Los Recuerdos de Lilith

Los Recuerdos de Lilith

Gehenna

31/10/2020

¿Te acuerdas el día que nos conocimos? El recuerdo aún está fresco en mi mente. Recuerdo estar sentada bajo un arbol, ni grande ni pequeño, estaba lloviendo; las gotas mojaban mi cabello azul, dando la impresión de no estar teñido, mi ropa se adhería a mi piel, la cual, estaba demasiado fría. Estaba empezando a temblar, no podía evitarlo, llevaba horas bajo la lluvia. Abruptamente, las gotas dejaron de salpicar mi rostro, había levantado mi cabeza lo suficiente para ver un par de zapatos negros, llevabas un par de medias estampadas con estrellas, pensé que era lindo.

Tu voz suave y llena de preocupación se escuchó a través del golpeteo de la lluvia contra el paraguas” Dios mío, te resfriaras”, recuerdo estar confundida, ¿Por qué te preocupabas por mí? Era una extraña que apenas conocías, tiempo después agradezco esa preocupación.

Lo único que hice fue mirarte a la cara, eras hermosa, la preocupación estaba esparcida por todo tu rostro, tenías el ceño fruncido estropeando tus bellos rasgos, saber que era mi culpa me hizo sentir mal, tus ojos miel miraban fijamente haciéndome sentir avergonzada, pero no había rastro de que me estuvieras juzgando.

“Oye, ¿Tienes frio?”. Mi cabeza se movió hacia arriba y abajo en un movimiento de confirmación. “¡Ya se!”, parecía que se te acaba de ocurrir una idea, tus labios se habían curvado hacia arriba, formando una sonrisa, tu mano rebusco en tu bolso sacando lo que parecía un abrigo. Lo colocaste en mis hombros, la prenda no era gruesa, pero sentía que era lo que más calor me daba; Tu mano se extendió hacia mí, mi cuerpo reacciono tomándola sin darme cuenta, la piel estaba caliente, sin saberlo me sentía segura.

Tarde en darme cuenta que habíamos empezado a caminar, mis pasos se detuvieron mientras preguntaba: “¿A dónde vamos?”.

Te diste la vuelta con una cara sonriente, decías: “Hay una cafetería por aquí cerca, necesitas algo caliente”, un café caliente sonaba bien por lo que reanude mi paso. La pequeña caminata había transcurrido en silencio y pronto llegamos al café, pediste un cappuccino mientras yo simplemente pedía un café con leche corriente, nos sentamos en una pequeña mientras esperábamos nuestro café.

El silencio se rompió cuando parecía que ya no podías sopórtalo y hablaste. “Y bien… ¿Qué hacia bajo la lluvia?”, gire mi cabeza negativamente, no quería hablar de ello, lo comprendiste inmediatamente y cambiaste de tema. “Sabes, me gusta tu piercing”, señalaste con el dedo mi nariz, automáticamente mi mano fue hacia ella, estaba aún más frio que mi mano. “Gracias”, hable por lo bajo, simplemente asentiste e inmediatamente agregue: “Me gustan tus medias, son… lindas”, abriste la boca para decir algo, pero fuiste interrumpida por la llegada de nuestro pedido. Unas gracias salió de nuestras bocas y procediste a tomar la taza entre tus manos, a pesar de que ibas abrigada aun tenías frio

Tome un gran sorbo de la bebida humeante, quemando mi boca y garganta, se sentía bien. Varios sorbos pasaron y antes de darme cuenta mi taza estaba vacía. Mire hacia el frente donde te encontrabas sentada, dos sorbos y también tu vaso se encontró vacío. Me levante y caminé hacia el basurero más cercano, venias siguiéndome, tire el vaso a la basura y cuando estaba a punto de cruzar la salida recordé que tenía tu abrigo y te espere para devolverlo. Pasaron segundos antes que salieras, y cuando me estaba quitando la prenda detuviste mi acción volviéndola a colocar donde estaba, dijiste: “Puedes dármela la próxima vez”. ¿Próxima vez, habrá próxima vez?, el pensamiento provoca que un mínimo de felicidad y esperanza salieran a flote, para previamente morir aplastados bajo la inseguridad.

“Cierto, ¿Me das tu número de teléfono? Ya sabes para estar en contacto”. Recite mi numero mientras lo guardabas. “Oh, aun no se tu nombre”, mi cara se sintió caliente de repente y una oleada de vergüenza me invadió, ¿Cómo pudo olvidarlo? ¡Era tan tonta! “Lo siento, es Lilith”. Por alguna razón tu cara se ilumino cuando lo dije, parecías muy feliz. “¡Perfecto! Mi nombre es Óleander y espero que nos conozcamos más”. Un abrazo y te alejaste balanceando tus pies. Si, también quiero que nos conozcamos más.

Recuerdo que mis ojos lagrimearon y las lágrimas corrieron por mis mejillas, había pasado tanto desde que un abrazo se sintió tan bien.

Recuerdo que el día que te conocí, por primera vez, mis lágrimas no eran de tristeza, sino de felicidad. 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS