Sacrificio.
El smartphone era más grande que sus manos, un perfecto espejo, la carente ventana de su habitación de colchones contiguos y cielo de jaima descolorida, lo más indispensable para emigrar. Mi primera necesidad en la capital mauritana fue inalámbrica. Localizado el rúter, hackeé mi soledad en un desierto de burkas. En las aplicaciones para solteros...