Perfil público

Nací en un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza entre viñedos, montes y bodegas antiguas. Desde pequeña empecé a contarles cuentos a las plantas que teníamos en el jardín, pues creía firmemente que así crecerían más bonitas.

De adolescente devoraba libros, me abstenía de cualquier cosa, principalmente del sueño, para poder leer. Los adultos a mi alrededor me decía que ya se me pasaría, que todos los lectores adictos de jóvenes, cuando crecen dejan de tener ese ansia por las letras.

No ocurrió así.

Al revés. Mi estancia en Londres hizo que cada rincón tuviera un significado único y tuviera una necesidad física de plasmarlo en palabras e imágenes.

El hambre por viajar me abrió los ojos a querer empaparme de cualquier resquicio de conocimiento sobre las cosas más absurdas. A cambiar mi forma de expresarme con las personas y con el mundo.

Crecí en un grupo de alto control mental camuflado en una religión, la cual controlaba todo aspecto de mi vida. Mi traumática salida de la misma se convirtió en el mayor empujón hacia la madurez, el pensamiento crítico y el activismo social.

Todo ser vivo tiene algo que decir.