XIII Premio Joven de relato corto El Corte Inglés Organizan: Ateneo Navarro-Nafar Ateneoa y Ámbito Cultural, de El Corte Inglés de Pamplona. Con la colaboración de Fundación Escritura(s) y Diario de Navarra

Convocatoria cerrada

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XIII Premio Joven de relato corto El Corte Inglés

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Admisión de originales: del 4 de mayo al 2 de agosto

Periodo de votaciones: del 3 al 31 de agosto

Fallo del Jurado: en la segunda quincena de octubre (retrasada la fecha inicialmente prevista)

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UNIVERSO PERDIDO 

Tony Manhatan

03/06/2020

Todos bailamos al rededor del fuego. En esta tribu todo es bien sabido y certero. ¿Si no como íbamos a funcionar y sobrevivir? El dios llameante del cielo es bueno con nosotros y nos da calor y sabemos por la observación que hace crecer las cosechas. Y el espíritu de la tierra nos protege y...

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borradorLA ENTREVISTA. Hector Cisterna Aquí estoy sentada en la terraza de mi casa mirando el mar. Me gusta observarlo en el atardecer, cuando la suave brisa veraniega agita levemente las ramas de los árboles. La hora del mayor calor ya ha pasado, espero pacientemente que el sol vaya bajando en el horizonte, y se empiece a teñir de color el agua; me emociona cuando el sol se va sumergiendo, como una naranja gigante que se apaga en las aguas del océano, así se apacigua mi espíritu. Así, con estas palabras me recibió Clarisa Echeverría cuando llegué a su casa para entrevistarla ese día treinta y uno de diciembre. Mi jefe me había encomendado esta misión hacía varios días, pero yo había dilatado la entrevista hasta hoy 31 de diciembre, pensando quizás en darle un mayor simbolismo, además, sabiendo que ese fin de año lo pasaría sola, y yo que también estaría solo, podría servirle de compañía. Ella había sido una persona importante en el desarrollo de esta ciudad balneario, fue la primera persona que se preocupó de los niños abandonados, fundando el primer hogar para ellos. Además, fundó varios centros de perfeccionamiento para jefas de hogar de escasos recursos. Fueron muchas las familias que mejoraron su vida gracias a ella, siempre su preocupación fueron los más pobres. Contó con el apoyo de su esposo, un distinguido abogado, al que también le preocupaban los desamparados. Ahora, a sus noventa y tres años, viuda desde hacía cinco y alejada desde un tiempo del quehacer social, nadie se acordaba de ella, como sucede con casi todas las personas cuando llegan a la tercera edad, sin reconocerles muchas veces que el progreso actual se debe a la labor desarrollada por ellas. Por eso el director del periódico consideró importante entrevistarla en el aniversario de la fundación de esta ciudad. Hacía poco más de un mes que yo había empezado a trabajar en el periódico, ahí tendría que hacer la práctica y elaborar la tesis, condición necesaria para obtener mi título de periodista. Cuando mi jefe me encomendó la tarea de efectuar esta entrevista, sentí temor, tendría que entrevistar a una persona importante, que además tenía edad suficiente para ser mi abuela; me asustaba la idea de cometer algún exabrupto, o de no saber enfocar bien las preguntas para obtener una respuesta adecuada de una persona que yo no conocía. Ya en el momento de la presentación me di cuenta que estaba frente a una mujer de un carácter excepcionalmente afable y con gran lucidez de pensamiento, lo que me tranquilizó e hizo que mi labor fuera muy grata. Caminaba lento, pero con gracia y elegancia, su pelo plateado brillaba con el sol del atardecer, sus ojos verdes mostraban ternura. Me invitó a sentarme junto a ella en la terraza. Tiene usted un hermoso jardín, comenté, como para distender el momento. Ella me miró diciendo – yo no tengo ingresos para