Poderes El Comienzo del Cambio

Poderes El Comienzo del Cambio

Luis Colmenares

01/05/2024

1. Secretos Familiares

El Castillo Hasana de la familia Sani se alza con majestuosidad e imponencia sobre el resto de las viviendas en la ciudad de Zaira, Nigeria. Sus columnas y pisos de mármol, techos de madera noble y su imponente altura, que triplica la de las estructuras circundantes, lo convierten en un complejo impresionante que ocupa más de cinco manzanas. El castillo está rodeado de exuberantes jardines e incluso cuenta con un pequeño lago. Es el hogar de Mary, una joven de una belleza cautivadora, con cabello negro, ojos llamativos adornados por largas y rizadas pestañas naturales, y labios gruesos siempre humectados.

Mary es la hija del gran Adebowale Niff, cabeza de la familia y propietario de un imperio empresarial, y de Claude Sani, una mujer dulce y heredera de las poderosas industrias que su esposo sigue expandiendo. Ambos son protectores de su única hija, a quien crían con cariño, proporcionándole una excelente educación y enseñándole la importancia de la disciplina.

Como parte de su rutina diaria, Mary se dirige a la impresionante biblioteca familiar por las tardes. Las estanterías se extienden por metros y metros, repletas de libros de diversos temas y organizadas cuidadosamente por autor, título y género. Para Mary, este lugar es un refugio donde puede sumergirse en el conocimiento y la imaginación sin límites.

Mary Sani solía pasar horas sumergida en cuentos de fantasía cuando era más joven, pero a medida que crecía, fue cambiando gradualmente hacia novelas y géneros más diversos. Un día, después de terminar su último ejemplar y en busca de una nueva lectura que capturara su atención y saciara su curiosidad, notó que su padre tenía algunos libros apilados en su escritorio. La mayoría trataba temas económicos que no le interesaban mucho, pero entre la pila de libros vio uno cuyo título llamó su atención: «Las reglas de la paz y la guerra» de Hasan Khan. Nunca había leído nada de este autor, lo que despertó su curiosidad aún más.

Como de costumbre, Mary pidió una limonada fría con menta, se acomodó en su cómodo sillón de lectura y comenzó a leer el libro. Para su sorpresa, lo terminó en diez minutos, pero en lugar de dejarlo a un lado, decidió leerlo nuevamente, esta vez prestando mucha más atención, deteniéndose en cada párrafo o frase que le llamara su curiosidad. Se vio inmersa en un debate interno de ideas, surgiendo muchas dudas y preguntas que decidió guardar hasta la hora de la cena, momento en el que vería a su padre y podría preguntarle más sobre la obra de Khan.

Ya en la hora de la cena, Mary se acercó a su padre con el libro en la mano. Sin embargo, notó una tensión en la voz de su padre cuando le preguntó:

— ¿Dónde encontraste ese libro?

— Sobre tu escritorio — respondió Mary.

— Creo que no es el tipo de lectura que sueles consumir — dijo su padre, con una expresión seria.

— Padre, ¿es cierto lo que dice? ¿Es verdad todo eso? — inquirió Mary, buscando respuestas.

— Mary, es un libro filosófico; puede ser interpretado de diferentes formas. — respondió su Adebowale, tratando de desviar el tema.

Sin embargo, Mary notó la evasión en la respuesta de su padre y sintió que había algo más detrás de esas palabras. Su curiosidad se avivó aún más, y decidió persistir en su búsqueda de respuestas.

Claude interrumpió la conversación entre padre e hija y agregó:

— Mary, cuando lees sobre caballeros que rescatan damiselas en apuros en castillos embrujados, ¿crees en eso? Los libros nos transportan a nuevos y emocionantes mundos. En filosofía, te planteas preguntas y la idea es que intentes encontrar respuestas a cada una de ellas.

— Pero madre, ¿has leído este libro? — preguntó Mary.

— No, cariño, pero podría leerlo para discutirlo entre las dos. — respondió Claude.

— No, madre, no entiendes. Si lo que dice este libro es verdad, quiero saberlo — respondió Mary, mostrando una determinación inquebrantable en su voz.

Su padre se acercó y le quitó súbitamente el libro de las manos, lo que desconcertó a Mary. Algo alterada, preguntó:

— ¿Por qué me lo quitas de esta manera? Devuélvemelo.

Adebowale ignoró por completo la pregunta de Mary y simplemente dijo:

— Cenemos, tengo hambre.

Claude intervino en la conversación, tratando de calmar la situación:

— Mary, cenemos primero. Después tendrás tiempo para saber más cosas de la vida.

Pero Mary persistió en su interrogante:

— ¿Es cierto lo que dice ese libro?

Sus padres ignoraron las preguntas de Mary y no se habló del libro en la cena. Cada vez que Mary intentaba acercarse al tema de las luchas de poder con un enfoque filosófico, su padre lo evadía de forma rápida. Así, la cena transcurrió sin tocar el tema del libro.

Después de la comida, Adebowale se retiró de la mesa, ya que tenía asuntos que atender. Mary, por su parte, se dirigió a la biblioteca, sabiendo que era habitual que tuvieran varias copias del mismo libro. Su curiosidad seguía latente y estaba determinada a encontrar respuestas por sí misma.

A la mañana siguiente, Mary pasó varias horas buscando entre las estanterías de la biblioteca de su casa, pero no logró encontrar ni el libro que había leído la noche anterior ni ningún otro escrito del autor. Decidida a obtener respuestas, solicitó a sus guardias que la llevaran a la biblioteca pública nacional, ubicada en el centro de la ciudad.

Al llegar, fue atendida por el encargado de la biblioteca, quien al revisar su base de datos, no encontró nada relacionado con el libro ni con el autor. A pesar de esto, Mary insistió en que realizaran una búsqueda exhaustiva. El joven se comprometió a buscar más información y a notificarle si encontraba algo.

Aunque Mary sabía que la biblioteca pública no albergaba grandes colecciones, estaba decidida a no quedarse de brazos cruzados después del comportamiento inusual de sus padres. Estaba determinada a conseguir una copia del libro y descubrir la verdad por sí misma.

Mary se dirigió a una librería que se encontraba a unas cuadras de la biblioteca pública; que era atendida por una anciana, y al pedir el libro, esta le respondió que nunca había escuchado hablar del autor ni del título. La anciana explicó que tenía más de cuarenta años trabajando en el negocio y que, aunque era imposible conocer todos los autores y libros de la historia, sentía que su conocimiento era suficiente para afirmar que no había escuchado hablar de Hasan Khan. Sugirió a Mary que revisara mejor el nombre del libro, ya que podría haberse equivocado, y que regresara si encontraba información más precisa.

Agradeciendo a la anciana por su ayuda, Mary regresó a su hogar para continuar su búsqueda. Pasó todo el día rastreando información, pero todas sus investigaciones resultaron infructuosas. A pesar de su persistencia, no lograba obtener respuestas claras sobre el misterioso libro y su autor.

Ya de noche, Mary encuentra a su padre en uno de los balcones del castillo, observando la noche y parte de la ciudad. Después de buscarlo por todas las habitaciones, se acerca a él y comienza la conversación. Adebowale admite que estaba pensando en hablar con ella sobre el contenido del misterioso libro que había encontrado. Mary se sorprende al escuchar que el libro no es simplemente filosófico, sino más bien un manual sobre cómo se generó, mantiene y hace crecer la fortuna familiar. Su padre le explica que este libro no está disponible en librerías ni bibliotecas públicas porque contiene información delicada sobre los secretos de su éxito financiero. En ese momento se percata que no tiene libertad mientras esté siendo vigilada por él, sabe que estuvo buscando respuestas fuera del castillo.

Mary, preocupada por la falta de libertad de los trabajadores y cuestionando la ética de mantenerlos sumisos, plantea la idea de la libertad y la autodeterminación. Sin embargo, su padre le presenta la historia de su familia, marcada por la pérdida de libertad en aras del poder y el dinero. Adebowale le pregunta a Mary si prefiere libertad o riqueza y poder, y ella, a pesar de todo, elige la libertad. Su padre revela entonces que sacrificó su propia libertad por el bienestar material de su familia, lo que lleva a Mary a preguntarse si tiene libertad para decidir su propio futuro.

Adebowale permanece imperturbable ante la tentativa de Mary de tomar el pequeño manual. Con gesto sereno, toma el libro antes de que pueda alcanzarlo y, dirigiéndose a ella con voz tranquila, le indica que es hora de ir a descansar.

Mary, confundida por la reacción de su padre y con más preguntas que respuestas, acepta su indicación y se retira a su habitación. Sin embargo, en su mente bullen las dudas y la necesidad de comprender lo que acaba de descubrir. Con la mente revuelta por las revelaciones de su padre y la sensación de desconfianza que ahora la embarga, Mary se retira a su habitación. Allí, toma su libreta, su fiel compañera de reflexiones nocturnas, y escribe:

«Querido diario

Hoy he descubierto que mi padre oculta más de lo que creía. Su negativa a hablar francamente sobre el contenido del libro y su reacción al intentar tomarlo, me hace dudar de su transparencia. ¿Qué secretos esconde realmente nuestra familia?

Además, la sensación de ser constantemente vigilada, de que mis movimientos son informados a mi padre, me hace sentir como si estuviera atrapada en una tela de araña. Ya no puedo confiar en los guardias ni en nadie más que en mí misma.

Necesito respuestas, necesito comprender la verdad detrás de todo esto. Pero ¿Dónde encontrarlas? ¿Cómo descubrir lo que mi padre se esfuerza por ocultar?

Mary«

Con la mente llena de incertidumbre y determinación, Mary se sumerge en sus pensamientos, buscando respuestas en el laberinto de secretos que rodea a su familia.

2. Encuentros y Desencuentro

Mientras tanto, al otro lado del mundo, en Nueva York, John Smirnoff, un hombre de estatura promedio con un físico entre atlético y fornido, y unos ojos grandes de color marrón, descubre que las finanzas de la empresa familiar están en números rojos. Los últimos años han sido muy difíciles para la comercialización de sus productos, con una demanda en constante declive. John se da cuenta de que necesita tomar medidas urgentes para remediar la situación. Aunque ha escuchado las historias de prosperidad narradas por sus ancestros, John comprende que el mundo ha cambiado y que enfrenta desafíos sin precedentes. A pesar de las hazañas financieras de su abuelo y de su padre en el pasado, John sabe que la situación actual es diferente y que se encuentra al borde de una catástrofe financiera.

Al igual que su padre, George Smirnoff, John solo sabe hacer una cosa que siempre ha funcionado y nunca le ha fallado. Se dirige al cementerio donde se encuentran las tumbas de sus padres, George y su madre, Eva Mary Williams. Ambos desaparecieron en un controvertido accidente aéreo, y aunque nunca se encontraron sus cuerpos, fueron declarados muertos semanas después del incidente. John, quien a menudo es visto en el cementerio hablando con ellos, les explica la situación actual de las empresas que heredó. Después de cambiar las flores en las lápidas, siente cómo las respuestas llegan a su mente. Decide comenzar una nueva campaña, pero para ello, necesitará hacer algunos aliados, y ya sabe por cuál familia comenzar.

Pero para llevar a cabo esos planes, necesita comenzar a mover las piezas del tablero, así que emprende un viaje de varias horas hasta Moscú para encontrarse con una vieja amiga de su padre llamada Varvara Petrov. No la ha visto desde que era apenas un preadolescente, y aunque apenas la recuerda, ahora necesita desesperadamente su ayuda, tal como lo hizo su familia en el pasado. Una vez que aterriza en el aeropuerto, se dirige directamente a la residencia de dicha familia, ubicada a varios kilómetros a las afueras de la ciudad.

Viaja hasta llegar a la residencia de los Petrov, una fortaleza en medio de un bosque propiedad de la familia. Con una sola entrada y salida, rodeada de altos pinos y grandes árboles, la sensación era la de estar dentro de una película. Detiene su vehículo en la entrada, donde se encuentra un intercomunicador que debe usar para anunciarse. Bajando la ventanilla, escucha una voz pidiéndole que se identifique; él responde: «John Smirnoff». Tras preguntar por Varvara, el enorme portón de hierro se abre lentamente, revelando su peso y tamaño imponente. John sube la ventanilla y entra a la vivienda.

Se pregunta si ya lo estaban esperando. Su padre solía contarle historias sobre cómo tenían contactos en todas partes y siempre estaban al tanto de lo que sucedía. A veces, George Smirnoff bromeaba con Maxim Magomedov sobre infiltrarse en este país sin ser detectados, pero nunca lograba sorprenderlo. Su padre tenía razón; los Petrov contaban con un grupo de espionaje de élite, y John tiene la sensación de que saben de su presencia desde que aterrizó.

Baja del auto y sube la escalera hasta la puerta, que se abre lentamente. En el umbral lo espera Varvara, quien, a pesar de haber pasado casi una década y de padecer una enfermedad senil, aún lo reconoce. Con una sonrisa débil, John se presenta:

— Hola, soy John Smirnoff. Mi padre fue un gran amigo de Maxim Magomedov, tu esposo. Debes ser Varvara. No estoy seguro si me recuerdas, pero yo a ti sí.

— ¡Oh, claro que te recuerdo! Has crecido mucho desde la última vez. Solías jugar con mis sobrinos, Tatiana e Iván. Por supuesto, entra. Cualquier hijo de George Smirnoff es bienvenido en mi hogar. Ha pasado tanto tiempo desde que supe algo de tu familia.

— Gracias, Varvara. ¿Iván y Tatiana aún están en Moscú? Hace tiempo que no sé nada de ellos. Además, creo que es hora de que nuestras familias inicien un nuevo proyecto juntas.

— No, no están en la ciudad en estos momentos. John, ¿te gustaría tomar algo?

— No, gracias. Estoy bien. ¿Y Maxim?

— Maxim falleció hace dos años. — dice Varvara un poco melancólica.

— Lo siento mucho, Varvara. Entiendo lo difícil que debe haber sido.

— Sí, fue muy duro. Maxim ya no era el mismo. Su enfermedad lo fue cambiando gradualmente hasta que un día ya no era él mismo. Finalmente, decidió poner fin a su sufrimiento. Jean Dupont fue el último en verlo, otro amigo de tu padre y de la familia.

— Lo siento, no sabía que había estado enfermo. Recuerdo las historias que contaban mis padres sobre sus amigos.

— Muy pocos sabían sobre su enfermedad. Pero, como sabes, esas son las cosas de la vida. Sophia, nuestra hija, ha tomado las riendas de la familia y de los negocios. A mi edad, ya no puedo hacer mucho. La llamaré para que puedan conversar mejor. Es como hablar con Maxim.

— Gracias, Varvara.

Varvara deja a solas a John en el gran salón, recordando que su padre nunca mencionó a ninguna Sophia. Los Petrov no podían tener hijos, y en sus numerosos viajes nunca había visto a una niña, solo a Tatiana. Su padre solía mantener vigiladas a sus amistades, al igual que los Petrov a la suya. Todos se seguían muy de cerca, desconfiando del mundo exterior. Le sorprendía saber que existía una heredera de los Petrov.

Bajando las escaleras del gran salón, una mujer de entre 28 y 30 años con cabello ondulado de color rojo y ojos azules que resaltan sobre su piel blanca y perfecta hace su entrada. Sus labios gruesos y rosados resplandecen al sonreír, mostrando unos dientes perfectos. Sophia posee un cuerpo atlético, con piernas hermosas que complementan su figura esbelta. Su nariz está finamente perfilada, añadiendo un toque de elegancia a su rostro y se presenta con John:

— Mucho gusto, mi nombre es Sophia Petrov. Tú debes ser John Smirnoff. Mi padre me ha hablado de tu familia. Debiste haber comunicado tu presencia con anticipación; así te habríamos recibido de otra forma. No me gustan las sorpresas. — Sophia muestra su preferencia por la comunicación previa y su desagrado por las sorpresas, revelando una personalidad directa y segura de sí misma.

— Lo tendré en cuenta para la próxima vez. Sí, así es. Mi padre nunca te mencionó, y cuando venía con mi familia de niño, nunca te vi.

— Viví fuera de Moscú durante muchos años. Una larga y muy aburrida historia.

— ¿Podrías contarme tu historia? Me intriga no haber sabido de ti antes.

Sophia se dirige a la barra del salón y, percibiendo el aroma de John, que le llama la atención, sirve dos vasos cortos con vodka, dándole uno a él mientras continúa:

— Mi padre era un personaje muy especial. De niña, estuve en Siberia y luego en China durante unos años. Después pasé por la India y terminé en varios países de Europa. Apenas estuve dos años seguidos en un país. Mi padre siempre temía que pudieran hacerme daño, especialmente después de su enfermedad. Su paranoia aumentó, sobreprotegiéndome como si fuera una princesa. En resumen, tuve una infancia promedio, feliz y llena de amor. ¿Y tú? ¿Qué puedes contarme de tu vida?

— No tengo mucho que contar, Sophia. Viví casi toda mi vida en Nueva York. Si tu vida te parece aburrida, no imaginas lo que ha sido la mía. Estudié lo que mi padre quiso que estudiara y trabajé en lo que él me ordenó. Seguí con los negocios de mi familia, lo que me llevó hasta aquí. Imagino que por la fama de los Petrov, antes de que mi vuelo aterrizará en el aeropuerto, ya tendrías un resumen de mi vida.

Sophia sirve el segundo trago en los vasos de ambos, y continúa:

— Sí, así fue, pero por cortesía pregunto. De esta forma sé cuándo me mientes, cuando no te interesa y cuando no dices la verdad.

— ¿Crees que siempre miento? — pregunta John, con un poco de sorpresa.

Sophia prosigue, dejando un momento de reflexión entre sus palabras:

— Aprendí que mentir y no decir la verdad son dos cosas distintas. Son similares en su ADN, pero diferentes en su forma y en su esencia.

Las palabras de Sophia no son del todo reconfortantes para John, pero decide seguir adelante con su propósito:

— Sophia, voy al grano. Quiero continuar trabajando con ustedes, como nuestros padres lo hicieron.

— ¿Qué tienes en mente? — responde Sophia, mostrando interés en la propuesta.

— Quiero activar los conflictos, algunos en Europa, algunos en el Medio Oriente, en Asia y América también podría ser — declara John.

Sophia asiente con comprensión, pero advierte con cautela:

— Armar un conflicto lleva algunos años. El renacer del nacionalismo lleva tiempo, pero controlo los medios de comunicación más grandes e importantes en las regiones. Puedo comenzar con eso, pero necesitamos un mártir; un detonante. ¿Tienes algo en mente?

— Tengo varias cosas en mente. Ya he trabajado en varios mártires, me adelanté y ya los creé. Pero hay que esperar el momento correcto. Iré a Sudamérica; hay una persona que quiero visitar, que sé que se unirá a nuestra causa.

Sophia observa a John con atención, mientras este expone sus ideas:

— ¿Causa? ¿Así lo llamas ahora? — ella pregunta con cierto escepticismo.

— Es la mejor causa. — responde John con convicción. — La guerra nivela, ayuda a los pueblos y a nosotros. Es la mejor estrategia y el mejor negocio que existe.

Sophia toma la botella de vodka y sirve directamente en el vaso de John, quien, aunque ya no quería más, entiende que ella quiere embriagarlo para observar su comportamiento. Por eso, trata de regular la bebida mientras continúan hablando:

— La mejor «causa» sería la paz, pero no existe una sin la otra. Son una misma moneda que gira en el aire, y esperamos ver cuál cara cae hacia arriba — reflexiona Sophia, con una mirada penetrante.

— La paz solo sirve para el rearme y reconstrucción. Esos son los peores tiempos. Pero ahora, nuestra generación prefiere pelear contra otros a cientos de kilómetros de distancia, detrás de pantallas y bajo la protección de sus techos — añade John, con una nota de amargura en su tono.

Sophia asiente, reconociendo la complejidad del mundo actual:

— Tengo una amiga que puede estar interesada en esperar a ver qué cara de la moneda cae. Pero recuerda, John, aún está girando. Este mundo ya no es como el de nuestros padres. Ahora todo es más complejo. Espero que estés diversificado, porque las armas por sí solas ya no son un negocio.

John que comprendiendo el mensaje le responde:

— Cuando la paz dé dinero, sembraré rosas. Pero por ahora, prefiero trabajar con plomo.

— Igual sembrar flores es bueno para llevar a nuestros difuntos. — responde Sophia y sonríe levemente ante la analogía.

El tono de la conversación se vuelve más sereno mientras continúan compartiendo sus perspectivas sobre el mundo y los negocios; pero John percibe la indirecta de Sophia, interpretando su comentario como una confirmación de que ella tiene información sobre sus movimientos desde Estados Unidos, pero decide no profundizar en ese tema y continúa con su propósito principal:

— Debo ir a Sudamérica para hacer todos estos planes. Necesitamos aliados y revivir todas las antiguas amistades.

Sophia asiente, añadiendo un matiz de misterio a sus palabras:

— Reavivar antiguas amistades es crucial. Y hay alguien que es importante para todo esto.

John encuentra a Sophia sorprendentemente hermosa, con una figura esbelta que parece esculpida por un artista y una melena pelirroja que cae en ondas suaves sobre sus hombros. Sus ojos azules, fríos y penetrantes, contrastan con su apariencia angelical, dando la sensación de que siempre está evaluando cada movimiento y palabra con una precisión quirúrgica. Aunque su aspecto podría sugerir fragilidad, John sabe que detrás de esa fachada se esconde un ser astuto y calculador, capaz de jugar sus cartas de manera peligrosa y estratégica. Se cuestiona por qué ella nunca estuvo en la residencia Petrov y por qué sus padres nunca mencionaron su existencia. Surgiendo en él una serie de preguntas sin respuesta: ¿Por qué estaba siempre fuera de Moscú? ¿Qué papel desempeña en la dinámica familiar? ¿Está realmente de su lado?, pero sabe que lo normal en las familias es esconder a sus hijos, para protegerlos ante la idea de enfrentarlos a este mundo, cosa que sus padres no hicieron con él.

John se cuestiona por qué ella nunca estuvo en la residencia Petrov y por qué sus padres nunca mencionaron su existencia. Surgen en él una serie de preguntas sin respuesta: ¿Por qué estaba siempre fuera de Moscú? ¿Qué papel desempeña en la dinámica familiar? ¿Está realmente de su lado? Sin embargo, sabe que lo normal en las familias de poder, es esconder a sus hijos, para protegerlos ante la idea de enfrentarlos a este mundo desde corta edad, cosa que sus padres no hicieron con él. Aunque con Sophia, todo parece ser una compleja red de secretos y estrategias, donde cada movimiento tiene un propósito cuidadosamente calculado.

Consciente de la importancia de mantener a los Petrov de su lado, John decide confiar y seguir adelante:

— Espero verte pronto. Debo partir hacia Sudamérica.

Sophia, por su parte, revela sorpresivamente sus propios planes:

— Estoy pensando en emprender un viaje con el velero de mi familia a Islandia. Tengo una aliada allí que es crucial para nuestros intereses. Pero antes, hay un asunto que debo tratar con ella. La última vez no quedaron las cosas en buenos términos entre nuestras familias ni entre nosotras.

— Los Schmitt, ¿verdad? — responde John, un poco sorprendido.

— Sí. Ahora Anne está al frente de las empresas familiares. Será más fácil si contamos con su apoyo.

John, que desconoce el vínculo entre ambas, se siente incómodo al saber que Sophia viajará a Islandia para tratar con Anne. Sin embargo, decide no intervenir por el momento y simplemente espera. Actuando como si no tuviera ninguna conexión con Anne, responde:

— Perfecto, espero que se nos una a nuestra causa. Debo irme, Sophia. Han pasado horas y necesito descansar. Mi avión me espera para partir a Sudamérica.

Sophia, con una ligera sonrisa, comenta:

— ¿A Sudamérica? Sin duda, estás buscando muchos conflictos.

— Necesito generar disputas para vender armas, y tú ganarás tu parte como siempre ha sido. Los Petrov y los Smirnoff, juntos nuevamente — responde John, con una mezcla de determinación y resignación.

Sophia afirma, aunque sus ojos muestran un atisbo de duda mientras observa a John:

— Sí, juntos otra vez…

A pesar de sus palabras, John percibe cierta tensión en el aire, pero decide no profundizar en el tema y se despide de Sophia, dejando atrás el intrigante encuentro en la fortaleza de los Petrov.

John se retiró de la casa de los Petrov, con la mente llena de preguntas sobre su próximo destino: ¿Por qué debía visitar la casa de Anne Schmitt y cómo la conocía? Nada de esto tenía sentido para él en ese momento, pero no tenía tiempo para reflexionar. Su mente estaba enfocada en garantizar que sus planes se cumplieran.

Al subir a su aeronave, los recuerdos de su infancia lo atormentaron. Recordó una de las peores palizas que su padre y su abuelo le propinaron cuando tenía unos ocho años. Fue por encontrarlo un día con los labios pintados, un gesto inocente pero que desencadenó la ira de su familia. Lo obligaron a asesinar a su perro como parte de un grotesco rito de iniciación hacia la masculinidad, según ellos. El recuerdo de clavar un cuchillo en el animal que amaba y en el que confiaba lo atormentaba profundamente. Desde entonces, nunca volvió a ver a otra mascota con los mismos ojos.

John odiaba profundamente a su abuelo Abraham Williams, padre de su madre, y a George Smirnoff, su propio padre, por todos los maltratos que sufrió y por lo que le hicieron a su madre. Los recuerdos dolorosos de su infancia lo acompañaban en cada paso que daba, recordándole el tormento y la crueldad que experimentó en manos de su propia familia. Sophia por su parte; se acerca a su madre Varvara con inquietud, planteándole sus dudas sobre John:

— ¿Recuerdas bien a ese chico?

— Los Smirnoff son como paraguas rotos; útiles cuando llueve, pero terminas un poco empapada si los usas, completamente mojada si los tiras, y corriendo como una loca si te tienes uno roto. Tu padre decía que Los Smirnoff son como fuego en invierno; te mantienen caliente cuando más lo necesitas, pero si te acercas demasiado, te puedes quemar. Son necesarios para sobrevivir, pero siempre llevan consigo el riesgo de daño.

— ¿Qué haría mi padre? — pregunto Sophia mientras acariciaba el cabello de su madre.

— Ser más inteligente que ellos. Sophia, caminar no es solo dar pasos, debes saber dónde poner tus pies.

— Madre, debo partir a Islandia. Los Schmitt siempre apoyaron a los Petrov, y es hora de volver a ver a Anne.

— Hija, ¿crees que será una buena idea ir a verla? — pregunto preocupada.

— No sé si es bueno, según parece no lo es, pero sé cuidarme. Iré a verla.

— Sé que puedes cuidarte. Lo decía por ella.

— Debo irme, madre. Vendré lo antes posible.

Sophia deja Moscú después de recibir la confirmación de su cuerpo de inteligencia sobre la salida de John del territorio ruso. Siguiendo la creencia de su padre y la certificación de su madre, reconoce que los Smirnoff son como espinas en su camino, dolores necesarios en su esquema de influencia. Luego, ordena a sus hombres que preparen el velero para zarpar hacia Islandia lo antes posible. Después de unas horas de preparativos, todo está listo para partir.

Una vez a bordo del velero, encuentra consuelo en la tranquilidad del mar. El capitán le asegura un viaje tranquilo mientras ella se sumerge en sus pensamientos. Decide pasar la noche en cubierta, contemplando las estrellas y rememorando los buenos momentos que vivió con Anne.

Entre sus memorias, Sophia evoca su primer beso con Anne, un momento especial que ocurrió durante un atrevido escape de los guardias que vigilaban a Anne. Corrieron hacia una feria, donde disfrutaron de los juegos mecánicos casi olvidados. En lo alto de la rueda de la fortuna, Anne sacó una bolsita de cuero que había tejido y le regaló un anillo de madera, prometiéndole su amor eterno y recordándole que siempre la tendría presente cuando lo viera.

Sin embargo, también rememora el doloroso final de su relación. Los gritos, las palabras hirientes que se dijeron, y los perdones que parecían insuficientes. El orgullo de ambas las mantuvo distantes, a pesar de los intentos por reconciliarse. A pesar de todo, Sophia anhela recuperar al menos su amistad, consciente de que Anne siempre ocupará un lugar muy especial en su corazón.

3. Reencuentro Acantilado

Cuando Sophia desembarca en uno de los puertos privados de Islandia, es recibida por el sonido reconfortante de las olas rompiendo contra la costa y el aire fresco del océano que acaricia su rostro. Al tomar su auto, se embarca en un viaje por una carretera solitaria que serpentea entre paisajes desolados y escarpados. Los acantilados que se elevan majestuosamente hacia el cielo la rodean, creando una vista impresionante a medida que avanza. Su destino es la imponente fortificación que se alza en lo alto de uno de esos acantilados, conocida como el lugar más seguro del planeta: la casa de la familia Schmitt.

La fortaleza fue concebida por el abuelo Schmitt, quien cultivaba paranoia respecto a ser acechado por desconocidos. Con el fin de resguardarse de miradas indiscretas y posibles amenazas, optó por ubicar su residencia en uno de los lugares más remotos de Europa. Aunque mantenía negocios y empresas en otros países, seleccionó este enclave como residencia permanente para su familia.

Sophia siempre, se siente impresionada por la grandiosidad y el aura de secreto que rodea a la fortaleza mientras se acerca. El camino solitario y la imponente presencia del lugar refuerzan su determinación de enfrentar lo que sea que la aguarde dentro de esas paredes.

Después de unos minutos de espera, Anne abre la puerta, aun vistiendo un pijama que no disminuye su impresionante belleza. Su aspecto salvaje y peligroso cautiva a Sophia: su cabello largo y rubio, casi blanco, está trenzado con habilidad, cayendo en suaves ondas sobre sus hombros y brillando con destellos dorados bajo la luz. Sus ojos verdes, profundos y penetrantes, reflejan valentía y sabiduría, mientras que su piel dorada, bronceada naturalmente, contrasta con sus labios gruesos y rosados, así como con sus grandes y blancos dientes. Anne observa a Sophia de arriba abajo y le pregunta con un toque de desprecio:

— ¿Qué haces acá?

Sophia, a pesar de sentirse algo incómoda, intenta mantener la compostura mientras responde:

— Hola, Anne. Estoy aquí para hablar contigo.

— Entiendo. ¿Qué es lo que necesitas? — Anne repite su pregunta, esta vez con una leve tensión en su tono de voz.

Sophia, consciente de la incomodidad del momento, busca suavizar la situación con una explicación:

— Lo sé, Anne. Entiendo que las cosas entre nosotras están tensas, pero vine por un asunto importante relacionado con nuestros negocios. ¿Podemos hablar en privado?

Anne, con una expresión que denota duda y quizás un poco de resignación, cede ante la petición de Sophia:

— ¿Este asunto va a llevar mucho tiempo, Sophia?

— Sí, sería bueno discutirlo con calma, y no en la puerta de una casa. — Sophia responde, tratando de transmitir calma.

Anne, después de un momento de reflexión, finalmente invita a Sophia a entrar y la lleva al salón principal, donde le ofrece un vaso de vodka. Aunque pensaba que el alcohol ayudaría a calmar las cosas, en realidad deseaba gritarle y abrazarla al mismo tiempo. Una mezcla de emociones la invadía, y quería mitigarlas. Sophia agradece la bebida, pero casi la deja caer; estaba nerviosa y sentía un vacío en el estómago, con las manos débiles y la mirada un poco nublada.

Anne, yendo directamente al punto, le pregunta a Sophia:

— ¿Has hablado ya con John?

Sophia responde con evasión:

— Anne, no hemos hablado desde aquella última noche.

— ¿Qué quieres hablar? — pregunta Anne, con una mirada que refleja su frustración.

Sophia intenta suavizar la situación:

— ¿Cómo has estado?

La respuesta de Anne es directa y algo cortante:

— Si te hubiera interesado saber cómo «he estado», lo habrías sabido. ¿A qué viene esta conversación? Te conozco bien, eres el ser más manipulador que existe. Tu maldad es inversamente proporcional a tu belleza y carisma. Eres muy peligrosa. Y ahora vienes a preguntarme ¿Cómo he estado? No te tengo miedo.

Sophia, intentando mantener la calma, sugiere:

— Y nunca deberás tenerlo. Creo que estás tensa, Anne. ¿Te puedo pedir otro vodka? Podríamos ir al balcón; ya está por anochecer y, si tenemos suerte, podríamos observar la aurora boreal… No vine aquí para pelear, sino para cerrar un ciclo y quizás recuperar lo que perdimos. Sé que cometí errores y estoy dispuesta a enfrentar las consecuencias.

Anne accede a dirigirse al balcón y ambas salen, sentándose en los enormes sillones con vistas al mar. Sophia rompe el silencio:

— Siempre me gustó este lugar, Anne. Me trae recuerdos de mi infancia. Creo que jamás te lo había dicho.

— ¿Pero si nunca estuviste en Islandia de niña? — pregunta Anne, con un tono de sorpresa.

A Sophia le recorre un frío en su cuerpo al recordar como conoce este lugar, pero ahora debe mentir y trata de inventar de forma rápida una historia:

— Mi padre solía contarme historias sobre las hadas de estas tierras cuando estábamos en Siberia. En los momentos más tristes, imaginaba un lugar así; esto es lo más cercano a lo que mi mente infantil podía imaginar.

— No te creo, Sophia. — responde Anne, con un dejo de incredulidad.

— Sé que es difícil de creer después de todo lo que pasó la última vez, pero créeme, me gusta este lugar.

Sophia sirve dos vasos más de vodka y, al entregarle uno a Anne, se sienta a su lado, permitiéndole mantener cierta distancia. Ambas se quedan en silencio, contemplando el mar, hasta que Anne finalmente rompe el silencio:

— ¿Qué piensas, Sophia?

— Estaba recordando la primera vez que mi padre se sintió orgulloso por mí.

— ¿Y cuándo fue?

Mientras observaba el horizonte, Sophia se sumergía en sus recuerdos, especialmente en su relación con su padre. Recordaba lo que escuchaba de los trabajadores de la residencia Petrov, quienes le contaban historias sobre los difíciles momentos que vivieron.

En uno de los peores veranos conocidos, nació una niña, fruto del matrimonio Petrov, después de años de intentar concebir un hijo que no llegaba. El padre ansiaba un varón, que pudiera continuar con el linaje de siglos y hacerse cargo de los negocios familiares. Sin embargo, Maxim, el padre, ya estaba lidiando con una terrible enfermedad que lo había transformado, afectando su memoria y su movilidad, convirtiéndolo en una persona irreconocible. Tomaba decisiones erróneas y se volvía agresivo y malvado.

Cuando Maxim se dio cuenta de que su único descendiente era una niña, sintió rabia y trató de acabar con ella. Su madre intervino para protegerla, pero esto solo intensificó la tensión en el matrimonio. La niña, aunque parecía frágil y débil, era enérgica y siempre buscaba causar problemas, sin un motivo aparente.

Los años pasaron y Maxim nunca desarrolló afecto por la niña. Su apariencia escuálida y pálida, sin los genes masculinos que él deseaba, lo hizo sentir que estaba defraudando a sus ancestros. Sophia creció sintiendo el rechazo de su padre. Recuerda consumir calmantes desde pequeña, volviéndose adicta, y tener una sobredosis que casi termina con su vida.

En el cumpleaños número 6 de la niña, Maxim la lleva a Siberia, donde su familia era dueña de un campo de concentración y trabajos forzados. Allí la abandona, pero a diferencia del resto de los reclusos, la niña tenía algunos privilegios. Tenía una habitación compartida con tres niñas de más o menos su edad: Lika, Natasha y Dasha. Mientras que el resto de los prisioneros vivían en galpones llenos de catres de varios pisos. Además, tenía acceso a un baño compartido solo con las otras niñas, mientras que los demás tenían que usar letrinas comunales, donde el olor era insoportable.

Maxim visitaba a su hija cada seis meses, aunque siempre mantenía distancia y autoridad en su trato. En raras ocasiones, cuando su enfermedad no lo controlaba, se volvía cariñoso y amable. En esas noches afortunadas, dormía junto a ella y le contaba cuentos de hadas. Sin embargo, estas muestras de afecto eran escasas, ocurriendo solo dos o tres veces desde la llegada de la niña al campo de concentración.

Pasaban los días y las semanas en el campo de concentración, y la niña no lograba comprender del todo lo que ocurría a su alrededor. La muerte era una presencia constante y familiar. Cada madrugada, se despertaban en su habitación compartida, las cuatro niñas abrazadas, y se dirigían al baño con premura. Tenían poco tiempo para salir y formarse en el patio, donde los hombres pasaban lista.

El desayuno consistía en un vaso de avena y un pedazo sucio de pan, una ración escasa que apenas alcanzaba para mantener a todos, quienes se encontraban visiblemente demacrados y delgados debido a las duras condiciones de vida en el campo.

En estos campos de trigo, todos los reclusos, sin distinción de edad o género, se veían obligados a trabajar a mano, mientras que cualquier forma de distracción estaba estrictamente prohibida. Los guardias consideraban cualquier signo de holgazanería como motivo de castigo inmediato. Por lo tanto, un silencio opresivo envolvía los campos, solo interrumpido por el constante sonido de las manos trabajando la tierra y los escasos trinos de las aves que merodeaban, intentando arrebatar algunos granos. Era un entorno desolador, donde reinaban la monotonía y el sufrimiento sin oposición.

Los días se volvían tediosos y monótonos, marcados por una rutina implacable. Conforme se acercaba su duodécimo cumpleaños, Sophia sentía crecer dentro de ella una rebeldía indomable. Sin embargo, cada acto de desafío era recibido con castigos aún más severos. A pesar de la escasez de comida, aprendió a sobrevivir alimentándose de pequeños insectos y algunas hierbas que encontraba cerca de su habitación.

Con el tiempo, los castigos evolucionaron, pasando de simples golpes a métodos más crueles. Los baños de agua fría se convirtieron en una tortura habitual, y los encierros en los estrechos huecos se volvieron más frecuentes. En esos espacios claustrofóbicos, apenas podía moverse, incapaz de ponerse de pie debido a la baja altura y sin espacio suficiente para sentarse o arrodillarse. La total oscuridad que reinaba en esos lugares solo aumentaba el horror de su confinamiento.

En una osada maniobra durante la madrugada, Sophia vislumbró una oportunidad para escapar. Burló la vigilancia de tres guardias y se lanzó a correr por los campos de trigo, desesperada por alcanzar la libertad. Sin embargo, su intento fue efímero, pues dos días después fue capturada y arrastrada de vuelta a la oscura prisión del campo de concentración.

En aquel lugar de pesadilla, fue sometida a una brutal paliza por los mismos hombres a quienes había logrado evadir. Después, sin piedad, la agredieron sexualmente y también a sus tres compañeras de cuarto, repitiéndose en varias ocasiones; sumiendo a Sophia y sus tres amigas en un tormento indescriptible. A pesar del horror que enfrentaba, ella luchó con todas sus fuerzas, arañando, pateando y golpeando a sus agresores. En un acto de desesperación y valentía, logró arrancarle un trozo de oreja a uno de ellos antes de sucumbir ante el dolor y la oscuridad de su calvario, donde por este acto permaneció semanas es aislamiento total.

Pasaron algunas semanas y la habitación se iluminó repentinamente cuando abrieron la puerta, revelando a Sophia en un estado desgarrador. Desnuda y desprovista de toda dignidad, sostenía en su mano un rudimentario puñal tallado de forma improvisada por ella misma. Con los ojos llenos de odio y el semblante endurecido por el sufrimiento, estaba lista para enfrentar al guardia que osara ingresar.

La figura de su padre, Maxim, se recortó en la entrada, y aunque su rostro reflejaba sorpresa y preocupación, sus palabras resonaron con autoridad y una pizca de súplica. Le instó a soltar el arma improvisada; que era el cuchillo de madera que había tallado y una soga rudimentaria que había construido con sus ropas, reconociendo el peligro latente en la habitación. Sophia, con sus ojos aun ajustándose a la repentina luz, no cedió de inmediato, manteniendo una postura defensiva mientras evaluaba la situación con cautela.

Maxim, con gesto firme y decidido, se despojó de su abrigo y se lo colocó a Sophia para resguardarla del frío y la vergüenza. Con ternura, la condujo fuera de aquel lúgubre calabozo hacia su oficina, donde la instaló en una silla con cuidado. Sin titubear, llamó al jefe del centro, exigiendo que localizara a los responsables del ultraje sufrido por su hija y los llevara ante él sin demora, al igual que a las tres niñas que la acompañaban para tratar de entender por completo lo sucedido.

El jefe del centro, cumpliendo con la orden con diligencia, reunió a los culpables y a las tres niñas que compartían la habitación con Sophia. Ante la mirada penetrante de Maxim, quien empuñaba una pistola, preguntó a su hija si sabía manejar el arma. Sophia, con una confianza sombría en sus ojos, asintió en silencio, mostrando que estaba lista para lo que fuera necesario.

Maxim le da un arma a Sophia, quien apuntó sin titubeo al primero de los guardias que la había ultrajado tantas noches a ella y sus tres amigas, pero en un giro inesperado de los acontecimientos, cambió el objetivo y disparó contra el jefe del campo. El sonido atronador del disparo llenó la habitación, seguido de un silencio mortal cuando el hombre cayó herido de gravedad, luchando por respirar mientras su vida se desvanecía.

Un segundo disparo resonó en la habitación, pero esta vez falló. Sophia respiró hondo, tratando de mantener la calma mientras volvía a apuntar. Otro disparo erróneo rompió el aire antes de que las balas finalmente encontraran su objetivo. El jefe del centro yacía en el suelo, su vida se escapaba rápidamente de su cuerpo, sobre un charlo de su propia sangre.

Sophia, con una frialdad en su mirada, volvió su atención hacia los guardias restantes. Uno a uno, los alcanzó con precisión, disparando a sus piernas hasta que el cargador se vació por completo. Devolvió el arma a su padre, solicitándole un momento para salir a buscar algo. Maxim, con manos firmes, tomó el arma y la recargó con destreza. Mientras tanto, las niñas, temblando de terror, yacían en el suelo, tapándose los oídos, incapaces de comprender la violencia que acababan de presenciar. El jefe de los guardias permanecía petrificado y muriendo lentamente; junto a los cuerpos de los guardias caídos quejándose por las heridas, rodeados por un charco de sangre que manchaba el suelo.

Sophia, envuelta en una mezcla de sangre, suciedad y odio, avanzó hacia los guardias restantes con el cuchillo de madera y el trapo convertido en soga en sus manos. Sin una palabra, sin un rastro de vacilación, comenzó su violenta tarea. El primer guardia recibió múltiples puñaladas hasta que su vida se desvaneció entre espasmos de dolor y debilidad. El segundo, luchando por su último aliento, fue sometido por el improvisado lazo, que se cerró implacablemente alrededor de su cuello hasta que cesó de respirar, que intento por momentos defenderse pero se encontraba muy debilitado.

El tercer guardia enfrentó el implacable ataque de Sophia, quien lo apuñaló en el cuello de forma fría. Aunque tuvo la oportunidad de acabar con él de un solo disparo, optó por mantenerlo con vida solo el tiempo suficiente para que su mirada se encontrara con la suya, un silencio cargado de significado que precedió a su muerte, mientras lo apuntaba con el arma.

Con la tarea completada, Sophia se volvió hacia las tres niñas, las compañeras de su dolor y sufrimiento durante seis largos años, varios de ellos con constantes violaciones de los guardias que yacían muertos a su lado. El pulso le temblaba, pero se obligó a mantenerse firme mientras las apuntaba, por lo que sujeto el arma con ambas manos y, con un estallido ensordecedor, una a una, sus vidas llegaron a un abrupto final, momento en el que una lagrima recorrió su sucio rostro.

Maxim, observando el despliegue de fuerza y crueldad de su hija, sintió un inesperado destello de orgullo. Después de seis años de horror y sufrimiento, finalmente decidió que era hora de llevarse a Sophia lejos de ese lugar, lejos de aquel infierno que había sido su prisión.

Sophia se sumerge de nuevo en la conversación, aunque su mente todavía cargada con los recuerdos dolorosos del pasado. Anne, curiosa por conocer más sobre Sophia, pregunta con interés sobre aquel momento de orgullo paterno. Sophia, consciente de que su pasado está lleno de sombras y secretos, elige compartir solo un destello de luz en medio de la oscuridad.

— Fue la primera vez que gané un campeonato de equitación, uno de los días más felices de mi vida. Mi padre estaba orgulloso; su pequeña niña había logrado, después de años de esfuerzo, su primer trofeo.

— ¿A qué edad lo ganaste?

— A los doce años.

— ¿Y recuerdas a tu caballo?

— Tenía tres yeguas hermosas, Lika, Natasha y Dasha.

— ¿Y aún las cabalgas? — pregunta Anne interesada en conocer un poco más.

— No, murieron en el establo en un accidente; es una historia muy triste. Ahora no quisiera contarla, Anne. — notablemente triste responde Sophia.

Sophia elige proteger a Anne de los detalles más oscuros de su pasado, prefiriendo compartir solo una parte de su historia que evoca sentimientos de alegría y orgullo, antes que sumergirse en el dolor y la tragedia que ha marcado gran parte de su vida.

El momento se vuelve íntimo y lleno de conexión entre Sophia y Anne. Envueltas en un abrazo reconfortante, Anne busca consolar a Sophia, ofreciéndole palabras de esperanza y afecto. Sophia, en su vulnerabilidad, encuentra consuelo en el contacto físico y emocional con Anne.

El beso en la mejilla de Anne y el tacto suave de sus manos transmiten una sensación de calma y seguridad. Sophia, dejándose llevar por la ternura y la cercanía, se entrega al momento compartido con Anne. Despojándose de las barreras físicas, se sumergen en la intimidad de sus cuerpos entrelazados, explorando cada centímetro de piel con manos curiosas y caricias suaves. El deseo crece entre ellas, intensificando la conexión emocional que comparten. Sophia, liberada de sus cargas pasadas al menos por un momento, encuentra en Anne un refugio seguro donde puede expresar su amor y su dolor. Juntas, encuentran consuelo y pasión en los brazos la una de la otra.

El momento se vuelve intenso y apasionado, con Anne y Sophia entregándose completamente una a la otra. La sensación de deseo y anhelo se hace palpable en el aire, cada beso y caricia avivando el fuego que arde entre ellas. Anne se siente embriagada por el aroma y la suavidad de Sophia, su cuerpo respondiendo con fervor a cada roce y contacto. La pasión las consume, llevándolas a un estado de éxtasis compartido donde solo existen ellas dos y la conexión profunda que comparten.

Anne se acurruca junto a Sophia, sintiendo el calor reconfortante de su cuerpo mientras observa la aurora boreal danzar en el cielo nocturno. Aunque su mente vaga por los recuerdos dolorosos de la pérdida de sus padres y la incertidumbre sobre su destino, el amor y la conexión que siente con Sophia le brindan un respiro de paz y consuelo.

Sophia, dormida y serena, parece ser la personificación de la tranquilidad en medio de la tormenta. Sus suaves respiraciones y el suave roce de su piel contra la de Anne son como una melodía suave que calma el corazón agitado de Anne.

Aunque sabe que hay responsabilidades y desafíos que enfrentar, en ese momento, Anne se permite sumergirse en la calidez del momento presente, encontrando consuelo y felicidad en los brazos de Sophia. Es como si el mundo se detuviera por un instante, permitiéndole saborear la dicha de estar junto a la persona que ama. Mientras la aurora boreal ilumina el cielo con sus destellos de colores brillantes, Anne se siente agradecida por este precioso momento de paz y amor, prometiendo aferrarse a él con todas sus fuerzas, incluso cuando las sombras del pasado y las incertidumbres del futuro intenten oscurecer su camino.

4. Conociendo al Autor

Mientras en Zaira, Nigeria, Mary se dirige a la Biblioteca de la Universidad, donde después de horas y horas de lectura, logra encontrar una tesis de grado en la que se menciona a Hasan Khan, escrita por un autor llamado Amir. Consciente de que pedir a sus guardias que averigüen dónde vive este joven podría alertar a su padre, Mary decide buscar entre los profesores. Finalmente, entabla una conversación con una catedrática llamada Alika y le explica su interés en Amir y Hasan Khan. Después de un diálogo, Alika le proporciona la dirección que busca, que es la del autor de la tesis que se encontraba en ciudad.

Decide dirigirse a la casa de Amir. Al tocar la puerta, el joven la reconoce de inmediato y la invita a entrar en su modesta morada, realizándole una reverencia. Mary le pide amablemente que deje de hacerlo y que la trate con naturalidad. Con cierto temor, el chico le pregunta:

— Señorita Mary, ¿a qué debo el honor de tenerla aquí en mi casa? No tengo mucho, pero si necesita algo, haré lo posible por ayudarla.

— Por favor, dime simplemente Mary y tutéame. Me siento incómoda cuando me tratan con tanta formalidad.

— Lo siento, Mary. ¿En qué puedo ayudarte?

— ¿Hiciste una tesis de filosofía donde mencionaste a un autor llamado Hasan Khan? ¿De dónde lo conoces?

Al escuchar ese nombre, Amir mira de soslayo a los guardias que la acompañan y luego a los ojos de Mary, repitiendo que no sabe de qué habla y que no conoce a ese autor. Mary ordena a sus guardias que los dejen hablar en privado, pero ellos le explican que su padre les ha prohibido dejarla sola, especialmente con alguien de tan baja clase social como él. Amir asiente y le explica que tienen razón, añadiendo que además él no puede ayudarla.

Mary agradece a Amir y se despide, regresando a su castillo con rabia y frustración. Sabe que la información no le fue proporcionada debido al temor de su familia y se siente cada vez más confundida y enojada. Consciente de que no encontrará respuestas en la biblioteca de su casa, pasa la noche en vela pensando en cómo obtener la información que necesita.

Pasada la medianoche, escucha un golpe en la puerta de su balcón y, a punto de gritar de pánico, decide acercarse con cautela. Con voz baja, pregunta quién es, recibiendo como respuesta la voz de Amir. Sin dudarlo, lo hace entrar a su habitación. Observa su aspecto impecable y se da cuenta de su impresionante estatura y sus rasgos definidos, que denotan determinación y carácter. Sus ojos oscuros y expresivos brillan con inteligencia y calidez, transmitiendo una mirada penetrante que revela sabiduría y fuerza interior.

Amir comienza a hablar:

— Señorita Mary, esta habitación es más grande que todas las casas del barrio donde vivo; tiene más muebles que toda mi familia. Cuando fue a mi casa, no pude decirle que Hasan Khan es un escritor de Dubái. Leí tres de sus libros: «Las reglas de la paz y la guerra», «La línea delgada» y «cien por ciento de cien». Son escritos muy profundos que exploran nuestra sociedad. No estoy seguro de hasta qué punto son verdaderos sus pensamientos.

Mary, intrigada, pregunta qué más sabe de él.

— Vive en Dubái y es el propietario de Opodo, un mega consorcio con empresas en diversas áreas, como construcción, turismo y petróleo. Algunas de esas empresas podrían estar relacionadas con tu familia, pero no pude averiguar más detalles.

— ¿Por qué no me contaste esto antes Amir?

— A los Sani, tu familia, no les agradan esos temas. Mi tesis fue rechazada varias veces, hasta que una profesora la aprobó. Pero luego, mi padre murió en un accidente en una de las empresas de tu familia y mi madre, consumida por el dolor, también falleció. Mis hermanos y yo luchamos por esclarecer los hechos, pero recibimos becas repentinas para estudiar en el extranjero. Mis hermanos tomaron las becas y desaparecieron. Decidí vivir mi vida y alejarme de esos temas.

— Lo siento, Amir. Es extraño todo lo que me estás contando.

— Así es, Mary. Pero comprendí que la vida debe ser vivida y no podemos estar siempre aferrados al pasado.

— ¿La catedrática que te ayudó es Alika.

— Sí, ¿Mary cómo lo sabías?

— Ella me dio tu dirección y es la única que mencionó algo sobre Hasan Khan

Mary, con el rostro lleno de sorpresa e incredulidad, le pidió a Amir que se quedara tranquilo y que investigaría todo lo que le había contado. Sin embargo, Amir le rogó que no lo hiciera. Él pensaba que fueron una serie de sucesos desafortunados y que no tenían nada que ver con su familia. Le pidió que no insistiera, ya que todos sus seres queridos estaban reunidos en el cielo y lo cuidaban desde allí. A pesar de sus súplicas, Mary insistió, argumentando que no podía dejar las cosas así. Amir le dijo que debía irse y que sabía cómo entrar al castillo porque había trabajado allí como limpiador años atrás, por lo que conocía muchas formas de burlar a los guardias. Se despidieron y Mary quedó con más preguntas sobre el libro y Hasan Khan en su mente.

