Sostiene Pereira: una ventana abierta

Sostiene Pereira, novela escrita por el italiano Antonio Tabucchi y publicada originalmente por la editorial Feltrinelli en 1994, está ambientada en Lisboa en el verano de 1938, durante el régimen dictatorial de António de Oliveira Salazar. La obra presenta al periodista Pereira, antiguo cronista y encargado y único trabajador de la recientemente creada sección cultural del diario católico Lisboa.

La historia comienza en un día claro y soleado, con el protagonista reflexionando sobre la muerte y resurrección del alma y la carne mientras lee un fragmento de una tesis en forma de artículo escrito por el filósofo Monteiro Rossi, con quien se pondrá en contacto para escribir una serie de necrológicas para su sección en el mencionado diario. Sin embargo, aunque la idea es escribir estos obituarios sobre escritores aún vivos y de corte marcadamente conservador y católico, en línea con la editorial del periódico, pronto el filósofo cambiará de opinión y empezará a escribir sobre autores que nada tienen que ver con los seleccionados.

La historia se desarrolla en un momento convulso de la historia europea: por un lado, Portugal vive una dictadura que sería larga, al menos tan larga como la del régimen franquista implantado en la vecina España y que, en la época en la que se desarrolla la novela, sigue sumido en una guerra civil. Por otro lado, tanto en Italia como en Alemania, el fascismo y el nazismo han tomado el poder y en el continente europeo (y el mundo entero) está a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, el protagonista vive la primera parte de la novela, y el cambiante mundo de la misma, en completo aislamiento. Pasa su vida aislada y centrado en sí. Este aislacionismo se verá reforzado por personajes como su amigo Silva, a quien visita y expone las crecientes dudas que comienza a sentir sobre el mundo y sobre sí mismo; sobre todo desde la entrada en escena del filósofo italiano, verdadero detonante que activará todos los resortes y conflictos internos que experimentará Pereira posteriormente.

De hecho, Pereira se cruzará en su camino con una serie de personajes secundarios que jugarán un papel importante en la historia. Sus orígenes, estudios o posición social determinarán en gran medida el tipo de consejos que darán al protagonista y su contribución al proceso de cambio. Desde el director del periódico, conservador y partidario de la autocensura de los medios, hasta el doctor Cardoso, que no solo lo ayuda, sino que lo hace cambiar de opinión respecto al mencionado aislamiento; pasando por el padre Antonio, sacerdote y confesor del personaje principal que tiene, asimismo, sus propias luchas internas entre su lealtad a la jerarquía de la Iglesia y sus propias convicciones, pero incapaz de hacer otra cosa que continuar con su labor pastoral y caritativa.

En cuanto a la forma de la novela, que puede recordar inicialmente a obras españolas como La familia de Pascual Duarte, escrita en la década inmediatamente posterior a la Guerra Civil española, por su apariencia de informe policial, pese a la pista del subtítulo en la versión española (Toppino, 2014), termina por revelarse una confesión, una apertura final del personaje a su autor. Una suerte de obituario póstumo para Pereira, una forma de que el periodista no sea olvidado definitivamente por la historia a modo de redención final ante el público.

En cuanto a los temas, se encuentran entre ellos la conciencia y la política. Además, muy ligados al primero de ellos, se pueden distinguir otros subtemas como la esencia del alma, la muerte y la vida o la necesidad de actuar de un modo u otro según las circunstancias.

Sin embargo, aunque este tema es el que, a priori, parece afectar más al protagonista de la historia, no es más que la excusa para exponer otros subtemas relacionados con el primero como el aislamiento político, la censura y la libertad de expresión o incluso la posición política y moral de la Iglesia católica y de los intelectuales ante las situaciones del contexto general en el que se desarrolla la obra.

Finalmente, la conciencia de Pereira se ve afectada no por sus propias ideas, que pueden revelarlo personalmente, sino por la indecisión ante el curso de acción que tomará tanto como católico como periodista y, por supuesto, como ser humano.