tener un jardín así, pero todo tiene su historia -. Y continuó, – cuando mi esposo y yo éramos jóvenes, teníamos un jardinero que estuvo muchos años con nosotros, mi marido le regaló el ahorro previo para que adquiriera su casa y lo ayudó para que su hijo pudiese ir a la universidad. El joven aprovechó muy bien su oportunidad, y hoy tiene una empresa de diseño y confección de jardines; cuando murió su padre él continuó manteniendo nuestro jardín, nunca ha querido cobrar, dice que esto es para él una deuda de honor. ¿Usted tiene hijos?, pregunté; sí, tengo dos, respondió, mientras tomaba entre sus manos una pequeña ánfora que estaba sobre la mesita de la terraza, luego, al ver mi cara de interrogación, dijo – esta ánfora contiene las cenizas de mi esposo, yo sé que no son nada más que cenizas, pero es lo único tangible que queda de la persona con la cual compartí algo más de sesenta años de mi vida. Pero volviendo a mis hijos, te dije que tengo dos, una mujer y un hombre; Esteban vive en Santiago, me llama una o dos veces al mes, siempre me dice lo mismo – hola mama, ¿estás bien?, ya sabes, cualquier cosa me llamas y corta -. En el verano viene no sé si a verme o me usa como excusa para venir a la playa, porque en los quince días lo veo solo un momento en las noches, pues pasa con su mujer y su hijo casi todo el día en la playa. Mi hija Natalia, vive en Francia, viene una vez al año a verme, ella sí viene a verme, me maquilla en las mañanas, acaricia y peina mi pelo, pone crema en mis manos, las toma y me conversa, luego me lleva a pasear, almorzamos en algunos de esos restaurantes con terraza junto al mar, luego caminamos por algunas avenidas, admirando la belleza de las flores de jardines ajenos, en la noche se acuesta a mi lado, besa mi frente y se queda junto a mí hasta que me duermo, en la mañana desayunamos juntas, en los diez días de su permanencia siempre está conmigo. Cuando ella se va, mi única compañera es la soledad. El resto del tiempo lo paso pensando, antes me entretenía tocando el piano, pero ya mis manos no me acompañan, también me visitaban las personas que dirigen los hogares que yo fundé, o alguna gente de las instituciones que dirigí, pero de un tiempo a esta parte ya nadie me visita, todas mis amigas han fallecido, hace dos meses una de ellas se suicidó. Yo no comparto la idea del suicidio, porque considero que la vida es un regalo de dios o de la naturaleza, según sea tu creencia, y los regalos se cuidan y conservan, no se desechan. La última amiga que está con vida, está en un hogar, hace un tiempo fui a verla, fue terrible, ella no conoce a nadie, ni siquiera sabe quién es ella, no fui más para no deprimirme. Estoy consciente de que mi época ya pasó, lo que debía hacer por la ciudad ya lo hice, las personas a quienes ayudé fue porque lo merecían, creo que cumplí con la premisa de ser una buena ciudadana, ahora hay que dejarle el paso a gente más joven que tiene más y mejores ideas, ellos son los indicados para continuar las obras que los viejos empezamos, de ellos depende el presente y el futuro, yo soy el pasado, solo una anciana esperando tranquilamente el fin de su vida. Tengo una joven que se encarga de todas las cosas de la casa, ella es tímida y solo me habla lo necesario, pero me atiende muy bien, yo la dejo ser como a ella le agrade, me interesa que se sienta cómoda y sea feliz. Luego, cambiando de tema, dijo ¿tú de dónde eres?, soy de Chillan respondí; ¿dónde vas a pasar el año nuevo? No sé, no conozco a casi nadie. Si quieres quédate aquí, hay un cuarto para huéspedes, desde esta terraza se ven muy bien los fuegos artificiales, después, si quieres salir, hay una llave sobre la chimenea por si vuelves tarde. Eran casi las nueve de la noche, la joven encargada de la casa trajo a la mesa varios platos, una especie de buffet frío y dos copas de champagne, luego de eso le dijo a Clarisa que