A la mañana siguiente, después de desayunar, Mary se dirigió a la biblioteca pública. Para su sorpresa, el joven que la había atendido la primera vez no estaba allí. Al preguntarle a la nueva empleada, esta no tenía información sobre él. Esto despertó las sospechas de Mary. Al acercarse a la estantería donde se encontraba la tesis de Amir, se dio cuenta de que ya no estaba. Al volver a preguntarle a la nueva empleada, esta le dijo que era su primer día y no sabía de qué estaba hablando.

Decidida a obtener respuestas, Mary volvió a la casa de Amir. Después de una charla superficial, pidió permiso para usar el baño. Una vez dentro, tomó su pintalabios y escribió en el espejo: «Te espero en mi casa esta noche. Dejaré la puerta del balcón abierta». Luego, salió del baño y pidió a sus guardias que la acompañaran de regreso al castillo

En la tarde, Mary dedicó un tiempo a entrenar. Le apasionaba practicar artes marciales, ya que le permitía desconectar de la realidad y encontrar un momento de calma en medio de la ansiedad. Mientras practicaba, observaba su reloj, notando que la medianoche se acercaba rápidamente. Sentía que la espera se hacía interminable.

Finalmente, casi a medianoche, escuchó con cuidado cómo abrían la puerta de su balcón. Era Amir. Mary lo invitó a pasar y le preguntó cómo había estado:

— Pasa, Amir. ¿Cómo te ha ido? — preguntó Mary.

— Bien, señorita Mary — respondió Amir.

— Te he dicho que me llames solo Mary — replicó ella con una sonrisa amable.

Amir le comentó que había leído el mensaje que dejó escrito en el espejo de su baño y le preguntó si había ocurrido algo. Mary le contó que había ido a la biblioteca de la Universidad y descubrió que habían retirado su tesis. Luego, le preguntó a Amir cómo había conseguido el libro de Hasan Khan. Cuando trabajaba aquí en el castillo, solía visitar la biblioteca en la hora del almuerzo. Buscaba títulos extraños que no encontraba en la biblioteca pública. Un día, encontré el libro de Hasan Khan. Lo leí muchas veces hasta que comprendí su contenido real, explicó Amir.

— Intrigante. ¿Cuál es ese contenido real? — indagó Mary.

— El resultado de mi tesis es que es imposible que un grupo de personas sea capaz de controlar el destino de los demás, pero si eso llegara a suceder, sería extremadamente peligroso y arriesgado

— ¿Y tú qué piensas, Amir? — preguntó Mary con curiosidad.

— Yo creo que, aunque es poco probable, hay algunas verdades que sugieren que sí podría ser posible. Siempre ha habido familias poderosas que han influenciado gran parte de la historia de la humanidad. Son lo que algunos llaman «el poder en las sombras» — reflexionó Amir.

En ese instante, se escucharon ruidos fuera de la habitación, lo que hizo que ambos se quedaran en silencio. Amir decidió que era momento de irse del castillo, pero Mary le pidió que encontraran una forma de comunicarse, ya que estaba muy interesada en saber más sobre su tesis y lo que pensaba que estaba sucediendo. Amir sugirió un plan: cuando Mary necesitara hablar con él, debería ir a la biblioteca, pedir el libro «Huesos Cruzados y Paralelos» y dentro encontraría una nota de él. De esa manera, podrían mantenerse en contacto y él regresaría al castillo.

Pasaron semanas y semanas, y Amir y Mary comenzaron a reunirse cada vez más seguido, compartiendo largas conversaciones sobre diversos temas. Durante una de esas charlas, Amir le contó la historia de su familia y cómo perdieron las tierras que poseían, y terminaron trabajando en las empresas de la familia Sani. Amir compartió:

— Mary, mis padres dedicaron toda su vida a trabajar en las empresas Sani, en tierras que pertenecían a nuestros antepasados. Cuando leí el libro de Hasan Khan, noté que era la historia de nuestras familias y de todo el pueblo, habla de cómo apoderarse de los recursos y luego hacerlos trabajar para ellos. Es un concepto muy antiguo que los grandes reyes de la historia utilizaron, pero que aún hoy sigue presente. No puedo afirmar que sea cierto, ya que no viví en esa época, pero resulta difícil no ver las similitudes.

— ¿Puedo preguntarte cómo murió tu padre? — interrogó Mary.

— Estaba trabajando en la línea de armado de cajas, pidió permiso para ir al baño, resbaló dentro, golpeó su cabeza en el lavamanos y perdió el conocimiento. Fue hallado una hora después por su amiga — respondió Amir con pesar.

— ¡Qué horrible accidente! — exclamó Mary, consternada.

— Sí… Y luego mi madre cayó en una profunda depresión, consumida por el dolor y la nostalgia de mi padre. En el hospital le dieron unas pastillas para calmarla, pero una tarde la encontraron inconsciente. La llevaron al hospital, aún con vida, pero falleció esa misma noche. Pasaron seis meses entre la muerte de mi padre y la de mi madre — añadió Amir, con tristeza en su voz.

— Es realmente desgarrador, Amir. No tenía idea de la magnitud de la tragedia — respondió Mary, conmovida por la historia de Amir.

— Lo que más lamento es que mis padres no pudieron verme graduado. Mis hermanos y yo quedamos devastados, pero tratamos de terminar nuestros estudios en honor a ellos. Yo continué en la universidad, y mis hermanos en la preparatoria. Con la ayuda de algunos familiares y amigos, logramos terminar.

— ¿Y qué pasó con tus hermanos? — preguntó Mary, interesada.

— Mis hermanos ganaron la Beca Karl Umar, en honor a tu abuelo, para estudiar ingeniería en Inglaterra. La aceptaron y se fueron juntos a estudiar a Berlín. Después de eso, perdí contacto con ellos. Quiero creer que están felices y que pudieron superar todo lo que vivimos aquí. No intenté buscarlos, prefiero pensar que eligieron olvidar todo. — respondió Amir con resignación.

— ¿Intentaste contactar con ellos en algún momento? — preguntó Mary.

— Recibía cartas de ellos cada semana, pero un día, sin previo aviso… desaparecieron — concluyó Amir, con un dejo de tristeza en su voz.

Pasaron las noches y las conversaciones, y su amistad se volvió cada vez más estrecha, compartiendo confidencias y creando un lazo especial. Mary solía llevar galletas y bebidas para compartir durante sus encuentros, que pasaron de ser esporádicos a ser una rutina todas las noches del mes. En una de esas conversaciones, Amir compartió una idea con Mary:

— Tú tienes los recursos y el tiempo… ¿Por qué no vas a conocer a Hasan Khan? — sugirió Amir.

— Tendría que viajar a Dubái, nunca he estado en Emiratos Árabes Unidos — respondió Mary, intrigada por la propuesta.

— Mary, tienes los medios y el tiempo para hacerlo. Podrías ir —insistió Amir.

— ¿Irías conmigo? — preguntó Mary.

— No tengo dinero y debo trabajar, además de los gastos mensuales que debo cubrir — explicó Amir, con una nota de resignación en su voz.

A pesar de las limitaciones de Amir, Mary se entusiasmó con la idea y comenzó a idear un plan para lograrlo. Decidió inscribirse en un torneo de artes marciales mixtas que se celebraría en Dubái como una forma de justificar su viaje. Comenzó a entrenar con más intensidad y se decidió a hablar con su padre:

— Padre, quiero participar en el torneo de artes marciales mixtas en Dubái —anunció Mary.

— ¡Qué buena noticia, hija! — exclamó su padre y continuo — Deja que mi asistente se encargue de los trámites.

— Pero papá, me gustaría hacerlo por mi cuenta, sin la ayuda del apellido Sani — intervino Mary. — He entrenado duro y quiero que mi apellido no influya, ni para bien ni para mal. Es algo que quiero lograr por mí misma.

Adebowale observaba a Mary con gesto pensativo, reflexionando sobre cómo transmitirle con respeto su negativa. Sin embargo, Mary seguía hablando, intentando persuadirlo:

— Padre, quiero hacerlo por mí misma, no por ti. Quiero inscribirme y vivir la experiencia como cualquier otro participante. — insistió Mary.

— Mary, lo voy a considerar. No quiero que te encuentres sola en Dubái, me preocupa tu seguridad. — respondió su padre con tono preocupado.

— ¿Por qué debería estar sola? — inquirió Mary.

— Porque somos una familia adinerada, y no sé qué peligros podrías enfrentar. Solo quiero protegerte — explicó Adebowale con sinceridad.

Los días pasaron y Adebowale no dio una respuesta definitiva. Ante la falta de decisión por parte de su padre, Mary tomó una decisión por su cuenta. Fue al aeropuerto y compró un pasaje a Dubái, rompiendo el protocolo de seguridad que su padre había impuesto sobre ella. Al regresar al castillo, se enfrentó a la reprimenda de su padre:

— Mary, eres una Sani, no puedes comportarte como el resto de las personas. No puedes viajar ni vivir como ellos. — le reprochó su padre.

— ¿Por qué no puedo ir sola? — insistió Mary.

— Porque… porque… porque no, Mary — respondió su padre con frustración.

La tensión en el castillo aumentaba a medida que el conflicto entre Mary y su padre se intensificaba. Claude Sani, madre de Mary y esposa de Adebowale, intervino para calmar la situación. Convenció a su esposo para que confiara en Mary y la dejara tomar sus propias decisiones. Renuente, Adebowale finalmente aceptó.

Días después, en una conversación nocturna con Amir, Mary le pidió que la acompañara en el viaje a Dubái. Aunque Amir lo consideró, no logró convencerlo. Sin embargo, Mary le entregó uno de los pasajes que había comprado anteriormente.

Al día siguiente, Mary se dirigió al aeropuerto, donde descubrió que su padre le había organizado un vuelo privado en el jet familiar. Aceptó la oferta, reconociendo que le brindaría la flexibilidad de regresar en cualquier momento si así lo deseaba. Mientras tanto, Amir, al llegar al aeropuerto y no encontrar a Mary, supuso que ella no había podido viajar. Decidió embarcarse solo en la aventura, con la esperanza de obtener información sobre Hasan Khan.

Al llegar al aeropuerto de Dubái, Amir se encontraba desconcertado sobre qué hacer a continuación. Sin embargo, al salir al área de estacionamiento, un taxi lo estaba esperando con un cartel que llevaba su nombre. Intrigado, se subió al taxi y el conductor le informó que ya tenían una dirección a la que debían dirigirse y que el pago ya estaba cubierto. Confundido, Amir no sabía qué pensar. Finalmente, el taxi lo dejó en las puertas de un lujoso hotel. Al bajar del vehículo, un portero se acercó a él con una cálida bienvenida:

— Señor Amir, bienvenido. Ya tenemos su habitación lista y nos encargaremos de su equipaje — dijo el portero.

Amir fue conducido hasta el último piso del hotel, donde recibió la llave de su habitación. Al abrir la puerta, se encontró con Mary, quien corrió hacia él y lo abrazó con fuerza:

— Pensé que no vendrías. Mi padre cambió mis planes en el último momento y llegué hace unas horas. Estaba esperándote. ¿Cómo estuvo tu vuelo? — le dijo Mary con alivio.

Amir la abrazó de vuelta y le explicó sus pensamientos y temores. Mary lo abrazó con fuerza, agradecida de que finalmente estuviera allí. Se miraron a los ojos y se dieron su primer beso, conmovidos por la intensidad de sus sentimientos. Después de compartir una comida en la habitación, se sentaron juntos en el balcón del pent-house, admirando el espectacular atardecer de Dubái.

— Mary, nunca había estado en una ciudad tan impresionante y luminosa — dijo Amir, maravillado.

— Esta también es mi primera vez en Dubái. Qué bello atardecer — respondió Mary, tomándole la mano.

Ambos se sintieron abrumados por la belleza del momento y, después de un intercambio de miradas, regresaron a la habitación. Mary confesó que sería su primera vez, y Amir la trató con gentileza y ternura mientras compartían su primer momento de intimidad juntos.

A la mañana siguiente, Mary despertó en los brazos de Amir, sintiéndose feliz y plena. Aunque no quería que el momento terminara, sabía que tenían asuntos que atender. Se levantaron y se prepararon para el día que les esperaba. Al salir del hotel, se dirigieron a la biblioteca pública de la ciudad en busca de información sobre Hasan Khan.

— ¿Por dónde comenzamos a buscar a Hasan Khan? Esta ciudad es enorme — comentó Mary.

— Creo que deberíamos empezar por la biblioteca. Sus libros deben ser populares aquí y podríamos encontrar algo de información útil — respondió Amir.

— ¿Crees que mi padre haya enviado guardias para cuidarme en secreto? — preguntó Mary con preocupación.

— Es posible. Lo he estado pensando también — admitió Amir.

— Y, ¿Qué pensará mi padre de que estemos juntos? No lo aceptaría — dijo Mary, preocupada.

— Tendrá que aceptarlo. No quiero separarme de ti ni un solo momento — respondió Amir con determinación pero también con cierto temor, sabia el poder de Adebowale.

— Yo tampoco, Amir. Eres un sueño hecho realidad — dijo Mary con una sonrisa, mientras se dirigían hacia la biblioteca.

Al llegar a la biblioteca, preguntaron por los libros de Hasan Khan, pero para su sorpresa, el empleado les informó que él, no había escrito ningún libro. Sin embargo, les indicó que Hasan Khan era profesor honorario en la universidad local. Decididos a obtener más información, Mary y Amir se dirigieron a la facultad de filosofía, donde un estudiante les proporcionó el número de aula donde podrían encontrar a Hasan Khan. Con los ojos brillantes de emoción, los dos jóvenes corrieron por los pasillos de la universidad, ansiosos por descubrir más sobre el enigmático autor.

5. Trampas en el Paraíso

Los primeros rayos de luz del amanecer acarician el acantilado donde se encuentra la residencia de los Schmitt, iluminando los rostros de Anne y Sophia, que reposan desnudas en uno de los amplios sillones del balcón. Envueltas en una manta aterciopelada negra, se miran con complicidad, sonriendo mientras se sumergen nuevamente entre las sábanas. La felicidad que irradian es palpable, y se refleja en sus gestos juguetones mientras se besan y acarician mutuamente, sin poder apartar sus ojos el uno de la otra.

Sophia, en un impulso, decide dirigirse al baño que se encuentra al costado del balcón, recogiendo sus ropas esparcidas por el suelo. Mientras se observa en el espejo, nota lo radiante que luce su rostro, sintiendo una alegría genuina que la hace sonreír sin razón aparente. Después de vestirse, regresa en silencio para reunirse con Anne, quien comenta:

— Anoche pude contemplar una hermosa aurora boreal.

Horas pasan en silencio mientras ambas disfrutan el momento. Anne, mientras observa a Sophia, rememora su primera vez juntas, el debut de ambas en la intimidad. Recuerda lo desastroso que fue, pero sonríe al recordarlo, sin compartir detalles. Ninguna de las dos sabía qué hacer ni cómo hacerlo, pero fue un momento tierno que siempre guardará en su memoria. Sophia la mira con una sonrisa en su rostro y levanta la cabeza para contemplar cómo el sol ilumina el mar y el paisaje frente a ella. Entonces dice:

— Coincido contigo. Antes de esta noche, este era uno de mis lugares favoritos en mi mente, pero ahora se siente realmente mágico.

Después de un breve silencio, Sophia acaricia las mejillas de Anne y continúa:

— Anne, te he extrañado mucho… Extrañaba estar contigo.

— ¿Por qué dejamos que algo tan hermoso, mágico y puro se desvaneciera? ¿Por qué lo destruimos?

— Creo que tal vez pensamos que era demasiado bueno para ser real, Anne. A veces siento que algo tan dulce y perfecto simplemente no encaja en el mundo en que vivimos.

Anne se levanta y se sienta al lado de Sophia, tomando sus manos con un brillo especial en sus ojos.

— ¿Por qué no desaparecemos? — propone Anne con ternura. — Dejemos todo atrás y refugiémonos en una isla del Caribe hasta envejecer, tomadas de la mano, antes de partir de este mundo.

Sophia la mira con afecto, pero con una tristeza velada en sus ojos.

— Sería hermoso, Anne, pero sabes que no podemos. Es demasiado tarde para dejar todo atrás.

— Es solo una fantasía… Sophia, eres mi más hermoso sueño.

— Debo continuar, Anne. Fue una noche inolvidable y hermosa. Quiero volver, lo sabes, pero por ahora necesito ir a Panamá a buscar a Pedro.

Anne asiente con comprensión.

— Lo sé. Ya hay un vuelo esperando, y me encargaré de organizar el regreso de la tripulación de tu velero.

Los ojos de Anne se humedecen ante la partida inminente de Sophia. Sabe que si se queda, compartirán semanas maravillosas, pero al final, después de terminar la luna de miel, volverán a pelear y sus corazones volverán a quedar rotos. Dentro de ella, sabe que Sophia siempre será su primer y verdadero amor, pero también entiende que eso no es suficiente para establecerse por siempre.

— Gracias, Anne — dice Sophia con gratitud.

— Vamos, te llevaré al aeropuerto — dice Anne con suavidad. — Desearía ir contigo hasta Boca del Toro, pero entiendes por qué no puedo. Si voy, continuaremos este sueño, y quiero que esta noche quede así, hermosa e inolvidable.

— Lo entiendo… Me encantaría volver a tener una noche mágica a tu lado.

Parten hacia el aeropuerto, con las manos rozándose y miradas coquetas intercambiadas durante todo el trayecto. Al llegar a un lujoso hangar, se despiden con unos besos y Anne le desea un placentero y reconfortante vuelo en su avión privado. Sophia se baja después de casi media hora de despedida y sube al jet, emprendiendo un vuelo de varias horas hasta Panamá.

Una vez dentro de la aeronave, se acomoda en uno de los sillones, cierra las ventanillas y espera que no hallan turbulencias. Les pide a las azafatas que no la molesten; ha tenido una noche larga y solo desea descansar. Horas después, una de las asistentas de vuelo se acerca para informarle que están a punto de aterrizar en el aeropuerto de Capitán José Ezequiel Hall, en la ciudad de Boca del Toro, tal como lo solicitó Anne. Sophia despierta, observa por la ventanilla y asiente con la cabeza. Se da cuenta de que ha dormido profundamente durante todo el vuelo, sin darse cuenta de las horas que pasaron mientras cruzaba el Atlántico.

Después de aterrizar, Sophia es recibida en el hangar por un caballero muy pintoresco, quien le entrega las llaves de una camioneta y le informa que, siguiendo los protocolos de cortesía, Anne Schmitt ha dispuesto el vehículo para su transporte dentro de Panamá. Junto con las llaves, le entrega un bolso y una tarjeta con todos sus datos, quedando a su disposición en cualquier momento y lugar.

Sophia agradece cortésmente, toma el bolso y las llaves, y se dispone a explorar la ciudad de Boca del Toro. En un semáforo, se encuentra con un malabarista que pide unas monedas, algo que no solía ocurrir en Rusia. Al bajar el vidrio, el joven le entrega un trozo de papel con la palabra «Muelle» seguida de «Rojo y Dorado» y «3P».

Intrigada, Sophia se dirige al muelle, deteniéndose a un lado de la carretera para analizar la situación. Divisa una embarcación lujosa de colores rojo y dorado, y se acerca. En ese momento, una joven de cabello negro y ojos marrones, llamada Agustina, se presenta a su lado. Delicada y con un tatuaje de colibrí en el cuello, posee una figura curvilínea con una voz suave y un temperamento dulce. Le invita a subir a la embarcación, a lo que Sophia asiente y acepta.

Sophia agradece la bebida energética que le ofrece Agustina y, mientras la consume, comienza a evaluar la situación. Se da cuenta de que se están alejando cada vez más de la costa, lo que despierta su curiosidad sobre el destino.

— ¿A dónde vamos exactamente? — pregunta Sophia.

Agustina responde con una sonrisa enigmática:

— Creo que ya lo sabes. El Señor Pedro te estaba esperando desde ayer.

Sophia le explica:

— Tuve algunos asuntos que atender, lo siento por el retraso.

Agustina le asegura que están a unas pocas millas náuticas de la isla y que estarán atracando en unos treinta minutos. También le ofrece su ayuda en caso de que se sienta mareada. Sophia agradece la información y la amabilidad de Agustina. Mientras tanto, observa el paisaje azul del mar Caribe a través de la ventana, divisando a lo lejos una isla solitaria. Cuando finalmente atracan en el puerto de la isla, Sophia nota la ausencia de turistas y tiendas, percibiendo solo una construcción y áreas de esparcimiento. Aunque se siente un poco de miedo, trata de disimularlo.

Sophia sube unas escaleras y entra en una lujosa vivienda junto a Agustina. Aunque esta última le ofrece tomar asiento, Sophia prefiere quedarse de pie después de tantas horas sentada. Agustina se retira por un pasillo, dejándola sola por un momento, hasta que aparece un hombre alto y fornido, con un aspecto atlético y una tez bronceada. Vestido con un short y una toalla sobre los hombros, se acerca a Sophia extendiendo su mano derecha con una sonrisa cordial.

— Mucho gusto, mi nombre es Pedro — dice con una voz profunda y gruesa.

— Ella estrecha su mano y se presenta: Soy Sophia.

— Pedro responde con confianza: Sé quién eres. Te esperaba desde ayer.

— Sorprendida, Sophia pregunta: ¿Cómo sabías que vendría?

— Pedro explica con calma: No llegan muchos jets de lujo a mi ciudad, así que estoy al tanto de todo lo que sucede. Además, Anne me habló de ti, así que si eres su amiga, eres más que bienvenida en mi residencia.

— Sophia asiente, comprendiendo la situación: Entonces sabes por qué estoy aquí. Son solo negocios.

— Pedro confirma: Sí, lo sé.

Sophia muestra curiosidad sobre el papel que recibió en el semáforo y Pedro responde con una sonrisa:

— Me gusta mantener un poco de misterio. En realidad, esperaba tu llegada desde ayer y quería crear un ambiente especial. El papel fue solo un detalle sin importancia, inspirado por una película que vi recientemente.

Pedro invita a Sophia a tomar asiento y solicita bebidas y algo de comer para ambos. Agustina trae dos vasos hechos con la cáscara de coco, bebidas que Sophia nunca había visto antes, junto con frutos secos y frutas tropicales troceadas. Pedro le ofrece una de las bebidas a Sophia, quien la acepta y se sienta para disfrutar de un poco de comida mientras continúan la conversación.

Cuando Agustina sale del salón, Pedro aprovecha para hablar:

— Mi bisabuelo comenzó un pequeño negocio de transporte público que luego se expandió al mar gracias a mi abuelo. Transportábamos mercancías entre Cuba y Estados Unidos, aprovechando los placeres que cada país ofrecía; que son simples prostitución, drogas y las diferentes libertades que tienes en cada uno. Con el descubrimiento del petróleo en Venezuela, ampliamos nuestros negocios y durante la Guerra Fría transportábamos tanto a aliados como a soviéticos. Mi padre disfrutó de tiempos de bonanza económica, pero a mí me ha tocado una época de paz donde he tenido que adaptar nuestros negocios. Ahora estamos explorando nuevas oportunidades con los Tanaka y los Tylor, trayendo mercancía desde Kioto, Bagdad, Japón y Sídney, Australia.

Sophia, interesada en los planes de Pedro:

— Suena emocionante. John me mencionó algo sobre sus nuevos proyectos.

Pedro sonríe, satisfecho con la conversación:

— Me alegra escuchar eso. Por cierto, ¿Qué te parece la bebida? Es una mezcla de coco y ron que solía servirle a tu madre, Varvara Petrov, una mujer admirable y hermosa. Siempre pensé que no tenían hijos, pero ahora que estás aquí, quiero que entiendas que esta también es tu casa.

Sophia asiente, conmovida por las palabras de Pedro:

— He escuchado hablar de tu familia en algunas conversaciones de mis padres. Mi madre es, de hecho, una mujer admirable y hermosa.

Ella se levanta y observa a través del ventanal del salón, cautivada por la vista. Pedro la invita a salir a tomar el sol y nadar en las aguas cálidas y transparentes que rodean la isla, destacando lo diferente que son de las playas rusas o islandesas. Sophia sonríe ante la idea, y justo en ese momento, Pedro recibe le informan que debe atender unos asuntos urgentes. Le asegura a Sophia que puede hacer uso de todas las instalaciones de la isla y que aparte de los empleados y la Agustina, no hay nadie más en el lugar.

Con rapidez, Pedro sale del salón y Sophia escucha cómo encienden un helicóptero en el que él parte, dejándola sola en la isla. Un sentimiento de mezcla entre emoción y nerviosismo la embarga mientras contempla la tranquilidad del lugar.

Sophia agradece a Agustina por su atención y se sumerge en el armario, explorando las opciones de ropa de playa. Encuentra un traje de baño que le gusta y lo prueba, encontrándolo perfecto para la ocasión. Después de un refrescante baño en la tina de la habitación, se dirige hacia la playa, donde encuentra a Agustina sentada.

— Sí, gracias por la sugerencia. Encontré algo que me queda bien. — responde Sophia con una sonrisa, apreciando la amabilidad de Agustina.

Ella, que había salido solo con un short de jean corto, a tomar un poco de sol y nadar en el mar, siente como la observa semidesnuda, ya que no tenía nada de ropa por encima de la cintura. Siendo un poco coqueta, le pregunta a Agustina:

— ¿Es seguro nadar en estas aguas?

— Agustina responde: Sí, esta isla es uno de los lugares más seguros del planeta. Si hablas de los animales marinos, creo que es lo único que no ha logrado controlar aún Pedro.

Sophia percibe un tono irónico y repugnante de parte de Agustina hacia su jefe, por lo que intenta cambiar la conversación y acercarse de otra forma. Entonces, le consulta:

— No encontré toallas en la habitación.

— Agustina responde: Si deseas, ve a nadar, ya te consigo una. Y si deseas algo más, solo pídemelo.

— Sophia continúa: Quisiera una bebida no alcohólica. No suelo consumir nada embriagante, pero no quería parecer mal educada cuando Pedro me ofreció un trago.

— Agustina asiente: Bien, yo tampoco consumo alcohol. Te traeré una gaseosa y la toalla.

Agustina se levanta y se dirige dentro de la vivienda, sintiendo la mirada de Sophia sobre ella. Temerosa de un posible encuentro incómodo, evita voltear y cruzar miradas. Encima de la mesa, hay una máscara con snorkel; Sophia la toma y se va a bucear en las aguas transparentes del mar Caribe. Después de un rato, regresa del mar y encuentra a Agustina sentada con la bebida que había pedido. Sophia toma la toalla para secarse su cabello rojizo y comienza la conversación con Agustina mientras se seca:

— ¿Trabajas para Pedro?

— Sí, trabajo para él.

— ¿Eres como su mano derecha?

— No, para nada. Solo estoy aquí para ayudarlo con algunos asuntos.

— ¿Hace mucho tiempo que lo conoces?

— Hace unos meses que trabajo para él, pero en cuanto a conocerlo, toda la ciudad lo conoce desde siempre.

— ¿Podría irme cuando quiera?

— ¿De la isla?

— Sí, de esta isla.

— Sería mejor que lo hables con Pedro. No tengo instrucciones de llevarte fuera de la isla, pero tampoco de detenerte, así que me encontraría en una especie de «vacío legal».

— ¿A qué te dedicabas antes de trabajar con Pedro?

— Antes de conocer a Pedro, era camarera en un café de Boca de Toro.

Sophia percibe un cierto temor hacia Pedro, lo que la lleva a mantener un tono de voz pausado y sereno mientras intenta entablar una cierta amistad:

— ¿Y ahora te sientes mejor con este nuevo trabajo?

— Un poco sí, no me siento mal trabajando para Pedro. Es un jefe muy exigente.

— ¿Tu familia sabe que trabajas para Pedro? ¿Saben a qué se dedica él?

— Sí, mi familia sabe que él trabaja transportando pasajeros dentro de Panamá, en un negocio familiar que ofrece tarifas económicas para ayudar al pueblo.

— ¿Crees en todo eso?

— Sí, conozco los transportes públicos, antes de trabajar para él, los usaba siempre.

— ¿De verdad crees en eso?

— Sí, solía utilizar sus servicios de transporte con regularidad… ¿Quieres conocer la zona norte de la isla? Hay una playa que es un tesoro.

— Sí, por supuesto. Me llevo la toalla y mi bebida.

— Perfecto. Sígueme, no queda lejos.

Ambas caminan hasta la zona norte de la isla, donde Agustina le indica a Sophia que es el mejor lugar para bucear. Sin dudarlo, se quitan la ropa quedando ambas completamente desnudas y se adentran en el mar juntas. A medida que se acercan, Agustina pone sus brazos en los hombros de Sophia, quedando cara a cara a pocos centímetros de distancia. Habla rápido y en un susurro le confía:

— Sophia, este lugar es seguro para hablar. Cuando puedas, vete de la isla. Aquí suceden cosas terribles. Pedro es malvado y despiadado. Tu vida corre peligro. Yo estoy aquí como su prostituta privada, obligada a hacer lo que él pide para proteger a mi familia. He deseado matarlo y escapar, pero nunca he tenido el valor. Le temo demasiado. Por favor, vete de la isla cuando puedas.

Sophia abre los ojos asombrada y le responde en un susurro:

— ¿Estás segura de lo que dices? No parece…

— Te lo juro. Es un ser malvado. Es un asesino, traficante de drogas, trata de blancas e incluso trafica con menores. Hace unos días estuvo aquí con Thomas Tylor y Adam West cerrando negocios ilegales con varias chicas menores de edad. ¿Tal vez lo conoces?

Sophia, tomando por el trasero a Agustina, le susurra: «Ahora te voy a besar. Creo que nos están observando a la distancia.» Se acercan cada vez más y terminan besándose con pasión y lujuria dentro del mar. Agustina, sintiendo cierta repulsión ya que nunca había besado a una mujer, se detiene a los pocos segundos y le pide en voz baja que la suelte. Sophia le explica que si no actúa correctamente, la vida de ambas corre peligro.

En ese momento, pasa el helicóptero cerca de ellas, en el que venía Pedro de vuelta. Agustina se altera y le ruega a Sophia que salga de la isla y alerte a las autoridades. Considera que el mundo debe conocer lo que sucede en ese lugar. Sophia se compromete a contactar a las autoridades para sacarla de la isla y proteger a su familia en Panamá, manteniéndolos fuera del radar de Pedro Pablo Pérez.

Sophia y Agustina salen del mar y caminan por la orilla de la playa hasta llegar a la entrada principal de la vivienda, donde se encuentran con Pedro de pie esperándolas.

— Sophia, veo que te divertiste. ¿Han sido hospitalarias contigo? — pregunta Pedro.

— Agustina ha sido muy hospitalaria. Me ha mostrado lo hermoso de la isla. Me dejaste con muy buena compañía, responde Sophia. Luego, dirigiéndose a Agustina, añade: ¿Me acompañas a la habitación para cambiarme?

Agustina levanta la mirada hacia Pedro con temor, buscando su permiso para acompañar a Sophia. Al recibir una aceptación gestual de Pedro, camina junto a Sophia hacia la casa, sintiendo temor de posibles represalias por parte de su jefe.

— Vamos, Agustina. Debemos sacarnos toda la sal del mar, no es bueno para el cabello, dice Sophia, tratando de aliviar la tensión.

Pedro las observa con mirada morbosa, fijándose en los pechos desnudos de las dos mujeres mientras entran a la casa. Una vez dentro, Sophia cierra la puerta y sugiere que se duchen juntas. Agustina, claramente nerviosa, le explica en voz baja que lo ocurrido en el mar fue solo una farsa. Sophia le susurra al oído:

— Hagamos las cosas bien. ¿Crees que no nos están viendo? La ducha es el único lugar donde podríamos hablar sin ser escuchadas. Si abrimos las llaves de la regadera, podremos idear un plan para escapar de esta maldita isla.

Ambas se miran con complicidad, entendiendo la gravedad de la situación. Con un gesto, Agustina confirma su acuerdo con el plan propuesto por Sophia. Juntas, se encaminan hacia la ducha, listas para discutir su escape en privado.

Sophia, con su acto, intenta desviar la atención de Pedro y ganar tiempo para trazar un plan de escape. Sin embargo, Agustina se siente profundamente incómoda y angustiada por la situación, sintiendo que está siendo abusada y violada en su vulnerabilidad. A pesar de sus lágrimas y su sufrimiento interno, Agustina sigue el juego de Sophia, emitiendo sonidos de placer falsos para mantener la fachada ante Pedro, quien está al otro lado de la puerta.

Luego Sophia la acuesta en la ducha, sentándose sobre su rostro obligando a lamerla, mientras era penetrada con los dedos sin lubricar. Sophia comienza a frotarse cada vez más fuerte sobre su rostro mientras le escupía su cara para tener más lubricación, hasta que llega un momento que Agustina se sentía ahogada, le costaba respiras pero ella aumenta cada vez más la intensidad, por un momento piensa que entre más lágrimas y sufrimiento ve en ella. más la excitaba, sentía también que no estaba actuando, sus gemidos eran cada vez más reales, cada vez que la penetraba con sus dedos le hacía más daño, quería gritar para que terminara esa situación pero sabía que si lo hacía moriría, era repugnante para ella cada vez que la escupía y sentir el frotar de sus partes íntimas contra su boca y todo su rostro. Al cabo de unos minutos Sophia comienza a bajar la intensidad y al final cesan también los gemidos.

Sophia ayuda a poner en pie a Agustina que trata de taparse con sus brazos mientras sus lágrimas recorren su rostro, y ella se excusa diciendo que debía parecer real, Pedro no es alguien con quien deban jugar, tenía que parecer real, mientras toma una esponja y con suavidad la baña mientras trata de calmarla. Luego de unos minutos Sophia le explica que tienen que pensar en un plan para asesinarlo esta misma noche.

Le cuenta que Pedro tiene un arma siempre cerca de él, al mínimo y primer momento que se descuide, deberá robársela, con la que podrán someterlo o asesinarlo, para poder salir de la isla. Agustina le dice que no sabe usar un arma, que nunca ha tenido una en sus manos, Sophia le responde que ella tampoco ha usado un arma, pero que Pedro no lo sabe, cree que no debe ser difícil manejar una pistola, continúa diciéndole que como siente miedo le dé el arma a ella.

Salen las dos de la habitación, Pedro estaba en el sillón del salón principal de la vivienda, observan que hay una pistola en la mesa, Sophia le guiñe un ojo a Agustina, y empieza el plan:

— Te pido disculpas Pedro, pensaras que soy una mala invitada.

Pedro mira a Agustina y dándole una nalgada le dice:

— No por favor, esta perra es una buena anfitriona, yo hubiera hecho lo mismo.

Agustina después de eso y con rabia, toma el arma de la mesa lo apunta con nervios, Pedro se sorprende y le pide que la baje, Sophia se levanta se acerca quitándole la pistola, manteniendo el arma con la mira hacia él, desde una distancia segura, mientras suplica por su vida. Sophia le pide que se levante despacio y retrocede poco a poco hasta afuera de la vivienda caminando de espalda y que se dirija hasta la zona norte de la isla, Agustina llorando se coloca detrás, siente gran ansiedad quiere que todo termine y percibe que toda esta pesadilla está por terminar para volver a ver y abrazar a sus padres.

Despacio van caminando los tres, por las arenas blancas de la playa de la isla, hay un silencio y una rara paz a su alrededor y Pedro le pregunta:

— ¿Por qué me traicionas?

— No soporto a los que abusan de las personas, por su poder o dinero, eres un monstruo Pedro.

— ¿Qué quieres Sophia?

— Irnos las dos a salvo de esta maldita isla y que dejes en paz a la familia de Agustina.

— Lo haré, solo déjenme vivo, quieres salir de la isla tomen el bote y salga de la isla, prometo no hacerles daño.

— ¿Prometo?, No tienes palabra Pedro. No tienes nada que exigir en este momento.

Al llegar al punto más norte de la isla le pide a Pedro que se arrodille de frente a ella, él con los ojos llorosos, suplica por su vida; Sophia ve a los ojos a Agustina, con la mano izquierda la toma por detrás de la cabeza, ella le devuelve la mirada, no entiende bien que está pasando. Sophia la toma y la besa con intensidad, al mismo tiempo va subiendo la pistola a la cabeza de Agustina y le dispara en toda la sien, a unos pocos centímetros de su propio rostro.

El cuerpo de Agustina cae de rodillas sin vida, Pedro se levanta de la arena y comienzan ambos a reírse; sobre el cuerpo de la occisa, y le comenta a Pedro:

— Los besos de las personas muriendo tiene un sabor particular, un sabor ferroso y ese aliento final es fenomenal aspirarlo, ¡el respirar el último aliento de un ser humano, me llena de energía!

— ¿No te da miedo que algún día, la bala salga del cráneo y se inserte en el tuyo?

— Que es de la vida, sin pequeños riesgos, y tu actuación fue esplendida, cada vez es mejor, creo que has estado practicando.

Pedro ve el cuerpo de la anfitriona sin vida, con unos pequeños espasmos postmortem:

— Me gustaba Agustina, que desperdicio me encantaron sus pechos, me debes una prostituta.

— Siempre me dices eso y jamás te pago. Ahora si Pedro hablemos sobre los negocios que nos aqueja, que fue por lo que vine a tu isla.

— ¿No te vas a sacar la sangre y la masa encefálica que tienes en todo tu rostro?

Sophia toma con sus dedos la sangre y un poco del cerebro de Agustina que tenía en su rostro y en algunas partes de su cuerpo, y comienza a lamerlos mientras se limpia va tragando de a poco, saboreando cada trozo, Pedro al verla siente repulsión, pensando en ¿Cuál sería el límite de ella?, mientras seguía de rodillas frente al cuerpo sin vida de la chica, metiendo sus dedos por la entrada de la bala en su cráneo y saca trozos de su cerebro mezclado con sangre, ofreciendo un poco a Pedro, él se niega, pero ella lo come, lo saborea y lo disfruta, diciendo que aún está caliente y no ha perdido su sabor. Él al verla siente náuseas y queriendo cambiar de tema le dice que regresen a su casa para poder hablar bien de los negocios.

6. Sombras

En Dubái Amir y Mary viven un sueño tanto por conocer a el escritor que ambos buscaron como por su pequeña luna de miel; en la Universidad ingresan al Aula del Profesor Hasan Khan, estaba por comenzar una de sus charlas sobre el poder y la política. Había unos cien estudiantes aguardando el ingreso del ponente, después de unos quince minutos, lo hace y todos lo reciben con un aplauso, y comienza la charla:

— «Hola a todos y bienvenidos a esta ponencia, mi nombre es Hasan Adbu Khan; hoy compartiré con ustedes una charla sobre el poder y la política. Lo primero que quiero que entiendan es que el conocimiento es poder, y el poder influye en todo; por eso lo más importante es la información; las personas que la tienen, son las más poderosas; saber lo que va a pasar, saber cómo y cuándo van a ocurrir los sucesos que marcan la historia es lo más importante; yo defino dos tipos de personas, las causantes y los consecuentes, los primeros son siempre los ganadores, son los generadores de los sucesos, los segundos, son los perdedores, los sobrevivientes y los que terminan pagando los planes…»

Hasan continúa con la charla durante una hora; todo el público presente no parpadea, siempre pendiente de cada palabra, de cada frase que el profesor pronunciaba. No había ningún ruido en el salón. Al concluir la conferencia, abre un espacio para algunas preguntas, por lo que se forman en una fila. Mary se levanta con rapidez y se coloca detrás de uno de los chicos que pasa primero, y comienzan:

— Mi nombre es Abud Bal, soy estudiante de filosofía. Si usted habla de que el conocimiento es poder y el poder es lo que influye en todos los sucesos, ¿quiere decir que todos los conflictos de la humanidad han sido a causa de la información? Entonces, ¿la información es buena o mala?

— Hola, querido Abud. La información no es buena ni mala; solo es información. Lo que se realice con ella es otro asunto. Y sí, la información es la causa de todos los conflictos, al menos de los últimos tiempos.

Las preguntas continúan mientras los estudiantes esperan su turno en la fila. Cuando llega el momento de Mary, ella se presenta:

— Buenas tardes, soy Mary Sani, de Nigeria. Me gustaría saber más sobre sus libros relacionados con la paz y la guerra.

El rostro de Hasan muestra un leve gesto de preocupación mientras observa a su alrededor, intentando disimular cualquier señal de incomodidad. Mary nota su reacción, pero no entiende completamente qué está sucediendo.

— Hola, Mary. Aprecio tu pregunta. Sin embargo, debo aclarar que no he escrito aún ningún libro sobre este tema. Aunque tengo planes de hacerlo en el futuro, todavía no he concretado nada. Por lo tanto, no tengo una respuesta para tu pregunta en este momento.

Mary, desconcertada por la respuesta evasiva de Hasan, está decidida a volver a preguntar sobre los libros que no mencionó en la conferencia. Sin embargo, antes de que pueda hacerlo, Hasan la interrumpe y solicita que pase el siguiente estudiante con una pregunta diferente. Mary regresa a su asiento junto a Amir, ambos confundidos por la reacción de Hasan. Parecía obvio que el tema de la conferencia guardaba relación con el libro mencionado, pero Hasan lo negó con firmeza, e incluso con un poco de desprecio.

La ponencia finalmente llega a su fin, y Amir y Mary intentan acercarse al profesor para obtener respuestas. Sin embargo, Hasan los evita y se retira apresuradamente del salón, subiendo a una camioneta y desapareciendo de su vista. Desconcertados por lo ocurrido, deciden regresar al hotel para intentar organizar sus pensamientos.

Una vez en la habitación del hotel, reciben una carta que agrega aún más misterio a la situación. La carta, firmada por «H.K.», les indica que se encontrarán en el puerto a las ocho de la noche, y les pide que no lo busquen, ya que él los buscará a ellos. Con los nervios a flor de piel, Amir y Mary se debaten entre la incertidumbre y la curiosidad sobre lo que les espera en el puerto. Todo parece muy secreto y desconcertante, y no están seguros de si debieran seguir adelante. Sin embargo, a medida que se acerca la hora, finalmente deciden dirigirse al puerto.

Una vez allí, se sientan en un banco frente al mar, tratando de calmarse mientras esperan. De repente, una joven llamada Hamida se les acerca y se presenta como asistente del Señor H.K. Ella les insta a seguirla hasta el yate donde los espera su jefe. Mary, con una mezcla de desconfianza y curiosidad, cuestiona por qué deberían confiar en ella. Hamida responde con serenidad, asegurándoles que si el Señor H.K. quisiera hacerles daño o asesinado, ya lo habría hecho. A pesar de sus dudas, Amir y Mary intercambian una mirada decidida y optan por seguir a Hamida hasta la embarcación.

Una vez a bordo, Hamida, una joven de apariencia similar a la de Mary, con unos ojos profundos y hermosos delineados, cabello negro liso y sedoso, y piel bronceada por el sol del desierto, les recibe con amabilidad. Les invita a pasar al salón de la embarcación y les ofrece algo de comer o beber, a lo que Amir y Mary educadamente rechazan. Mientras tanto, la brisa marina y el suave balanceo del barco crean una atmósfera de tranquilidad y misterio a su alrededor.

Al preguntar por Hasan, Hamida les informa que pronto los recibirán y les explica que la embarcación zarpará pronto. Esta noticia incomoda un poco a Amir y Mary, quienes comienzan a sentirse incómodos en ese lugar. A medida que el yate se adentra en el mar, la sensación de desconcierto aumenta entre ellos.

Finalmente, aparece Hasan Khan en el salón, su presencia imponente llena la habitación mientras se dirige a Mary con una sonrisa enigmática. La pregunta de Hasan sobre la presencia de Mary en la ciudad la deja perpleja, y ella, confundida, le pregunta si conoce a su familia.

Hasan, observando a Amir, quien estaba sentado al lado de Mary y le explica que él es un gran amigo y una persona especial para ella. Sin embargo, Hasan insiste en hablar solo con Mary, argumentando que hay ciertas cosas que nadie más debe conocer. Aunque Mary se muestra reacia, insiste en que Amir esté presente en la conversación. Finalmente, Hasan accede a regañadientes.

Una vez que se inicia la conversación, Hasan revela un oscuro pasado que une a las familias Sani y Khan. Explica que durante décadas, ambas familias fueron grandes aliadas, pero que la relación se fracturó con la muerte de su madre, Abir Kumar.

— ¿Qué pasó con tu madre? — pregunta Mary con curiosidad.

— El padre de tu padre, Karl Umar, junto a los Jones, la asesinaron, responde Hasan con pesar, y continúa agregando: como premio, ofrecieron una beca para desaparecer estudiantes. Fueron tiempos turbulentos, y parece que esos tiempos están por volver.

Amir, al escuchar sobre la desaparición de estudiantes, recuerda a sus hermanos, pero decide no interrumpir a Mary, quien se siente impotente ante las revelaciones de Hasan. Mary refuta con firmeza al afirmar que su abuelo nunca podría haber participado en algo así, defendiendo su honor. Sin embargo, Hasan insiste en que ya no pertenece a ese mundo y que ha dejado esos negocios turbios atrás.

— Mi abuelo no pudo haberla asesinado, fue un gran hombre. interviene Mary, tratando de defender el honor de su familia.

— Tal vez lo fue, tal vez no, ya no importa; responde Hasan con desapego, y sigue; Lo cierto es que dejé esos negocios atrás. No me interesa devastar pueblos para tener más dinero y poder.

— ¿De qué estás hablando, Hasan? — pregunta Mary con desconcierto.

— Hay un grupo de familias que controlan el mundo, al que pertenecía mi familia hasta que decidí no pertenecer más; explica Hasan: los Sani aún pertenecen a esa casta de familias que dirigen el mundo, junto a los Petrov, los Smirnoff, los Schmitt, los Brown y otras más.

Mary se muestra sorprendida ante estas revelaciones y pregunta cómo es posible que su familia esté involucrada en algo así. Hasan, entonces, comparte una historia que le transmitió su padre sobre una reunión en 1664 en Londres, donde doce miembros menores de la aristocracia pactaron para obtener más poder, dinero e influencia. Aunque la historia parece increíble, Hasan asegura que la investigación que realizó con sus amigos confirmó gran parte de ella.

— ¿Cómo pudieron hacerse más ricos? — pregunta Mary, intentando entender.

— El poder se traduce en dinero e influencia, explica Hasan: el poder solo cambia de mano, y estas familias siempre existirán. Ahora mismo, los Smirnoff y los Petrov están planeando varios conflictos bélicos en diferentes partes del mundo. Y continúan expandiendo sus tentáculos con los Tylor y lo de León.

Se siente abrumada por esta revelación y se pregunta si su familia sigue involucrada en estos negocios turbios. Hasan asiente con tristeza, confirmando que las Sani están planeando conflictos bélicos junto a otras familias poderosas. Mary queda intrigada por la mención de la familia de León, una familia de la que apenas tiene recuerdos vagos de su infancia, especialmente de su amiga Esther. Sin embargo, la mención de Hasan despierta viejas memorias y la hace cuestionar qué relación podría tener su familia con estas antiguas y ya extinta dinastías. Durante su conversación con Hasan, Mary siente que está entrando en un mundo lleno de secretos y peligros ocultos. Las revelaciones de Hasan sobre las conspiraciones y los planes de las familias poderosas la hacen dudar de todo lo que creía saber sobre su propia familia y su lugar en el mundo.

— ¿Pero se pueden evitar? — pregunta Mary, su voz cargada de enojo, aunque también hay un poco de temor en ella.

Hasan responde con una mirada enigmática, como si supiera algo que no está dispuesto a revelar por completo.

— Solos es muy difícil, murmura, su tono lleno de misterio y continua: tendríamos que organizarnos mejor, conseguir aliados antes de intentar detenerlos.

Mary se sumerge en sus pensamientos, tratando de asimilar toda la información que Hasan le está revelando. La idea de enfrentarse a estas familias poderosas la aterroriza, viendo la posibilidad en un futuro enfrentar o convencer a su propia familia la hace llenarse de pánico, pero también la impulsa a actuar. Sin embargo, antes de poder hacer algo, sabe que debe terminar lo que vino a hacer en Dubái y regresar a su país para prepararse adecuadamente.

De vuelta en Nigeria, Mary se encuentra con Alika, quien parece conocer más de lo que está dispuesta a revelar. La atmósfera está cargada de secretos y Mary se da cuenta de que está entrando en un juego peligroso, donde cada movimiento debe ser calculado con cuidado para evitar consecuencias catastróficas.

La noche cae sobre la ciudad mientras Mary reflexiona sobre las palabras de Hasan y las implicaciones de sus acciones. Sabe que está en el centro de algo mucho más grande de lo que jamás imaginó y que el tiempo para tomar decisiones difíciles se acerca rápidamente. En la oscuridad de la noche, los secretos se vuelven más oscuros y las sombras más profundas, y Mary se encuentra luchando en un laberinto de intrigas y conspiraciones, sin saber en quién confiar ni qué camino tomar.

Después de su encuentro con Hasan y las revelaciones impactantes que este le hizo, Mary se siente abrumada por la cantidad de información y el peso de las responsabilidades que ahora carga sobre sus hombros. Se sienta frente a su diario, buscando un refugio donde pueda procesar sus pensamientos y emociones.

«Querido diario

Hoy ha sido uno de esos días que cambiarán mi vida para siempre. Las palabras de Hasan resonaron en mi mente como un eco perturbador, revelando secretos que nunca imaginé que existieran. El mundo en el que creía haber vivido parece haberse desvanecido de repente, reemplazado por un universo de conspiraciones y peligros ocultos.

Me encuentro en una encrucijada, atrapada en medio de una batalla que apenas comienza a comprender. Las antiguas dinastías, las familias poderosas, los planes nefastos… todo parece tan surrealista, tan alejado de mi realidad cotidiana. Sin embargo, aquí estoy, enredada en esta telaraña de intrigas, sin saber en quién confiar ni qué camino tomar.

Mary«

7. Celos

Sophia y Pedro mantienen una relación insulsa e hipócrita mientras se dirigen al aeropuerto, donde ya aguardaba el avión de la familia Petrov, una aeronave que Sophia utilizaba con frecuencia. Ambos se conocían lo suficiente como para saber que los Perez eran comerciantes pragmáticos, más interesados en el dinero y el poder que en cuestiones de honor o lealtad. Al despedirse, Sophia le comenta a Pedro:

— Pedro, te debo una linda chica.

— Sí, la chica era encantadora. Cuando vaya a Moscú, tendrás que devolverme el favor.

— Está prometido. Gracias, Pedro. Tu apoyo será valioso.

Sophia sube a bordo y el piloto despega. En pleno vuelo, llama a sus asistentes de cabina: Suni, una joven de la península coreana; Kaya, procedente del centro de África; y Carolina, de una de las islas de Centroamérica. Estas tres chicas, cercanas a la mayoría de edad, comparten un pasado marcado por la esclavitud sexual y el maltrato por parte de sus antiguos dueños. Sophia las compró para liberarlas y, aunque siguen trabajando como acompañantes a su servicio, cuentan con ciertos privilegios, como la posibilidad de viajar por el mundo. Para el resto del mundo, son azafatas de una compañía privada y empresarial.

Cuando se encuentran en pleno vuelo, Sophia le pide Suni, Kaya y Carolina que le hagan un stripper sensual, mientras derraman alcohol sobre sus cuerpos para ser bebido por ella, aspira droga de sus pechos hasta perder la conciencia, confiaba totalmente en ellas. Después de su pequeña fiesta a abordo, la tripulación recuesta a Sophia para que descanse, ya que los vuelos suelen ser largos y ella prefiere dormir para no aburrirse durante el trayecto. Sin embargo, en este vuelo particular, la situación se descontroló más de lo habitual. La tripulación oficial, incluyendo al piloto y copiloto, evita hablar o intervenir en la cabina de pasajeros por órdenes directas de Sophia.

Horas después se despierta; ya el Jet había aterrizado hace algún tiempo, las cuatro se encontraban desnudas en suelo, ropa y desorden en todos lados; el avión en el hangar aun encendido, ya que los pilotos no podían apagarlo mientras ella estuviera dentro. Al levantarse, siente un terrible dolor de cabeza que la marea y vuelve a caer en el piso, coloca droga en los pechos de Carolina que aún se encontraba desmayada y aspira un par de líneas, para tomar energía, pero le sabe un poco extraño, cuando se fija en los senos de Carolina estaban vomitados, por lo que le pasa su lengua para saber si era de ella, recordaba que había comido y bebido, pero no logra captar el sabor por lo que vuelve a lamerlo, pero no recuerda haber comido nada lácteo por lo que no era de ella, vuelve a pararse y orina de pie sobre la cara de Kaya porque no lograría llegar al baño, se viste y toma unos lentes, ya que por la ventana se aprecia un sol resplandeciente. El piloto aún se encuentra en la cabina, en la espera de que ella despertará y afuera la esperaba un coche con un chofer.

