Tú. Tú que te proclamaste único, verdadero y eterno. Tú, el escogido. Tú que me aseguraste salvación eterna inminente por lo menos 4 veces. Tú, falso profeta. Tú que me prometiste el cielo y el paraíso. Tú que me prometiste felicidad verdadera.
Tú infiltraste tu propaganda hasta en mis sueños. Tú que me regalaste una falsa vida sin advertirme que el precio a pagar era la mía.
Tú que haces malabares con las reglas y juegas a los títeres con tus fieles. Tú que reescribes tus dichos para mentir a tus súbditos. Tú que modificas la historia y creas un universo paralelo a tu antojo. Tú que siembras miedo para cosechar devoción.
Tú, anulador de derechos y voluntades.
Tú envolviste la esclavitud en papel brillante de caramelo.
Tú que te auto defines «luz» me diste a conocer la más aterradora de las oscuridades.
Tú, ser de manos manchadas de vergüenza y culpa. Tú que mataste, asesinaste, violaste y encerraste en nombre de la santidad de la vida, en nombre de la paz y la neutralidad, en nombre de Dios o de tu concepto de Dios.
Tú que dejas a las víctimas a la deriva mientras proteges a sus abusadores.
Tú que condenas al padre de la mentira y eres hijo de la falsedad.
Tú hiciste que padres, hermanas y amigos me vieran morir. Y les impediste verme renacer al quitarte la mascara. Tú que los secuestraste en nombre de la libertad, tu que los adoctrinaste en el amor condicional. Tú que rompiste mi familia. Tú que me despojaste de mi casa y de los brazos de mi hogar.
Tú, fabrica en serie de agentes deshumanizados.
Tú me mentiste, me maltrataste, me infravaloraste. Tú abusaste de mi voluntad, de mi amor por ti y por los tuyos. Tú que te aprovechaste de mi búsqueda por la verdad y la espiritualidad. Tú me hiciste caminar sobre suelos de alambre. Tú me rompiste en mil piezas y bailaste sobre mis pedazos.
Tú que secuestraste mi pensamiento crítico y mi voluntad para ser feliz. Tú que casi me robas la cordura. Tú que gobernaste mi vida y mi razón. Tu que me robaste mi libertad.
Tú que sentencias a tus desafiantes. Tú me llamaste inmoral, me llamaste mentirosa, blasfema, enferma, débil y sucia. Tú me aislaste y abandonaste a mi suerte. Tú me juzgaste, me condenaste y me desterraste.
Tú me tatuaste «apóstata» en la frente para causarme vergüenza. Error.
No seré yo quien pague tus deudas ni tus condenas, no seré yo quien baile a tu son, no seré yo a quien le dibujes esperanzas y le quites el aliento. No seré yo quien adore tu torre.
Mis buenas nuevas serán dejar de ser tuya. Mi paraíso será mi libertad.
No te echaré de menos. Tú me obligaste a denunciarte, tu me obligaste a marcharme y no volver. Y tú no me vas a hacer callar.
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