron cáncer de páncreas en fase 2, es decir, un poco tarde, comencé el tratamiento y tengo pautada una intervención para extirparme el páncreas, parte del estómago y la vesícula biliar en unos tres meses, luego de eso, con tratamiento tengo una alta probabilidad de continuar mi vida o morir en aproximadamente cuatro años.

– Lo dices muy tranquila…

– Si, lo sé, es como lanzar una moneda para escoger muerte o vida y que se quede dando vueltas en el aire varios minutos antes de caer. Pero soy optimista, los pronósticos que me dieron son muy positivos, solo sigo mi tratamiento mientras espero que llegue el día. Entretanto, me gustaría viajar, estudiar para veterinario, aprender algún instrumento…

– Su pedido -dijo la mesera colocando los platos en la mesa-.

– ¡Gracias! -respondieron Steven y Shana al unísono-.

– Yo te podría enseñar, si quieres -dijo Steven tanteando el terreno- ¿qué instrumento te gustaría aprender?

– El piano -dijo Shana mientras pasaba su segundo bocado de ensalada-.

– Me gusta el piano, yo tengo un teclado, pero sé de un sitio donde hay un piano de cola, el dueño es amigo de mis padres así que podría pedirle el favor.

– Sería estupendo, me encantaría.

– ¿Qué tal la ensalada?

– Nefasta.

– Ja,ja,ja es un bar, ¿Qué esperabas?

– Que si no saben hacer algo no lo coloquen en el menú.

– Tienes razón, debí haber pensado en otro lugar, si quieres vamos a otro sitio.

– No, no hay problema, pero la próxima vez, vamos a un sitio de mí zona de confort.

– Trato hecho.

– Además, me ha encantado venir y escuchar a tus amigos ¿de dónde los conoces? mis padres no me dejarían ir a un concierto grande.

– Bueno, entonces has vivido la experiencia en miniatura. Ellos son del grupo de rehabilitación.

– Oh…

– Son buenos chicos, ya no los veo mucho porque están progresando muy bien.

– Me alegra, tienen un buen futuro con la música.

– Así es… quiero que sepas que me gustó mucho esta tarde contigo, estás bonita.

– ¡Gracias! yo también me lo he pasado genial y que bueno que lo digas porque no tenía idea de qué ponerme.

VII

– Bueno, es nuestra segunda reunión oficial y he de decir que después del primer encuentro pensaba que iba a ser un desastre para siempre -dijo Steven reclinado en uno de los sillones-.

– Pensé que nadie lo diría en voz alta -declaró Amber sentada en el suelo-.

– Era nuestro elefante blanco y lo acabas de arruinar Stev -puso los ojos en blanco Heather como si fuese algo obvio-.

– Lo que me parece un verdadero elefante blanco es tener que reunirnos aquí… ¿No han notado lo aburrido que es este lugar? -respondió con gracia Steven-.

– Si…y es el último lugar donde quisiera quedarme más de la cuenta por gusto -apoyó la idea Shana-.

– ¿Y qué proponen? -preguntó Heather-.

– ¿Qué tal el parque que está cerca? -sugirió Shana-.

– Vamos entonces -puntualizó Amber-.

Cuando llegaron a Battersea park se sentaron bajo un árbol grande cerca del lago, el clima era fresco y el atardecer estaba en pleno apogeo. Los cuatro jóvenes se tomaron inconscientemente unos momentos para apreciar el paisaje otoñal mientras sus fosas nasales ingerían el húmedo aire que se tornaba nocturno.

– Me siento afortunada de vivir en Londres -pensó en voz alta Heather-.

Hubo un silencio de aprobación.

– Bueno, ¿jugamos algo? -propuso Steven para encaminar una conversación-.

– Que tal… ¿verdad o reto? -planteó Shana con entusiasmo-.

– ¿Qué? ¿Volvimos a la preparatoria? -dijo sin mala intención Amber-.

– Vamos… ¿Qué tan malo puede ser? nadie nos va a juzgar y así nos podemos conocer mejor -animó Heather-.

– Bueno ya que… hagan que valga la pena -espetó Amber sin mucho ánimo.

– ¡Comienzo yo! -exclamó Steven- mmmm… Heather ¿verdad o reto?

– Sin miedo al éxito, ¡reto!

– Bien, bien, te reto a que te quites los zapatos y sumerjas tus pies en el lago.

– ¡Oye eso no es justo! ¡deberías ser más amable! -dijo en un lloriqueo prolongado y fingido Heather mientras se quitaba los zapatos-.

– Uhhh esa agua debe estar helada -agregó Amber para alimentar los quejidos de Heather-.

Heather descubrió sus casi transparentes pies de las zapatillas doradas que llevaba puestas, llevaba las uñas pintadas de vinotinto, lo que realzaba el contraste con la piel blanquecina. Recogió las faldas de su vestido floreado y caminó hacia el agua dando de vez en cuando miradas hacia atrás de desaprobación juguetona.

– Heath necesita broncearse los pies -dijo Amber burlona-.

– Es por la leucemia -puntualizó no muy contenta Shana-.

– Lo… lo siento yo no sabía… -dijo incómoda Amber-.

– Tranquila, era de esperarse…

– ¡ESTÁ HELAADAA! ¡TE ODIO STEVEN! -interrumpió con sus gritos Heather-.

Regresó caminando de puntitas para no ensuciarse los pies y comenzó a frotarlos en la grama para secarlos y sentir algo de calor. Mientras todos la aplaudían celebrando su victoria.

– Bien, el que cumple tiene el siguiente turno y elijo a… ¡Amber!

– Elijo verdad, Heather -dijo Amber-.

– Nah que cobarde eres Amber -dijo burlón Steven-.

– Cuéntanos, Amber, ¿Cuál fue tu momento más vergonzoso? -saboreó cada palabra Heather-.

– UHHHHHHH -fastidió Steven-.

– Demonios… a ver, a ver… fue en mi primer trabajo, a los 16 fui mesera de un bar, era mi primera semana, no estaba muy segura de que hacer, en eso llegan unos clientes, se sientan en la mesa y voy a atenderlos, la música estaba alta y uno tenía que alzar la voz, me saludan y dicen «¿cómo está? lo de siempre » y les respondí, «de la mierda, gracias por preguntar, por cierto, soy nueva, no sé qué es lo que siempre piden.» Resulta que había un combo que se llamaba «lo de siempre» y me estaban preguntando qué tal estaba ese combo, todos escucharon y hubo un largo silencio, luego burlas… por supuesto, me botaron.

– Que vergüenza en verdad -se sorprendió Heather-.

– Si… de todos modos no tenía muchas ganas de trabajar allí. -concluyó Amber- Por cierto, elijo a Shana.

– Ya sabía yo que venías por mí -respondió resignada- y aunque sé que será mi perdición, elijo reto.

– Quisiera decir que eres valiente Shana, pero dejémoslo para cuando termines de cantar una canción tan alto que te escuchen esos que tienen un picnic por allá -señaló Amber-.

Shana la miró de arriba abajo, inspiró y comenzó a cantar:

«When you were here before (cuando estuviste aquí)

Couldn’t look you in the eye (no te pude mirar a los ojos)
You’re just like an angel (eres como un ángel)
Your skin makes me cry (tu piel me hace llorar)
You float like a feather (flotas como una pluma)
In a beautiful world (en un mundo hermoso)
I wish I was special (desearía ser especial)
You’re so fuckin’ special (tu eres jodidamente especial)

But I’m a creep (pero solo soy un gusano)
I’m a weirdo ( soy un raro)
What the hell am I doin’ here? (¿qué demonios hago aquí?)
I don’t belong here (no pertenezco)

I don’t care if it hurts (no me importa si duele)
I wanna have control (quiero tener el contro)
I want a perfect body (quiero un cuerpo perfecto)
I want a perfect soul (quiero un alma perrfecta)
I want you to notice (quiero que sepas)
When I’m not around (cuando no estoy cerca)

You’re so fuckin’ special (eres jodidamente especial)

I wish I was special » (quisiera ser especial)

Todos quedaron impactados con la interpretación de Shana, su voz tan limpia y armoniosa, hubo un silencio de admiración, a lo que Steven irrumpió.

– Si querías que fuera un reto difícil o vergonzoso, definitivamente cantar no era la manera.

– Ya lo veo -dijo Amber simulando indiferencia-.

– Bueno, tal parece que es mi turno de jugar -tomó la palabra Shana- y elijo a Steven.

– ¿Quién me manda a abrir la bocota? -se lamentó Steven-.

– ¿Verdad o reto?

– Elijo reto.

– Bésame -ordenó fría y seca Shana, sin inmutarse un poco-.

Steven no pudo disimular su reacción de sorpresa, la sonrisa que tenía se transformó en una expresión de incredulidad, se preguntaba ¿escuché bien? ¿Le gusto? es muy apresurado, ¿quiere que la bese aquí sin más? Mientras sus ojos inevitablemente se dirigieron hacia esos labios carnosos coloreados de rosa, labios que antes habían pronunciado una melodía celestial y ahora acababan de disparar una bala directamente a la cabeza de Steven, y en su mente se reproducía una y otra vez como salía humo de cada sílaba bé-sa-me.

Por otra parte Heather y Amber se quedaron estupefactas, para Amber lucía como una desesperada y un intento de llamar más la atención, incluso de fastidiarla, mientras que Heather solo sentía enojo porque su amiga ignoraba totalmente su consejo y le pedía a una persona que acababa de conocer que la besara, también sentía algo de envidia, ella no se atrevería al hacer algo así y tampoco tenía tiempo como para cultivar una relación, no conocía a ningún chico que le interesara y más importante, enamorarse solo la haría querer aferrarse a la vida, dejando irremediablemente a alguien sufriendo por su partida.

– ¿Segura que está bien? -alcanzó a decir Steven-.

– Sé que estás pensando en si es buena idea por todas esas cursilerías de ohhh tiene que ser en un lugar especial para después presumir o para hacerlo memorable, a mí no me interesa, si crees que es muy pronto, solo es un tonto beso. Vivo un día a la vez, quizá no pasa nada entre nosotros y te arrepientas de no haberme besado, además…

Steven detuvo las palabras de Shana con sus labios, a lo que Shana se sorprendió, pero pronto cerró sus ojos y no evitó que se escapara una exhalación audible que llevó a Steven a sostener con una mano su mejilla y posar la otra en su cintura.

Amber y Heather enseguida notaron que estaban de sobra, así que se incorporaron y se fueron, incómodas.

VIII

– Entonces no te gusta tu nombre… -repitió Amber las palabras de Heather mientras soplaba un diente de león- a mí tampoco me gusta el mío.

– ¿Por qué no te gustaría tu nombre? -dijo Heather con la vista fija en las pequeñas semillas que se iban alejando poco a poco-.

– ¿Me veo como alguien que se sienta identificada o siquiera use el color amarillo? ¿O como una delicada flor?

– Vale, vale ya entiendo…

– La última vez que usé algo amarillo fue hace como dos meses que me llene la camisa de mostaza mientras comía un hot dog.

– Ja,ja,ja eso fue muy gracioso en verdad.

– ¿Y a ti por qué no te gusta tu nombre Heather?

– Pues, en el colegio un niño estúpido me comenzó a llamar Hater…

– Cool, desearía que me llamaran así.

– No, no es cool, todos me llamaban así, me quedé sin amigos. Luego llegó el cáncer, las quimio y comenzaron a decir que se me había caído el cabello por ser hater.

– Ouch… que crueles.

– Pues sí, lo son… pero ya que importa, nos graduamos, ellos deben estar en cuarto o tercer semestre de la universidad y yo esperando morir -suspiró Heather-.

– Si sabes que los verdaderos haters son ellos ¿verdad? -desvió el tema Amber-.

– Nunca te he preguntado ¿te sientes incómoda al hablar conmigo porque sabes que voy a morir? -lanzó la bomba Heather-.

– Eh… yo… no para nada, más bien me preguntaba si tú no te sentirías incómoda por el asunto del suicidio y eso.

– Mmmm… No, tampoco… Sé que en el fondo no quieres morir, nadie quiere hacerlo, solo quieres matar algo dentro de ti.

– Bueno, tiene sentido, eso lo he escuchado en alguna parte…

– Es un proverbio árabe, «¿quieres morir?, entonces tírate al río y en apenas unos segundos te verás luchando por sobrevivir porque tú realmente no quieres morir, lo que quieres es matar algo dentro de ti».

– Es muy intenso… -alcanzó a decir Amber mientras acariciaba disimuladamente las cicatrices en sus brazos por debajo de las mangas largas y pensaba «soy una completa cobarde»-.

– Realmente creo que hay muchas cosas por las cuales vale la pena seguir luchando, solo debes descubrirlas para reemplazar aquello en ti que quieres matar. Yo por mi parte he abandonado esa búsqueda, porque espero aceptar la muerte, abrazar la idea de que esta monótona y perniciosa vida llegará a su fin y estaré en paz -dijo Heather como si se tratara de alguna especie de plan de vida o de meta budista-.

– No había pensado en el contraste y la ironía que supone nuestra amistad, y me pregunto ¿cuál es la probabilidad de que existiera o funcionara?

– Pues… -Heather pensaba en si debía mencionar el experimento o si aún debía asegurarse de la estabilidad mental de Amber-.

– Es una pregunta retórica, sea como sea, me hace bien compartir contigo, me agradas mucho y puede que seas la primera amiga buena influencia que tenga.

– O la primera que te corrompa tanto que ni siquiera tu misma te reconozcas -dijo burlona Heather-.

– Si claro, ya veremos quien corrompe a quien.

– Hay muchas cosas que aún no conoces de mí, Amber.

– Uhh me siento amenazada -siguió la broma Amber-.

– Ya está oscureciendo, debería buscar a Shana e irnos a casa.

– Si es que Steven ya no la llevó a su casa -guiñó un ojo y movió hacia arriba y abajo las cejas en señal de picardía-.

– No lo creo… Shana no es así -cambió drásticamente su actitud Heather-.

– Ay por favor, ella se le lanzó y después ¿se va a convertir en un inocente corderito?

– Necesito que me digas si Steven es de fiar, si es o no de esos patanes que solo te utilizan y desechan o esparcen chismes o fotos de ti como si se tratara de un trofeo.

– Cálmate Heather, solo bromeaba, Steven nunca ha salido con ninguna chica.

– ¿Es gay?

– No, solo no es muy abierto, lo conozco de hace unos seis años y ha sido uno de los miembros más determinados en el grupo, simplemente no quiere distraerse y supongo que ahora que está a punto de «graduarse» o «darse de alta» del grupo ya está listo para conocer a alguien, solo si tu amiga pudiera ir un poco más lento…

– Se lo he dicho mil veces, luce como una demente desesperada, pero no hace caso -interrumpió Heather-.

– En realidad temo más porque Shana le haga daño a Stev que él a ella -declaró Amber-.

– Hablaré con ella en cuanto pueda.

– Si, pero trata de no parecer una madre controladora, al fin y al cabo, no es nuestro asunto.

~•~

– Parece que nos dejaron solos, que tontas.

– Shana, nos estábamos besando, no me sorprende que se sintieran incómodas.

– Solo fue un reto Steven, no es la gran cosa.

– Entonces ¿te besas con cualquiera y no es nada? -comenzó a molestarse Steven-.

– No digo eso, solo que no es para espantarse -se irritó Shana-.

– A ver, necesito entender, Shana, ¿te gusto o solo estás jugando conmigo?

– No presiones Stev, no estoy jugando contigo.

– Pero no sabes si te gusto ¿Cómo puedes besar a alguien sin comprometerte en lo absoluto? -dijo molesto Steven-.

– ¿Por qué complicas tanto todo? ¿Es que no sabes dejar fluir?

– La que no sabe dejar fluir aquí eres tú, todo iba bien, poco a poco, a su ritmo, haces esto y luego quieres que actúe como si nada ha pasado, como si no me importara.

– ¿Sabes qué? olvídalo, pensé que eras distinto, que me entenderías, pero no, eres solo drama, encasillado a lo que tu consideras de cómo se deben llevar las relaciones interpersonales o la manera en que el amor se manifiesta y evoluciona.

Steven se limitó a mirarla, habían estado discutiendo sin sentido, realmente no se conocían muy bien e ignoraba sus circunstancias o su estilo en una relación, así como ella desconocía sus circunstancias, su pasado y su estilo en una relación. A decir verdad, él tampoco sabía que esperar, que quería, simplemente hubo una atracción entre los dos. De pronto Steven recordó algo.

– Tienes razón.

– ¿Ah sí? -dijo Shana a la defensiva pensando que todo iba a terminar-.

– Antes de que Newton descubriera la gravedad ¿flotábamos? -preguntó Steven-.

– No, pero ¿eso qué tiene que ver? -dijo Shana confundida-.

– Exacto, porque la gravedad ya existía antes de que él la descubriera, o mejor dicho, le pusiera nombre.

– ¿A qué vas con todo esto? -enfrentó Shana-.

– No tenemos que definir lo que sea que exista entre nosotros, solo aceptar que existe y esperar sus resultados o consecuencias -concluyó Steven-.

Shana estaba impresionada, no había podido expresar mejor los ideales que ella tenía, desde su perspectiva de la vida, no había tiempo de sentarse a llamar todo por su nombre. Pero a la vez sabía que debía reconocer su existencia.

– Está bien, lamento haberte gritado y dicho esas cosas, Steven.

– Yo también siento haberme comportado así.

– No debí presionarte de esa manera.

– Tranquila, Shana, yo tampoco, entonces ¿Estás de acuerdo conmigo en tener gravedad?

– Sí, estoy de acuerdo.

IX

– Aquí está el informe que solicitó, doctor.

– Gracias, señorita, ¿podría llamar a mis colegas del proyecto “premisa de Hamlet”?