Al bajar del avión, se sube detrás del coche, pide que la lleven a la residencia de los Sani. el chofer se dirige al Castillo Hasana, encuentra unas mentas que come para disimular un poco su aliento; hasta que llega y Adebowale la estaba esperando:

— ¡Bienvenida, Sophia! ¿Cómo fue el viaje? — pregunta Adebowale con una sonrisa amable.

— Bien Adebowale, tranquilo, pude descansar en el camino, no hubo turbulencias y leí un libro mientras volábamos sobre el mar, sabes que me relaja pasar sobre los océanos o mares.

— Tu padre estaría muy orgulloso de ti.

— Lo sé, lo extraño cada día de mi vida, fue un gran hombre valiente e inteligente; también fue un gran padre, atento, cariñoso y protector, me enseño tantas cosas hermosas. Adebowale solo vine a saludar, me quedaré unos días, por ahora buscaré un hotel para hospedarme y…

Es interrumpida de forma abrupta por Adebowale que se sorprende al escuchar que no se iba a quedar en el castillo.

— Por favor Sophia, insisto en que te quedes en el Castillo Hasana como se hospedó tu padre y tu madre hace años atrás, me sentiría ofendido que vayas a hospedarte en cualquier hotel.

— Gracias Adebowale, no me gusta molestar.

— Insisto, Maxim no me perdonaría que su hija viniera a Nigeria y no se hospedará acá con nosotros. Pasa adelante no se hable más, bienvenida y siéntete como en tu casa.

— Perfecto me quedare, podría darme una ducha y descansar un poco.

— Si por supuesto, ya le digo a nuestro mayordomo que te lleve a tu habitación, debo salir, siéntete en tu casa.

El mayordomo la lleva a una de las habitaciones de huéspedes, y en el Camino se encuentra con Mary:

— Tu debes ser Mary Sani, mucho gusto nuestros padres fueron grandes amigos, casi familia.

— Hola… Si soy Mary ¿y tú?

— Sophia Petrov, mucho gusto, tenía muchas ganas de conocerte, me quedaré unos días en Nigeria, y quería conocer este hermoso país.

Mary recuerda las palabras de Hasan; trata de calmarse y recibir a su huésped de la mejor manera, quiere averiguar todo sobre ella.

— Mucho gusto Sophia y bienvenida a nuestro hogar, tu habitación está paralela de la mía, así que seremos vecinas, avísame y te mostraré todo lo que Nigeria tiene para ofrecer es un lindo país.

Acompañada por Mary, llegan a sus dormitorios y Sophia se sorprende al encontrar a un joven sentado frente al escritorio, con una mirada llena de amor dirigida hacia Mary. Tras despedirse, cada una entra en su habitación. Una vez dentro, Sophia llena la bañera con agua caliente, sales y espuma. Se dirige al minibar y toma una botella de tequila, la cual lleva consigo mientras se sumerge en la tina. Jugando con los dedos de los pies bajo el grifo, comienza a beber de la botella.

El agua hace que su maquillaje se corra, dejando manchas negras en sus pómulos. Con cada trago, recuerda su pasado: los difíciles tiempos en Siberia, lejos de su familia, y cómo logró liberarse del infierno impuesto por su padre.

Sophia recuerda vívidamente cómo, después de escapar de Siberia, su padre la llevó a un complejo militar en el interior de China para someterla a un entrenamiento riguroso. En ese lugar, su padre habló con el comandante y le advirtió que se cuidara, prometiendo regresar pronto para visitarla. Una vez que su padre abandonó la base, el jefe del complejo se le acercó y comenzó a gritarle en otro idioma, algo que recordaba de los días en el campo de trabajos forzosos.

Siguiendo la costumbre del campo, Sophia se puso firme, pero el hombre la tomó por el cuello y la arrojó al suelo de cabeza. Entendió que quería que hiciera flexiones. Rápidamente buscó una silla y se sentó delante de ella, realizando el ejercicio una y otra vez, con la incertidumbre de cuándo debía detenerse. Continuó haciéndolas hasta que empezó a vomitar sobre los zapatos del comandante. A pesar de sus esfuerzos por detenerse, él la sujetaba por la remera y la obligaba a seguir. Finalmente, perdió el conocimiento.

Cuando despertó, se encontraba en una habitación abarrotada de literas, junto a una joven que intentaba comunicarse con ella en un idioma que no entendía. Con un gesto de confusión, Sophia la tomó del brazo y se levantó. Fue llevada al comedor, donde comió de una bandeja militar. Una vez terminada la ración, la llevaron al patio, donde se unió al resto de las personas formadas para trotar.

Las semanas pasaban con una rutina implacable y agotadora para Sophia. Cada día comenzaba con la misma secuencia: levantarse temprano, realizar las tareas de higiene personal en un tiempo limitado, salir al patio para trotar durante dos horas, regresar para un desayuno rápido de quince minutos y luego dirigirse al gimnasio para ejercitarse. A media mañana, las clases se centraban exclusivamente en estrategias y tácticas de combate, seguidas de otro breve intervalo de comida. Después, nuevamente al patio para más ejercicio físico, seguido de clases de estrategia militar.

La jornada continuaba con entrenamientos intensivos de artes marciales y combate con armas, extendiéndose hasta el atardecer. Cada día era una repetición constante de la misma rutina, sin un descanso merecido, sin distracciones ni entretenimiento.

Lo único que rompía la monotonía eran las noches en las que eran despertados para realizar simulacros de supervivencia, evasión, resistencia y escape. Algunos de estos simulacros eran extremadamente realistas, involucrando el uso de armas de fuego que podían causar heridas o incluso la muerte. A pesar de las dificultades lingüísticas y las burlas de sus compañeros mayores, Sophia logró adaptarse y dominar el idioma rápidamente por pura necesidad.

Entre el constante desgaste psicológico impuesto por los entrenadores y el comandante en jefe, en lugar de destruirla, estas experiencias solo la hicieron más fuerte, forjando su determinación y resistencia ante cualquier adversidad.

Sophia lucha por volver al presente cuando abre los ojos y todo aparece borroso, la sensación de ahogo la invade al darse cuenta de que está tragando agua de la bañera, Intenta desesperadamente salir, pero el alcohol en su sistema la deja aturdida y apenas puede moverse. Sus pies resbalan en el fondo de la bañera una y otra vez.

Con un esfuerzo titánico, logra tomar impulso y sacar la cabeza para tomar una bocanada de aire, pero vuelve a hundirse. Reúne todas sus fuerzas y, a gatas, logra salir de la ducha, dejando un rastro de babeo y escupiendo agua por el suelo resbaladizo del baño. Arrastrándose hasta su bolso, tira todo lo que encuentra a su paso, luchando contra la intoxicación y el pánico que la embarga. Vuelve a aspirar droga del piso y poniéndose boca arriba comienza a calmarse, le toma algunos minutos volver en sí, se coloca de pie, pero no logra mantener el equilibrio, por lo que se arroja a la cama, quedando la mitad de su cuerpo por fuera y respira profundo hasta que comienza a sentirse otra vez normal después de un par de horas, Sophia se dirige nuevamente al baño para tomar una ducha rápida. Se envuelve en una bata de baño y seca un poco su cabello. Una vez lista, sale de su habitación y toca la puerta de la habitación de Mary. Ella abre la puerta y Sophia le pregunta con cortesía y amabilidad:

— ¿Sabes que toda mi ropa es de invierno? Creo que somos de la misma talla. ¿Podrías prestarme un vestido para la cena de esta noche?

Mary observa a Sophia con sorpresa al verla acompañada por Amir, quien aún no está al tanto de la presencia de Sophia en el Castillo Hasana. Sin embargo, comprende la situación y accede a ayudarla. Responde con una falsa amabilidad:

— Por supuesto, Sophia. Pasa adelante. En aquel lugar está el guardarropa; puedes tomar lo que necesites. Hay calzado, ropa interior nueva si la necesitas y varios vestidos disponibles.

Sophia agradece sinceramente:

— Gracias, Mary. Me salvaste, no recordé traer ropa adecuada.

Sophia se acerca con delicadeza a Amir, quien está ocupado con hojas y libros en el escritorio. Extiende la mano y se presenta:

— Mucho gusto, soy Sophia Petrov. ¿Eres el novio de Mary?

Amir, sin levantar la mirada de sus tareas, responde con cortesía:

— Hola, Señorita Sophia Petrov. Mi nombre es Amir. No, no soy el novio de Mary. Soy su tutor de historia y filosofía.

Sophia sonríe y responde con un toque de humor y coqueteo:

— Siempre me ha parecido sexy la filosofía. Dime solo Sophia.

Amir con una sonrisa dice:

— De acuerdo, así lo haré.

Mary lucha por controlar los celos que siente al ver a Sophia y Amir interactuar, consciente de las posibles repercusiones si descubren que están saliendo. Camina de forma sensual y sutil hacia el vestidor, desde donde puede observar discretamente a los dos que aún están en el escritorio al igual que la pueden ver a ella. Mary trata de mantener la calma y seguir con los estudios, aunque sabe que será difícil concentrarse ante la situación.

Abre las puertas del armario y comienza a examinar los vestidos, sacando algunos y colocándolos sobre una silla en la habitación. Mientras tanto, Mary y Amir continúan con las clases, aunque su atención está más en Sophia que en los libros del escritorio, se quita la toalla del pelo y empieza a acariciar sus cabellos rojizos con las manos, enviando miradas y sonrisas sensuales a Amir de vez en cuando, mientras Mary alerta observa con atención todo.

Sophia se prueba los vestidos por encima de la bata de baño, finalmente eligiendo un vestido corto negro con un gran escote. Murmura para sí misma que debe usarlo sin ropa interior, con una voz suave pero lo suficientemente alta para que todos lo escuchen. Con un movimiento lento, deja caer el albornoz, revelando gradualmente su piel desnuda. Mary está a punto de explotar de celos mientras Amir trata de no mirarla directamente.

Sophia se pone el vestido negro con delicadeza y sensualidad, admirándose en el espejo y ajustándolo a su cuerpo. Se sienta en la silla y se coloca unos zapatos de tacón alto. Luego, camina hacia la puerta, mirando a Amir a los ojos antes de abrirla. Expresa su agradecimiento a Mary por el vestido y los zapatos, a lo que Mary responde con un tono enojado que puede quedarse con ellos. Sophia, con una mirada significativa hacia Amir, responde con doble sentido: «Me encantaría quedármelo». Luego, camina hacia la puerta y la cierra tras de sí.

El intercambio de miradas tensas y gestos cautelosos llenaba la habitación cuando Mary, envuelta en una oleada de celos, se levantó bruscamente de su silla. Sin decir una palabra, deslizó el cerrojo de la puerta, aislándose del exterior. Del otro lado, Sophia esbozó una sonrisa cínica al percibir la reacción de Mary y se encaminó hacia su dormitorio. El ambiente quedó impregnado de emociones enredadas, mientras Amir procuraba mantener la calma en medio de la situación. Una vez a solas, Mary estalló en celos contra Amir:

— ¿Te gusta? ¿Por qué no dejaste de mirarla? ¿Te gusta?

Amir intentó tranquilizarla:

— Mary, me gustas tú. Solo seguí el juego que ella quería jugar. La observaba porque temía que nos fuera a atacar, no sé con qué podría salir. Sabemos que, según Hasan, todos los Petrov son peligrosos, aunque no creo que ella lo sea.

Mary, inundada por los celos, insistió con voz de enojo:

— ¿Te parece atractiva?

Amir, buscando calmarla, respondió con sinceridad:

— Eres tú quien me gusta de verdad, Mary. Estoy contigo en esto, somos un equipo. No dejes que estas dudas te dominen. Te prometo que no habrá nadie como tú.

Mary tomó una respiración profunda, esforzándose por aplacar sus sentimientos de inseguridad y celos:

— Tenemos que ser muy cuidadosos con ella.

Amir con seriedad pero con una notable preocupación:

— Tú debes tener más cuidado. Mary, antes de la cena me iré del castillo, pero tú vas a estar aquí. Tu puerta está frente a la de ella… Cuídate, amor, por favor.

Amir se despide de Mary en su dormitorio, dejándola para que se bañe y se prepare para la cena. Mientras camina hacia las puertas del castillo, encuentra a Sophia fumando un cigarrillo. Cuando ella lo ve salir, se le acerca y comenta:

— Amir, pensé que te quedarías a cenar con nosotros.

Amir responde con cortesía:

— Señorita Sophia, solo soy uno de los tutores de Mary.

Sophia insiste:

— Solo Sophia, te dije que me llamarás solo Sophia. Puedo hablar con Adebowale para que te sientes hoy en la mesa con nosotros.

— Prefiero no hacerlo, Sophia. Ya es tarde y debo regresar a mi casa.

Sophia cambia de tema:

— ¿Mary sabe que estás enamorado de ella? Y más importante aún, ¿ella sabe que está enamorada de ti?

Amir responde con firmeza:

— Mary es una gran chica, una gran estudiante que aprende muy rápido. Nuestra relación es la de profesor y alumna, no más, no menos.

— ¿Y alguien te espera en tu casa?

— No, por ahora vivo solo.

Sophia sugiere algo:

— ¿En algún momento podría pasar por tu casa?

Amir acepta:

— Sí, por supuesto. Solo te pido que me avises porque estoy muy poco en mi casa. Pero ahora, permíteme disculparme, debo irme. Tengo cosas que hacer.

Sophia se despide de Amir con un beso lento en la mejilla antes de ingresar al castillo, arroja el cigarrillo a la calle. Una vez dentro, se dirige al comedor donde el mayordomo le indica dónde sentarse. Pronto llega Adebowale, Claude y Mary. Le ofrecen a Sophia una copa de vino, pero ella educadamente rechaza, argumentando que no consume bebidas alcohólicas y prefiere agua o un jugo de naranja, enfatizando en los riesgos para la salud que conlleva el consumo de alcohol. La conversación continúa Claude pregunta:

— ¿Conociste a nuestra hija?

— Hola, Claude. Sí, he tenido el placer de conocer a su hija Mary. Ha sido muy amable conmigo, prestándome este vestido. Además, tuve la oportunidad de encontrarme con uno de sus tutores.

Sophia, dirigiéndose a Mary con un tono irónico, dice:

— No te pedí disculpas por interrumpir tu clase hoy.

Mary responde con calma:

— No interrumpiste nada, Sophia.

Durante el primer plato, Adebowale inicia la conversación:

— ¿Cómo se encuentra tu madre?

— Sophia responde: Bien, está más tranquila después de la muerte de mi padre.

— Adebowale continúa con nostalgia: Un gran hombre Maxim, un hermano para mí.

— Sophia asiente: Lo sé. Mi padre hablaba mucho de ti y del cariño que les tenía a toda la familia Sani. Siempre decía lo hermoso y elegante que era Claude, lo valiente y confiable que eras tú, Adebowale. Y sobre su pequeña hija Mary, ya convertida en mujer, inteligente e increíblemente hermosa.

— Adebowale reflexiona: No te conocí de niña, pero Maxim hablaba de ti. Su hermosa hija Sophia siempre se encontraba de vacaciones en algún lugar del mundo.

— Sophia responde con un toque de nostalgia: Sí, fui muy querida y consentida por mi padre, quien me malcriaba con todos mis antojos. Viví de vacaciones durante toda mi infancia y adolescencia.

Mientras terminaba su primer plato, la mente de Sophia se transportaba a un momento oscuro de su pasado: su decimocuarto cumpleaños en el centro de entrenamiento militar. Fueron tres días y dos noches de tortura implacable, con el único propósito de extraer información sobre el paradero de sus compañeros de evasión, supervivencia y escape. Los recuerdos de aquellos momentos de sufrimiento y desesperación seguían persiguiéndola, incluso en medio de una cena aparentemente tranquila y civilizada.

Mientras cortaba el filete con el cuchillo frente a Adebowale, Sophia recordaba vívidamente cómo le habían arrancado un par de uñas con un cuchillo similar. Cada movimiento del cuchillo evocaba el dolor y la angustia de aquel momento. Tomando un sorbo de la copa de agua, recordaba cómo la habían sumergido en agua fría durante minutos interminables en un intento de hacerla confesar.

Observando el fuego de las velas en el centro de la mesa, recordaba con dolor cómo le habían quemado con pequeñas brazas en sus brazos. También recordaba los momentos de tortura en los que la habían dejado de cabeza durante horas hasta que perdiera el sentido. La mirada fija en la copa de vino de Mary le recordaba cómo había sido intoxicada a la fuerza con licor de arroz en un intento desesperado de hacerla hablar y revelar la palabra secreta de sus compañeros.

Pero a pesar de todo, en ninguno de los entrenamientos lograron sacarle una sola palabra. Por esta razón, comenzaron a llamarla «La Tumba», refiriéndose a su aparente impenetrabilidad frente a la tortura y su habilidad para guardar secretos.

Mary le pregunta a Sophia:

— ¿Tienes pensado hacer turismo en Nigeria?

Sophia responde:

— Sí, me encantaría hacer turismo, pero necesitaría un guía. Hoy estuve hablando con Amir, tu tutor, quien se ofreció a hacerme un tour por Nigeria.

Mary pensaba en arrojarse encima de ella y clavarle el cuchillo en el medio de tus pechos lo más cerca del corazón que pudiera, pero finge y responde con inteligencia y madurez:

— Buenísimo. Además de conocer la historia de los lugares, él podría guiarnos juntos. Así podré aprender un poco más sobre mi país.

— Qué buena idea. Podríamos hacerlo después de algunas reuniones que debo tener con tu padre, pero es una promesa. Así recorreré este hermoso país junto a ti.

La conversación continúa con temas triviales mientras llegan el segundo y tercer plato, unos aperitivos. Adebowale aprovecha para preguntar a Sophia:

— Tu padre me habló de que practicabas artes marciales de niña. ¿Mary aún practica?

Sophia responde:

— Practicaba cuando era niña, Adebowale. Ya hace mucho tiempo que no lo hago.

Adebowale comenta:

— Mary participó recientemente en un campeonato de Artes Marciales Mixtas.

Sophia felicita a Mary:

— Buenísimo, Mary. ¡Felicidades! Yo también practiqué, pero fue por poco tiempo y hace muchos años. Ya ni recuerdo bien cómo era todo.

Mary, consumida por los celos, no lo piensa dos veces y decide invitar a Sophia a una lucha sana entre las dos en el gimnasio del castillo. Sophia accede con una sonrisa, diciendo que ningún ruso que se respete puede rechazar un pequeño desafío así. Sin embargo, en su respuesta, menosprecia sutilmente a Mary. Ante esta situación, el padre de Mary interviene para asegurar que solo se trate de una lucha amistosa.

Sirven el plato principal y la conversación continúa mientras ambas esperan el momento de la lucha. Sophia se dirige a Mary:

— Hace años que no lucho, por favor, trátame con cuidado.

— Lo tendré en cuenta, Sophia. Además, hay equipamiento de protección, estarás segura.

— Entonces me quedo tranquila.

Sirven el postre y terminan la cena, luego de tomar un café final, se dirigen al gimnasio donde se encuentra el equipamiento. Sophia se dirige a los vestuarios y se coloca un kimono. Del otro lado se encuentra Mary, mientras Adebowale les recuerda que se trata de una lucha amistosa y que en cualquier momento puede detenerse si alguna de las dos así lo desea.

Ambas se colocan los elementos de protección, como caretas, petos y guantes. Sophia actúa como si no supiera cómo colocarlos, por lo que el mayordomo la asiste con amabilidad.

La pelea comienza intensamente, con Mary lanzando una patada alta al rostro de Sophia, quien logra esquivarla cayendo de espaldas al suelo. Sophia detiene la pelea hasta que se levanta nuevamente. Mary continúa con una serie de puñetazos, algunos de los cuales alcanzan la careta de Sophia. Sin embargo, Mary persiste y trata de derribar a Sophia, convirtiendo la pelea en algo más agresivo y no amistoso.

Sophia se defiende instintivamente golpeando el abdomen de Mary con dos dedos, utilizando una técnica antigua llamada tegatana. Este golpe es doloroso pero imperceptible para los espectadores. Mary, en ese momento, comprende que Sophia está mintiendo sobre su falta de habilidades en artes marciales. En respuesta, Mary utiliza su mejor técnica, el temible Hook de Muay Thai, pero Sophia lo esquiva fácilmente y contraataca con un golpe corto y contundente en el rostro de Mary, haciéndola caer al suelo y tomándose la cara con dolor.

Sophia se disculpa sinceramente y se quita los guantes y la careta, su rostro muestra claramente su preocupación y confusión. Repite que no fue su intención hacerle daño y admite que no entiende lo que hizo ni con qué golpe la alcanzó. Así termina el combate, dejando a Mary con la comprensión de que si Sophia hubiera querido, podría haberla lastimado gravemente o incluso haberla matado.

Dio lo mejor de ella, con técnicas que la habían hecho ganar campeonatos; con los mejores competidores, que no lograron defenderse; y ella; se defendió haciéndola parecer torpe e indefensa, dos golpes muy complejos que solo son dominadas por los grandes maestros.

Mary se quita la ropa y se examina en el espejo, encontrando un hematoma de un palmo de diámetro en su abdomen, de color morado y violeta, doloroso al tacto, y un pequeño moretón en su mejilla, apenas perceptible. Se da cuenta de que el golpe en el abdomen fue lo suficientemente fuerte como para aflojar dos de sus muelas.

En ese momento, recuerda las palabras de Hasan: «Los Petrov son muy peligrosos». Ahora comprende completamente el significado de esas palabras. Se da cuenta de que solo sobrevivió la pelea porque ella misma así lo quiso, y no por falta de habilidad de Sophia. La experiencia la deja con una nueva comprensión de la peligrosidad de la familia Petrov y de la verdadera naturaleza de Sophia.

8. Problemas

John Smirnoff llega a Manhattan después de posponer su viaje a Sudamérica tras visitar Moscú. Durante su estancia en Rusia, pactó una reunión con Olivia Brown, una empresaria de ascendencia nativa americana de unos 27 años siempre protectora de los intereses de su familia. Olivia tiene cabello liso y prefiere una vestimenta conservadora y natural, sin destacar su cuerpo; muy segura de sí misma; y sabe que será una reunión tensa.

Durante el vuelo hacia su próximo destino, John decide disfrutar de varios tragos de whisky mezclados con drogas psicodélicas y disociativas. Los asistentes de vuelo, conscientes por experiencia de los efectos de esta combinación en él, optan por dejarlo solo, interviniendo solo en caso de emergencia.

Con la ventana abierta, observa el cielo lleno de nubes blancas mientras se sumerge en un estado de limbo, entre el sueño y la vigilia. En ese estado, su mente se encuentra con la figura de su madre, Eva Williams, quien lo mira con tristeza y dolor, preguntándole ¿por qué les hizo; lo que les hizo? A pesar de sus intentos por acercarse, John no logra alcanzarla; ella se desvanece entre sus manos como humo. Al mismo tiempo, sigue escuchando las palabras de su padre resonando en su mente, aunque no logra visualizarlo. Luego, experimenta un silencio total mientras todo a su alrededor se vuelve blanco. Se ve a sí mismo de niño en una especie de prisión, sintiendo un profundo pánico y una opresión en el pecho, acompañados por una abrumadora sensación de desolación y depresión.

Finalmente, despierta de su trance, tomando una bocanada de aire. Su respiración y su pulso se aceleran mientras se da cuenta de que el avión está a punto de aterrizar en el aeropuerto de Manhattan. Con gestos nerviosos, se seca el frío sudor de su frente, tratando de recuperar la compostura después de la intensa experiencia. Mientras tanto, en lo profundo de su mente, las preguntas sin respuesta y las sombras del pasado y del presente persisten, acompañándolo en sus viajes.

Aterriza y se dirige a uno de los restaurantes más elegantes de Nueva York, donde es recibido con un café por Olivia, quien no quería de ninguna forma estar en ese lugar, pero era difícil evadir una invitación de los Smirnoff. Lo saluda con un poco de indiferencia:

— Hola John, ¿Cómo estás?

— Hola Olivia, no tan bien como tú.

— Siempre tan caballeroso y amable, hasta que ves un billete y pierdes cualquier modal. ¿Qué es lo que quieres?

Ella, que desconfía de la familia Smirnoff, es plenamente consciente de que John busca desatar la destrucción a su paso y tiene conocimiento sobre su alianza con la familia Petrov. Olivia, quien se opone firmemente a los conflictos y la violencia, comprende que John requiere el respaldo de su familia Brown y su poder económico para mantenerse firme ante los Smirnoff, pero se muestra renuente a proporcionárselo. No obstante, entiende el peligro que representa subestimar el poder y la astucia de los Smirnoff:

— Olivia, quisiera tener el apoyo de la familia Brown como ha sido siempre. Por años hemos trabajado juntos y necesito tenerte como mi aliada.

— ¿Qué necesitas? — responde Olivia con su tono incrédula.

— Pasar mis productos en tus trenes, así conectaré mis fábricas de costa a costa, y un préstamo para comenzar a producir nuevos productos. — responde John.

— Quiere decir que ya tienes el apoyo de la familia Perez. Cuéntame tus planes.

— Sí tengo su apoyo, con Pedro ya tenemos unos años trabajando juntos. Mis planes son sencillos: iniciar conflictos en varios lugares.

— ¿Y cuáles son tus aliados?

Olivia siente la necesidad de conocer los planes de John, así como identificar a sus aliados y entender a qué se enfrenta exactamente. Es consciente de que enfrentarse a los Smirnoff sin un respaldo adecuado sería una batalla perdida, especialmente si todas las familias poderosas están de su lado. Aunque su familia posee grandes riquezas, no son los más poderosos en comparación con los Petrov y los Smirnoff, quienes han dominado durante años.

Con esta comprensión en mente, Olivia busca formas de convertirse en una piedra en el camino de John, una fuerza de resistencia contra su ambición. Reconoce que detener la destrucción que se avecina no será fácil, pero está decidida a encontrar una manera de hacerlo, ya sea a través de la persuasión, la diplomacia o la búsqueda de alianzas estratégicas con otras familias influyentes que compartan su preocupación por el bienestar y la estabilidad.

— La familia Petrov, Los Schmitt, Los Perez, Los Sani y ahora Los Brown.

— Aún no tienes el apoyo de la familia Brown; ¿Qué ganaría con esto, John?

— Olivia dinero, poder e influencias.

— Dinero tengo más del que pudiera gastar en dos mil vidas; ¿poder e influencia? No me interesan. Creo que estos conflictos solo ayudarán a tu familia, como siempre ha sido. Y tú deuda ya está bastante abultada; no deberías endeudarte aún más. Creo que lo más prudente es que pienses mejor las cosas. Otra cosa; los Petrov, después de la muerte de Maxim y con la enfermedad de Varvara, ¿Quién está al frente de todo?

— Maxim y Varvara tenían una hija llamada Sophia.

— ¿Sophia? No sabía que ella existiera. John, siendo sincera, no me interesa. No ganaría nada y tendría más problemas en mi cabeza. Te doy un consejo que no me estás pidiendo; deja ese tipo de negocios. No terminará bien.

— Olivia, estos conflictos se realizarán con tu familia o sin su apoyo. Ten cuidado con el bando que escojas.

— ¿Es una amenaza? ¿Sabes la historia de mi familia y la tuya?

— No, y no me interesa. Solo ten cuidado. Es mejor que te encuentres en el bando correcto cuando todo esto comience.

Olivia percibe las palabras de John como una amenaza, pero en lugar de ceder ante su intento de intimidación, responde con firmeza y un poco de rabia.

— John, estaré atenta para elegir sabiamente ‘mi bando’; espero que tú también lo hagas después de todo esto, responde con calma, manteniendo su compostura.

Al escuchar la declaración de John sobre su dominio sobre la ciudad, Olivia no se deja impresionar.

— No me asustas, John. Esta ciudad ya no es la misma, y hay mucho más en el mundo que solo Manhattan. No puedes controlarlo todo, señala con convicción.

John insiste en la grandeza eterna de los Smirnoff, pero Olivia refuta esa idea.

— El mundo está en constante cambio, y nosotros también debemos adaptarnos. No me preocupa lo que pueda deparar el futuro. Las cosas siempre evolucionan, y debemos aceptarlo, responde con determinación.

Ante la solicitud de John de obtener el apoyo de la familia Brown, Olivia mantiene su posición.

— Pensaré en tu solicitud, John, pero no creo que vaya a cambiar de parecer fácilmente, afirma con firmeza, dejando en claro que su decisión no se verá influenciada fácilmente por las palabras o los deseos de John.

Olivia, al salir del restaurante visiblemente molesta, deja a John reflexionando sobre su brusca interacción. Aunque sabe que necesita el apoyo de la Familia Brown, lamenta haber discutido de esa manera con Olivia. Sin embargo, la sola idea de cómo la familia Brown adquirió su riqueza y tierras le genera un profundo resentimiento, recordando cómo su propia familia perdió las tierras y las reservas federales que una vez poseyeron. Pero ahora John desea ir a por lo que parte de inmediato, posponiendo un día o dos su viaje a Mendoza, Argentina.

Mientras tanto, Olivia, aún afectada por la conversación con John, reflexiona sobre sus palabras y los planes que ha insinuado llevar a cabo. Reconoce que los conflictos actuales son muy diferentes a los del pasado, con una dinámica más compleja y un flujo de información mucho más rápido. Sabe que los Smirnoff siempre han representado una amenaza para su familia y teme las represalias que podrían surgir si se convierten en un obstáculo para los planes de John. Reconoce que reactivar viejas heridas podría no ser beneficioso para su familia.

De regreso a casa, busca el consejo de su abuela, una figura sabia y respetada en la familia. Cuando entra en el tipi donde se encuentra su abuela, espera recibir orientación y sabiduría para enfrentar los desafíos que se avecinan.

La abuela, con voz calmada y sabia, intenta reconfortar a Olivia frente a su dilema. Le recuerda que las preocupaciones actuales pueden parecer abrumadoras, pero con el tiempo perderán importancia. Aconseja a Olivia que tome la decisión que considere correcta para ella, incluso si significa rechazar las demandas de los Smirnoff, y le asegura de nuevo que nadie recordará estas circunstancias en el futuro.

Olivia, sin embargo, se siente angustiada por las posibles repercusiones de su decisión en miles de personas. Explica a su abuela que los Smirnoff le están pidiendo apoyo para iniciar conflictos, algo que ya no desea presenciar.

La abuela, en respuesta, comparte una historia familiar sobre cómo enfrentaron un dilema similar en el pasado. Relata cómo unieron fuerzas con otros pueblos originarios para reclamar lo que consideraban suyo por derecho, pero que había sido arrebatado por grandes empresarios y familias poderosas como los Smirnoff y los Jones. Recuerda la ayuda inesperada que recibieron de la familia Khan, gracias a Abir Kumar, una mujer inteligente y valiente, y cómo lograron ganar la batalla contra los Smirnoff y los Jones. Sin embargo, también señala que esta victoria provocó tensiones que persisten hasta el día de hoy, especialmente ahora que los Smirnoff están solicitando nuevamente la ayuda de su familia.

Este relato histórico sirve para recordarle a Olivia que las decisiones que tome pueden tener repercusiones a largo plazo, pero también muestra que la resistencia y la solidaridad pueden llevar a resultados positivos, incluso contra poderosos oponentes como los Smirnoff.

La anciana añade que, en cuanto tenga la oportunidad, debería viajar a visitar a la familia Khan, quienes son personas bondadosas y grandes aliados. Les deben mucho y siempre que necesiten algo de ellos, deberían tener los brazos abiertos. Además, les deben su lealtad.

Olivia responde que definitivamente irá a visitarlos, pero antes tiene que ver a alguien más. No puede creer que Anne esté apoyando a John, especialmente después de mantener una relación honesta con ella y ocultarle esa alianza. Decide ir a Islandia para confrontarla y entender mejor su cambio de actitud.

Al día siguiente, Olivia decide dirigirse al aeropuerto y tomar un vuelo a Islandia. Está decidida a corroborar por sí misma la extraña alianza entre Anne y John. Al llegar, la encuentra esperándola en el café del aeropuerto, pero nota algo diferente en ella. No es la misma mujer que solía ser. Anne, quien antes criticaba a John, ahora parece estar defendiéndolo. Después de saludarse, Olivia comienza la conversación:

— Anne, ¿realmente crees en los planes de John? ¿Apoyas estas locuras?

— Olivia, la situación es más compleja de lo que piensas. Nuestras familias han estado involucradas en este tipo de cosas por generaciones. Estamos entrelazadas.

— Pero los tiempos han cambiado. Podemos tomar decisiones por nosotros mismos. Él sabe lo que quiere, pero también sabemos lo que sucederá. Habrá muertes y sufrimiento. Podemos evitarlo.

— Podríamos haber cambiado, pero los deseos de las personas siguen siendo los mismos. El dinero y el poder son mortales. Para seguir creciendo, debemos aceptar que habrá bajas.

— Anne, no puedo creer lo que estás diciendo. Te conozco. Sé que no eres así. ¿Qué pasó con la mujer pacífica que quería alejarse de los conflictos? Hay otras formas de crecer sin causar tanto sufrimiento.

— No conozco otra forma, Olivia. John es muy persuasivo. Tiene muchos intereses en juego. Los Petrov y los Perez son sus aliados, y juntos serán más fuertes. Me preocupa quedar fuera y perder lo que mi familia ha construido durante años.

— Pero eso se construyó sobre cadáveres.

— ¿Olivia, recuerdas cómo tu familia construyó su fortuna? No puedes hablar de legados cuando casi aniquilaron a sus ancestros. Tampoco puedes hablar de construir sobre cadáveres cuando los Brown también tienen las manos manchadas de sangre. ¿O ya olvidaste cómo llevaron a la aniquilación a sus propias tribus?

La conversación comienza a tornarse más agresiva. Anne y Olivia, que una vez fueron amigas, ahora se encuentran en una encrucijada de pensamientos que las lleva a discutir cada vez más fuerte, hiriendo algunos sentimientos en el camino:

— ¿Entonces debemos seguir manchando nuestros apellidos con sangre?

— Ya no pueden mancharse más. Unas gotas adicionales de sangre no harán ninguna diferencia. Nuestros apellidos ya están escritos en rojo escarlata.

— Anne, creo que estás cegada.

— No estoy cegada. Soy pragmática. Agradezco el café, pero si viniste aquí solo para darme un sermón y no apoyar a mi esposo, estás equivocada.

— ¿Tu esposo?

— Era un secreto. Te agradezco que no lo comentes.

Olivia está consciente de la antigua tradición de los Smirnoff de concertar matrimonios para establecer alianzas con otras familias poderosas. A pesar de este detalle, ella continúa la conversación, que se vuelve cada vez más tensa:

— No es asunto mío lo que hagan con tu vida privada. Pero quiero que comprendas que esto conducirá a la destrucción de nuestras familias. No podremos gobernar si no queda nada. ¿Entiendes lo que significaría un conflicto en estos tiempos? No solo aniquilará pueblos, sino que también nos perjudicará a nosotros.

— ¡Lo entiendo, pero no puedo cambiarlo! — responde gritando y molesta Anne.

— Juntas podemos cambiar las cosas.

— Olivia, ya tomé mi decisión. Lo siento, pero esto sucederá, queramos o no. Prefiero unirme ahora. Mi familia no está en su mejor momento. Prefiero tomar una decisión ahora que esperar y quedarme fuera de los conflictos.

— Anne, ¿Cómo puedes estar de acuerdo con esto? ¿Cómo puedes apoyar a alguien que solo busca destrucción?

— ¿Y tú, Olivia? ¿Cómo puedes ser tan ingenua? ¿Acaso no ves que esto es inevitable?

— ¡No soy ingenua! Estoy tratando de detener una catástrofe.

— Detenerla, ¿cómo? ¿Con palabras bonitas y buenas intenciones? La realidad es mucho más dura que eso.

— No se trata solo de palabras bonitas. Se trata de hacer lo correcto.

— ¿Y quién decide lo que es correcto? ¿Tú? ¿Yo? ¿Acaso crees que tienes la autoridad moral para juzgar?

— No se trata de autoridad moral. Se trata de conciencia. ¿No te importa el sufrimiento que esto causará?

— Claro que me importa, Olivia. Pero a veces, debemos sacrificar el bienestar de unos pocos por el bienestar de muchos. – responde Anne con resignación.

— Eso es una excusa fácil. No estás dispuesta a enfrentarte a la realidad.

— ¿Y tú sí, Olivia? ¿Estás dispuesta a ver más sangre derramada?

— ¡No se trata de eso! Se trata de evitar una tragedia.

— ¿Y crees que puedes evitarla tú sola? ¿Crees que eres tan poderosa como para cambiar el curso de la historia?

Olivia comienza a percibir que Anne no se comporta como de costumbre; nota algo diferente en ella y empieza a considerar la posibilidad de que esté siendo manipulada por John.

— No se trata de ser poderosa. Se trata de intentarlo, de hacer lo que está en nuestras manos.

— ¿Y si no es suficiente? ¿Y si todo esto ya está escrito?

— ¡No lo creo! Si todos nos quedamos de brazos cruzados, entonces sí, estará escrito. Pero si nos levantamos y luchamos, tal vez podamos cambiar algo.

— Eres tan idealista, Olivia. ¿Cuántas veces tu familia ha intentado cambiar las cosas y han fracasado? ¿Qué te hace creer que esta vez será distinta?

— Eso no significa que deba rendirme. Siempre hay una oportunidad para hacer lo correcto.

— Quizás tengas razón, Olivia. O quizás solo estés buscando una excusa para no aceptar la realidad.

— No me importa lo que pienses, Anne. Seguiré luchando por lo que creo que es correcto.

— Como quieras, Olivia. Pero no esperes que te siga en esta locura.

Después de la reunión en el café del aeropuerto de Reikiavik, Islandia, Anne se encamina hacia la casa de su confidente y colaborador de confianza, Aiko Erikson. Andor no solo es una figura clave en los asuntos bancarios de las empresas de la familia de Anne, sino también un apoyo incondicional desde la desaparición de sus padres.

Andor es un hombre de imponente presencia, con una estatura que rivaliza con la de un oso y una abundante cabellera rubia que se entremezcla con una larga barba. A pesar de su aspecto robusto, su gentileza y agudeza mental son sus cualidades más destacadas.

En el interior acogedor de la mansión de Andor, Anne le confiesa sus pensamientos y dudas sobre la situación actual con los Petrov y los Smirnoff. Mientras Anne confía en la fortaleza financiera de estas familias, Andor muestra una perspectiva más cautelosa. Conoce los entresijos financieros de los Smirnoff y es consciente de su deuda significativa, lo que le lleva a cuestionar la verdadera intención de John en su relación con Anne.

— ¿Andor, puedo pedirte un consejo?

— Anne, siempre estoy aquí para escucharte y ofrecerte consejos si los necesitas. – responde Andor con su grave voz pero tono suave.

— Olivia vino a hablar sobre los conflictos con John, tratando de alejarme de ellos.

— ¿Y estás considerando alejarte?

— Sabes que no puedo traicionar a John; nuestros lazos están establecidos desde hace mucho tiempo debido al acuerdo de matrimonio entre nuestras familias.

— Pero al involucrarte con Sophia, estás desafiando esa lealtad. — responde Andor

— No lo consideraría traición; John y yo no nos amamos, y ambos sabemos eso. Sin embargo, dejar de apoyarlo podría tener consecuencias negativas para mí y para mis intereses.

— Anne, cada camino que tomamos en la vida es como un río que fluye hacia el océano de nuestro destino. A veces, esos ríos se entrecruzan con otros, formando corrientes que nos llevan en direcciones inesperadas. Tu compromiso con John es uno de esos ríos, pero debes recordar que cada corriente lleva consigo sus propios desafíos y peligros. No todos los ríos nos llevan a aguas tranquilas; algunos nos enfrentan a rápidos y remolinos que pueden poner en peligro nuestra estabilidad.

— Andor, entiendo tu analogía, pero ¿Qué debo hacer si siento que estoy siendo arrastrada por una corriente que me lleva hacia un abismo?

— Anne, en esos momentos, es crucial mantener la calma y recordar que la vida tiene muchas vueltas y vueltas. No todo lo que parece un abismo es necesariamente el fin del camino. A veces, esos abismos son solo desafíos que nos obligan a explorar nuestras propias fortalezas y debilidades.

— ¿Crees que debería desviarme de mi camino actual y explorar otras opciones?

— Anne, la respuesta a esa pregunta está dentro de ti. No puedo decidir, pero puedo ofrecerte una brújula para navegar por tierras oscuras. Recuerda siempre que las decisiones que tomamos no solo afectan nuestro presente, sino también el flujo del futuro.

— ¿Y Sophia?

— Anne recuerda que incluso cuando un tigre parece dócil, conserva su naturaleza salvaje y su instinto de depredador. No subestimes el potencial de alguien que ha aprendido a sobrevivir en un entorno hostil. Ve con tus primos, descansa y distrae tu mente, yo me encargaré de los asuntos de la empresa.

Por otro lado, Olivia comprendió en ese momento que John se sentía indetenible, lo que lo hacía extremadamente peligroso. Al marcharse de Islandia con la negativa de Anne, comprendió que ir a Moscú sería una pérdida de tiempo; los Petrov y los Perez siempre han mantenido una estrecha unidad. Dentro de la aeronave, reflexiona sobre cómo su familia forjó su fortuna. Anne tenía razón: sus ancestros despojaron las tierras de los nativos americanos, explotaron sus recursos y cultura, los vendieron como esclavos, provocaron crisis económicas y se apoderaron de las reservas de oro de muchos países. Establecieron la hegemonía de su moneda a nivel mundial. Sin embargo, nunca se aventuraron en algo tan arriesgado como lo que John pretende hacer ahora. Luego de meditarlo, decide seguir el consejo de su abuela: debía dirigirse a Dubái.

Después de horas de vuelo analizando las posibilidades, Olivia llega a una comprensión clara. Al aterrizar en Dubái, se dirige directamente al palacio de Hasan Khan, siguiendo el consejo de su abuela. Hasan, informado de su visita, la recibe apenas llega. Olivia siente una extraña familiaridad y confianza en él, quizás influenciada por las historias que escuchó desde niña. Con gentileza, se presenta:

— Hola, soy Olivia Brown. Mi abuela es Cinthia Grunt.

Hasan Khan observa a Olivia con atención y una sonrisa amistosa ilumina su rostro.

— Por cierto, es sorprendente lo increíblemente parecida que eres a tu madre. ¿Alguien te lo ha dicho antes?

Olivia sonríe con modestia, pero su mente está inquieta por la gravedad de la situación.

— Sí, me lo han mencionado varias veces. Dicen que somos dos gotas de agua. Aunque físicamente heredé mucho de mi madre, creo que nuestra personalidad es bastante diferente.

La conversación luego de ingresar al castillo continua:

— ¿Hasan, estás al tanto de la situación? John Smirnoff, junto con Sophia Petrov y otros aliados, planea iniciar conflictos a nivel mundial, y nuestra familia no desea respaldarlos. Queremos evitar más guerras.

— Sí, tenía conocimiento que también los Schmitt estarían de su parte. ¿Qué te ha transmitido tu abuela acerca de estos conflictos?

— Todo, Hasan. Al igual que mis padres, estoy al tanto de todo.

— Bien, eso era de esperar y lo sabía, Olivia. Ha venido una Sani, la hija de Adebowale Niff; tiene una integridad inquebrantable, y podría ser clave. Si los Sani y los Brown no se suman a los conflictos, será difícil iniciar las guerras.

— ¿John ha tratado de comunicarse contigo?

— Está a la espera; me dejará para el final. Él sabe que si las otras familias están de su lado, tendré que aceptar sus condiciones. Pero hasta entonces, no vendrá. Tu negativa retrasa un poco sus planes.

— ¿Puedo confiar en esta joven llamada Mary?

— Sí, Mary es confiable, aunque aún es muy joven. Ahora, nosotros cada vez somos más viejos en este juego. La fatiga y el cansancio se han llevado a muchos. Quisiera creer que todos los que se han ido, se arrepintieron en sus últimos momentos de todo el daño que hemos hecho. De la familia Sani, solo queda Adebowale Niff, Jean Dupont, y yo. Varvara Petrov está delicada por su enfermedad, y Sophia, una joven que aun no entiendo completamente.

— Sí, John también me ha hablado de ella, y lo hace con admiración. ¿Qué puedes decirme sobre Khan y tu hija? Mi abuela me ha mencionado algo al respecto.

La conversación continúa mientras caminan por los exuberantes jardines del palacio de los Khan. Olivia se detiene por un momento para observar una antigua construcción rodeada de palmeras y fuentes de agua, maravillada por la belleza del lugar; aunque Khan no responde a la pregunta sobre su hija, continúa:

— Olivia, John debe estar yendo a Sudamérica en búsqueda de una nueva alianza con los González. No tiene muchas más opciones — comenta Hasan, rompiendo el silencio con seriedad.

— ¿Quieres que vaya? Le debo mi lealtad a tu familia — responde Olivia, mostrando su disposición.

— ¡No! Lo último que quieres es estar entre ellos dos; cada uno peor que el otro. Ya se están moviendo las primeras piezas; aguardemos. Mathias Gonzales es una persona que tiene una forma de pensar única.

— Deberíamos actuar, Hasan. No podemos quedarnos sin hacer nada mientras él se fortalece cada vez más.

— Debes aprender que no siempre es bueno acelerar a fondo en las curvas; esto no es una carrera corta, es una carrera de resistencia. Aguardemos, si Mathias es aún como lo fue antes, no será fácil de convencer. ¿Sabías que siempre estuvo enamorado de tu madre?

— No, no lo sabía. Mi madre jamás me contó esa historia. Hasan, ¿estás sugiriendo que la solución es quedarnos de brazos cruzados?

— La pasividad no es lo mismo que la inactividad; debemos ser pacientes pero nunca alejarnos de los problemas. Conozco a tu familia muy bien y siempre los he admirado. Siempre se han opuesto a los Smirnoff y antes a los Jones.

— Sé que tu madre apoyó mucho a nuestra familia.

— Y eso le costó la vida, no por culpa de tu familia, sino por los Jones y los Smirnoff. A los primeros les costó su existencia, pero George era un ser muy inteligente y no logré acabar con su hegemonía y supremacía.

John llega a Liverpool mientras recorre las calles es seguido de cerca por agentes de inteligencia de Sophia Petrov que rara vez le perdían rastro, se encuentra con una mujer de su misma edad, que no reconocen, una figura misteriosa que ha mantenido su distancia de los conflictos familiares. Intrigados por su presencia, deciden investigar a esta mujer de cabello negro y ojos azules, que parecía no tener pasado.

¿Por qué John mantenía esta relación en secreto? Mientras tanto un niño cerca de ellos, ajeno a las intrigas de los adultos, continúa jugando felizmente en el parque cercano. La mujer aprovecha la oportunidad para hablar con John sobre temas superficiales, manteniendo su verdadero propósito oculto bajo una fachada de normalidad.

Al final de su encuentro, John se despide de la mujer con la promesa de mantenerse en contacto y explorar posibles colaboraciones futuras. Mientras se aleja, La chica hermosa, decidida a proteger a su hijo y mantener en secreto su relación con John, sabiendo que su presencia en Liverpool podría traer peligros inesperados para ambos.

9. Algunas Piedras en el Camino

John, después de recibir la negativa de la familia Brown por parte de Olivia, y concluyendo su breve viaje a Liverpool, Inglaterra. Ahora se dirige al sur, hacia un lugar y una persona que desprecia profundamente. Aterriza en un aeropuerto privado en Mendoza, Argentina, rodeado de kilómetros de viñedos extendiéndose a su alrededor. Delphina y Karla lo reciben y lo guían hacia una de las bodegas más exclusivas del mundo, donde el señor Mathias lo espera.

Adentrándose en el salón, las chicas lo conducen por unas escaleras, las cuales desciende con precaución. Al llegar al final, se encuentra frente a una robusta puerta de madera, que Delphina abre con un crujido. Se revela un corredor largo y estrecho, flanqueado por barriles de un lado y barricas del otro, creando una atmósfera de antigua solemnidad y misterio, sin voltear comienza a hablar.

— Los vinos son como las amistades, — comienza Mathias en voz pausada sin voltear aun a ver a John. — Las buenas mejoran con el tiempo, brindan alegría, son cálidas y reconfortantes; por otro lado, los vinos malos, así como las malas amistades, son tóxicos, dejan un regusto amargo y desean ser olvidados con rapidez. ¿John, qué eres tú?

— John responde con firmeza, sin titubear: Prefiero el whisky de Kentucky, seco, crudo y real. No soy tu amigo y jamás tú serás el mío; esto son solo negocios.

Mathias se acerca lentamente a John, sus pasos resonando en el suelo de la bodega mientras acaricia las barricas de vino con reverencia.

— Muchos de estos vinos tienen más edad que tú y yo, — comenta, su tono lleno de nostalgia y sabiduría acumulada a lo largo de los años. — Cada uno de ellos tiene aromas y cuerpos particulares. En la colección privada de la familia, tenemos vinos de la cosecha del 46, cuando fueron lanzadas las bombas sobre Japón. Gracias a los esfuerzos de tu familia por no perder esa guerra, las cosechas del año siguiente son únicas y muy especiales. ¿Crees que en los próximos años se repetirán esas uvas? — pregunta Mathias, su mirada penetrante buscando la respuesta en los ojos de John.

— Mathias, depende de nosotros hacer que esas cosechas vuelvan. — responde John.

Mathias percibe la frialdad en la mirada de John, entendiendo que está dispuesto a cualquier cosa, sin límites, para alcanzar sus objetivos. Esa determinación sin escrúpulos le inquieta profundamente.

— ¿Vienes porque te rechazaron los Brown?, pregunta Mathias, su voz tranquila pero cargada de significado.

— John frunce el ceño, sorprendido por la precisión de la pregunta. ¿Cómo sabes lo que pasó entre Olivia y yo?, responde con otra pregunta, tratando de ocultar su sorpresa.

— ¿Olivia Grunt o Olivia Brown?, insiste Mathias, aun recuerda su corto amorío con Olivia Grunt madre de Olivia Brown.

— Olivia Brown, responde John

El corazón de Mathias se acelera al recordar a Olivia Grunt, pero continúa con su discurso:

— Si Olivia hubiera aceptado tu trato, no tendrías necesidad de venir. Si estás aquí, es porque, por un lado, cuentas con el apoyo de Los Petrov, de Anne Schmitt y de Pedro Pablo Perez. No tengo nada en contra de ninguno de ellos; sin embargo, Anne Schmitt ha mostrado debilidad en los últimos tiempos. Respecto a Los Petrov, me ha llegado información de que ahora está al frente Sophia, una joven de quien no conozco mucho, pero he escuchado que es ingenua y muy noble. Es posible que puedas influenciarla según tus intereses. Por otro lado, Pedro es un aliado transitorio; no es de fiar y lo sabes. Ha perdido la integridad que antes todos valorábamos, ahora solo actúa por intereses comerciales.

— Anne ha tenido dificultades, pero se repondrá, Pedro tendrá que estar porque le interesa mucho, y Sophia, por los momentos, me apoya. Serían unos locos los que no me apoyen.

Mathias le devuelve una mirada serena con su personalidad inmutable.

— Los visionarios son aquellos que comprenden su búsqueda con claridad, aún en la locura de sus sueños. Mientras tanto, los pragmáticos se aferran a la seguridad de lo conocido, buscando manzanas en árboles que solo producen bananas. John, aún no has descubierto tu verdadero propósito. Tus deseos de iniciar guerras son caprichos infantiles, desprovistos de la profunda contemplación que requieren. Tu influencia está menguando, mientras que el verdadero negocio del momento no reside en la violencia, sino en la paz. La era moderna reclama líderes que se adapten, que sepan discernir entre la estabilidad y la obsolescencia. Antes de actuar, detente y medita sobre tus verdaderas intenciones, John.

Ante esta advertencia, John se enoja un poco.

— Mathias, ¿es una amenaza?

— No es una amenaza, John. El gato no amenaza al canario; este último no se percata de su entorno hasta que siente la presión de las fauces quebrando su cráneo. Es simplemente el ciclo natural de la vida, ajeno a leyes, promesas y alianzas. ¿Crees que, después de esto, seguiríamos siendo los mismos?

— Nuestras familias siempre han estado trabajando juntas, han cooperado a través de las décadas; ¿Por qué debería ser distinta esta vez?

