Hace apenas unos días, mi psicóloga, Carolina, me ha dicho que quizá pienso demasiando y que necesito contacto con otras personas. ¿Se puede hacer eso? Me refiero al pensar demasiado.

En un universo no revelado para la mente humana esta un sinfín de posibilidades, una abundancia de caminos los cuales pueden llevarnos a la satisfacción como también al dolor de la decepción. ¿se puede no pesar lo suficiente en ello?

Es infinito y exuberante. Mil posibilidades a la vez, atado al azar, al juego que juegan los dioses del cosmos desde el inicio de los tiempos.

Sin importar en realidad la importancia o trascendencia de las decisiones que creemos que tomamos y del libre albedrio que pensamos que ejercemos, la verdad indiscutible es que todo está dispuesto por leyes del karma, o por designios de Dios, o por un juego de azar cósmico. Si no es casi lo mismo.

Es impresionante al detenerse a pensar, lo mucho que nuestras existencias están atadas al azar, a lo impredecible, desde la carrera mortal que hemos recorrido hacia un ovulo para lograr fertilizarlo antes de nacer, hasta el mismo alumbramiento para existir en un mundo donde nos dicen que debemos tener el control, pero no existe tal cosa.

Al nacer, si lo logramos, podemos tener ojos azules o marrones, dictados por la carga genética que traigamos encima; algo aún sin resolver en su totalidad por los expertos.

Podemos tener perfecta salud o alguna enfermedad, e incluso al ser sanos podemos desarrollar lo que muchos médicos llaman como enfermedades hereditarias con los años, es una lotería genética el sobrevivir.

¿Cómo dejar de pensar en cosas como estas? En esto debería penar la humanidad en lugar de buscar formas más rápidas de matarnos con armas biológicas o nucleares. En lugar de pensar, como lo hacen muchos, solo en mujeres y conquistas amorosas…

Sumemos ahora, solo para pensar un poco, el área geográfica donde nacemos, nuestros padres, y tantas cosas sin control; imaginemos que simplemente fuésemos hijos de los vecinos, la vida sería totalmente distinta.

Ni hablar si hubiéramos entrado al mundo en una localidad diferente o país. ¿Cuántos niños o niñas con excelente carga genética nacen en lugares sin oportunidades? O dentro de familias disfuncionales, con ambientes adversos, pobreza, vicios, o guerra en sus países y comunidades.

Nacemos porque de alguna manera así lo dictamino el azar del universo pienso, estamos donde estamos porque así fue escrito en el libro de esta historia sin control que deseamos locamente controlar.

Acaso somos el producto del amor de nuestros padres o de la pasión; de un error matemático en las cuentas de los días o del exceso de alcohol en una fiesta. En realidad no importa, antes de ser hijos de alguien y ostentar un apellido, somos hijos de la casualidad.

Luego viene otro gran azar de nuestra existencia a mi mente, el sexo. ¿En realidad podemos decir que el hecho de ser biológicamente hombre o mujeres fue decidió de alguna forma? Dejando de lado, con todo respeto, las preferencias y gustos sexuales o como queramos ser definidos en este mundo por nuestro género, el hecho de nuestros cromosomas es otra manera de ver dar vueltas en el aire a esa gran moneda de la suerte en este universo.

No me extraña que por eso vivamos tratando de contestar preguntas como ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Cuál es mi propósito en la vida? Y tantas otras preguntas más… si tan solo pudiera el ser humano aceptar que somos lo que somos y hacemos lo que hacemos, pienso que simplificaríamos tanto nuestra existencia.

Sin el ánimo de recorrer una senda Nihilista que dictamina que en realidad nada vale la pena en pocas palabras, es simplemente un cuestionamiento y una manera de razonar un tanto ridícula y hasta graciosa; esa es la forma que mi pensamiento en la mayoría de las ocasiones quedo absorto.

Es realmente curioso pensar un momento en todo esto, le quita a media humanidad el sueño y sin embargo todos seguimos existiendo, deseando ser mejores y tener el control de nuestras vidas, pensando que hace alguna diferencia y que somos algo así como el centro del universo.

