Intruso

1.

Al principio solo eran ruidos, sonidos extraños que me despertaban a la mitad de la madrugada. Después algunas cosas que se movían misteriosamente durante las noches y que aparecían en otro lugar pero poco a poco todo fue empeorando. Nuestra casa, la casa de mis padres, lo que se suponía debería ser un lugar seguro y en donde había vivido mis 9 años de vida se convirtió en una pesadilla de la que hasta ahora es imposible despertar. Y todo fue mi culpa … Eso es lo peor de todo.

No era una construcción muy grande, estaba en una zona despoblada en donde antiguamente hubieron granjas y ranchos pequeños, también habían algunos sembradíos de maíz y varios pastizales para alimentar ganado, apenas estaban empezando a fraccionar. Eran superficies muy grandes, terrenos inmensos y solitarios llenos de árboles de eucalipto muy altos que parecían guardianes que estaban siempre mirándonos desde las alturas; había pocas casas y estas se perdían en medio de aquel ejército de gigantes, los mismos que cuando era otoño, soltaban montones de hojas muertas cada vez que soplaba el viento, estábamos completamente aislados. Por las noches nuestra morada parecía desaparecer en medio de aquel vacío, en medio de aquella desolación.

La casa era de un piso y estaba distribuida horizontalmente. Tenía la entrada principal en la cocina, luego a la derecha había un corredor largo con dos cuartos de un lado y la entrada a la sala del otro, este era el lugar favorito de mi madre: Yolanda, a ella le gustaba sentarse en su mecedora y mirarse en el enorme espejo que había mandado colocar en una de las paredes. Al fondo estaban mi recamara y el baño. En mi cuarto había una ventana de piso a techo con una vista privilegiada: primero estaban todas las flores de mi mamá, un tesoro personal que ella cuidaba con mucho amor y devoción y más al fondo muchos árboles y pequeños montes que en mi mente infantil se transformaban de un lindo paisaje a un horizonte infinito.

Para llegar a la casa desde la calle tenías que atravesar la mitad del terreno por un camino de tierra de unos 500 metros, todo rodeado de árboles y en la parte trasera, bien al fondo había una zona pantanosa de donde salían sapos y culebras en los tiempos de lluvia. Ese era mi lugar favorito para jugar, el estar ahí daba una sensación de libertad y aventura. En general era una zona tranquila, por lo menos hasta aquella noche que comenzó todo.

Yo estaba durmiendo, eran las 2:26 de la mañana cuando algo me despertó, abrí los ojos aún medio dormido y miré a mi alrededor, el cuarto estaba más oscuro que de costumbre, se sentía también un pesado silencio que me hizo sentir escalofríos.

De pronto escuché ruidos, pasos lentos, al parecer alguien estaba caminando en círculos en la azotea justo arriba de mi recámara, luego se detuvieron en seco, la habitación quedó en silencio por unos segundos y después escuché el sonido de una canica grande y pesada rebotando en el techo: primero rápido y después se fue espaciando, perdiendo fuerza poco a poco:

Tic tic tic tic tic, ti, tic, tic ….

Estaba acostumbrado a ver formas extrañas entre las sombras de los árboles y más de una vez me llevé un buen susto cuando intentaba descubrir figuras perdidas en la oscuridad, pero en esta ocasión, una sensación en mi estómago me decía que algo no estaba bien, el ruido continuó así que me acerqué a la ventana y abrí un poco la cortina, todo parecía en calma hasta que de la nada apareció un niño como de mi estatura que saltó desde la azotea y salió corriendo hacia la parte posterior del jardín. Con sorpresa lo seguí con la mirada hasta que se perdió rápidamente entre los árboles, corrió rumbo al pantano y cuando estaba a una distancia considerable se detuvo, giró y me miró, me quedé helado … cerré las cortinas asustado y volví a la cama en donde me tapé con las cobijas dejando solo descubierto un hueco pequeño desde donde podía ver la silueta del intruso caminando despacio hacia mi ventana. Me di cuenta de que había dejado una parte de la cortina abierta en el lado izquierdo pero era demasiado tarde para levantarme y cerrarla, él ya estaba ahí.

Comencé a temblar, la temperatura en el cuarto descendió, estaba helando, mis dientes comenzaron a castañetear sin control, el choque de mi dentadura generaba un cómico sonido que se escuchaba en todo el cuarto.

Dejó de moverse como si me hubiera escuchado, luego se deslizó despacio hacia el lado izquierdo, se movía lentamente, como si estuviera flotando.

Cerré los ojos unos segundos aguantándome las ganas de gritar y cuando los abrí de nuevo vi dos ojos vacíos mirándome fijamente desde afuera husmeando insolentes por entre el hueco de la cortina, las pupilas parecían apagadas, frías, sin color pero reflejaban una malicia que me hizo sentir completamente vulnerable.

Después silencio, pensé que se había marchado cuando se abrió la puerta del cuarto, se estaba acercando a la cama, se me secó la garganta, no podía gritar, estaba cada vez más cerca, sentí su respiración, entonces escuché la voz de mi madre:

– ¿Qué estás haciendo despierto a esta hora?- yo continué escondido debajo de la cobija, estaba muy asustado, no podía hablar.