— La única constante es el cambio. A lo largo del tiempo, en cualquier situación o circunstancia, es inevitable y continuo. Esta verdad fundamental atraviesa todas las áreas y a todas las familias. Adaptarse al cambio se convierte en una habilidad clave para navegar de manera efectiva estos tiempos turbulentos. En esta ecuación, hay tres opciones: adaptarnos y evolucionar según las nuevas necesidades, fortalecernos manteniéndonos firmes pero arriesgándonos a quedarnos solos, o perecer en una extinción masiva. ¿Qué harás, John, cuando te des cuenta de que las cosas ya no son como solían ser?

— Las cosas son y seguirán siendo iguales, todo cambia, pero en esencia siempre es lo mismo. Todos queremos más poder, más riquezas, seguir siendo capaces de influir a nuestros antojos en los sucesos de la historia.

— Bien, John. Sin embargo, aún no te has planteado una pregunta básica y muy simple, expresada con tus propias palabras: si todos buscamos lo mismo, ¿Cuánto tiempo crees que durará nuestro control basado en la fuerza?

— Mathias siempre ha habido personas que controlan todo el planeta.

— Sí, tienes toda la razón. Antes de nosotros, eran controlados mediante el negocio de la fe; no se hablaba de familias, sino de religiones. Sin embargo, no supieron evolucionar y perdieron su control. No se dieron cuenta de que estaban surgiendo poderes diferentes a los que conocían, y esos poderes eran nuestras familias. ¿No te has detenido a pensar en la posibilidad de que en estos momentos estén surgiendo nuevos ideales de control?

— ¿Paz y amor? ¿Me estás diciendo, que colocar flores en fusiles, será el nuevo negocio? Si llega ese momento comenzaré a cultivar rosas; mientras tanto seguiré fundiendo plomo.

— Sigue fundiendo plomo, los herreros siempre son necesarios. Permíteme revelarte un secreto que quizás desconozcas: todos estamos aquí ahora gracias a un herrero.

Mathias acompaña a John a una gran sala dentro del viñedo, donde una cata de vinos está en pleno apogeo. Acompañados de quesos, panes y una variedad de tapas de degustación, la atmósfera se vuelve más amigable con la compañía de Delphina y Karla. Mientras comparten aperitivos y tragos, las anfitrionas explican a John el meticuloso proceso de elaboración de los vinos.

Concluida la jornada, las anfitrionas indican a John la habitación donde puede hospedarse dentro del viñedo. Después de reflexionar brevemente, John decide quedarse para organizar sus ideas, aunque no haya logrado el apoyo de los González a su causa. El dormitorio dispone de una terraza abierta con vistas a los campos de siembra. John solicita a las chicas un par de botellas de vino y algunos quesos antes de retirarse.

Ya solo en la terraza, se sirve una copa de vino y contempla el atardecer, dejando que la tranquilidad del entorno calme sus pensamientos y le brinde claridad sobre sus próximos pasos.

John se sumerge en un profundo recuerdo de su infancia, reviviendo una noche de primavera en la que presenció una reunión clandestina en el despacho principal del apartamento de su familia. Desde su escondite en un pequeño armario contiguo, escuchó las acaloradas discusiones entre cuatro hombres y dos mujeres, sobre guerras en el Medio Oriente, Europa, América del Sur y Asia Oriental. Palabras como «aliados», «destrucción masiva», «noticias falsas» y «bajas» resonaban en la habitación.

Después de que el grupo se marchara, John salió del armario y se acercó a su padre, quien lo sentó en sus piernas. Con curiosidad infantil, John preguntó sobre los visitantes y la naturaleza de sus discusiones.

— ¿Padre, quiénes son ellos? — preguntó John.

— Son mis amigos, y los hijos de ellos serán tus amigos — respondió su padre con calma.

— ¿Y qué vinieron a hacer hoy aquí? — inquirió John.

— Estuvimos en una reunión hablando de negocios — explicó su padre.

— ¿De dónde vienen? — preguntó John.

— Vienen de varias partes del mundo: Islandia, Moscú, Dubái, Argentina y Australia — respondió su padre.

— ¿Por qué están todos tan lejos? — preguntó John.

— Cada uno de ellos tiene negocios con papá, y entre ellos también los tienen, así que de vez en cuando nos reunimos todos — aclaró su padre.

— ¿Qué negocios hace papá? — preguntó John con curiosidad.

— Imagínate que estás con tus amigos divirtiéndote. Nosotros vendemos los juguetes para hacerlo posible — respondió su padre.

— ¿Fábricas de juguetes? — indagó John.

— Más o menos. Fabricamos juguetes para adultos que vendemos a los gobiernos y a grupos de personas organizadas que quieran divertirse — explicó su padre.

— ¿Papá y esos juguetes se los dan a los niños? — preguntó John.

— Sí, algunos gobiernos se los dan a los niños, al igual que estos grupos organizados — confirmó su padre.

— ¿Qué tipos fabricamos? — preguntó John.

— Varios tipos. Algunos vuelan, flotan, lanzan otros juguetes, algunos que ruedan. Hay muchos tipos, hijo — respondió su padre.

— ¿Y todos tus amigos y tú se divierten con todos estos juguetes? — preguntó John con inocencia.

— No jugamos con ellos. Se los damos para que otros se diviertan — concluyó su padre con un tono serio.

Con el rostro entristecido por la respuesta de su padre, John continúa con sus preguntas:

— ¿Y por qué ustedes no juegan? — inquirió con curiosidad.

— Porque somos adultos y nos gusta darles diversión a los demás. Nosotros ya somos grandes para jugar — explicó su padre con seriedad.

— ¿Cuándo sea grande podré divertirme con esos juguetes? — preguntó John, esperanzado.

— No, John. Tu deber es hacer muchos de estos juguetes para todos, y nunca permitir que jueguen sin ellos. Recuerda que, dentro de unos años, cuando seas más grande, comprenderás. Quiero que te conviertas en el fabricante más grande del mundo, que miles de personas usen tus creaciones, y que las naciones del mundo dependan de ti — afirmó su padre.

John, exhausto tras la intensa jornada, se dejó caer en la cama del dormitorio del viñedo y pronto quedó dormido, sumido en un profundo sueño. Al despertar a la mañana siguiente, dos chicas ingresaron a la habitación llevando un desayuno para él que no eran Karla ni Delphina que había conocido la noche anterior. Sin embargo, al percatarse de sus intenciones, John les agradeció cortésmente pero declinó su oferta, expresando su preferencia por desayunar a solas.

— Agradezco la atención de Mathias por tratar bien a sus visitantes. La hospitalidad siempre ha sido un rasgo importante en estas regiones del planeta, comenzó John, mientras observaba cómo las chicas comenzaban a desvestirse. Y dice: Pero prefiero desayunar en privado y luego partir del aeropuerto… Ustedes son hermosas, no lo tomen a mal, pero prefiero estar solo, añadió con un tono un tanto malhumorado, sintiendo una posible trampa tras la situación.

Las chicas, desconcertadas por la reacción de John, recogieron sus ropas y se vistieron nuevamente antes de salir de la habitación. Horas más tarde, John salió del dormitorio y se dirigió rápidamente al aeropuerto, donde lo esperaban sus pilotos y la tripulación. Ansiaba partir de las tierras de los González lo antes posible, evitando encontrarse con Mathias. Con paso rápido, embarcó en la aeronave y solicitó a sus pilotos despegar hacia cualquier lugar, anhelando alejarse de aquella situación incómoda. Los pilotos, obedeciendo sus órdenes, pusieron en marcha el vuelo hacia la libertad de los cielos, sin destino fijo.

En su oficina, Mathias comprende las intenciones de John al verlo moverse casi clandestinamente por el aeropuerto, lo que le hace entender la situación. Consciente de que se acercan tiempos difíciles, debe ser cauteloso en sus acciones, especialmente sabiendo que los Smirnoff no aceptan las negativas fácilmente. Aunque John sea joven, inmaduro e inexperto, Mathias lo considera peligroso. Decidió adentrarse en los mágicos senderos de las montañas mendocinas hasta llegar a una imponente construcción camuflada entre la naturaleza. Allí, se encuentra con Enrique, un amigo y mentor cuya sabiduría y visión siempre ha admirado.

— Mathias ¿Qué te angustia?

— No es angustia, solo quiero saber lo que sucede.

— Daria todo lo que se por saber la mitad de lo que desconozco, Mathias se vienen tiempos inciertos, distinto a los que vivimos. – responde Enrique

— Estoy preparado. — afirma con autoridad Mathias.

— Me desilusionaría que no lo estuvieras, los Smirnoff son una poderosa familia solo un tonto o un loco se enfrentaría a ellos.

— No quiero enfrentarlos, sabes que nunca ha sido nuestro objetivo.

— Lamento que él no lo vea de esa forma, Mathias es importante que mantengas a tus seres queridos escondidos, no es sabio exponer debilidades si no apoyas a la dupla Smirnoff-Petrov.

— Si me llegara a pasar algo…

— ¿Por qué crees que pasara algo? — pregunta Enrique un poco preocupado por su amigo.

— A veces, las soluciones más efectivas no son las más evidentes.

— ¿Vas a la India?

— No aun no es el momento.

Mathias regresa a su viñedo consciente de los tiempos turbulentos que se avecinan. Decide dirigirse a Sudáfrica para empezar a construir su estrategia. Sin embargo, antes de partir, debe atender un asunto con algunos de sus hombres que capturaron a un forajido espiando en sus tierras.

10. Noches de Chicas

En el Castillo Hasana Mary, mientras observaba las secuelas de los golpes de Sophia, se sorprendió al ver a Amir entrar a su habitación por el balcón, visiblemente preocupado. Ante su pregunta, Mary le explicó que había tenido un combate amistoso con Sophia, quien la había golpeado de forma disimulada, dejando algunas marcas en su cuerpo. Amir la abrazó con preocupación mientras escuchaba atentamente.

De repente, tocaron la puerta del dormitorio, y Mary se sintió nerviosa al reconocer la voz de Sophia desde el otro lado. Sophia quería verla antes de irse a dormir, y aunque era tarde, insistió en entrar. Preocupada por la presencia de Amir, Mary decidió ocultarlo en la ducha del baño antes de abrir la puerta.

Al abrir la puerta, Sophia expresó su preocupación por haber lastimado a Mary durante el combate. Le explicó que nunca había tenido grandes amigas de niña, pero que siempre había querido conocer a Mary después de escuchar historias sobre ella por parte de su padre y Jean Dupont. Mary respondió con amabilidad, intentando restar importancia al incidente y tranquilizar a Sophia.

— Sophia, no te preocupes, fue solo un golpe. Es normal en los combates, y mi cuerpo está acostumbrado, dijo Mary, tratando de calmarla.

Sophia escaneó a Mary con atención, percibiendo su nerviosismo y la sobre actuación en su deseo de que se fuera de la habitación. Sus sospechas se intensificaron al notar la incomodidad de Mary ante su presencia. Decidió continuar la conversación, buscando averiguar qué estaba ocultando.

— Debo decir que lanzaste buenos golpes, Mary. Aunque no recuerdo mucho del combate, tuve que caer después de esa primera patada que me disté, comentó Sophia, tratando de mantener un tono ligero.

Mary asintió con un gesto, pero su incomodidad era evidente. Sophia, decidida a descubrir qué estaba sucediendo, cambió de tema.

— Cuéntame más sobre tu padre. ¿Es muy sobreprotector?, preguntó con curiosidad, esperando obtener alguna pista sobre lo que Mary estaba escondiendo.

— Siempre fue protector de toda la familia. De niña, tenía muy pocas amigas, respondió Mary, evitando mirar directamente a Sophia

Sophia se acomodó en su cama, adoptando una posición relajada pero manteniendo un interés evidente en la conversación. A pesar de su aparente hipocresía, Mary no sabía cómo interpretar su actitud. Sophia continuó hablando, buscando profundizar en el tema.

— Creo que todas vivimos eso; nuestros padres suelen ser muy sobreprotectores, comentó Sophia con empatía y agrego: ¿Y por qué tenías pocas amigas?

— Estudié siempre con tutores, así que no tuve compañeros de estudio. Los pocos amigos que llegué a tener de niña eran los que venían a entrenar conmigo, y eso porque no podía entrenar sola. Las visitas de Jean Dupont y su hijo Paul eran las que alegraban mi vida un par de veces al año, explicó Mary.

— Una infancia difícil, reflexionó Sophia.

— No para nada, supieras que fui muy feliz, respondió Mary. Y tú, Sophia, ¿Cómo fue tu infancia?

Sophia compartió entonces detalles sobre su propia experiencia, revelando que tuvo tres amigas cuando era niña: Lika, Natasha y Dasha. Explicó brevemente qué había sido de cada una de ellas en la actualidad y cómo sus vidas habían tomado diferentes caminos. Ya que se habían convertido en modelo, en abogada y en una reconocida Ingeniera Aeroespacial.

— Pero Sophia, tú tuviste una hermosa infancia, comentó Mary, reconociendo la belleza de los recuerdos compartidos por su amiga; sin saber la historia real.

Sophia escuchó una respiración proveniente del baño y se percató de que Mary estaba ocultando algo. Entonces, se le ocurrió una idea para evitar salir de la habitación:

— ¡Mary, podríamos hacer una pijamada! Ya que no tuviste la oportunidad de tener una de niña, aún podemos hacerla. ¿Qué te parece?

Mary se encontraba confundida y perpleja. ¿Cómo era posible que los Petrov fueran tan peligrosos y amigables al mismo tiempo? Se preguntaba si esta dualidad podría ser resultado de la falta de una verdadera amiga, al menos por parte de Sophia. Los otros miembros de los Petrov eran un enigma para ella. Mientras tanto, recordaba que Amir se encontraba escondido en la ducha del baño y pensaba en cómo sacar a Sophia de la habitación para que él pudiera escapar sin ser visto.

— Sí, podríamos hacer una pijamada, aunque nunca he tenido una. Sophia, ¿Qué te parece si la hacemos en tu habitación? — propuso Mary, buscando una forma de deshacerse de Sophia temporalmente.

Sophia consideró la sugerencia y respondió:

— Mi cama es más pequeña y mi habitación es un poco incómoda y pequeña. Sería mejor hacerla aquí. Podemos pedir al mayordomo que nos prepare comida chatarra, refrescos de cola y muchas golosinas.

Mary, sin tener un argumento rápido para refutar la idea de Sophia, decide aceptar y hacer la pijamada en su habitación. Esto le daría un poco de tiempo para idear cómo sacar a Amir de la ducha. Sin embargo, el temor de que Amir no resistiera y se quedara dormido, haciendo ruidos fuertes y revelando su presencia, la ponía nerviosa.

Sophia se levanta de la cama y va hasta el armario cercano al baño para escoger dos pijamas. Mientras lo hace, se da cuenta de que los ruidos que escuchó provienen del baño y son reales. Arroja uno de los pijamas a Mary mientras se pone la otra.

Después, llaman a la puerta y el mayordomo entra con lo que habían pedido las chicas. Sophia toma algunas patatas fritas y unos sorbos de refresco de cola, y luego pregunta si tienen máscaras faciales. Mary, con cierta rapidez, responde afirmativamente y señala que hay varias en el mueble del baño. Sophia se dirige para sacar las cremas, mientras Mary tiembla de miedo ante la posibilidad de que Amir y ella sean descubiertos en cualquier momento.

Entra al baño tarareando una canción rusa infantil y nota la presencia de alguien en la ducha, lo que la hace sospechar que es Amir. Toma las mascarillas faciales y luego se sale. Amir, por su parte, evita hacer cualquier ruido y apenas respira. Sophia se acerca a Mary con delicadeza, colocando su cabeza entre sus piernas para comenzar a aplicar la máscara facial. Con cuidado y atención, acaricia todo su rostro, distribuyendo la máscara sobre su piel. Mary abre los ojos y observa los hermosos ojos azules de Sophia muy cerca, lo que la hace sentir un poco incómoda, pero trata de mantener la calma. Están muy cerca, sintiendo la respiración del otro. Al terminar, Sophia le pide a Mary que haga lo mismo.

Después de aplicarse las mascarillas, las dos comienzan a disfrutar de la comida que trajo el mayordomo. Sophia, con una sonrisa traviesa, propone jugar verdad o reto, agregando un toque de emoción al ambiente. Después de explicar las simples reglas, Mary acepta con una mirada curiosa y comienza el juego con una pregunta directa para Sophia:

— ¿Verdad o reto?

— Verdad.

— ¿Te has enamorado?

— No, aún no me he enamorado, aunque estuve muy cerca en alguna ocasión. Sentí cosas muy especiales por alguien.

— ¿De quién?

— ¡Esa es trampa, Mary! Solo puedo responder una pregunta. Ahora te toca a ti: ¿verdad o reto?

— Verdad.

— ¿Te gusta Amir?

— No, es un gran chico, muy inteligente y gracioso. Disfruto su compañía, pero… su situación financiera es complicada. No creo que mi padre lo aceptaría. ¿Verdad o reto?

— Reto.

— Te reto a cantar una canción.

— No soy muy buena cantando, pero lo intentaré.

Sophia entona una melodía en ruso, cuyas palabras Mary no comprende, pero percibe la dulzura y la familiaridad de la canción, evocando el ambiente hogareño que transmite. Al finalizar, Sophia, con una sonrisa pícara, propone el siguiente paso en el juego:

— ¿Verdad o reto?

— Reto.

— Mary, te reto a bailar de forma sensual.

Mary sigue el juego con entusiasmo, moviéndose al ritmo de la música de forma sensual, dejándose llevar por el ambiente lúdico y desenfadado. Sin embargo, al desatar un movimiento más enérgico, su cabello se enreda con la máscara facial, dejándola manchada y sintiéndose un poco incómoda. Sophia, entre risas, le sugiere que se limpie y se bañe para quitarse la máscara del rostro y del cabello.

Aprovechando la oportunidad, Mary se retira hacia el baño con la intención de deshacerse de la máscara, pero sabe que Amir se encuentra oculto en la ducha. Con gestos silenciosos, él le indica que necesita salir de la habitación. Aunque Mary se siente desconcertada, comprende la urgencia de la situación. Con cautela, Mary abre la regadera se ducha y se retira del baño, dejando a Amir con las ropas empapadas. Mientras tanto, ella se envuelve en una bata de baño y se cubre el cabello con una toalla, tratando de disimular su encuentro con Amir ante Sophia.

Amir, atrapado en la ducha y sin una opción clara de escape, evalúa sus posibilidades y decide esperar a que Mary y Sophia se duerman para intentar salir de la habitación sin ser notado. Prepara su mente para una larga noche de vigilia, consciente de que puede ser la única oportunidad para escapar sin levantar sospechas.

Mientras tanto, Mary continúa con el juego, intentando disimular su nerviosismo mientras Sophia peina y seca sus cabellos. Con cada movimiento, busca una forma sutil de persuadir a Sophia para que se retire de la habitación sin despertar sospechas. Mientras le aplica aceite en las puntas de los cabellos, Mary sigue el juego, compartiendo anécdotas de su infancia y tratando de mantener una conversación ligera y entretenida. Sin embargo, en su interior, la preocupación por la presencia de Amir en la ducha sigue latente, sin una solución clara a la vista.

Sin que Mary lo supiera, estaba planeando algo desde el principio. Con una sonrisa de satisfacción, termina su relato de la infancia con sus dos primos Iván y Tatiana Petrov; y se enfoca en su siguiente movimiento. Mientras continúa masajeando a Mary, la tensión se desvanece lentamente, pero lo que Mary no sabe es que con un apretón en un punto cercano a su cuello que pronto la dejaría inconsciente.

El relato de su infancia y el suave masaje relajaron a Mary, haciéndola vulnerable al ataque de Sophia, que con calma y precisión, comienza a aplicar presión en el punto carotídeo de Mary, induciendo una pérdida gradual de conciencia.

Cuando Mary se desploma, Sophia actúa rápidamente. Confirmando que está profundamente dormida, saca un pequeño frasco de su bolsillo y aplica un poco de un líquido claro sobre su rostro. Esta sustancia, un potente agente amnésico, asegura que Mary no recuerde nada de lo que sucedió en los momentos previos a su desmayo.

Con su plan ejecutado con éxito, Sophia se levanta y observa a Mary inconsciente en la cama. Ahora, solo queda esperar a que despierte, sin recordar nada de lo ocurrido. Con una sonrisa siniestra, se marcha de la habitación, sabiendo que ha logrado lo que necesitaba.

Al abrir los ojos, Mary se encuentra con un sol radiante entrando por la ventana y a su lado ve a Sophia, desnuda y cubierta solo hasta la cintura con la cobija. Se da cuenta de que ella también está en la misma situación, con su bata tirada en el suelo junto a la cama. Sin encontrar el pijama de Sophia, se apresura a levantarse y se coloca nuevamente el albornoz. Con la mente llena de preguntas, camina sigilosamente hacia el baño, esperando encontrar a Amir allí, pero no había nadie.

Al lavarse la cara, intenta recordar lo sucedido en la noche anterior, pero su mente está en blanco. Sale del baño y se percata de que la puerta del balcón está cerrada desde adentro, lo que plantea más interrogantes. ¿Qué sucedió con Amir? ¿Por qué despertó desnuda? ¿Sophia sabe que Amir estuvo en el baño? Las preguntas se acumulan en su mente, dejándola confundida y preocupada.

Sophia despertando en su cama y, apenada, se cubre con la sábana mientras Mary se coloca rápidamente el pijama. Mary le saluda con un «Buenos días» y le pregunta cómo durmió. Sophia responde que no tan bien como ella, explicando que se quedó dormida mientras le daba un masaje en la espalda y que luego decidió quedarse en su habitación porque se sentía cómoda en su cama. Además, menciona que durante la madrugada la puerta del balcón se abrió con el viento y ella la cerró.

Mary se siente aliviada al saber que Amir pudo salir mientras ellas dormían, evitando así que Sophia pudiera usarlo en su contra. Continuando la conversación, menciona el problema con la puerta del balcón que en ocasiones se abre con el viento; y luego propone que debiera estar presente en la reunión con Adebowale sobre el motivo de su visita que no era más que los conflictos que John quiere iniciar, de esa forma podrá ir aprendiendo como se manejan los negocios familiares. Sophia le agradece por la noche y le comenta que la pasó muy bien, destacando lo divertido que fue verla bailar y llenar su cabello de crema facial.

Ambas se ríen un poco, Sophia va a su habitación a cambiarse para esperar el desayuno; el cual se retrasa una hora, y decide caminar un poco alrededor del castillo y se encuentra con Amir, que la intenta esquivar y ella lo confronta.

— ¿Qué rica noche tuvimos ayer?

— Aléjate de mí.

— ¡Espera! Si le confiesas lo nuestro a Mary, hay dos opciones: que te crea, que te perdone y le rompas el corazón, o que te crea, que no te perdone, le rompas el corazón y la pierdas para siempre. Si le comentas a alguien involucrando a la familia Sani o a la policía, diré que ingresaste al castillo con un arma, que abusaste de mí, golpeaste y abusaste de Mary. En mi cuerpo hay rastros del tuyo y apostaría a que también hay en el de ella. El hematoma en su abdomen, el moretón en su rostro y un par de mis lágrimas serán suficientes para destruirte y alejarte de ella. Es más fácil que le digas que estábamos dormidas y escapaste en silencio por el balcón, como lo haces todas las noches, pero esta vez mojado y con frío.

— Eres un monstruo, qué mente tan retorcida tienes.

— Pero Amir eso no era lo que pensabas cuando en «su cama», a nuestro lado Mary desmayada, me hacías tuya, cuando ambos tocábamos sus pechos, jugábamos con todo su cuerpo imaginando que estaba carente de vida.

— Sophia fue una coacción, después que le indujiste el desmayo a Mary, ingresaste directo a la ducha, sabías desde el principio que estaba allí, me apuntaste con un cuchillo, hiciste que me levantará y me desvistiera con el chantaje que, si no lo hacía, ibas a gritar, luego me hiciste ir a la cama de Mary; le pusiste el puñal en su cuello, si no hacía lo que decías la matarías a ella. Abusaste de ella también, abusaste de su cuerpo desmayado, diciendo en tus enfermas fantasías que nos imagináramos que estaba muerta. Esto no puede quedar así.

— ¡Corre! Ve y cuéntale a alguien. Quiero ver cuántos creen tu historia y cuántos creen la mía.

Amir camina, su mente inquieta por lo sucedido, mientras llega al Castillo Hasana, donde Mary lo espera en su habitación. Al verla, recuerda los eventos de la noche anterior y siente el peso de la culpa. Quiere confesar, pero teme las consecuencias. Mary, al verlo, le saluda con una sonrisa genuina y le pregunta cómo logró escapar.

Amir se encuentra dividido entre la verdad y la mentira. Aunque anhela confesar, sabe que podría devastar su relación con Mary. Finalmente, elige el camino más fácil, aunque le duela.

— Esperé hasta tarde, cuando no escuché movimiento alguno. Me arrastré en silencio para no despertar a Sophia y escapé por el balcón, responde con un tono que apenas logra ocultar su angustia.

Mary lo mira con comprensión, disculpándose por no poder deshacerse de Sophia. Amir continua, decidiendo dejar el pasado atrás, pero con una sensación de pesar por la mentira que se ha formado entre ellos; y agrega que deben ser mas cuidadosos en el futuro para no volver a pasar por la misma situación.

La mañana continúa con Amir tratando de mantener la compostura mientras actúa como tutor de Mary. Aunque se siente nervioso, se esfuerza por ser profesional por el bien de todos. Mientras tanto, Sophia regresa de su caminata matutina y todos se reúnen para desayunar.

Adebowale, siguiendo la sugerencia de Sophia, invita a Amir a sentarse a la mesa por primera vez. Amir, nervioso pero halagado, acepta y se coloca frente a Mary y al lado de Sophia. Adebowale toma su lugar habitual en la cabecera de la mesa y comienza a hablar, mientras Sophia, aparentemente sin preocupaciones, juega con sus pies tocando las piernas de Amir.

Adebowale aprovecha la situación para preguntar su relación entre Mary y Sophia después de la lucha:

— Después de la lucha de ayer, ¿pudiste hablar con Mary?

— Sí, tuvimos una noche de chicas, una especie de pijamada. Lo pasamos genial — responde, mientras continúa tocando a Amir.

Sin embargo, los toqueteos de Sophia no pasan desapercibidos para Amir, y cuando Adebowale nota su incomodidad, le pregunta directamente:

— ¿Te sucede algo, Amir? Pareces inquieto. ¿Hay algún problema?

Y continúo la mañana, como tutor y alumna; Amir se notaba nervioso, pero trato de calmarse por el bien de todos, y trato de ser lo más profesional posible. Por otra parte, Sophia ingresa después de su caminata de la mañana, y se reúnen todos a desayunar, Adebowale invita por primera vez a Amir a la mesa a pedido de Sophia, que le explica que lo grandioso de una familia es la humildad.

Amir nervioso accede, se sienta de frente de su amor y al lado de Sophia, Adebowale a la cabeza de la mesa como era habitual. Mientras el padre de Mary comienza a hablar, Sophia toca con sus pies las piernas de Amir, mientras habla como si nada estuviera pasando:

— Después de la lucha de ayer, ¿Pudieron hablar tu y Mary?

— Si, tuvimos una noche de chicas, una pijamada, la pasamos genial.

Amir se siente más incómodo con los toqueteos de Sophia, y el padre le pregunta.

— ¿Te pasa algo Amir? Te siento incomodo ¿pasa algo?

— No, Sr. Niff, solo me siento un poco nervioso por estar aquí con ustedes. Agradezco mucho la oportunidad de desayunar juntos — responde Amir, intentando mantener la calma.

Mary interviene rápidamente para aliviar la tensión:

— Papá, no hagas sentir incómodo al profesor Amir. Anoche terminamos haciendo una pijamada Sophia y yo, fue muy divertido. Al final, las dos caímos rendidas de cansancio.

Sophia agrega con una sonrisa traviesa:

— Sí, caímos como «muertas». Yo terminé muy «llena», pero Mary estaba como «muerta». Me dormí enseguida, su cama es increíblemente cómoda. Estaba totalmente satisfecha anoche.

Continúa tocando de una u otra forma a Amir, haciéndolo sentir cada vez más incómodo y abusado, Sophia comienza a tocarlo entre las piernas mientras trata de sacar su mano de su miembro viril; cada minuto sentía que lo iban a descubrir, tenía un pánico que trato de ocultar hasta que finalizó el desayuno. Se levantan todos de la mesa; Amir y Mary continúan con las clases en el escritorio de su habitación, mientras Sophia y Adebowale se van a su despacho para discutir el tema que compete a las dos familias, es un asunto que los une, ya que tienen los mismos intereses, Ambos después de una larga conversación terminan en un acuerdo, la familia Sani apoya el conflicto y trabajará para que los planes se ejecuten. Sophia agradece y decide irse esa misma tarde de Nigeria.

Amir al llegar a la habitación de Mary no cruza ninguna palabra cierra la puerta y le hace el amor encima del escritorio, el toqueteo de Sophia y el miedo de ser atrapado lo había excitado mucho y no aguanto más. Mary accede sin saber la verdad, todo lo que pasaba por la mente de Amir esa mañana.

11. Conexiones

Hasan, al recibir la noticia del apoyo de la familia Sani a los planes de John, reacciona rápidamente. Se comunica con su contacto en Nigeria, Alika, para que aclare la situación a Mary a través de Amir, como habían acordado previamente. Debe explicarle a Mary la importancia de visitar a los Dupont en París.

Mientras tanto, en paralelo, Hasan encarga a Olivia que viaje a Sudamérica. Su objetivo es apelar, por un lado, a los recuerdos de Jean Dupont y al amor que este tenía por Mary cuando era solo una niña. Por otro lado, Hasan quiere aprovechar el parecido físico de Olivia con la madre de Mary y el amor que Mathias sentía por ella.

Olivia parte de inmediato hacia Mendoza, Argentina, donde es recibida por Delphina y Karla. Le informan que Mathias no se encuentra en el país, pero que regresará en un par de días. Al preguntar sobre su paradero, las chicas explican que viajó a Sudáfrica a visitar a la familia de León. Tras meditarlo un momento, Olivia decide esperarlo en el viñedo y se aloja en una de las habitaciones disponibles.

Mary emprende un viaje vacacional a la Ciudad del Amor, París, acompañada por Amir. Sin embargo, él viaja por separado para evitar sospechas por parte de su padre. Ambos se encuentran en la habitación de un lujoso hotel de la ciudad, tal como lo hicieron en el pasado durante su visita a Dubái. Amir ya tiene la información proporcionada por Alika sobre la ubicación de Dupont, así que deciden salir primero a comprar ropa elegante y a la moda, algo que Mary siempre había anhelado, para luego dirigirse a una famosa exposición privada de arte.

Amir se siente como un personaje de las historias de espías que solía devorar en sus libros. Mientras tanto, Mary se sumerge en el mundo del arte, admirando cada cuadro con fascinación. Se aventura a preguntar a algunos de los invitados por Jean Dupont, hasta que finalmente uno de ellos le indica que la galería se encuentra en el piso superior. Sube las escaleras y al llegar al siguiente nivel, se encuentra rodeada de cuadros hermosos con la firma de Dupont. Sin embargo, hay uno en particular que captura su atención: una obra muy similar a una que ha visto en el Castillo Hasana desde que era niña.

Mientras está absorta en la contemplación, un hombre mayor se para detrás de ella y le habla con una voz calma y gruesa:

— Mary Sani, no sé si alegrarme o entristecerme por tu visita. Este cuadro que observas con tanto interés es una copia; espero que el original aún permanezca en el salón del Castillo de tu familia.

Mary se vuelve hacia el hombre, y en ese momento su mente reconoce su voz y su rostro. Recuerda haberse sentado en sus piernas y haber jugado con él en las reuniones familiares. Sus ojos brillan al reconocerlo y, sin dudarlo, se lanza hacia él, abrazándolo con todas las fuerzas de su corazón.

— Tantos años… Me alegra tanto volver a verte — dice ella con emoción.

— Pequeña Mary, han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos. Pensé que tal vez no me recordarías.

— ¿Cómo no iba a recordarte? Siempre has sido parte de mis mejores recuerdos. En mi mente, siempre serás Jandu.

Jandu, así es como solías llamarme cuando eras más pequeña. Y me quedé con ese apodo para ti. Si quieres, podemos salir de aquí y dirigirnos a mi apartamento. Así podremos alejarnos de este mundo falso lleno de gente hipócrita.

Diciendo esto en voz baja y riendo como dos niños, Jean Dupont responde:

— Sí, vamos. Estoy con un amigo llamado Amir.

— Si es tu amigo, también es mío, y será bienvenido en mi casa. Déjame recoger algunas cosas, búscalo y adelántense. Nos vemos en la calle al final de las escaleras de este teatro.

Mary baja las escaleras y busca a Amir entre las pinturas, lo encuentra inmerso en la exposición, disfrutando de las obras. Se acerca por detrás y toma su mano, invitándolo a salir del salón a la calle. Mientras caminan, le cuenta sobre su viejo amigo:

— Jean Dupont, de pequeña le decía «Jandu». En mis recuerdos más felices de la infancia, él siempre estaba presente. Recuerdo que solía venir al castillo con frecuencia. Nos contaba historias emocionantes, jugábamos y reíamos juntos. Siempre estaba acompañado de Paul, uno de mis pocos amigos de la infancia. Me divertía mucho y era la época más feliz de mi vida.

Después de rememorar aquellos recuerdos de infancia, Jean sale y se presenta ante Amir. Los tres suben a una limusina y parten hacia su apartamento, compartiendo recuerdos y anécdotas en el camino. Hablan sobre cómo está la familia, recuerdan las vacaciones juntos y los momentos especiales vividos. Finalmente, llegan a un lujoso edificio y suben por un ascensor moderno que los lleva directamente a un amplio salón. Jean les da la bienvenida y los invita a disfrutar del lugar, que está decorado con elegancia y ofrece una impresionante vista de la Torre Eiffel. El salón está adornado con numerosas obras de arte y esculturas en mármol, creando un ambiente sofisticado y acogedor.

Se acomodan en unos exquisitos y sumamente cómodos sofás, siendo atendidos por dos personas dispuestas a ofrecerles cualquier cosa que deseen de comer o beber. Mientras conversan, Mary decide abordar un tema que la inquieta:

— ¿Por qué me dijiste que no sabías si alegrarte o entristecerte al verme aquí en París? — pregunta Mary con curiosidad.

Jean suspira antes de responder, como si llevara un peso sobre sus hombros.

— Porque sé por qué has venido. Eso significa que varios están apoyando a John Smirnoff, y Hasan ya no pudo frenarlo más. Él se comunicó conmigo para adelantarme algunas cosas.

La expresión de Mary se vuelve más seria, preocupada por lo que está por venir.

— ¿Qué sabes de John? — pregunta Mary, buscando más detalles sobre la situación.

— ¿Qué no sé de John? — responde Jean con un tono cargado de preocupación. — Ese joven tiene la idea de revivir los años dorados de su familia a través de la única manera que los Smirnoff saben hacerlo conflictos, guerra y muerte. No quiero ver a Europa nuevamente sumida en la destrucción y la aniquilación. John no comprende que los tiempos están cambiando. Si estás aquí, significa que tu familia lo está respaldando.

Mary siente una punzada de incredulidad.

— Los Sani no apoyarían algo tan terrible.

— Tú no, pequeña niña. Pero tu padre sí lo está haciendo. Por eso nos hemos distanciado un poco; ya no compartimos los mismos intereses.

— ¿Cómo sabes que mi padre apoya a John? — Mary pregunta con un tono entre sorprendido y alarmado.

— No lo sé con certeza, pero supongo que si Hasan te envió a mí, es porque tu padre está respaldando esa causa.

Las puertas del ascensor se abren y de él emerge un joven extraordinariamente apuesto, tan alto como Amir pero de constitución más esbelta. Su aroma llena la sala, y está vestido con elegancia exquisita. Mary lo observa, sintiendo cómo se dilatan sus pupilas y su corazón se acelera. Jean se levanta y se acerca al recién llegado, presentándolo a los presentes.

— Ellos son Mary Sani y Amir; el es mi hijo Paul.

Al escuchar sus nombres, ambos exclaman al unísono: ¡Paul!; ¡Mary! Se abrazan con fuerza durante un largo momento, llenos de emoción.

— ¡Wao, Paul! — Mary comenta con entusiasmo — ¡Cómo has cambiado! Aún recuerdo cuando eras un niño travieso y juguetón.

Paul responde con un tono coqueto y cariñoso:

— Tú también has cambiado mucho, pero aún conservas esos hermosos ojos llenos de brillo y esa deslumbrante sonrisa que ilumina la ciudad.

Amir se pregunta a sí mismo por qué sonreían tanto solo con verse. Siente una pizca de celos mientras observa la interacción entre Mary y Paul. Decidió levantarse y presentarse de nuevo.

— Mucho gusto, soy Amir, amigo de Mary — dice, intentando ocultar sus sentimientos.

Paul responde con amabilidad:

— Si eres amigo de este ángel, entonces eres mi amigo. Bienvenido a París.

Mary se percata de lo incómodo que debe ser para Amir estar en esa situación y recalca que él es un gran y cercano amigo que la está acompañando y cuidando desde Nigeria. ¿Qué ha sido de tu vida, Paul? — continúa Mary, intentando cambiar de tema. — Tantos años sin vernos, tenemos que ponernos al día con nuestras historias. Yo aún vivo en Nigeria. Me interesé en estudiar filosofía y practico varias artes marciales. Mi loro Coco murió hace unos años, lo cual me devastó. Mi madre me enseñó a preparar el pan que tanto te gustaba y que comíamos sin parar al llegar a mi casa. No me he casado, mi color preferido sigue siendo el azul y no el rosado como tú me decías de niña. Aún sigo oliendo el césped después de una lluvia y continúo odiando los sapos. Sigo queriendo un perro como mascota, pero mi padre sigue negándose a tener uno en el castillo.

Paul se asombra ante las revelaciones de Mary. Cuando ella termina de hablar, él la mira a los ojos y sonríe.

— ¡Coco! — exclama Paul — No puede ser. Ese loro era un genio.

— Sí, ¿recuerdas cómo le enseñamos canciones y él las repetía enseguida? Tenía una gran memoria — responde Mary, nostálgica.

— ¡Oh, Coco! — exclama Paul — Tuvo una gran vida. Nos robaba galletas. Ahora que lo veo desde ese punto de vista, le faltaba un pirata como dueño.

Paul y Mary continúan su conversación, rememorando recuerdos y compartiendo risas durante largos minutos. Mientras tanto, Amir permanece en silencio, observando la interacción entre ellos. Jean nota que detrás de Mary, Amir parece estar sufriendo de celos, pero se comporta con humildad y honestidad. Es evidente que Amir está sinceramente enamorado de Mary. Por otro lado, Jean observa a su hijo, quien parece estar muy interesado en la hermosa joven que no ha visto desde que eran niños. Nunca había visto a Paul tan intrigado por alguien.

En Mendoza, Argentina, luego de dos días, Mathias aparece en el viñedo, y Olivia lo ve descender de una de sus aeronaves. Delphina se acerca para informarle que lo espera una mujer llamada Olivia Brown y pide que la lleven a su despacho. Las chicas la dirigen a la oficina, donde lo encuentran esperándola. Mathias comienza disculpándose con Olivia por la situación imprevista que lo mantuvo ocupado.

— Hola, Olivia. Lamento la demora y cualquier inconveniente que haya causado. ¿Cómo ha sido tu estadía aquí?

Mathias confirma su conocimiento, mencionando la visita previa de John Smirnoff.

— Olivia continúa: Nos enteramos de que no apoyaste sus planes.

— No es que no lo apoye, es que no me beneficia en absoluto. Creo que es una locura seguir creyendo que la única forma de hacer las cosas es a su manera. Podríamos seguir manteniendo el poder que tenemos sin desatar una guerra. En la actualidad, las cosas son mucho más complejas que simplemente provocar conflictos nacionalistas sin sentido. Utilizar a jóvenes desarmados como carne de cañón… Son jóvenes que podrían servir en nuestras industrias. Si él sigue adelante con sus planes, temo que terminaré fabricando ataúdes. Creo que eso será lo único que escaseará.

Olivia comenta sobre los aliados de John:

— Varias familias no queremos que se inicien los conflictos. Estamos cansados y tampoco nos beneficia. Pero, por otro lado, John ya cuenta con grandes aliados que lo apoyan.

— ¿Grandes aliados? ¿Los Petrov? Liderados por una mente desequilibrada y siniestra, difícil de comprender y aún más imposible de controlar. John es un iluso si cree que Sophia lo respalda. Me enteré cómo manipuló y destrozó a aquellos que se atrevieron a desafiarla en el pasado; sus tácticas psicológicas retorcidas dejaron cicatrices en las mentes de quienes se atrevieron a enfrentarla. Nadie está a salvo cuando Sophia está involucrada; su mente psicópata no conoce límites y sus planes pueden ser mucho más oscuros de lo que podríamos imaginar.

Olivia, quien hasta ese momento había mantenido una visión más benigna de Sophia y las otras familias, se siente abrumada por la oscuridad insinuada en las palabras de Mathias. Sus revelaciones la dejan reflexionando sobre la complejidad del mundo en el que está involucrada y la necesidad de ser cautelosa y observadora en un entorno tan lleno de potenciales traiciones.

Las críticas mordaces hacia Hasan Khan y los Sani, así como hacia otras familias poderosas, dejan en claro que Mathias ha entendido la verdadera naturaleza de la situación mucho mejor que Olivia y Hasan. La descripción implacable de Sophia como una fuerza destructiva, junto con las implicaciones de las alianzas políticas y los intereses ocultos, subrayan la peligrosidad del mundo en el que se encuentran. Y él continua un poco nervioso y tomando una copa de vino:

— Esa mujer solo tiene un meta en su vida y es ver el mundo arder, con los Smirnoff, con los Brown y con todos adentro de él. Por otro lado, los Schmitt ya no son lo que fueron antes, Anne apoya a John porque Sophia lo apoya. Creo que esa es la única y verdadera alianza, aunque sería ingenuo, de todos pensar que es recíproco. Y los Pérez, si bien es una alianza de mutuo interés, no le confiaría a Pedro ni la sombra de mis pensamientos más simples. Por otro lado; ustedes Hasan Khan que perdió sus años dorados, que quiso cambiar el mundo, olvidando lo que somos, lo que nos hace poderosos, busca de aliados añorando sus buenos tiempos, Los Sani liderado por un eslabón evolutivo entre los primates y los primeros humanos, con menos masa cerebral que un ornitorrinco, apoya a los Petrov porque siempre lo hizo, no a John, no a sus ideales.

Mathias bebe un sorbo de su copa, enciende y aspira su habano y continua, aunque un poco alterado:

— Sani, una joven que cayó en las trampas del amor está al borde de enfrentarse a verdades desgarradoras. Sin embargo, carece del poderío que su familia podría aportar en esta contienda. Aunque no sea un factor relevante para Hasan, debo reconocer su perseverancia y valentía al seguir en la mesa de juego incluso cuando las cartas están en su contra. Utiliza la carta de la nostalgia para atraer a los Dupont a su causa y ahora nos presenta a ti, los Brown, como su mejor carta. Tu familia es una de las más influyentes en este juego. Tienes control sobre más de la mitad de las tierras que John necesita para conectar sus fábricas con los puertos, además de ser los propietarios de la reserva nacional estadounidense, lo que les otorga el dominio sobre los fondos monetarios mundiales

— ¿Qué cartas posees, Mathias?

— Yo soy el repartidor, el dealer, un simple empleado que trabaja para ganar su sueldo y llevar comida a su mesa. Pero recuerda que la casa siempre gana.

— ¿Quién sería la casa en tu analogía?

— Hasan ha cometido un error al deslumbrarse por los atardeceres. Puede sonar nostálgico y romántico, Olivia, pero prefiero apreciar el alba, sentir en mi piel los primeros rayos de sol en lugar de ver cómo muere el día. La casa siempre ha sido la misma, Olivia. Pero supongo que lo que te interesa saber es quién es el dueño del casino. Y eso, sinceramente, no lo sé. Pero sí sé que John está muy lejos de serlo.

— ¿No crees que es peligroso no tener un bando en estos tiempos?

— ¿Qué te hace pensar que no tengo un bando? ¿Crees que en este preciso momento estamos el repartidor y solo dos jugadores en la mesa? Es mucho más complejo. Quisiera preguntarte algo, Olivia. ¿Dónde se duerme un tigre de Bengala de 400 kilos?

— ¿Dónde?

— Donde quiera. Pesa 400 kilos. Nosotros somos roedores tratando de escondernos de sus pisadas.

Olivia se queda en silencio, pensando cada palabra de Mathias, ¿y si todo lo que dice es cierto?, las grandes familias que se repartieron el poder del mundo por años pueden estar perdiendo, sin saberlo, sin darse cuenta, hasta que ya sea demasiado tarde. Lo mira a los ojos, tratando de entender lo que pasa por su mente, preguntando ¿Cuánto sabe este hombre?, ¿Qué secretos esconde?, ahora tienes más preguntas que antes.

Después de concluir la reunión, Olivia decide hablar con su tripulación para preparar su vuelo para la madrugada. Sin embargo, una fuerte tormenta impide que la aeronave despegue en ese momento. Su piloto le explica que volar en esas condiciones sería suicida, y los pronósticos indican que el clima mejorará al amanecer. Ella regresa a su habitación y, unos minutos después, tocan a la puerta. Es Karla, quien trae una mesa de quesos y aperitivos con una botella de vino como regalo de la casa.

Mientras tanto, desde la ventana, Olivia y Karla observa un helicóptero aterrizar en medio de la tormenta. Se baja una persona que no logran reconocer de inmediato. Sin embargo, Mathias, desde su habitación, sí sabe quién es. Respira hondo y llama a Delphina para que atienda a esa persona en cuanto llegue a la puerta. Y se comunica con Enrique para decirle que esta a punto de tener una larga noche, y que recuerde lo que hablaron.

12. Visitas Indeseadas

La tormenta empeoraba cada vez más y la lluvia, acompañada de truenos, no cesaba ni por un segundo en Mendoza, Argentina. Olivia se preguntaba cómo los pilotos pudieron aterrizar bajo esas condiciones climáticas. La persona se acercó desde el helipuerto hasta la entrada principal, escurriendo agua por todos lados del lobby dentro del viñedo. Una de las chicas que Mathias había enviado con cierto temor saludó y dio la bienvenida:

— Buenas noches, soy Delphina. ¿En qué puedo servirte?

— ¿Tienen habitación disponible? Necesito hablar con Mathias.

Delphina se encontraba desconcertada por la apariencia y la forma de hablar de la persona que tenía frente a ella. Trató de mantener la voz calmada, pero el miedo de Mathias le había transmitido inseguridad y dijo:

— Sí, tenemos habitación disponible. ¿Cuántas noches se hospedará?

— Eso dependerá de Mathias. ¿Él se encuentra?

— Ya voy a averiguar si el señor González se encuentra en las instalaciones. Enseguida vendrá una chica llamada Karla para acompañarla hasta su dormitorio. Además, como gesto de cortesía, le brindaremos una botella de vino con aperitivos y quesos.

— Eso estaría bien.

Karla acompaña a la persona, que seguía goteando agua de sus ropas debido a la lluvia, hasta su dormitorio, llevando consigo la botella de vino y los aperitivos. Mientras tanto, Delphina se dirige al despacho de Mathias, quien se encuentra un poco inquieto. Ella le explica la situación, a lo que él responde mientras revisa una gaveta oculta en su escritorio:

— Díganle que me encuentro dentro de las instalaciones y que si quiere una reunión puede acercarse.

Un rato después, Karla toca a las puertas del despacho de Mathias.

— Hola, soy Sophia Petrov. Mucho gusto, Mathias.

Mathias observa su aspecto empapado y le ofrece ayuda:

— Estás empapada. ¿Quieres que te traigan una toalla para secarte?

Sophia, con el cabello y la ropa goteando, el delineador corrido, viste de blanco, revelando el color rojo de su sujetador. Lleva puesto un jean roto y está descalza. En ese momento, la mente de Sophia retrocede al campamento de entrenamiento militar en China: atada de manos y pies en una habitación completamente blanca, con una luz intensa del mismo color. Una toalla tapa su boca y su nariz, mientras del techo cae una gota de agua helada en su frente. Otro caño de agua mantiene húmedo el trapo, dificultándole respirar con normalidad.

El tiempo parecía no transcurrir dentro de esa habitación monocromática, no existía la noche, tampoco el día, cada gota de agua helada se sentía como una perforación craneal, haciendo imposible el conciliar el sueño y era difícil pensar con claridad, la toalla en su boca y nariz la hacía ahogarse con lentitud, el estar en un lugar totalmente blanco sin tonalidad, ni contrastes; sin aromas, ni sonidos reales solo el que la mente inventaba, que era el crujido de sus huesos craneales; sin la presencia de nadie. sin comida, solo el agua que ingresaba a su boca en cada bocanada de aire. Sophia abre sus ojos, regresando a la realidad, y le responde a Mathias:

— Sí, quisiera una toalla.

— Mucho gusto, Sophia. ¿A qué debo el placer de tu visita?

— Estoy en búsqueda de un vino de los años sesenta o sesenta y cuatro. Que sea bien equilibrado, pero complejo, con una buena persistencia y estructura única.

— Tengo un Malbec del sesenta y dos, que puede llenar esas expectativas.

Sophia muestra interés:

— ¿Podría traerme una botella de esas?

— Es una botella muy, pero muy especial, quedan pocas de esa fecha.

— ¿Dime su precio?

— No es por el precio. Sé que puedes pagarlo, pero ahora ¿Qué precio se le pone a algo único?

— Una buena conversación. ¿Puede ser un precio justo?

Mathias llamó a Karla, quien acababa de entrar a la oficina con la toalla para Sophia, indicándole que se dirigiera a la cava personal de su habitación. Al final del pasillo, le explicó, encontraría una puerta de vidrio con una botella dentro, cuya clave era dos, cinco, cero, ocho. Mientras tanto, continuó la conversación con Sophia:

— Una buena conversación es un alto precio para un tesoro. Sophia no sabía que te gustaban los vinos. Es cada vez más raro encontrar verdaderos enófilos en estos tiempos. Mucha gente cree saber de vinos, pero pocos realmente saben apreciarlos, comentó Mathias.

— Sophia, mostrando interés, respondió: Desde mi punto de vista, el vino mejora según la calidad de la compañía. No sirve de nada una buena botella con una mala compañía.

— Por eso suelo beber vino solo.

— Es cierto Mathias, la soledad puede ser una compañera poderosa.

Sophia, aún sin tomar asiento y con una silla disponible frente a ella, continuó hablando con una intensidad en sus palabras:

— ¿Y quién puede ser mejor compañía que una misma? La introspección y la reflexión se hacen en soledad, Mathias. Admiro eso de ti, sin familia, sin amigos, solo tú y tu soledad. ¿Qué es lo que te motiva a salir de tu cama en las mañanas?

Su voz resonaba con una seriedad profunda, cargada de una búsqueda de significado más allá de lo tangible. Mathias, manteniendo su compostura, escuchó atentamente, mientras ella continuaba:

— ¿Por qué luchas? ¿Qué es lo que te impulsa a enfrentarte al mundo cada día, cuando el peso del universo parece aplastar nuestros sueños y esperanzas en cada amanecer? y por favor, no me vengas con cosas como «la curiosidad y la emoción que trae cada nuevo día»; o «la oportunidad de aprender algo nuevo», o la peor de todas «Descubrir cómo evolucionará el día; eso me llena de energía» no soporto a los idealistas.

Mathias, intrigado por sus palabras, tratando de averiguar entre líneas que busca verdaderamente Sophia de él; respondió con una mezcla de ironía y sinceridad:

— Salgo de mi cama porque me sentiría incómodo orinando en el colchón; así, que me motiva mi vejiga llena del vino que ya pasó por mis entrañas. ¿Y tú, Sophia? ¿Qué fuerza oscura te despierta cada mañana?

Sophia, se queda analizando que responder y suspira viendo al cielo y le responde simplemente:

— Descubrir cómo evolucionará el día; eso me llena de energía

Mientras respondía a la última pregunta, Sophia continuaba caminando por la habitación, levantando los portarretratos y observando cada foto con una mirada penetrante. Sus ojos recorrían el despacho, como si estuviera buscando algo que solo ella sabía encontrar. Mathias, sentado en la silla de su escritorio, la observaba detenidamente, captando cada gesto y movimiento de la joven. El silencio que reinaba en la habitación era perturbador, cargado de una tensión apenas perceptible.