Pensamos en muchas cosas, quizás demasiadas, cree Carolina. Pero no todo es blanco o negro; dejamos de lado el sin fin de matices de grises que existen, al verlos detenidamente, surgen colores. Primero quizá unos tenues azules y luego verdes o rojos hasta llegar al arcoíris en sí mismo. Pero a la vez, ¿el arcoíris es solamente luz blanca descompuesta según Newton no? Regresamos al blanco sin equivocación…

El azar es lo único que en realidad es perpetuo. El caos le llaman algunos y otros, destino. El hecho que no podemos programar las cosas con una certeza científica la mayoría de las veces y las que, si podemos hacerlo, tienen una caducidad.

¿Qué pasa si el día de hoy una persona no toma café en la mañana? Puede que nada, pero también puede que no despierte correctamente y eso provoque un accidente en la calle o su trabajo.

¿Hace una diferencia en verdad el llegar a tiempo al trabajo o a una cita? Tal vez no haga diferencia en realidad, pero si las cosas no funcionan como deseamos, tendremos siempre la duda de que habría pasado si hubiéramos acudido con puntualidad a esa cita.

¿En realidad el aleteo de una mariposa puede desencadenar un huracán?

Vemos pasar en nuestras narices a grandes genios y tantos seres comunes que en realidad pensamos, ¿que tienen de diferente? Todos hemos tenido aciertos en nuestras vidas, unos quizá muy importantes como el de Cristóbal Colón al, supuestamente, descubrir América. Anqué cientos de años después se ha puesto en duda todo esto. Igual podemos mencionar a Edison que sin quitarle un ápice a sus méritos también se sabe hoy en día que abuso de sus empleados y así se apropió de muchas patentes de inventos en su tiempo. Un ejemplo igual, pero al contrario fue el de Alan Turing, de quien se sabe en realidad muy poco. El invento prácticamente la computadora moderna, en la segunda guerra mundial logro acortar la guerra y salvar quizá a miles de personas, pero por la estreches de los tiempos le fueron arrebatados sus logros, simplemente por sus preferencias sexuales.

Podemos decir que esto fue programado por un ente cósmico superior. O quizá todo esto es la casualidad donde se encuentran los eventos históricos y los prejuicios de los seres humanos…

En realidad, quiero pensar que todo es causa y efecto, al mismo tiempo del azar.

Para explicarlo mejor, replanto la historia de Turing. Quizá nunca habría existido tal éxito tecnológico si no hubiera existido la coyuntura necesaria, la segunda guerra mundial. Pero no debió haber una segunda guerra mundial, si no fuera por la piedad de Henry Tandey. Un soldado ingles de la primera guerra mundial, el cual le perdono la vida a un soldado desarmado alemán, este soldado era Adolfo Hitler.

Todo es lo que es y no será más ni menos que eso.

Eso es de alguna manera un pensamiento de existencialismo puro. Pensar en las infinitas posibilidades banales que dejamos de lado a través de los tiempos es una pérdida de tiempo. Quizá se tenga razón o por lo menos tranquilidad al pensar de esa manera, pero dígame en realidad amable lector, si aún me sigue, ¿no le gustaría saber?

Qué habría pasado, pienso, si Eva no se hubiera dejado manipular por la serpiente y no tomara el fruto prohibido. ¿Viviríamos todos desnudos y saciados en el jardín del Edén? Nuestra madre terrenal pudo decir “no gracias, no me gustan las manzanas” por decirlo de alguna manera.

Como seria mi existencia, siendo mucho más personal, si mi padre nunca se hubiera venido de un pueblo a la capital para superarse, no existirá, eso es seguro quizá y usted mi amigo lector no estaría leyendo esto, ni se estaría haciendo tantas preguntas en estos instantes…

Cuando somos adolescentes nos atacan mucho más estas dudas existenciales, desde la trivialidad de que camisa ponerse y algo más importante como el ¿Qué carrera estudiar? Todas son decisiones en la vida y debemos aceptar el precio de ellas.

¿En realidad estamos contentos con las decisiones que hemos tomado? Espero que nos hayamos equivocado bastante, porque solo así se aprende decían los abuelos, pero y si al equivocarnos en alguna cosa, desatamos un destino totalmente diferente, eso es control sobre nuestro destino o es el azar que impone su mano ganadora en este juego de naipes que se vuelve nuestra vida.

Hay tantas dudas y tan pocas certezas en esta precoz y fugaz existencia que en realidad para que perder el tiempo en ello. O por lo menos eso cree mi psicóloga.

Estoy caminando en la calle, rumbo a tomar un café en una avenida del centro histórico de mi ciudad. Camino a la parada del autobús como muchos otros, pero nadie se parece a mí y yo no soy igual a ninguno. Todos somos seres semejantes, pero con historias tan distintas, con pequeños rasgos que nos hacen únicos.

