Las tribulaciones de Isidro
Isidro jaleaba al buey y empujaba el azadón, mientras miraba preocupado los negros nubarrones que empezaban a cubrir el bonito cielo de la villa. Frenó al animal y arrodillándose en la tierra reseca comenzó una plegaria al Señor: -Dios mío, yo te pedí lluvia para estas mis pobres tierras, pero con mesura, Señor, que estoy...