Destellos de un azul profundo que cuando se mezclan con el sol, forman mi color favorito. Pequeñas líneas que cuando se mueven, dan paso a eso que me roba la concentración. Relieves que proyectan sombras que sólo dan ganas de estar bajo ellas todo el día. Suave y fuerte al mismo tiempo; un toque delicado que sabes que te puede sostener por todo el tiempo que necesites.
En ese momento no sabía que tenía que disfrutar más de esos segundos, que nada ni nadie se iba a comparar, que pronto se iba a acabar, que con todo lo que me iba a quedar de él eran recuerdos así, de los más bonitos que tengo y, al mismo tiempo, los que más duelen. Pero es mejor tener un montón de recuerdos que pueden alegrar el día, a tener que usar la imaginación por no arriesgarse a sentir dolor.
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