– Por supuesto.

El hombre con bata blanca tomó la gruesa resma de hojas y ojeó un tanto estresado el progreso de su investigación mientras cuatro doctores cruzaron hacia su oficina.

– Buenas tardes, doctor Jones.

– Buenas tardes doctores, siéntense por favor, no hay tiempo que perder -dijo el doctor Jones expendiendo su mano hacia cuatro asientos frente a su escritorios, con una copia del ensayo correspondiente para cada uno, servidos como si se tratase de un almuerzo, con su respectivo vaso de vidrio impecable con agua- Los llamé a una reunión express por un asunto apremiante, como es de su conocimiento, el proyecto “premisa de Hamlet” está en marcha y los resultados de las últimas tres semanas están plasmados en estas escazas 70 páginas ¿Qué está sucediendo?

– Hay demasiada improbabilidad e inestabilidad en los sujetos de prueba, doctor Jones, las conjeturas que se pueden extraer de las respuestas solo pueden ser comprobadas con certeza en un lapso mayor de tiempo.

– Pero no hay suficiente tiempo, doctora Jackson -respondió el doctor Jones-.

– Los delegados para reporte no siguen las instrucciones apropiadamente.

– Más excusas doctor Lee, pero es cierto, hay que buscar una metodología para optimizar la recolección de datos, haga un recordatorio a esos delegados.

– Tengo entendido que los sujetos están teniendo salidas fuera de los establecimientos acordados, como esperábamos, aunque eso limita el monitoreo.

– Gracias por su observación doctor Smith, basado en eso propongo observación sin interacción y después de un tiempo prudencial, si se determina por unanimidad, la intervención bajo parámetros por proponer.

– Con todo respeto, eso podría ser poco ético doctor Jones.

– ¿Está proponiendo, doctora García, que la observación, base fundamental y primordial del método científico es poco ético?

– Espiar, es poco ético -respondió la doctora García- no tenemos el consentimiento de los sujetos.

– Será una observación respetuosa, necesaria para el desarrollo de esta investigación, de la cual, tendremos autorización posteriormente.

– Si me permite, doctor Jones, hay uno de los sujetos que podríamos considerar intervenir, su perfil realmente lo hace accesible.

– Aún es muy pronto, doctor Smith, pero amplifique y comparta con nosotros en la próxima reunión dicho perfil. Si no hay más que agregar, tenemos mucho trabajo, espero la próxima semana tener más de 100 páginas en mi escritorio.

~•~

– ¿No piensas hablarme entonces?

– Estoy leyendo, Shana.

– Ya lo sé Heath, pero no me has dirigido la palabra.

– Quiero terminar esta parte -dijo fría sin parar de alimentar sus pupilas con las letras-.

– Ya sé lo que piensas, estás molesta por lo del viernes -insistió Shana-.

– ¿Qué te hace pensar que estoy molesta?

– Te conozco Heather, no contestas mis mensajes, siempre has juzgado con dureza mi conducta.

– ¿Juzgado? Shana… ¿por qué sigues creyendo que todo tiene que ver contigo? -finalmente alzó la mirada del libro y miró a su amiga directamente a los ojos-.

– ¿Estás celosa? -dijo Shana sintiendo el dolor de su amiga más allá de sus palabras hirientes-.

– ¿De qué? ¿De parecer una desesperada con un desconocido? no gracias.

– Heather, ¿Qué te sucede? ¿Por qué me dices esas cosas?

– Porque estoy cansada Shan, harta de estar cuidándote, hastiada de darte consejos y que no los tomes en cuenta en lo absoluto, de querer lo mejor para ti porque tienes una gran posibilidad de tener una vida y actúas como si no te importara estropearla. Y mientras tanto me estoy desvaneciendo, tratando de vivir estos últimos meses de la manera más digna posible, incapaz de hacer una sola cosa interesante, porque moriré como la aburrida Heather ¿acaso importa? ¡No! porque para mí es más que suficiente con que tú estés bien pero estás empeñada en arrebatarme eso.

Heather estaba fuera de sí, no había podido retener sus lágrimas cargadas de frustración y enojo mientras desahogaba cada uno de los sentimientos que con tanto empeño había enterrado y encadenado durante los últimos tres años, y ahora, en el umbral de la muerte ¿aún le quedaba algo a lo que aferrarse?

– Lo siento amiga -alcanzó a decir Shana todavía procesando la descarga que acababa de recibir- pero no me tienes que cuidar de esa manera, yo tengo libertad de elección y aunque me importa mucho tu opinión y tu bienestar, elijo vivir de una manera memorable, de tal forma que no me arrepienta de nada. Agradezco tu interés en mí y lamento que te sientas así, no quiero suponer una carga para ti, mucho menos opacarte.

Shana sentía desde lo más profundo de su ser una terrible compasión por su amiga, por primera vez sintió que le arrebataban una posesión muy importante y que no podía hacer nada al respecto, quería arraigarse a cada minuto, detener el tiempo. Pasó su mano por el rostro de Heather para secar sus lágrimas ¿Qué podría decir o hacer en esta situación? por años había dado por sentado que iba a pasar. Sus ojos se nublaron de lágrimas que se debatían por salir y se le tensó la garganta, exhaló un poco de aire y agregó;

– Deberíamos cambiar eso.

– ¿El qué? -respondió Heather succionando la nariz-.

– Lo de Heather la aburrida, vamos a proponernos pasar tantos momentos divertidos que van a tener que encarcelarte por tanta diversión.

– Okey -sonrió Heather frotando uno de sus ojos- ya cuéntame que pasó con Steven.

– Ja,ja,ja no tienes remedio, pues discutimos un poco porque a él le parecía muy apresurado…

– ¡Te lo dije! -no desaprovechó la oportunidad Heather-.

– Si, si ya lo sé, pero al final entendió más o menos mi punto, dijo que teníamos «gravedad» -hizo comillas con los dedos Shana-.

– ¿Y eso que significa?

– Pues que no tenemos que ponerle nombre o clasificar todo, simplemente aceptar que existe, como Newton, antes de ponerle nombre a la gravedad o descubrirla no flotábamos -resumió Shana-.

– ¿Steven te dijo eso? -se sorprendió Heather-.

– Pues sí.

– Cuánta verbosidad…

– Por favor Heather, uno no le dice eso a cualquiera, dale una oportunidad.

– Tienes razón, fue muy profundo, aunque a la vez escalofriante la falta de compromiso, pero está bien para ti, es tu estilo.

– ¿Crees que quiera jugar conmigo? -se preocupó Shana-.

– Bueno, no lo creo, Amber me contó que no ha tenido una relación por lo menos en los últimos seis años.

– Vaya…

– Si, aunque igual ten precaución -añadió Heather-.

– Gracias por ser mi amiga, por cierto ¿mañana quieres ir al parque de atracciones?

– Si, estaría bien, ¿nosotras dos solas?

– Mmm si quieres invitamos a Amber y Stev -dijo con doble intención Shana-.

– Ja,ja,ja está bien.

– Perfecto, le escribiré a Steven.

– ¿Ya intercambiaron números? -dijo un poco sorprendida Heather-.

– Claro, pero no hemos hablado mucho.

X

– Este parque me trae tantos bonitos recuerdos de cuando era pequeña -dijo Shana con nostalgia-.

– Mira, ahí vienen Amber y Steven -interrumpió Heather-.

– ¿Por qué vienen abrazados sobre los hombros? -desaprobó Shana-.

– No te debería importar porque se supone que ustedes no son nada -fastidió Heather-.

– ¡Hola chicas! ¿Cómo están? suerte que me encontré a Amber porque estaba por perderme -dijo Steven despreocupado-.

– Y vaya que suerte porque justo después me tropecé y casi me tuerzo el tobillo -agregó Amber-.

– Como sea, Stev ¿primera vez que vienes? ¿En serio? te voy a mostrar mis atracciones favoritas desde que era una niña -dijo Shana-.

– Me encantaría, pero ¿Qué te parece si primero comemos algo? -dijo Steven-.

– ¿Estás loco? si comemos primero no te vas a poder subir a los juegos más divertidos donde te sacuden, podrías vomitar -advirtió Shana-.

– Mmm entiendo… ¿Qué tal si subimos a ese que son como muchas tazas? -propuso Steven-.

– Me agrada ese, es uno donde dan vueltas y te sacuden y terminas con nauseas -comentó Amber-.

– ¡Vamos entonces! -concluyó Heather-.

Shana estaba algo confundida y decepcionada, esto no se estaba pareciendo en nada a la cita romántica en el parque de diversiones que había imaginado, en donde compartirían helado, Steven jugaría para ganar un peluche feo que luego le regalaría y tendría un valor sentimental en su relación, gritarían en la montaña rusa y para terminar, subirían a la rueda de la fortuna ellos dos solos y se besarían allí. En cambio, ahora estaba girando en una taza, con su amiga Heather tirada en el piso boca abajo, la tal Amber que tanto despreciaba en lo que parecía un viaje astral, inmutable viendo a un punto fijo con los brazos cruzados, y justo enfrente estaba Steven, que vivía la experiencia como si fuese un niño de 8 años fascinado por la velocidad en la que daba vueltas sobre sí mismo, sus mechones de cabello oscuro caían sobre sus pómulos y no paraba de reír. Shana recordó un estudio en el que se determinaba que luego de una experiencia cargada de adrenalina generalmente causa atracción entre dos personas, también recordó que Steven nunca había ido a un parque porque sus padres estuvieron muy ausentes, y que cuando un hombre y una mujer se enamoran, él tiende a actuar desde su yo niño y ella tiende a actuar desde su yo maternal. De pronto, sintió como si fuese a enloquecer, los gritos de Heather, la cara de Amber, las risas de Steven, su inquietud ante la situación y como todo se repetía en cada vuelta una y otra vez.

-¿Estás bien? puedes salir, el juego ya terminó -la llamaba Steven-.

Shana estaba pálida y no se movía del asiento. Heather se acercó y la sacudió por lo hombros.

– Estoy bien, solo… me maree un poco -respondió un poco lenta Shana-.

– ¿Segura? estás algo pálida -comentó Steven- ten un poco de agua.

– Gracias, me siento un poco mejor, solo, vayamos a algo un poco más tranquilo -dijo Shana-.

– ¿Qué tal a los carritos chocones? -propuso Amber-.

– ¡Ya rugiste! -dijo Heather emocionada-.

– Yo no me siento muy bien para conducir -dijo Shana-.

– Sube conmigo, así me enseñas, aún no tengo licencia para carritos chocones -bromeó Steven-.

– De acuerdo.

Shana abordó el asiento del copiloto y Steven comenzó a conducir.

– El objetivo del juego es que choques con los demás y no te dejes chocar, te ayudo por si alguien intenta chocar desde atrás -explicó Shana justo antes de que comenzara el juego-.

– Gracias, Shana.

-¿Sucede algo, Steven?

– Nada ¿por qué lo preguntas?

– Es que me da la sensación de que has estado evitándome.

– Para nada, solo quiero integrarme con los demás, esto no es una cita, es una oportunidad de compartir como amigos y no aislarse ¿no te parece?

– Supongo que tienes razón -dijo un poco decepcionada Shana-.

– Tranquila, ya tendremos tiempo, si así lo quieres.

– Como sea.

Shana había encontrado la horma de su zapato, se sentía abrumada, quería mantenerse leal a sus principios pero había algo en Steven que la exasperaba, no pudo evitar pensar en lo complicadas que son las relaciones humanas.

Por otro lado Steven quería «probar» en el sentido más sano de la palabra la clase de mujer que era Shana, qué hacía cuando no conseguía lo que quería, si solo quería atención, coquetear e irse o si en realidad lo podía tomar en serio.

– Me encantaron los carritos chocones, fue súper liberador chocar a todos -dijo entre risas Steven-.

– ¿Por qué no vamos a la montaña rusa que instalaron hace poco? -retó Shana-.

– Se ve un poco inseguro en realidad, está muy alto -respondió Heather-.

– Si, casi nadie está subiendo de hecho -agregó Amber-.

– Ay por favor no sean agua fiestas, ¿no que no querías ser recordada como la aburrida Heather?

– Mmm bueno… -dijo insegura Heather-.

– Si ustedes quieren subir pues adelante, yo me quedo aquí -dijo Amber-.

– Uhhh la chica ruda tiene miedo… pensé que no te importaba morir señorita cobarde -de nuevo retó Shana-.

– Vamos Amber ¿Qué tan malo puede ser? a nadie le ha pasado nada y yo quiero probar que tal -trató de convencerla Steven-.

– Está bien, da igual -cedió Amber-.

Subieron al juego, Heather se sentó primero y le dijo a Steven que en el segundo puesto no se sentía tanto el vacío, como era primera vez que subía era mejor estar seguros, así que él se sentó a su lado, mientras que Shana se sentó delante y Amber para fastidiarla se sentó a su lado. Inició el juego mecánico y el tren donde estaban montados arrancó lentamente y pronto fue tomando velocidad, llegó la primera curva hacia la izquierda, todos dieron gritos de emoción, otra curva a la derecha, de nuevo gritos de adrenalina. Así avanzaron hacia las pronunciadas subidas de unos 100 mts de altura y luego las exageradas bajadas. Para terminar había una parte del camino donde el tren giraba y los pasajeros quedaban unos cuantos segundos colgados como murciélagos. Los cuatro chicos sentían el aire en sus rostros y el pecho muy agitado, sus cabellos se alborotaban sobre sus cabezas y los gritos de diversión y júbilo los hicieron olvidar cualquier problema. Comenzó la segunda y última vuelta del juego, el mismo recorrido, curva a la izquierda, curva a la derecha… pero esta vez Amber y Shana notaron las chispas que provenían del roce entre la rueda y el carril, lo que las preocupó un poco, pronto se tranquilizaron al ver que volvía a su curso normal de subidas y bajadas, con solo una que otra chispa, hasta que comenzó a detenerse justo en el giro de 180 grados, el carril se separó y el tren se detuvo con sus cuatro pasajeros casi completamente de cabeza, con una altura aproximada de 200 mts, inmediatamente el pánico se apoderó de cada uno de ellos y comenzaron a ver como las personas abajo comenzaban a gritar y a señalarlos, como insectos corriendo de un lado a otro sin un propósito aparente.

– ¡AYUDA! ¡AYUDA! -comenzaron a gritar, pero no había una solución conocida para ellos-.

– ¿Qué vamos a hacer? ¡No quiero morir! -dijo Heather-.

– Ellos deben tener un protocolo para estos casos ¿no? -trató de tranquilizarla Steven con el mismo miedo y horror en sus ojos-.

De repente se escuchó un sonido metálico, como si se saliera un tornillo que estaba en tensión y liberara una pieza más grande. Era el seguro del puesto de Shana. Con medio cuerpo expuesto a la intemperie, al vacío, a las garras de la muerte, Shana comenzó a emitir un grito desgarrador. Sin perder un segundo, Amber la sujetó del brazo, tan fuertemente, que de un jalón la colocó en el puesto de nuevo y extendió su cuerpo hasta agarrar el otro extremo del asiento, haciendo una especie de cinturón humano. Con el cambio en la distribución de peso las ruedas calzaron en el riel que se había separado, con la inercia y el peso comenzaron a descender, con un ruido metálico chirriante y muchas corrientes de chispa eléctrica. La base de seguridad del punto de partida frenó el tren, la multitud los rodeó y todos decían cosas que no se entendían, muchos estaban grabando, los de primeros auxilios se habían retrasado, quedando detrás de la multitud que se tropezaba y empujaba sin dejar pasar la ayuda. Steven, Heather, Shana y Amber se bajaron desesperados y muy aturdidos, mezclándose en la muchedumbre, hasta lograr salir hacia una sección de niños más apartada y sola. No pudieron evitar abrazarse, Heather y Shana lloraban, Amber estaba fuera de sí, temblando, Steven no dejaba de ver el juego que se elevaba a lo lejos y todos estaban tratando de procesar todo, había pasado tan rápido.

– Muchas gracias Amber -dijo Shana con lágrimas en los ojos-.

– No tienes ni que decirlo, en serio -suspiró Amber mientras la abrazaba-.

– De verdad lo siento, me comporté como una idiota -no dejaba de disculparse Shana-.

– Sé que hubieses hecho lo mismo por mí -dijo sinceramente Amber-.

Steven se acercó y abrazó a Shana, rodeó sus hombros con sus brazos, acercándola a su pecho y besó muy tiernamente su frente, mientras su nariz se hundía en esos cabellos dorados y trataba de acallar el nudo que se le hacía en la garganta.

-¿Qué les parece si comemos algo? -preguntó Heather-.

– Por favor sí -respondió Steven-.

Se dirigieron a la sección de la feria de comida, habían foodtrucks y puestos para todos los gustos, como recién pasaban el susto Shana, Heather y Amber pidieron té de manzanilla para calmarse y un par de snacks de barras energéticas. Steven tenía mucha hambre así que compró una hamburguesa y para tomar, cerveza. Le dio un largo sorbo a la cerveza y al poco tiempo se sintió muy mareado, el choque de la adrenalina, el alcohol, todas las vueltas y sacudidas además del estómago vacío hizo que saliera corriendo al bote de basura más cercano para vomitar.