No se puede negar que el sentimiento o emoción de aislamiento que recorre la novela se da, como ya se ha dicho, en un doble sentido, una doble vertiente. Por un lado, el aislamiento personal que vive Pereira, únicamente ligado al retrato de su difunta esposa y su vida pasada y recuerdos, que se hace especialmente notorio cuando afirma que “se siente solo” (Tabucchi, 1994) justo después de que el Dr. Cardoso anuncia su huida de Portugal, está necesariamente relacionado con la ingenuidad que muestra el personaje principal a lo largo de toda la novela (Escobar-Jiménez, 2017).

El periodista se ha refugiado en su vida, donde todo está bien. Y pese al asfixiante momento histórico que viven Portugal y sus vecinos, no parece estar pendiente de nada salvo por la intervención de Montero Rossi, Marta y Manuel, camarero del bar Orquídea, que hará de cronista de Pereira (Escobar-Jiménez, 2017) mientras este se sumerge en la literatura como vía de escape del mundo, como si el arte de la palabra escrita estuviera por encima de las circunstancias sociales, políticas y económicas del mundo (Toppino, 2014). Un estancamiento del que se ve obligado a salir tras publicar La dernière classe, un cuento sobre un profesor de francés durante la conquista de Alsacia por Alemania, entonces bajo un régimen fascista cercano, si no aliado, al Portugal de Salazar.

En cuanto al aislacionismo político, el Portugal de la dictadura no se veía completamente solo. Apoyado por grandes potencias democráticas y liberales como el Reino Unido, Francia y los Estados Unidos, el régimen fue visto más como una “solución satisfactoria” (Jiménez, 2013) que como un problema, especialmente desde Inglaterra.

Este apoyo internacional se reforzó por dos razones obvias: por un lado, Inglaterra veía en Portugal un aliado estratégico y, con él, la posibilidad de utilizar las posiciones atlánticas del país. Por otro lado, la “dictadura imperfecta” de Salazar fue vista como una buena forma de controlar movimientos de izquierda (Jiménez, 2013) como el socialismo o el comunismo, e incluso regímenes con las mismas características y en expansión como el de la Unión Soviética, como sucedió después con la dictadura de Franco en España. Este hecho, sin embargo, provocaría posteriormente cierta desconfianza entre sus aliados que, aunque seguían deshaciéndose en elogios hacia Salazar, estos eran más una fachada que una realidad tangible, como sostiene Jiménez (2013).

Además de los intentos de Portugal por acercarse a las potencias del Eje, a lo largo de la novela se enumeran algunos de los intentos del estado luso por ganarse las simpatías del bando rebelde durante la Guerra Civil española, como se puede ver en el esfuerzo militar que supone el envío de tropas voluntarias para luchar con los nacionales. Sin embargo, y a pesar de que el régimen español se vio reflejado en innumerables ocasiones en los cambios sociales y políticos que experimentó Portugal, el vecino portugués también fue visto desde una perspectiva de superioridad por parte de España.

Esta circunstancia se debió principalmente a cuestiones económicas (Salazar no había conseguido alcanzar un buen nivel económico entre los portugueses y había mostrado cierto grado de apertura económica) e ideológicas (el régimen franquista no estaba dispuesto a hacer concesiones en materia de libertades hasta que, al menos, la década de 1950), como afirma Jiménez (2017).

De hecho, en el período que nos ocupa en la novela, Portugal es, como su protagonista, un país contradictorio desde el punto de vista económico, político y social: por un lado, una potencia colonial cuyos territorios se extienden ampliamente por África y Asia; por otro lado, una nación con un bajo desempeño o desarrollo económico y social dentro de sus fronteras. Es precisamente en este contexto en el que, amenazadas por la inestabilidad de los regímenes y movimientos de izquierda antes mencionados, la nueva realidad política del país, representada por Salazar y su «Estado Novo», son vistas con buenos ojos por el resto de los movimientos liberales y potencias democráticas de Occidente (Jiménez, 2013), como se ha dicho antes.

En cualquier caso, Portugal alcanzaría plenamente su nueva posición entre las naciones de su entorno con su inclusión tanto en la Organización para la Cooperación Económica Europea en 1949, como miembro fundador de la OTAN en 1950, y su admisión en la ONU en 1955, así como su participación como miembro fundador de la Asociación Europea de Libre Comercio en 1960. Como puede verse, su aislacionismo no fue ni mucho menos tan exagerado como en España, que no entraría en la OTAN hasta 1982 o en la Asociación Europea de Libre Comercio hasta 1986, ya en régimen democrático (Jiménez, 2013).

