3. El chico del cárdigan azul

3. El chico del cárdigan azul

_melly19

19/12/2020

Tal vez ella no era una chica con lujos por las nubes, pero se encontraba en un estatus promedio, cabe mencionar que no le faltaba nada, excepto la atención de su madre. No era una chica materialista, más bien se describía a sí misma como atípica y sencilla. Tal vez no era la chica más hermosa del mundo, pero tenía algo de gracia, poseía una belleza única dentro de su rareza, tal vez no era un icono de la moda, pero sabia combinarse bien, le gustaba leer revistas de moda, su sección favorita era la columna de “Tips Fashionistas” y “En Tendencia” que podía encontrar en la primera edición mensual de su revista favorita Farity, fue ahí donde leyó que los zapatos de charol serian lo último en tendencia ese año, y como toda chica fanática por las compras decidió que le vendrían bien un par, y estrenárselos el primer día de clase; aunque todo el mundo pensase que son unos zapatos de muy mal gusto, pero no le importaba lo que los demás tenían para decir respecto a su forma de vestir, siempre trataba de ir acorde a cada temporada, no gastaba dinerales en ropa, solo lo necesario.

Sabía que esos zapatos habían sido una mala elección para un día soleado, era como si se estuviera reflejando la luz directa del sol contra un espejo en  un día de playa, o al menos eso pensaba; su amiga le había dicho que exageraba con tal cosa, y que sus zapatos si lucían bonitos, tan limpios y a juego con sus medias tan blancas -Regina, no seas sarcástica – expreso casi con desesperación, arrepentida de haber elegido esos zapatos para ir a su primer día de clase; estaba tentada en dar media vuelta y correr a su casa para cambiárselos, pero la idea solamente rondaba por su cabeza, estaba a unas cuadras del Instituto y no se permitiría llegar tarde el primer día, sería como una mancha en su aun no estrenado récord académico – ¡Horroroso! – pensó, alejando todo pensamiento. Se caracterizaba por ser siempre la primera de la clase, era una alumna honorable y se mantendría así en el inicio de su Bachillerato, aunque el destino podría hacer una de sus jugarretas y cambiar las reglas…

Como siempre llego con el tiempo justo para poder desayunar algo ligero y dar unas dos que tres vueltas por ahí, para conocer mejor el lugar que sería su nuevo hogar por al menos dos años más, junto a su mejor amiga; siempre iban juntas a todas partes, era como su hermana, claro de otra madre. Regina, era como cualquier otra chica, cabello largo, esbelta, castaña y piel como la porcelana, de estatura promedio, quizá 1.60, tal vez más o tal vez menos, de lo que si estaba segura Melody era que le llegaba a mitad del rostro, y Regina odiaba eso, por eso siempre se le veía con zapatos que llevasen plataforma y así compensar ese sobrante, a Melody le hacía gracia. Desde pequeñas ella quería ser la mejor, la primera opción para los chicos a partir del 7° grado, pero a veces resultaba molesto para Regina, casi siempre toda la atención era para Melody; ella era la clase de chica que siempre iba sonriendo y saludando a cualquier persona desconocida por la calle o en cualquier lugar, amable y generosa.

