El Loto Marchito

El Loto Marchito

Cidsild

19/11/2021

       Mi corazón late como loco, bombeando sangre lo más rápido posible, mientras una gota fría de sudor baja lentamente sobre mi frente. Jadeo ligeramente después de tanto correr, con las manos sobre las rodillas, tratando de controlar mi respiración y con la mirada gacha observo el gran suelo verde cubierto de delicadas flores, levanto la mirada y me sorprenden los grandes, majestuosos y oscuros robles que me rodean, esos que me hacen sentir cada vez más pequeña. Tucanes vuelan por encima de mi cabeza, animales de todas especies me rodean, sigo caminando para encontrar el lugar oculto, ese lugar que no me deja descansar y que ansío tener a mi poder. Aprieto la mochila que tengo sobre la espalda, enfocándome en una misteriosa grieta sobre una gran roca cubierta de musgo, me acerco a ella como una felina al acecho, saco mi linterna, la coloco sobre mi cinturón y trato de moldear mi cuerpo a la grieta para adentrarme a la lúgubre pero fascinante leyenda.

       Ya dentro de la cueva enciendo mi linterna, una gran araña color violeta está posada en la pared lateral, me observa, y yo, fascinada de la belleza de esta, la aplasto con la linterna lo más fuerte que me permiten mis brazos. Un líquido anaranjado mancha la linterna, indiferente a lo que acaba de pasar, comienzo a adentrarme en la oscuridad que me recibe con los brazos abiertos, o eso quiero pensar. Paredes rocosas con una antigüedad incalculable me abrazan invitándome a indagar en un largo pasillo. Al final de este están dos caminos, uno tiene una sustancia de color blanco sobre el suelo y el otro solo un profundo silencio.

       Dirigiéndome por el que tiene la sustancia líquida, noto como el aire se hace más pesado a medida que voy caminando, sin dejarme aplacar sigo mi camino hasta llegar a unas grandes escaleras de espiral hechas de roca pura, bajo lentamente mirando al frente. Una vez al final de la bajada y un poco más adentro de la misteriosa estancia, distingo un intenso olor que no puedo describir, pero es tan asqueroso que no puedo evitar vomitar, cuando repentinamente escucho un gruñido detrás de mí, me giro lentamente y es cuando veo que un gran tigre, ubicado a 10 centímetros de distancia, me mira con rabia, y que a la vez muestra su poderosa mandíbula.

       Me encanta esto, no podría ir mejor este viaje, sonrío y siento como mis colmillos se clavan peligrosamente sobre mi labio inferior. ¿El gatito quiere jugar? Estoy dispuesta a tener un poco de diversión. Sin darme tiempo de atacar, el tigre salta sobre mí, clavando ligeramente sus grandes garras a mi espalda, aprovecho el momento y atravieso el vientre del tigre con mis uñas, abriéndome paso a tocar sus órganos, agarro el intestino grueso del tigre y se lo arranco con facilidad, inmediatamente escucho el rugido de dolor que suelta el tigre, una vez más vuelvo a hundir mi mano dentro de la herida y le saco el intestino delgado, el tigre cae hacia el frente, retorciéndose en el suelo y haciéndose una bolita como si así pudiera protegerse. Le miro fijamente, me acerco, y saco un revólver ubicado en mi cinturón, apunto hacia la cabeza del animal y disparó sin pestañear, siento como la sangre salpica sobre mi rostro y mis manos llenas de sangre vibrar.

       Dando la espalda a lo ocurrido, sigo adelante mientras serpientes de todos los tamaños y colores siguen mi camino, vigilando lo que haré a continuación. Una gran abertura en el suelo me corta el camino hacia la tumba, claramente eso no me detendrá, retrocediendo me impulso para correr y saltar, pero antes saco un piolet, no me arriesgaré a fallar estando tan cerca. Salto pero no llego a sujetarme al borde de la abertura, con el piolet en mano lo incrusto a la roca, por lo cual, detiene la caída con gran impacto, saco el otro para facilitar la escalada, llego arriba, me incorporo y guardo los aparatos. Debería andarme con más cuidado.

       Me siento a un lado, alejada de la abertura, me saco la mochila de la espalda y la lanzo al frente, agarro mi cabello largo y tiro ligeramente de el, necesito conseguir el frasco, necesito su contenido. Tiendo el brazo hacia la mochila, sacando de ella un robusto diario de cuero, al abrirlo lo primero que destaca es el boceto de un poderoso ser, acaricio las líneas del boceto, esbozando una sonrisa cruel, y paso de página para recordarme mi objetivo.

       Después del breve descanso, me levanto y me palpo las mejillas en forma de ánimo. Continuando el camino, yace ante mí una gran pared lisa. ¿Cómo puede ser? Tiene que ser aquí. Acercándome a la pared comienzo a pasar mis manos sobre la gran piedra hasta llegar al otro extremo, lo cual fue en vano, ni un indicio de alguna entrada a la estancia de la tumba. Al borde de la desesperación sacó el mapa, me agacho, y empiezo a trazar con la yema del dedo todo el camino que ya he recorrido, hay algo que no estoy viendo, pero…no encuentro el qué.