XI

Steven se sentía un poco mareado aún, había llegado a casa gracias a que Shana pagó un taxi, le dolía el estómago y sentía que había experimentado más cosas de las que había planeado. Aseguró la puerta de la pequeña casa donde vivía alquilado y aventó la chaqueta al suelo sin preocupación, fue directo al cuarto y se quitó la franela manga larga salpicada de vómito, se dispuso a bañarse pero justo cuando se estaba quitando el reloj no pudo evitar verlas, ahí estaban para atormentarlo de nuevo, para recordarle quién había sido, que estarían allí por el resto de su existencia. Ese hilo de pensamiento lo llevó a darse cuenta de algo mucho más importante, le había confesado sus sentimientos a Shana y se podría decir que ella le había correspondido, era obvio que ella quería estar con el, pero ¿ponerse en sus manos así sin más? todo lo que había pasado con sus padres lo llevó a ser muy desconfiado además ¿de verdad ella lo elegiría? no conocía sus demonios, ni él los suyos, pero hoy había aprendido dos cosas; primero que Shana si lo tomaba en serio y segundo… que su corazón ya se había involucrado, en el instante que sintió que la perdería para siempre, también sintió que se perdería a sí mismo, de nuevo.

Y eso lo aterraba. Y eso lo enloquecía. Eso hacía que su corazón diera un vuelco, de tal manera que no sabía si estaba demasiado vivo o estaba a punto de morir. Y qué sería enamorarse sino sentir que te entregas, que estás ante la presencia de una ambivalencia antagónica que parte de un mismo sentimiento.

De pronto recordó una fotografía que había visto en un libro, de una famosa fotógrafa que quiso hacer una representación sobre estar en una relación, ella se recostó en el cuerpo de madera de un arco mientras que su esposo tiraba de la cuerda con una flecha en su mano, si alguno de los dos se movía, la flecha se dispararía y ambos perderían a su pareja por siempre y ambos serían responsables de esa tragedia, ambos serían culpables, ambos sufrirían por siempre «…y aun así uno está a la expectativa de qué podría pasar… ¡Que perfecta descripción!» -dijo en voz alta.

Se percató de que no había parado de acariciar su antebrazo, sacudió la cabeza y fue a ducharse. Se colocó la pijama y se disponía a comer algo, quizá una fruta dada su condición estomacal y mientras sus largos mechones escurrían sobre su cara gotas de agua, su teléfono vibró.

-Seguro es otra notifica… ¿mensaje de Shana?

– ¿Llegaste bien a casa?

– Sí, estoy un poco mejor, gracias por el taxi ¿Cuánto te debo? -escribió él-.

Le dio una mordida a la manzana que había dejado en la mesa de la cocina cuando vibró de nuevo.

– Obvio que nada, solo quería asegurarme de que estés bien.

– Muchas gracias, eres muy amable ¿Cómo estás tú?

– La verdad, me duele el brazo, pero no puedo evitar pensar que si no me doliera, lo más probable es que estuviera muerta -respondió Shana-.

– Fue algo muy traumático, me asusté muchísimo.

– Yo también, toda mi vida había temido morir de cáncer, no recordaba que existen otras maneras de morir.

¿Qué le respondes a eso? -pensó Steven mientras llegaba otro mensaje de Shana-.

– ¿También pensabas que ibas a morir?

– Si un poco.

– Y eso te asustó muchísimo ¿verdad?

– No tanto como pensar en perderte -respondió Steven sin pensar-.

– No sé qué decir… no sabía que te importaba tanto.

– Claro que me importabas, pero no sabía cuánto hasta hoy.

Steven tenía el corazón acelerado, no sabía que iba a pasar y sintió que estaba en el cuerpo del arco, y al mismo tiempo tirando de la cuerda.

De pronto la pantalla de su teléfono parpadeó un poco, como si estuviese haciendo interferencia. Lo tomó y lo observó con cuidado pero a los 5 segundos estaba como si nada.

Mensaje de Shana

– Disculpa que me tardara en contestar, es que mi teléfono se puso muy raro.

– ¿De veras? el mío también -contestó Steven-.

– ¿Cómo haciendo interferencia?

– Si, precisamente.

– Mmm bueno, quizá la plataforma de mensajería tuvo un fallo.

– Es lo más probable.

– Oye Stev, tengo una pregunta que hacerte.

– ¿Cuál será?

– ¿Te gustó besarte conmigo?

– ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Claro que sí! me encantó, ¿por qué lo dices?

– Es que te veías tan dudoso…

– Lo que pasa es que estaban Amber y Heather, además de que yo pensaba que querías que fuese más… especial no sé si me explico.

– Si, te entiendo, solo que me ha quedado eso de vivir y hacer cosas sin pensar.

– Lo sé, y a partir de ahora quiero ser más así también. No me hubiese gustado que ese fuera nuestro único beso.

– 😳

– ¿Te gustaría salir mañana conmigo?

– Claro que sí ¿A dónde vamos?

– Es una sorpresa…

– ¡Que emoción!

– Bueno, ya es tarde, deberíamos dormir.

– ¡No había visto la hora!

– Hablando de hora, mañana a las 11 am.

– Seguro, mañana a las 11 en punto.

– Descansa Shana.

– Descansa Steven.

Steven se colocó el teléfono en su pecho, mientras miraba por la ventana y pensó «ya no hay vuelta atrás». Leyó el chat una vez más, apagó el teléfono y desvió un poco la mirada, ahí estaban otra vez, como burlándose de él, irritantes, para atormentarlo de nuevo, enojado tomó un suéter y se lo colocó, porque no permitiría que ganaran esta vez, porque eran la cara del recuerdo, sus cicatrices.

XII

Se despertó muy sobresaltada por el irritante sonido que la había despertado, luego de unos segundos de confusión, recordó que ese era el tono de llamada de su teléfono, miró el reloj en su mesa de noche… 3:42 am eso solo puede significar malas noticias. Se levantó rápidamente y comenzó a buscar el origen del insistente ruido que la había despertado, aún somnolienta no podía recordar dónde lo había dejado hasta que logró divisar el brillo de la pantalla opacado por el bolsillo de su pantalón en el piso. Lo tomó con ansiedad para confirmar sus peores temores cuando vio el remitente en la pantalla.

– ¿Ho-hola? -dijo con voz temblorosa-.

– Amber… -suspiró una voz agonizante- estoy… mal…

– ¿Qué está pasando? dime ¿Qué necesitas? ¿Llamo una ambulancia?

– No… No, solo es una crisis -dijo entre toces-.

– Voy para allá ¿de acuerdo?

– Solo… acompáñame por favor.

– Quiero estar contigo, voy saliendo, no vayas a colgar ¿me oíste?

Se escuchó un suspiro del otro lado del teléfono.

– ¿Heather? ¿Estás ahí? ¿Me escuchaste? voy para allá – dijo Amber mientras se colocaba un pantalón al azar, con la luz aún apagada y tomaba las llaves para salir de la casa.

– ¿Heather? por favor respóndeme.

No hubo respuesta aparte de un sonido de respiración lenta y forzosa, Amber no sabía dónde vivía exactamente Heather, pero ya se había montado en su bicicleta mientras se le ocurría revisar si la localización estaba activa en el contacto de Heather… como era de esperarse de un paciente sí la tenía. Pedaleó muy fuerte unas 7 cuadras con el corazón muy acelerado, sin saber qué pasaba o qué debía hacer y gritándole al teléfono de vez en cuando que ya estaba muy cerca, que resistiera, estaba a punto de llegar.

Cuando Amber llegó la puerta estaba cerrada y después de tocar muy fuerte comenzó a buscar alguna llave entre las plantas o escondida entre los marcos de la puerta, la encontró, abrió con las manos temblorosas y subió corriendo un poco desorientada hacia donde intuía estaban las habitaciones.

Pronto encontró a Heather en la cama dormida, con el teléfono en la mano, la tomó por los hombros para incorporarla, estaba muy sudada y con una fiebre terriblemente alta. Comenzó a llamarla muy angustiada y se alarmó mucho más al ver que la nariz de Heather comenzaba a sangrar y el cuerpo le temblaba.

– ¿Heather? Heather, estoy aquí, soy yo Amber… voy a llamar una ambulancia -dijo tomando su mano mientras sus ojos se nublaban-.

Heather apretó un poco de Amber y comenzó a negar con la cabeza.

– Por favor Heather, estás mal, no sé qué hacer -dijo con un hilo de voz-.

Esta vez no hubo respuesta. Amber tomó su teléfono y le marcó a emergencias y comenzó a explicar la situación.

– Muy bien señorita, la ayuda llegará en cuanto sea posible.

– ¿A qué se refiere? -dijo muy alterada Amber-.

– Seré honesto con usted, ha ocurrido un accidente y la mayoría de nuestras unidades están cubriéndolo -dijo el teleoperador-.

– ¿QUE? ¿Pero se desocupan pronto?

– Yo estimo que en unos 40 minutos ya estarían de regreso.

– ¿De regreso? ¡Mi amiga esta inconsciente! no puedo esperar tanto.

– Hacemos todo lo posible señorita.

– ¿Dónde está el hospital más cercano a mi localización actual?

– Un momento, ya le indico… a unas 5 cuadras al norte.

– Gracias por nada -colgó Amber-.

Heather comenzaba a temblar cada vez más, así que Amber intentó cargarla en sus brazos, logró avanzar hasta las escaleras cuando sus brazos no resistieron más, la colocó en el piso mientras pensaba. Fue de nuevo a la habitación y tomó una de las sábanas, arrastró con cuidado a Heather por las escaleras y justo antes de llegar al piso de abajo tomó la sábana y la pasó por la espalda de Heather de tal manera que las esquinas quedaran hacia el frente, para poder atársela y fijar a su amiga a su espalda, con los brazos cargaba de sus piernas y su torso estaba asegurado con la sábana a la espalda de Heather, así, pudo llevarla cargada hasta la entrada.

Comenzó a caminar lo más rápido que pudo, ningún taxi, ni un carro pasaba, así que se propuso llegar a la calle principal para pedir ayuda. Sentía que su columna estaba a punto de reventar, que tenía prensado el vientre y que las rodillas estaban a punto de ceder.

Cuando llegó a la calle principal había un pequeño taxi estacionado y algunas personas en un viejo bar.

– ¡Ayuda! por favor -exclamó para obtener la atención del taxista-.

Este se acercó muy preocupado, era un hombre mayor, muy amable, con una chaqueta enorme por el frío. Estiró sus brazos para cargar a Heather pero los nudos estaban fuertemente atados a Amber. Como el señor no estaba muy seguro de qué hacer Amber no pudo mantener el peso de pie y cayó de rodillas sin soltar un segundo a su amiga. El sudor de Heather se escurría por la espalda de Amber, podía sentir el calor apremiante que expedía su fiebre y a la vez escuchaba sus silenciosas y pausadas respiraciones en su nuca, como un secreto, como una llama tímida amenazando con extinguirse en cualquier instante, como una advertencia.

El taxista, sin perder un segundo acercó su auto lo más posible a la acera donde estaba tumbada Amber con Heather encima, la ayudó a levantarse y a entrar al carro.

Una vez dentro, Amber le indicó hacia dónde dirigirse y comenzó a desatar los nudos.

– ¿Qué le pasó a tu amiga? -preguntó el taxista-.

– Me llamó, estaba teniendo una crisis… ella tiene leucemia -dijo Heather mientras la miraba temblar, inconsciente-.

– Entiendo… pobrecilla… y tú ¿vives cerca de ella?

– La verdad no, vivo a 7 cuadras de su casa, vine en bicicleta.

– Has tenido una muestra de amor para con tu amiga impresionante y no importa lo que pase, nunca quedará en duda ni se olvidará todo lo que estuviste dispuesta a hacer.

Amber sintió un profundo temor en el pecho.

– Usted cree que ella… -no pudo completar la frase-.

– Niña, la vida no es más que instantes, momentos efímeros, no importa si estás o no enfermo, así que atesora estos valiosos instantes -dijo el taxista mirando un collar que colgaba del retrovisor con una foto de su esposa- ¿Por qué no llamaste una ambulancia?

– Me dijeron que tardarían en llegar, cubrían un accidente.

– Ya llegamos mi niña.

– Muchas gracias… yo… al parecer dejé mi cartera -dijo apenada mientras revisaba sus bolsillos-.

– No te preocupes, no planeaba cobrar.

Llegaron los paramédicos con una camilla y colocaron a Heather, le preguntaron a Amber que había pasado, todo fue muy rápido, Heather desapareció de su vista y no le permitían verla hasta estabilizarla. Amber fue a la sala de espera, ya pasaban las 5 am y habían unas cuantas personas recostadas de las paredes, adormitadas. Decidió hacer lo mismo.

De nuevo se despertó exaltada por una llamada;

– Amber ¿Dónde estás? ya casi vamos a comenzar ¿todo bien? sabes que una falta afecta tu progreso.

– Orientadora… yo ehh… -trató de concentrarse para recordar del todo lo que había pasado, de pronto vino a su mente como un balde de agua helada- ¡Heather!

Corrió hacia el pasillo por donde había visto que se llevaban a su amiga y le preguntó a la primera enfermera con la que se cruzó;

– Heather, mi amiga, anoche yo, una crisis, la traje, la llevaron, me dormí, no sé dónde… -balbuceó Amber-.

– Calma, calma jovencita ¿a quién buscas? -dijo la enfermera-.

– Heather, anoche vinimos de emergencia -trató de explicarse-.

– ¿Por qué vinieron?

– Ella tiene, es decir, tuvo una crisis por leucemia…

– Ya sé a quién te refieres… ¿Eres familiar de la paciente?

– Yo… la traje anoche por favor déjeme verla ¿está bien?

– Está estable pero no puedes… no debería pero te doy 15 minutos, habitación 8 -dijo ante la mirada desesperada de Amber-.

Corrió y entró en la habitación, Heather estaba dormida, con varios aparatos conectados a ella, oxígeno, presión y pulsaciones, suero. Sintió alivio por un momento y se escuchó un agudo y lejano «¿estás allí?» y confirmó al ver su teléfono en la mano que no había concluido su conversación con la orientadora.

– ¿Hola?

– ¿Dónde estás Amber? estoy preocupada.

– Estoy en el hospital con una amiga que anoche tuvo una emergencia.

– ¿Una amiga? -dijo extrañada- ¿Está bien?

– Heather… acabo de verla y está estable.

– Lo lamento mucho… ¿quieres que hablemos después?

– Sí, yo le aviso.

Amber colgó y se acercó a Heather, vio que estaba despertando.

– Te dije que no llamaras a una ambulancia -alcanzó a decir con dificultad-.

– Ja,ja,ja pues no lo hice, te traje yo misma hasta acá ¿Cómo te sientes?

– Mejor…

-Buenos días, señoritas -dijo el doctor entrando en la habitación-.

– Hola doc -dijo Heather-.

– ¿Cómo está ella doctor? -preguntó preocupada Amber-.

– Acompañada esta vez señorita Heather… me parece bueno, a ver si así por lo menos alguien escucha lo que digo.

– ¡Pero doc! -protestó Heather-.

– Nada de peros Heath, ya lo habíamos conversado, tienes que descansar, no debes esforzarte tanto, sientes cansancio, debilidad, mareos, estás anémica… estoy seguro de que sigues llevando las cosas como siempre, necesito que por favor sigas la dieta y el reposo que te receté hace ya un tiempo.

– Pero no quiero hacer nada mientras solo espero que se acabe -dijo Heather con voz melancólica-.

– No es que te quedes acostada sin hacer nada, se trata de que te cuides lo más que puedas y reducir al máximo estas crisis. Mira, voy a ser honesto contigo, la fiebre, los sudores nocturnos y los escalofríos, todo lo que sentiste anoche, va a repetirse, no sé cuántas veces, ni cuando, eso depende en parte de ti ¿Cómo vas con la comida? -preguntó mientras palpaba con sus manos heladas a Heather en el cuello y las axilas-.

– Me lleno muy rápido.

– Lo sé y ya lo hablamos, porciones pequeñas y varias veces al día, ya sabes que algunos órganos se están expandiendo. Se te hincharon los ganglios de nuevo.

Hubo un silencio mientras el doctor colocaba el estetoscopio en el pecho de Heather, lo devolvió a su lugar y dijo;

– Ya sé que no te gusta la idea, pero si yo lo decido, te trasladarían a una habitación aquí los próximos…

– Dos meses -completó Heather-.

– Pasa tan rápido… y no quiero tener que hacerlo porque tú ya tienes tu ideal de cómo va a ser, pero necesito que me digas que vas a cuidarte más.

– Está bien, doc.

– Eso fue lo que dijiste la vez pasada… convénceme de que cumplirás tu palabra.

– Si me permite… podría cuidarla -dijo Amber tímidamente-.

– ¡Excelente idea! podrías mudarte con ella y ver que cumpla lo que te voy a imprimir en un momento ¿Qué te parece Heather?

– ¿Estás segura? va a ser una molestia -dijo apenada Heather-.

– Oh vamos, te trajo cargada en su espalda en la madrugada, ¿crees que le va a molestar ver que comas bien y no te esfuerces de más? -preguntó el doctor-

– ¿Tu hiciste qué?

– ¿Cómo lo sabe? -se sorprendió Amber-.

– Allá afuera estaba un señor, nos contó toda la historia y dijo que las esperaría para llevarlas de nuevo a casa.

– ¿Quién es? -preguntó Heather-.

– Es el taxista que nos encontró y nos trajo -respondió Amber con un nudo en el pecho-.

Heather se incorporó un poco y vio las rodillas de Amber, con el pantalón rasgado y sangre seca, raspones en sus brazos y un encorvamiento por un obvio dolor en la columna. No pudo evitar sentir admiración y agradecimiento con el gesto de su amiga. Extendió sus brazos para abrazarla y Amber se acercó.

– Estas son las recomendaciones que debe seguir -interrumpió el doctor extendiéndole una hoja de papel caliente por la recién impresión-

– Gracias doctor -dijo Amber-.

– Ahora por favor, atiende las visitas mientras determino cuándo dar el alta.

