Lástima
Lástima que no haya billetes para maniquíes. Se podría fletar un avión con muñecas y sería como vivir de nuevo nuestro propio Bienvenido, Míster Marshall en pleno siglo XXI. Vale que no somos japoneses y quedaría raro, pero seríamos el foco de atención de los telediarios, las feministas y los solteros de todas partes. Cualquiera...