Habiendo desayunado, con el estómago lleno, ambas chicas emprendieron su camino hacia el Lobby del Instituto, que en ese momento se encontraba al tope de chicos y chicas saludándose entre sí, y de otros tanto alejados y marginados, era como un mar de paletas de leche con cobertura de chocolate… amargo para aquellos que se les veía cara de pocos amigos, era la primera cosa que asociaba al ver los colores del famoso uniforme; caminando entre el mar de personas – o paletas – pensó sonriendo burlonamente; se sintió cohibida, sintió la mirada directa de algunos, otros solo se limitaban a obsérvala de reojo, aunque muchos sabían disimular, pero tenía en cuenta que era juzgada por sus zapatos, quería salir corriendo del lugar, no le importaba lo que las personas pensaran sobre su forma de vestir, pero no soportaba las miradas, ser el centro de atención no era su hobby favorito, siempre resultaba ser un caos cuando tenía la atención de los demás puesta en sí; tomo la mano de su mejor amiga, eso siempre la tranquilizaba, y la relajaba aún más cuando percibía un leve apretón de parte de su amiga como respuesta a su llamado de ayuda, siempre había sido así, Regina siempre estaba cuando Melody la necesitaba. Al llegar al tablón para chequear las listas y consultar en que sección y aula habían sido asignadas, esperando en la cola, paseando su vista entre tantos rostros nuevos, fue cuando lo vio, apoyado de espaldas al tronco del enorme, viejo y frondoso árbol que separaba el lobby y la entrada, vio a un chico de melena negra, larga y ondulada, que parecía disfrutar de su vista desde el lugar en el que se encontraba, pero a la vez parecía reflexivo como si analizase a cada uno, le intrigo, por su apariencia supuso que era de primer año, observo detenidamente su rostro tratando de analizarlo y descubrir sus pensamientos, no podía definir bien sus facciones ni el color de su cabello porque la distancia era mucha y ella no portaba sus anteojos, le pareció extraño verlo ahí, solo alejado del bullicio del lobby porque en realidad parecía un chico popular, se fijó en su uniforme y noto que aparte de la chaqueta portaba un cárdigan azul, abierto, dejando ver la camiseta color crema del uniforme – chocolate amargo, con extra-cobertura de chicle talvez – se dijo mentalmente y sonrío, observo una cara de ironía, y de repente una expresión de fastidio, desviando la mirada hacia otro punto, como si buscara una salida en otra dirección, pero el chico solo se limitó a hacer un gesto de malhumor y emprendió camino en dirección norte; perdió tanto la sintonía del tiempo observando al chico del cárdigan azul desaparecer, que no se dio cuenta que su amiga le estaba llamando – ¡Melody! – escucho a Regina gritar cerca de su oído, destrozándole el tímpano, atendiendo a su ¡Grito! giro a verla, chocando su mirada con una muy enojada Regina, llevándose la mano a su oído izquierdo, sonriendo avergonzadamente – disculpa, me distraje – se limitó a decir, desviando la vista, evitando contacto directo con la penetrante mirada de su amiga – Claro, de casualidad tu distracción llevaba un cardigán azul – soltó Regina, sonriendo pícaramente alzando una de sus bien delineadas cejas, a lo que Melody abrió los ojos con sorpresa, ella sabía, la conocía tan bien, a lo que Regina sonrío emocionada y ahogando un casi grito de exaltación, tomando su mano para sacarla de la cola – espera, espera… no he verificado nuestra aula y sección – protestó Melody, queriendo regresar para evitar una extraña conversación que sabía que sucedería tarde o temprano, pero Regina la paro en seco – 1B, aula 4, seremos compañeras, ¡baby! – informo Regina emocionada, siempre habían sido compañeras de clase, eran un buen equipo trabajando juntas, a lo que Melody solo asintió, también estaba emocionada pero conocía perfectamente a Regina y no se escaparía de esa conversación esta vez.

Dirigiéndose a su aula ya localizada previamente, caminando por la enorme cancha de baloncesto que justo estaba en medio del Instituto, a una corta distancia del lobby, los salones se esparcían a cada lado de la cancha, y el aula 4 estaba ubicada en la esquina derecha del segundo bloque de aulas de la planta baja, al lado de la primera sección de escalones que llevaban al segundo piso, su aula era la sorteada, quedaba justo bajo la supervisión de la dirección a unos metros de distancia, cruzando la cancha de forma recta, justamente frente a frente, la dirección tenía una vista general de toda la planta baja, si hacían alboroto la secretaria a cargo del turno matutino sabría perfectamente que aula seria la responsable. Al entrar al aula, se sintió un ambiente tenso, un silencio un poco incomodo embargaba aquella aula, hizo un escáner general, varios asientos estaban ocupados de forma esparcida, habían 40 asientos, divididos en 4 filas de 10 mesas cada una, quería un buen lugar, cerca del gran ventanal que se extendía por toda el aula al lado izquierdo, caminaron entre el diminuto pasillo que formaba la primera y segunda fila, y optaron por sentarse en el quinto y sexto asiento respectivamente, Melody atrás de Regina.

Mientras los minutos pasaban el aula se iba llenando de rostros nuevos paulatinamente, de un momento a otro solo faltaban unos 4 o 5 estudiantes, aunque había mochilas sobre asientos vacíos Melody asumió que esos lugares ya tenían dueños, el docente a cargo entro media hora antes, eso demostraba para Melody que seria un buen docente, responsable por su sección. Lo vio escribir algo en su cuaderno de apuntes, lo observo de pies a cabeza, noto su cabellera grisácea a lo que asumió que tendría unos 57 o 60 años, tenia un semblante un poco cansado, parecía amable y alguien con entablar una buena conversación, le recordó mucho a su abuelo paterno – Alguien… alguien puede ir al tercer piso, al bodegón de utensilios y traer una escoba, por favor – escucho su voz pastosa por los años – hay mucho polvo, aquí – dijo y observando al pleno, pero nadie atendió a su llamado, todos evitaban levantar la mirada, así que ella, no seria parte del pleno y alzo su mano – yo…mi amiga y yo podemos ir – dijo, poniéndose de pie y tocando el hombro de Regina, a lo que esta solo la miro con reproche pero aun así se puso de pie – Muchas gracias, señoritas – dijo con una amable sonrisa; ambas salieron del salón, girando a izquierda dirigiéndose a las escaleras, que llevaba al segundo bloque de pasillos y salones, varios alumnos se encontraban fuera, a lo que se pregunto si eran de 2do año o 3ro talvez, buscando el otro bloque de escaleras que las llevara al tercer piso, estaban aisladas en la esquina atrás del primer salón a la derecha, tras una reja.