Amber se dirigió de nuevo al lugar donde había pasado la noche, notó que no había reparado en el olor a hospital y el frío sintético sino hasta ese momento. Se sentía muy orgullosa, era primera vez en su vida que había realizado una labor tan abnegada, también, era primera vez que sentía afecto y apego hacia una persona de tal forma que se sentía impulsada a hacer cualquier cosa para su bien. Recordó las numerosas tardes de lectura donde habían compartido sus ideas, sus pensamientos, opiniones y secretos. Y pensó «así es como se construye una amistad, por fin puedo sentirlo».

Llegó a la sala de espera y su mirada se encontró con la del señor taxista, que tenía en sus manos una bolsa de papel con un desayuno y un café para Amber.

– Un gusto verla, señorita -dijo el señor-.

– El gusto es mío señor…

– Etan, para servir, aquí está tu desayuno -dijo el taxista-.

– Muchísimas gracias, no tenía por qué, y por cierto, soy Amber -se presentó mientras recibía el paquete con su desayuno-.

Conversó un largo rato con él hasta que llegó Steven tomado de la mano con Shana.

– Me alegra que estén aquí, Steven, Shana.

– A mí me alegra que Heather, haya encontrado una amiga que la ayude como tú lo haces -expresó Shana-.

– También me alegra que tú lo hicieras -dijo Amber mientras veía las manos entrelazadas de Steven y Shana-.

– ¿Cómo está ella? -preguntó Etan-.

– Estable, ahorita conversamos con el doctor y él está decidiendo si darle el alta.

– En todo caso, me quedaré por si necesitan que las lleve.

– Muchas gracias señor Etan, ha sido muy amable y generoso.

– Es lo menos que puedo hacer, sabes, me recuerda a una anécdota con mi mejor amigo. Para resumirles, estábamos en la segunda guerra y nos estaban atacando, muchos soldados caían a nuestro alrededor y me hirieron en la rodilla, yo también caí, pero mi amigo no me dejó allí, el arriesgó su vida, volvió y me cargó en su espalda, tal como hiciste tú con tu amiga, caminó seis horas hasta llegar a la base de heridos y me dejó allí, a salvo.

– Que impresionante historia -dijo Amber maravillada-.

– Nosotros teníamos planeado salir, así que avísanos si le dan el alta y pasamos por casa de Heather o si volvemos acá -dijo Steven-.

– No hay problema, chicos, yo me quedaré conversando con el señor Etan mientras -se despidió Amber-.

XIII

Kyoto Garden lucía maravilloso en ese día soleado, el diseño con plantas estilo japonés, el sonido del agua de los arreglos de fuentes golpeando las rocas y los pavos reales que se paseaban por sus dominios como si de miembros de la realeza se tratara, el sitio simplemente lucía mágico.

– No recuerdo la última vez que vine aquí -dijo Shana-.

– Está hermoso ¿eh? -comentó Steven-.

Pasearon lentamente por el sendero marcado, saboreando cada pintoresco lugar, culturalmente distinto a lo que estaban acostumbrados. Shana se detuvo frente a un lago estilo jardín zen.

– Llevamos poco más de un mes conociéndonos y sería una estupidez decir que estamos enamorados, pero eres justo la persona que quiero para ello -confesó Shana, a manera de liberación emocional-.

Steven la miró a los ojos, tomó su mano y dijo;

– Te preparé algo especial.

– ¿De veras?

– Cierra los ojos y sígueme.

La guio llevándola de la mano, caminaron un poco, lentamente, hasta llegar a una estructura parecida a un castillo en ladrillo con arcos y columnas blancas con plantas ornamentales colgando en las columnas.

– Puedes abrirlos -susurró Steven en la nuca de Shana-.

Erizada, abrió los ojos y en el sitio que parecía salido de un libro protagonizaba un hermoso piano de cola, en madera fina pigmentada en negro y barnizada. Se acercó lentamente, como si se tratara de una criatura mítica y cuando miró las teclas, estaban invertidas, las que deberían ser blancas, eran color negro y viceversa. Estaba admirada por el magnífico instrumento.

– ¿Recuerdas que te dije la primera vez que salimos que tenía un amigo con un piano? -preguntó Steven-.

– Ahora sí…

– Es un amigo de mis padres que trabaja aquí… ¿Sabes alguna canción? -preguntó Steven señalando el banquillo-.

Shana se sentó y comenzó a tocar trozos de melodías que recordaba y Steven hizo dueto con ella siguiendo sus recuerdos de canciones.

– Toca algo para mí por favor -pidió Shana mientras se levantaba del banco que compartía con Steven-.

Entonces Steven comenzó a tocar en broma » a thousand miles».

– ¿Cómo lo supiste? me fascina esta canción -dijo Shana siguiendo el juego-.

Rieron los dos por un largo rato y cuando las risas comenzaron a apagarse Steven intervino;

– Ya en serio hay una canción que me hace pensar en ti y me gustaría que la escucharas.

– Soy todo ojos y oídos -declaró Shana recostando la cadera un poco a la cola del piano-.

Steven recorrió con sus ojos a Shana, tenía un look al estilo la la land, unos zapatos deportivos blancos con detalles negros, un vestido coral de cuello y una chaqueta de jean, el cabello dorado semirecogido cayendo sobre su cuello, sus labios rosa y esa mirada cálida a la expectativa de lo que iba a pasar, respiró hondo y comenzó a tocar una versión en piano de «i wanna be your slave». Fue una interpretación maravillosa, impecable, sublime, Steven había practicado lo suficiente como para tocar los acordes y varias notas en el momento correcto de manera fluida. No cantó la letra, pero no era necesario, Shana conocía de memoria lo que decía la canción y en su mente se reproducían las palabras que acompañaban la melodía.

Cuando Steven terminó la canción en seguida dirigió su mirada hacia su espectadora para buscar un veredicto. Shana estaba anonadada, Steven se levantó y se acercó a ella, colocó su mano en la mejilla de Shana.

– Tu reloj suena muy alto -susurró ella, al no poder ignorar el tic toc que era más evidente de lo que debería-.

– Si… debería mandarlo a aceitar -dijo Steven un poco desconcertado ¿no quería un beso? pensó mientras daba un tímido paso hacia atrás-.

– No, por eso me gusta, puedes escuchar el tiempo pasar -concluyó Shana acercándose a Steven para fundir sus labios en los de él-.

– ¿Te gustaría cantar una canción mientras te acompaño con el piano? -preguntó Steven-.

– Por supuesto… ¿Qué te parece November rain? -propuso Shana-.

– Amo esa canción -dijo mientras comenzaba a tocar la introducción-.

Shana comenzó a cantar y Steven la acompañaba en ciertas partes de la canción.

When I look into your eyes
I can see a love restrained
But darling when I hold you
Don’t you know I feel the same?

Because nothing lasts forever
And we both know hearts can change
And it’s hard to hold a candle
In the cold November rain

We’ve been through this such a long long time
Just trying to kill the pain

But lovers always come and lovers always go
And no one’s really sure who’s letting go today
Walking away

If we could take the time
To lay it on the line
I could rest my head
Just knowing that you were mine
All mine
So if you want to love me
Then darling don’t refrain
Or I’ll just end up walking
In the cold November rain

Cuando te miro a los ojos,
puedo ver un amor contenido,
pero cariño cuando te tengo,
¿no sabes que siento lo mismo?

Porque nada dura para siempre
y los dos sabemos que el corazón puede cambiar.
Y es difícil sujetar una vela
bajo la fría lluvia de noviembre.

Hemos mantenido esto por un largo, largo tiempo,
tratando simplemente de matar el dolor.

Pero los amantes siempre vienen y van,
y nadie está realmente seguro de a quién está dejando
alejarse hoy.

Si pudiéramos tomarnos el tiempo para decir las cosas claramente,
podría descansar mi cabeza,
simplemente sabiendo que fuiste mía, toda mía.
Así que si quieres amarme,
entonces cariño no te contengas,
o simplemente terminaré caminando bajo la fría lluvia de noviembre.

Do you need some time on your own?
Do you need some time all alone?
Everybody needs some time on their own.

Don’t you know you need some time all alone?

I know it’s hard to keep an open heart
When even friends seem out to harm you
But if you could heal a broken heart
Wouldn’t time be out to charm you?

Sometimes I need some time on my own
Sometimes I need some time all alone
Everybody needs some time on their own
Don’t you know you need some time all alone?

And when your fears subside
And shadows still remain
I know that you can love me
When there’s no one left to blame
So never mind the darkness
We still can find a way
Because nothing lasts forever
Even cold November rain

¿Necesitas tiempo para ti misma?
¿Necesitas tiempo a solas?
Todo el mundo necesita algo de tiempo para sí mismo.
¿No sabes que necesitas algo de tiempo sola?

Sé que es difícil mantener un corazón abierto,
cuando hasta los amigos parecen estar para herirte.
Pero si pudieras hacer cicatrizar un corazón roto
¿No quedaría tiempo para cautivarte?

A veces necesito tiempo para mí,
a veces necesito tiempo solo.
Todo el mundo necesita algo de tiempo para sí mismo.
¿No sabes que necesitas algo de tiempo sola?

Y cuando tus miedos amainan
y quedan todavía las sombras,
sé que puedes amarme.
Cuando no hay nadie más a quien culpar,
y no te preocupas de la oscuridad,
aún podemos encontrar un camino.
Porque nada dura para siempre,
ni siquiera la fría lluvia de septiembre.

Don’t you think that you need somebody?
Don’t you think that you need someone?
Everybody needs somebody
You’re not the only one
You’re not the only one

¿No crees que necesites a alguien?
¿No crees que necesites a alguien?
Todo el mundo necesita a alguien,
tú no eres la única,
tú no eres la única.

Terminaron su versión de November rain y se miraron con sorpresa, había sido una excelente interpretación, hacían un excelente dueto.

– Eso estuvo… -dijo Shana buscando una palabra adecuada para calificarlo-.

– No tengo palabras -quedó boquiabierto Steven-.

– Y quedó perfecta, ya casi es noviembre.

– Así es… Shana ¿no has pensado retomar tu sueño de cantar?

– A menudo fantaseo con eso… pero no sé si estoy lista.

– ¡Claro que lo estás! además ¿tú no eres del pensamiento de no darle tantas vueltas sino hacerlo?

– Odio cuando usas mis argumentos en mi contra -rió Shana-. Pero si lo estaba pensando, sabes que todos los años en Noviembre en el grupo de apoyo hacen como una cena de celebración de aniversario, muy elegante y permiten a los pacientes que deseen cantar o tocar algún instrumento.

– ¡Es perfecto! me encantaría que lo hicieras.

– A mí me encantaría que me acompañaras.

– ¿En serio? que nervios nunca he ido a un evento así, ¡es el mes que viene!

– Entonces está arreglado, iras conmigo.

XIV

– Bienvenidos distinguidos doctores, ya que estamos todos, podemos comenzar la reunión.

– Disculpe doctor Jones, la doctora García no está presente.

– Gracias por su observación doctor Smith, la doctora García se retiró del proyecto hace algún tiempo alegando que no se sentía identificada con la metodología y las ideologías del proyecto. Ahora, sin más interrupciones, podemos concentrarnos a lo que nos atañe. Hemos tenido excelentes avances con la investigación estas últimas semanas. Doctora Jackson, por favor comience reportándonos los resultados relevantes de su campo de estudio.

– Gracias, doctor Jones, será un placer. Desde que nuestra observación se ha optimizado, se ha podido determinar que: Primero, los sujetos han desarrollado una amistad, dejando a un lado sus principios y diferencias de opinión y actuando desde la empatía. Segundo, los sujetos han cedido en cuanto a sus ideales y creencias, doblegándose ante la nueva influencia. Por último se ha determinado que la condescendencia constituye en un 80% la base de una interacción productiva con un individuo con patología de algún tipo y es el motor de impulso para acciones abnegadas, de hecho, durante la observación de los sujetos, estuvieron un 70% más dispuestos a realizar sacrificios durante situaciones de riesgo o de compromiso emocional.

– Estupendo psicoanálisis, continúe por favor, doctor Lee -dijo el doctor Jones-.

– Gracias, como representante del equipo de estudio de las relaciones interpersonales, debo decir que gracias a este proyecto se han logrado cuantificar varias teorías, para empezar, determinamos que una situación de adrenalina, riesgo o posible pérdida no solo acerca a los individuos sino que puede desembocar en perspectivas previamente no consideradas, por ejemplo, las opiniones negativas disminuyen un 50% y se sustituye por admiración el 85% de las veces.

– Impresionante descubrimiento, gracias por compartirnos los números. Doctor Smith por favor, reporte sus resultados.

– Con gusto, con ayuda de mi equipo se llegó a la conclusión de que en múltiples ocasiones el pensamiento lógico se ve desplazado por emociones o sentimientos antes mencionados por ustedes, y una vez que el pensamiento lógico no es considerado, se presentan nuevas posibilidades en la interacción, resultados que, con la presencia de dicho pensamiento jamás se hubiesen producido. Por ejemplo, la filosofía del sujeto C sobre llevar a cabo sus pensamientos o deseos sin considerarlos y como eso llevó al sujeto B también hacer a un lado su pensamiento lógico para dar como resultado una interacción amorosa. Lo que complementa el segundo aporte comentado por la doctora Jackson sobre el doblegamiento de principios.

– Brillante, este proyecto está obteniendo excelentes resultados y los aportes que supone para nuestra comprensión del comportamiento. Esta reunión es muy distinta a la que celebramos hace ya mes y medio y los reportes desde entonces han sido amplios. A propósito, acabo de recordar una propuesta interesante del doctor Smith en aquella reunión, era sobre un sujeto con el que quizá podamos interactuar.

– Así es doctor, me tomé la libertad de amplificar su perfil para compartirlo en esta reunión.

Los doctores tomaron cada uno una copia de 5 páginas sobre el sujeto y después de leerla minuciosamente, el doctor Jones dijo;

– Me parece una oportunidad de oro, pero hay que redactar y planificar la cantidad de información a proporcionar y cómo extraer la mayor cantidad posible de resultados.

– Debemos escoger con cuidado las palabras de tal manera que no cerremos puertas y convenzamos al sujeto de compartir información sin que se considere infiel al resto de los sujetos -señaló la doctora Jackson-.

– Concuerdo con usted y dado que nuestra especialidad es el psicoanálisis sé que no será mayor reto -respondió el doctor Lee-.

– Entonces está aprobado -dijo el doctor Jones- estos riesgos valen la pena ante la gran cantidad de resultados que está produciendo este proyecto, esta moción la discutiremos la próxima semana. Y siguiendo ese mismo hilo, me gustaría solicitarle a nuestro administrador de datos que por favor continúe informándonos sobre la actividad reflejada en los dispositivos móviles de los sujetos para optimizar el monitoreo de nuestros observadores.

– Así será doctor Jones -dijo el doctor Smith-.

~•~

– Gracias por quedarte conmigo y cuidarme.

– No hay de qué Heather, me alegra que te sientas mejor.

– Nunca me había quedado tanto tiempo con una amiga, es decir viviendo juntas.

– Ni yo, siempre que he compartido piso ha sido con personas que no me agradan -dijo con ironía Amber-.

– Han sido dos semanas maravillosas.

– Así es, y no pienso ir a ningún lado… Yo pensaría que te habías quedado con Shana más de una vez -cuestionó Amber-.

– Bueno la verdad es que dos pacientes cuidándose no es la mejor idea, además los padres de Shana no les gusta que pase la noche fuera porque sienten que le puede pasar algo malo.

– Pero ella está fuera de peligro ¿no?

– Claro, pero esos son traumas que quedan después de tanto tiempo.

– Entiendo… -dijo pensativa Amber- Siento que te debo las gracias y una disculpa.

– ¿Por qué?

– Pues… quisiera darte las gracias por agregarle sentido a mi vida, mirar a través de otros planos más allá de mi enfoque hacia lo miserable que puedo ser, porque no sabes lo cómodo y a gusto que se siente regodearse en la miseria propia. Y por supuesto, disculparme por mi actitud al principio, las cosas hirientes que dije y bueno…

– Amber, tus acciones han demostrado que no eres quien parecías ser, todos tenemos derecho a aprender, cambiar, crecer y me parece una injusticia que alguien sea juzgado por las acciones de una versión que ya no eres.

– Lo sé, pero me cuesta perdonarme por el daño que he estado haciendo a las personas a mi alrededor, como si fuese un puercoespín… Las cosas que te dije sobre por qué hablaba contigo…

– Deja de culparte… Yo estoy trabajando para aceptar lo que pasará y voy pasar el tiempo que me quede disfrutándolo con las personas que quiero.

– ¿Y tu hermano vendrá pronto?

– No lo sé… parece estar muy ocupado con los exámenes finales y las pasantías, quizá tenga que ir yo para allá.

– ¿Y qué está estudiando él? -inquirió Amber-.

– Algo como antropología creo…

– Wow…

La tarde estaba cayendo y el ambiente se sentía cada vez más melancólico, el otoño estaba en pleno apogeo, una brisa fría paseó sobre sus mejillas enrojeciéndolas. Heather había terminado otro libro y conversaba en su sillón a la entrada de su casa con Amber en frente, balanceándose en un columpio.

– Heather… yo… no quiero que te vayas… -dijo Amber con un nudo en la garganta y unas lágrimas a punto de dispararse-.

– ¡Hola! ¡Pero que buen semblante tienes! -interrumpió Shana antes de que Heather pudiera preguntar a qué se refería exactamente-.

– Si, me siento mucho mejor, Amber me ha cuidado muy bien.

– Me alegra que estés bien -dijo Steven mientras se sentaba en una de las sillas de jardín-.

– Te trajimos tus favoritas – Shana le extendió una bolsa de gomitas en forma de dinosaurio a Heather-.