se retiraba, se despidió y quedamos solos en la terraza. Me agradaría que te quedaras, dijo, para no pasar nuevamente un año nuevo sola. Decidí quedarme. La verdad, no tenía donde ir pues no conocía a nadie en la ciudad, la conversación fue fluyendo sin prisa, Clarisa me contó anécdotas y sucesos de su juventud, como cuando a los dieciocho años había sido elegida reina de la fiesta de la primavera; no me di cuenta de la hora hasta que empezaron a sonar las sirenas de los barcos y las campanas de las iglesias, anunciando la llegada del nuevo año. Abracé a Clarisa y mientras lo hacía tuve la sensación de estar abrazando a la abuela que no conocí, bebimos un poco de champagne, deseándonos mutua felicidad, luego nos dedicamos a ver los fuegos de artificio, el cielo de la bahía se iluminaba de brillantes y variados colores, el estruendo de las explosiones seguía a las cascadas de luces, el cielo estaba lleno de estrellas que se confundían con las luces de los fuegos de artificio. La vista era maravillosa, poco a poco fue disminuyendo el ruido y las luces se fueron apagando, el espectáculo había llegado a su fin. Clarisa se puso de pie. Gracias por acompañarme, dijo, fue una hermosa velada, ahora iré a dormir y acompañada de su bastón se encaminó a su dormitorio. De pie en la terraza yo tenía sentimientos encontrados. Encendí un cigarrillo, cosa que no había hecho antes por respeto. Era el primer año nuevo lejos de mi familia, pero por otra parte sentía que había vivido un momento importante en mi existencia, al estar junto a una persona excepcional. Ella me había contado la mayor parte de su vida, siempre tratando de seguir los impulsos de su conciencia y los deseos de su corazón; había intentado ayudar a su prójimo sin esperar recompensas ni homenajes, ahora, en la última etapa de su vida, estaba tranquila con la certeza del deber cumplido. Desde la terraza escuchaba a lo lejos la música de fiestas ajenas, terminé el cigarro y me fui a acostar, tratando de ordenar mis pensamientos por todo lo vivido ese día. El sol entraba a raudales en mi dormitorio cuando desperté; me bañé y vestí rápidamente y caminé hasta el salón. En ese momento se abrió la puerta y entró la joven encargada de la casa, quien me saludó diciendo -le prepararé desayuno y se lo llevaré a la terraza. Me encaminé hacia allá, estaba abriendo el ventanal cuando regresó la muchacha y presurosa me indicó que la siguiera, llegamos al dormitorio de Clarisa, abrió la puerta, pero Clarisa ya no estaba, solo estaba su cuerpo en el lecho, con las manos cruzadas sobre su pecho, y en ellas aprisionada el ánfora. Me acerqué a ella, cerré sus párpados, su rostro reflejaba paz, se había ido casi junto con el año viejo, en silencio, sin estridencias, consciente de que su tiempo había llegado a su fin. Mientras tanto, la mucama había sacado del velador de Clarisa un archivador, lo abrió y fue hasta el teléfono, hizo varias llamadas, lo que me indicó que Clarisa tenía todo organizado. Pasados unos quince minutos llegó el medico que certificó la defunción, más tarde, la gente de la funeraria pusieron a Clarisa en el ataúd y lo ubicaron en el centro del salón, con un ramo de rosas rojas sobre él y algunos candelabros alrededor. Empecé a sentirme como un intruso, por eso cuando llegaron más personas, entre las que intuí estaba su hijo, miré por última vez su rostro en el ataúd, tomé mi grabadora y mi libreta de apuntes y me retiré. Caminé por una avenida adornada con palmeras. En esa ciudad casi desconocida para mí las calles estaban desiertas, solo algunos trasnochadores cantando interrumpían el silencio, los municipales encargados del aseo recogían los vestigios de la noche de fiesta, para que la ciudad recobrara su cara amable. Me dirigí hacia las oficinas del periódico llevando en mi mente la imagen imborrable de una mujer que me había dado la más hermosa lección de vida 