-Afuera …. afuera ¡hay alguien afuera! – balbuceé.

Ella estaba de pie mirando por la ventana dándome la espalda.

– ¡Cállate! – Dijo en voz baja.

Miré hacia afuera, no había nadie.

-Había alguien ahí, yo lo ví – le dije- ¡Había alguien en la ventana!

Caminó sin miedo hasta la cortina y la abrió de par en par, no había nadie.

-No hay nadie- dijo -vamos a dormir- después salió del cuarto.

No lo hice, me quedé despierto vigilando la ventana, aterrorizado y con la angustia de que el intruso pudiera volver y con la incertidumbre de si lo que había pasado había sido un sueño o una espantosa realidad.

2.

Al otro día no pude estar tranquilo, la duda me estaba matando. Desperté muy tarde y me encerré en mi cuarto a esperar a que cayera la noche.

Esa vez fue peor, comenzó a la misma hora: 2:26 AM, primero despacio y luego fue en aumento, el ruido era más fuerte y más violento, arriba, el intruso corría de un lado al otro, descontrolado, luego se detuvo y después volvió a correr, tras unos segundos de silencio, escuché la canica rebotando de nuevo.

Tic tic tic tic tic, tic, tic, tic ….

Me armé de valor, tenía que descubrir lo que estaba sucediendo, caminé hasta la ventana y abrí un poco la cortina, estaba muy oscuro, los árboles se movían al ritmo del viento en una cadencia pavorosa como si estuvieran muriendo de miedo, igual que yo. Como si presintieran que algo horrible estaba por suceder, al igual que yo.

Abrí la ventana, saqué un poco la cabeza y el ruido cesó. Me incliné para ver mejor cuando se escucharon dos pasos más y luego otros dos, luego uno más, después se movió rápido y luego saltó hacia el jardín, escuché con claridad cuando se impactó contra el piso y vi de nuevo aquella extraña y pequeña silueta correr para esconderse entre los árboles.

Traté de ubicarlo, busqué por todos lados pero estaba demasiado oscuro, era muy fácil ocultarse entre las sombras, tuve un mal presentimiento y comencé a caminar hacia atrás para sentarme en mi cama, cuidando cada detalle de lo que sucedía allá afuera.

Suspiré profundo y me senté en la cama cuando sentí una presencia mirándome desde la puerta: era mi padre, estaba de pie mirándome fijamente, sus ojos parecían extraviados, caminó hacia mí, se sentó en la cama y comenzó a sollozar, luego se secó las lágrimas, se puso el dedo índice en la boca, me miró con los ojos exageradamente abiertos e hizo un sonido parecido a un zumbido:

-Shhhhhhhhhh – después de eso, salió del cuarto sin voltearme a ver.

La cortina se quedó abierta, volví a la cama y yo me quedé bajo las cobijas buscando resguardo, tenía ese extraño sentimiento de que me estaban mirando desde afuera, esa sensación incomoda cuando percibes una mirada desconocida sin saber de donde proviene. Me volví a poner de pie y caminé hasta la ventana. Ahora sabía lo que tenía que hacer, tenía que acabar con esto.

Nuestras miradas se encontraron en la oscuridad, yo sabía que me estaba mirando y estaba seguro que él sabía que yo lo estaba observando.

3.

– ¡Ven inmediatamente para acá! – Los gritos de mi madre me despertaron al otro día por la mañana.

Estaban en el jardín,salí.

-¿ESTÁS LOCO? – estaba totalmente colérica- ¡MIRA ESTO, ME VOY A VOLVER LOCA!

-Yo no fui, yo no fui, yo no fui- comencé a repetir.

Luego dijo:

-¿Quien fue? ¿Braulio? ¿Quien fue?

Mi padre la miraba en silencio, luego comentó:

-Yolanda … espera … –

Todas sus flores estaban completamente destrozadas, era evidente que no se podía rescatar nada.

-¡Yo no fui!-le dije a mi mamá.

-Ella me miró en silencio, estaba llorando.

¿Quien fue? – Preguntó.

Yo agaché la cabeza, sabía que dijera lo que dijera no me iban a creer.

Miré a mi padre:

– ¿Papá?- Dije con la esperanza de que me rescatara, él había estado en mi cuarto la noche anterior, pero él solo me miró.

Comenzaron a discutir entre ellos y a culparse mutuamente.

– Lo vi caminando ayer en el pantano, estaba en el pantano, lo vi Yolanda, yo lo vi – insistió mi padre.

– ¿Qué? – Le replicó ella – ¿Estás loco?

– Puede ser, no estoy seguro – contestó- después se metió a la casa.

Me quedé sentado en silencio mirando a mi madre mientras intentaba arreglar un poco sus flores. Ella no me dirigió la palabra ni una sola vez.

4.

Cuando dieron las 2:20 de la mañana tenía todo preparado para enfrentar y desenmascarar al intruso: Una linterna, cuerdas y un bate de beisbol eran mi poderoso arsenal. Los ruidos comenzaron puntuales, escuché como entró por la puerta de la cocina, salí al pasillo y caminé hasta el cuarto de mis papás, estaban dormidos, el intruso salió de la cocina y se metió a la sala.