– ¡¡Gracias!! -dijo mientras tomaba el paquete y después de asegurarse que los químicos y sabores artificiales fuesen casi nulos, la abrió como un niño deseoso de golosinas, detallaba la forma y el tipo de dinosaurio antes de comérselo por partes-.

– Por cierto Amber, la orientadora pregunta mucho por ti, dice que has faltado varias veces y no contestas las llamadas, no estás en tu casa… pero yo le dije que estabas cuidando a Heather y se alegró mucho, así que no creo que se moleste o te coloque un castigo.

– Gracias Stev, eso espero… mi amistad con Heather me ha mejorado más en unos meses que los 7 años de terapia

– ¿7 años de terapia? -cuestionó Shana, muy asombrada-.

– Si… -dijo avergonzada Amber mientras Steven bajaba la cabeza-.

– Disculpa mi imprudencia pero… no me puedo imaginar lo difícil que ha sido para ustedes que han necesitado tanto tiempo.

– Shana… cuando estás deprimido, no le dices a nadie que estás deprimido. Y eso es muy parecido a un cáncer que te absorbe y te daña por dentro, tu mente, tu vida y la cura es lenta y dolorosa, porque lo peor es que depende de ti, a la vez que no tienes fuerzas para nada, todo el mundo está allí para recordarte que el peso está en tus hombros, no en una medicina que puedes tomar o inyectar, que si no mejoras es porque eres negligente contigo mismo, porque no quieres mejorar, te gusta llamar la atención o estar así. Pero cuando estas en una crisis, cuando es tu propia voz interior la que te dice «ríndete, así es más fácil» «no le importas a nadie» «no vales nada» «eres basura» «no mereces existir», no tienes a nadie para apoyarte. Cuando las personas que se suponen que deben ayudarte te dan la espalda, te consideran una carga, no recuerdan tu nombre y no tienes una razón por más que busques para motivarte, entonces sí, puede llevarte varios años de terapia y eso no está mal, no hay porque sentir vergüenza.

El ambiente se tensó un poco, pero al mismo tiempo la admiración por la perspectiva de Amber y la valentía que implicaba también se manifestaba. Steven aprovechó para hacer un anuncio:

– A propósito de eso, les quería comentar algo importante. Esta semana me despido del grupo de apoyo.

– Wow Steven ¡te felicito! esto es muy importante, estoy tan orgullosa de ti -dijo Amber sinceramente aunque hace algún tiempo ella no había sido muy crédula de la metodología de la rehabilitación-.

– ¿Y qué hacen allí? es decir ¿es una especie de graduación o despedida, podemos ir? -dijo Shana un poco irritada por el previo discurso de Amber más su cercana felicitación a Steven-.

– En realidad es como un compartir, es un día de terapia de apoyo normal solo que al final todos te abrazan, dicen cosas bonitas de ti, te hacen preguntas sobre cómo lo lograste, quizá te obsequian un par de cosas, pero si quieren, en la tarde podríamos ir a Regent’s park.

– Me encantaría en realidad, ya es momento de que salga -suspiró aliviada Heather-.

– Pero con moderación, recuerda lo que dijo el doctor -recordó Amber-.

– Tranquila, lo sé… por cierto ¿el señor Etan no venía?

– Hoy trabaja, recuerda, es mañana.

– Cierto, lo olvidé…-dijo Heather- otra cosa que olvidé, Shana, no me terminaste de platicar tus planes para el evento de aniversario.

– Oh, también lo había olvidado, Steven y yo estábamos pensando, tiene que ser una canción que inspire esperanza, empatía y a la vez motivación, él va a tocar los instrumentos y yo cantaré.

– ¡Qué bien! ¿Ya pensaron en alguna canción? -inquirió Heather-.

– Creemos que fix you de coldplay será una buena elección -comentó Steven-.

– Me agrada -opinó Amber-.

XV

– Amber, me alegra mucho de asistas constantemente de nuevo con nosotros y que tu amiga esté mejor.

– Gracias orientadora, la verdad los extrañaba.

– Impresionante, jamás pensé escuchar esas palabras de tu boca -no pudo evitar decir la orientadora, mientras los demás reían y Amber se apenaba, continuó hablando- Bueno, así concluye esta sesión chicos, no olviden sus sesiones personalizadas, cualquier cambio avísenme con tiempo.

– Emmm, disculpe… -levantó la mano tímidamente Steven-.

– Oh, Steven, disculpa, en un momento vamos a conversar ¿te parece? Amber, tu primero, acompáñame a mi oficina.

– De acuerdo.

– Bien, cariño ¿Cómo te sientes? cuéntame.

– Muy bien en realidad.

– Me alegra mucho que tengas una nueva amiga y todo lo grandioso que ha significado esa amistad en ti, los cambios que has hecho, has progresado muchísimo estos últimos meses.

– Si, jamás se me hubiese ocurrido que esa actividad voluntaria al azar que usted propuso cambiaría tanto mi vida.

– Si… claro. Pero hay una cosa que me preocupa… sabes que tu amiga está enferma y existe la posibilidad pues, de que… bueno…

– Lo sé. No soy una niña.

– ¿Cómo te sientes con eso?

– ¿Cómo espera que me sienta? -comenzó a irritarse Amber-.

– Solo digo que siento que estás dando por sentado ese hecho, tratando de ignorarlo o acallarlo pensando que así dejará de existir. Pero, por el contrario, si comienzas a asimilarlo desde ahora, te será más fácil procesarlo en el futuro.

– Yo solo… -Amber comenzó a sentir como volvía ese nudo en forma de mano a removerla internamente desde su pecho subiendo hacia su clavícula, garganta y tratar de salir por su boca, nariz y ojos- quiero disfrutar de mi amistad sin temer a lo que pueda pasar -soltó, estallando irremediablemente en lágrimas-.

– Lo entiendo, sé cómo te sientes…

– NO -espetó Amber mientras limpiaba con ira las lágrimas de sus mejillas- usted no entiende, no diga que me comprende porque no es así. Usted no sabe lo frustrante que es, el hecho de que por fin cuando las cosas empiezan a salir bien, consigues razones para seguir y personas que te aman, te arrebaten todo injustamente, sin piedad, y no puedas hacer nada para cambiarlo.

– Amber yo… lo siento… lamento que te sientas así ¿Cómo puedo ayudarte?

– Metiéndose su psicología barata por donde le quepa -dijo hastiada Amber mientras se iba de la oficina de la orientadora-.

– Eso me pasa por enseñarles a irse de donde se sientan incómodos… -susurró la orientadora- Steven, por favor entra.

– Hola…

– Hola Steven, sé que esperabas que hoy fuese tu última sesión. Pero ya que tengo entendido que estableciste una relación, me gustaría tenerte un par de semanas más para asegurar tu estabilidad emocional.

– ¿Quién le dijo que establecí una relación?

– Pues… bueno, es obvio ¿no?

– ¿Usted me espía? ¿No tiene vida propia? -dijo Steven molestándose-.

– Oye, oye, no me hables en ese tono Stev, es mi trabajo preocuparme por sus interacciones, más si han sido propiciadas por el programa.

– Que montón de basura… ¿Por qué lo arruinan todo? tenemos una vida fuera de este «programa» y eso debe ser respetado. Yo solo quería terminar esto y tener una sensación de logro ¿es mucho pedir? Shana y yo no tenemos una relación establecida, solo nos gustamos.

– Calma Steven, nadie te está diciendo que fallaste, es primera vez en mucho tiempo, por lo que sé, que tienes algún interés romántico, solo quiero que todo esté bien, no tienes que venir a todas las sesiones si no quieres.

– Está bien… entiendo.

– Eres un buen chico, me contenta que seas feliz, verte tan entusiasmado. Ya puedes irte…

– Gracias.

– ¡Espera! casi lo olvido… les voy a enviar ya mismo a ti y a Amber una encuesta online sencilla para que la llenen y envíen cuando tengan tiempo, avisa a Amber por favor.

– Ok no hay problema.

~•~

– ¿Cómo te fue con la desorientada? -bromeó Amber con un juego de palabras, orientadora; desorientada-.

– Pues no entiendo… se suponía que hoy era mi última sesión, pero según ella hay que asegurar mi estabilidad emocional porque me gusta Shana.

– Como si pudieran controlar lo que uno siente, patético… Aunque por otro lado, yo también me preocuparía por tu estabilidad emocional sabiendo como es Shana, pero se supone que ella no la conoce así que no tiene razones.

– Oye, cuidado con lo que insinúas -advirtió Steven-.

– Vale, vale yo también estoy molesta de que se meta en lo que no le importa.

– Por cierto, envió un enlace a un cuestionario que tenemos que llenar.

Un taxi se detuvo frente a ellos, era Etan con Heather y Shana en el asiento de atrás.

– ¡Qué bueno que pudo venir señor Etan! -comentó Amber ocupando el asiento delantero-.

– No me lo perdería para nada, yo solía ir a ese parque con mi esposa y tengo mucho tiempo sin visitarlo -respondió el-.

– ¡Felicidades mi Stev! -dijo Shana ladeando su cabeza hacia el hombro de Steven- te traje un regalo.

Steven no se sentía precisamente de buen humor como para hablar del tema y lo irritaba tener que retractarse de sus logros, aun así, intentó expresarse calmadamente.

– Yo… en realidad no…

– Ya lo compré Stev no seas tímido, ten -le extendió una caja envuelta en papel de regalo-.

– Mmm gracias -comenzó a abrir dudoso la caja, rasgando el papel, para encontrarse con un hermoso suéter negro con el logo de la banda Nirvana, y se sorprendió mucho- ¡¡Me encanta!! Está preciosa ¡siempre había querido una!

– Me alegra que te guste, imagino que te regalaron muchas cosas.

– Después hablamos sobre eso, ya estamos llegando a Regent’s park.

Los cinco amigos bajaron del auto y se dirigieron a adquirir las entradas. Una vez adentro Etan comentó.

– Como olvidar cuando le propuse matrimonio a mi esposa aquí, justo en esa famosa fuente.

– Eso es muy romántico señor Etan -dijo Shana-.

– Así es jovencita, antes todo era más romántico, nos enviábamos cartas, dedicábamos poemas, teníamos que aprender a tocar guitarra o piano para dedicar las canciones, debíamos cortar las flores favoritas de nuestra amada para entregárselas, cortejar dando largos paseos caminando o a caballo y siempre a la vista de todos o con chaperones.

– ¡Como han cambiado las cosas! -se admiró Shana-.

Caminaron durante un largo tiempo en silencio, admirando el otoñal paisaje que adornaba el lugar en tonos naranja, amarillo, marrón y oliva, escuchando de vez en cuando algún esporádico y casual comentario del señor Etan sobre algún suceso o cambio de cierto lugar a través de los años. Pronto llegaron a un pintoresco pasillo de grama cuyo contorno eran árboles a ambos lados. Mientras pasaban a través del camino bordado por árboles, un árbol en particular fue sacudido en sus ramas por un revoloteo y todos fueron testigos de la estrepitosa caída de una pequeña ave.

El señor Etan se acercó lo más rápido que pudo y tomó al pajarito en sus manos, aún respiraba, todos se acercaron a mirar. Comenzó a acariciarlo y tratar de arreglar las plumas de las alas con el mayor cuidado posible. El corazón del pajarito estaba muy acelerado, pero no podía volar, estaba herido.

«Allá van volando las aves muertas,

Al valle donde la desolación es una caja de cristal.

Donde todas las álulas van a descansar,

Se sumen en un mar de silbidos…

Y los dolorosos ojos, comienzan a soñar.

Allá van volando cuando el viento sopla,

Y sus delicadas almas no lo pueden soportar.

La vida se escapa de sus ínfimos cuerpos…

Y se resume en una caída estruendosa

Que nadie quiere presenciar.

Solas caen las aves muertas

¿Y quién sabe a dónde van?«

Etan recitó el poema con la naturalidad de un recuerdo, mientras acariciaba al pajarito que sostenía con delicadeza. Los cuatro jóvenes sentían su sangre helarse al escuchar la corta pero lúgubre rima. Al notar la tensión de sus espectadores Etan dijo:

– Es un poema que escribí hace algún tiempo, verán, sostenía un pequeño pajarito como ahora, y de repente, llegó a mi mente una nueva comprensión, tenía una vida en mis manos… Es decir, la sensación de que es tan pequeño, frágil, delicado y puro y comienzas a pensar lo diminutos que deben ser sus huesos, órganos, lo rápido que puede terminar su vida, pero está ahí, en tus manos, respirando el 3% del oxígeno que tu respiras y te observa como si fueses una deidad superior. No puedes evitar sentirte profundamente conmovido por esa pequeñísima vida y al mismo tiempo pensar en la escala de la vida, de que en algún momento, tú eres el ave en las manos de alguien más.

Hubo un largo momento de meditación.

– Quisiera ser así de sabio -dijo Steven-.

– Que te puedo decir… solo no esperes a tener tantas arrugas -bromeó Etan mientras el pajarito escapaba de sus manos-.

Comenzaron a conversar y pasaron la tarde muy amenamente. Ya al caer el sol, iban camino a la salida cuando una señora alta, muy bien vestida como para estar en un parque y con lo que parecía una peluca se acercó a ellos.

– Hola chicos ¿podría conversar con ustedes unos minutos?

– No gracias, no hablamos con extraños -atajó Amber-.

– Amber, querida, es por su bien.

– ¿Cómo demonios sabes mi nombre?

– Sé mucho más de ustedes de lo que creen, pero no tengo mucho tiempo y les tengo que decir algo muy urgente.

– ¿Quién eres? -cuestionó Shana-.

– No les debo decir, pero espero que sean discretos, soy la doctora García, trabajaba para la asociación británica de psicología en un experimento social, donde ustedes son los sujetos de prueba.

– ¿Qué car…?-reaccionó Amber-.

– Si, sé que suena muy descabellado, pero me despidieron precisamente por estar en desacuerdo de las políticas de observación… básicamente los están espiando, no sé de qué maneras, probablemente alguien siguiéndolos, no sé si sus teléfonos… Y lo más probable es que hablen con alguno de ustedes para que informe a mis antiguos supervisores de los progresos.

– Eso es una locura -dijo horrorizado Steven-.

– Tienen que creerme por favor, es importante que…

-Señorita debe acompañarnos -interrumpieron unos vigilantes de seguridad del parque-.

– No me toquen… ¡Ellos deben trabajar para el experimento!

– Lamentamos los inconvenientes causados, ella es un paciente mental que frecuenta estas zonas y les dice cosas muy raras a los visitantes.

– Pero… Sabía mi nombre -dijo Amber-.

– Seguro lo escuchó mientras conversaban -dijo uno de los de seguridad mientras se llevaban a la doctora García-.

– Eso fue bastante raro -dijo Steven- ¿Verdad Shan? ¿Estás bien?

Heather y Shana se miraban confundidas, habían olvidado casi por completo lo del supuesto experimento, se lo habían pasado tan bien con Steven y Amber que no tomaron en serio lo que alguna vez leyeron.

– Yo… -balbuceó Shana-.

– Es cierto… Lo del experimento -dijo Heather-.

– ¿Pero qué? -gritó impactado Steven-.

– ¿Ustedes lo sabían? -cuestionó asqueada Amber-.

– Yo… Una vez leí sin permiso una correspondencia que hablaba de eso… -se apenó Shana-.

– ¿O sea que ustedes son las que les reportan todo lo que pasa a esos desquiciados? -dijo irritado Steven-.

– ¡Claro que no! -se excusó Heather-.

– Ya oíste lo que dijo esa señora, hay algún espía y ustedes nos utilizaron -recriminó Amber-.

– En serio, no tuvimos nada que ver, no le tomamos importancia -se justificó Shana-.

– ¿No le tomaste importancia? ¿Entonces solo jugabas conmigo? -la encaró Steven-.

– No te atrevas a insinuar eso… Yo me he esforzado mucho por hacerte sentir que te tomo en serio.

– No me vengas a hablar de esfuerzo Shana, cuando yo he esperado siete años para abrirme y cuando por fin lo hago ¿resulta que es un experimento? ¿Esto es una broma? Me acaban de retrasar mi despedida por estar contigo.

– Steven pero yo, no lo sabía… Heather por favor ayúdame a explicarles, lo que decía la carta no era tan serio…

– Bueno… Realmente yo no la leí, Shana… Tu solo dijiste que iban a hacer algo como un monitoreo de nuestra interacción, pero pensé que solo sería en el centro de rehabilitación.

Shana se sentía traicionada por su amiga y sola ante una enorme bola de problemas, así que salió corriendo.

– Vengan chicos, Etan debe estar esperándonos en el auto -masculló Amber-.

Steven, con un hoyo en el pecho, fue arrastrando su cuerpo hacia la salida, sin querer procesar todo lo que había pasado tan rápido.

XVI

– De nuevo tienes fiebre, Heath.

– La verdad es que me he sentido fatal estas semanas.

– Lo sé, te entiendo, desde ese día, todo ha sido una locura.

– Me sorprende que quieras hablar de eso, has estado muy callada desde entonces, Amber. Pero te quiero agradecer por no dejarme, aunque no debe ser fácil para ti, si quieres hablar aquí estoy para apoyarte.

– Es que… ¿Cómo te puedo explicar? ¿Qué se supone que debería sentir cuando te das cuenta de que todo lo que empieza a salir bien en tu vida, es irreal? solo un experimento -Amber lucía algo perturbada, casi como si se hubiese quebrado-.

