En La Piel De Una Amante
He aqui nuestros cuerpos, amándonos en esa misma cama, en la que horas antes y con lágrimas había jurado dejarle. Aquella entrega de su pasión me daban a entender que aquí no terminaría. Había ese ardiente fuego en cada uno de sus besos, sus manos me acariciaban con toda fuerza. Yo me aferraba a él...