Y libranos del mal . . .
CAPITULO I Abrió los ojos sobresaltado como le ocurría todos los días desde que comenzó aquello. No obstante y para su tranquilidad, la habitación permanecía en silencio tal como había quedado la noche anterior al acostarse. Alargó la mano izquierda hasta tocar el revolver que estaba depositado encima de la vieja mesita de madera...