LA ENTREVISTA. Hector Cisterna Aquí estoy sentada en la terraza de mi casa mirando el mar. Me gusta observarlo en el atardecer, cuando la suave brisa veraniega agita levemente las ramas de los árboles. La hora del mayor calor ya ha pasado, espero pacientemente que el sol vaya bajando en el horizonte, y se empiece...

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Dese@-da 

Cuando desperté, el sol pintaba mi cara con esa rendija de luz que penetraba a través de la grieta que la cortina dibujaba en la ventana. La cama estaba revuelta, como si las sábanas hubieran tenido vida propia durante la noche.La habitación, de colores. Huele a Channel. Hay un perchero lleno de vestidos que casi ni...

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Tenía en la espalda un par de largas cicatrices pálidas… 

José Gonzalez

22/06/2020

Tenía en la espalda un par de largas cicatrices pálidas que en otro tiempo habían recibido cuidados presurosos y desiguales, de los que se dan a las desgracias imprevistas. Por un par de sospechas previas no me atrevía a dudar del origen de aquellas cicatrices. En realidad, resultaban más fáciles de aceptar sus grandes ojos...

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Esquejes 

Aunque todavía era pronto, su mujer ya se había levantado porque a duras penas soportaba ocho horas de ayuno. Raúl siguió durmiendo un rato, o fingiendo que lo hacía, hasta que el café y el azúcar de las tostadas le hubieran hecho efecto a Diana. Cuando llegó al salón, vio que se había empleado a...

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257

«y fueron felices por siempre» y un poco mas haya 

juliana

23/05/2020

probablemente hayas oído de historias de amor con un hermoso final y ese tipo de cosas pero todos en el fondo sabemos que toda esa farsa no existe y nadie absolutamente nadie nos ha contado lo que pasa después de las hermosos y empalagosos finales felices, jajajaja por supuesto que no verdad; nadie nos cuenta que...

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178

Como que tuvieras diabetes 

ADRIANA MORILLO

18/05/2020

«Es como que tuvieras diabetes» fue la frase que me dio esperanza después de diez años y media docena de médicos especialistas. Debía rendir los exámenes de grado del colegio, solo asistía a la hora del examen, en esos días me sentía la mujer más independiente que podía haber. Eran días fabulosos, aunque sabía que...

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66

Un cadáver legionario 

Arcadio

04/05/2020

Hay palabras escritas que no se contentan con la repetición mental; su cadenciosa belleza nos obliga a leerlas en voz alta. La sonoridad, la música, la armonía de los versos que leía esa noche en la Biblioteca Nacional debían concretarse. El vehículo sería mi voz. La descripción de los vastos campos de batalla en territorio cartaginés daba...

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370

La Carta de Mr. Gibbs 

Ingrudska

05/05/2020

[…] Querido Lector: Uno a uno los segundos pasaban, con una completa ignorancia de lo que traerían. Las manecillas del reloj avanzaban casi arrastrándose, como si supieran el dolor que me provocaba ver el minutero moverse, paso a paso, convirtiendo su ´tic tac´ en una sonata macabra que anunciaba la llegada de un ser tan...

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40

165

Las mariposas son para principiantes 

Ylenia Enriquez

27/05/2020

Se abre la puerta del avión. Estoy a tres mil metros de altura, con mi paracaídas en la espalda y me acerco hasta sentarme en la rampa de la que voy a tener que saltar. Miro hacia la tierra con las piernas ya colgando en el aire y contemplo como la hierba se extiende a...

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331

LA HISTORIA DE VENECIA 

Es normal para alguien sentirse cómodo, satisfecho, por momentos felices, pero al caer la noche todo tiene una forma diferente, todo es incomodo, te sientes insatisfecho contigo mismo, y sientes que tu felicidad no es completa. Me llamo Venecia, soy alta, piel morena, ojos color café, cabello negro corto, delgada, y soy una adolescente de 17...

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74

¿Todos los objetos producen sombra? 

Landa

20/05/2020

En las dos primeras horas de la mañana de ese día miércoles, fue cuando nos encomendaron el trabajo de demostrar, cómo todos los objetos producen sombra, y nuestra profesora, la señorita Norma Cabrera, antes de entregarnos la dura tarea de exponer la veracidad gráfica de las pruebas constituidas por una de las ramas de la física...

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