El tercer piso era como una zona prohibida para alumnos de primer y segundo año y que no pertenecían ni a la banda ni al grupo de danza o coro, era abierto y espacioso, desde ese lugar se podía tener una vista general de todo el instituto, se podía apreciar el águila pintada a mano sobre la cancha de baloncesto, pensó que ese seria su lugar favorito, claro si se le permitiera subir, habían 3 filas de salones a cada lado, todos lucían abandonados dando aspecto de una bodega – Tu, ve por la izquierda Regina que yo iré por la derecha – le dijo, sonriendo, su amiga solo resoplo en forma de reproche – está bien, está bien… solo porque tu me metiste en este lio – dijo Regina – ¿¡Quien rayos quiere hacer el aseo el primer día!? – sonó molesta, casi gritándole en la cara – Obviamente tú – sin más se dirigió a los salones del lado izquierdo, dejando a una Melody con culpa, observo como se iba alejando, y la perdió de vista cuando entro al primer salón, dio la media vuelta girando sobre sus talones y emprendió camino al lado contrario, entro al primer salón y en una vista general, se dio cuenta que era un salón de música, habían guitarras, tambores y flautas por dos lados y dos filas de asientos de no mas de 5 lugares frente a una pizarra con notas dibujadas sobre esta – Bien, esto no parece una bodega – dijo saliendo de ahí, entro al siguiente salón – encontrándose con todos los asientos en forma de circulo, era un salón pequeño y la pared de al fondo estaba tapizada de dibujos y pinturas – ¡Wow! – exclamo, había encontrado el salón de arte; salió del pequeño salón y espero que el ultimo, situado en la esquina, fuera la bodega que buscaba, antes de entrar noto un pequeño espacio entre el salón y el cercado, era un buen escondite para pasar el rato pensó. Abrió la puerta y el salón se encontraba parcialmente oscuro – ¡Bingo! – exclamo dando pequeños saltitos, se adentró en busca de la escoba, había cubetas, cepillos, rastrillos y unos estropajos esparcidos por el suelo, estaba un poco desordenado para ser la bodega de utensilios, al final del salón en la esquina derecha estaban las escobas perfectamente colocadas una tras otra, tomo dos, al momento de salir y abrir la puerta, sintió el peso de alguien que la empujaba, subió su mirada, y se encontró con unos intensos ojos cafés, parecían dulces si se miraban a la distancia en que se encontraban, pero había algo que no lograba descifrar, un oscuro secreto talvez, parecía ser algo turbio, observo con detalle sus duras expresiones, casi podía contar cuantas pecas debían haber en su rostro, sintió su corazón acelerarse, fue extraño, se sorprendió, no quería sentirse así; una voz que conocía a la perfección irrumpió en sus pensamientos, – ¡Melody! ¡Melody! – escucho su nombre, y la voz se intensificaba, reacción en segundos, separándose lentamente de él, y lo primero que vio fue el cárdigan azul, su nerviosismo estaba por ganarle y no permitiría que él se diera cuenta así que su mejor opción fue buscar a su amiga – ¡Melody! – dijo Regina, paro en seco al ver al chico, noto el nerviosismo de Melody, la conocía perfectamente bien, sonrió mentalmente, ese chico había movido el piso de la pequeña Melody – ¡Melody, encontraste la escoba! – Dijo para ayudar a su amiga, observando al chico de pies a cabeza – La encontré, vamos – dijo Melody a su amiga, mostrando ambas escobas; antes de salir de la pequeña bodega de utensilios, lo pensó por unos segundos, en tono suave le dijo – Tu, no deberías estar aquí, no está permitido – el chico volvió a conectar su mirada con ella – Ten cuidado, o te ganaras una amonestación, faltan 5 minutos para las clases, deberías bajar pronto – le dijo eso ultimo antes de salir y emprender rumbo al aula junto a su amiga que solo la miraba divertida – Claro, lo tendré en cuenta… Lody – escucho su nombre, se tenso por un momento, nadie la llamaba así, no en un muy largo tiempo, su amiga la observo con preocupación, ella volvió a verlo lanzándole una fría mirada, no le agrado que le llamase así, nadie lo hacía, ni siquiera su mejor amiga, sin más nada.. giro totalmente sobre sus talones y empezó a alejarse rápidamente, Regina trataba de seguirle el paso – ¡Melody! – escuchaba que la llamaba – ¡MELODY PARA YA! – le grito y paro en seco al borde de las escaleras – él no tiene la culpa de decirte Lody, asumió eso por tu nombre – ella se limito a verla y empezó a descender en silencio, siempre en compañía de Regina, sintió sus ojos aguarse y su mirada empañada. Había tocado una fibra sensible al llamarla Lody.

El chico del cárdigan azul le había dado en una herida que aun no cerraba por completo…

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