La venganza
Me ardían los pies. Mi piel estaba ennegrecida por las cenizas, y mis ojos no eran capaces de distinguir colores más allá del rojo incandescente que asolaba todos los árboles. Los edificios estaban derruidos, coronados con altas columnas de humo que opacaban la luz del Sol. Caminé entre los escombros, con los pies descalzos y...