Vuelven

Miras la SUBE con bronca y arrepentimiento,

marcada por los efectos de la edad,

fusión perfecta de lo que fueron las dos,

tu pelo, brillante, pero dorado a conciencia

como un sueño que desafía la mismísima existencia.

Tu altura, tu forma,

reminiscente de las fantasías de infancia mas preciadas,

y el color de tus ojos,

que brillaron descolocando mi realidad concretada.

Tu confusión y tus problemas,

imposibles de ocultar al ojo común,

o, al menos, a los míos,

vieron tanto en vos que se deslumbraron

Tanta familiaridad desatada en un simple cruce de miradas hubieran impactado hasta al mismísimo corazón de almas

Estuve pensando en vos estos días,

no sé por qué,

todo va y vuelve en un huracán,

y nunca llego a su ojo.

Justo cuando creí que la tormenta calmaba,

te vi,

dos almas fusionadas,

me pagaste el pasaje sin querer,

desacostumbrada a la rutina.

¿Era tu primera vez en tanto tiempo?

¿Estabas perdida?

Solo sé que mirás pasar las estaciones,

con ganas de bajarte,

tras una disputa tuya con el chofer.

Es como si pudiera verte,

ver a través de vos,

sin siquiera conocerte.

Repetía frases,

hasta el cansancio,

pero ahora,

hiciste que decirlas

se sintiera como viajar en el tiempo,

y entendí lo que daría

por repetírtelas una y otra vez,

hasta que comprendas.

Me quité el abrigo,

preparé mi brazo para estornudar,

y vos,

con tu abanico,

dejabas caer las hojas del otoño,

mientras tus retazos de tela

tejidos a mano

seguían un rumbo opuesto al mío.

Al verte bajar me preparo una vez mas,

para el impacto

de no verte nunca más.

El colectivo era más amigable,

más seguro,

más familiar.

Fuiste un presagio que voló sin límite,

aunque es “creer o reventar”

en función de tus presencias no corpóreas, asistís a esa pequeña parte que quedó acá,

exactamente donde nos dejaron.

Exactamente en este colectivo

Es como si no tuviera opción

más que quedarme,

esperando,

un resultado nuevo,

una casualidad,

un camino compartido,

en el que no me habría dado cuenta

cuánto te extraño.