En ese momento, suena la puerta y entra Karla con unos guantes blancos, sosteniendo cuidadosamente la botella de vino. Pero antes de que pueda descorcharla, Sophia la interrumpe con un gesto decidido y hasta un poco descortés, diciendo que ella se encargaría de abrir la botella y pidiéndole a Karla que vaya en busca de algunos buenos quesos. La expresión de molestia en el rostro de Karla era evidente, como si no entendiera por qué ella le daba órdenes. Sin embargo, Mathias, prefiriendo evitar cualquier conflicto con su invitada, permite que ella tome las riendas y se retire en busca de los aperitivos solicitados.

— ¿Mathias te puedo contar una historia?

— Es lo que más quisiera, deleitarme con una buena narración.

— Cuando estaba a punto de cumplir 16 años, me encontraba de vacaciones como era lo habitual y quise darle una sorpresa a mi padre, llegué a su despecho, me escondí por un par de horas; él se sentó en su silla frente a ese enorme escritorio, y de un golpe salté a sus piernas, el quedo perplejo al verme; en ese momento vi como sus ojos se llenaban de luz y amor al verme; el amor de mi padre se veía reflejado en sus ojos.

— ¿Por qué mientes?

— Si te digo: «soy mentirosa», ¿estoy diciendo la verdad o estoy mintiendo?

Sophia sujeta la botella con un gesto despreocupado, jugueteando un poco con ella mientras observa el contenido. Cuando traen las tablas con quesos, un chico joven y nervioso las coloca sobre el escritorio y se retira en silencio. Sophia descorcha la botella de manera descuidada y toma un trago directo. Mientras habla, se fijan en la botella y dice con una sonrisa irónica:

— El vino es la única obra de arte que se puede beber… Es poesía embotellada.

Sophia toma la botella después de darle un largo segundo sorbo, dejando que el vino se desbordara por sus mejillas y manchara su camiseta blanca. Con un gesto brusco y grotesco, arroja la botella al suelo, donde se rompe instantáneamente en pedazos. Mathias, con evidente descontento en su rostro, observa cómo una de sus botellas más apreciadas se hace añicos ante sus ojos. Respira hondo, conteniendo sus ganas impulsivas para no desenfundar su Smith & Wesson Modelo 500 de cañón corto, con el que le encantaría atravesar ese cráneo lleno de cabellos rojizos, y ella agrega:

— Capaz no sé apreciar el arte y la poesía — murmura Sophia, con un tono de voz que denota cierta ironía.

— No creo que hayas venido solo por vino — responde Mathias, manteniendo la compostura a pesar de la situación.

— Ahora entiendo porque tu astucia y sabiduría son legendarias. No esperaba menos de uno de los seres más inteligentes sobre la tierra, prestigioso y galardonado filósofo y teólogo…

Sophia continua, mientras Mathias trata de controlar la calma:

— Te pediría pan, pero la combinación ya tiene derechos de autor. No queremos una demanda judicial de nuestro señor y creador — Sophia murmura con una sonrisa irónica, mientras observa el cielo como si esperara alguna respuesta divina, juntando sus manos imitando las pinturas renacentistas de los ángeles. Y continua — Además, la justicia es solo un concepto. Quién sabe si él lo entiende de igual forma que yo.

— ¿Venganza? — pregunta Mathias.

— Venganza sí — responde Sophia y continua. — Pero no en el concepto de cegarte y avanzar sin saber qué estás haciendo. Me gusta más su tipo de justicia o venganza; más delicada y preparada. Eso que algunos llaman destino… no los soporto.

— No es lo mismo Sophia, y nunca lo será, Venganza y justicia son dos términos diferentes.

— Durante años me he formulado esa misma pregunta en mi mente. En el fondo, ¿no es acaso lo mismo? La diferencia radica en nuestra creencia, en aceptar que existe algo más allá de nuestra comprensión. Primero Dios, y luego las leyes humanas. ¿Pero qué sucede cuando la justicia no satisface el anhelo de la víctima? ¿Cuándo todo falla en castigar al culpable? Entonces, ¿nos resignamos a dejarlo todo en manos de la ley, o surge en nosotros el deseo ardiente de tomar la justicia en nuestras propias manos? ¿Qué sientes tú por mí en este momento, Mathias? ¿Un anhelo de justicia, o una sed implacable de venganza?

Sophia se acerca al escritorio con una calma perturbadora, robando parte del espacio personal de él, su mirada penetrante fija en Mathias, quien por primera vez siente que la situación escapa de su control. Ella continúa hablando con un tono suave y casi susurrante, pero cargado de intensidad:

— Conozco esa mirada, Mathias. Esa manera en que me observas, con un deseo implícito de aniquilarme. No es odio lo que reflejan tus ojos, ni tampoco repulsión. Es algo más primal, más instintivo: el deseo animal de matar por proteger… ¿Qué proteges y de quién?… Me pregunto, ¿Qué pensará el tigre al ver al siervo?

— Si te quisiera muerta, ya mis empleados estuvieran tratando de retirar tu sangre y masa cerebral de estas paredes y estuvieran limpiando mi alfombra.

Sophia, sin apartar su mirada delante de Mathias, se da la vuelta lentamente, señalando con un gesto elegante la pared que se encuentra detrás de ella. Sus manos dan vida a la descripción que está por compartir:

— Imagina, Mathias, un lienzo en blanco. Una superficie virgen que espera ser transformada por las pinceladas de un artista. Ahora, visualiza una figura tomando forma en ese lienzo, trazando líneas y contornos con una precisión casi divina. Es como si el mismo universo estuviera manifestando su esencia a través de esta obra de arte.

Su voz, aunque suave, tiene un peso en cada palabra, como si estuviera pintando con ellas un cuadro en el aire.

— Si hubiera salpicado la pared con el estallido de mi cráneo, capaz podrías enmarcarlo como una pintura. ¿Crees que sería irónico alguien que no aprecia el arte, termine convertido en una obra maestra? Y subiendo de precio de inmediato, a causa de su temprana muerte.

Mathias siente como crece su deseo de sacar el arma y quitarle la vida. Sin sacarle la mirada de encima, ve de reojo su arma, acercando su mano de a poco, a donde se encuentra la pistola, y ella le dice con seriedad y lentitud permaneciendo aun de espaldas a él con su rostro dirigido hacia la pared que estaba describiendo:

— Puede que esta sea tu mejor, o quizás tu única oportunidad, Mathias.

Mathias vuelve a respirar, regresa su mano, alejándose de su arma y contesta:

— Sophia, recuerda que las oportunidades no surgen por casualidad, sino que se crean.

— ¿Destino? ¿azar?, no me digas que eres uno de esos. Pensaba quedarme esta noche, pero tal vez, podamos despegar en unas horas cuando cese la lluvia.

— Puedes quedarte, ya las chicas pusieron a disposición una habitación para ti.

— Gracias Mathias, eres una persona muy hospitalaria, acogedora, afable, atenta y servicial; pero no depende de mí quedarme.

— Siempre depende de nosotros Sophia, recuerda que las mejores decisiones no se toman con la razón, sino con las entrañas.

— No Mathias, cuando digo que no depende de mí, es porque depende de ti; de las respuestas que me has dado.

— Eso ya de por sí solo es una respuesta, el silencio es poderoso. Cuando tenía doce años, le pregunté a tres jóvenes que me cuidaban ‘¿Por qué?’, pero no me respondieron. No se movían, parecían dormidos, pero sabes, igual les entendí. Sus acciones respondieron por ellos. Decirlo es fácil, hacerlo es difícil. Por eso creo más en las acciones. Lo que no hiciste me dijo mucho, lo que no dices ahora también.

— Disculpa, ya es tarde y debo descansar, Sophia debo retirarme. Siéntete como en tu casa, no puedo seguir con tu juego.

Mathias se levanta, ocultando con su rodilla el lugar secreto donde guarda una de sus armas dentro del escritorio. Luego, sale del despacho y cierra las puertas, dejando a Sophia sola dentro. Ella les pide a Delphina y Karla que tengan mucho cuidado con la chica que aún está en su oficina, ya que es muy peligrosa.

Sophia salió del despacho y recorrió los pasillos del hotel, deslizando sus manos por las paredes para sentir la textura mientras caminaba con pasos cruzados y tarareaba una melodía. Parecía estar disfrutando del paseo. Mientras tanto, Olivia, sabiendo que Sophia estaba en el hotel, optó por permanecer en su dormitorio, evitando cualquier posible encuentro directo con ella.

Después de un tiempo de deambular por los corredores entre los viñedos, Sophia decidió regresar a su habitación. Observó por la ventana y notó que la tormenta estaba disminuyendo gradualmente. Entonces, decidió llamar al servicio de habitaciones. Cuando tocaron a su puerta y la abrió, se encontró con Karla, quien le preguntó qué necesitaba atenderla, con una expresión disgustada en el rostro.

— Sophia respondió con cortesía: Te pido disculpas por lo sucedido en la oficina. Normalmente soy una persona diferente, pero la conversación se volvió tensa con tu jefe. No es alguien fácil de tratar

Karla soltó una pequeña sonrisa, aliviando la tensión en la conversación. Sofía continuó:

— ¿Hay alguna manera de llegar a la pista donde está el helicóptero sin mojarme?

Karla respondió:

— Tenemos paraguas, podría darte uno.

Sofía sugirió:

— ¿Sería mucho pedirte que me acompañes? Así te devuelvo el paraguas. No puedo subir cosas puntiagudas al helicóptero y no puedo tirarlo porque el piloto podría decir que es peligroso; una de las aspas o el rotor podría absorberlo y causar un accidente.

Karla reflexionó brevemente, no quería ir con ella, pero Sophia insistió hasta que aceptó. Salieron juntas hasta la recepción en busca del paraguas. La lluvia estaba disminuyendo gradualmente. Sophia tomó el antebrazo de Karla como un gesto de amistad, y caminaron juntas hasta llegar a la aeronave.

Cuando abrieron las puertas, se dieron la vuelta quedando ambas de frente. Sophia agradeció por el gesto, le dio un abrazo y un beso en la mejilla. Rápidamente, Sophia le dio la vuelta a Karla, sujetó sus manos detrás de la espalda y la arrojó dentro. Luego, subió ella misma y cerró las puertas del helicóptero y despegaron.

Karla se encontraba confundida y angustiada. A pesar de sus intentos por defenderse y hacer algo para escapar, se dio cuenta de que ya estaban en pleno vuelo y que no tenía acceso a la cabina del piloto. Sus gritos de auxilio se perdieron en el ruido del rotor, y cada intento de lucha fue frustrado eficazmente por Sophia. En su desesperación, intentó abrir las puertas, pero descubrió que estaban bloqueadas. Sophia, sentada pacíficamente frente a ella, la observaba en silencio, lo que llevó a Karla a preguntarse si tal vez había algún atisbo de arrepentimiento en su expresión. La situación de Karla se tornaba cada vez más desesperada mientras el helicóptero continuaba su vuelo, llevándola a un destino desconocido y temeroso.

Karla, exhausta y temerosa, dejó de luchar después de varios minutos infructuosos. Cuando el helicóptero finalmente aterrizó cerca de un hangar y los motores se apagaron, las puertas permanecieron cerradas, sumiendo a ambas en un silencio cargado de tensión.

Sophia, sin hacer contacto visual con Karla, comenzó a hablar mientras miraba por la ventana del helicóptero:

— Podemos hacerlo fácil, o por el contrario, lo podemos hacer a mi modo. Tú decides lo que prefieres. Si optas por hacerlo fácil, descenderemos, nos subiremos a mi Jet que está en ese hangar, despegaremos y podrás disfrutar de comida y bebida a tu gusto. Tendremos tres azafatas muy amables a nuestra disposición. Hablaremos de cualquier tema que desees, descansaremos cuando tengamos sueño y dormiremos en la cama armable hasta llegar a nuestro destino.

Karla, sollozando y mirando a Sophia con rabia y miedo, escuchó con atención mientras Sophia continuaba:

— O podemos hacerlo a mi manera. No es lo que deseo, y créeme, tampoco es lo que quieres tú. ¿Cómo prefieres hacerlo?

La oferta de Sophia dejó a Karla en un dilema, enfrentándose a una difícil elección entre dos opciones igualmente aterradoras. Karla, resignada a su situación, accedió a ser sumisa y bajó del helicóptero por su cuenta. Observó a su alrededor con el ardiente deseo de escapar, pero las palabras de Sophia la detuvieron. Con un suspiro, continuó caminando hasta subir al avión.

Una vez dentro, Karla miró a su alrededor con tristeza y desesperación, sintiendo que había caído en manos de traficantes de personas. Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras intentaba contener su angustia.

El avión despegó y Karla se sentó en el fondo de los asientos, mientras Sophia ocupaba uno de los escritorios. Escuchó cómo Sophia pedía una copa de champán, mientras una de las chicas se acercaba a ella, sonriendo, ofreciéndole comida y bebidas, lo cual Karla rechazó, pidiendo que se sentara más adelante.

Carolina, una de las azafatas, se acercó a Karla con una sonrisa y le preguntó:

— ¿Te preguntas qué está sucediendo?

Karla ignoró a Carolina y se levantó, acercándose al escritorio donde se encontraba su secuestradora, con un tono de reclamo en su voz:

— ¿Por qué me haces esto? — preguntó.

Sophia la miró y respondió calmadamente:

— Dime, ¿por qué crees que estás aquí?

— ¿Quieres prostituirme?

Sophia negó con la cabeza y exclamó:

— ¡No! Me insultas al pensar que soy tan simple. Pero entiendo. Al ver el uniforme de mi tripulación, te di una mala señal.

— Sophia, mi familia no tiene dinero. No tendrán cómo pagarte un rescate.

— ¡Guau! Esto me asombra. ¿Crees que es dinero lo que me inspiró a secuestrarte? No tienes idea… ¿No sabes que eres hija de Mathias?

— Él no es mi padre.

— No escogemos dónde nacemos, no escogemos a nuestros padres, créeme. Tampoco hermanos ni familia. No decidimos dónde ni cuándo. Pero él es tu padre, al menos biológicamente. Él lo sabe, y por eso estás conmigo, como mi invitada de honor.

Karla aún más confundida, y preguntó:

— ¿Y adónde vamos?

— Tú, a un sitio. Yo debo ir a otro.

— ¿A qué sitio?

— Ya lo verás. Tiene grandes y extensas praderas verdes con árboles frutales. También es muy silencioso. Podrás meditar y reencontrarte contigo misma, porque es un sitio muy espiritual y acogedor. Es un lugar para descansar.

Karla sintió que su mente se nublaba. ¿Cómo ese hombre podría ser su padre? No tenía sentido. Debía ser una mentira.

— Karla, sé que debes estar llena de preguntas — dijo Sophia con calma. — Pero lamento decirte que no eres buena atendiendo el hotel. Para eso está la otra chica que hace el trabajo por ti. Tienes el mismo tono y las mismas marcas en los ojos. Cada vez que estuvimos juntas con tu padre, él estaba tenso, defendiéndote con la mirada. Fue a ti a quien le pidió traer su botella más preciada. O eras su hija o eras su amante. Pero luego entendí que la amante era la otra chica, y perdiste tu valor para mí.

— ¡Pero no puede ser! — exclamó Karla, abrumada.

— ¿Por qué no puede ser? — preguntó Sophia con serenidad.

El avión aterrizó y ya las esperaban una camioneta que las llevó hasta una edificación antigua pero muy bien conservada. Tal y como lo había descrito Sophia, se sintió acogedora, rodeada de montañas de praderas verdes, alejada del mundo. Solo una carretera de grava conducía al lugar.

Al entrar al edificio, subieron hasta el despacho principal, donde fueron atendidas por una religiosa muy anciana. Ella explicó que Karla se quedaría allí unos meses, necesitando un crecimiento espiritual y alejándose de los malos vicios de la sociedad. Luego de una breve conversación, Sophia salió y se fue del lugar.

La religiosa tomó a Karla por el brazo, una mujer de avanzada edad, y la conducía por un pasillo hacia un dormitorio colectivo con más de treinta camas individuales. Sin mediar palabras, le proporcionó ropas blancas, limpias pero un poco desgastadas por el paso del tiempo, y le mostró los baños y la cocina.

Karla, en voz baja, le confesó:

— Me encuentro aquí en contra de mi voluntad. Me trajeron aquí a la fuerza.

— Lo sé, hija mía, lo sé. — La religiosa respondió con calma

Karla insistió, con creciente desesperación:

— Usted no entiende. Estoy aquí secuestrada. Necesito ir a las autoridades. ¿En qué parte del mundo me encuentro?

— La religiosa repitió su respuesta: Lo sé, hija mía, lo sé.

Karla, confundida y angustiada, siguió las indicaciones de la anciana religiosa y se dirigió al baño. Sin mediar palabra, comprendió que debía tomar una ducha y cambiarse de ropa. Luego, la anciana la condujo a un lugar donde había unas veinte mujeres arrodilladas en oración. Karla no entendía bien qué era ese lugar. No había conversaciones entre las mujeres; Todo era extremadamente apacible, pero la quietud resultaba angustiante. El ambiente era oscuro, húmedo y lúgubre, y Karla percibía una maldad latente en el aire, una sensación que nunca había experimentado. Todo lo que quería en ese momento era salir corriendo lo antes posible.

Se sentía atrapada en un ambiente opresivo y ominoso mientras observaba a las mujeres arrodilladas en silenciosa oración. La sensación de malestar crecía en su interior, y un instinto urgente de escapar se apoderaba de ella. Cada rincón parecía susurrarle peligro, y la atmósfera cargada la hacía sentir como si estuviera encerrada en una pesadilla. A pesar del silencio, Karla podía percibir un palpitar oscuro en el aire, una presencia inquietante que se aferraba a su piel. Cada respiración se volvía más difícil mientras luchaba contra la sensación de claustrofobia que la envolvía.

13. Solo Ocurrió

Amir observaba con pesar cómo Mary hablaba con Paul, notando cómo sus ojos se iluminaban al verlo. Se debatía internamente sobre qué hacer o qué decir en esa situación incómoda. Por un lado, no quería hacer sentir mal a Mary, pero por otro, se sentía devastado por lo que había hecho unas noches atrás y temía perderla. Mientras ellos dos continuaban su conversación como si nadie más estuviera presente en el salón del apartamento, el resto eran ignorados. Hasta que Jean pidió hablar con Amir en el balcón, con la vista de la Torre Eiffel de fondo.

— Amir, ¿tienes alguna información para mí proveniente de Hasan? — preguntó Jean.

Notando la distracción de Amir y su mirada perdida, Jean insistió:

— ¿Tu familia también es de Zaira?

Amir se disculpó, reconociendo su distracción:

— Perdón, señor Jean, estaba distraído.

— ¿Necesitas un consejo? He vivido más del doble que tú, tal vez pueda ayudarte. Esa mirada es de angustia. Preocuparse es como una mecedora: te da algo que hacer, pero no te lleva a ningún lado.

— Si hiciste algo mal siendo obligado por alguien, pero no hiciste nada para impedirlo, ¿en qué te conviertes? ¿Un cobarde, un villano o una víctima?

Jean respondió con sabiduría:

— Si eso que te obligaron a hacer te afectó solo a ti, eres un cobarde. Si afectó a otros y lo disfrutas, eres un villano. Si no podías evitarlo, eres una víctima. Pero si pudiste hacer algo después y no lo hiciste, te conviertes en cómplice. No te pido que me cuentes algo que no quieras contar. Si te afecta, busca cómo solucionarlo. Si no tiene solución, deja de pensar en eso, porque afecta tu presente y el pasado solo sirve para aprender.

Amir ascendió, agradeciendo el consejo, y luego compartió la información solicitada por Jean:

— Alika es nuestro contacto. Es la comunicación que existe entre Hasan, Mary y yo. Él quiere hacer una coalición con varias familias para evitar o prolongar el comienzo de los conflictos. Olivia Brown partió para Sudamérica y quiere convencer a los González de unirse a la causa en contra de los intereses de los Brown. Quiere que Mary y yo convenzamos a su padre de no unirse. Los Petrov están aliados con los Schmitt, los Pérez y los Smirnoff.

Jean reingresó al apartamento y les comunicó a los tres que partirá a Moscú. Cree que puede convencer a Sophia Petrov de no iniciar los conflictos, dado su buena relación con la madre de Sophia. Amir respondió que esa mujer no escucha a nadie y es despreciable, pero Jean insistió en que era la mejor opción. Además, explicó que Varvara Petrov ya lo había escuchado antes.

Paul expresó su deseo de acompañar a Jean, y tras analizar todas las posibilidades, llegaron a la conclusión de que Jean y Mary debían viajar a Moscú. Aunque Amir y Paul no se sentían cómodos con esta decisión, no tenían más opciones.

Así, Amir se quedó en el departamento con Paul, una situación incómoda y forzada para ambos, mientras Mary y Jean partieron hacia Moscú. Amir confiaba en que Mary podría influir en Sophia, dado que eran algo cercanas, y creía que podrían usar la relación de Varvara con Jean para persuadirla.

Llegaron a Moscú y fueron recibidos por Varvara Petrov. Ella reconoció a Mary como la princesa de los Sani y señaló su parecido con su madre. Jean explicó que necesitaban hablar, ya que muchas cosas habían cambiado y el conflicto en el que la familia Petrov estaba involucrada conduciría a la pérdida para todos.

Varvara admitió estar al tanto de la situación, pero lamentó que su hija no quisiera escucharla, comparándola con Maxim, su difunto esposo. Cuando se le preguntó por la ubicación de Sophia, Varvara respondió que no sabía cuándo regresaría, ha estado fuera del país durante varios días. Jean sabe que estaba decidida a llevar a cabo sus planes y devolver el apellido Petrov a su antigua grandeza.

Inesperadamente Sophia descendió las escaleras hasta el salón, sorprendiendo a Varvara, quien no esperaba verla allí. Con una gran sonrisa en su rostro, Sophia corrió hacia Mary y la abrazó con entusiasmo, expresándole lo mucho que la había extrañado. Luego saludó a Jean con un abrazo igualmente cálido, al igual que su madre con un beso en la mejilla. La presencia de Sophia dejó a todos un poco asombrados, y Jean aprovechó el momento para dirigirse a ella:

— Sophia, ¿por qué quieres iniciar un conflicto a escala global, donde nadie ganará más de lo que perderá?

Sophia respondió con calma:

— Jean, los conflictos siempre existirán, con o sin nosotros, con o sin los Petrov, los Dupont o los Sani. Si hubiera una forma de detener todo, lo haría sin pensarlo. Pero si es inevitable, es mejor estar del lado correcto y salir de pie. Cada uno elige su bando, así como los Sani ya lo han hecho.

Las palabras de Sophia resonaron en el salón, dejando un aire de solemnidad. Mientras tanto, Jean y los demás reflexionaban sobre la complejidad de la situación y las decisiones que tendrían que tomar en medio de los conflictos inminentes.

Jean sintió una mezcla de frustración y desilusión al escuchar las palabras de Sophia. Sabía que su determinación era inquebrantable y que estaba dispuesta a seguir adelante con sus objetivos, sin importarle las opiniones contrarias. Para él, parecía haber sido un error haber venido a Moscú en primer lugar.

Sophia continuó hablando, expresando sus pensamientos con sinceridad:

— Jean, siempre te he admirado. Fuiste uno de los mejores amigos de mis padres, y sé que mi madre te aprecia. Entiendo que quieres convencerme de algo que crees correcto. Soy una joven que está aprendiendo a manejar todo lo que mi padre dejó; Es muy difícil llenar los zapatos de ese gran hombre. Quiero que mi madre se sienta orgullosa de mí. Mary y yo nos parecemos un poco en eso. Por eso te considero mi amiga. Eres, al igual que yo, una joven que está aprendiendo. Me veo reflejada en ti, y por eso te tengo tanto cariño. Pero no puedo decirle que no a John, a Anne, a Adebowale, a Pedro y Mathias.

Las palabras de Sophia dejaron a Jean en silencio, reflexionando sobre la complejidad de la situación y la firmeza de las convicciones de Sophia. A pesar de su desacuerdo, Jean no pudo evitar sentir cierta admiración por la determinación y la valentía de Sophia, aunque sabía que ello complicaba aún más las cosas.

Al escuchar el nombre de Mathias, Jean temió lo peor para Olivia. ¿Por qué hablaría de él? Se preguntó cómo habría sido capaz de convencerlo.

— Pensé que los González no apoyaban a John — dijo Mary, tratando de entender la situación.

— John no tiene diplomacia. Por eso vengo desde allí. Estuve hablando con él y, después de una larga charla y una buena botella de vino, logramos un acuerdo — explicó Jean.

— Pensé que no bebías alcohol — Mary observó con sorpresa.

— Es cierto, Mary. No bebe. Pero tenía que acompañarlo. Solo fueron dos sorbos de vino, por la nueva relación entre los Petrov y los González. No tengo una buena botella de vino, para, de ser posible, celebrar una alianza con los Dupont. Pero sí tenemos unas muy buenas de vodka — añadió Sophia.

— Sophia, no creo que destapemos ninguna de las dos hoy. Soy firme en mi decisión de no apoyar más conflictos entre pueblos — intervino Jean.

Sophia se quedó pensativa por un momento y luego preguntó:

— ¿Qué te hizo cambiar? Tengo el conocimiento de que antes te gustaba reconstruir ciudades. ¿Cuántos pueblos, ciudades y hasta naciones borraste del mapa y que luego reconstruiste por solo placer? Apostabas a ver cuántos edificios se mantenían en pie después de un bombardeo. No me hables como si fueras el Dalai Lama ahora.

La acusación de Sophia golpeó a Jean, y respondió con voz tensa:

— No te atrevas, Sofía. No sabes nada.

Sophia lo interrumpió con furia:

— ¡¿Dime si es mentira lo que digo?!

Mary miró a Jean con incredulidad, incapaz de creer que lo que acababa de escuchar fuera de la verdad. Esperaba una refutación, una frase que desmintiera todo lo que había dicho. Sus ojos se nublaron mientras presenciaba cómo destruían a una persona a la que había admirado desde pequeña, y sintió el impulso de retirarse del salón.

— Mary, vamos a mi alcoba. Necesitas desahogarte — dijo Sophia, notando el estado de angustia de su amiga.

Sophia llevó a Mary a su habitación y se sentó en uno de los sillones, dejando que las lágrimas brotaran libremente. Mary sollozaba, pidiéndole a Sophia que le dijera que todo lo que había dicho era mentira. No entendía cómo ese hombre, a quien recordaba cargándola en sus piernas y con quien jugaba de niña, podía ser responsable de tantas muertes. La implicación de su propio padre en todo esto hacía que su mundo se derrumbara a su alrededor. Sentía que había vivido toda su vida en una burbuja. Sophia la consoló, la abrazó y le sugirió que descansara un poco.

Después de dejar a Mary sola en su dormitorio, Sophia se dirigió a Jean y le dijo:

— Creo que sería bueno charlar a solas, Jean. Sígueme al despacho de mi padre.

Jean respondió con firmeza:

— Ya tomó una decisión.

— Sé cuándo es imposible convencer a alguien, pero mientras Mary descansa un poco, solo podemos pasar el tiempo. Te prometo que no tocaré el tema — propuso Sophia.

— ¿Qué quieres hablar? — preguntó Jean.

— Si toco algún tema relacionado con los conflictos, yo misma te llevaré al aeropuerto — respondió Sophia.

Subieron juntos hasta el despacho de Maxim Magomedov. Jean tomó asiento en un gran sillón negro mientras Sophia caminaba por la habitación, observando las fotografías, los títulos honorarios y las cabezas de animales disecados que adornaban las paredes como trofeos de caza.

— ¿Qué de todo esto es real? — preguntó Sophia, su tono lleno de inquietud.

— ¿Por qué lo dices? — respondió Jean, confundido por la pregunta.

— Estos títulos, como Boyardo y Druzshinnik, ¿son reales? ¿Y estos animales disecados, fueron cazados por el gran Maxim o por sus soldados? — explicó Sophia, buscando respuestas en su entorno.

Jean se encuentra confundido, tratando de entender lo que Sophia estaba insinuando.

— No entiendo, Sophia — dijo Jean, su voz empezando a temblar ligeramente.

Sophia continuó su discurso, su tono ahora más firme pero cargado de emociones.

— No sé dónde termina la realidad de esos tiempos, donde comienza la grandeza y proeza de mi padre, la farsa y la mentira. Llegué de sorpresa a la casa en la mañana del día de la muerte de mi padre.

Jean empezó a ponerse nervioso y Sophia continúa:

— Entré a hurtadillas a esta oficina y me escondí detrás de esa armadura medieval. Quería darle una sorpresa a papá cuando estuviera descuidado sentado en esa silla del escritorio — continuó Sophia, recordando aquel momento.

Caminando hasta una repisa, Sophia tomó una daga de plata y comenzó a hacerla girar entre sus dedos mientras se movía alrededor de Jean.

— Ese día comenzó a discutir, dos hombres. Me costaba ver algo, no quería que mi padre me descubriera escondida — Revelando un fragmento desconcertante de su pasado.

Colocando la hoja afilada de la daga en el cuello de Jean, lo levanta del sillón, y lo obliga a sentarse en la silla del escritorio. Y se sienta frente a él en la otra silla. Y continúa hablando:

— Acá se sentó ese día el asesino mi padre; discutieron y en ese momento cuando la conversación se estaba saliendo de control. Mi padre había descubierto que yo, su hija, no era su hija biológica, mi madre la había engañado con un amigo de la familia, alguien que venía y se sentaba en nuestra mesa, que comía de nuestro plato, ¡lo engaño, con alguien en quien confiaba! un «amigo».

Jean entiende la gravedad de la situación:

— Espera Sophia, déjame explicarte

— Perfecto, ¡explícame!, como se sentían las entrañas de, ¡uno de mis padres! ¡explícame! o, quieres explicarme donde lo hicieron mi madre y tú; o, quieres explicarme si sabías de mi existencia, ¿por qué no hiciste nada para sacarme de alguno de los infiernos que viví por culpa de tus decisiones? ¡explícame! Si lo sabías, sabías el monstruo que estaba criando a tu hija. ¡Explícame!

— Debí asesinarte años atrás.

— Pero no lo hiciste.

Jean sentado aún, comienza a llorar descontrolado, y repitiendo sin parar.

— Lo siento hija, lo siento mucho.

— ¿Hija?, ¿quieres que te diga padre? podríamos ir a la playa y construir castillos de arena, montar a caballo y jugar con la casa de muñecas, también podrías enseñarme a manejar, beber conmigo mi primera cerveza y bailar el vals en mi cumpleaños.

— Lo siento hija, lo siento mucho.

Sophia se levanta repentinamente y se sienta de forma rápida en las piernas de Jean, su rostro iluminado por una sonrisa traviesa. «¡Papá, vamos a divertirnos!» exclama con entusiasmo, levanta su cabeza de Jean, que se encontraba mirando hacia abajo, lágrimas corrían por sus mejillas, insertando la daga en su abdomen, y dice hablando como niña «¡Juguemos, Papá!», causando la misma herida que años atrás había recibido su padre. Dejando la daga dentro de él, se levanta de sus piernas y comienza a hablar de forma habitual, mientras Jean se desangra poco a poco:

— Voy a pedir llevar esa silla a mi dormitorio, en unos siete minutos, habré perdido dos padres sentados allí.

Jean toma la daga con sus manos, retrasando el mayor tiempo posible el sangrado, con esperanzas de que alguien entrará a la oficina deteniendo a Sophia y de esa forma lo llevarán al hospital. Trata de gritar, ella le explica que es imposible que alguien escuche detrás de estas paredes, fue construida especialmente para que no saliera ningún ruido. Jean toma aire y le dice ya sintiendo desvanecerse su vida:

— Ya podrás estar en paz contigo misma, cumpliste tu venganza.

Caen sus manos en dirección al suelo, su cabeza se va de costado y deja de respirar, Sophia se le acerca y al oído le dice:

— Si aún me escuchas, quiero que sepas que esto no fue una venganza, tampoco justicia, no me desperté hoy planeando cómo matarte, solo paso.

Sale del despacho, pide a uno de los mayordomos, que tiren el cuerpo en el pozo, donde están los otros cadáveres y que lleven la silla a su habitación, cuando seque la sangre, sin limpiarla, quiere conservar el recuerdo. Va hasta su dormitorio, donde descansa Mary, se acuesta a su lado, abrazándola por detrás, hasta quedarse dormida profundamente.

14. Problemas del Pasado

En el tranquilo y silencioso viñedo argentino, la mañana se vio interrumpida por un estruendoso grito que atravesó el aire. Olivia, alarmada, salió corriendo en dirección al origen del sonido, encontrándose con Delphina y Mathias en medio de una situación tensa. Mathias, con desesperación en los ojos, la confrontó con un grito angustiado: «¡¿Dónde está mi hija?!».

Intentando mantener la calma en medio del caos. — Olivia respondió:

— Mathias, por favor, cálmate.

— ¿Cómo quieres que me calme?, replicó él con amargura. «Esa psicópata tiene a mi hija».

— Escúchame, continuó Olivia en un tono firme pero tranquilizador. No le hará daño. Créeme, piensa un momento como ella.

— Nadie piensa como ella. — respondió Mathias preocupado.

— La necesita con vida, la necesita sana. La usará en algún momento, pero no sería capaz de hacerle daño.

Con un suspiro cargado de frustración, Mathias relató:

— Olivia, necesito ir a ver a Hasan. Esa maldita no sabe lo que hizo. Durante los días que estuve ausente, me encontré con Lin Zung, uno de los hombres de Sophia después de mi viaje a Sudáfrica. Él me reveló quién es ella en realidad y qué planea. Por eso te lo digo de nuevo, mi hija corre un gran peligro a su lado. Sé que la usará en mi contra. Quiere que me una a sus planes y te juro, Olivia, que eso no pasará.

— ¿Cómo llegaste a conocer a Lin Zung?, preguntó Olivia, tratando de entender la situación.

— Uno de mis hombres lo detectó como un forastero y lo invito para interrogarlo, en ese momento nos enteramos de que nos estaba vigilando desde hace años y pactamos un acuerdo.

Mathias insta a Delphina a preparar todo rápidamente para el viaje a Dubái, asegurándose de dejar todo a cargo de Enrique. Sienten la urgencia de ejecutar un plan contra Sophia y recuperar a su hija, ya que todos los intentos de comunicarse con ella han sido en vano y temen que pueda hacerle daño. Los tres parten hacia Dubái para encontrarse con Hasan. En el avión, Olivia le ofrece a Mathias unas pastillas para que pueda descansar durante el largo vuelo. Mientras él se queda dormido, Olivia aprovecha para hablar con Delphina.

— ¿Por qué dejaron sola a Karla con ella, sabiendo que podía hacer cualquier cosa?

— Olivia, acabo de enterarme de que Karla es su hija.

— ¿No sabías que él era el padre?

— No lo sabía. Mathias siempre ha sido muy reservado con respecto a su pasado. Sé que su esposa murió hace años, pero nunca imaginé que tuvieran una hija. Conocí a Karla y a su familia cuando su madre aún estaba viva. Todo esto es muy confuso para mí. La conozco desde que tengo uso de memoria, hemos estudiado siempre juntos y jamás supe de esto y creo que ella tampoco lo sabe.

— ¿Cómo conocieron a Mathias?

— Hace unos años, vinimos juntas al viñedo buscando trabajo. Nos contrataron a ambas con buenos sueldos y beneficios. Al principio, parecía que Mathias se sentía atraído por Karla. Siempre estaba con ella, la cuidaba mucho. Pero luego empezó a fijarse en mí. y poco a poco me enamoré de él. Karla lo acepto con naturalidad, pero ahora que descubrirá que su mejor amiga está con su padre, no sé cómo lo tomará. Ahora entiendo muchas cosas.

Ambas piensan las cosas y Olivia trata de explicar:

— Las cosas que están sucediendo son más complejas de lo que crees. — comenta Olivia.

— Para mí, esto es importante. — insiste Delphina.

— No lo tomes a mal, Delphina. Simplemente hay otros problemas en este momento, más complejos que tu situación. Te entiendo, pero también nos estamos acercando a uno de los momentos más tensos de la historia.

Delphina, con su fuerte carácter y su pensamiento firme, responde con agudeza:

— Los ricos y poderosos siempre creen que los problemas del resto de la población son menos importantes.

— Delphina, no lo tomes a mal, pero ahora estamos tratando un problema que afecta a toda la población.

— Es un problema que ustedes mismos inventaron, que crearon. — responde Delphina con cierta acritud. — Olivia, hay una pregunta que siempre le hice a Mathias y nunca supo responder: ¿Qué se gana con tener más poder? ¿Qué se gana con tener más dinero del que se pueda gastar en mil vidas?

— No se trata de tener más poder, no se trata de tener más control. Se trata de hacer las cosas bien.

— ¿Y los pobres hacemos las cosas mal? ¿Creen que necesitamos de ustedes para que nos guíen por un camino que nos imponen a la fuerza?

— Creo que es un tema muy complejo para discutirlo ahora.

— Él dijo lo mismo. Era un tema que no iba a comprender. ¿Serían ustedes Prometeo y los pobres estaríamos esperando que nos entreguen el fuego? ¿Sería algo así?

— Recuerdo que hace muchos años le hice una pregunta similar a mi padre. Me respondió que si no lo hacíamos nosotros, lo haría otro. Imagina que tienes cien manzanas para cien personas: unos las comerán, otros las guardarán, algunos las usarán para hacer mermeladas, budines y tartas, y los más despistados las extraviarán. Pero unos pocos sembrarán sus semillas, cuidarán el árbol y dos de esos tendrán cien manzanas. El poder será el mismo, pero estará concentrado en unos pocos. Y no sería justo que se vuelvan a repartir igual; al cabo de unas generaciones, algunos tendrán miles de manzanas mientras que el resto tendrán solo unas pocas. Por suerte, por azar del destino, por la perspicacia de nuestros ancestros o por algo que aun no comprendo, somos nosotros y no otras personas.

A medio vuelo, reciben la orden de Hasan de dirigirse a París, lo que obliga a los pilotos a cambiar el curso. Olivia, desconcertada por la situación, se preocupa un poco ya que habían quedado en encontrarse en Dubái, pero Hasan no ofrece mayores explicaciones. Mientras tanto, Olivia continúa hablando con Delphina, quien no está satisfecha con las respuestas que está recibiendo.

— Delphina, desde los albores de la humanidad ha habido individuos que han anhelado el dominio, y no podemos cambiar eso, ni tú ni yo. Créeme, lo que estamos intentando hacer es lo mejor para todos.

— El poder corroe. Por eso los Smirnoff y el resto se encuentran así, ciegos, sin darse cuenta de que en realidad hay varias familias emergiendo.

— ¿Qué sabes tú al respecto? — pregunta Olivia, interesada en obtener más información.

— No mucho. Solo sé que Mathias se ha reunido en varias ocasiones con Aiko Tanaka y Chu Hua Zhang. Supongo que son similares a ustedes; con un joven llamado Sebastian que lo coloca un poco nervioso.

Olivia se queda pensando por un momento, su expresión se vuelve preocupada al darse cuenta de que solo ha escuchado uno de esos nombres. Continúa preguntándole a Delphina:

— Delphina, ¿Qué más sabes sobre Aiko Tanaka? ¿La conoces?

— Sí, sé quién es. Controla las mafias de Medio Oriente y Europa y es cercana a Pedro. Si ella se les une a la coalición de los Smirnoff y los Petrov, se volverán aún más poderosos. Es responsable de todas las sustancias ilícitas del planeta, controla los carteles de droga más importantes y ejerce un gran poder. Tiene contactos prácticamente a nivel mundial.

— Yo no he escuchado mucho sobre ninguna de las tres. ¿Y qué me dices de Hua Chu Zung?

— No he escuchado mucho sobre ella. Podría ser otra aliada de ellos. Mathias estaba investigando, pero como siempre, no me cuenta todo. Recuerda que, según ustedes, no tengo la capacidad de comprender lo que sucede, y antes de que preguntes por Sebastian, es un hombre brillante y seguro de si mismo, las pocas veces que ha venido, siempre nos coquetea de buena forma.

— ¿Recuerdas su apellido?

— Creo que era Jones; pero ¿Por qué te interesa? Pensaba que entre ustedes, allá en el olimpo de los poderosos todos se conocían.

Mientras tanto John y Anne llegan a Moscú con la intención de resolver todos los asuntos pendientes y se dirigen a la casa de los Petrov. Varvara los recibe en el salón, los saluda y pregunta por algunos de sus familiares. Cuando pregunta por Sophia, les informa que está en la planta alta, reunida con Jean Dupont en el despacho de su padre. John se alegra al pensar que están negociando y siente que los Dupont serán nuevos aliados. Suben riendo y contentos, pero al llegar al despacho, se dan cuenta de que no hay nadie allí. Anne, que conoce bien la casa de los Petrov debido a su relación anterior con Sophia, se dirige a su habitación. Al abrir la puerta, ve a una chica de piel oscura muy hermosa y por un momento cree que es una de las parejas de Sophia, sintiendo celos aunque su esposo esté a su lado.

Sin embargo, en una de las esquinas de la habitación se encuentra Sophia, quien había escuchado la llegada de John y Anne y quiso evitar que Anne sintiera celos de Mary. Sophia estaba simplemente leyendo un libro en un sillón frente a una cálida chimenea encendida. John y Anne se acercan, y ella les hace una seña para que guarden silencio mientras termina el último párrafo del libro y para no despertar a Mary, quien aún estaba dormida en su cama. Anne pregunta en voz baja que denota celos:

— ¿Quién es ella?

— Es Mary Sani, vino con Jean Dupont.

— ¿Dónde está Jean? — pregunta John, su prioridad era saber si los Dupont se unirían a su causa.

— Tuvo que salir de inmediato y de emergencia, pero no quiso darme explicaciones. Me pidió que lo buscara en París. Nos invitó a una reunión con las grandes familias para ver cómo proceder.

John, cada vez más entusiasmado, pregunta:

— Sophia, ¿Jean se unirá a nosotros?

— Dependerá de lo que le propongamos, pero es posible que se nos una.

John sonríe, mientras en el otro lado de la habitación, Mary se despierta lentamente y observa con incertidumbre a los presentes. Después de las presentaciones, se pregunta a sí misma, ¿por qué Hasan Khan hablaba mal de los Smirnoff, los Petrov y los Schmitt? cuando parecían personas realmente confiables, todo fueron amables y cálidos con ellas.

John agradece a Mary por unirse a la alianza, pero recibe una respuesta cortante:

— Quien te apoya es mi padre. — dice ella antes de dirigir una pregunta a Sophia: — ¿Dónde está Jean?

— Los chicos me preguntaron lo mismo hace un momento. En realidad, no lo sé. Tuvo que salir de emergencia y no sé a dónde. Fue todo muy extraño, pero me dijo que nos veríamos en París. Mi padre siempre me dijo que él tenía esos arrebatos cuando venía a Moscú. Quizás tenga una novia en este país. Deberíamos ir a París y esperarlo allí. Veremos qué nos propone Hasan y el resto de las familias y hasta tu padre Adebowale estará yendo a esa reunión.

En el vuelo hacia París, Anne y John conversan. Anne aprovecha para preguntarle a John:

— ¿Te parece atractiva Mary?

— Es una joven hermosa y muy dulce, aunque no es mi tipo. ¿Por qué lo preguntas?

— Pareciera que fueran pareja, Sophia y ella.

— No creo que eso cambie nada. Adebowale ya nos está apoyando, y Mary aún no toma las riendas de su familia.

Anne, sabiendo que John siempre tiende hacia los conflictos, decide no profundizar más en la conversación y prefiere dejarlo así. Por otro lado, mientras Mary y Sophia viajan juntas, Mary aprovecha para preguntarle a Sophia:

— ¿Sabes por qué Jean tuvo que marcharse así?

— Realmente no lo sé. Se veía bastante preocupado, pero no quiso contarme los detalles.

Luego, Mary cambia de tema y pregunta sobre algo que la ha estado intrigando:

— ¿Por qué tus azafatas tienen ese uniforme?

— Ellas pueden vestirse como quieran, pero me parece un uniforme sexy y no me desagrada. ¿Te gusta?

— No, pero me parece algo extraño.

— ¿Te hace sentir incómoda?

Mary reflexiona un momento antes de responder:

— Desde que te conozco, creo que me he vuelto más tolerante con varias cosas.

Sophia aprovecha el momento para preguntar sobre la relación de Mary con Amir:

— ¿Cómo van las cosas con Amir?

— ¿Con mi tutor?

— Mary, por favor. Es evidente que tienen una relación. No puedes ocultarlo.

Mary decide abrirse, sentía que Sophia era una persona que estaba tratando de acercase y hacerse su amiga:

— Estoy profundamente enamorada de él y sé que él siente lo mismo por mí. Creo que tendremos un futuro prometedor juntos. Amir es un hombre maravilloso que siempre me cuida y en quien confío completamente.

Sophia sonríe con complicidad:

— Se ven muy bien juntos y les deseo lo mejor, puedes contar conmigo si necesitas algo. Espero que todo salga como esperas. Por cierto, en la reunión que se va a llevar a cabo, estarán presentes todas las familias poderosas. Será interesante. Espero que lo disfrutes.

Tras algunas horas, Hasan Khan llega al apartamento de los Dupont para encontrarse con todos, pero solo se encuentra con Paul y Amir. Pregunta por la ausencia de Mary y Jean, y estos explican que salieron a Moscú para hablar y tratar de convencer a Sophia. Sin embargo, Mary se comunicó con Amir y están de regreso.

Hasan sabe que en camino hacia el lugar también vienen Mathias, Olivia y Delphina. Todos han recibido la invitación a uno de los hoteles de la familia Dupont en la ciudad. Sin embargo, Hasan no confía en la situación, por lo que pide a Paul que averigüe quién es la persona responsable de esta reunión, ya que al ser propiedad de su familia, será más fácil obtener esa información.

Horas después, llegan al mismo apartamento las personas que venían desde Sudamérica: Mathias, Olivia y Delphina. Paul explica a todos, después de averiguar lo que le había pedido Hasan, que la reunión fue pagada, organizada y planificada por una persona llamada Yash Ram. Todos se observan, ya que ninguno había escuchado antes ese nombre. Sin embargo, era común usar seudónimos falsos para este tipo de eventos.

Mathias pide hablar a solas con Hasan, deseando explicarle toda la situación:

— Hasan, Sophia ha secuestrado a mi hija. — comienza Mathias con preocupación.

— Te dije que deberías mantener a tus seres queridos fuera del ojo del huracán. Esto lo entendió muy bien Maxim Magomedov, quien escondió a Sophia del ojo público durante años. — responde Hasan con firmeza.

— Pero ni ella ni nadie sabía que era mi hija. Temo por su vida. — responde Mathias y continua — La escondí Hasan así como tú también escondiste a tus hijos

Hasan responde enfadado y le pide de una forma intimidante:

— Nunca mas en tu vida hables sobre mis hijos, si vuelves a abrir la boca sobre ese tema te vas a arrepentir… Mathias, Sophia no puede hacerle daño. La usará para que te unas a la causa de los Smirnoff. Vale mucho más viva que muerta. Piensa por un momento, ¿Qué ganaría con asesinarla? Ahora que casi tienen todo para iniciar los conflictos y cuentan con el apoyo de casi todas las familias, excepto los Brown, tu familia y la mía, quienes no lo apoyan. Ahora los Dupont tendrán que tomar una decisión después de su reunión en Moscú. Pero querido amigo, tu hija muerta no valdría nada para ellos.

— Quiero recuperarla.

— Y lo harás, pero te pedirá unirte a la causa de los Smirnoff. Y ciertamente no podré juzgarte por eso. Al final, creo que John logrará sus objetivos. Por un momento, pensé que podría detenerlos, pero ahora lo veo más difícil. Al final, siento que prevalecerá.

15. La Reunión

A las 23:45 horas, los invitados comienzan a llegar al lujoso salón del hotel. Todo el personal, desde los camareros hasta los chicos de la barra, viste completamente de negro con guantes rojos. Seis hombres custodian la entrada, aparentemente armados, aunque no hacen ningún gesto visible y no permiten que nadie no invitado se filtre de ninguna manera. Además, todas las habitaciones del hotel han sido alquiladas, por lo que en ese momento no hay nadie dentro de ellas.

El primero en llegar al recinto es Adebowale Niff, elegantemente vestido con un traje de gala oscuro. A su lado, su esposa Claude Sani lleva un traje de noche con detalles propios de su nación. Ambos son atendidos de inmediato por el personal de protocolo, que les ofrece bebidas y aperitivos. Pocos segundos después entra Mathias González, un poco desaliñado y con un traje algo más informal. Se acerca a Adebowale y comienzan a hablar:

— ¿Cuánto tiempo, viejo amigo? ¿Cómo está la familia y los negocios? — pregunta Mathias con cordialidad y diplomacia.

— Bien, por suerte todo va bien. ¿Y tú, Mathias? ¿Cómo van tus asuntos? — responde Adebowale.

Mathias responde con un tono de misterio y dolor, que solo capta Claude Sani, ya que a su esposo poco le importaban los problemas de los demás:

— Lo sabré en unos instantes — murmura Mathias, con un gesto sombrío.

— ¿Viejo amigo, te sucede algo? — pregunta Adebowale, notando la preocupación en su voz.

— Sí, pero quédate tranquilo. Es algo que debo solucionar solo, con una persona — responde Mathias, tratando de disimular la gravedad de la situación.

— Si necesitas algo, puedes contar conmigo, como siempre ha sido. — ofrece Adebowale.

— Lo sé, y gracias. Pero esto es algo personal. — concluye Mathias.

Detrás de ellos ingresa Amir con Olivia, quien resplandece y luce hermosa con un vestido corto rojo, poco común para ella. El vestido presenta un gran escote en la espalda y en el busto, resaltando su figura curvilínea. Mathias siempre se había sentido atraído por la belleza de su madre, que es igual a la de su hija. Por eso, Hasan la había enviado para que al hablar con él, y lo convenciera. Sin embargo, esa noche, su belleza brillaba aún más con su hermoso vestido, dejando atónito a Mathias, quien no podía apartar la vista de ella.

Mientras tanto, Amir, después de sus compras con Mary en París, vestía con elegancia un traje de gala azul oscuro, camisa bordó y corbata del mismo color del traje, lo que resaltaba su hermoso rostro. Ambos se acercan a los invitados que se encontraban dentro del salón, y Olivia, después de saludar a todos, pregunta a Adebowale:

— ¿Son ustedes los primeros en llegar?

Sí— , solo nosotros. ¿Qué hermosa estás, no lo crees, Mathias? — comenta Adebowale, apreciando la belleza de Olivia.

Mathias trata de conservar la calma, asintiendo con la cabeza mientras observa a Olivia. Adebowale, consciente del interés de Mathias por Olivia, decide gastarle una pequeña broma al elogiar la belleza de ella, insinuando la atracción entre ambos. Sin embargo, no reconoce a Amir de inmediato, pensando que podría ser la pareja de Olivia o simplemente un amigo invitado para acompañarla.

Detrás de ellos, ingresan muy elegantes Delphina y Paul. Después de saludar, Paul pregunta si alguien ha visto a su padre, recibiendo negativas por respuesta. Delphina observa cómo Mathias mira fijamente a Olivia, sintiéndose un poco celosa y frustrada al notar sus intentos constantes de coquetear. Se siente incómoda y desilusionada al encontrarse en un evento que considera irreal e hipócrita. Se cuestiona cuántas familias podrían ser alimentadas con el costo de esta fiesta, quién estará financiando todo esto y cuánto costará organizar una reunión de este tipo.

Incapaz de soportarlo por más tiempo, Delphina decide dirigirse a la barra en busca de un trago. Sabe que será una noche muy larga y prefiera distanciarse de la situación incómoda que percibe en la fiesta.

Luego de un rato, entra Mary con un vestido blanco y rojo, largo y ceñido que resalta las pronunciadas curvas de su figura femenina de manera elegante y sofisticada. El escote en forma de V es muy pronunciado, realzando sus pechos de manera sensual pero elegante. Las mangas largas añaden un toque de misterio y refinamiento al conjunto. La espalda del vestido está adornada con detalles intrincados, como encajes y transparencias. Completa su look con un brazalete delicado y unos zapatos de tacón alto que alargan su figura. Una pierna descubierta desde más arriba de sus caderas demuestra que ha dejado de ser una niña y se ha convertido en toda una mujer, atrayendo todas las miradas del evento.

Amir no puede creer lo que ve, pero es Paul quien se le acerca rápidamente para preguntar:

— ¿Dónde está mi padre? Pensé que podría estar aquí.

— Salió de forma urgente de la casa de los Petrov y no quiso decirnos a dónde. Debe estar por llegar. Se supone que debe venir hoy a este evento.

