Las cartas que nunca leerás
Maldita tu voz, tu olor y tu piel. Maldita tu ancha espalda (donde ahora sé que te gusta recibir besos) malditos los días que estuvimos juntos, malditos en los que no. Malditos todos los te amo que me dijiste, más los que callaste. Maldita tu madre y tú padre machista. Maldita la forma en la...