Autocondena
Ya era de día. Otra vez. Abrió con esfuerzo los ojos y, sin mirar, adivinó la luz que se colaba por la ventana tapiada. Se movió un poco, apenas lo necesario para comprobar si su cuerpo todavía le respondía, si seguía ahí con ella. El primer pie desnudo sobre el piso frío era siempre el...