Mary continúa saludando a cada uno de los invitados. Cuando llega el momento de saludar a Amir, su padre nota la presencia de los dos y en voz alta pregunta: «¿Qué hace el tutor aquí?» Claude, su madre, le responde al oído: «Déjalos, no es momento para pensar en eso. Concéntrate, esta noche es muy importante.» Claude había sospechado desde hacía tiempo sobre la relación entre ambos y sentía que Amir era un buen chico. Quería evitar que Adebowale hiciera un espectáculo en la gala, así que trató de distraerlo.

Después de unos minutos, entra Pedro con unos jeans rotos y una camisa por fuera, claramente incómodo y sin querer estar en ese lugar. Casi no saluda y va directo a la barra a pedir un trago de licor, donde se encuentra Delphina con un trago en la mano. Ella comenta:

— Se siente tenso el ambiente, como antes de una tormenta, ¿sabes a qué me refiero? Esa sensación de inquietud, de estática en el ambiente. Parece que todo va a estallar en este nido de ratas y víboras.

— Mi nombre es Pedro.

Delphina coquetea un poco con Pedro, llamada su atención por su gran tamaño, su cuerpo fornido, su grave voz y su barba de tres días. Continúa:

— ¿Y tú, Pedro, eres una rata o una víbora?

— En esta reunión, no sé lo que soy.

A los pocos segundos, entra al salón Hasan Khan vistiendo una túnica larga y suelta que cae hasta las rodillas, junto con un pantalón holgado con detalles dorados propios de su cultura. Comienza a hablar con los presentes, explicando que hoy se determinará a qué bando pertenecerá cada uno y resaltando que esta noche se definirá el futuro. Se nota tenso, algo poco común en un hombre sereno, calmado y seguro como él. Aquellos que lo conocen saben que no es usual verlo tan estresado.

Detrás de ellos, ingresa Aiko Tanaka con un kimono blanco con detalles en verdes y de cuello alto que no se ajustaba a su figura, muy tradicional. Su peinado también lo era, sostenido con dos broches. Tenía unos ojos negros y profundos muy bien delineados, labios rojos y un mechón delicado sobre su cara, lo que la hacía ver muy sensual. Aiko pasa directamente a la barra, donde se encuentra Pedro, quien la saluda solo con un gesto. Junto a ellos está Delphina. Aiko pide un sake, pero no cruza palabra con nadie. Muchos se preguntan quién es esa mujer y por qué había sido invitada, ya que no tienen mucha información sobre ella.

Continúan llegando los invitados, y es el turno de John, que viste como un corredor de bolsa, con un traje azul, corbata del mismo color y camisa blanca, muy tradicional, adornado con un elegante y costoso reloj. Anne lo acompaña, luciendo un traje de noche negro, semitransparente, con sus cabellos rubios casi blancos sueltos y ondulados, un collar de diamantes y tacones rojos. Aunque saludan a todos, las tensiones comienzan a sentirse entre los presentes.

Pasados algunos minutos, los camareros reparten bebidas y comida, atendiendo a los invitados, cuando de repente aparece en la puerta Sophia Petrov. Viste un esmoquin negro con camisa blanca y corbata de moño. Su cabello suelto y tenis de tela rojo con punta blanca, rotos y desgastados. En su mano sostiene un bastón negro con detalles en plata. A su lado, una joven desconocida. Sophia avanza hacia el centro del salón y saluda rápidamente a todos. John y Anne se preguntan quién es la chica que la acompaña, mientras que todos los presentes comienzan a murmurar y a preguntarse quién es ella.

Sophia, en voz alta, rompe el silencio: «Sentémonos. Ya nos encontramos todos los involucrados. Bienvenidos.»

Luego de pasar a una mesa ovalada, con espacio suficiente para todos, Sophia explica la situación y anuncia que todo el personal es sordo, y que saldrán del salón para permitir una conversación libre entre los presentes. Recuerda las palabras de su padre sobre respetar el turno de palabra y la importancia de mantener la calma en este tipo de reuniones, diciendo que esto no es un estadio de futbol, y todos merecen el respeto de la palabra; «es lo que nos diferencia de los animales».

John se pone de pie con una copa de champagne en la mano y toma la palabra. Expresa la necesidad de identificar quiénes son los aliados y quiénes no, destacando que los conflictos que se avecinan serán beneficiosos para las familias y los negocios si permanecen unidos. A pesar de las diferencias, enfatiza en la importancia de trabajar juntos para construir un nuevo futuro; con un tono de prepotencia cree que todos lo apoyarán.

Tras el discurso de John, Hasan se adelanta y comparte su perspectiva. Menciona que, aunque ha participado en numerosas reuniones de este tipo, cree que la guerra ya no es un buen negocio y que la aniquilación sería un grave error. Pide a los presentes que reflexionen sobre las consecuencias de iniciar un conflicto.

Luego, es el turno de Paul, quien expresa que la familia Dupont no apoya el conflicto y está cansada de reconstruir sobre la sangre derramada. Considera que iniciar un conflicto sería un grave error que afectaría negativamente a todos.

Finalmente, Adebowale Niif toma la palabra en representación de la familia Sani. Afirma su apoyo a la familia Smirnoff y sugiere a los presentes que reflexionen sobre cómo quieren que sus familias estén en el futuro, recordando que el verdadero negocio de la humanidad está en las guerras. Mary, aunque desea que su padre cambie de opinión, sabe en su corazón que su apoyo será constante en lo que siempre ha creído.

El ambiente tenso en la reunión se intensifica con las intervenciones de Olivia y Pedro, quienes revelan posturas claras y opuestas respecto al conflicto inminente. Mientras tanto, Mathias está ansioso por obtener respuestas sobre su hija y se mantiene alerta frente a Sophia, quien parece tener un control absoluto de la situación.

Las palabras de Mathias sobre la falta de apoyo de la familia Gonzalez a los Petrov añaden más incertidumbre al ambiente. Todos esperan ansiosamente una explicación de Sophia sobre lo sucedido en Argentina, pero ella permanece imperturbable, observando a cada uno de los presentes con una mirada desafiante.

Sophia se pone de pie con una expresión imperturbable y comienza a hablar, su voz llena el salón con una calma aparente pero llena de autoridad.

— Lo sucedido en Argentina no es relevante para los presentes, pero para aclarar, tu hija se encuentra en un retiro de crecimiento espiritual, por su propia voluntad. No deseaba que me acompañará, pero insistió en ir y no pude negarme. Mathias, aunque este asunto no concierne a los presentes, puedo asegurarte de que Karla está bien. Lamentablemente, no puedo decir lo mismo sobre Jean Dupont, quien por otras razones, no está presente en esta reunión.

Sophia emite la información con una frialdad que sugiere que no hay espacio para debate ni cuestionamiento. Su tono de voz, aunque tranquilo, transmite una sensación de poder y control total sobre la situación, lo que deja a los presentes sin más opción que aceptar sus palabras como verdad absoluta; menos Jean y Mathias que sabe que miente y desean que confiese toda la verdad.

Paul molesto, nervioso y con los ojos llorosos le pregunta que paso con su padre, Sophia de inmediato responde:

— Viendo que algunos de los presentes tienen dudas, también lo voy a aclarar, Paul nuestro padre falleció en terribles circunstancias.

Paul comienza a sentirse incomodo y al escuchar las palabras «nuestro padre» se alarma, pero Sophia continúa explicando donde en ocasiones su voz se escucha quebrantada, denota un dolor profundo:

— ¡Si nuestro padre!, por lo que la familia Dupont y la familia Petrov solo deberían tener una palabra acá presente y sería la mía. Querido hermano después de abrazarnos y llorar juntos nuestra perdida; de un ser tan bondadoso, fiel a sus principios y maravilloso; como fue nuestro padre Jean Dupont, discutiremos los asuntos legales para el paso del control de nuestras empresas. Pero eso dejémoslo para los abogados son cosas muy aburridas que no compete a los presentes, por lo que el voto de mi hermano Paul no lo tomemos sino como un simple malentendido y como una simple opinión. Por otro lado soy una persona religiosa y quiero pedirles a los presentes un minuto de silencio por la terrible y dolorosa muerte de mi padre.

Paul, sumido en una profunda confusión y una creciente ira, observa impotente cómo la figura de Sophia se alza frente a él. La sensación de pérdida y traición lo consume mientras contempla el poder que ha sido arrebatado a su familia en un abrir y cerrar de ojos. Sophia, con gesto sereno pero rostro sombrío, parece ensimismada en sus propios pensamientos, con una lágrima solitaria surcando su mejilla.

Pero aún no habían pasado ni cinco segundos del minuto de silencio que había pedido, y Sophia rompe el silencio con una voz entrecortada por la emoción. Sus palabras, cargadas de determinación y convicción, reverberan en el salón, resonando en la mente de todos los presentes.

— Las familias Petrov y Dupont apoyan completamente a Hasan. — declara Sophia, con una voz firme. — Cuando dice que no solo hay una forma de hacer las cosas, te apoyo cuando dices que los tiempos han cambiado, que ya las cosas no deben hacerse como se hacían antes.

Las palabras de Sophia parecen resonar en el corazón de Paul, quien lucha por comprender la magnitud de lo que está sucediendo. Se siente abrumado por una mezcla de dolor, incredulidad y rabia, mientras observa cómo su mundo se desmorona frente a él. La sensación de haber sido traicionado por aquellos en quienes confiaba se agudiza con cada palabra pronunciada por Sophia.

— Aunque no viví en esos tiempos, sé que es así. — continúa Sophia. — Pero también apoyo a John completamente cuando dice que las guerras son beneficiosas y hasta necesarias, cuando dices que debemos unirnos como siempre lo han hecho nuestras familias.

Hasan observa la escena con una mezcla de confusión y preocupación. En su mente, las palabras de Sophia desencadenan una serie de especulaciones y temores. Temiendo una posible traición por parte de Sophia hacia John que a su vez, espera con ansias una confirmación de su lealtad. Sabe que su decisión puede inclinar la balanza del poder en una dirección u otra.

Sophia continúa hablando con una calma imperturbable que captura la atención de todos en la sala. Su voz suena firme y autoritaria mientras declara el respaldo conjunto de las poderosas familias Dupont y Petrov hacia Chu Hua Zhang.

En ese momento, todos en la sala se preguntan quién demonios es Chu Hua, y ella se levanta al escuchar su nombre. Era una chica joven, aunque mayor que Sophia, con una tez blanca como la nieve y rasgos claramente orientales. Delgada y atlética, su rostro parecía casi inanimado, sin demostrar ningún sentimiento. Sus ojos y cabello eran negros, lisos y delgados, y no llevaba maquillaje. Vestía un simple vestido negro que no llamaba la atención.

Con una voz extrañamente escalofriante, Chu Hua se presenta como miembro de la familia Zhang y expone su propuesta junto a Sophia. Declara que está dispuesta a ofrecer todo lo que los presentes necesiten. Desde dinero con intereses más bajos que los de la familia Brown, hasta armas superiores a las de los Smirnoff, pasando por la infraestructura y maquinaria para la reconstrucción después de los conflictos. Todo esto lo ofrece a cambio de reciprocidad.

Chu Hua deja claro que cada familia es libre de decidir si se une a ella o no. Sin embargo, subraya que la realidad es clara: están con ella o en su contra. Su presentación deja a los presentes reflexionando sobre las implicaciones de aliarse con ella y sobre cómo podría cambiar el panorama del poder en el mundo empresarial y criminal.

Pedro, visiblemente incómodo con la situación, se levanta y le pregunta despectivamente a Chu Hua:

— ¿Qué ganaría apoyándote?

Chu Hua responde con calma:

— Construir «tus» embarcaciones en «tus» astilleros, comercializar y transportar mercadería con «tus» barcos, a cambio de realizar un pago, un pequeño impuesto a la familia Zhang.

Pedro, confundido, insiste:

— Pero, Chu Hua, eso es lo que actualmente hago.

— Hacías… Es simplemente un error de tiempos. Y si en el pasado lo hacías.

Pedro, aún sin entender, pregunta:

— Lo hago, Chu Hua. En mis astilleros se están construyendo en estos momentos embarcaciones, otras están navegando. No entiendo a lo que te refieres. ¿Por qué debería pagarte «un pequeño impuesto»?

— Es un buen ejemplo, y quiero que todos lo escuchen, para que lo puedan transpolar a la situación de cada uno de ustedes. Hay dos realidades en esto; una positiva para ambos y otra positiva solo para mí. En el primer caso, donde nos beneficiamos los dos, te seguiré brindando los minerales y materias primas para la construcción de tus embarcaciones. Podrás seguir navegando en mis aguas, defendidas por mis componentes de seguridad marítima, y podrás seguir comercializando desde mis fábricas hacia el resto del mundo. De lo contrario, me veré en la terrible necesidad de desviar el envío de materiales a uno de mis astilleros. Mis grupos subversivos podrían tomar a la fuerza las embarcaciones de tu familia, imposibilitando la defensa de los componentes de seguridad, e irremediablemente se verán comprometidos los envíos de algunos de mis productos, como por ejemplo, fertilizantes y semillas para la familia Sani, entre otras consecuencias.

— ¿Vienes aquí a decir que, si no hacemos lo que nos ordenas, nos hundirás?

— No, por favor, creo que fue un malentendido de mi parte. Creo que no logré expresar bien mis intenciones. Les pido disculpas a cada uno de los presentes. Solo les pido reciprocidad por parte de ustedes hacia mí.

John se levanta, sintiéndose traicionado por Sophia y por todos los presentes, y sin entender por qué Chu Hua está participando en la conversación, expresa su descontento:

— Mi familia no acepta tus términos. No entiendo qué ganaría yo con la locura que estás diciendo.

Chu Hua, manteniendo la compostura, responde:

— Actualmente te encuentras muy aislado. Puede que te ayude más estar de mi lado que del tuyo, porque ese bando está muy solo. Creo que, con lo expresado anteriormente, por ejemplo, las familias Pérez y Sani, puede que hayan cambiado de parecer. John, no haces nada, solo consumes. ¿Cuánto crees que podrías mantener ese ritmo? ¿Armas y conflictos? No son buen negocio para los demás, solo para ti. Tu familia que por décadas ganó dinero destruyendo las naciones y las economías de tus aliados, dejándolos devastados y endeudados contigo. ¿Te has preguntado alguna vez qué pasaría si un día se vuelven más valiosos los trabajadores que los soldados?

John, preocupado, insiste en su poder:

— Manejo los medios de comunicación más grandes del mundo. Podría hundirte en un segundo, inundando el planeta con noticias.

— John, pareces un cachorrito perdido. Los medios de comunicación pasaron de moda. Yo controlo las redes sociales. Decido qué debe y qué no debe saber la gente. Decido cuándo y dónde deben comprar. Yo decido en qué dios deben creer. No te adaptaste y aún sigues creyendo que eres el centro del universo. Déjame decirte que ya no lo eres.

El silencio que se apodera de la sala es un reflejo de la sorpresa y la reflexión que se desata en cada uno de los presentes. Hasan, sumido en sus pensamientos, percibe la profundidad de la situación y piensa tantos años de concentrarse en controlar el poder de los Smirnoff, sin darse cuenta de que estaba surgiendo una fuerza aún más poderosa al otro lado del océano Pacífico. La revelación de Chu Hua ha sacudido los cimientos de su percepción, haciéndole comprender que, tal vez, se han equivocado al creerse el centro del universo.

16. Juntos; Pero no Unidos

Al día siguiente de la reunión, Chu se reúne con Pedro en su hotel. Aunque este último no estaba muy interesado en ir, decidió escuchar lo que Chu tenía para decir. Al llegar, Chu lo recibe con un mojito.

— Pedro, gracias por venir. Quiero recomendarte un trato.

— ¿El mismo que me propusiste en la reunión?

— Sé que no te gusta perder tiempo, así que será rápido y concisa.

Chu se acerca, invadiendo el espacio personal de Pedro, y lo mira fijamente a los ojos.

— Desde hoy se van a dividir los poderes. Puedes elegir un bando, y por tu posición, me conviene que colabore conmigo. Seguirás transportando tus productos y los míos. Tengo varias cosas que quiero llevar a América, y tú también. Así que no veo la necesidad de tener discrepancias si nuestros objetivos son los mismos.

— No son los mismos que ganaría contigo. Siempre trabajó con los Smirnoff. A ti no te conozco.

— No quiero recibir una negativa de tu lado. Te ofrezco el mismo trato por segunda y última vez.

— Sabes qué; Lo pensaré, Chu. Dame unos días.

— Tienes diez segundos para pensarlo. Mientras tanto, terminaré mi trago. — dando un ultimátum

Pedro se siente atrapado, sin salida, y experimenta una sensación de traición por parte de Sophia. Comienza a sudar, pero decide apoyar a John, ya que confía en que puede protegerlo. Está convencido de que esta recién llegada no entiende cómo funcionan realmente las cosas.

— Gracias por el mojito, pero debo irme. No tengo nada que hacer aquí. Mantengo lo que te dije, y ten cuidado, Chu. Este mundo es difícil.

— Como te guste, Pedro. Gracias por la visita.

Pedro salió de la habitación sudando y nervioso después de su reunión con Chu. La tranquilidad inhumana de Chu le resultó temible, y se sintió perturbado por la experiencia. Se dirigió hacia donde estaba John y le explicó que sentía que Chu era una persona peligrosa, y que debían cuidarse y actuar con mucha calma.

Mientras tanto, Sophia se encontró con Hasan Khan en el restaurante del hotel, donde él estaba tomando una copa de vino.

— Hola, Hasan. Qué placer es encontrarte aquí.

— Sabes, fui amigo de tu padre. Era un hombre con cualidades admirables pero también cometió muchos errores, especialmente contigo. No puedo dejar de pensar en el daño que te causó y ahora que estamos contra la pared, trato de pensar que sentiría él, al verte actuar de esta forma.

— Es comprensible que te cuestiones eso, Hasan. Mi relación con mi padre fue un viaje complejo. Te aseguro que él no hizo nada. Si estoy averiada, es de nacimiento. No siento que nada esté mal en mí, lo que algunos llaman maldad es parte de mi naturaleza inherente. Siempre he sido la misma, con mis luces y mis sombras.

Hasan toma un sorbo de su copa y continúa hablando, quiere tratar de convencer a Sophia de que todo lo que esta haciendo este mal:

— Nadie nace malo o bueno, solo se hace; a ti te construyo un entorno complejo, difícil para una niña, alejada de la protección de su hogar.

— No lo soy. No soy ni buena ni mala; Simplemente soy la persona que está aquí para poner fin a los conflictos y terminar este circo de las familias.

Hasan reflexiona sobre lo profundo de sus deseos y, deseando comprender mejor la situación, ahora busca entender por qué secuestró a Karla.

— Mathias me contó lo que le hiciste a su hija.

— Solo la llevé a un retiro espiritual. Sabes que es importante conectarnos con algo superior a nosotros. No te negaré que hablé mucho con ella y traté de convencerla de no subirse al helicóptero, pero al final fue su decisión y creo que es importante respetarla.

— ¿Para ti Chu es tu ejemplo espiritual, a seguir?

— Chu es una amiga, al igual que Karla, Delphina o Anne. Son personas especiales en mi vida, al igual que tú. Sería increíble trabajar juntos. Quisiera que me apoyaras, que pudieras ver más allá de esta farsa y de las pantomimas. Hasan, te admiro profundamente; eres una de las personas más inteligentes que conozco. Sin embargo, me resulta difícil entender por qué no puedes ver más allá de las formalidades, de los acuerdos secretos. Estoy aquí para algo más que negociaciones y pactos. Quiero que entiendas mi verdadera intención, mi deseo de poner fin a estas disputas sin sentido y encontrar una forma de avanzar hacia un futuro mejor.

— No lo haré. Va en contra de mis principios, de lo que creo y de lo que soy.

— Crees que esto va de principios o de creencias, Hasan es un punto de inflexión; pero entiendo sé cuándo perdió una batalla, solo espero que pronto cambies de opinión.

Sophia se queda analizando todas las posibilidades que tienen ahora, mientras sale del restaurante y se encuentra con Amir en el pasillo que conduce al ascensor. En voz baja y dulce, dice:

— Te extrañé, Amir.

— ¿Qué puedes extrañar?

— María no sabe lo nuestro. ¿Por qué no se lo contaste?

— Quiero decírselo todo, pero no encontré el momento adecuado.

— ¿Pudiste ver cómo se ven ella y Paul?

— Son solo viejos amigos.

— Me gusta la seguridad que tienes, y también admiro tu ingenio. Pero sabes que tengo razón. Sabe que ella sueña con su cuerpo como ahora tú piensas en el mío.

Continúan caminando, conscientes de que muchos de los presentes de la reunión se están alojando como huéspedes en el hotel, ya que habían reservado todas las habitaciones del lujoso complejo de los Dupont. Este era el caso de ellos, y al llegar al ascensor, Amir invita a Sophia a tomarlo sola. Sin embargo, Sophia insiste en que lo tomen juntos y le dice:

— No muerdo, ya lo sabes. A menos que quieras que lo haga.

Suben los dos en el ascensor, y una vez dentro, Sophia se gira hacia Amir, lo toma del rostro y trata de besarle. Amir se muestra resistente por unos segundos, pero luego cede y corresponde al beso. Al llegar al dormitorio de Sophia, que abre directamente en el living de su pent-house, Amir la carga por sus piernas, mientras la besa la estrella contra la pared rompiendo una de las mesas y un espejo en varios pedazos grandes, toma un trozo de ese vidrio que se había roto y se lo coloca en la garganta, mientras la sigue besando, la saca hasta el balcón la toma por los cabellos, poniéndola de espalda a él; termina de romper las pocas ropas que le quedaban con el trozo de espejo, por manipularlo se corta la mano en el proceso; y luego lo usa colocándolo en su cuello, asemejando un cuchillo. Mientras la sigue sujetando fuertemente de los cabellos echando su cabeza hacia atrás, llegándola a tener por completo sometida.

Corta un poco el cuello de ella, lo que hace que corran gotas de sangre por su cuerpo, mientras es penetrada ve que la mano de Amir también sangra, se voltea hacia él y se estira hacia atrás, con su espalda en el vació y sus piernas sujetando las de él, que era lo único que la separaba de una caída libre de varios pisos de altura; Amir la obliga a beber de la sangre que brota de su mano cortada mientras la intentaba ahorcar por el cuello.

Un piso abajo, en su alcoba, Paul se encuentra con Mary, quien le confiesa el dolor que siente al enterarse del fallecimiento de su padre. Luego, Mary le preguntó a Paul sobre lo sucedido en Moscú.

— Mary, ¿Qué sucedió en Moscú?

— Sophia me dijo que partió por un asunto muy importante. Lo siento, Paul, sigo sin entender lo que sucedió y cómo resulta ser hija de Jean.

— No puedo creerlo. No es posible que mi padre le haya hecho eso a mi madre.

— Pero ella lo dijo por algo. Ahora hay análisis que se pueden hacer; no creo que se arriesgara a decir eso y quedar como mentirosa. Sofía no es así. Debe ser verdad todo lo que dijo.

Paul, quien se encuentra abatido, toma una copa de coñac y se sienta en uno de los sillones de su dormitorio. Mary se acerca a él y le expresa su pesar, compartiendo sus bellos recuerdos de Jean. Luego, se sienta en uno de los brazos del sillón junto a él. Se acercan lentamente, ya a pesar de sus dudas, Mary se siente irresistiblemente atraída hacia Paul y, en un instante de deseo abrumador, lo besa.

Por unos segundos, Mary contempla detenerse, pero la intensidad del momento la domina y deja de pensar. Se sumerge en la pasión del beso, se pierde en la mirada de Paul y lo besa nuevamente. De forma sensual, comienza a desvestirlo, explorando su cuerpo con sus manos. Paul, tomando el control, la levanta en sus brazos y ella se aferra a él con sus brazos y piernas, entregándose al ardor del momento.

Él la despoja de sus prendas besando y acariciando cada centímetro de su piel con pasión. Se coloca sobre ella, pero es Mary quien dicta el ritmo, guiando sus movimientos al colocar sus manos en los glúteos de Paul. Juntos, se sumergen en una danza de deseo y entrega, mientras el sudor de Paul empieza a empapar el cuerpo de Mary.

Aunque desearían que el momento nunca terminara, la intensidad del encuentro es puramente física. Mary, sintiendo un deseo abrumador, muerde el hombro de Paul con fervor, y luego, en el clímax del éxtasis compartido, termina mordiendo sus labios, sellando así su pasión mutua.

Luego de unos minutos en el piso superior, Sophia y Amir se encuentran desnudos tirados en el piso, llenos de sangre, arañados y cortados por todas partes de sus cuerpos. Sophia sonríe, sujetando su cabello completamente mojado de sudor, va hasta la bañera y comienza a llenarla con agua tibia, regresa a donde se encuentra él, caminando sobre trozos de vidrio, mesas y adornos rotos; las alfombras llenas de sangre, un caos en toda la habitación. Levanta a Amir, él quiere salir de allí, Sophia le dice, que está sucio, sudado y sin ropa, no sería bueno salir de esa forma, y ​​se compromete después de bañarse juntos salir y buscarle ropa nueva; Amir que no tenía muchas más opciones para acceder.

Amir se sienta en la tina y Sophia también lo hace de espaldas a él, tomando una esponja comienza a bañarse mientras hablan.

— Sophia, por un momento pensé en atravesar tu cuello con el vidrio y arrojar tu cuerpo al vacío.

—¿Te hubiera gustado verme caer?

— Una parte de mi sí, pero otra parte de mi no.

Guardan silencio los dos, mientras continúan limpiando sus heridas.

— Puedes quedarte en la tina y pedir lo que quieras al servicio de habitación, ven algo y responde que perdiste mucha sangre, voy a buscar algo de ropa para ti.

Sophia se viste sensualmente frente a Amir, le envía algunos besos con la mano y luego sale de la habitación, dejando que el ascensor se cierre detrás de ella. Descende un piso y toca la puerta de Paul, pero al hacerlo, escucha algunas voces procedentes del interior. Donde, se encuentra con Mary y Paul recostados en la cama, abrazados y riendo juntos, sumergidos en una conversación trivial. Al notar la presencia de Sophia en la puerta, ambos se apresuran a vestirse. Mary, quien hace unos días había confesado su amor por Amir a Sophia, se siente incómoda al verla en ese momento, especialmente después de haber acostado con otra persona. Por eso, se esconde dentro de la habitación, sin querer enfrentarse a Sophia en ese instante.

Paul, molesto, abre la puerta, esperando una visita desagradable de Sophia relacionada con la herencia de su padre. Con una expresión fría, la recibe:

— ¿Qué haces aquí, Sofía?

Sophia responde con voz dulce y delicada:

— Nuestro padre te quería mucho, siempre fuiste su mayor orgullo.

— ¿Qué pasó con él? — pregunta Paul, con cierta hostilidad.

Sophia continúa con su relato:

— Hablamos sobre lo que sucedió entre mi madre y él. Me contó cuánto la amó desde que estudiaron juntos. Maxim había perdido la cordura debido a su enfermedad y sus constantes viajes. Y luego, simplemente sucedió. No culpo a ninguno de los dos; El amor puede surgir en cualquier momento. Meses después, nací yo.

Lloramos juntos y nos abrazamos. En ese momento, sentí un fuerte dolor en el pecho. Llamé al mayordomo de mi casa y lo llevaron al hospital. Intentaron estabilizarlo, pero lamentablemente falleció. No pude despedirme adecuadamente, pero le susurré al oído que lo perdonaba, si había algo que perdonar, y que me acercara a ti, como él me había pedido unos minutos antes.

Paul, escéptico, responde:

— No te creo. ¿Por qué dices que tuvo que salir por una emergencia entonces?

— ¿Por qué mentiría sobre algo así? ¿Qué ganaría con hacerlo? No te estoy diciendo que somos hermanos, pero por él y en su memoria, hagamos una tregua. Si mentí a los demás sobre su muerte, fue porque quería que lo supieras primero tú, de primera mano y de mi boca. No encontré otra forma de hacerlo en ese momento. Por eso te pido disculpas. Pero quiero que sepas que, según lo que hablé con él, fuiste su mayor orgullo. No quería que te enteraras por alguien que no fuera tu familia, tu hermana, quien te lo contara.

Sophia percibe la presencia de alguien más en el dormitorio, reconociendo el olor de Mary y observando la ropa interior en el suelo. Sin embargo, decide continuar su conversación con Paul:

— No te ofrezco ser familia ni jugar juntos. Pero podemos unirnos y hacer algo maravilloso en memoria de nuestro padre, quien siempre amó a su familia.

Mientras habla, Sophia camina por la habitación, observando los cuadros hasta que llega a la habitación contigua y ve a Mary aún acostada, escondida entre las sábanas de la cama.

— Lo siento, interrumpí algo importante. Me debes una conversación, señorita. — dice Sophia, reconociendo la incomodidad de Mary.

Mary, sintiéndose apenada, se levanta de la cama, recoge su ropa interior y la coloca en el bolsillo de su saco. Les dice a ambos que se retirarán para que puedan continuar con su conversación. Paul espera a que Mary se retire y habla con Sophia sin pensar en ella:

— Ya que estamos solos Sophia, ¿Qué me propones? ¿Eres tu socio?

— Ser mi hermano, luchemos juntos.

— Mi padre no quería más conflictos.

— Y si te digo que hay una forma de que no existen conflictos, pero sí miedo. Se gana mucho con él. Necesito un favor, ¿podrías tomar algo de tu ropa? Metí a un camarero en mi habitación y todo se salió de control.

— Toma lo que quieras.

Sophia toma la ropa de Paul, la guarda y sale hacia su pent-house. Le agradece y le dice que después de arreglar la situación con el camarero se volverán a reunir para hablar. Mientras tanto, él se queda sentado en el sillón, reflexionando sobre Mary, su padre y todo lo que está ocurriendo. Finalmente, venta de la habitación y toma el ascensor hasta donde se encuentra Amir. Le entrega la ropa y le dice que puede quedarse si quiere, ya que ella tiene que salir por un rato para tratar un asunto importante.

Sophia se dirige entonces a la habitación de Mary y toca a la puerta. Mary le abre y sin mediar palabra, Sophia la toma de los hombros y la lleva hacia la cama.

— ¿Cuéntame? Quiero saberlo todo. Lo tenías reservado. — dice Sofía.

— Solo sucedió. — responde María.

— María, ¿y Amir? — pregunta Sofía.

— Lo amo, sabes que Amir es todo para mí. ¿No se lo dirás, verdad? — responde María, preocupada.

— No, jamás debe enterarse. Ustedes dos hacen una linda pareja. Pero si estás con Paul, te convertirías en mi media hermana, sería increíble. Pero veo cómo miras a Amir y también cómo miras a Paul. Amiga, ¿estás en problemas? — dice Sophia, sonriendo por la situación de su amiga.

— No sé qué hacer. — responde María, angustiada.

— Tómate un tiempo para aclarar tu mente. Échate un baño, hueles a todo y no puedes estar así cuando llegue Amir. — aconseja Sofía.

Ríen un poco, mientras ella se mete al baño y espía a Mary a través del vidrio de la ducha. Observa cómo el agua cae por su cuerpo mientras se mueren los labios, quedando hipnotizada por su belleza. En ese momento, son interrumpidas por un golpe en la puerta. Mary le dice que abra, y Sophia lo hace, encontrándose con Amir. Sin pensarlo, Sophia se acerca y lo besa apasionadamente, susurrándole al oído: «Acábala, campeón». Luego, le da una nalgada y en voz alta dice: «Mary es tu amor», tratando de confundirla. Sophia se retira de la habitación, dejando a Mary con la intrigade de saber si se trata de Amir o de Paul.

Sophia se une a John y Anne en el bar del hotel. John se levanta para retirarse, pero Sophia lo detiene para explicar la situación. Le hace ver a John que hay formas más adecuadas de manejar las cosas sin recurrir a conflictos bélicos, y que no todo debe ser muerte y destrucción.

— Sophia, la pacifista. — comenta John con cierto tono de ironía.

— No soy pacifista, pero debemos aprender a luchar de manera más eficiente. Ahora el negocio es el miedo, ¿lo entiendes?

John continúa fuera del bar, Sophia ve a Anne y toma su mano, tratando de transmitirle calma y confianza. Le explica que todo estará bien y que nada malo sucederá en Europa si apoyan su idea. Sin embargo, insiste en que no pueden hablar en ese lugar y sugiere ir a un sitio más privado.

Anne, confundida, pregunta por qué necesitarían hablar en un lugar más privado. Ante la sugerencia de que podrían estar siendo escuchadas, propone ir a la habitación de Sophia. A lo que se niega de forma rotunda.

— Anne, justo allí es el lugar menos indicado para hablar de esto.

Anne reflexiona por un momento y finalmente propone ir a su propia habitación.

— Vamos a la mía, ¿te parece?

Asiste con su cabeza, y van a hablar en privado, al llegar a la Suite de Anne, esta le ofrece algo de beber, por lo que sirven dos vodkas en vasos largos. Sophia cierra las cortinas y revisa un poco la habitación. Abre los grifos de la cocina, de la ducha y del lavamanos; enciende la radio y coloca algo de música, se le acerca y comienza a contarle todo muy cerca del oído:

— Anne, escucha y escucha muy bien, o te unes a Chu o desaparecerás, tiene los recursos para hundir casi a cualquiera acá, todo aquel que esté en su contra será eliminado, se bien quien es ella, y cuando te digo que es peligroso es porque lo es. Confía en mí, es alguien con quien no se juega. Siempre te defenderé, pero si se lo propone no podrás hacerlo. John está acabado, pero aún no lo sabe. Ahora su plan es eliminarlo, porque sabe que si lo elimina todos caerán a sus pies. Te repito Ane, los tiempos han cambiado, no hables con nadie de esto, tiene espías, escucha a través de las paredes y siempre sabe lo que pasa en todos lados. No confies en nadie.

Al terminar abre las cortinas, cierra los grifos, dejando la música encendida; Toma las manos de Anne y comienza a bailar. Sophia la ve a los ojos y la besa, le acaricia el cabello y sigue bailando.

Anne no entiende como Sophia la hacía sentir, cada vez que se encontraban juntas ya solas solo pensaba en besarla y acariciar su cuerpo, dejaba de pensar en John, en los conflictos y en cualquier cosa que no fueran sus hermosos ojos azules; Mientras la desviste ve que se encuentra con cortes recientes, Sophia le dice que es debido a sus entrenamientos en combate, ella continúa besando alrededor de sus heridas, amaba su cuerpo, el color y la textura de su piel.

Al día siguiente Sophia abre sus ojos con los primeros rayos del sol, ve y admira a Anne que se encontraba acostada boca arriba, dormida y descansado de la noche anterior, le da un beso en la frente sin despertarla, se viste con cuidado y sale. de su habitación sin hacer ningún ruido, cuando siente un golpe detrás de su cabeza que la hace perder la conciencia.

17. Terror

Sophia, al despertar, se encuentra atada en un antiguo galpón, rodeada de una decena de hombres. Mathias está frente a ella, y aunque su visión está borrosa y nublada aun por el golpe o los sedantes que le inyectaron, presta atención a sus palabras con cautela.

— Lo diré una sola vez, ¿Dónde se encuentra Karla? — Mathias la interpela de manera directa.

— En Rusia, pero sospecho que ya lo sabías. Si me sueltas ahora, perdonaré tu vida y la de ella.

— ¿En qué parte de Rusia está? — Pregunta Mathias.

— Está en las afueras de San Petersburgo, pero te advierto que no es seguro que vayas solo. Sería prudente que me lleves contigo.

Sophia observa la luz que ingresa por una de las ventanas y se da cuenta de que no está en París; la temperatura y el ambiente no coinciden con los de esa ciudad. Observa a su alrededor en busca de pistas, pero Mathias interviene para darle la información que busca.

— Nos encontramos en Moscú. Has estado inconsciente por un día entero. — le informa Mathias. — Si estás planeando algo, mis hombres y yo te mataremos. Salimos hacia San Petersburgo. Espero que colabores conmigo.

Sophia accede a las peticiones, comprendiendo la situación. Dirigen su camino hacia una antigua construcción donde se encuentra Karla. Al llegar, son recibidos por una religiosa de edad avanzada en la puerta. Mathias pregunta por Karla, y la religiosa responde que está orando por los pecados de todos, y que no se permite el ingreso de hombres en ese lugar sagrado.

Él frustrado pero sin opciones, le pide a Delphina que ingrese sola. Mientras tanto, sus hombres se mantienen alerta fuera de los vehículos, asegurando el perímetro. Sophia, aprovechando el momento, preguntando a Mathias:

— ¿A quién amas más, a Karla o a Delphina?

La apunta con un arma en la cabeza y le responde:

— O salen las dos o no sales de este auto con vida.

— ¿Desde cuándo crees que mi vida me importa?

— Sophia algo te debe importar.

Sophia se queda como pensando en algo que le importe a lo que Mathias agrega:

— Tu madre o tal vez Anne.

— Mi madre está protegida por cientos de hombre, dispuestos a morir sin pensarlo con tal de salvaguardar su vida, siempre dentro de la residencia de los Petrov; no lograrías de ninguna forma acercarte a ella. Por otro lado Anne, lo único que se interpondría entre tu y ella sería yo y créeme cuando te digo que no dejaría piedra sobre piedra si llegases a solo pensar en hacerle daño.

En ese momento sale de nuevo la anciana temblando por su avanzada edad y se acerca al vehículo donde se encuentra Mathias:

— Deja ingresar a nuestro templo a Sophia.

— No señora no puedo acceder a esa petición

— ¿Entonces sacrificarías a las dos por ella?

Apunta a la religiosa y le dice:

— Salen las dos o todos mueren acá.

— Baje el arma hijo mío, esto es suelo sagrado y debes respetarlo, soy una anciana no debes tener miedo, le prometo que, si ingresa ella, saldrán las dos jóvenes que se encuentran dentro, yo permaneceré a tu lado como muestra de nuestra buena voluntad.

Mathias lo piensa unos segundos y luego le dice a Sophia que si esto es una trampa, no descansará hasta matarla, pero antes verá morir a Anne. En ese momento, el rostro de Sophia cambia, aunque mantiene la apariencia de serenidad. Él abre la puerta y la suelta, permitiéndole salir. Abren una estrecha abertura por la que Sophia ingresa, y ve salir a Karla y a Delphina inmediatamente. Las dos mujeres corren y suben a sus autos. La anciana les pide que se vayan con una voz temblorosa y suave, indicando que todo ha terminado.

Todos suben a sus autos y se marchan a toda velocidad. Sabían que no podían perder tiempo; era demasiado peligroso permanecer en Rusia. Llegan al aeropuerto, donde les espera un avión privado listo para despegar. Al bajar de los vehículos, se encuentran frente a un centenar de hombres que, sin mediar palabra, abren fuego contra ellos. Después de unos minutos de resistencia, son capturados y sometidos, siendo llevados hasta la casa de los Petrov.

Unos minutos después, Sophia llega al despacho de su padre, donde han sido dejados por los hombres que la acompañan. Dirigiéndose directamente a Mathias, le habla:

— Mathias, observa cómo me has tratado y mira cómo te trato ahora.

Mientras sirve cuatro vasos largos de vodka, continúa hablando mientras entrega cada vaso a sus invitados y se sienta frente a ellos.

— Ustedes están aquí sin sogas en sus manos, sin vendas en los ojos, sin golpes. ¿Por qué creen que la violencia es la solución para todo? Las cosas no funcionan así. Soy una persona pacífica; solo quisiera descansar de todo esto. Cuando me tomaste en París, había sido una gran noche y prometía ser un gran día, pero arruinaste todo. Dos de ustedes podrán regresar a Argentina y trabajarán para mí, uno se quedará conmigo hoy. Ustedes deciden. Tienen una hora.

Sophia sale del despacho y cierra las puertas detrás de ella, dirigiéndose a su habitación. Necesita un baño y una pequeña siesta para recargar energías. Mientras tanto, Mathias les dice a las chicas que las quiere, pero él es quien debe quedarse, y no hay margen para discusión ni elección. Aunque las chicas le piden que lo considere, Mathias ya ha tomado una decisión firme. Se disculpa con Karla, expresando que la ha amado desde el momento en que nació y que seguirá amándola incluso después de muerto. Le revela la verdad sobre su familia, explicándole que es su hija. Diciendo que en este momento, más que nunca, deben permanecer unidas. Mathias quiere que sepan que siempre estará con ellas, incluso si algo le llegara a suceder.

Después de una hora, Sophia regresa al despacho de su padre y encuentra que la decisión ya está tomada: Mathias se quedará para cumplir con el trato. Pide a sus hombres que saquen y lleven a las dos chicas al aeropuerto para que se dirijan a Argentina. Una vez que las chicas salen del despacho, Sophia se dirige a Mathias y le dice:

— Mathias, acompáñame. Pero ten en cuenta que si intentas algo en mi contra, no dudaré en asesinarte. Solo te llevaré hasta una habitación al fondo de la residencia.

Mathias observa que está siendo llevado a un sitio lúgubre, húmedo y oscuro, poco iluminado. Lo sujetan seis hombres, Sophia lo desnuda mientras; que encienden de repente las luces y ve a Delphina y a Karla, sujetadas a una silla, mientras a él lo meten en un Toro de Falaris, dentro grita, las jóvenes chicas hacen lo mismo, pero Sophia continúa hablando en voz alta:

— Este toro de Falaris lo compro mi padre; dicen que ahora todo es mejor, pero esto fue un gran invento desde mi punto de vista.

Mientras los hombres van trayendo maderas, colocándolas cerca del aparato. Sophia se sienta cerca en una vieja silla y pide a los hombres que muevan más cerca a sus invitadas. Mientras esto pasa las chicas lloran y grita, Mathias dentro del toro golpea con todas sus fuerzas el metal, gritando piedad, y ella le responde:

— Te dije que no intentarás nada contra Anne, que te hizo creer que podrías amenazarla frente a mí, sin consecuencias, te dije que lo único que se interpondría entre tu y ella era yo, y créeme soy peor que los hombres que resguardan a mi madre.

Sophia toma unos trozos pequeños de estillas y comienza a armar el fuego debajo del toro, un fuego pequeño que apenas calienta levemente la panza del animal metálico. Dentro los gritos se hacen más perturbadores, va arrojando trozos cada vez más grandes de madera, y la llama va aumentando, así mismo los golpes y los gritos se hacen más fuertes, Delphina casi rompe sus muñecas tratando de soltarse, Karla se queda sin respiración entre el llanto y los gritos. El fuego sigue aumentado alimentado por las maderas que Sophia le arroja. Pasan unos diez minutos que para las jóvenes parece una eternidad, los gritos dentro del aparato antiguo cesan al igual que los golpes, el olor a carne quemada comienza a invadir la habitación, ellas no quieren respirar ese olor, mientras Sophia lo disfruta; por un momento las chicas se percatan de la muerte de Mathias quedando estupefactas. Los hombres tiran agua fría sobre el artefacto bajando la temperatura del metal y apagando las llamas.

Un silencio ensordecedor sale del toro, un olor a carne asada, los ojos de un dolor insoportable se ven en Karla y Delphina, sus rostros devastados, acaban de ver al hombre que amaban, muerto de la peor forma posible, aun retumban en sus oídos los gritos de dolor, los golpes de desesperación de sus puños contra el metal. Sacan el cuerpo quemado de adentro y lo colocan en una mesa frente a las dos jóvenes, Sophia arranca un trozo de carne de la pierna le coloca un poco de sal; y lo come delante de ellas, mientras les habla:

— Creo que es el miedo, la que aumenta el sabor, es un potenciador natural, este tipo de carnes tienen un sazonador especial, siempre he dicho y he creído que es la adrenalina, ¿quieren probarla?

— Eres una asesina retorcida.

— Una chef aficionada, el buen gusto culinario no te hace asesino.

Mientras sigue cortando trozos de varias partes del cuerpo sin vida de Mathias, colocándole un poco de sal y comiendo, mastica en forma repulsiva la carne continúa hablando con las chicas:

— Les propongo algo, si comen de esta carne y me dicen que les parece mi receta, les prometo que se irán a Argentina, trabajando para mí, de lo contrario, quiero contarles que mi padre, fue un acérrimo, tenaz y vigoro coleccionista de máquinas de tortura de este tipo, créanme que tenemos varias. Ya no piensen en él, ya es solo una receta en mi mesa que les ofrezco y los alimentos son sagrados no se deben, ni desperdiciarse, ni negarse a nadie.

Los ojos de Karla y de Sophia, demuestran un terror sin sentido, sus cuerpos tiemblan; por un lado, quieren vivir, tener la posibilidad de salir de esa habitación con todo el horror que están viviendo; por otro lado, no quieren vivir sabiendo que comieron a su padre, a su pareja. El daño psicológico que les estaba causando era insostenible, era inhumano, pero ella continuaba llevando al límite a las dos chicas, que terminan aceptando con un dolor indescriptible por dentro.

Sophia corta un pedazo y lo lleva hasta la boca de cada una de ellas, las obliga a masticar y a tragar varios trozos, ellas se resistían, pero al final terminaron haciendo lo que les pedía. Al finalizar de comer les dice:

— Hoy regresarán a Argentina, apoyarán cada una de mis decisiones, no jueguen conmigo jamás, si siento alguna traición, por más mínima que sea lo haré personal, y hasta ahora me he comportado civilizadamente con todos ustedes, por las buenas soy bondadosa, comparto mi plato de comida con quien sea, pero por las malas puedo ser bastante malvada, puedo perder el control y no me gusta hacerlo, solo una vez he perdido el control y no me gusto verme así, por eso trato de ser buena.

Pide a sus hombres que la saquen de aquí, no sin antes decirles que recibirán información de ella muy pronto, mientras tengan su tiempo de duelo y procesen su dolor, por este desafortunado accidente que llevo a la muerte al gran Mathias Gonzalez, mientras continua cortando trozos de carne, masticándolos y comiéndolos; dice que dios se apiade de su alma, da un beso a cada una de ellas pasando con su lengua un poco de la carne semi masticada, y finalmente salen de aquel lugar, y las chicas son llevadas al aeropuerto no hablan nada en el camino, están devastadas.

18. Realidad

En París, John solicita hablar a solas con Hasan, y pactan una reunión. Mientras espera en el bar del hotel Dupont, entre copas y tragos, recuerda una experiencia aterradora que vivió en el pasado. Una madrugada, se despertó repentinamente al sentir una presión en su pecho. Abrió los ojos y vio una figura sombría parada al pie de su cama, con ojos brillantes y una sonrisa siniestra. Paralizado por el miedo, no pudo moverse ni gritar. La figura se inclinó hacia él, susurrando palabras incomprensibles antes de desaparecer en la oscuridad. Aterrorizado, corrió hacia la habitación de sus padres en busca de ayuda, pero cuando llegó, encontró la puerta cerrada con llave desde adentro. Golpeó con todas sus fuerzas, gritando desesperadamente, pero no recibió respuesta.

Cuando finalmente lograron abrir la puerta, sus padres lo encontraron temblando de miedo y con lágrimas en los ojos. Su padre se dirigió hacia la habitación y encontró a su suegro Abraham Williams ebrio y sin ropa, consternado tomo su arma y lo apunto, John estaba viendo todo, su madre Eva se atravesó para que no lo asesinará, pero la golpeó fuertemente y disparo en múltiples ocasiones a su abuelo que se desplomo al piso y lleno todo de sangre, llanto y gritos aturdieron su oído, temblando de miedo, mientras su padre lo tomo abruptamente y lo arrojo fuera de la habitación. Hasan en ese momento llega y se sienta frente a John que se encontraba con la mirada perdida y surge una tensa conversación:

— Hasan: ¿En qué piensas, John?

John, con la mirada perdida, responde:

— En las dificultades familiares. Hasan, te pido ayuda. Necesito tus recursos para controlar a Chu. Es inaceptable que sigan adelante con sus planes. Es crucial que permanezcamos unidos en estos momentos.

— ¿Ayuda para hacer daño a inocentes? John, no puedo respaldarte en eso.

— Es para mantener el orden natural de las cosas.

— ¿Cuál orden? Si hemos vivido en un caos.

— ¿Y planeas apoyarlas? Ellas son el caos.

— No quiero respaldar a ninguno.

— Pero con todos tus recursos, ¿Cuánto crees que durarás? O son para mí, o serán para ellas. No hay términos medios en este momento. Hasan, al menos conmigo sabes cómo son las cosas, cómo funcionan nuestros negocios. Es mejor el mal conocido que el bien por conocer.

— Es posible, John. No todo debe ser conflicto. No es sostenible seguir generando riqueza a través de muerte y destrucción. No sé qué será peor, pero te aseguro que pocos quedarán en pie después de la próxima reunión.

John cuestiona:

— ¿Qué es mejor, Hasan? ¿Vivir en guerra o vivir con miedo?

— Vivir sin guerra y sin miedo. Pero si no tengo elección, prefiero vivir con miedo. Solo con miedo los pueblos no mueren, pero con balas sí.

— ¿Y se puede progresar con miedo? ¿Cuánto crees que durará ese miedo? Como mencionas en tus libros, las guerras siempre están presentes. Cuando termine el miedo, surgirán nuevas personas, como Chu, como Sophia, o incluso peores. Nuestros conflictos, al final, mantuvieron la paz durante años.

— Esa paz debería perdurar.

— ¿Realmente crees que Chu busca la paz? ¿Y Sophia también? Al menos los Petrov no son así. Y te aseguro que Chu tampoco busca el equilibrio o la justicia.

— Creo que ahora no hay un monopolio del control. Se avecinan tiempos difíciles, llenos de angustia y dolor. Solo espero que no duren mucho. Sé que sientes que estás perdiendo el control, pero tal vez si lo dejas ir, te sentirás mejor.

— Si cambias de opinión, avísame. Serás bienvenido.

— Aprecio tu oferta, pero realmente no puedo pretender hacer el bien si estoy haciendo el mal. Recuerda esto, John, no se puede ser bueno haciendo el mal.

— Recuerda que si no estás conmigo, estás con ellas. En este punto, solo hay dos bandos: el conocido, que soy yo. No entiendo ¿por qué aún crees en Sophia y Chu?

En ese momento se acerca Olivia y se sienta en la mesa, y continúan hablando:

— John, no quiero que lo tomes personal, pero de no existir Chu Hua Zhang, tampoco apoyaría tus planes.

John se levanta abruptamente de la mesa, visiblemente disgustado, y termina su intervención con un tono firme:

— Recuerda mis palabras, Hasan. Estás conmigo o en mi contra. No hay puntos intermedios en este momento. No puedo arriesgarme a perder todo lo que nuestra familia ha construido. Tenemos una gran responsabilidad de mantenernos como la familia más poderosa de la tierra.

Olivia, observando la tensión, se acerca a Hasan y le pregunta con cautela:

— ¿Eso fue una amenaza?

— En esta situación, todo lo que se dice puede ser interpretado como una amenaza o no, Olivia. Es un momento delicado y las palabras tienen un peso significativo.

Adebowale se encuentra preso del miedo al no saber a quién apoyar, dado que muchas de las materias primas necesarias provienen de China y Chu está al tanto de ello, lo que podría ser usado en su contra y afectar a su familia. Por otro lado, no desea entrar en conflicto con los Smirnoff, ya que continúan siendo una de las familias más poderosas del planeta. Sin embargo, entiende que debe tomar una decisión.

Por esta razón, invita a Sophia al Castillo Hasana, y su invitación es aceptada de inmediato. Sophia se prepara para enfrentar un escenario lleno de desafíos y decisiones difíciles en este contexto tenso y cargado de incertidumbre.

Días después, Sophia llega al castillo acompañada por Chu, lo que toma por sorpresa a Adebowale, pero le agrada la idea de poder hablar con ambas. Son recibidas con una gran cena, a la que asisten todos, incluyendo al padre de Mary, quien aún no acepta la relación de su hija y su nuevo amigo, pero comienza a tolerar la presencia de Amir. También están presentes Claude Sani y las dos invitadas, creando un ambiente tenso pero lleno de posibilidades de diálogo y entendimiento., Adebowale dirige sus palabras a Chu Hua Zhung:

— Bienvenidas a nuestro hogar. Quiero agradecerte, Chu, por tu presencia, y también a ti, Sophia, por aceptar mi invitación. El propósito de esta reunión es aclarar los términos de nuestro pacto. Quiero enfatizar que la familia Sani está dispuesta a colaborar con los objetivos de la causa, siempre y cuando no comprometan nuestra moral y nuestros valores.

