La curva de la felicidad.
Como cada martes, miro mi perfil en el espejo, los ojos entornados. Me acaricio la curva bajo mis pechos y noto poca diferencia con el martes pasado, ¡qué lento es esto, Señor! Sólo la ilusión de un final feliz me empuja a seguir, sin ceder, día tras día. Bien, allá voy. Subo al maldito podium...