La Esquina de Amador
De loco, Amador no tenía nada. Lo conocí como se conoce el banco de una plaza, una parada de bus, o una esquina cualquiera. Lo conocí, porque era parte del mobiliario urbano de mi ciudad, era un cuadro viviente, ambulante, que se contemplaba en el museo callejero de Mérida. Tenía los ojos achinados, como hinchados,...