— Seré muy franca con todos ustedes. Sophia me conoce y sabe cómo hago las cosas. De nuestra parte, la familia Zhang se compromete a brindar todo el apoyo comercial, financiero, de protección de mercancías, armas para la defensa de territorios, materias primas y todo lo necesario, siempre y cuando trabajen exclusivamente con nosotros. No habrá guerras ni conflictos en nuestros planes. Solo les pedimos lealtad hacia mí.

— John no quiere apoyarte. ¿Has considerado qué hacer con él? – pregunta Adebowale.

Chu responde con confianza:

— Hablaré con John. Es normal la resistencia al cambio, y la transición es inevitable. Sucederá más pronto que tarde. ¿Cuánto tiempo más podrá durar sin caer del peñasco? Estaba tan alto que no veía lo que sucedía debajo de él.

— ¿Y qué sucedió?

— Muchas familias, incluyendo la tuya, Adebowale, influyeron en el crecimiento desmedido del patrimonio de mi familia y de otras. Como ustedes surgieron de la caída de otras. Ahora, el cambio es inminente, quieran o no. Hay familias que comenzarán a destronar a las antiguas, pero no la tuya. Algunas prevalecerán, otras sucumbirán a sus antiguas costumbres, dejando un hueco que será rápidamente llenado por otras. Señores, así es como suceden las cosas.

Sophia pregunta con interés:

— ¿Las que no se unan, desaparecerán?

Chu aclara:

— No necesariamente. No todo depende del deseo. Hay varios factores que influyen en el destino de las familias. No es una ecuación fácil de resolver, pero de una forma u otra, sucederá lo que tenga que suceder.

La cena continua con la conversación fomentando cada vez más el acuerdo entre la familia Sani, y las familias Zhang junto a los Petrov. Mary interviene y pregunta a Chu:

— ¿Es posible vivir con lealtad y miedo?

— La lealtad es algo importante, porque da la confianza de generar los vínculos de la amistad, Mary, tú y yo no hemos dormido abrazadas, pero de a poco podemos crear un vínculo que puede llamarse amistad, tiempo y confianza, no con esto te digo que seremos grandes amigas pero si podremos establecer una linda y productiva relación.

Mary continúa hablando, pasando directamente a preguntarle a Sophia:

— Pero ¿miedo?

— Para mi si Mary; porque el miedo fomenta la amistad, si yo tengo un secreto tuyo, por ejemplo, que no quieres que nadie sepa, pero yo lo conservo en lo más profundo de mi corazón, tu, por una parte, al principio puedes tener miedo de que lo revele, pero si no lo hago ese miedo, se convierte en un vínculo que luego se convierte en amistad.

— ¿Y eso no sería chantaje?

— No, no hay nada a cambio, no es que el no revelar ese secreto tenga un valor tangible, simplemente se basa en la confianza mutua. En este caso, el miedo de los pueblos impulsará el crecimiento y fortalecimiento de las economías de nuestras familias. Esto sucede porque, con el propósito de protegerse, la gente compra nuestros productos. Es similar a lo que hizo en su momento la familia Smirnoff, que vendía refugios antinucleares en el mercado y armas que ellos mismos distribuían tanto a aliados como a enemigos. Ese miedo generó una economía de consumo en la que varias familias se enriquecieron al vender alimentos de larga duración, kits de supervivencia y todos los productos de primera necesidad que puedas imaginar. Ahora, sin esos miedos, el comercio de consumo ha disminuido.

— ¿Pero ahora no son posibles los monopolios?

— No, eso ya lo solucionamos, los monopolios no pueden existir, pero hace mucho tiempo tenemos testaferros por todos lados del mundo.

Amir que nunca intervenía le pregunta a Chu:

— ¿Pero eso no es ilegal? ¿Cómo harían los pueblos para saber que no pasará nada y que solo son simples amenazas?

— Amir, los pueblos no pueden saber, el precio de la ignorancia es muy grande, el no saber lo que pasa es lo que te hace feliz.

— ¿Quieres decir que se les dirán mentiras a los pueblos, diciéndoles en cualquier momento pueden morir sin ser cierto?

— Amir si las personas saben no servirá de nada. De eso hablamos, es mejor el miedo de una amenaza a un conflicto.

— ¿Y no hay otra solución?

— No, no es posible, es una o es otra. John inicia los conflictos o nosotros iniciamos el miedo.

— Chu si ustedes inician el miedo, ¿Eso evitaría que John inicia una guerra?

— Si.

— ¿Cómo?

— John podrá iniciar algún conflicto chico para tratar de llevar a cabo sus planes, pero si los grandes intereses y las grandes familias no lo apoyan no pasará a mayores, si las redes sociales no hablan de eso, los medios de comunicación no transmiten información y dividen a las masas, si el comercio no sigue los pequeños focos que generen se terminarán apagando.

Con los argumentos finales de la conversación los Sani incluida Mary apoyan la idea de mantener la paz con miedo, Sophia continua:

— Los que me conocen saben que soy una persona pacifista, si hubiera querido, apoyaría a John, pero no quiero más guerras, como todos los que estamos presentes, solo a John le sirve la guerra, por varias razones, no las realiza en su territorio por lo que no sufre las consecuencias, el presta el dinero para que compren sus armas, ganando doblemente, y deja debilitadas las demás familias que terminan siempre pidiéndole ayudas económicas para reactivar sus empresas. No quiero más conflictos, ya es tiempo de dar paso a la paz.

— Los Petrov hablando de Paz

— Adebowale los tiempos han cambiado, mi padre capaz no conocía otra forma de hacer las cosas y mi padre biológico también pensaba lo mismo, y hasta en un momento, tu creías lo mismo. Los tiempos cambian y nuestra generación no quiere más conflictos, pregúntale a Mary.

La conversación continua, celebrando un brindis por los nuevos tiempos y las nuevas alianzas entre las familias Zhang, Petrov y Sani. Al finalizar con el postre Adebowale les ofrece las habitaciones de huéspedes, las cuales ellas aceptan. Se despiden y pidiendo permiso se retiran cada una a sus dormitorios, Chu y Sophia no cruzan palabra alguna en el camino, cada una iba pensando en algo distinto.

Ya dentro de la recamara, Chu pide varias cuberas grandes con hielo a su habitación; son llevadas con rapidez por el mayordomo y varios hombres del personal del Castillo, llena la tina con agua helada y tira todo el hielo dentro de la misma, toma una de esas hieleras vacía y la coloca cerca de sus pies; se desvistió, se sentó en el filo de la bañera; tomo una hojilla y comenzó a autolesionarse en las muñecas, mientras tomaba alguna mezcla de sustancias psicotrópicas dejando caer toda su sangre en la cubeta que destino para ello. Cuando ya se encuentra al punto de desmayarse, se tira a la tina, tiñendo de rojo el agua, permaneciendo allí hasta que recobra la razón un par de horas después. Sophia ingresa a su habitación, toma un baño largo de agua caliente, y decide solo dormir.

A medianoche se despierta Chu, sale de la tina coloca un par de gasas en sus muñecas y se pasa a la cama, por otro lado, Sophia se despierta repentinamente con una bolsa en su rostro y sus manos se encuentra sujetadas con unas sogas a las patas de la cama, al igual que sus pies, no logra ver a través del plástico quien es el atacante, trata de defenderse con todas sus fuerzas, pero encuentra que no tiene nada que hacer.

Trata de calmarse y pensar cómo salir de esa situación, con sus dientes rompe un poco la bolsa, dejando entrar solo un poco de aire a sus pulmones, pero no puede moverse, y tampoco logra ver que es lo que está sucediendo, sus manos buscan una manera de zafarse y al igual que sus pies, el atacante mueve su ropa interior de costado, se desespera y es penetrada repetidamente, quiere gritar con todas sus fuerzas, pero apenas tenía aire para sobrevivir, recordaba cómo había sido múltiples veces violada en el campo de trabajos forzosos en Siberia, observa en un momento que se trata de Amir y se entrega a él, siente por momentos una gran excitación que hacía tiempo no lo sentía, la bolsa cada vez apretaba más su rostro y su cuello, hasta que siente que Amir baja la intensidad, la desata, suelta la bolsa, y sin hablar ni una palabra; sale por el balcón de la habitación. Ella queda temblando de placer y se duerme enseguida.

Ya por la mañana, Mary toca en la habitación de Sophia, ella se despierta y le abre:

— Sophia, ¿Cómo pasaste la noche?

— Excelente, tuve una noche maravillosa.

— Paul vino hace dos noches a visitarme, me escape y la pasamos juntos en un hotel, pero continuo la relación con Amir.

— Que difícil elección; confía en tu corazón, siempre alguien saldrá herido, disfruta mientras pueda, te admiro yo de verdad no podría; pero cuéntame más.

— Sophia a Amir lo amo, pero por Paul siento algo muy físico, hago cosas que no hago con Amir.

— No te puedo creer, en qué momento te volviste una perrita.

— No sé qué hacer me siento bien, pero sé que estoy haciendo algo malo.

— Es malo solo si se enteran, yo como tú, trataría de decidirme pero mientras disfrutas a esos dos galanes.

Chu al ver que la puerta de Sophia está abierta le dice que deben irse, después del desayuno, mientras Amir pasa saluda y le pide a Mary que vayan a la biblioteca aun es su tutor y deben continuar trabajando en su educación universitaria.

Ambas van hasta el comedor donde ya se encuentra con Adebowale, mientras comparten el desayuno, Sophia le pide que vaya a París, pero que nadie lo debe saber, lo espera en la casa de los Petrov, la que usaba su madre cuando estudio en esa Ciudad. El padre de Mary no entiende el por qué debería ir, y ella le responde que necesita ayuda para convencer a su nuevo medio hermano Paul, siendo más fácil si pueden hablar juntos. El acepta y queda en ir esta misma noche. Sophia le agradece; al terminar el desayuno le pide a Chu que la espere un tiempo necesita hablar algo con Mary antes de irse, llega a la biblioteca donde se encontraban estudiando, le pide a él que necesita hablar a solas con Mary y después de salir le dice:

— ¿Mary, te puedo pedir un favor?

— Si por supuesto Sophia, que necesitas.

— Cuando vuelvas a ver a Paul, podrías convencerle, quiero acercarme a él, quiero, capaz en un futuro poder ser su hermana, y trabajar juntos, y así, si en un futuro te conviertes en mi cuñada llevarnos todo bien.

— No te burles, estoy muy confundida, pero si, le hablaré, sé que eres alguien buena y lo hare entender.

Gracias Mary, ahora me voy pronto nos veremos.

19. Nuevos Amaneceres

En Argentina, Delphina y Karla luchan por aceptar lo que vivieron en la casa de los Petrov. Tratan de mantener un perfil bajo y rechazan cualquier contacto con John o Hasan. Se ven visiblemente perturbadas, compartiendo el mismo lecho por la noche y enfrentando largas pesadillas cada vez que cierran los ojos. Delphina, en su desesperación, intenta quitarse la vida en dos ocasiones, pero es detenida ambas veces por Karla. Es un momento terrible para ambas, y se sienten atrapadas en un abismo de dolor y confusión.

Aunque saben que necesitan ayuda psicológica, les resulta difícil explicar lo que han vivido. Temen que Sophia tenga influencia sobre cualquier profesional al que recurran y comienzan a desconfiar de todo y de todos a su alrededor. En su aislamiento, se aferran una a la otra, tratando de encontrar consuelo y fuerza en su vínculo mientras luchan por superar el trauma que han experimentado.

Se sienten abrumadas por una sensación de suciedad, como si pudieran haber hecho algo para detener el atroz episodio que vivieron. Mientras están inmersas en sus pensamientos, el sonido de un auto se aproxima por la colina. Karla se levanta para atender al visitante, consciente de que debe seguir adelante con los negocios familiares, ya que hay personas que dependen de ellas.

Al llegar, el hombre se presenta como Lin Zung, amigo de Sophia Petrov. Karla, llena de temor y lágrimas en los ojos, le pregunta qué más quieren de ella. Lin explica que trae unos documentos importantes y solicita la presencia de Delphina para leer el testamento de su padre.

Karla y Delphina, a punto de llamar a la policía, deciden escuchar lo que tiene que decir Lin. Delphina se une a ellos en la sala de espera, donde Lin les entrega documentos que revelan que Mathias Alberto González Milton es el padre de Sophia y que ambas son las únicas herederas de su fortuna. Además, les entrega tres maletines con una carta sellada.

Después de que Lin se marcha, Karla y Delphina abren la carta y leen las disculpas de Sophia, junto con una generosa cantidad de efectivo y la promesa de que Lin estará a su disposición en todo momento como su conexión con Sophia.

Al abrir los maletines, quedan atónitas al ver que están repletos de billetes, tal y como indicaba la carta. La presencia del dinero les recuerda la vigilancia implícita de Sophia sobre ellas, lo que refuerza su convicción de evitar cualquier contacto con las personas relacionadas con esas familias.

Deciden que es vital no recibir a nadie de esas familias en ninguna circunstancia. Todo lo que desean es superar el trauma de lo que vivieron, o incluso desearían poder retroceder en el tiempo para evitarlo por completo. Se sienten atrapadas en un torbellino de eventos sobre los que tienen poco control, pero saben que deben mantenerse unidas y tomar decisiones con cautela para protegerse a sí mismas y su futuro.

En Nigeria, Adebowale y Mary se preparan para viajar a París. Aunque le habían indicado que fuera solo, no logró deshacerse de Mary, quien también deseaba regresar a la Ciudad del Amor por razones evidentes, aunque su padre no lo sabía. Al aterrizar, Adebowale se dirige directamente a la casa de los Petrov, donde ya lo esperaban.

Sin embargo, Mary no acompaña a su padre. Tenía una excusa para dirigirse al apartamento de su amante en la ciudad, pero en ese momento Paul se encontraba con Sophia en la casa de los Petrov de Paris donde su madre vivió mientras estudiaba; esperando a Adebowale.

— Hola, Adebowale, te estábamos esperando. — saluda Sophia con amabilidad.

— Hola, Sophia y Paul. Aquí me tienes. — responde Adebowale.

— ¿Con quién viniste? — pregunta Paul, notando la presencia de Mary.

— Vine con Mary, aunque no le dije a qué venía. — responde Adebowale.

Paul, asombrado, pregunta:

— ¿Mary vino contigo?

— Sí, Paul. Parece que tenía algo que hacer aquí o quería comprar algo, realmente no lo escuché. Haría cualquier cosa para alejarla un poco de Amir. Pero volviendo a lo nuestro, Paul, quería hacerlo oficial. Nuestra familia apoya a Chu y a los Petrov. Quiero, por la amistad que tuve con tu padre y la que puedo tener contigo, que te unas a nosotros.

Paul se queda en silencio por un momento, luego responde:

— Ella asesinó a mi padre.

A lo que Sophia responde con el rostro entristecido:

— Paul, fue nuestro padre, y no lo asesiné. Tuvo un desafortunado accidente, como ya te conté anteriormente.

— No te creo. Adebowale no deberías creerle. Ella convertirá este mundo en un infierno.

— Paul, no convertiré este mundo en un infierno. Pero John, créeme, lo hará. Lo conozco mejor que nadie. – Responde Sofia con un tono de miedo.

Sophia, mientras continúa la conversación, debe cambiar su estrategia al darse cuenta de que Mary está a punto de llegar y puede interferir con sus planes. Observa por la ventana que Mary se está acercando, por lo que desliza el seguro de la puerta y comienza a gritar ¡No, Paul, no!, confundiendo a los hombres en la habitación. Rápidamente, toma una daga de plata y apuñala tres veces a Adebowale: una en la espalda, cerca del corazón, otra en el cuello y otra en el pecho, mientras sigue gritando con todas sus fuerzas. Se acerca al oído de Adebowale, que se está desangrando lentamente, y le susurra: «Perdón, no lo tomes personal, pero hubo un cambio de planes al final».

Él trata de defenderse pero ya se encuentra muy debilitado, pasa la misma daga por sus antebrazos haciendo algunos cortes y comenzando a sangrar; la arroja a las manos de Paul, y le dice, con esa misma daga mate a Jean tenías que ver como suplicaba por su vida, su cuerpo aun lo tengo como trofeo en mi casa.

Paul, cegado por la ira, y con la daga en las manos que Sophia le había arrojado, decidido a vengarse. En un instante, ambos caen al suelo, con él encima de ella. Sophia recuerda sus entrenamientos en China y se defiende con destreza, mientras Paul, furioso, la maldice y trata de apuñalarla. Mary, al escuchar los gritos, corre hacia la habitación, abre la puerta y se encuentra con la escena.

En el suelo, Sophia nota la presencia de Mary y comienza a llorar, gritándole repetidamente «¡Ayúdame, Mary!». Le dice en voz alta que Paul acaba de apuñalar a Adebowale y que intenta asesinarla a ella, instándola a llamar a la policía. Paul comprende el plan en ese momento y se voltea para explicar, pero es demasiado tarde: Mary está junto al cuerpo moribundo de su padre, llorando desconsoladamente. Cuando Paul se acerca a ellos, Sophia lo apuñala por la espalda, y él cae de rodillas.

Sophia grita desesperadamente a Paul: «¡A Mary, no, desgraciado!». Mientras que Paul cae al suelo en dirección a Mary. Sophia sale corriendo a la calle en busca de ayuda, donde encuentra a unos policías a los que solicita asistencia. Los agentes ingresan a la casa para socorrer a los heridos, pero los declaran muertos de inmediato.

Mary, abrumada por la situación, pierde el control y se sume en un llanto desconsolado al ver a su padre en un charco de sangre y a Paul, a quien cree que intentó asesinarla a ella y a su padre. Los policías les hacen preguntas, a las que Sophia responde entre sollozos, temblorosa y aún llena de miedo:

— Yo estaba teniendo una reunión de negocios con Adebowale cuando llegó Paul, mi medio hermano. Empezamos a discutir sobre la herencia de nuestro padre, y en un segundo, Paul tomó la daga e intentó atacarme. Me cortó en los antebrazos. En algún momento, Adebowale intervino valientemente para salvarme de él, pero Paul estaba ciego de odio y lo apuñaló. Vi cómo caía al suelo y luego se abalanzó sobre mí, maldiciéndome. Traté de defenderme, pero no tenía cómo hacerlo…

Sophia rompe en llanto y uno de los policías le ofrece un vaso de agua para que se calme. Mary le toma la mano con preocupación mientras Sophia continúa dando su declaración entre sollozos:

— En ese momento, Mary llegó y trató de ayudar a su padre, que estaba en el suelo. Pero ese monstruo caminó hacia ella. Quise defenderla, no quería que le hiciera daño a mi mejor amiga. Fue entonces cuando logré robarle el arma, pero no recuerdo qué pasó después… Solo quería protegerla. No quería que le hiciera nada…

Ambas se abrazan, sumidas en el dolor y la confusión, y lloran desconsoladas. Los policías las conducen a la comisaría, donde Mary les cuenta su versión de los hechos, la cual concuerda con lo relatado por Sophia. Tras revisar la evidencia y escuchar los testimonios, los policías deciden dejarlas en libertad.

Una vez afuera, se las ve visiblemente perturbadas. Uno de los policías se ofrece a llevarlas a algún lugar seguro. Después de reflexionar, deciden pasar la noche en un hotel. No quieren regresar ni a la casa de Paul ni a la residencia de los Petrov, donde ocurrió el terrible crimen.

Sophia escucha con empatía las palabras de Mary que piensa como decirle todo lo ocurrido a su madre y le responde con ternura, tratando de brindarle consuelo en medio de la tragedia:

— Mary, lo siento tanto por lo que estás pasando. No tienes que cargar con esto sola. En cuanto a tu madre, sé que será difícil, pero creo que debes ser honesta con ella. Cuéntale lo que sucedió, todo lo que viste y sentiste. Estoy aquí para apoyarte en todo lo que necesites. Juntas encontraremos la manera de superar esto.

Sophia le hace creer que siente el peso de la responsabilidad y la necesidad de brindarle apoyo en un momento tan difícil. Con voz suave pero firme, ofrece su ayuda:

— Mary, comprendo lo que estás pasando y quiero que sepas que estoy aquí para ti. Sé que esto es abrumador y doloroso, pero no estás sola. Haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte a enfrentar esta situación.

— Sophia, no sé qué hacer ahora. Quiero estar con mi madre y contarle lo que ha pasado, pero no sé cómo enfrentar esa conversación.

Sophia la abraza con ternura, transmitiéndole su apoyo incondicional:

— Lo entendió si decides ir con tu madre, pero mientras tanto, déjame encargarme de los arreglos. Me ocuparé del traslado del cuerpo de tu padre a Nigeria para que pueda recibir el funeral que se merece. Estoy aquí para apoyarte en cada paso del camino, Mary.

Mary asiente con la cabeza, agradecida por el apoyo de Sophia en ese momento tan difícil. A pesar del dolor, sabe que no está sola y que tiene a alguien en quien puede confiar.

20. Funeral de Adebowale

Sophia se esforzó por organizar todos los detalles del funeral de Adebowale Stefeno Niff Umar, pero el dolor y la tristeza aún pesaban sobre todos los presentes. La viuda de Adebowale, junto a Mary, su hija, lloraban desconsoladas, incapaces de encontrar consuelo en medio de su devastación. Sophia se mantenía firme a su lado, ofreciendo palabras de aliento y apoyo en este momento tan difícil.

Hasan y Olivia, presentes en el funeral, no podían evitar sentir escepticismo ante las palabras de consuelo de Sophia. Chu Hua Zhang, vestida de luto, se mantenía en silencio, contemplativa, mientras Delphina y Karla, aunque llenas de dudas, optaban por permanecer tranquilas y evitar cualquier acción que pudiera poner en peligro sus vidas.

Familiares y personas de toda Zaira, así como de diferentes partes de Nigeria, se congregaron para rendir homenaje a Adebowale. El ambiente estaba cargado de emoción mientras las velas se encendían alrededor del féretro, rodeado de flores que expresaban el amor y el respeto hacia el difunto.

Tras el entierro, los días siguientes estuvieron marcados por oraciones y muestras de respeto que se extendieron durante diez días más. A pesar del dolor compartido, cada uno enfrentaba su propia batalla interna, conscientes de que el camino por delante sería difícil de transitar.

Las noticias sobre la muerte de Adebowale se propagaron rápidamente en los círculos más influyentes, y para John, representaba un obstáculo en sus planes. Sophia se fortalecía cada vez más, consolidando su posición con el control de empresas y ahora sumando a la familia Sani a sus filas. La estrecha relación entre Mary y ella también generaba preocupación para John. Ante esta situación, decidió recurrir a una de las cartas bajo la manga de su padre: buscar a Chloe Leroy, la hija mayor de la exesposa de Jean Dupont.

Dirigiéndose a Berlín, John localizó a Chloe en una cafetería. Su apariencia bohemia y su innegable belleza captaron su atención, y por un momento, sintió una extraña atracción hacia ella, que de alguna manera recordaba a su madre. Acercándose, John se presentó, sabiendo que la historia de sus familias estaba conectada de alguna manera por desgracia.

Chloe, al reconocerlo, mostró su desconfianza hacia él, consciente de la reputación de la familia Smirnoff y de las consecuencias que habían tenido en la vida de su propia familia.

John percibió el embriagador aroma de Chloe, una mezcla cautivadora de vainilla y canela que lo envolvió sutilmente. Admiró su forma de hablar, el tono de su voz tenía un encanto particular que lo atrapó de inmediato. Sin embargo, sus sentidos parecían distraídos por la presencia de Chloe, dificultando su concentración mientras intentaba mantener la compostura.

— Hola Chloe Leroy, mi nombre es John Smirnoff – Con forma elegante

— Si conozco a tu familia, nada que venga de ti debe ser bueno; las historias de nuestras familias han estado rodeadas de tragedias. – Con un negativa de cualquier acercamiento de John.

— ¿De qué hablas? — preguntó John sin certeza de lo que hablaba.

— Tu padre, George Smirnoff, destruyó todo lo que alguna vez fue mi familia. — respondió Chloe.

— Creo que tu versión es muy distinta a la mía. —replicó Chloe con escepticismo.

— John Es increíble ¿verdad? ¿Cuántas versiones puede tener una historia?

— Solo hay una versión Chloe, y no es la que estás pensando. Nuestras familias estuvieron unidas durante mucho tiempo, pero ahora no estoy interesada en volver a trabajar contigo.

La arrogancia de Chloe, lejos de irritarlo, despertó un cierto interés en John. No podía evitar sentirse atraído por ella, tanto física como intelectualmente.

— Creo que te interesará. —insistió John, tratando de persuadirla.

— ¿Qué parte de la palabra «no» te cuesta entender? ¿Por qué asumes que quiero tener algún tipo de relación contigo? Apareces de la nada, te acercas y quieres presentarme una propuesta de trabajo. ¿Qué te pasa? — inquirió Chloe, desafiante.

John persiste en su intento de entablar una conversación con Chloe, invitándola a comer para explicarle la historia y sus intenciones. Aunque Chloe inicialmente rechaza la invitación a comer, accede a tomar un café en el local donde se encuentran. John no está dispuesto a irse sin intentar establecer una conexión con ella, y comienza a relatar la historia familiar:

— Chloe, mi padre me contaba que los Weber y los Smirnoff estuvieron unidos en algún momento. Tu abuela Heidi Weber, mi abuela Elizabeth Smirnoff y Victoria Petrov, se unieron y consolidaron su poder.

— ¿Cómo lograron consolidar ese poder?

— Antes de su unión, el poder estaba fragmentado a nivel regional. Pero cuando decidieron unirse, comprendieron que podían crear un poder increíble.

— Nunca escuché esa historia. Siempre quise saber la verdad de lo que sucedió, pero fue un tema tabú. Cuéntame más, John.

— Tu abuela Heidi Weber se casó con Alexander Fischer, un destacado economista, empresario y científico de la época, mientras que mi abuela se casó con George Mitz, un militar de alto rango de la corona inglesa. Después de la reunión que llamaron «Ciervaguiloso»…

— ¿»Ciervaguiloso»? — interrumpió Chloe con curiosidad.

— Sí, por los tres animales emblemáticos: el ciervo del Reino Unido, el águila de Alemania y el oso de Rusia. Durante esa reunión, pactaron colaborar y llevaron a cabo grandes negocios. Sin embargo, tu abuelo rompió ese pacto en uno de los conflictos, y todo terminó mal. Pero ahora creo que todo puede cambiar, podemos restaurar lo que una vez fue.

— Yo tengo otra versión de la historia — respondió Chloe con seriedad.

— ¿Cuál es tu versión?

Los labios tentadores de Chloe ejercían una atracción magnética sobre John, quien luchaba por contenerse. Mientras tanto, Chloe continuó hablando:

— Los Petrov nos brindaron su apoyo, pero los Smirnoff traicionaron los acuerdos. Aunque los Petrov lograron sobrevivir, los Weber no corrieron la misma suerte. En estos momentos, estamos tratando de reconstruir todo, pero lleva su tiempo.

— ¿Y si te digo que podemos acelerar ese proceso casi instantáneamente?

— Realmente no me interesa, John. No quiero tener nada que ver con los Smirnoff. Te agradezco por el café, pero te pido que no vuelvas a molestarme.— concluyó Chloe con firmeza.

John, decidido a mantener a Chloe en la conversación, emplea una de sus cartas, revelándole información relevante:

— Chloe, tu madre, Adrienne Leroy, viuda de Jean Dupont, es la heredera natural del imperio de esa familia.

— Mi madre nunca estuvo casada con él — responde Chloe, visiblemente sorprendida por la revelación.

— Creo que deberías tener una larga charla con tus padres — agrega John con calma, esperando que esta revelación genere el impacto deseado en Chloe.

John se despide cortésmente, ofreciéndole a Chloe la posibilidad de comunicarse con él en cualquier momento y quedando a su disposición. Ella, desconcertada por lo que acaba de escuchar, comienza a cuestionarse la veracidad de los relatos de John. A lo largo de los años, le han contado que los culpables fueron los Smirnoff, pero la conversación con John la hace dudar de esa versión.

Dada la falta de respuestas por parte de sus padres, quienes evitan el tema, Chloe decide emprender su propia investigación. Quiere saber más sobre las familias mencionadas por John y, especialmente, averiguar cómo contactar a los Petrov. Además, la tensión sexual percibida entre ellos durante la conversación la deja intrigada. Aunque estuvieron hablando de asuntos serios, las miradas sugestivas entre ellos no pasaron desapercibidas para Chloe. John le parece un hombre físicamente atractivo y misterioso, lo cual aviva aún más su curiosidad por él.

Después, Chloe habla con su hermano Simón, quien se encuentra en Brasil, para contarle todo lo ocurrido. Simón recuerda vagamente una conversación de sus padres sobre los Petrov, pero no tiene detalles concretos. Sin embargo, recientemente leyó en las noticias sobre la muerte de Jean Dupont, lo cual despierta el interés de ambos.

La noticia que encuentran informa sobre el asesinato de dos empresarios, Jean Dupont y Adebowale Niff, en un incidente en el que también estaban presentes la hermana de Jean, Sophia Petrov, y la hija de Adebowale, Mary Sani, quienes sobrevivieron al ataque de varios delincuentes. Chloe, al leer esta información junto con su hermano, no puede creer que todos esos apellidos estén vinculados en una misma noticia. Considera que no puede ser una coincidencia que aparezcan los Dupont, Petrov y Sani, y que John haya aparecido de repente buscándola. Siente que algo más grande se está gestando y está decidida a descubrirlo.

Sophia, al enterarse por sus contactos en Berlín de la aproximación de John a Chloe Leroy y su búsqueda de información sobre las familias Petrov y Dupont, decide dejar a Mary al cuidado de Amir durante el periodo de luto y viaja inmediatamente a Berlín. Sospecha que John está tramando algo y no quiere perder tiempo en confrontarlo. Una vez en la ciudad, busca a Chloe y, al encontrarla, se dirige a ella de manera amistosa:

— Hola, Chloe, mi nombre es Sophia Petrov.

Chloe se sorprende al ver a Sophia frente a ella, pero trata de mantener la calma. A pesar de sus sospechas iniciales, percibe a Sophia como una persona cercana, amigable y accesible.

— Hola, Sophia. Estaba intentando contactarte. ¿Cómo me encontraste? — pregunta Chloe.

— Conozco a algunas personas. Estaba cerca y decidí pasar a hablar contigo. — responde Sophia.

— John Smirnoff me contactó y me dio cierta información sobre tu familia y la mía. — menciona Chloe, esperando alguna reacción de Sophia.

— Ciertamente, la historia clásica puede ser apasionante, pero también es extensa. Además, el pasado es experiencia y el futuro… — Sophia intenta explicar, pero Chloe la interrumpe.

— El futuro es incierto — concluye Chloe.

Sophia reflexiona sobre las palabras de Chloe antes de continuar.

— No, Chloe. El pasado es experiencia, pero el futuro no es necesariamente incierto. No es ambiguo, sino el resultado de las acciones que tomamos según nuestras experiencias. Lo que quiero decir es que, a veces, buscar respuestas en el pasado puede no ser beneficioso. Las voces de nuestros antepasados ​​a menudo son lejanas y difusas.

— Pero necesito saber — insiste Chloe.

— ¿Qué es lo que quieres saber? — pregunta Sophia.

— Quiero entender si mi familia fue traicionada por la tuya o por los Smirnoff — responde Chloe con cierta necesidad.

Sophia piensa por un momento antes de responder.

— No lo sé, pero podríamos averiguarlo juntas. Dame unas horas y nos encontraremos de nuevo.

— Puedes venir a mi apartamento — ofrece Chloe, dando un paso adelante hacia una posible colaboración.

Chloe anota la dirección de su apartamento y queda en encontrarse con Sophia en unas horas para ver qué información podrían descubrir juntas. Sophia se marcha y Chloe vuelve a comunicarse con su hermano Simón para averiguar más sobre John. Simón comparte lo que ha descubierto: John es un constructor de equipamiento militar y bélico, su familia ha estado involucrada en muchos conflictos. No hay una guerra o batalla en la que no hayan participado sin su permiso y su financiamiento. Ante esta revelación, Chloe le pide a Simón que investigue más sobre Sophia Petrov y que lo haga lo más rápido posible.

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Mientras tanto, Hasan Khan y Olivia Brown viajan a Argentina con la intención de averiguar qué pasó con Mathias, quien no asistió al funeral de Adebowale. A su llegada al viñedo, notan que no son recibidos por Delphina y Karla. Tras solicitar dos habitaciones, intentan hablar con Mathias, pero el nuevo encargado les informa que no lo conoce y se compromete a averiguar su paradero.

Sospechando que algo no está bien, Hasan y Olivia deciden separarse y explorar los caminos de los viñedos en busca de Mathias. Sin embargo, tras horas de búsqueda, no logran encontrarlo. Finalmente, Olivia se encuentra con Delphina en una de las cavas de vino, donde la ve visiblemente angustiada. Después de saludarla, Olivia le pregunta con preocupación:

— Delphina, ¿sabes dónde se encuentra Mathias?

Delphina, con la mirada llena de tristeza y preocupación, responde:

— No lo sé, Olivia. Mathias no ha estado aquí desde hace días. Desapareció incluso antes del funeral de Adebowale. Estamos muy preocupadas por él.

Después de unos segundos Delphina agrega angustiada y casi desesperada:

— No deberían estar acá, váyanse de la propiedad.

Olivia trata de calmar a Delphina mientras rompe a llorar, la abraza fuertemente y la sostiene mientras busca a Hasan Khan, quien ya se encuentra con Karla. Una vez juntos, Karla comienza a hablar y les relata lo sucedido en la casa de los Petrov, aunque omite los detalles más horribles y se centra en explicar que fue secuestrada, que su padre murió y que todo fue culpa de Sophia. Olivia llora de rabia al enterarse de la muerte de Mathias, pero también se siente aliviada de que ellas dos pudieron sobrevivir.

Khan, que ya tenía una idea de lo monstruosa que podía ser Sophia, se sorprende al escuchar la gravedad de sus acciones. Ahora, más que nunca, considera la posibilidad de que ella sea la responsable real de la muerte de Adebowale. Trata de reconfortar a Delphina y Karla mientras las escucha.

En medio de la conversación, las chicas les revelan que están siendo vigiladas por Lin Zung, un amigo de Sophia, lo que les hace sentir aún más inseguros y vulnerables en ese momento.

Olivia, intrigada, pregunta a Karla sobre su experiencia mientras estuvo recluida. Karla, visiblemente afectada, admite que estuvo en un templo religioso, donde la trataron bien y tuvo una habitación para ella sola después de haber compartido una cama en un dormitorio comunal. Describió que comía como el resto y era tratada como una religiosa más. La experiencia fue extraña y surrealista, como un retiro espiritual, y nunca vio a Sophia durante su estancia hasta el día en que fue rescatada y ocurrió la muerte de Mathias. Y en ese momento llega Lin Zung presuntamente alertado por el aterrizaje del avión de Hasan Khan y se acerca a donde se encontraban todos reunidos.

Mientras tanto Sophia y Chloe se reúnen de nuevo en el departamento de Chloe en Berlín. Sophia cumple su promesa y comparte la información que ha averiguado sobre la historia de las familias Smirnoff, Weber y Petrov. Explica cómo estas familias estuvieron unidas durante el siglo XX, pero debido a una traición por parte de la familia Weber, el pacto se disolvió, dejando a los Smirnoff y Petrov para destruir todo lo relacionado con los Weber.

Chloe escucha atentamente, sorprendida por lo que está escuchando. Le resulta difícil creer que su abuelo haya sido capaz de traicionar los acuerdos, pero comprende que la verdad puede ser difícil de descubrir por completo.

— Sophia, no puedo creer lo que me estás contando. Es difícil aceptar que mi abuelo haya traicionado esos acuerdos, pero sé que encontrar la verdad puede ser complicado. — dice Chloe, visiblemente afectada por la revelación.

Sophia asiente comprensivamente.

— Entiendo que esto sea difícil de asimilar. Pero si alguna vez necesitas ayuda para reconstruir o levantar un nuevo imperio, puedo ofrecerte mi apoyo. Tengo una amiga llamada Chu Hua Zhang que estaría encantada de colaborar contigo. — ofrece Sophia, mostrando su disposición a ayudar.

Chloe reflexiona por un momento y responde:

— No estoy segura de qué camino tomaré todavía. Prefiero hacer las cosas a mi manera, al menos por ahora. Pero agradezco tu ofrecimiento, Sophia. Si alguna vez necesito ayuda, sé dónde encontrarte.

Sophia sale de su apartamento, respetando la decisión de Chloe, y ambas mujeres saben que, aunque sus caminos puedan separarse por el momento, siempre estarán allí la una para la otra si lo necesitan.

En Mendoza; Argentina, Hasan sabe lo que les espera a las chicas, analiza rápidamente las oportunidades. Si Lin sale de las tierras del viñedo, Sophia tomará represalias. Someterlo no sería la mejor opción. La situación es complicada. Observa el miedo en los ojos de Karla y de Delphina. Sabe lo que fue capaz de hacer. Quiere mediar, pero este hombre no es de los que dialogan. Se voltea para salir del viñedo y en ese momento Olivia lo ataca con una pala por la espalda, sin pensarlo, cayendo al piso inconsciente.

— ¿Qué has hecho? — pregunta Hasan a Olivia.

— No lo sé.

Olivia se acerca a Lin, que yace en el suelo. Las chicas corren a amarrarlo contra un árbol cercano. Hasan trata de explicarles que es una muy mala idea. Las entiende, pero no era la manera. Karla quiere matarlo. La rabia que tiene es tan grande que pierde los cabales, pero lógicamente es detenida.

Hasan, sabiendo que ya es irremediable, lleva al hombre inconsciente a una de las bodegas, lo sujeta con fuerza, pensando cómo sacar provecho de toda la situación. Su rostro está notablemente irritado y les explica a las chicas:

— No es la forma. ¿Cuánto creen que durará Sophia en saber lo que ocurrió acá? No sé qué podemos hacer ahora.

Se sientan alrededor de Lin Zung, hasta que comienza a recobrar la consciencia y les dice:

— ¿Qué han hecho?

Hasan Khan le dice con voz de seguridad que no se encuentra en posición de hacer preguntas. Lin se asusta y pide que lo suelten de inmediato, a lo que obviamente es rechazada tal petición. Quiere sacarle información y le pregunta:

— ¿Cuántos hay contigo?

— Estoy solo. ¿Por qué crees que seríamos más?

— No puedes estar trabajando solo.

— No, pero no se necesitan tantas personas para vigilar las actividades de dos chicas en un recóndito viñedo.

— Necesito que le digas a Sophia que estás bien y niegues nuestra visita.

— ¿Por qué haría eso?

— Porque podríamos asesinarte.

— No me asesinarían. Ustedes no son así. No entiendo qué están tramando, pero esto no saldrá bien para ninguno de nosotros. Ustedes están en una grave situación.

— ¿Eres tan fiel a ella?

— ¿Fiel?

— Hasan entiende que no es fidelidad lo que lo mantiene firme a Sophia, es miedo, y le dice:

— Si nos unimos, podremos salir juntos de esta.

— Me encuentro amarrado, golpeado y me pides que nos unamos. ¿Contra quién, contra ella? Todos estamos muertos. Ya me da lo mismo. Prefiero que ustedes me asesinen. Sería más justo y menos doloroso.

Lo dejan solo dentro de la bodega, y afuera los cuatro comienzan a pensar qué hacer. Hasan y Olivia creen que deben irse del viñedo, buscar ayuda con John, el único que podría defenderlas de esto. Karla y Delphina no quieren y tratan de pensar en otra opción. Khan recalca el tiempo. Les explican que están contrarreloj. Este hombre de alguna forma le daba un informe diario a ella, y al ver que no lo recibe, actuará. Sabemos lo que es capaz de hacer.

Hasan decide al final llevar a las chicas a Dubái, entiende el peligro que esto representa, pero dejarlas en Mendoza es una sentencia de muerte. Karla y Delphina aceptan, entienden su situación. Olivia no quiere ir con ellos, por lo que parte a hablar con John, aceptará su alianza con el fin de obtener una protección adicional. Khan parte con las dos chicas a su casa, pensando qué hacer con ellas. Pero sabe en lo profundo de su corazón que se aproximan tiempos difíciles. Hasan se aleja del grupo antes de tomar el vuelo hacia su hogar y se comunica con Alika y con Hamida.

Al día siguiente, Olivia se encuentra con John. No quiere contarle toda la verdad porque sabe que si conoce los detalles, podría usarlos en su contra. Entendería que ella solo está buscando protección y que la alianza no es real. Por eso, opta por una estrategia totalmente contraria:

— John, quiero unirme a tu alianza, pero necesito más ganancias. — dice Olivia.

— ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? — pregunta John, intrigado.

— He tenido una revelación. Hablé con mis ancestros a través de un chamán, y eso me hizo reconsiderar mi posición. — responde Olivia, tratando de sonar convincente.

— No creo en cuentos de hadas. Muy bien, hablemos de negocios entonces. — dice John, mostrando su escepticismo pero dispuesto a continuar la conversación.

Durante horas, Olivia discutió y peleó cada centavo en la negociación con John. Sabía que de esta forma, él no dudaría de su lealtad, mostrándole que su único interés eran los negocios. Al finalizar, brindaron por su nuevo acuerdo y Olivia se siente un poco más segura, aunque en el fondo no quiere apoyarlo. No quiere ser víctima de Sophia. Decide quedarse en Nueva York, donde espera pasar desapercibida y desaparecer por un tiempo.

John, consciente de que la alianza de Olivia es falsa, igualmente la acepta. Quiere averiguar realmente lo que sucedió, pero de alguna forma no logra sacarse de la mente a Chloe, y se queda esperando que ella se comunique con él.

Pasan dos días y alguien toca a la puerta de uno de los apartamentos secretos de Hasan, donde se encontraban los tres. Al ver que era Sophia, les pide a las chicas que se esconden antes de abrirle la puerta:

— Hasan, ¿Cómo estás?

— Bien, ¿Cómo sigue Mary después de su pérdida?

— Un poco más calmada, está más tranquila. Fue una muerte devastadora para la familia Sani.

— Dale, como siempre, de mi parte fuerza y ​​dile que lamento su pérdida. ¿En qué puedo ayudarte?

— Serán dadas Hasan, se que la aprecias tanto como yo.

Khan se da cuenta de que Sophia está tratando de oler a las chicas y observando detalladamente el lugar. Karla usaba un perfume muy especial, por lo que inmediatamente le ofrece café tratando de ocultar el olor. Sophia acepta la bebida mientras se calienta el agua. Durante este tiempo, ella le pregunta, con un tono más tenso:

— ¿Por qué las escondes? ¿Por qué las apoyas?

Hasan, sintiendo la presión de la situación y tratando de proteger a las chicas, responde con cautela:

— Tú sabes muy bien por qué las escondo, Sophia. Y las apoyo porque sé lo que eres capaz de hacer.

Sophia lo mira fijamente aunque se encontraba de espaldas, sus ojos transmiten una mezcla de desafío y amenaza. Sin decir una palabra más, Hasan siente un golpe en su nuca y cae aún consciente, pero sin poder moverse. Desde el suelo, observa cómo Sophia busca a las chicas que ha escondido para protegerlas de ella. Con cada segundo que pasa, la tensión en la habitación se vuelve casi palpable.

Hasan, aún aturdido por el golpe, mira a Sophia con una mezcla de rabia y desafío, a pesar de su incapacidad para moverse. Con voz firme, responda:

— Lo sabes muy bien, Sofía. Las escondo y las apoyo porque eres un monstruo. Estoy tratando de protegerlas de ti.

Sophia lo mira con una sonrisa despectiva, disfrutaba del sufrimiento que causa. Sin embargo, su mirada también refleja una psicopatía peligrosa.

— Interesante elección de palabras, Hasan. Pero ya no importa. Ha perdido. Tú y estas chicas morirán pronto. Tu hiciste lo mismo al llevarte a las chicas de Mendoza.

Hasan siente una mezcla de impotencia y furia al escuchar las acusaciones de Sophia. Su mente lucha por mantenerse clara, a pesar del dolor y la confusión.

— No se compara, Sofía. Lo que hice fue para proteger a mi gente. Tú… tú eres diferente, eres un verdadero monstruo, un depredador que ataca por placer.

Sophia lo mira con desdén, como si sus palabras no significaran nada para ella.

— La justicia es relativa, Hasan. Tú y yo estamos en lados opuestos de la misma moneda. Pero al final del día, solo uno de nosotros prevalecerá. Y ese será yo. Las demás familias terminarán sucumbiendo.

Hasta que siente que va perdiendo el conocimiento. Al despertar, se encuentra amarrado en una silla, a su lado derecho las dos chicas en la misma situación, sus rostros llenos de lágrimas, pero sin hacer ruido una cuerda se encontraba en sus bocas.

— ¿Por qué las escondes? ¿Por qué las apoyas?

— Por justicia.

— ¿Justicia?

— ¡Sophia no puedes hacernos esto!; ¡Eres un monstruo, asesina!, No puedes hacernos esto, esto está mal y lo sabes, por favor no hagas algo de lo que puedas arrepentirte.

— Que rápido pasaste a aceptar, ellas aún están en la primera etapa del duelo; hablas de justicia, cuando tus manos están igual de manchadas de sangre que las mías, cuantos cuerpos abonaron tus tierras Hasan, ¡Mírame dime cuantas hijas, hijos y madres tienes en tus tierras pudriéndose!

Hasan llora por todas las cosas que ha hecho, recuerda como en su pasado jugaba con la vida de los pueblo pero quiere intentar cambiar el pensamiento de ella y le responde:

— Yo he cambiado Sophia tú puedes hacerlo

— Y desde tu cambio ¿Cuántas de esas personas revivieron? Somos lo que somos.

— Sophia es posible cambiar.

— Cambiar, Hasan no hemos vivido más que los últimos años, antes de nosotros pasaba lo mismo, los pacifistas que mueren, los asesinos que celebran, los poderosos que mandan y el pueblo que sufre. Tu muerte y la mía, nada cambiara, lo que llamamos maldad no es más que otro gen que nos hace humanos, si mi muerte cambiará el mundo me arrojaría del primer puente que encuentre, pero no es así, tú y yo lo sabemos, tú quieres evitar las guerras y los conflictos en el mundo, y yo también.

— No lo parece Sophia.

— Si solo existe una forma, si todo el poder lo tiene una persona, no tendrá ya por que pelear.

— ¿Sophia Crees eso? ¡¿Crees que es posible concentrar todo el poder en una sola persona?!

— Nadie lo ha intentado, no sabemos si esa es la solución. ¿O crees que apoyar a John es lo correcto?

Hasan guarda silencio, en ese momento entendió que no volverá a ver la luz del día, ve a su alrededor entendiendo que esta sería su tumba.

— Prométeme algo.

— No suelo cumplir mis promesas, no digas nada porque lo usaría en tu contra y no tengo nada contra de ti, tampoco tengo nada contra ellas, no lo tomes personal, tarde o temprano esto iba a pasar; no quería que nada de esto ocurriera, les tengo apreció, pero debo hacer lo que tenga que hacer para acabar con todos los conflicto y guerras en esta tierra.

En ese momento sale Sophia de la habitación e ingresa Lin Zung, invitándolo a sentarse en una de las sillas del salón. Las chicas y Hasan no entienden que hace Lin en Dubái, se para, observa a todos los presentes y lo apuñala repetida y en forma brutal, llenando de sangre todo el lugar, inclusive a ellos, salpicado gotas en sus rostros, pero no lo hace con intensión; es simplemente por salvajismo con el que asesina a Lin Zung, y al finalizar le dice al cuerpo sin vida, que debe hacer mejor su trabajo y cuando lo suelta el cuerpo cae sin vida al suelo, sus ojos permanecieron abiertos, Sophia toma el cuerpo y vuelve a sentarlo en la silla. Y usándolo como si fuera un títere comienza a hablar con otra voz y luego a responderse ella misma.

— Lo se Sophia, debí hacer mejor mi trabajo, pero Olivia Brown me ataco y no pude defenderme.

— Pero como no te vas a saber defender de una mujer como Olivia.

— Porque soy un tarado y no me di cuenta, pero no volverá a pasar.

— Eso espero Lin, te quiero y te perdono, pero debes tener más cuidado.

— Lo tendré.

Era espeluznante cómo funcionaba la mente de ella, Hasan abre los ojos de par en par, porque sabe que después de terminar con sus vidas ira por ella. No tiene como advertirle. Pero Sophia sigue hablando a través del cuerpo sin vida de Lin y respondiéndose a sí misma, intercambiado el tono de la voz en la conversación:

— ¿Lin qué haremos con ellos?

— Creo que debemos matarlos.

— Lin que cruel eres, pero pregunta primero si quieren vivir, no está demás.

— Si les pregunto va a decir que quieren vivir. Ya ellas nos mintieron, les dije que no tuvieran contacto con nadie y míralas, con Hasan y Olivia.

— Tienes razón

— Sophia ¿Por eso morí?

— Si, lamento decirte que sí, pero está bien aun así me sirve, ¿a quién crees debemos matar primero?

Se acerca a Karla lamiendo un poco de la sangre de Lin de su rostro y de sus pechos continúa hablando:

— ¿Podría ser la hija bastarda, alimentada por las carnes de su padre, fruto de una violación a causa de una sobredosis de droga?

Luego se acerca a Delphina y haciendo lo mismo que le hacía a Karla mientras hablaba decía:

— ¿Qué tal la madrastra y amiga alimentada por el hombre que amaba?

Se acerca a Hasan Khan que ahora comprende los horrores que les hizo vivir Sophia a las chicas y al Pobre Mathias y continua:

— O a ti; aunque no te voy a lamer no soy una sádica, ¿El pacifista, el líder, el asesino arrepentido? Hagamos esto como en la antigüedad.

Tapa sus ojos y bocas, sus manos detrás de la espalda amarradas, acostándolas boca arriba, el pánico los hacia hiperventilar, sienten una soga con vidrios cortados en sus cuellos, Hasan busca alternativas para solucionar la situación, Delphina solo quiere que acabe todo ya y Karla quiere solo huir, el miedo era tan fuerte que no les permitía pensar con claridad, escuchan a Sophia diciendo que no se muevan. Siente sobre sus cabezas un calor insoportable que comenzaba a quemar sus cabellos, y les destapa los ojos a los tres, y les explica rápidamente.

— Los tres se encuentran en un triángulo con sus cabezas equidistantes, sus cuellos están conectados entre sí con una soga y en el centro una paila llena de aceite caliente con un mechero encendido.

El calor se hacía insoportable y cada vez que cada uno halaba se cortaba y sentía la presión en sus cuellos, mientras Sophia tomaba una copa de vino junto al cuerpo de Lin Zung, las lágrimas corrían en los rostros de los tres, que por la forma de los amarres de sus manos y de sus pies no pueden hacer mucho con sus extremidades, el aceite comenzaba a saltar en sus caras. Comienzan a quemarse sus cabellos, y Hasan se da por vencido y decide entregarse para que las chicas puedan tener una oportunidad, se lanza hacia atrás y su cabeza se sumergió en la paila, lo que hace que se le deforme la piel enseguida, las chicas no entienden lo que está pasando cae un poco de aceite hirviendo en sus espaldas y pierden el control haciendo la mayor fuerza posible, cortando cada vez más sus cuello hasta que terminan casi decapitándose una a la otra hasta que Karla pierde la vida a causa de las quemaduras, la asfixia y el desangramiento.

Delphina aun respiraba con dificultad, mientras se vaciaban sus arterias y rezongaba en cada respiración, Sophia recoge un poco de esa sangre en su copa se vuelve a sentar y sigue tomando, siempre viéndola a los ojos, hasta que muere viéndola fijamente y ella da su ultimo sorbo. Luego de unos minutos meditando y pensando organiza los cuerpos en otra disposición, cierra todos las ventanas y agujeros de ventilación, abre el gas del horno y de las hornillas del anafe, prende una vela en uno de los baños y sale del apartamento.

Se sienta en un banco del parque, frente al edificio de Khan, esperando presenciar la explosión. Tiene consigo una botella deportiva metálica que había encontrado en el departamento de Hasan, llena de sangre de sus tres víctimas, de la cual bebe mientras espera. Desde su posición, observa que en el piso inferior del edificio se encuentra una familia de tres personas cenando. Los ve felices, tomados de la mano mientras bendicen los alimentos. La niña está tomando sopa y mira cómo su madre se ríe de algún chiste que hace el padre. De repente, ocurre el destello: una gran explosión hace que todo el piso de Khan se derrumbe sobre esa familia.

Las personas que aún están dentro del edificio comienzan a salir, pero ella decide quedarse esperando. Observa detenidamente a cada persona que sale, hasta que llega un momento en que ya no sale más nadie. Escucha las sirenas de los bomberos a lo lejos, se levanta y se marcha.