– No todo es irreal, no tiene que ser así, nuestra amistad es muy real y yo he pensado mucho en esto y quizá pueda ser bueno ¿por qué no querer ayudar a otros a mejorar sus vidas? ¿Por qué no querer que existan más amistades como la nuestra? ¿De verdad es tan malo que nos usen para buscar aportes significativos en la interacción? ¿ha salido todo tan mal en realidad? porque antes de conocerlos yo pensaba que iba a ser el peor choque, que serían unos emos con los que me costaría interactuar… pero no ha pasado nada de eso, al principio todos teníamos nuestros prejuicios pero mira todo lo que hemos logrado. Me has dado las mejores últimas semanas de vida, los mejores recuerdos han sido contigo, tú has descubierto muchas cosas de ti misma que no sabías y no habías experimentado antes, y sé que cuando yo no esté, podrás conseguir más amistades y probarte a ti misma que puedes ser feliz. Entonces ¿en verdad es tan malo?

– Bueno no lo había pensado así, aunque preferiría haberlo sabido, se podría decir que si ha mejorado mi vida, pero… ¿Qué voy a hacer? no creo poder ser tan fuerte -dijo Amber mientras una lágrima se escapaba rápidamente y caía en su mejilla-.

– Yo siempre voy a estar contigo -respondió Heather mientras sus ojos también se nublaban-.

De pronto el teléfono de Amber vibró y la pantalla se iluminó con un mensaje de la orientadora que recordaba que debía completar la encuesta, a lo que Amber se fastidió y al querer eliminar el mensaje, se abrió el enlace a la encuesta. En el encabezado de la página web se encontraba una especie de logotipo o escudo emblemático. Amber comenzó a desesperarse por salir de esa página pero su teléfono colapsó y se congeló la pantalla. Heather no pudo evitar notar que algo hostigaba a su amiga, pero cuando vio el logo en la pantalla del teléfono quedó petrificada.

– ¿Qué es eso? -preguntó Heather-.

– Es una estúpida encuesta que me envió la orientadora, seguro que tiene que ver con el experimento… -dijo, queriendo sonar molesta-.

– Ese logo… lo he visto… ¿Dónde lo he visto? -comenzó a buscar en la galería de su teléfono, hasta que encontró una foto en particular y se detuvo impactada-.

– ¿Quién es…? -titubeó confundida Amber-.

– Es la carta de aceptación de pasantías de mi hermano… -dijo con un hilo de aliento-.

– Pero qué… ¿tu hermano trabaja para estos…? -Amber temía lo peor ¿Qué tal si Heather era la soplona? no podría ser… se acababa de sorprender tanto como ella al descubrir lo de su hermano… ¿estaba fingiendo? no debería dudar de su amiga… De pronto comenzó a sentir que su vista se desenfocaba, su alrededor tenía otro ángulo, casi como una experiencia extracorpórea, sus pulsaciones se aceleraron y sentía un sudor frío. «Un ataque de ansiedad» determinó en su mente ¿justo ahora? tenía algún tiempo sin experimentar uno, desde que… comenzó a conocer a Heather y ahora que todo se desestabilizaba ¿Qué iba a hacer? ¿Cuáles eran los pasos a seguir cuando tienes un ataque de ansiedad? no podía recordarlo, le faltaba el aire. Se sentó en la cama al lado de Heather-.

– ¿Amber? ¿Estás bien? -se preocupó Heather-.

– Solo debo sentarme… contar o pensar en otra cosa… esto sucede por el estrés… debo respirar correctamente… uno… dos… tres… cuatro… -balbuceó casi como un mantra para sus adentros-.

– Sé por lo que estás pasando, también tengo muchos ataques de ansiedad -la abrazó con cuidado y acomodó una almohada para su amiga, comenzaron a ver el techo y a respirar lentamente-.

– Me preocupa Shana -dijo después de calmarse Amber-.

– A mí también me preocupa, no contesta mis mensajes, ya han pasado varias semanas…

– Debería marcarle a Steven -mencionó Amber mientras buscaba su número entre sus contactos-.

– ¿Hola?

– Hola Steven, somos Amber y Heather ¿Cómo estás?

– Bien… aquí… -dijo ocultando su profunda tristeza.

– ¿Qué has sabido de Shana?

– ¿Por qué me preguntas eso? ¿No está con ustedes?

– Claro que no, nosotras no la vemos desde aquel día.

– ¿Pero qué…?

– ¿Tú no has hablado con ella?

– La llamo todos los días y le escribo mensajes pero no contesta.

– ¿Por qué pensaste que estaría con nosotras?

– Porque unos días después de nuestra discusión ella colocó una foto con Heather y en el pie de foto decía «de viaje».

– ¿Y no nos preguntaste? nosotras pensábamos que habían arreglado las cosas y no querían nada con nosotras.

– Estaba muy avergonzado por lo que pasó, no debí reaccionar así, pero ahora estoy muy preocupado.

– Y nosotras… pero tengo el número de sus padres, no cuelgues mientras les marco -intervino Heather-.

Inició la llamada con los padres de Shana, pero no salía la llamada, era como si tuviesen bloqueado el número de Heather, intentaron de nuevo… nada.

– Si quieres cuando terminemos la llamada intentamos desde mi teléfono -trató de ser consoladora Amber-.

– Bueno…

– ¿Tienes la foto que ella colocó?

– Si claro, ya te la envío -dijo Steven mientras enviaba la foto-.

– Esa es una foto vieja de cuando viajamos para celebrar que Shana estaba fuera de peligro y la pusieron en lista de espera para un trasplante de páncreas, solo que es complicado porque debe estar acompañado de un trasplante de riñón.

– ¿Será que ya le llegó el trasplante?

– Puede ser…

– Me siento tan mal por no estar con ella…

– El evento de aniversario es la próxima semana, debemos ir por si acaso ella está allí, no se lo perdería por nada, si no, aunque sea sus padres van por un momento, siempre ha sido así.

– Podríamos ir a ver… seguiré escribiéndole y llamando de todas maneras.

XVII

Entraron al evento con una misión en mente, Steven muy nervioso, no dejaba de pensar en lo molesta y herida que Shana debía estar por su culpa, quizás conocería a los padres de ella ¿sabrían lo que pasó? ¿Qué le podía decir para que sus disculpas llegaran a su corazón y lo pudiese perdonar? estaba transpirando bajo ese elegante smoking gris mientras miraba a todas partes buscando a Shana. Heather por su parte, tenía un mal presentimiento, conocía a Shana, ella no era de desaparecer sin sentido, las veces que discutían no tardaban en reconciliarse, con más razón si ambas sabían lo del experimento, además había ido a visitarla y la casa parecía estar vacía. La única opción viable parecía ser este evento, las caras de desorientación no parecían coincidir con sus vestidos elegantes, en el caso de Heather verde claro, casi azul con detalles en oliva de chiffon y corte V. Amber parecía obligada a estar allí, pero la realidad es que la abrumaba estar en eventos sociales, no podía disfrutarlos y menos si estaba buscando a una amiga desaparecida con su otra amiga con la que no le quedaba mucho tiempo, solo quería que todo volviese a como era antes. Su vestido ajustado al cuerpo color vinotinto recalcaba el hecho de que era un poco mayor que sus dos compañeros.

– ¿La han visto? ¿O a sus padres? -preguntó Steven-.

– No… No los he encontrado -dijo Heather que venía de dar una vuelta por el lugar-.

– ¿Y ahora qué? ¿Nos vamos? yo no puedo estar aquí fingiendo que me la paso bien mientras Shana está perdida… ¿será que llamamos a emergencias? -comenzó a entrar en pánico Steven-.

– Hay que calmarnos, podrían llegar en cualquier momento -trató de tranquilizarlo Amber-.

– Aquí viene la enfermera, voy a preguntarle… Hola ¿Cómo está? -entabló una conversación Heather-

La enfermera luego de tratar de recordar quiénes eran los chicos que acompañaban a Heather respondió;

– Muy bien Heather, gracias por preguntar ¿y ustedes?

– Bien, bueno, la verdad un poco preocupados porque tenemos algún tiempo sin saber de Shana ¿usted la ha visto? -trató de disimular Heather-.

– ¿Shana? ¡Pero si es tu amiga! me sorprende mucho que no sepas…

– ¿Qué cosa? ¿Está bien?

– Pues no lo escuchaste de mí, pero lo último que supe fue que su madre llamó diciendo que cambiaron a un seguro mejor y podrían pagar un centro de rehabilitación que se adaptara más a su nuevo tratamiento después del trasplante, además, este centro es para jóvenes con cáncer terminal, ella ya no entra en esa descripción…

– ¡Lo sabía! logró hacerse el trasplante y por eso no ha podido comunicarse con nosotros, que buenas noticias… ¿usted cree que venga hoy? -dijo Heather con el pecho latiendo de tranquilidad-.

– Lo más probable es que así sea porque ayer le llamamos preguntando para confirmar su participación en el evento, aunque se quedó pensando un poco, dijo que sí pero cambió algunas cosas. Ahora que lo pienso, no la he visto por aquí, quizá se retrasó… con permiso, debo ir hacia ese mesonero, lleva esas galletas con queso que tanto me gustan… -dijo la enfermera retirándose antes de que pudieran continuar con el interrogatorio-.

Los tres jóvenes se quedaron un momento en silencio, analizando la información que acababan de escuchar, la algarabía de las personas conversando a su alrededor y la suave música clásica que tocaban en vivo, interrumpía sus pensamientos.

– ¿Por qué si se pudo comunicar con la enfermera y con nosotros no? -cuestionó Steven-.

– Porque está molesta con nosotros -respondió Amber-.

– Además fue su mamá la que hizo las llamadas porque ella se está recuperando de… ¿Cuánto tiempo ha pasado? -cambió de idea drásticamente Heather-.

– Pues… como más de tres semanas creo -trató de recordar Amber-.

– ¿Por qué? -inquirió Steven-.

– Se recuperó muy rápido… -dijo confundida Heather-.

– ¿Y si rechazó el trasplante? -de nuevo Steven se puso paranoico-.

– No lo creo, solo existe el 1% de probabilidad de que eso pase…

– Tal vez por eso dudó antes de responderle a la enfermera o tal vez por eso no ha llegado, no está recuperada del todo -supuso Amber-.

– Vamos a preguntarle a la enfermera en qué clínica está Shana y vamos allá en vez de perder el tiempo -propuso Steven-.

– Me parece una buena…

– ¡Feliz noche para todos! gracias por venir, hoy estamos conmemorando 20 años desde la fundación de este programa, y para celebrarlo, estos jóvenes miembros han preparado algo especial, por favor, disfruten de la presentación de estos talentosos y valientes chicos y chicas -interrumpió el presentador a Heather-.

– Bueno, encontremos a la enfermera y vámonos -dijo fastidiado Steven-.

– No podemos, ella se va tras bambalinas para ayudar a los que van a hacer las presentaciones…

– Pues vamos a donde está ella -insistió Steven-.

– No sé dónde es eso, ten paciencia, esperemos a que terminen, no tarda mucho -dijo Heather-.

El primer chico leyó un escrito corto de su autoría sobre lo importante que es luchar y como el programa lo había ayudado. Luego el chico con el que alguna vez coincidieron, que por cierto despertaron, tocó una sonata de invierno, después una chica y su hermano cantaron una canción a dueto. Por último dos chicas hicieron una danza artística bastante movida y un poco extraña, ya Steven estaba harto de estar allí y se sentía muy ansioso. Todos comenzaron a aplaudir mientras el presentador intervenía de nuevo;

– Esos son algunos de los maravillosos chicos que frecuentan este establecimiento, con los que tenemos el privilegio de compartir… y ahora, les tenemos una sorpresa, un gran final, el cierre perfecto para esta maravillosa velada…

El personal salió al escenario y se colocó uno al lado del otro.

– Siempre es lo mismo, sale todo el personal y nos cantan juntos una canción cliché pero buena como «we are the world» o «imagine»… a veces homenajean a los que murieron durante el año, pero este año no murió nadie -dijo como si fuese rutinario Heather-.

Cuando todo el personal estaba en la plataforma, comenzaron a abrirse desde el centro y colocarse hacia los lados, como retirándose, y de entre ellos salió Shana. Tenía un vestido negro con capucha y algunas lentejuelas rojas, mangas largas, y la falda se extendía hasta las rodillas. Tenía colocada la capucha y se acercó al micrófono. Alzó la mirada hacia sus espectadores que estaban algo desconcertados, sus ojos se encontraron con los de Steven, que estaban abiertos como platos, muy asombrado de encontrarla allí y con mil preguntas lloviendo sobre su cabeza. Respiró profundo y cantó;

– Turn away (No me mires/date la vuelta) -sostuvo la mirada de Steven, diciéndoselo a él-.

– If you could get me a drink of water (Si pudieras traerme un trago de agua,) -Continuó cantando-

Because my lips are chapped and faded (porque mis labios están agrietados y pálidos)

Call my aunt Marie (Llama a mi tía Marie)

Help her gather all my things ( ayúdala a guardar todas mis cosas)

And bury me in all my favourite colors (y entiérrenme en todos mis colores favoritos)

My sisters and my brothers, still (Mis hermanas y hermanos todavía…)

I will not kiss you (No los voy a besar)

Because the hardest part of this is leaving you… (Porque la parte difícil de esto, es despedirme)…

Shana dio una mirada por el auditorio y contuvo las lágrimas, todos intentaban encontrarle sentido a lo que estaba pasando, cuando terminó la pausa instrumental, continuó;

-I will not kiss you -kiss you- (No voy a besarte)
Lips are chapped and faded (Labios agrietados y pálidos)
Call my -call my- (Llama a mi…)
-Turn away- (Date la vuelta)
Lips are chapped and faded -faded-(Labios agrietados y pálidos)
Kiss you -kiss you- (Besarte)
Lips are chapped and faded (Labios agrietados y pálidos)
Call my -call my- (Llama a mi…)
-Turn away-(Date la vuelta)
Lips are chapped and faded -faded-(Labios agrietados y pálidos)

Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, arruinando su maquillaje de efecto porcelana, y el valor que tuvo que juntar para cantar la segunda estrofa la llevó a sacar toda su ira;

-Turn away (No me mires/date la vuelta)

Because I’m awful just to see (Porque soy horrible a la vista)

Shana de un tirón quitó su capucha para dejar al descubierto su cabeza rapada y gritó;

-¡And all my hairs abandoned all my body! (Y todo mi cabello abandonó mi cuerpo) -A lo que sus compañeros de rehabilitación empezaron a silbar, aplaudir y celebrar, mientras que otros se sorprendieron o conmovieron. Steven no lo podía creer, no entendía del todo lo que estaba pasando, pero tenía un susto que lo asechaba en la boca del estómago, mientras que Heather si tenía claro lo que significaba y lo sintió como un balde de agua fría-.

-All my agony… (Toda mi agonía)

De nuevo hizo una pausa corta y miró directamente a Steven mientras gritaba;

-Know that I will never marry (Sé que nunca me voy a casar)

Baby, I’m just soggy from the chemo (Cariño estoy impregnada de quimio)

I’m counting down the days to go (estoy contando los días para irme) -comenzó a llorar más fuerte-

¡This just ain’t living! (esto no es vivir)

And I just hope you know… (Y solo espero que sepas)

Con un hilo de voz muy quebradiza susurró el coro mientras pensaba en lo mala idea que había sido cantar esa canción;

-I will not kiss you -kiss you- (No voy a besarte)
Lips are chapped and faded (Labios agrietados y pálidos)
Call my -call my- (Llama a mi…)
-Turn away- (Date la vuelta)
Lips are chapped and faded -faded-(Labios agrietados y pálidos)
Kiss you -kiss you- (Besarte)
Lips are chapped and faded (Labios agrietados y pálidos)
Call my -call my- (Llama a mi…)
-Turn away-(Date la vuelta)
Lips are chapped and faded -faded-(Labios agrietados y pálidos)

Se tomó un momento para calmarse mientras el resto de las personas pensaba que no iba a poder más, justo en ese instante respiró muy profundo y le dedicó estas líneas, llorando y gritando a Steven;

¡If you say! -if you say- (Si tu dices)

Goodbye today -goodbye today-(Adios hoy)

I’ll ask you to be true -I’ll ask you to be true-(Te pediré que sea en serio)

Because the hardest part of this is leaving you (Porque la parte difícil de esto es despedirme de ti)
Yes, the hardest part of this…(Si, la parte difícil de esto…)

Las lágrimas la estaban consumiendo, estaba llorando como nunca en su vida, no podía ver a Heather, Steven y Amber sin echarse a llorar. Por último, respiró y miró hacia arriba, con la barbilla temblando, cerró los ojos lentamente para cantar por última vez el coro;

-I will not kiss you -kiss you- (No voy a besarte)
Lips are chapped and faded (Labios agrietados y pálidos)
Call my -call my- (Llama a mi…)
-Turn away- (Date la vuelta)
Lips are chapped and faded -faded-(Labios agrietados y pálidos)
Kiss you -kiss you- (Besarte)
Lips are chapped and faded (Labios agrietados y pálidos)
Call my -call my- (Llama a mi…)
-Turn away-(Date la vuelta)
Lips are chapped and faded -faded-(Labios agrietados y pálidos).

Para cuando terminó la versión de Twenty One Pilots de «cancer» (original de My chemical romance), el público completo estaba en absoluto silencio, la mayoría llorando, confundidos y con un terrible pesar ajeno, Amber y Heather estaban boquiabiertas, con lágrimas en los ojos, Steven temía lo peor, pero no podía asumirlo, se negaba a creerlo, quiso acercarse al escenario, pero ya Shana estaba entrando a los camerinos y el presentador se estaba subiendo para tratar de desviar la atención de la gente, mientras la multitud se empujaba y armaba una algarabía incomprensible. Steven corrió hacia un pasillo, mirando los títulos de las puertas, cruzó hacia la derecha, un enfermero le gritó que no podía estar allí, lo empujó. Todos los pasillos eran exactamente iguales, blancos, suelo gris claro y puertas de madera con letreros azul oscuro y blanco, dio otro giro hacia la derecha, solo habitaciones, comenzaba a frustrarse cuando encontró las escaleras, unas que llevaban al piso de arriba, otras que bajaban, pensó rápido, y subió las escaleras, otro pasillo exactamente igual, corrió, de pronto, no tenía sentido, se detuvo un momento y giró, cuando miró el suelo, parte de la escarcha de las chicas de la danza artística estaba esparcida frente a una puerta, abrió la puerta desesperado y encontró unas escaleras, bajó algunos escalones y cuando la adrenalina le permitió enfocar la cara de la silueta que venía hacia él, ya era tarde como para frenar, así que aminoró la velocidad que llevaba para fundirse en un brusco abrazo. No pudieron evitar ponerse a llorar.

