Vivir para contarla
Aquella mañana, y después de las vueltas de rigor en la cama, Julián se levantó, arrastrando las sábanas hasta el suelo de su habitación. Con los ojos todavía entreabiertos avanzó hasta el cuarto de baño y, descolgando sus manos sobre el lavabo se miró fijamente al espejo. Su aspecto era el de siempre, de un...