Cuando las flores se vuelven amarillas
Me habría gustado volver al final de la primavera, cuando las flores se vuelven amarillas. Pero me equivoqué de estación, y el tren siguió su recorrido hasta bien entrado el verano. Volvamos a casa, dijiste una vez. Y yo, emocionada porque nunca había oído una declaración de amor semejante, te tomé la palabra. Ahora sé...