Cinco horas prohibidas contigo
Nunca he querido que me velen. La simple idea de personas contemplando mi cuerpo inerte me produce vértigo. Los muertos nunca sonríen. Tienen ese rictus particular producido por una tez verdiazulada y una boca cosida. Yo no quiero que me cosan la boca. Hace años tuve una alumna que quería dedicarse a recomponer no vivos....