ESTAMBUL, un sueño antiguo
Mi primer paseo por Estambul te lo debo a ti, Nicanor. El derviche giróvago de tu llavero me acompañó veinte años y su plata primera ya se tornó dorada. Contigo, Víctor, visité la ciudad: traducías El llibre negre de Pamuk y conocías palmo a palmo todos sus rincones. Cuando leí la novela, seguí con tu...