Una cicatriz en mi mano derecha me hace recordar una ocasión en la que haciendo el desayuno me queme con aceite hirviendo, algo que no veo en las demás manos, ellos también desayunan, peor no tiene esa marca…

En el casino del universo somos como las cartas del mazo de la suerte. Todos somos iguales en su esencia, pero nosotros mismos insistimos en diferenciar nuestro valor. Quizá existan algunos reyes y reinas, otros “Ases” y muchos números sin méritos extraordinarios, pero todos somos cartas en ese juego que llamamos vida.

Sigo caminando a la estación del bus, y noto que empieza a llover, me quedo parado a la sombra de un edificio y sigo cavilando en mis pensamientos, esperando que la lluvia mengüe un poco.

Qué pasaría si me doy la vuelta y regreso, ya no voy por mi café, pensé…

En realidad nada porque al no hacer no pasa nada, me contesto al instante. Recuerdo las palabras de un amigo muy querido de mi infancia: “No te arrepientes de lo hiciste en la vida, te arrepientes de lo que no te atreviste a hacer.” Con ese pensamiento en la mente salgo del rellano de una puerta y continuo a la parada del autobús.

El azar, una cosa increíble. Aun cuando crees y estas convencido de que has tomado una decisión razonada y correcta puedes pensar también que tal vez estaba ya escrito que hicieras esto o que en realidad te equivocaste y debes cambiar de decisión. Es imposible tener certeza en todo.

Subo al autobús y estoy un poco mojado, no debí dejar en casa el abrigo pienso en esos momentos, pero como sabría que llovería esta tarde si no lo decía nada al respecto el pronóstico del tiempo.

Hay un asiento vacío pero también hay una chica atractiva a mi lado que no se junta mucho por miedo a que la moje; con un ademan de mi brazo le indico que se siente, que yo no lo haré, a lo que corresponde una sonrisa amable y toma el asiento con un tímido “gracias” …

Bajo a una calle del café donde deseo ir a comer algo y tomar ese cappuccino que tanto me gusta. No me doy cuenta de que ella se me ha quedado viendo.

Regreso a mis pensamientos y creo que debí haberle hecho conversación a la muchacha que le cedi el asiento, era bonita. Pero yo estaba medio mojado, pensaría que soy un torpe. Porque alguien en estas fachas le hablaría a una bella muchacha, se veía de buenas costumbres, aunque la verdad no la vi mucho, eso hubiera sido incorrecto.

Pero a pesar de ello logré notar que tenía unos ojos como color caramelo, color miel muy hermosos, ¿cómo no me atreví a decir alguna tontería para saber su nombre? Cuánta razón tenía mi amigo de la infancia al decir su frase pensé.

Luego de unos pasos veo en la puerta de una farmacia, encerrado como en un campo de fuerza transparente, impenetrable salvo por los mecanismos ya dispuestos como las cerraduras que dan acceso a un desafiante número de posibilidades al escoger al azar una de esas esferas de golosina que puede representar toda la existencia.

Una máquina expendedora, como las que me encantaban de niño, con esas esferas de colores tan brillantes y de diferentes sabores que me recuerda todo lo que he pensado y escrito hasta el momento.

Busco una moneda dentro de mis bolsillos y saco, al azar por supuesto, una bola de caramelo rojo. La veo y pienso que esto será otra sorpresa, la golosina es de fresa, de canela, será dulce o de esas nuevas que les gustan a los jóvenes, acidas. Nuevamente danza la ventura en mi vida, la meto a mi boca y me doy cuenta de que en realidad tiene un gusto acido con un toque de canela, ¡es deliciosa! Y reflexiono que su sabor es de lo mejor porque en realidad no lo sabía de antemano, fue una sorpresa.

Meto otra moneda a la maquina y saco ahora una bolita de miel, que me recuerda los ojos de la chica del autobús…

Estoy en el café de la calle del centro histórico. He pedido un baguette con jamón y queso blanco y mi cappuccino. Cuando alguien me toca el hombro y al darme vuelta es la muchacha del autobús. Yo totalmente sorprendido dejo salir un incómodo “hola” … Ella, en ese instante me dice: “perdona, soy Sofía y te vi bajando del autobús cuando me di cuenta de que se te callo tu carné de identificación… Armando.”

Es increíble como el azar juega y en ocasiones sin jugar ganamos.

FIN

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