Entre rejas
Era la única persona que había llegado al aula 142. Cuando hubo entrado, primero abrió el ventanal mayor y luego soltó su bandolera gris en la mesa de la segunda fila. No hacía falta orear la habitación porque la primera lección no solía impartirse allí —no existía ese olor entre colonia, desodorante y sudor—, pero...