- “¿Esta segura?” Preguntó un peluquero antes de dar el tijeretazo. La parisina no solo tenía la nuca liberada, sino también su espíritu. De repente, podía creer, darse el lujo y pensar, que ocuparía un lugar más importante en esta sociedad alocada de los años 20s, y dejar su marca para lo que vendrá más...
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