Parece un camino escabroso, casi nadie lo quiere cruzar y por ende, muchos se quedan a la mitad tirando la toalla. Va hacia la cima y de repente, resbalas. En el barranco se pueden asomar los sueños de los caídos y uno que otro limpiándose el lodo de las rodillas.
A veces, es un camino recto con escalas de vez en cuando. Sólo que, las escalas no tienen un tiempo definido y es de valor correr o quedarse. Correr para continuar con la otra escala o correr para no hacerlas más. Quedarse porque parece que es el lugar perfecto o quedarse porque parece cómodo pero, no es el lugar de tus sueños.
La decisión es un paso de dos caras, una tragicomedia en la que también se tiene que decidir si te dejas ahogar en tus propias lágrimas. Permaneces en duelo y sueñas con eso, con lo único que te queda… memorias. Preguntándote si hubiera estado mejor si hubieses sido diferente, si hubieses escuchado. Si en algún punto hubieras respirado profundo antes de decir adiós. Antes de perder los estribos y caer en la cólera ciega que no perdona cariños.
Y te quedas parado en ese camino escabroso, la vida. Deseando poder y sin embargo, te quedas sin hacer. Será otro día, otra persona, otro momento. La misma oportunidad no se presenta dos veces y cuando reaccionas, ya se esfumó. La vida es una carrera de atrapar y dejar ir. Pero, nunca será de volver atrás.
Dejar ir cuando atormenta demasiado. Atrapar oportunidades, abrazos y razones para permanecer en donde te quieren. Dejar ir el dolor, el silencio y la incertidumbre.
El simple deseo de querer y hacer algo por ti mismo, es el mejor regalo. Dejar ir y perder muchas cosas de darte amor propio.
Dar espacio, paz, quitarte ese sufrimiento disfrazado de amor, esa idea de que por los años vividos ya no puedes quitarte esa larva codependiente tan lastimera que ya ni el amor que le tienes es suficiente. La costumbre.
Mantener los brazos abiertos a todo eso que quieres, por lo que vale la pena. Eso que nunca hiciste y necesita un intento. La iniciativa de continuar. Encontrarle el amor al camino escabroso y mostrar resiliencia cuando todo parece que se va a la mierda.
Atrapar la soledad porque es ahí cuando renacen las decisiones sensatas que tanto nos dan miedo pero, son lo único que nos van a llevar a alcanzar el Everest de nuestras vidas.
Aceptar la ausencia o presencia de alguien es un regalo que deberíamos permitirnos de vez en cuando. Algo que no entendía cuando estaba ofuscada en mi dolor.
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