El vuelo
Cuando esté marchándome de este mundo, no llevaré palabras ni recuerdos y mucho menos ese pesado baúl de lágrimas amargas de los días languidentes que laceraron mi existencia.

—¡Me iré lo más limpio que pueda!

Sin cargas lastimeras de amores perdidos, y borraré los reproches que en mi corazón se escribieron por los malos amantes que a mi alma lastimaron.

Me desnudaré de todo… Principalmente de la vieja piel arrugada que el polvo lastimó con las décadas de años mal vividos, y caminaré descalzo, entraré sonriente al agua de la juventud eterna y recobraré mi juventud arrebatada por los pecados de los primeros padres.

—Y sonreiré ¡nuevamente! Con todas mis fuerzas y sin temor alguno.

Ya dando los primeros pazos, la luna me cubrirá besos, muchos besos malsanos, muchos besos; como los que les di a las diosas etéreas. Al caminar contento entre las llamas que purifican, recordaré que soy simiente de estrellas lejanas.

Por eso, cuando me ausente de este plano, me iré sin culpa y sin pecado alguno, pues del cuerpo físico ya me he librado y del espíritu eterno siempre soy en todas las existencias. ¡Infinitamente cierto!

Y las mil musas de mis poemas, esas que desnudas están y que sueñan entre la inocencia y la pasión… ¡Esas mundanas y pecadoras! Las que se dicen inocentes al ser mis amantes, esas mismas pecadoras me vestirán de luz ¡Divina y eterna!

Así, ya limpio y con ropas de fino lino, saludaré nuevamente a los dioses primigenios y volaré entre su luz, en un nuevo y eterno camino

¡En el último suspiro!

Ya recuerdo que soy inmortal y en el majestuoso néctar del universo palpitante… Recuerdo que no soy de hecho de polvo

Fui creado por luz… Eternamente en movimiento constante

¡Soy vida!

CLEMENTE MUJICA PONCE

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4 de Octubre de 2024

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