Shana enterró su cara en el pecho de Steven y no quería mirarlo, Steven comenzó a disculparse repetidamente, buscó con sus manos la cara de Shana y trató de sacarla de donde estaba sumida en lágrimas, impregnando la camisa de Steven, tuvo que forzarla un poco hasta que cedió. Se encontró con unos ojos hinchados y una máscara de pestañas que parecía derretirse ante las lágrimas, muy al fondo estaban esas pupilas color verde que tanto lo enloquecían, parecían estar decididas a esconderse detrás de todas esas lágrimas y maquillaje. Steven juntó todo el valor que tenía disponible para hacer una pregunta, que lo atemorizaba mucho, que lo torturaba, pero de la cual no quería una respuesta, con un hilo de voz dijo;

– ¿Qué pasó?

Shana estalló en lágrimas, y en un llanto desconsolador, un llanto de un dolor que se contagiaba en el pecho, que salía de sus entrañas y parecía retroalimentarse hasta asfixiarla, Steven tomó ese acto como una confirmación de sus peores terrores. Shana hizo un esfuerzo para hacer a un lado su llanto y tal como el último respiro de un ahogado dijo;

– Antes del trasplante me hicieron exámenes… se esparció por todo el cuerpo…

Steven entró en pánico severo

– Pero ¿Cómo es posible? tú estabas bien… No, no puede ser… Hay que hacer más exámenes, seguro hay algo para curarte…

– Stev -le interrumpió ella para calmarlo mientras negaba con la cabeza y trataba de acallar su llanto- Me quedan solo días…

Steven rompió a llorar tal como lo haría un bebé desconsolado, destrozado en mil pedazos cayó de rodillas a gritar, Shana se agachó y trató de ayudarlo, pero Steven la agarró de las caderas y le suplicaba que la perdonara mientras lloraba en el abdomen de ella. Shana se agachó a su lado para abrazarlo y él comenzó a besarla como si quisiese atrapar cada bocanada de aire que salía de ella y preservarlo para siempre.

Esa noche, fueron al enorme terreno boscoso del establecimiento y se acostaron en el pasto a hablar y mirar las estrellas.

XVIII

-¿Hola?

– Heather, gracias a Dios que contestaste, estamos muy preocupados ¿has visto a Shana?

– Señora Becker, si ella estaba en el evento de aniversario…

– Lo sé, lo sé ¿Dónde está ahora? ¿Está contigo?

– Eh… sí, claro me dijo para quedarse a dormir, pero está en el baño.

– Okey, entonces voy por ella a tu casa.

– No, no… Estamos en la casa de una amiga.

– ¿Una nueva amiga? no la conozco… pero envíame la ubicación para ir a por ella.

– Es que… no sé exactamente dónde es… además, realmente quisiéramos compartir con Shana, tenemos mucho tiempo sin verla ¿puede quedarse?

– Sabes lo que pienso de eso… es más, no tengo porque darte explicaciones, pon a Shana al teléfono.

– Ya le dije, se está bañando.

– Heather, me estoy impacientando, quiero hablar con mi hija, dile que conteste el teléfono.

– Lo que sucede es que se le descargó la batería…

– Ya deja de mentirme ¿Dónde está mi hija? -la voz quebradiza de la señora Becker dejaba ver lo desesperada que realmente estaba-.

– No se preocupe… la llevaré a casa -dijo Heather con un tono de voz triste mientras colgaba el teléfono-.

– ¿Y qué haremos? -preguntó Amber-.

– Hay que buscarlos, no atienden sus teléfonos y no los vimos salir del evento… así que deben seguir por ahí o se fueron por alguna salida alterna… A esta hora no hay muchos sitios abiertos.

– Ya sé… revisa la ubicación de Shana, así te encontré yo la otra vez.

– Buena idea Amber, pero ya lo hice y está desactivada.

– Tú la conoces… ¿tenía algún sitio a donde le gustaba ir sin que la encontraran?

– Pues… como le tenían prohibido apagar su ubicación no podía ir a ningún lado… Pero en ocasiones, para sentir que se rebelaba se iba a las áreas verdes del centro de rehabilitación, así su ubicación seguía en el mismo lugar…

– ¡Allí deben estar!

– ¿Tú crees?

– Por lo menos hay que intentar… llamemos a Etan para que nos lleve.

Etan con mucho cariño, tal como un abuelo permisivo, las llevó y se estacionó afuera para esperarlas, eran ya las 12 am, el lugar estaba cerrado, así que tuvieron que trepar una cerca y cayeron en el terreno boscoso, comenzaron a caminar, hacía mucho frío porque el invierno estaba acechando, la brisa se colaba entre los árboles y eventualmente silbaba, se sentía muy tenebroso, tenían las linternas de sus teléfonos encendidas y llamaban a Shana y a Steven no demasiado alto como para que escuchasen los vigilantes.

Después de una hora y veinte llamadas de la señora Becker que fueron rechazadas, Amber y Heather encontraron acostados en la grama a Shana y Steven, abrazados y profundamente dormidos bajo un reconfortante pino.

– Steven, Shana -los llamó Amber tocándoles el hombro-.

Steven se despertó sobresaltado y con los ojos hinchados;

– ¿Qué pasó? ¿Qué hora es?

– Stev, son la 1 de la mañana y la mamá de Shana está muy preocupada -dijo Heather con mucha lástima-.

– Demonios… Shana… ¿Shana?.. ¡Shana! -la llamó Steven sacudiéndola-.

– ¿Qué pasa? -preguntó preocupada Amber-.

– No despierta -respondió Steven en pánico-.

Heather se acercó para tomarle el pulso, era débil y era claro que tenía una fiebre demasiado alta.

– Necesita un médico… -anunció alarmada Heather-.

Steven la cargó, y corrieron varios kilómetros hasta la salida, el vigilante, al ver la situación, no hizo preguntas y solo se limitó a abrir la puerta, subieron al carro de Etan y se dirigieron al hospital más cercano. Shana seguía inconsciente cuando llegó a urgencias y Heather llamó a la señora Becker, que llegó lo más rápido que pudo. Eran ya las tres de la mañana y todos estaban sentados en la sala de espera, el señor Etan dormía y Steven no dejaba de pasearse y de vez en cuando se asomaba hacia el pasillo de urgencias, Amber y Heather estaban sentadas juntas, Heather rompió el silencio;

– Hay algo que debo decirte…

– ¿Qué pasa? -levantó la mirada Amber-.

– Hablé con mi hermano sobre lo de la otra vez…

– No tenemos que hablar de eso ahorita.

– Yo si necesito hablarlo… Él me dijo que estaba apoyando una de las ramas de la investigación y no conocía casi nada del proyecto, pero que iba a renunciar porque le indignó lo que le conté y que yo estuviese incluida en eso… además…

– Está bien.

– ¿Qué pasa?

– Es que… ¿y si no fueras tú? ¿Estaría bien? ¿Él estudió esa carrera y de verdad crees que en el futuro no va a hacer lo mismo con otras personas?

– Estás hablando de mi hermano. Tú no lo conoces.

– ¿Y tú sí? siendo que está en escocia y te abandonó aquí para que mueras mientras el termina su preciada carrera que puede afectar a otras personas.

Heather la abofeteó. Se miraron molestas por un instante hasta que la señora Becker salió de emergencias e interrumpió con sus reclamos;

– Miren lo que le han hecho a mi hija, ustedes que se hacen llamar sus amigos, no puedo creerlo, se va a morir y va a ser culpa de ustedes, quién sabe qué estaría haciendo…

– ¿Cómo está ella?- preguntó muy preocupado Steven-.

– Tú eres el vagabundo responsable, estoy segura, como te atreves a acercarte a mi hija, yo sé que ella andaba contigo, tú la raptaste y ustedes dos, par de alcahuetas lo permitieron, no pudieron cuidarla mejor…

– Señora Becker -interrumpió el doctor- por favor no grite, estabilizamos a su hija pero la fiebre no baja y sus órganos están colapsados… yo… le aconsejo que llame a su esposo y vengan a hablar con ella…

– ¿Eso qué significa? -dijo la señora Becker con el terror en sus ojos-.

El doctor agachó la cabeza y dijo muy lamentado;

– Lo siento mucho.

La mamá de Shana cayó de rodillas en el piso mientras que Steven corría hacia la habitación de Shana, Heather y Amber fueron detrás de él para encontrarse con una Shana un poco despierta, con una cánula y mucha dificultad para respirar delirando un poco.

– Shana por favor no nos hagas esto -dijo Heather llorando-.

Shana tomó con su mano izquierda la de Heather y con su mano derecha la de Steven y los miró con unos ojos tranquilos que decían «estoy en paz».

– He…ath… -balbuceó Shana- te… quiero… mejor amiga.

Heather se puso a llorar y no dejaba de repetir mientras lloraba;

– Y yo a ti, te quiero mucho… Debí ser yo… yo era la que se iba primero.

– Stev… te amo… -dijo acercando la mano de él a su pecho-.

Steven rompió a llorar mientras le decía cuánto la amaba también.

– Am… ber… -susurró y cuando sus ojos se encontraron con los ojos llorosos de Amber, le mostró su lengua para burlarse de ella, a lo que nadie pudo contener una risa melancólica.

Steven se quedó dormido sentado en el piso con la cabeza apoyada en la camilla y cuando despertó la madre de Shana estaba sentada al otro lado de la camilla.

– Me alegra que amara a alguien como tú… te has quedado en sus momentos más difíciles -señaló ella más calmada, mientras veía a Shana dormida-.

– ¿Necesita algo señora Becker?

– A decir verdad, mi esposo ya viene en camino de su trabajo y creo que sería algo incómodo explicarle todo en esta situación… está algo molesto con las chicas y conmigo por permitir lo que ocurrió y encima que se entere de que su hija andaba con un chico… así que considero que lo más prudente es que vayan a casa, descansen un poco, se duchen, me traigan algo de desayunar y una muda de ropa si es posible. Yo les llamaré en cuanto él se vaya o si la envían a casa.

– No me quiero ir… -dijo con miedo Steven-

– No te preocupes cariño, estaremos aquí, ella está ya estable y tranquila, seguro la envían a casa.

Steven se levantó y besó la frente de Shana la miró y soltó su mano. Etan los llevó a todos a casa de Heather donde se ducharon y se quedaron dormidos en el sofá mientras aguardaban la llamada de la señora Becker.

Amber se levantó sobresaltada ante tanto silencio, miró el reloj, eran las 10 am, habían pasado cinco horas desde que habían regresado a casa. De pronto, el teléfono de Heather comenzó a sonar y tanto ella como Steven se despertaron rápido.

– ¿Vamos para allá o la dieron de alta?- preguntó Heather, a lo que escuchó un llanto terrible, Heather sintió el impacto adelantado en el pecho, de lo que estaba por venir- ¿Bélgica? -se quedó un momento petrificada con los ojos muy abiertos, las manos comenzaron a temblarle, arrojó el teléfono al suelo y gritó ¡NO! mientras comenzaba a llorar desconsoladamente- ¿Por qué? ¡Eres una cobarde Shana! ¡Eso eres!- gritó mientras lloraba-.

– ¿Qué ocurre? -preguntó horrorizada Amber-.

– Su última voluntad era ir a Bélgica a hacerse la eutanasia -dijo muy molesta Heather mientras lloraba-.

Steven se tomó un momento para procesar lo que acababa de escuchar, vino a su mente el momento en que la mamá de Shana lo engañó para que se fuera y ese último momento que tuvo con Shana que él no imaginaba que sería el último, ya no podía cambiarlo, ese sería para siempre su último momento con Shana y ella ni siquiera estaba despierta, Steven comenzó a sentir que el aire le faltaba… Shana había decidido morir y no le había dicho nada en absoluto… Lloró a más no poder hasta quedarse dormido.

~•~

Todos estaban sentados, vestidos de negro, mientras escuchaban el funeral de Shana, sus cenizas carecían de su esencia encerradas en un jarrón lujoso. De pronto, anunciaron;

– Un amigo de Shana, Steven, dirá unas palabras.

Él se puso de pie y se acercó al jarrón;

– Para aclarar, no éramos amigos, tampoco novios, teníamos gravedad y solo espero que algún día alguno de ustedes pueda sentir gravedad con alguien más…-hizo una pausa- Ahora mi gravedad se ha ido, y me he quedado flotando sin sentido. No sé si lo saben pero, existe un procedimiento para convertir estas cenizas en carbón y a su vez comprimirlas hasta obtener un diamante -la gente comenzó a ofenderse- lo que podría darnos a todos una idea de que, incluso, después de nuestra muerte, somos más valiosos de lo que creemos, pero ni siquiera eso puede igualar lo valiosa que Shana era, porque realmente ella era más que un diamante valioso, con su espontaneidad y carisma… con su alegría, carácter y determinación… y con su voz, que aún resuena en nuestros oídos cuando la recordamos cantar. Shana para mí es un diamante que llevo conmigo y que jamás voy a olvidar.

Steven se retiró, y sus palabras dieron la sensación de enojo y superfluidad, casi como una recriminación a la vida, de la injusticia de arrebatarle un amor tan joven y con él, todo su progreso emocional, Steven estaba quebrado por dentro, muy rencoroso con los padres de Shana y con ella misma.

– Amber… -llamó Heather mientras algunos familiares seguían diciendo sus palabras-

– Dime…

– Hay algo que debo decirte…

Amber volteó a ver a los ojos a Heather.

– Me voy a escocia con mi hermano.

Amber sostuvo su mirada y luego cerró sus ojos mientras apretaba los labios, hizo una mueca de dolor y dijo;

– ¿Tú también me vas a dejar?

– Te dejaré algo para que me recuerdes -dijo extendiendo una llavecita.

-¿Qué es?

– Encontrarás todos los libros… Mi hermano no merece todo eso.

~•~

Heather se fue al día siguiente y Amber no podía evitar pensar en lo vacía que estaba ahora su vida, sabía que no volvería a ver a su amiga y que su partida dolería menos que su muerte. Llegó a la casa que por tanto tiempo había compartido con Heather, debía mudarse de nuevo a su pieza original, pero ¿Cómo podría dejar atrás todo lo que por tanto tiempo había sido su mundo? Había descubierto por sí misma que ayudar a alguien más redunda en más felicidad que concentrarse en sí misma. Pero aquí estaba, de nuevo, escuchando sus propios pensamientos tormentosos, que le repetían una y otra vez lo patética que era, lo vacía que estaba, lo sola que se sentía.

La casa parecía perder el color, la luz era tenue y molesta, a esta hora en un día común Heather estaría dormida y Amber se levantaría una que otra vez para revisar su temperatura. Era muy claro que ya no sería lo mismo, Shana ya no estaba, ya no estaría nunca más, y Heather solo esperaba tener el mismo destino, aunque esta vez mucho más destrozada, porque una de las personas que ella pensaba dejar extrañándola… la dejó a ella sin su compañía.

Amber no podía conciliar el sueño, así como no podía cesar su llanto, se levantó de la cama en plena penumbra, sacó su teléfono del bolsillo para revisar si tenía un mensaje de Heather, nada. Pero en lo que volvió a devolver el teléfono a su lugar sintió algo, la llave que Heather le había entregado.

No tenía mucho sentido, Todas esas cartas iban dirigidas al hermano de Heather ¿En qué momento las había cambiado? Comenzó a buscar el supuesto baúl o cofre, revisó en el cuarto de Heather, en el suyo, en la sala y hasta en el patio delantero sin tener éxito. Ya después de varias horas, estaba dispuesta a rendirse, se sentía muy frustrada y abandonada.

Entró de nuevo a la casa y de camino a la despensa notó algo interesante en un escaparate con un espejo, siempre le había parecido absurdo que dicho mueble ocupara tanto espacio, e imaginaba que contenía recuerdos o cosas antiguas de los padres de Heather. Pero se fijó en el cerrojo, era lo suficientemente pequeño para que entrara la llave que tenía… Quizá nunca estuvo buscando un cofre…

Se acercó al imponente estante de mármol, tan elegante con los acabados dorados y los espejos que parecía de la misma creación del Arco del Triunfo, introdujo la llave y el mueble entero se corrió a un lado muy al estilo de los escondites en las casas antiguos. Terminó de empujar el mueble y se abrió paso a una habitación pequeña, con un acabado rústico en los bloques color terracota y minada completamente del piso al techo de libros.

En una esquina, se encontraba un pequeño espacio de estudio, con un escritorio de caoba, una silla muy cómoda, una lámpara encendida, una maceta con una planta, portalápices llenos de bolígrafos sin tinta y un libro cuidadosamente servido sobre el escritorio.

Amber tomó con cuidado el libro, era Moby Dick, uno de los libros más grandes y pesados que había visto, abanicó las hojas y miró todas las notas en los márgenes, se sorprendió mucho de que Heather en verdad haya leído ese enorme libro completo. Buscó la carta oculta en la contraportada y la abrió;

“Mi querida Amber, espero que te encuentres bien, estimo que para cuando hayas terminado de leer Moby Dick yo quizá esté muerta. A mí me tomó más de un mes, y eso que tengo un ritmo de lectura muy veloz. Lamento haber tenido que irme de improviso, pero pienso que eso quizá te ayude a sobrellevar progresivamente el sentimiento de pérdida.

