Un parpadeo, eso bastó. Abrir los ojos y ver cerrados los tuyos mientras nuestros labios jugueteaban apasionadamente entre la lujuria y el amor ¿Qué era exactamente? Una caricia ¿era un “Te quiero” o “Te deseo”? Te tenía, eso creí. El beso fue largo ¿un mes o dos? En estos momentos no sé medir el tiempo. Parecía eterno. Qué dulce fue saborear tu presencia, por un instante, sentí que duraría para siempre. Quería que lo supieras, pero parece que por más que lo gritara, no escuchabas. Arrimabas más y más mi cuerpo hasta que la brasa emitida por la excitación, gozo, ardiera tanto que la llama prendida en la emoción fuera una sola. La intensidad crecía. Quise decirte algo, pero mis labios atascados en tu mordisco, solo desearon ser tuyos. Cuando te creí mía, bastó cerrar los ojos para darme cuenta: fue mentira. El cuarto está vacío. Tu perfume se desvanece. Tu sudor se evaporó con tu recuerdo. Y yo me pregunto, solo, en mitad de la noche ¿Qué hice estos últimos meses?
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