«El hombre que teme la derrota ya ha sido derrotado.                                                                                                                   El miedo hiere más que las espadas»                                                                   Syrio Forel, Canción de hielo y fuego, Juego de tronos.

Nada funciona como debería. Está todo mal y entre mis desastrados pedazos no encuentro maneras de ponerme mejor; tal vez ni siquiera lo merezco. Los pensamientos fosilizados son realmente pesados, tanto que es muy difícil desanclarlos de tu psique.

¿Estoy roto? Claro que lo estoy. Hace mucho tiempo que soy pedazos de mí, de lo que quise ser y de lo que fui. Nunca puedes volver a ser lo que eras y perdí el camino a lo que quise ser. Estoy perdido, nada funciona como… como quiero.

Sabotaje.

Autosabotaje es la clave de mis fracasos. No es que pueda o siquiera me apetezca culpar a nadie más. Cuando lo que anhelo está a mi alcance, rozando la punta de mis dedos extendidos suele esfumarse. Otras veces, cuando el éxito está asegurado simplemente cierro las manos para no tocarlo. En ambos casos la culpa me pertenece por completo. En el primer caso por la deferencia aplicada a mis circunstancias adversas; en el segundo por la ansiedad de tener lo que quiero. Puede que ya me haya acostumbrado a perder.

Es verdad que los errores y los tropiezos te hacen crecer, te engrandecen. Sin embargo, cuando te acostumbras a perder ni siquiera concibes que algo pueda salir bien.

Baja autoestima.

No sé, me estimo bastante, incluso demasiado. En ocasiones me siento como un gigante con piel de granito y sangre de caliza fundida corriendo por mis venas. No hay hombre en la tierra que pueda humillar a un gigante; no hay mujer que pueda doblegar su espíritu ardiente hasta reducirlo a un mero gólem obediente. Mas las cargas que el gigante acumula, los fracasos, las perdidas, todos pesan, ya ni siquiera en su espalda, sino en su mente.

Soy un gigante de rodillas, con el yugo en el cuello y las adversidades pisándome la cabeza. Desde esta posición, probando el polvo, soy capaz de decir que no me doblego. Y mantengo las nalgas al aire dispuesto a pararme… o a ser sodomizado por la vida, lo que falta.

Y sí, estoy consciente que llegué hasta acá yo solito poniendo mis inconsistentes y temblorosos pies uno frente al otro. Fui acumulando la podredumbre en mi interior y me da asco empezar a limpiar mi chiquero. Además, y no me disculpo si sueno dramatico, puedo decir que hay desilusiones que me rompieron en pedazos cuando apenas me estaba curando.

Just giveme a reason, dice Pink, sólo dame una razón. No hay una puta razón. Just a second, we’re not broken; just bent and we can learn to love again. Yo no estoy torcido, estoy roto, bien roto en pedacitos y no voy a aprender a amar de nuevo, no quiero. Algunos de los pedazos para reconstruirme se los llevaron; estoy de acuerdo, Charles, es jodido.

Me siento mal, dicen que decirlo está bien. ¡Mierda! ¿Cómo va a estar bien? Me siento mal y no sé salir del agujero en que me quedo arrodillado, con el yugo en el cuello esperando ser sodomizado por mis elecciones. ¿Dónde encuentro mi faro? Las personas son oscuridad o soy yo una falsa luz y ellos insectos que atraídos se achicharran. Mientras sea como soy en este momento sólo habrá oscuridad. No veo nada más.

Sin embargo, Padre Capital, lamento ser así de rebelde, pues no soy un consumible más. No soy un cartucho de tinta que se tira una vez que se vacía. No soy un esclavo de la perfección y la pulcritud de lo nuevo. No me inclino cuando tiembla, permanezco firme y temeroso, a lo mejor derramo lágrimas de miedo, pero permanezco. Soy kintsugi. Ni siquiera el resultado del arte, sino que soy la enérgeia2
contenida en el sujeto. En el kintsugi encontré mi entelequia3. Soy kintsugi eterno y reiterado.

Cuando me miré en el espejo, sin los ojos del amor propio, vi todas mis grietas y los agujeros por donde se me escapa el alma. Son grietas bien profundas y dolorosas. Y aunque un tiempo pensé que, debido a ellas, ya no servía, me di cuenta de que no rijo mi vida bajo preceptos tan vacuos. Las personas no somos desechables. Las perdidas, incluso las definitivas, son parte del camino.

Si un vaso o un cuenco se convierte en una obra de arte al ser resanados con resinas o metales preciosos, ¿por qué yo soy menos?

Mi alma está rota, le faltan pedazos y a lo mejor no llegue a encontrarlos nunca. No importa. Con oro sellaré mis grietas y aprenderé a vivir con mi nueva condición. Y cuando me halle con otra mujer que pueda presionar mis cicatrices no las ocultaré, sino que le explicaré de donde vienen. Y cuando un amigo se acerque demasiado no huiré a mis oscuridades donde no pueda ser visto, sino que mostrare con orgullo las marcas de la vida. Porque las veces que me rompí fue porque estaba viviendo. Porque los pedazos que me faltan no me los robaron, sino que los cedí de buena gana porque estaba amando, y no puedo creer que lo único que dejé a mis amores son cicatrices.

Disculparme no valdrá de nada. Ni siquiera me interesa su perdón, creo que me conocen; por más atormentado que me encuentre sigo siendo muy egoísta.

O egocéntrico. Convirtiendo mis dolores del alma en un arte que estoy dispuesto a mostrarles. Pero no, no se confundan, que no quiero su atención efímera, ni su simpatía pasajera. Esta es una declaración más para mí que para ustedes. En fin, que es la manera en la que aprendí a vivir.

1. Kintsugi es una técnica de origen japonés para arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino.
2. Enérgeía concepto filosófico que se refiere al acto de ser en acción.
3. Entelequia: concepto filosófico que se refiere al modo de existencia de un ser que tiene en sí mismo el principio de su acción y su fin.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS