LA HIDRA
Cruzo el umbral. No puedo ajustar la puerta. Llegar tarde no ha servido como evasiva. De manera forzosa entra la chica de tatuajes. Sonríe con ternura. La adolescente que vivió demasiado. Amelia, la bailarina. Detrás le siguen otros, melancólicos. Cuando creo que ya todos han entrado al recinto, forcejeo para cerrar. Por fuerza entra otra...