Y me desnudo.
Me desnudo cual acto de rebeldía.
Me asomo a la esquina de tu sombra y brillo con cada botón que me desabrocho.
Me desnudo frente a tu paternalismo endiosada en desobediencia, grito y batucada.
En defensa de la dignidad frente a los tentáculos del dictamen social.
De la diversidad frente a los barrotes del discurso oficial.
Desnudar el cuerpo para dejar hablar al alma.
Para despojarme de la norma y la hegemonía, para reivindicar el derecho y el orgullo.
Para decir que lo que estuvo ya no es y que lo que siempre fue está más presente que nunca.
Que si me desnudo es porque vulner(h)abilidad es amiga y compañera, tendida mano y risa complacida.
Si al destierro me echaste mi oasis construí, y si mi piel es el único infinito, de piel me quiero cubrir.
Me desnudo para dejar de hacer y consagrarme al ser, abandonarme a la arena y confundirme con cada herida.
Entregarme a las olas, sin resistencia, esa que le pongo a tantas otras cosas.
Desnudarme al ser, a la sal y al sol.
A llenarme de hablar conmigo y encontrar mi centro. Ese que pierdo cuando me hincho de lo ajeno.
Me desnudo con un golpe en la mesa y un baile sobre la silla.
Atrinchero mi cuerpo en poesía y alevosía,
y le digo que no te escuche pues solo yo soy su guía.
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