Imagino el calor de tus labios recorriendo mi cuerpo,
el dulce néctar emanando de tu boca hacia la mía.
Te deseo, te deseo, no sabes cuánto te deseo.
Empalagoso, trasnochado, divino, precioso.
Tan tempestuoso y errático es éste anhelo que
me mantiene en vela, desesperado, desquiciado,
por nuestro encuentro.
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