La poesía me ha salvado de la muerte muchísimas veces, Pero es el requisito principal del momento exacto de mi muerte, como revoloteante mariposa en grande charcos de lodo se ha movido por los pegajosos senderos de mi cerebro, haciendo grande acentos en ideas jocosas de néctares tan puros como oleo y tan claros como la acuarela.
Poesía desdichada que te haces viva en lo profundo de mis entrañas cuando tiemblo de miedo, cuando mis lágrimas son el mar donde mueren peses por contaminación del alma.
Amada mía, compañera de mis sabores amargos y rincones con filtración por problema de tuberías, que no son más que arterias tapadas evitando un segundo más de aliento.
Incomprendida amante que buscas calor en mis axilas sudorientas mientras corro escapando de mi; al verme al espejo por la madrugada, donde despierto pensando en lo mucho y en lo poco que ayudas cuando menos necesito de ti.
Quiero sentir dolor por cada palabra, quiero sentir dolor por cada idea, quiero que esto valga mas la pena, que una simple pena de por vida; Encarcelado en una hoja prisionero de un lápiz, donde mi compañera de celda seas tú amada mía.
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