Tomé esa decisión luego de experimentar en carne propia lo terrible que puede llegar a ser perder a un amigo de una manera tan trágica y lo mucho que afecta una separación abrupta y mucho más cuando no lo esperas.

Algo me dice que estás leyendo esto sin haber leído el libro, mi plan era que te distrajeras lo suficiente hasta que te sintieras lo suficientemente fuerte, pero si necesitabas escucharme… o leerme, en este caso, no tengo ningún inconveniente.

Decidí dejarte todos estos libros, todos con cartas en ellos, en principio porque te considero más mi hermana que a mi propio hermano de sangre, pero me hiciste reflexionar mucho cuando conversamos en el hospital esperando a Shana, es verdad, yo no conozco todo sobre mi hermano y por causa de ese error, pensé que apreciaría todo mi esfuerzo por ayudarlo, no significa que no lo quiera y que él no me quiera, pero seamos honestos, tal como me dijiste aquella vez, le dio más prioridad a su carrera que a mí mientras yo vivía mi enfermedad ¿realmente va a prestarme atención después de mi muerte? ¿Va a tomarse el tiempo de leer todo el libro para después leer una carta? Si mientras estudiaba no pudo atenderme… ¿cambiará algo mientras esté trabajando? En todo caso no apoyo en lo absoluto su causa, así como nos afectó a nosotros, quién sabe cuánto más pueda afectar a cualquier otra persona. Lamento mucho haberte abofeteado aquel día. Estaba muy molesta. Pero no contigo, estaba molesta con la vida, con Shana, con Steven, con la señora Becker, con mi hermano y conmigo misma. Evidentemente no tuve tiempo suficiente de reemplazar las cartas por unas nuevas, pero si me tomé un momento para cambiar los nombres y algunas cosas. Al final, esas cartas eran para el concepto que yo tenía de mi hermano en mi mente, concepto que tú no solo igualaste, sino que superaste.

Haciendo a un lado este tema, quisiera enseñarte algo que alguna vez escuché por allí. Era una especie de monólogo que sonaba en la radio, dónde planteaban la siguiente pregunta… Si realmente crees que amas a alguien responde qué prefieres ¿morir tú o que la otra persona muera?

Me gustaría que reflexionaras un momento en lo que esto implica. Muchas personas piensan que la respuesta correcta es sacrificarse uno y dejar a la otra persona viva, cierto, eso es noble, aunque también es la salida fácil, porque el sufrimiento termina con la muerte. Lo que pocos entienden es lo que significa vivir después de que has perdido a la persona que amas. El verdadero sacrificio es elegir que la otra persona muera y resignarse a continuar una vida sin ella, con el dolor de su ausencia, con el desconsuelo de su partida y ahorrarle esa amargura a la otra persona.

En este caso, lamentablemente, no tenemos elección, yo soy la que debe morir, y tú, querida hermana, debes ser fuerte para afrontar el infierno que te espera, ya he estado allí, y no te mentiré, no es nada fácil.

Pero lo que si te puedo asegurar es que la vida carece de todo significado cuando nadie te rodea, y que las personas, empiezan a cobrar valor en cuanto entiendes que las puedes perder. Incluso la vida misma se vuelve para mejor distinta cuando descubres que algún día, cualquier día, puedes ya no estar aquí.

Con esto no ignoro el hecho de que hayas atentado contra tu vida, solo quiero mostrarte el antes y el después, el cambio que has experimentado y en el que he tenido el privilegio de presenciar y participar. No creo que la nueva Amber tenga deseos de terminar de nuevo con su vida y te puede ayudar mucho pensar que quizá encuentres por allí alguna persona parecida a la vieja Amber con mucho potencial a la que puedas ayudar.

Las personas mejoran o empeoran personas, eso es un hecho innegable. Espero que este libro te ayude, su trasfondo es, en esencia, como experimentamos la ira y la venganza, como esta nos lleva al rencor y como este a su vez nos consume, a veces incluso contra cosas tontas, sin consciencia o carentes de sentido y la manera en que esto puede hundirnos y a los que nos rodean.

Para terminar, quiero decirte que eres muy valiente y que eres de las personas que más amo en este universo, agradezco que hayamos coincidido.

Con amor, tu hermana Heather”.

XIX

– Algunos parámetros se salieron de nuestro control, mientras que otros jugaron a nuestro favor para monitorear más de cerca las reacciones bioquímicas cerebrales.

– Así es y me intrigan, doctor Jones, los resultados del experimento que financiamos y cómo se vio afectado por la cantidad de situaciones en su contra. Aunque tengo entendido que uno de los sujetos le mantuvo bien informado de toda la situación y le permitió moldear las cosas para sus propósitos.

– Ciertamente señor Frederick, además de que aprovechamos el momento de vulnerabilidad para traer a dos de los sujetos y tenerlos aquí algunas semanas.

– Estoy impresionado, me enorgullece saber que mi socio y yo hemos contribuido significativamente a la sociedad, invirtiendo en este proyecto.

– Sin duda alguna.

– Cuéntenos por favor como fue el proceso después de la muerte de esta chica… ¿Cuál era su nombre? ¿Sharon? ¿Shanon?

– Shana.

– Exactamente, gracias, ese fue el punto de declive en donde dijeron que ya era momento de tomar acción.

– Así es señor Bert, la chica falleció y la otra se fue con su hermano a escocia, quien dicho sea de paso, también colaboraba con este experimento.

– ¿Ah sí? que interesante…

– Posterior a esos hechos le solicitamos a la orientadora de los chicos que los trajera, so pretexto de conseguir ayuda profesional y personalizada. Los chicos vinieron como corderos al degüello, la verdad estaban muy débiles mentalmente como para poner resistencia, el que era nuestro informante, lógicamente se sometió a todas nuestras pruebas y respondió todas las preguntas sin ningún inconveniente.

– Ese era… ¿el chico?

– Si, Steven, estaba bastante afectado por la pérdida… La chica, por su parte si estaba recelosa, pero le dijimos que si se resistía tendríamos que realizarle las pruebas a su amiga en Bélgica, que su hermano seguía trabajando con nosotros… ella lo creyó y cooperó con la investigación. Gracias a eso, en la investigación de la antepenúltima sección del volumen 3, logramos determinar hasta dónde puede llegar una persona por un ser amado, determinamos cómo la región del cerebro responsable de emociones entra en conflicto y prevalece sobre la parte lógica.

– Fascinante.

– El electroencefalograma reveló avances impresionantes que podemos utilizar en el desarrollo de medicinas más efectivas contra la depresión, la ansiedad y otros trastornos.

– Y dígame ¿Cómo están los chicos? no quiero dejar cabos sueltos ¿van a estar bien?

– Fueron tratados aquí, señor, y aunque están un poco con estrés post traumático, le puedo asegurar de que estarán muy bien, los monitoreamos constantemente y le hemos dado un tratamiento y atención psiquiátrica adecuada.

– Muy importante saber eso, ustedes son los mejores profesionales, ellos estarán bien.

– Puede estar seguro de ello.

– ¿Y le dejaremos ese nombre al proyecto?

– ¿Hay algún problema?

– No sé doctor… ¿la premisa de Hamlet?

– Hace referencia a la cuestión en el escrito del escritor inglés, Shakespeare, «Ser o no ser… esa es la cuestión».

~•~

Amber estaba sentada en el suelo, llorando desconsoladamente, mientras el agua empapaba su pantalón, Steven, que estaba con ella, cubría su boca con sus manos, dejando expuestos sus hinchados y ojerosos ojos desorbitados de impresión. Tenían una ropa desgastada y sucia, puesto que habían pasado varias semanas en el centro de investigación psicológica y la ropa que le habían prestado fue devuelta.

El supuesto accidente en las tuberías de aguas blancas, había convertido en un desastre la habitación llena de libros de Heather, todos los libros, con las anotaciones y cartas de Heather, se habían deshecho por el agua, lo cual no tenía mucho sentido. Amber sabía muy en el fondo que esto era obra de los egoístas autores del experimento, que cual una ballena asesina, habían terminado con la vida de Amber y Steven. No podía creer lo lejos que habían ido en venganza por causa de las malas respuestas y la poca colaboración que ella les había dado.

Steven por su parte estaba profundamente arrepentido, el chantaje psicológico que le había propiciado desde el inicio había funcionado en su débil mente; comenzando en solicitar su colaboración o… no le darían el alta del programa de apoyo. Comparte información o… no volvería a ver a Shana. Danos nuevos datos o… no ayudamos a Shana con su tratamiento. Tienes que decirnos todo o… te declararemos mentalmente inestable como para continuar con tu vida y tendremos que notificar a tus padres.

Amber estaba carcomida por la furia y en medio de todas esas emociones reprimidas, surgió una idea;

– Tenemos que arruinar ese experimento –dijo muy determinada-.

– ¿Cómo podemos hacer eso? –dijo el con una voz quebrada, casi de derrota-.

– Haciendo que pierdan la credibilidad ante los inversionistas.

– ¿Y eso sería?

– Demostrando lo mal que están los resultados.

– Es cierto, realmente los resultados no están como ellos dicen, pero ya los expusieron –dijo Steven recordando la publicación del experimento y sus logros en una prestigiosa revista de medicina y ciencia-.

– Y es por eso que su caída va a ser estruendosa y su humillación incomparable… pero requiere un sacrificio de nuestra parte.

– ¿A qué sacrificio te refieres?

– Tiene que estar más que claro que fracasaron, ha de ser un escándalo terrible que eche por tierra su investigación…

– Entonces con eso sugieres…

– Suicidarnos –dijo Amber tal como lo diría el mismísimo capitán Ahab sin su pierna-.

XX

Suena el noticiero en la televisión;

– Una chica aún no identificada se ha arrojado al río Támesis hoy a las 3 pm, por fortuna, han podido rescatarla y llevarla a urgencias con un terrible caso de hipotermia. Se presume que la chica, caucásica, de unos 23 años ya ha tenido previos intentos de suicidio, basándonos en las marcas de sus brazos. Sus familiares y amigos aún no se han manifestado. Tiene una camiseta con un mensaje bastante peculiar: «al diablo el proverbio árabe». No sabemos si se trata de una especie de protesta o si tenemos ante nosotros a una paciente mental. En otras noticias…

Steven estaba preparándose, tenía su sudadera de Nirvana, levantó la mirada para echar un último vistazo al titular y luego agachó la cabeza de nuevo, mientras reía desconsolado, tomaba las hojillas y se dirigía al baño…

                                             

Que injusta es la vida cuando parece proponérselo, en que impotencia redunda la injusticia cuando nos creemos invencibles y resultamos ser tan efímeros como la niebla.

Y en que dolor tan profundo se sume nuestra alma cuando perdemos a alguien, nuestro corazón se desborona en pedazos y solo deseamos esfumarnos, siendo agravado, tal como un tren que arroya en cámara lenta, por el inevitable paso del tiempo, de la rutina, de otras personas ajenas, y no tanto por ello, sino por lo que en realidad implica, la vida está continuando. Y eso es terrible.

Los árboles siguen siendo sacudidos por el viento y los autos siguen rodando, la lluvia sigue cayendo y la tv sigue sonando y su simple presencia es totalmente insensible, completamente ajena al estado mental propio donde todo se resume y congela al momento en que nos perdimos al perder a esa persona. Y nuestra mente parece estar renuente a procesar que no estará más.

Y todo parece tan injusto… y nada puede consolarnos. No queremos seguir, no parece posible. Entonces vemos a cada quien en su vida, y entendemos hasta cierto grado que se trata de otras personas que sienten al igual que nosotros, pero no sienten lo mismo que nosotros ahora, y cómo los envidiamos, quisiéramos ser, solo por un instante la persona que ve a través de ese par de ojos, incapaz de verse a si mismo como nosotros le vemos ¿Es posible que envidiemos el estado emocional de alguien? eso es algo de lo que pocas veces he oído hablar, pero muchas veces he hecho. He visto a un niño despreocupado de su entorno, disfrutando de un juego cuya mayor preocupación es no querer irse del parque y he deseado ser ese niño, porque sé lo que es haber estado allí. Sé lo que es ser un niño jugando en un parque preocupado porque ya sea la hora de irse, deseando con todas sus fuerzas ser un adulto capaz de tomar decisiones, pero ignorante de que los adultos no juegan en los parques. Y que ironía que esa sea la vida.

Vamos creciendo y lo notamos de vez en cuando, sentimos miedo, sentimos dolor, sentimos amor, sentimos alegrías, sentimos como todos los sentimientos pueden mezclarse y evolucionar en algo más intenso, como se pueden condensar todos en una persona de nuestra vida que creemos permanente, invencible y experimentamos una enorme decepción al perderla, un dolor que quebranta nuestra alma, perfora nuestros huesos y se aferra a nuestra mente, imposibilitando el pensamiento ocioso o determinado, bloqueando y limitando nuestro entendimiento a esa persona, a lo que debimos, no debimos, pudimos, no pudimos, quisimos, no quisimos, estuvimos, no estuvimos, dijimos, no dijimos, hicimos, no hicimos, todo en derredor a esa persona que ya no está. Y es un fenómeno impresionante que esa línea de pensamiento nos lleve al punto exacto en donde no enloquecemos pero tampoco lo superamos y se debate entre ambos extremos hasta que eventualmente uno de los dos vence.

Y mientras tanto, jugamos a desear ser otras personas, que a nuestros ojos no parecen estar sufriendo, o animales, o plantas u objetos… Mientras el hecho de creer que vivir otra vida solucionaría nuestros problemas, nuestros dolores, es un placebo, una falsa morfina para nuestra mente, una manera de sabotear la aceptación. Y es normal, la negación es un mecanismo de nuestra mente, porque no estamos hechos para aceptar que a veces perdemos más de lo que imaginamos o estamos dispuestos a perder.

De eso se trata este libro, de la pérdida y el dolor que algunos experimentan que para otros que tienen un papel más de espectadores es una simple recolección de datos, por mucho que se esfuercen por demostrar empatía. Cada dolor es diferente, cada quien siente de manera distinta y nadie va a entender al cien por ciento lo que estamos experimentando, aunque haya pasado algo similar. Y no es malo que eso ocurra, no es malo sentirse incomprendido o sentir frustración al querer consolar a alguien. Es mil veces preferible eso a juzgar, hacer comentarios imprudentes o no validar los sentimientos ajenos.

Como bien lo decía el poema narrado por el señor Etan, a veces no reparamos en lo fugaz que puede ser la vida, tal como un ave, frágil y delicada, realiza sus labores por instinto, casi sin notar lo vulnerable que es, siendo tan veloz e inteligente y mañana no está porque no ve un vidrio, fue víctima de un depredador o simplemente se extinguió la llama de su vida, nosotros también nos creemos invulnerables, ligeramente conscientes de que algo nos puede hacer daño, pero sin internalizar que en cualquier momento nuestra vida puede llegar a su fin. Y esto no solo aplica al plano literal, sino también emocional. No hay nada peor que estar muerto sentimentalmente y tener un cuerpo vivo, es casi como ser un zombie. Así que todo esto redunda en que la vida realmente comienza en cuanto entendemos que podemos perderla.

Dedicatoria

Este libro es dedicado a todas las personas víctimas de sí mismos y de su entorno, a todos los que han perdido a alguien y se han perdido a sí mismos, a quienes han tenido el valor de seguir y a quienes les ha tomado más esfuerzo, a aquellos que se levantan cada día para seguir adelante, aunque no tengan motivación y a los que siempre tienen presentes sus razones para seguir. Dedico mi libro a aquellos jóvenes adultos que se encuentran en el remolino entre su pasado y su futuro, batallando con sus demonios de la infancia a la vez que se adaptan a una vida de adulto en una sociedad y en un sistema que nos complica cada vez más las cosas, apremiándonos con estereotipos, sofocándonos con expectativas irrealistas, degradando cada vez más los valores y exagerando las responsabilidades mientras tratamos de resistirnos para salvar ese niño interno, para no convertirnos en un abominable adulto aburrido, robotizado, casa, trabajo, comer, dormir, sin color. Mientras el tiempo nos presiona para estudiar algo que quizá no disfrutemos o que al ejercerlo se convertirá en una pesadilla, graduarnos, trabajar, tener familia… ¿Y luego qué?

Lo dedico a ti, porque, siendo sinceros ¿Hay alguna escapatoria? ¿Hay un lugar donde nos podamos esconder? El simple hecho de saber todo eso y seguir buscando porqués para continuar, actividades, personas, cosas, lugares, paseos, animales, que nos generen felicidad, eso también es sobrevivir aspirando a disfrutarlo.

Agradecimientos

Agradezco al lector que ocupa estas líneas con sus ojos, porque sin lectores ¿Cuál sería la razón para escribir? A mis amigos cercanos por siempre apoyarme, por alentarme cada día a seguir escribiendo y por estar presentes en las dificultades y los buenos momentos. Agradezco a mis terapeutas, que han enriquecido mi autopercepción y contribuido con mi entendimiento de mi pasado, mis acciones, mis pasiones, mis pensamientos y me han ayudado a sobrellevar mis momentos de depresión. Agradezco a mi familia por celebrar mis logros y por la crianza y el ejemplo que me han dado, por formar gran parte de lo que soy ahora. Agradezco a mi esposo por darme todo el amor, cariño, paciencia y apoyo que un hombre puede dar. Y por último, me agradezco también a mí, por no rendirme, por comprometerme a finalizar este proyecto, por luchar todos y cada uno de mis pensamientos negativos para autosabotearme, por esforzarme por darme el valor que merezco y por el tiempo que me tomé para escribir.

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