LA SOLEDAD (DE VIAJES, AMOR Y OLVIDO)

LA SOLEDAD (DE VIAJES, AMOR Y OLVIDO)

Esta mañana vino una clienta a la oficina a retirar unos alquileres. Me había olvidado que venía, no tengo un día de esos en que estoy con todas las luces. Tampoco la agendé, pero eso no importa si no tengo a nadie más que venga.

Desde hace unos meses, antes de la cuarentena, noté que tenía muchas ganas de hablar con alguien (siempre fue una señora, no solo muy correcta, sino de pocas palabras), y a pesar de que a uno de mis jefes no le gusta que se queden hablando conmigo porque dice que me hacen perder tiempo, yo la escucho. Hay veces que estoy más atareada que otras asique no siempre puedo prestarle la atención que quisiera.

Hoy, como no había nadie en la oficina, puse toda mi atención en lo que me contaba Soledad (y qué suerte que lo hice!). Empezó preguntándome sobre un inquilino suyo de hace muchos años.

Asique murió Carlos?! El contador, cuando cargó los datos del contrato, me dijo que le salía en sucesión. Pobre hombre

Ese fue el puntapié inicial para conocer un poco sobre su historia de amor, de viajes y una persona a la que no puede ni quiere olvidar. En este momento solo podemos guiarnos por los ojos cuando estamos contentos y sonreímos debajo del barbijo, o lloramos cuando estamos tristes. También por la voz. Soledad empezaba contándome que sentía mucho la pérdida de este hombre, inquilino suyo por casi diez años. Le comenté que también fue una noticia muy fea para mí sabiendo que hacía pocos días atrás lo había visto y habíamos hablado. Era de esos que daban una imagen muy de padre, quizás por eso le tenía mucho aprecio.

Soledad me contaba, con la mirada hacia otro lado que no eran mis ojos, que su marido había fallecido de un momento para el otro en el hospital. Lo habían internado por falta de aire a causa de su condición de fumador. Estuvimos un largo rato hablando de su vida con su marido y noté como por momentos se le quebraba un poco la voz. Nunca deje de mirarle los ojos porque no solo por pocos momentos me hablaba a mí sino que, además de estar sumergiéndose en esos recuerdos, le brillaban los ojos.

No quería que fuera una charla triste y en los momentos en que notaba cierta tristeza, intentaba meter un comentario que la sacara por momentos de ahí. Ella vive sola en la casa que compartía con su marido y su hijo, que hoy está viviendo en Ushuaia y por suerte hace poco se curó de un càncer, lo cual también me lo contó con orgullo, previo a la cuarentena. Ahí sí se le notaba la sonrisa de oreja a oreja.

Treinta y tres años juntos, ella ejercía como contadora y él recibido en Ciencias Económicas con un muy buen puesto en una empresa internacional. Ambos muy inteligentes. Me contaba que siempre lo acompañaba a las conferencias que él tenía que dar, esos eran los viajes que por un tiempo podían hacer ya que lo llamaban de cualquier parte de Sudamérica. Nunca lo dejaba solo. Las veces que iban con su madre e hijos y tenían que volverse antes por alguna razón, ella lo acompañaba a él y después volvían para continuar sus “mini vacaciones” todos juntos.

Antes de cualquier conferencia importante, nena, me pedía que le hiciera preguntas. Las más tontas que se me ocurrieran, porque al fin y al cabo esas que no te imaginás son las que después te hacen. – Ellos se complementaban muy bien y se divertían.

Al tiempo, su marido dejó la empresa pero no sin antes haber capacitado a alguien para cubrir su puesto de trabajo. Hasta esas cosas tenía pensadas! Luego de renunciar o jubilarse, le preguntó a Soledad a dónde le gustaría viajar ya que a partir de ese momento, tenían todo el tiempo del mundo para recorrer los lugares que ella quisiera.

Soledad, como buena mujer estudiada y curiosa, se iba a la librería El Ateneo a buscar libros para interiorizarse sobre la cultura y geografía de los destinos que más adelante quisiera (e iban) a visitar.

Y él sabía inglés? – Le pregunté con una sonrisa abajo del barbijo que no se me fue en toda la historia que me contó.

Seee! Yo no sabía ingles. Yo no sé hablarlo pero lo entiendo, en el único lugar que me costó un montón fue en Holanda. Yo tengo mi idioma propio… siempre digo que mi idioma es el Español, porque yo soy española en serio. Y pensar qué hay gente que desprestigia el español siendo un idioma tan rico! Sabes la cantidad de libros, buenos y malos, que compré? Lo importante es que cada autor escribe sus sueños…

Y cada uno tiene su forma de escribir, esas son las cosas lindas de leer y diferenciar. – Le digo.

Él me preguntaba para qué leía esos libros si no me gustaban. Que se yo… Él me daba todos los gustos. – Decía entre risitas con la pera apoyada en su mano llena de pulseras y uñas pintadas de un rosa perlado. Es una mujer coqueta, sí. – Esa vez estuvimos viajando seis meses! Y antes de ese viaje yo veía que en sus planillas siempre había un ítem que decía “MYS” pero no sabía qué significaba, hasta que un día le pregunté. Y sabés que me respondió? Que era yo. Siempre tenía en cuenta algún gasto para hacerme un regalo… a veces no podía quedarme viendo algo por curiosidad porque me preguntaba qué miraba y me lo compraba.

En 2014 su marido murió. Lo internaron por falta de aire en terapia intensiva, luego en terapia intermedia ya que iba mejorando favorablemente hasta que lo pasaron a una sala normal. Ese mismo día le daban el alta para que pueda retirarse pasado el mediodía, Soledad estaba con él y la enfermera decidió que antes de irse comiera algo. Cuando ésta se va para poder traerle el almuerzo, él le decía a su mujer que no podía respirar mediante señas tocándose la garganta. Es un mínimo segundo que uno lo deja solo para buscar ayuda y es lo que hizo Soledad. Los médicos entraron y una enfermera se quedó con ella esperando en el pasillo.

La enfermera en ese momento me pregunto si quería llamar a mi hijo. Cuando le dije que sí, me pidió hablar ella con él y escuchaba que le decía “Hola, buenos días, te habla la enfermera del Hospital Italiano donde está internado tu papá. Podrías venir que tu mamá se descompuso?”. Yo ahí ya me había dado cuenta que algo raro pasaba porque aparte tardaron mucho los médicos. Cuando llegó mi hijo, al rato salieron y nos dijeron que habían hecho todo lo posible. Y murió… Nunca hubo un problema con él, siempre nos divertíamos y nos complementábamos bien como vos decís, nena, incluso hasta el último momento se fue sin hacer problema. Se fue y ya. Pero siempre me quedan esos momentos buenos que pasamos, yo a veces hablo sola en casa porque imaginate que mi casa es grande y yo estoy ahí aunque mi hijo todos los días me manda mensajes. A mi a veces me da miedo de no poder hablar, no saber. Asique a veces hablo con él… y no estoy loca, eh!

Y después de esa última frase entendí esa necesidad de hablar, y de contar que se va haciendo más fuerte con el paso del tiempo. Siempre hay que tratar de escuchar al otro, no es lindo dejar de lado sus historias. De más está decir qué hay momentos en que no podemos sentarnos a charlar, pero creo que esta vez del otro lado había algo que se quería compartir y por suerte se dio el momento en que pude escuchar detenidamente a Soledad.

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