El Bú
Diana y yo estábamos ya metidos en la cama. Hacía rato que la abuela había apagado las luces y nos había dejado convenientemente arropados y con sendos besos en la frente. Pero no estábamos dormidos. Y la seguíamos oyendo cantar. Acompañando la melodía con los crujidos de su vieja mecedora mientras tejía otra bufanda de...