El sueño de Lucas era ser atleta y llegar a competir en los Juegos Olímpicos. Adoraba correr y siempre que podía se acercaba al club a ver los entrenamientos. Disfrutaba enormemente viendo las evoluciones de quienes consideraba sus héroes.
A punto de cumplir los diez años sabía que con determinación ninguna meta le sería negada. Nervioso y tremendamente feliz, aquella mañana sentía como nunca la fortaleza en su musculatura. Su cuerpo ejecutaba los movimientos con precisión y su desplazamiento era absolutamente dinámico. Su perfecto posicionamiento le confería todas las condiciones para la mejora de sus marcas.
En su práctica se sentía invencible, capaz de todo. Aquel futurista exoesqueleto le acercaba mucho más a su sueño.
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