La imagen de moderación presentada por Salazar ante la comunidad internacional, y que finalmente facilitó su continuidad en el poder, como en el caso de España tras la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, fue sustentada en gran medida por el catolicismo y los valores tradicionales y familiares de la que se vistieron ambos regímenes (Teixeira, 2013). En efecto, el caso de Portugal no fue excepcional, y la novela presenta, como se ha dicho, el tema del catolicismo y la Iglesia católica como fundamental tanto para el desarrollo y consolidación de las dictaduras ibéricas, como para la decisión de Pereira.

Por un lado, la novela presenta una Iglesia profundamente dividida entre sus jerarquías, que defienden a los regímenes autoritarios de la Península Ibérica como baluartes de la moral católica frente a los que asesinan al sacerdocio durante la cruel Guerra Civil española, y los que defienden una posición de rechazo tanto hacia las dictaduras como hacia el fascismo y el nazismo aliados de ellas. Posturas que, por otra parte, se sofocarán en la década de 1940 y renacerán, con claros tintes de izquierda, en la década de 1960 tanto en Portugal como en España (Jiménez, 2013).

Del mismo modo, los intelectuales y los medios de comunicación se muestran profundamente divididos entre quienes defienden los regímenes mencionados y quienes los odian y luchan activamente contra ellos. En este sentido, la obra se muestra también como un ejercicio de contradicción: Pereira contrata a Rossi para escribir obituarios, pero el joven asegura estar “más interesado en la vida que en la muerte” (Tabucchi, 1994). Probablemente, para un intelectual, estar encerrado en un sistema político que utiliza la censura es también, en cierto modo, una forma de morir.

A esta censura hay que añadir, por supuesto, la que es quizás una de las peores formas que puede adoptar: la autocensura. Las dictaduras han hecho uso de la censura y del control social difuso en todo el mundo, pero, como afirma Coetzee (2007), recogido por Portolés (2016), el poder “espera con ansias el día en que los escritores se autocensuren y el censor se retire”. Este tema, además, parece cada vez más actual, dadas las numerosas presiones que ejercen diferentes grupos de la sociedad. Un fenómeno que es especialmente palpable en las redes sociales, foros y ágoras del siglo XXI. Y a las que el escritor y, sobre todo, el periodista, debe responder de una forma u otra.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, no es descabellado concluir que la obra puede considerarse un espejo en el que, finalmente, cada uno tiene que mirarse de frente, tarde o temprano, cuando las circunstancias políticas y sociales se tornan especialmente complejas. Es también una ventana, no sólo a la historia y situación de Portugal o Europa en aquellos convulsos años, sino también a través de la cual el espectador (o lector, en este caso) puede mirar la realidad de la sociedad actual. Una sociedad contradictoria en muchas ocasiones, en la que cada miembro debe decidir qué papel jugar en la historia, aunque esa decisión pueda significar la diferencia entre la vida y la muerte.

BIBLIOGRAFÍA

Jiménez Redondo, J. C. (2013). Salazar y el salazarismo vistos desde el exterior: sistema político, atraso económico y realidad social. Espacio, tiempo y Forma, 5 (25). pp. 187-214.

Texeira Pereira, P. (2013). Salazar y Franco. La política social ibérica (1933-1957). [Doctorado, Unversidad Autónoma de Barcelona].

Escobar-Jiménez, C. (2017). Los viajes de Pereira: política y literatura en la novela de Antonio Tabucchi. Recial, 12. 

Toppino, L. (2014). Afirma Pereira o la conciencia adquirida en la novela de Antonio Tabucchi. Traducciones portuguesa y española. Cuadernos del Hipogrifo. Revista de Literatura Hispanoamericana y Comparada. pp. 74-81. 

Tabucchi, A. (1994). Sostiene Pereira. Editorial Panorama.

Portolés, J. (2016). La autocensura como fenómeno pragmático. En Wilk-Racięska, J., Szyndler, A. y Tatoj, C. (Eds). Relecturas y nuevos horizontes en los estudios hispánicos. pp.136-152.

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