Posibilidad 1: El borde

Pronto alcanzarían el hito más grande en la historia de las civilizaciones conocidas, la nave interestelar estaba por llegar al borde del universo. Las teorías eran ciertas, todo se formó por una gran explosión y se expandió hasta llegar a las dimensiones que tenía en este momento. Ellos están por ir, literalmente, a donde nada ni nadie ha existido antes.

Cientos de millones de años de evolución tecnológica llevaron a este punto en la historia de la vida inteligente y alcanzar el borde de lo conocido. En el camino habían dejado atrás a incontables pueblos, especies, razas, civilizaciones, colmenas, colectivos y formas de vida. Hoy, todo valdría la pena.

Todos lo esperaban. Y de todos, sólo uno había teorizado lo que había después. Un desahuciado científico de un primitivo planeta llamado tierra, un planeta menor y lejano ubicado en uno de los brazos de la vía láctea, su respuesta era muy simple a la vez de compleja:

En el borde del universo, justo luego de alcanzar físicamente lo que hay del otro lado de la orilla, lo único que hay es un segundo atrás en el tiempo, es la única máquina del tiempo que existe y sólo nos puede transportar un segundo hacia atrás.

Y así fue, regresaron ese segundo y luego volvieron a regresar el mismo segundo hasta la eternidad.

Es decir, el universo nos dice claramente que cuando la vida alcanza a escapar de esa prisión que llama existencia, sólo puede ir hacia atrás ante la vista de todos y nos muestra que basta un segundo de decisión para no cambiar las cosas.

Posibilidad 2: Después del borde

El universo es infinito en posibilidades, por tanto, en alguna de sus infinitas ramas el borde no contenía un segundo infinito atrás en el tiempo y la nave pudo atravesarlo.

Entonces, es lógico pensar que en aquel universo pudieron ir más adelante, justo al vacío, ese lugar que por eones ha estado sin presencia del tiempo… incluso sin presencia de la realidad.

En ese universo el mismo científico también predijo lo que sucedería justo como en todos los universos en los que fue posible. Y en todos ellos el resultado era el mismo.

Al salir del borde de lo conocido no existe la expansión de Higgs, que es la burbuja dentro de la que «vive» la realidad, es en ella donde se originan las fuerzas, que a su vez forman la materia, que a la vez forman el tiempo y el espacio.

Entonces, al estar fuera de la realidad del tiempo y del espacio, al volver es posible ir a cualquier sitio en cualquier realidad, en cualquier tiempo, en cualquier espacio… porque se ha salido del flujo de todos ellos.

Si Dios existe, de seguro, fue el primero que estuvo ahí y volvió a crear el principio.

Sin duda un mensaje críptico del universo para decir que al salir de la realidad que todos ven, se deja de existir. Y al volver de un sitio en el que nadie ha estado, se crea un Dios.

Posibilidad 3: El fin

En el sin fin de posibilidades existió un tercer resultado y no era aquel en el que se regresaba a dentro de la realidad conocida infinitamente; tampoco era aquel en el que se fue más allá de la realidad conocida y se creó un Dios. El tercer resultado posible es que la nave y sus pasajeros quedan justo en el filo, en el ras entre la realidad y la nada.

Si, también eso también fue vaticinado por el mismo científico. Y de todas las explicaciones esta era la más compleja porque lleva a nada y a todo.

En el borde del universo, justo en el límite de las cuatro dimensiones conocidas, justo en la pared de la burbuja de la realidad, hay otra burbuja en la que a su vez hay otra burbuja y otra más y otra hasta el infinito.

Como el jabón que queda sobre el agua cuando se lava la ropa. Como a ese jabón el movimiento del agua le crea más burbujas, como las burbujas en el jabón estas se revientan a cada momento desapareciendo en un instante universos enteros.

Si alguien llegase a contemplar la creación y destrucción de universos enteros generaría una reacción en cadena que reventaría el resto de burbujas, como cuando se sirve gaseosa en un vaso y se toca con un dedo para que las burbujas desaparezcan.

Curiosa forma que tiene el universo de explicarnos que cuando se mete la nariz en asuntos que no son nuestros, las cosas salen muy mal.