Hola, soledad, tristeza, melancolía y nostalgia, acérquense, no se oculten más.
Les abro mi puerta, porque al final, somos viejos conocidos jugando a ser extraños.
Siéntense conmigo; aquí no hay juicio, solo un rincón donde las sombras tienen voz.
La soledad se siente, pero no consume; es el camino incierto que lleva al autodescubrimiento.
La tristeza pesa, pero no aplasta; es la pausa que prepara el corazón para la calma que viene.
La melancolía abraza, pero no asfixia; es la dulzura de una tristeza que no necesita razón.
La nostalgia duele, pero no mata; es un espejo que mide el tiempo con la ternura de un recuerdo. El dolor hiere, pero también ilumina.
Es inevitable, como el invierno, pero su frío enseña a valorar el calor del verano.
No temas caminar a su lado; quien se atreve a caminar con él descubre en su interior la fortaleza que nunca supo tener. Hay caminos que no exigen pasos, solo el coraje de detenerse y mirar.
No tendremos todas las respuestas, pero al buscar, al menos, nos hacemos responsables, y eso es lo único que de verdad importa, porque en la búsqueda reside lo que depende de nosotros.
Si una flor florece en tu pecho, el mundo entero florece contigo.
Porque todo lo que se hace por amor trasciende la línea entre el bien y el mal, y en ese límite habita la verdadera vida.
Sé, por un día, la vida de tu sombra, y verás cómo el sol se curva para abrazarte.
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