club de escritura Fundación Escritura(s)-Fuentetaja
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II concurso de microrrelatos El taller de escritura Admisión de originales: del 19 de septiembre al 18 de noviembre
Periodo de votaciones: del 19 de noviembre al 16 de diciembre
Fallo del Jurado: el 8 de enero
Abelardo tenía la experiencia de alguien que ha vivido y sabía contar historias. Solíamos pedirle que leyera, poseía una voz armoniosa. Era nuestro referente en el taller literario y muy divertido. De buenas a primeras dejó las clases y todos echamos en falta su entusiasmo extravagante. Un día lo vi por casualidad y quise saber…...
Se cruzó con ella por casualidad hace ya dos años. Su belleza le cautivó al instante y no quiso evitar seguirla. Se convirtió en rutina. La seguía de casa al trabajo, al cine, al supermercado… Conocía su vida y su intimidad con todo detalle. Un día se le ocurrió poner su nombre en Google y...
Hoy he vuelto al taller de escritura. Supongo que es una forma de poder sacar todo ese dolor que me oprime. Él sigue yendo y parece que a la gente le gustan sus relatos , aunque sean siniestros y escalofriantes en sus detalles. Con esa cara tierna y ese carácter afable parece que nadie sospecha...
Se cree que los primeros talleres datan del Paleolítico, aunque por aquel entonces no llegaran a prosperar. Enseguida se vio que la idea era buena, pero también que había nacido demasiado pronto. No era de recibo cargar con tareas para casa. Tampoco tener que repetirlas si se cometían faltas de ortografía. Y ya no digamos...
Llevo un buen tiempo buscando iniciar un nuevo texto, mil palabras salen sin sentido, cada una más absurda que la otra. La tarea decía: escriban un poema de amor, y por si fuera poco hay que leerlo delante de todos en el taller de poesía. Tiemblan mis piernas al saberlo, estará allí para escucharlo. Consciente...
Cerró de golpe su cuaderno. Dentro, Sir Edward, aún vestido de bufón, observaba al archiduque: —Peter… —dijo con sorna—. ¿Eso que veo son alas? —¿Y tú, acaso vas a unirte al circo? —replicó molesto. Sir Edward no pudo esconder una sonrisa jocosa. —¿Te ha puesto una cola a juego? —Idiota —susurró mientras comprobaba discretamente si...
Jimena es la hija más pequeña de Eduardo Piñeiro, el de la tasca de toda la vida. Se hace llamar J por rebeldía; la llaman Jimeniña y no la dejan crecer. Según Eduardo, nunca ha hecho nada con su vida. Sacó la carrera de derecho, hizo el máster, estudió idiomas… sin ilusión. Hasta que un...
Las musas huyen de mí cual colibríes, no consigo atraparlas, las quiero conmigo un momento, oh aladas divinidades. Como le explico al longilíneo mandamás del taller, que ellas no se acercan, que no están de buenas conmigo, que de tanto fracaso solo surgió hastío. ¿Serviré para esto?, o me metí donde no debo como combinar...
Entré al taller, fue imposible no sentirme impotente, su silla estaba vacía, ya no volverá. Me senté, intenté concentrarme en escribir, tomé el lápiz, abrí mi libreta y entonces una lágrima vino sin aviso. Todos estaban absortos en la música de fondo y yo me quebraba entre su ausencia y mi cobardía. De repente, Laura,...
Os escuchaba desde la puerta. Leíais a Coelho, a Allende y a Bucay. Escribíais sobre amor y felicidad porque decíais que en esa clase vuestros textos se hacían realidad. Os escuchaba. Y os odiaba. Así que un día quise probar. Saqué mi lápiz y mi cuaderno. Y comencé a disparar.
Escribí: “Pinos enhiestos apuntan perennes a la comba celestial azul, ejemplo de mi vida”. El conductor del taller de escritura me reprobó: “Eso es insustancial, moralista, light, ideal para slogan de superación personal; la vida no es así, la vida es dura y no tiene consideraciones”. Cambié de temas. Escribo entonces acerca de las vidas...
Y en lugar de romper en llanto, brotaron unos cuantos versos. me acurrucò más que el pecho de mi madre, las páginas de mi primer libro, y en medio de la sala del jardín de niños escribí mi primer cuento. Que maravilloso fue mi nacimiento, hermoso lo que iba descubriendo, poco a poco mi mundo...
