Miradas perdidas. Silencio insondable. Una débil lumbre arde violenta cuando empiezo a leer. Ocho almas se entrelazan, soldadas por el fuego; el atento oído de una clase que me eleva sin quererlo y yo, ensimismado en mi asiento vuelo, vuelo tan alto que casi toco el cielo, horas después de haberse terminado.

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