Caminé intentando no hacer ruido hasta la sala. Avancé despacio con el bate de beisbol en las manos. No había nadie, no encontré nada, revisé detrás de los sillones, debajo de la mesa, nada, entonces lo vi por el espejo: en el techo de la sala, sostenido con las manos y los pies como si fuera una araña estaba el intruso mirándome desde arriba y nuestros ojos volvieron a encontrarse, entonces sonrió, sus dientes estaban maltratados, viejos, desgastados, se movió rápido hacia la pared como un insecto infernal y descendió velozmente hasta el piso, fue tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar, luego embistió hacia mi sin dejar de sonreír.

Intenté salir corriendo pero tropecé con una silla, caí estrepitosamente al suelo, el bate se me escapó de las manos y rodó hacia el otro extremo de la sala, intenté recuperarlo pero volví a caer y quedé boca arriba mirando el techo, de nuevo se esfumó, había desaparecido dejando abierta la puerta que daba al jardín, el maldito había escapado por ahí.

Tomé el bate y salí corriendo detrás de él, corrí sin dirección hasta que sentí los pies mojados, había llegado hasta el pantano, me detuve, estaba muy agitado, no se veía bien, estaba oscuro y decidí volver. Con los pies empapados, llenos de lodo y sacando las últimas fuerzas que tenía, corrí a toda velocidad rumbo a la casa, cuando estaba a unos 200 metros las luces se encendieron y mi padre salió corriendo al jardín mi madre iba detrás de él.

-¡Calma! ¡Calma!- Repetía mi mamá.

-¡BRAULIO! ¡HIJO! ¿EN DÓNDE ESTÁS? – Gritó mi padre.

-¡HIJO! – Ambos sonaban muy angustiados.

Algo no estaba bien, me detuve y los seguí mirando, entonces sus voces sonaron aliviadas:

-Ahí viene – dijo mi padre -¡Yolanda ahí viene!

Aún no puedo creer lo que vi:

-No puede ser- dije en voz baja.

Sentí las manos entumecidas, frías, inmóviles, ¿Qué estaba pasando? Luego escuché la voz de mi padre:

-Hijo, no te preocupes, todo está bien, ¡estás de regreso!, ven vamos a salir de esto – dijo

-¿Qué demonios? ¿Qué sucede? – balbucee para mi mismo.

Ahí estaban los dos, Papá y Mamá ¡abrazando al intruso! ¡abrazándolo fuerte como si fuera yo! ¡como si me hubieran encontrado! ¡lo estaban protegiendo!, le hablaban y lo abrazaban, pero, ¡no era yo! ¡no era yo! ¡NO ERA YO! ¡ERA EL INTRUSO!¡ ES EL MALDITO INTRUSO!

¿Cómo es posible?

Corrí hacia la casa a toda velocidad desesperado para advertirles a mis padres que estaban en peligro, pero cuando entré, una sorpresa terrorífica me estaba esperando:

La casa estaba vacía, mis padres habían desaparecido, recorrí todos los rincones, la sala, la cocina, mi cuarto. Nadie, no había nada, la casa estaba abandonada. Las paredes estaban derruidas y el piso viejo y gastado. En la sala solo encontré una enorme mancha de humedad en el sitio donde había estado el espejo de mi madre y en el piso regados había pedazos de vidrio cubiertos de polvo. Tampoco había flores en mi ventana y lo que alguna vez fue pasto verde ahora era una áspera maleza de arbustos espinados. Los árboles se secaron y el pantano se expandió por todo el jardín, cubriéndolo todo de lodo e impureza. ¡Imposible! ¡Imposible!

– ¿Estoy muerto? – Pensé.

Me senté en la azotea con la esperanza de que Graciela, mi madre apareciera por algún lado, tomé la canica que cargaba siempre en el bolsillo y …

Espera … ¿Graciela? ¿he dicho Graciela? Je, je, je, bueno …

Creo que no tiene caso seguir fingiendo o ¿tú que piensas? Sí, tú … tú que estás escuchando mi voz en tu cabeza y que por algo has llegado hasta aquí, déjame preguntarte:

¿De verdad creíste que yo era Braulio? ¿Te engañé no es así? ¿Eso pensaste?

No te preocupes, no eres el primero.

Eso es lo que hago, cambio tu mundo por el mío sin que te des cuenta. Me introduzco en tu vida y me robo tus sueños, tus esperanzas y tus ilusiones, tomo tu lugar en tu familia mientras tú, indefenso lo observas todo sin poder hacer nada, robo tu lugar como un usurpador, como un intruso … ¿ y ahora?¿ya sabes quien soy?

Esta vez se libraron de mi, pasa, pero el siguiente puedes ser tú, ¿te imaginas? no será difícil, ya estoy dentro de tu mente, he dado el primer paso …

Así que ahora cuando escuches algún ruido misterioso en tu casa o en tu cuarto, abre bien los ojos: significa que puedo estar cerca.

FIN

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