        Pienso, tratando de encontrar una respuesta en el rincón más oscuro de mi mente, recuerdo a la perfección la leyenda y todo lo que tiene que ver con ella. La información viaja de forma fugaz a mis neuronas, hasta llegar a mi mente. ¡Claro eso es! recuerdo el guardián dormido que protege el frasco lleno de la energía del Abhartach.

       Levanto inhalando aire profundamente, cierro los ojos, y levanto los brazos como lo haría una bailarina a punto de comenzar a mover su cuerpo, los bajo formando una especie de arco mal hecho, mantengo los brazos en una posición de 120 grados, y tras unos segundos, los bajo hacia las caderas firme y rápidamente, en ese instante mis ojos se abren de golpe, ayudándome a encontrar la entrada a la estancia que llevo buscando todos estos años.

       Como si mis ojos fuesen una cámara térmica busco las ondas de calor del cuerpo de Abhartach, captándolo coloco mis manos sobre el gran muro de roca maciza, congelando la piedra hasta el punto que es fácil de romper. El muro se desploma, escucho como caen los restos de roca congelada detrás mí, lo hice…

       Me encuentro encima del gigante y poderoso vampiro, enterrado boca abajo para evitar que saliese de su tumba, pero inesperadamente la criatura perdió vida y su cazador vertió la energía de este dentro de un frasco de cristal para encerrar sus poderes, aunque el cuerpo está intacto. Dispuesta a abrir la tumba, hago un agujero del tamaño de una bomba para poder bajar hacia el ser, ya hecho eso, hundo la bomba en el hueco y me alejo, pero justo cuando voy a presionar el botón para que explote, otro cuerpo que no llegue a detectar de la emoción me sorprende y me ataca, dándome con un objeto caliente en el costado.

       Tanto fue el daño que logra derribarme hacia un lado, instintivamente llevo la mano hacia la herida y veo que el objeto causante del dolor está enterrado en mi costado derecho, levanto la vista para ver a mi atacante y es el cazador de mi especie, el mismo que mató al gran Abhartach. Un torrente de nervios me inundan, no se si pueda contra él.

       Me levanto, negándome al fracaso, desentierro rápidamente el objeto de mi costado, mientras caen gotas de sudor por mi frente, hasta deslizarse por mis largos cabellos. Presiono la herida, tratando así de parar el sangrado, pero veo al cazador en el lado opuesto donde estoy. Mirando al cazador con atención, veo que lo único que nos separa es la tumba de Abhartach con la bomba que he añadido. Tal vez, si espero a que se acerque, pueda activarla y así debilitarlo, y tener un poco de ventaja.

        Analizo rápidamente la situación, y tengo solo 10% de éxito, me arriesgaré. El cazador al verme vendar la herida se abalanza sobre mí, espero el momento exacto en el que esté cerca de la bomba, por mi lado, retrocedo cada vez más. Cuando el cazador está justo en medio alzo el control y presiono el botón rojo, inmediatamente estalla y un gran estruendo resuena y resuena en mis oídos, no puedo evitar llevarme las manos hacia las orejas y presionarlas fuertemente sobre mis orejas. Pero sin perder la compostura levanto la mirada hacia el cazador, no puedo dejar pasar mi única oportunidad de vencerle, y beneficiarme a la vez.

        El cazador está sobre el suelo aturdido, y se agarra las orejas, que sangran ligeramente. Avanzo y sin querer tropiezo con una roca, hago ruido, aunque parece que no se da cuenta. Me siento más confiada, puedo acercarme sin que se de cuenta y penetrarle el corazón con mi daga, y es lo que hago. Moviéndome como si fuera una pluma de un pavo real, me acerco al cazador, saco la daga, y justo cuando me ve, me tiro encima de él clavándole la vez la daga en su corazón. Me quedo mirando la cara pálida y estoica del cazador, lo que me anima a retorcer la daga dentro del pecho del hombre, pero sin matarlo completamente, este hace una mueca imposible de descifrar, y que nunca abandonara mi perturbada mente.

       Me levanto triunfante, me acerco hacia el cuello del cazador mientras saco a la luz mis puntiagudos colmillos sin dejar ver esa vena palpitando débilmente, y buscando con ellos la carótida del hombre, empiezo a absorber su sangre con miles de años, siento como un placer enorme se apodera de mí, y cuando termino encuentro al hombre disecado sobre el suelo.

       Ahora mi objetivo principal, pero antes paso la lengua sobre mis labios para no desperdiciar ni una gota de esa sangre milenaria. Me acerco hacia el hueco recién provocado en el suelo, agarro el frasco con el contenido que tanto he codiciado, lo poso rápidamente sobre mis labios y lo trago. Voy a ser la vampira más poderosa del mundo, empiezo a reír a carcajadas, hasta que, inesperadamente, me empieza a arder la garganta intensamente.

       ¿Qué es esto? Es como si hubiera tragado ácido en estado puro. Me llevo las dos manos hacia mi garganta, tratando de aplacar el dolor, sin éxito, retorciendome de dolor sobre el suelo, noto como mis fuerzas me van abandonando hasta que todo se desvanece.

        Invadida por la codicia la pureza se vio manchada, el loto que una vez fue puro ahora está marchito.

FIN.

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