Al día siguiente, Olivia lee las noticias en un periódico de Manhattan:

«Accidente Fatal en el Centro de Dubái»

Grave accidente doméstico por fuga de gas, donde fallece el empresario Hasan Khan, de 68 años, que estaba acompañado por Delphina Lane, de 25 años, y Karla Echeverry, de 25 años. También se encontraron los restos de una cuarta persona cuya identidad aún se desconoce.»

Cuando ve el nombre de Hasan Khan, cae al suelo rompiendo en llanto, sus pesadillas y sus miedos se hacían realidad, un dolor en su corazón al saber lo que era capaz de hacer, estaba más que segura que había sido ella. Va al departamento de John para contarle toda la verdad, Olivia está visiblemente alterada mientras le explica lo que cree que ha sucedido. Su voz tiembla de emoción y miedo mientras relata sus sospechas:

— John, murió Hasan Khan y todos los Gonzales.

— Sí, leí las terribles noticias.

— Fue Sofía Petrov.

— ¿Por qué dices eso? ¿Estás seguro?

— No creo que haya sido nadie más, Hasan quería protegerlas.

— ¿Todo lo que me estás diciendo es verdad?

— Sí, y ahora nuestras vidas corren peligro.

— Cálmate, Olivia. Déjame averiguar, porque hasta donde leí en las noticias, fue un accidente doméstico con gas.

— Ella lo hizo, estoy segura.

John escucha atentamente las palabras de Olivia, su mente trabajando rápidamente para procesar la información. Aunque duda de las afirmaciones de Olivia, sabe que no pueden ignorarlas por completo. La situación se está volviendo más compleja de lo que había imaginado; no entiende por qué lo hizo e intenta analizar a Sophia.

— John: ¿Con qué fin los asesinó, Olivia? No me apoyaban, eran sus aliados. ¿Por qué desaparecerlos? Eso no tiene sentido.

— Olivia: Es difícil entender la mente de alguien de su nivel sádico.

En el viñedo argentino, Enrique se entera de todo lo ocurrido. Aunque no quiere involucrarse y conoce lo peligroso que es este juego, ya que lo jugó y perdió anteriormente, siente una necesidad de hacer algo por Mathias, su esposa y su hija. Sabía que había sido Sophia y ahora quería vengarse. Comprendía cómo funcionaban las noticias, sobre todo al saber que uno de los medios de comunicación de los Petrov cubrió la noticia.

Mary y Amir, que se encuentran juntos en el Castillo Hasana, se enteran de la noticia, lo que entristece enormemente a los dos, ya que Hasan era alguien a quien admiraban, respetaban y querían. Deciden comunicarse con Sophia para saber si ya conoció la noticia.

— ¿Sophia, te enteraste de la noticia?

— ¿De qué me hablas, Mary?

— Hasan tuvo un accidente.

— ¿Cómo, cuándo y dónde? ¿Sabes cómo está él?

— Hubo una fuga de gas en su departamento, hubo una explosión y un incendio.

— No lo puedo creer.

— Estaban con él Karla y Delphina… Sophia, murieron todos.

— Me siento muy mal, no lo puedo creer. ¿Cómo pudo pasar? Dos funerales es indescriptible lo que siento. No lo puedo creer. ¿Mary, estás segura de lo que me estás diciendo?

— Sí, Sophia, lo siento, pero es verdad.

Amir se sintió dividido entre el deseo de proteger a Mary y la necesidad de revelar la verdad sobre Sophia. Sabía que no podía ocultarle la realidad por más tiempo, pero temía las consecuencias que esto podría tener en su relación y el peligro que ella podría correr, y solo calló.

21. Aclarando el Pasado

Chloe, tras investigar junto a Simón, descubre la documentación que respalda el matrimonio de su madre y Jean Dupont, confirmando así que Adrienne Leroy es la legítima heredera de la fortuna de Jean Dupont. Sorprendidos por los hallazgos, deciden confrontar a su padre, ante la insistencia de los dos durante un buen rato, Derek decide contarles:

— Hace unas décadas, mientras estudiaba en la facultad, conocí a una hermosa joven con una sonrisa deslumbrante y unos ojos en los que podía perderme. Traté de acercarme rápidamente hasta que nos hicimos amigos. Un día, mientras jugábamos a los bolos, le confesé Que estaba enamorado de ella, pero ella ya estaba comprometida. Su familia tenía arreglado un matrimonio con Jean, hijo de una de las familias más poderosas. Por un tiempo, solo fuimos amantes y todo lo que hacíamos a escondidas, hasta que un día decidimos hablar. los tres y nos dimos cuenta de que él no quería casarse, al igual que tu madre. Confesó que estaba muy enamorado de Varvara Petrov…

Al escuchar el apellido, Chloe lo interrumpe sorprendida y continúa:

— ¿Conoces a Sophia Petrov?

Derek se queda momentáneamente en silencio, sorprendido por la reacción de Chloe al escuchar el apellido Petrov. Luego, con una expresión sombría en su rostro, responde:

— Sí, conozco a Sophia Petrov. He escuchado, ella es una joven ambiciosa y manipuladora, que hacía cualquier cosa para lograr sus objetivos. No me sorprende que su nombre esté involucrado en todas las ultimas noticias. Además Sophia es la hija de Varvara y Jean. En ese momento, llegamos a un acuerdo donde tu madre y él tendrían un hijo y luego se separarían. Así, podrían estar juntos, mientras mantenían la apariencia de un matrimonio ante los familiares. Después de que nació Paul, tu medio hermano, y nos mudamos a las afueras de París

— ¿Tengo un medio hermano que no conozco?

— Murió, Chloe en un accidente donde estaba Sophia.

— ¿Qué más debo saber?

Derek reflexiona sobre lo que debe compartir con su hija. Conoce su insistencia y perspicacia, por lo que decide revelar toda la verdad; le cuenta cómo funcionaba el mundo a principios del siglo XX, cuando solo existían cuatro familias que controlaban prácticamente todo: los Jones, los Petrov, los Khan y los Weber, estos últimos siendo su familia, aunque por protección decidió que sus hijos usaran el apellido de madre en lugar del suyo propio. Explica que los Jones ya no tenían la misma influencia que antes, lo que llevó a la creación del pacto de Ciervaguiloso, donde solo estaban presentes los Petrov, los Smirnoff y los Weber. Sin embargo, todo cambió después de ciertos conflictos, y la familia perdió todo.

Chloe se compromete a reconstruir el imperio que alguna vez fueron, pero Derek le advierte que llegar a la cima no es fácil y está lleno de obstáculos. Le enseña que para alcanzar el éxito, es fundamental saber cómo escalar, comprender que hay muchas trampas en el camino y saber formar alianzas y amistades estratégicas. Y continúa hablando Dereck y le dice:

— Chloe, recuerda que lo que quieras hacer podrás lograrlo, siempre y cuando sepas cómo manejarte en ese mundo. Es peligroso, lleno de traiciones, corre mucha sangre, hay conflictos, poder y llanto. No sé qué es lo que quieras hacer, pero necesitarás ayuda. Tienes a dos grandes familias buscándote, los Smirnoff y los Petrov. Pregúntate, ¿por qué lo harían?

Es un recordatorio de que, aunque pueda sentirse abrumada por la complejidad y la peligrosidad del entorno en el que está entrando, tiene el potencial de enfrentarse a cualquier desafío si aprende a navegar sabiamente por él.

En Manhattan, John reúne a sus aliados, entre los que se encuentran Pedro Pablo Pérez, Olivia Brown, Anne Schmitt y Aiko Tanaka, esta última una presencia inusual en estas reuniones. Aiko, una joven con un vestido que revela una espalda adornada con elaborados tatuajes, permanece en silencio mientras los demás conversan. Aunque Pedro ya ha estado haciendo negocios con ella, y tanto él como John son los únicos que realmente la conocen, la presencia de Aiko genera curiosidad entre Olivia y Anne.

Ante las preguntas sobre quién es Aiko, John toma la palabra para explicar que su familia ha sido una aliada de larga data, colaborando con ellos desde mediados del siglo XX. Ahora, llega el momento de que se una plenamente al grupo, consolidando así una asociación que ha perdurado a lo largo de generaciones.

Anne pregunta con incredulidad:

— ¿John, estás dirigiendo las mafias mundiales y el comercio de drogas?

— Sí, y ella tiene el monopolio en esa área. — responde John, refiriéndose a Aiko.

— Así que estás inundando las calles con drogas, destruyendo la juventud de tu propio país, y ella se beneficia económicamente de eso. — continúa Anne, asombrada por la situación.

— Todos salimos beneficiados. — responde John.

— Pensé que solo te interesaba el negocio bélico. — agrega Anne, tratando de entender la amplitud de los negocios de John.

Aiko interrumpe y responde a Anne:

— El tráfico de drogas es un negocio aún más lucrativo que las guerras. Vendemos armas tanto a los carteles como a la policía, y cada vez necesitan más. Por un lado, las mafias requieren armarse para proteger sus territorios, al igual que los carteles enemigos y las pequeñas mafias organizadas. Los equipos de seguridad nacional también deben mejorar constantemente sus arsenales. Pedro gana porque necesita transportar los cargamentos de droga, John gana porque introduce sus productos en el mercado, y yo gano al vender mis drogas. Olivia prestará dinero a gobiernos para combatir el crimen organizado. Por último, Anne, hay una gran cantidad de efectivo que se puede blanquear en tus bancos, así que todos ganaríamos.

John reflexiona sobre la situación. Aunque su objetivo principal es llevar sus armas al frente de batalla, comprende la importancia de asegurar aliados en este momento crucial. Reconoce que se encuentra en una posición vulnerable, con finanzas debilitadas y sin muchos recursos disponibles. Por ahora, sabe que necesita consolidar su red de contactos y mantenerse en movimiento. Sin embargo, en medio de todos los conflictos e intereses, no puede evitar pensar en Chloe y cómo protegerla en medio de este turbulento escenario.

Sophia se está moviendo con una velocidad alarmante, y John comprende que no podrá enfrentarla solo. Sabe que ella, cuenta con el respaldo significativo de Chu Hua, también reconoce el riesgo de perder todo lo que su familia ha construido debido a la implacable psicopatía de Sophia. La situación es desafiante, ya que no pueden prever por completas las acciones de su adversaria, lo que aumenta la sensación de urgencia y la necesidad de encontrar soluciones rápidas y efectivas.

En Berlín, después de la conversación con su padre, Chloe solicita una reunión con Sophia. Desde sus últimas conversaciones, Chloe desea reconstruir la gloria de su familia. Tras escuchar de boca de su padre cómo su familia tuvo un gran poder y lo perdió debido a una traición, Chloe quiere manejar todo con cuidado. Se siente capaz de engañar a Sophia y tomar lo que necesita de ella, pero es consciente de que debe ser cautelosa.

— Hola Sophia, quería aceptar tu acuerdo.

— Bien Chloe lo haremos a mi modo.

— ¿Cómo es tu modo?

— Construiremos la familia Leroy… Aunque los Weber tienen su historia, debemos hacer algo nuevo y dejar atrás las taras del pasado

Siendo interrumpida por Chloe, Sophia continúa:

— Reconstruir la familia Weber

— Bueno, bueno, fue solo una idea. Ponle el nombre que quieras, siempre y cuando hagas las cosas como se deben. Yo seré tu única cliente, recibirás solo mi financiación y harás todo lo que yo te diga.

— ¿Pero entonces, solo sería tu empleada?

— Yo lo veo más como una sociedad. Las cosas se hacen de dos maneras: a mi manera o a mi manera. Chloe, con mi ayuda, no volverás a preocuparte por nada. Pero esta vez, sin traiciones de ninguna de las partes. Si nos comprometemos a trabajar juntas y bien, verás cómo todo saldrá bien. Y si te digo que lo hagas a mi manera, es porque sé lo que tenemos que hacer. Pero eso no significa que no tomes tus propias decisiones en su debido tiempo

— ¿Cuál es tu método?

— No puedes hacer negocios con John, y el comercio de armas será solo tuyo. Necesito construir las más grandes y mejores industrias bélicas del mundo

Chloe decide aceptar la propuesta de trabajar con Sophia, siempre y cuando sus hermanos, Simón y Céline, también formen parte del equipo. Sophia está de acuerdo con esta condición, siempre y cuando eviten cualquier tipo de negocio con la familia Smirnoff.

Chloe comunica esta decisión a sus hermanos, quienes viajan y toda la familia se establece nuevamente en Berlín. Sin embargo, Chloe no está al tanto de toda la información familiar que Sophia posee sobre ella. Ambas comparten un antepasado común, Dmitri Petrov, quien fue tatarabuelo de ambas. Dmitri estuvo casado con Karerina Novenov pero tuvo una relación extramatrimonial con Guillermina Leroy, de la cual nació Agustín, quien heredó parte de la fortuna de su padre.

Esta fortuna fue aprovechada por los Weber, especialmente por Heidi, y luego de la traición de los Smirnoff, la cual los destruyó. Eventualmente, llegará el momento en que Chloe deberá enfrentar esta información, pero por ahora, los planes se centran en otros aspectos.

— Chloe vamos a comenzar un conflicto en Europa, aunque no apoyo esos planes necesito saber la respuesta de John, ¿crees que puedes hacerte cargo?

— Si, ¿Cuáles países?

— Rusia contra, no se me da lo mismo, va a ser un experimento más que algo importante, pero te servirá de calentamiento, si necesitas una mano, le puedo decir a Iván o Tatiana que son mis primos para que te ayuden.

— Creo que puedo hacerlo con mi familia, pero no está de más saberlo.

Chloe acuerda encargarse del conflicto junto a su familia, mientras los Petrov esperarán. Los medios de comunicación y las redes sociales comienzan a impulsar la idea de la guerra, lo que llaman «los tambores de guerra». Smirnoff se entera rápidamente de estas noticias y organiza una reunión con Sophia y sus aliados. Aunque Sophia sospecha que es una trampa, acepta la invitación por la curiosidad de ver el rostro de Smirnoff.

Al día siguiente, llega a su departamento donde John le abre la puerta:

— Hola Sophia, ¿Qué sucedió? Tanto hablar de no querer conflictos, pero estas por comenzar una guerra.

— Esta es necesaria.

De la habitación salen los aliados de John, la primera en salir es Aiko, Sophia conoce el significado de sus tatuajes, lo que quiere decir que es una asesina despiadada y muy peligrosa. Luego sale Olivia que se ve perturbada y poco temerosa, un odio que despide de sus ojos, por lo que les hizo a Hasan, a Karla y a Delphina. Pedro es el siguiente en salir de la habitación le sonríe, tiene un poco de historia y aun le debe una mujer, Agustina la cual fue asesinada por ella en sus playas, este último no tiene nada en contra de Sophia, por lo que esta solo por negocios; y por último sale Anne. Sophia se extraña y le pregunta con un tono de rabia y hasta antipático:

— Anne ¿Qué hace una perla en este charco lodoso y mugriento?

— Sophia es una larga historia.

Sophia observa a John y comprende que tiene una relación amorosa, lo que despierta sus celos. Sin embargo, ella mantiene el control y continúa hablando del tema de manera trivial.

— Entiendo, no sabía que John tuviera tan buen gusto y tanta suerte. Les deseo lo mejor, pero Anne, cuando te aburras de la monotonía, avísame. Siempre estaré para ti.

Sophia sigue con su conversación esta vez directo a John:

— John esta guerra es necesaria, no será algo de gran escala es algo más local.

— ¿Y qué aportaremos nosotros?

— Nada en realidad ya está todo marchando.

John levanta un poco la voz, notablemente enfurecido, y habla con pausas entre las sílabas mientras modula su tono de voz.

— ¿Cómo que nada?

— Sí, ya lo tenemos todo bajo control.

— ¿Y las armas? ¿Cuándo las necesitan en el frente de batalla?

— No lo sé con certeza, pero no vamos a necesitar más tus armas. Son muy costosas y poco prácticas, así que hemos comenzado a fabricar las nuestras.

Aiko que pierde un poco el control agrega:

— Eres valiente, tienes mis respetos por eso, pero vienes solo a decirnos ¿Qué no quieres trabajar con nosotros?

— Fui invitada, Yakuza barata, somos personas civilizadas, por lo que no soy valiente, solo son negocios, vine a brindarles una propuesta, si trabajan para mí, seré benevolente, John tu más que nadie puede parar esto, si haces lo que digo y me brindas tu lealtad los demás te seguirán como borregos, si ninguno es capaz de tomar una decisión que tu no le permitas, lo peor es que aún no saben tus planes, el uso que les das y los ciegos que son… ¡Ah! y también, ya que te veo Olivia te quería brindar mis condolencias por el fallecimiento de Hasan y las chicas.

Olivia pierden el control y rompe en llanto; pero Sophia sigue hablando:

— Fue un terrible accidente la fuga de gas, nos dejó a todos devastados, en mi memoria tengo lo más hermosos recuerdos de esas tres lindas personas.

Aunque Olivia y John sospechaban mucho que habían sido asesinados por Sophia, continúan hablando y recordando momentos que tuvieron con Hasan, a Pedro poco le importa la conversación por lo que se retira del edificio, continua la conversación entre diferentes platicas, hasta que Anne le confiesa que John y ella están casados desde hace unos años, por lo que entendió que la engañaron durante ese tiempo. Hasta que se hizo tarde y Sophia sale del departamento no sin antes repetirles la oferta a cada uno de ellos.

John entendió en ese momento que ella sería un obstáculo en su camino, habiendo comenzado por querer cambiar a sus aliados de bando, creando conflictos sin su autorización y peor aún sin sus suministros, por lo que no iba a permitirlo. Ya con la muerte de Hasan era más fácil hacer una guerra en sus tierras, pero, por otro lado, necesitaba tiempo para organizar todo.

22. Noche de Relajación

Sophia desconfiando de los presentes en la reunión decide ir hasta Berlín esa misma noche y no quedarse en Manhattan, e invita a Mary y Amir, sabe que deben comenzar a conocer a Chloe, a fin y al cabo van a trabajar juntos, pero es interceptada en el aeropuerto por Aiko, que le dice:

— Pensé que te quedarías esta noche en la ciudad.

— ¿Qué tienes en mente?

— Música y bebida.

— Te agradezco la oferta, pero debo viajar esta noche.

— Insisto Sophia.

Tocándole la espalda, Sophia siente que es una trampa, pero termina por aceptar la invitación de Aiko para saber qué es lo que quiere. Se suben a su camioneta y se dirigen a uno de los sitios nocturnos más prestigiosos de Manhattan, donde hay una larga fila de espera para ingresar, como es común en este tipo de lugares. Sin embargo, en la entrada las están esperando con las puertas abiertas. Ingresan y suben al salón VIP, donde son atendidas por camareras semidesnudas. Aiko deja propina en sus ropas y continúa hablando:

— Sophia, relájate. No hablemos de negocios. Somos dos desconocidas sentadas hablando de lo que quieras. Estoy cansada de solo planear. Trabajo muy duro todos los días, y hoy solo quiero relajarme.

— ¿Por qué crees que puedes relajarte conmigo?

— Porque Olivia no saldrá. Aun llora por Hasan y las chicas. John tiene noventa años en un cuerpo de treinta y tantos. Con Pedro, no saldría ni a la esquina. Anne, creo que quiere estar contigo y no con él, pero es cuestión de ustedes. Así que mi única opción serías tú.

— Anne es divertida, o al menos lo fue conmigo. Pero no sabía que ahora estaba casada. Del resto, tengo la misma percepción que tú.

Aiko observa alrededor toda la gente, en planta baja la gente bailando, sentados, coqueteando, besándose y drogándose con cualquier sustancia existente; unos chicos en una mesa que se encuentran cerca, queriendo coquetear con ellas, mujeres y hombre pintados con colores psicodélicos desnudos en jaulas y vuelve su vista a ella:

— Cuando era chica mi padre Ren Tanaka era uno de los lideres de la mafia de Japón, mi madre una Geisha, ambos con generaciones en cada una de sus ramas, mi familia siempre estuvo en contra de los Smirnoff, pero ahora, mira a tu alrededor, toda la droga que consumen en este país yo la proporciono, es el mejor mercado que tengo, te apuesto a que estos chicos nos enviarán en unos minutos unos tragos.

— Posiblemente, igual me gusta una buena botella de Vodka, aunque en este país todo es industrializado y todo sabe igual.

— Si, pienso lo mismo, no entiendo como son capaces de tomar cualquier cosa saludable o ancestral y hacerla dañina e industrial, creo que es un don.

— Aiko, que significado tienen tus tatuajes.

Esta comienza a detallar cada uno de ellos, señalando y mostrando cada uno:

— Este pez koi significa la fuerza y ​​la valentía, esto es un Daigo Dojima: rodeado de llamas, este personaje es el rey de la sabiduría inamovible; Esto es un Goro Majima, tiene una máscara y una serpiente blanca, que simboliza la buena fortuna; esto se llama Kazuma Kiryu es un dragón ascendente, esto un Taiga Saejima el tigre simboliza fuerza. Cada uno es parte de mi historia.

— ¿Qué simboliza la flor de loto?

— ¿Cuál flor de loto?

— No, no tienes ninguna, pero en un viaje vi a un joven con flores de loto por todo su cuerpo.

— Cada uno es un asesinato, que simboliza el crecimiento del sicario, cada trece pétalos se deben hacer los pistilos de la flor, y son cinco muertes más por cada uno, lo que una flor completa son treinta y tres asesinatos, ¿te aburre cierto?

— No en realidad continua quiero aprender más.

— Después de tener una flor de loto puedes hacer flores más sencillas y pequeñas, lo que quiere decir que dos flores son sesenta y seis, tres flores noventa y nueve y así en adelante, pero después de completar la primera, es difícil ver dos o tres tatuada.

Y como lo pronosticaron llegó una botella de champagne de los chicos, Sophia y Aiko aceptan la botella de champagne de los chicos como parte de su diversión y los invitan a su mesa. Sin embargo, los chicos sugieren que se acerquen a la mesa de ellos. Aiko le susurra a Sophia que los hombres se sienten más seguros cuando las mujeres se acercan a ellos, ya que son animales territoriales y ellas son sus hembras dispuestas siempre a aparearse.

Sophia bromea diciendo que no sabía que a Aiko le gustaba la biología. Luego, los chicos se presentan como Lin Hung y Natasha Likov, aunque estos nombres son inventados. Por su parte, los hombres se presentan como Benjamín y George, corredores de bolsa, atletas y millonarios. Sophia y Aiko siguen el juego, y uno de los chicos menciona que conocen al traficante de drogas más importante de Manhattan y que lo verán fuera del local en unas horas.

Sophia y Aiko continúan recibiendo halagos por parte de los chicos, quienes expresan lo hermosas que son y cuánto las admiran. La noche avanza hasta la hora de salir, momento en el que los chicos las invitan a su departamento. Aiko y Sophia piden a tres camareras que las acompañen, y los siete salen del local juntos. Afuera, tal como habían mencionado los chicos, se encuentra un hombre que es un gran distribuidor de droga. Reconoce el rostro de Aiko, le resulta familiar, pero no logra recordar de dónde la conoce. Aiko disimula diciendo que también le resulta familiar, pero que no puede recordar de dónde, sugiriendo que podrían haberse visto en otro local nocturno.

Suben a una gran limosina los tres hombres, las tres camareras y ellas dos. Dejando la camioneta de Aiko cerca del local. Llegan al departamento de uno de los chicos que habían conocido y continúa consumiendo algunas drogas y bebidas en una piscina que se encontraba dentro, todas las chicas se desnudan incluyendo a Sophia y Aiko, comienzan a besarse entre ellas, mientras los chicos siguen bebiendo.

Aiko toma de la mano a Sophia y al traficante de drogas, llevándolos al baño principal donde hay una bañera vacía, tapa la salida de la misma, mientras el traficante comienza a quitarse la ropa, besa a Sophia y lo abraza, caminando hacia atrás donde se encontraba la bañera, entrando los tres de pie, el traficante dice que no hay agua, Aiko lo besa desde atrás, mientras Sophia se arrodilla para hacerle una felación cuando siente gotas en su cara, Aiko le había cortado el cuello, el traficante cae fuera de la tina y ella solo le mete la cabeza, desangrándose dentro de la tina. Sophia sonríe, entendiendo sin palabras lo que ella quería hacer. Ya entre las dos suben los pies en el inodoro para que fluyera mejor la sangre, Sophia le explica que es mejor cortar la femoral por el flujo. Toman una ducha para sacar las manchas y salen de nuevo al Salón donde se encuentran todos teniendo relaciones.

Toman a uno de los chicos colocándole una venda en los ojos y lo ingresan al baño, mientras Sophia le practica una felación, se observan ambas y cuando Sofia le clava el puñal justo en la femoral, Aiko le arranca la lengua de un mordisco, aunque la música afuera es alta, lo silencian para que se desangre de a poco, al quitarse la venda, entiende lo que está sucediendo, ve al traficante sin vida y siente como él también la va perdiendo desangrado. Vuelven a bañarse y salen de nuevo.

Esta vez toman al joven, las camareras se quejan en broma y se meten a la piscina de nuevo, realizan algo similar con el ultimo chico, ya la bañera tenía unos dedos de sangre en el fondo, ambas salen a la piscina y ahora mantienen relaciones con las camareras dentro de las aguas, Aiko toma unas pastillas que tenía en su bolso y se las coloca en sus lenguas, y en cinco minutos las tres camareras no podían ni mantenerse en pie, pero se encontraban totalmente conscientes.

Sacan rápidamente a las jóvenes y las colocan en el piso antes de que se ahogaran, luego arrastran los cuerpos de los hombre hasta una de las habitaciones, ingresan de igual forma a las chicas a la baño, metiendo una por una, donde son obligadas a mantener relaciones sexuales con ellas sobre la sangre de los cuerpos, las camareras no pueden moverse bien, lloran e intentan correr de allí pero es inútil, Sophia toma a la primera camarera la besa mientras Aiko la apuñala repetidamente por todo el cuerpo, ninguna fatal, pero si suficiente para que el nivel fuera subiendo. Prosiguen casi de la misma forma con la segunda y la tercera, quedando solo ellas con vida dentro del departamento.

Mantienen ambas relaciones dentro de la bañera, tiñendo con la sangre sus cuerpos, mientras se enlazan apasionada y ardiente, de forma frenética invadiendo todo el lugar con gritos y gemidos, al terminar quedan de frente sentadas cada una en uno de los extremos, entrelazadas por sus piernas, acariciando cada una la piel de la otra. Aiko le dice a Sophia:

— Te queda bien el rojo.

— Lo sé, me lo han dicho, digo lo mismo, aunque tapa tus tatuajes, un punto menos por eso.

— Fue sin duda una de las mejores noches que he tenido, esto fue fantástico.

— ¿Te comiste la lengua?

— Si, perdón que no te di.

— Yo lo hice con los pezones de una de las camareras, era muy comestibles.

— Que perversa eres Sophia, sabes que vamos a tener que levantarnos y salir de acá en algún momento.

Mientras le acaricia las piernas Sophia va descubriendo de a uno sus tatuajes y cerca de su pelvis encuentra las flores del loto un total de 5, y le pregunta:

— Pensé que no tenías flores de loto.

— Debemos irnos, voy a bañarme yo me encargare cubrir esto, por eso no te preocupes tenías un viaje pendiente.

Aiko cambia repentinamente de conversación, Sophia no le presta mucha atención estaba muy cansada por una noche larga, y luego de bañarse bien, cambiarse sale del departamento y con destino a Berlín a encontrarse con Chloe, Mary y Amir. Pero no si antes decirle a Aiko:

— Nunca creí encontrar a alguien que compartiera mis gustos.

— Hay muchos iguales a nosotros, pero es algo que por alguna razón los escondemos, es como el fetiche de los pies, muchos los tienen pero poco hablan de ello.

— ¿Conoces a más gente con nuestros gustos?

— Te invito a Kioto y te enseñare algunos buenos clubes.

23. Comienzo

Sophia es abordada por su prima Tatiana Petrov al llegar a Alemania. Tatiana una joven dulce, de cabello rubio siempre trenzado, ojos marrones claros, labios rosados, piel muy blanca y figura atlética. Ella le entrega a Sophia unos documentos que detallan las conexiones familiares: su tatarabuelo se casó con Guillermina Leroy, y después de cuatro generaciones nacieron John Smirnoff y Chloe Leroy, lo que significa que ambos son de alguna manera primos de ellas dos.

Además, los documentos mencionan que Adrienne es viuda y la legítima heredera del imperio Dupont, aunque no vivieran juntos. También se revela que hace mucho tiempo vivió con Derek Weber, quien es el último sobreviviente de la familia Jones, de la cual se apoderaron los Smirnoff.

Sophia le explica a Tatiana que esta información no debería ser conocida por nadie aún, ya que no es el momento adecuado. Sin embargo, le sugiere que lo considere como una carta bajo la manga, dependiendo de las eventualidades que puedan surgir. Por ahora, le pide a Tatiana que se centre en establecer una buena alianza entre los Leroy y los Petrov.

Se traslada hasta la residencia donde se encuentra con toda la familia Leroy, Adrienne, Derek, Céline, Simón y Chloe que es la hermana mayor y la que lleva las riendas de la familia debido a su fuerte carácter; y con la que ya tenía conexiones desde hace unas semanas. Por otro lado, Amir y Mary ya se encuentran en Berlín por lo que los convoca a todos en la antigua casa de los Weber, una de las pocas propiedades de Derek en Alemania.

Después de presentarse todos y saludas Derek con cierta desconfianza le pregunta a Sophia:

— ¿Por qué después de tanto tiempo quieres ayudar a nuestra familia?

— Derek no lo tomes a mal, pero hasta hace unos meses no los conocía, teníamos otros asuntos y compromisos muy complejos, Chloe llego a mi después de escuchar las trágicas muertes de Jean y Paul Dupont.

Adrienne sin pensarlo continúa hablando con Sophia:

— Él fue mi esposo y aunque pueda pelear lo que por herencia me pertenecer, no lo hare, la familia Dupont está rodeada solo de desgracias, no quiero nada con ellos, y por eso quiero ayudar a mis hijos a construir un futuro para ellos, lejos de esa fortuna. Se que ahora eres la heredera porque eres la hija de Jean, solo quería aclararte eso, por si paso por tu cabeza esa opción.

— No lo tomes a mal, la fortuna Petrov es cien veces más grande que la Dupont, y si la acepte es para llevar en alto el nombre de mi padre biológico, es difícil ahora tener que enorgullecer a dos padres tan exigentes como lo fueron ellos. Pero si vamos a usar un poco de la fortuna de los Dupont para triangular con la familia Sani, por eso Mary y Amir están presentes, ellos nos brindaran apoyo para realizar este conflicto e iniciar los negocios con la familia Leroy.

— ¿Seremos tus testaferros?

— Es la idea principal, no te quiero mentir, trabajaran para mí, es mi mejor trato, contaran con todo el apoyo que mi maquinaría les puede brindar, sumando a Tatiana mi prima, para que colabore con ustedes.

Adrienne no se siente cómoda con la opción que les presenta Sophia, detrás de ese rostro angelical y hermoso, esos grandes ojos azules esconden una persona cruel y vil, no confía del todo en sus palabras con esa voz suave y delicada, aunque su hija Chloe confía casi ciegamente en ella, pero muy dentro de su ser, sabe que es una mujer de temer. Mientras sus pensamientos son interrumpidos por Mary, que luego de hablar con Chloe, comienzan a trabajar, aunque no quiere los conflictos después de un tiempo entiendo que es indispensable que haya un poco de guerra para tener muchos años de paz:

— Señores tenemos mucho en que trabajar.

— Mary, puedo preguntarte, por lo que tengo entendido fuiste una fiel defensora de la paz, una persona que no quería ningún conflicto, ¿Qué te hizo cambiar de parecer?

— Creo que hay gente mala en este mundo, es una historia larga que en algún momento te contaré.

Simón no podía quitarle los ojos de encima a Mary, para él, ella era una de las mujeres más hermosas que había visto en su vida, su curvilínea silueta con sus grandes muslos, acompañado de sus bellos pechos, sus hermosos ojos y las facciones de su rostro, sumado a que le encantaba su cabello rizado que casi asemejaba un afro, Amir no lo notó porque estaba más concentrado en Sophia, por lo que, con ganas de ser visto, comienza a explicarle a ella:

— Mary, soy Simón, tenemos que comenzar a trabajar con nuestros medios de comunicación y tengo una idea para minimizar al máximo las bajas, porque comenzaremos con un rearme de fuerzas y solo ataques a bases militares, que estén casi en desuso, así podremos cobrar los seguros, ataques puntuales para debilitar momentáneamente los servicios públicos, así los civiles tendrán que salir de los pueblos pequeños que bombardearemos y luego reconstruiremos, pero evitando las bajas humanas.

Mary observa a Simón, no le pareció especialmente guapo, no era tan alto como Amir, tenía cierto encanto, con sus lentes correctivos y su atuendo entre formal y casual, su barba de dos días, pero tenía algo que llamo su atención, pudo ser su forma de pensar o lo seguro que se notaba al explicar sus planes y le contesta:

— Me gusta esa idea Simón, de esa forma solo destruimos cosas no elementales, cobraremos los seguros, reconstruiremos, pero sin causar muertes, esa idea es genial.

En ese momento Simón sintió ganas de besarla, tenía unos labios gruesos y carnosos que lo enloquecieron pero manteniendo la calma y tratando de acercase de a poco le responde:

— Gracias Mary, pero para hacer eso tenemos que coordinar muy bien, con los medios de comunicación y redes sociales; que deben empujar ese éxodo, de esa forma los civiles ya estarán prevenidos para que puedan movilizarse con algo de planeamiento, por lo que tus productos deben ser vendidos, recordemos que ante una inminente guerra los pueblos se abastecen de alimentos, pudiendo subir cuatro veces más las ventas, aun siendo más caros.

Chloe entiende que su hermano se siente atraído por Mary, aunque no era usual, ya que era una persona cerrada e introvertida, nunca tuvo mucha aceptación por parte del sexo opuesto. En la mesa se suman Céline la más joven de todos y la hija menor del matrimonio; tierna y dulce que guardaba cierta inocencia y rebeldía, y Derek el padre de los chicos y su desconfiada madre Adrienne, adicional por los Petrov se les une Tatiana, para revisar cuales son las ciudades donde se va a realizar las batallas, cuáles son los puntos adecuados a atacar y contactar a los políticos para comprarlos o convencerlos.

La conversación se va alargando hasta entrada la noche, por lo que Sophia les explica que debe retirarse, Amir le dice lo mismo a Mary, pero esta desea quedarse para seguir trabajando por lo que se van Sophia y Amir a el hotel que habían alquilado, el resto se queda trabajando en la casa de los Derek.

Al llegar ellos dos solos al hotel Amir le pide a Sophia ir hasta el bar, a lo que ella acepta a regañadientes, se encuentra bastante cansada pero no tenía nada mejor que hacer; luego de pedir unos tragos Amir le dice:

— ¿Sophia te puedo hacer una pregunta?

— Si obvio Amir, dime.

— ¿Estuviste involucrada en la muerte de Adebowale y Hasan?

— ¿Qué te hace creer que te voy a contar?

— Nos conocemos y creo que puedes confiar en mí.

— ¿En ti? que traicionas a tu pareja con su amiga. Confianza es una palabra muy amplia, confió de cierta forma en ti, no lo tomes a mal, pero si estas insinuando, que tuve algo que ver con sus muertes quiere decir que tu no confías en mí, eso me preocupa, la pregunta real sería ¿Por qué crees que tuve algo que ver?

— Sophia, es extraño que estuvieras presente cuando ocurrió todo en París y justo te encontrabas en Dubái cuando pasó la explosión del departamento de Hasan; y pensé que sabias algo más de lo que salió en los medios de comunicación que; a esta altura sé que son totalmente falseadas y acomodadas las noticias.

— Amir para tu paz mental, no estuve involucrada en ningún incidente, a Adebowale la asesino Paul Dupont y lo de Hasan fue un grave problema en las cañerías, y te juró que no se nada de gas, aunque lo extraigo, lo proceso, comercializo y vendo, no sé nada realmente técnico, si lo quieres ver de esa forma.

— Quiero creerte, pero hay algo que me dice que no puedo hacerlo.

— No puedo hacer nada para cambiar ese «algo»; gracias por el trago ahora quiero dormir.

Sophia se dispone a irse no le gusto el tono, ni la forma como la está tratando Amir pero este le dice antes de que le levanta:

— Aguarda Sophia, no te molestes, perdón, sé que me han invitado a su mundo, pero nunca seré uno de ustedes; mi origen humilde me hace quedar fuera de muchas cosas, pero solo me intrigo las casualidades.

— ¿Ahora optas con manipularme? Te contare una historia personal; cuando cumplí doce años mi padre de sorpresa nos regaló un lindo momento a mis tres mejores amigas de ese momento y obviamente a mí, nos llevó a un parque junto a uno de sus amigos; dentro nos encontramos con tres payasos que nos hacían reír mucho, nos dolía el cuerpo de tanto hacerlo, y nos comenzó a doler la panza, mi padre creyó que habían sido ellos que nos habían tratado mal y aunque le dijimos lo que ocurría mi padre lo tomo mal e hizo que los despidiera, ahora quiero creer que son esos payados siguen haciendo felices a otras niñas, que te quiero decir, una cosa es la verdad que es difícil de definir y otra la que queremos creer. Se que lo nuestro te emociona y me satisface a mí, mientras estemos los dos solos será bueno, pero si le hacemos daño a Mary será malo y podría enojarme. Por lo que entiendo tu no dejarás de hacerlo y de mi parte me gusta, ahora que se hace cada vez más grande lo nuestro, se te hace difícil definir que es bueno y que es malo; es una línea muy delgada

— ¿Qué quieres decir?

— Que ya contarle a Mary es más difícil, la primera vez puede ser entendible, fue un error, pero ahora es un gusto, siendo sincera contigo, Hasan no era un mal sujeto, por otro lado, Delphina y Karla, se encontraban jugando a algo que no pudieron comprender, pero lo que le hice a Paul fue por defender a Mary, nunca había asesinado a alguien y juré no volverlo hacer. Si quieres creerme bien y de lo contrario no me afecta en nada; y para que te quede aún más claro, no le hagas daño a Mary, por tu bien, en este mundo es peligroso hacerle herir a las personas.

En ese momento ingresa Mary al hotel, que ve asombrada al encontrarse a Sophia y Mary juntos a esta hora, pero confiaba ciegamente en su amiga jamás sospecharía de ellos, y menos sentir celos por la persona que le salvo la vida, Sophia la encara diciéndole en forma de humor:

— Este hombre me dijo que hasta que no llegarás, no se iba a ir a su habitación; me pidió que te esperáramos, ¿quieres subir o te quieres quedar un rato acá?

Mary sonríe por el comentario de Sophia y le da un beso a Amir, y deciden ir a dormir, ya era tarde y todo estaban realmente cansados, fui un día muy largo al igual, el que les esperaba mañana.

24. Desconfianza

Pasaron varias semanas y los bandos involucrados en el conflicto, denominado por los Leroy, los Sani y los Petrov como el movimiento de liberación H, comenzaron a moverse. Esto se reflejó en un aumento de las ventas del nuevo armamento de los Petrov y de los productos de primera necesidad de los Sani, mientras que el comercio estaba a cargo de la familia Leroy. Tatiana demostró ser una excelente empresaria, al igual que Simón y Chloe. Sophia se sintió segura al dejar todo en sus manos, y las empresas de Mary estaban bien establecidas, por lo que no requerían supervisión constante. Confiaba en que todo saldría muy bien y estaba ansiosa por reunirse con Chu Hua Zhang. Habían acordado encontrarse en la ciudad de Catón, en China, así que Sophia viajó desde Alemania hasta China para esa reunión.

Decidieron encontrarse en el Templo de Los Seis Banianos, donde se escuchaban los sonidos de los cuencos y un aroma a incienso llenaba el aire. Chu Hua lucía un qipao rojo hasta el tobillo, que se ajustaba perfectamente a su figura, mientras caminaban lentamente, admirando las fuentes y los dibujos en la arena. Ambas subieron hasta el quinto piso en un dojo cerrado, donde una mesa con tres sillas aguardaba, y allí se encontraba Aiko vistiendo un kimono blanco que cubría sus tatuajes, con un maquillaje que recordaba al de una geisha.

Sophia se preguntaba qué hacía Aiko allí, pero Chu Hua procedió a presentarlas. Aiko se levantó y realizó la tradicional reverencia, gesto al que Sophia respondió de igual manera, siguiendo el protocolo. Sin embargo, se cuestionaba por qué seguía el juego. Parecía que, cuando estaba frente a Aiko, simplemente se dejaba llevar por la situación.

Aiko tenía unos ojos negros penetrantes y profundos, de una exótica belleza que Sophia consideraba irresistibles, aunque procuraba que Chu Hua no se diera cuenta de su fascinación. Chu Hua comenzó a hablar con Aiko, mientras Sophia observaba como mera espectadora, y pronto les sirvieron té verde con bocadillos dulces tradicionales.

— Sophia, Aiko es nuestro contacto con John. Ella está al tanto de sus planes y de lo que está a punto de hacer, explicó Chu Hua.

— En este momento, John está buscando apoyo. Ahora que Hasan no se encuentra en Medio Oriente, quiere iniciar algunos conflictos en la zona. Cuenta con el apoyo incondicional de los Perez y los Schmitt, pero lo más importante es que ahora tiene el respaldo económico de los Brown, quienes lo apoyan porque odian a Sophia. Ellos creen que ella asesinó a Hasan y a dos chicas más que eran sus amigas. Además, John cree que también cuenta con el apoyo de los Tanaka.

Chu mantiene el silencio y después de beber un sorbo de su te le dice a Sophia:

— ¿Sophia asesinaste a Hasan?

— Si, tuve que hacerlo, defendía a dos de mis protegidas y lamentablemente no tuve más opciones que asesinarlos.

— No podía mentirle a Chu Hua», respondió Aiko a Sophia, quien parecía un poco sorprendida pero complacida. «Creo que fue una mala decisión. ¿Alguien sabe si tiene herederos?»

— Sophia respondió rápidamente: «No los tiene. ¿Eres de fiar, Aiko?»

— No exactamente. — dijo Aiko con seguridad. — Aquí, aquel que confía pierde. Yo recibo algo a cambio de esto, todos ganamos. Chu Hua asegura que mi mercancía no sea detenida por nadie hasta desembarcar en costas estadounidenses. John recibe un porcentaje, otro va a los bolsillos de Chu Hua y el resto son mis ganancias. ¿Qué confianza? Esto son solo negocios. John es como la mayoría de las personas que siempre han tenido todo a la mano, confían porque creen que todos le temen. Pero estamos seguros de que no tiene herederos. He investigado y Hasan Khan tiene una hija y esposa, al igual que Mathias tiene un antiguo amigo que se hará cargo de las empresas Gonzales. Si es así, deberíamos hacer algo al respecto.

— Yo me encargaré de averiguar sobre los Gonzales y los Khan. Pero por ahora, debemos detener los planes de John. Debemos dar un paso adelante. ¿Sabes si tiene alguien en el Medio Oriente?

— No tiene a nadie, pero no tardará en crear a alguien. — respondió Aiko. — Yo tengo contactos con el líder de varios grupos subversivos nacionalistas en el Medio Oriente.

— ¿Son de confianza? — preguntó Chu Hua.

— Si el dinero es suficiente, la confianza será lealtad. — afirmó Aiko.

— Entonces habla con ellos, charla con Sophia, y adelantémonos así le iremos cerrando los caminos. — sugirió Chu Hua. — Aunque son personas complicadas en un lugar engorroso, tengo confianza en que Sophia pueda hacerlo. — Continúo viendo a Sophia porque sabe que ella es una de las pocas personas capaz de no sentir miedo. — Como siempre, esta reunión nunca existió.

— Sophia, ¿podríamos vernos en Bagdad dentro de una semana? Te buscaré en el aeropuerto. — Aiko dirigiéndose a Sophia.

Aiko se queda dentro en la mesa, no quieren levantar sospechas y mientras salen de Templo Chu Hua pregunta a Sophia por su relación con Amir; y ella le responde:

— Normal, lo uso si quiero, aunque creo que la última vez me uso el a mí, pero me gusto, es solo físico.

— ¿Quieres acompañarme a Pekín? — pregunto Chu a Sophia mientras caminaban juntas.

— No Chu, voy de regreso, necesito ir a Moscú, ya tengo mucho tiempo afuera, quiero descansar un poco.

— Perfecto tratare de visitarte antes de que vayas a Bagdad.

— Te esperaré. – Sophia contesta.

Ambas salen hacia diferentes aeropuertos. Chu toma un helicóptero hasta su residencia, mientras que Sophia es interceptada por Aiko en el hangar donde se encuentra su avión. Aunque no se sorprende, Aiko quiere hacerle una invitación a Sophia para ir a Kioto. Baja de la moto y sube al avión sin pronunciar palabra alguna. Ya dentro de la aeronave, Aiko le pide que no despegue y continúa la conversación:

— Sophia, podríamos hablar aquí. — sugiere Aiko.

— Sophia pregunta, quería saber cómo termino todo en Manhattan; ¿Resolviste lo del apartamento?

— Ajuste de cuentas. Era un traficante, fue fácil. — responde Aiko.

— Suena tentador ir a Kioto, pero en otra oportunidad iré. — comenta Sophia.

— Entonces nos veremos en Bagdad. — confirma Aiko.

— Sophia detiene a Aiko antes de que se vaya y le pregunta: — Cuando te pregunté si podría confiar en ti, lo decía en serio».

— Y te vuelvo a responder, mientras nos sirva a todos podrás confiar; de lo contrario, no.

— Le estás llevando información a John. Sophia comenta un poco preocupada.

— Aiko hace silencio un momento y responde: «Hay una línea delgada que no me gusta cruzar. ¿Conoces a Thomas Tylor?»

— No, nunca he escuchado de él. ¿Es el contacto en Bagdad? — pregunta Sophia.

— No, olvídalo. Nos veremos allá. — concluye Aiko antes de partir.

Mientras Anne viaja a Moscú, cree que puede convencer a Sophia y también quería verla. Llega unas horas antes de que aterrice porque Sophia regresaba de China, igual va a su casa y se encuentra con Iván Petrov, un joven bastante flaco y de baja estatura que aparentaba tener menos edad. Iván es el hermano de Tatiana y comienza a contar historias de cuando estaban pequeños, recordando cómo jugaban y corrían por los pasillos. Luego, Anne le pregunta a Iván si es cierto que ahora están haciendo negocios con los Leroy, a lo que él responde con un gesto de indiferencia, explicando que su hermana y su prima se están encargando de eso por el momento, mientras él se enfoca en otras cosas y no tiene tiempo para eso.

Después de unas bebidas, llega Sophia, quien se ve gratamente sorprendida. Iván les deja a solas, y Anne comienza la conversación:

— ¿Por qué no quieres unirte a nosotros? — pregunta Anne a Sophia.

— ¿Nosotros Anne?, seríamos muchos. Por alguna razón que no comprendo, te casaste con John, algo que no logro entender; pero lo que me cuesta asimilar es ¿por qué lo sigues? No tiene sentido. Vales oro y él no sabe tu valor; eso es triste.

— John solo busca lo mejor para nuestras familias. — defiende Anne.

— Creo que solo busca lo mejor para él. Pero tienes razón, ahora son una sola familia. Si vienes a tratar de convencerme, lo siento Anne. Aunque le doy crédito a John por enviarte, sabe que eres una de mis debilidades.

— No lo soy, nunca lo fui y probablemente no lo seré, tus debilidades son los momentos, no las personas.

— ¿Ahora me psicoanalizas? ¿Estás enamorada de él? — pregunta Sophia.

— Es un gran hombre, luchador, apuesto y me cuida.

— Espero que sea así. ¿Y cómo tratarías de convencerme solo viniendo y parándote frente a mí?

— Sophia, siento que lo nuestro no haya podido ser, pero no lo tomes personal. Entiende que necesitamos hacer las cosas como las ha planeado John.

— ¿Quieres que crea que él tiene razón? En los últimos sesenta años de hegemonía Smirnoff, ¿qué hemos avanzado? Solo desorden, muerte, y lo peor es que no escatima en nada. Si asesina sin motivo, no tiene sentido para mí. No planea nada, insiste solo en hacer las cosas como él cree que son. No hay punto de discusión, hay una sola forma de hacer las cosas: todo para él y migajas para el resto. No Anne, no creo, no quiero, y no lo voy a hacer. — afirma Sophia.

— Sophia, sabes que te quiero, pero tu idea nos llevaría a decaer más de lo que ya estamos.

— Tu pasividad fue lo que ha llevado a que tu familia, que fue una de las más poderosas, decayera. Cuando tus padres Joseph Schmitt y Anne Müller estaban al mando, esto no habría pasado.

— No hables de mis padres, no sabes nada de ellos. — replica Anne.

— Se lo suficiente para saber que no apoyarían a los Smirnoff. Ellos fueron los que los traicionaron, los hundieron. Ellos creen ser los dueños del mundo, por eso lo primero que hicieron fue desaparecer a los Jones y a los Weber. Mi padre, Maxim, fue capaz de soportar la tempestad y nunca creyó en ellos. No te diré qué hacer; puedes quedarte a dormir, hay habitaciones de sobra en esta casa, pero yo iré a dormir. — concluye Sophia quien parecía tener alguna información de los padres de Anne.

— Sophia, ¿es cierto lo que Olivia dice de las muertes en Dubái? — pregunta Anne preocupada.

— No Anne, parece que no me conoces. Sabes que no le haría daño a nadie. Por más que tuviéramos algunas discrepancias, no podría asesinar a nadie. — responde Sophia.

Sophia sale del salón y se va a su dormitorio molesta. Mientras tanto, Anne comienza a caminar por los pasillos llenos de obras de arte en sus paredes, recordando los lindos recuerdos de la residencia de los Petrov. Encuentra a Varvara en el jardín interno y se acerca para hablar con ella, a pesar de que su lucidez está comprometida, aún guarda un poco de la antigua sabiduría que solía tener. Anne le pregunta mientras Varvara toca algunas plantas con las manos:

— ¿Varvara, me recuerdas?

— Siempre te recuerdo, eres Anne Schmitt. Hace mucho que no sé nada de tus padres.

— Murieron Varvara.

— Cuánto lo lamento. Sophia está en su habitación.

— Sí, lo sé. Discutimos.

— Siempre discuten, es difícil para ambas, toda la situación — comenta Varvara.

— Varvara, puedo preguntarte, ¿Qué sabes de mi familia y la familia Smirnoff?

— Todo comienza con Viktor, hijo de Pyotr, un herrero que consiguió poco a poco hacerse con los primeros contratos bélicos. Él tuvo tres hijos; los dos que vivieron continuaron con el negocio familiar y agregaron el apellido Petrov a su nombre para creerse de alta sociedad. El mayor, Dimitri, se casó con una joven de la nobleza alemana, Selma Schwarzenberg, de donde nació mi bisabuelo Dmitri Petrov. Pero tuvo una aventura con Guillermina Leroy, que fue la bisabuela de George Smirnoff. Por otro lado, Viktor tuvo un segundo hijo llamado Kusnet Petrov, quien estuvo casado con Karla Jones, bisabuela de Elizabeth y Derek Weber, el padre de los Chloe Leroy. Luego de su muerte, se casó con Natasha Magov. Pero llegando al punto que quieres saber, Kusnet siempre estuvo enamorado de una joven humilde llamada Anne, tuvieron una hija a la que llamaron Antonia Schmitt, que es la traducción de su nombre Herrero (Kusnet), y fue la abuela de tu padre. Todo eso lo tenía escrito Hasan Khan en uno de sus libros, después de hacer una investigación de años hasta que encontró todos los árboles hasta 1760.

— Mucha información. Según esto, Sophia y yo tenemos un ancestro en común; nuestros tras bisabuelos son hermanos. Son muchas generaciones.

— Hija, debes recordar algo. Todos son ciclos. El nuestro comenzó hace más de doscientos cincuenta años, donde todo empezó por una persona que luchaba contra el poder existente y se abrió paso entre el resto. Tienes que saber que desde el antiguo Egipto hasta nuestros días, las familias poderosas van y vienen en el transcurso de la historia. A nosotros nos tocó vivir esta vida. Viktor en su momento supo aprovechar la oportunidad, sus hijos supieron continuar esas oportunidades, y mis abuelos vivieron los años dorados que algunos ahora quieren revivir. Pero no sé qué tan tarde sea.

— No sabía nada de esto, Varvara. Pero ¿crees que los mejores años ya pasaron?

— Ahora todo ha cambiado, Anne. Antiguamente las familias estaban más unidas, ahora cada una pelea por lo suyo. Si leemos historia, los imperios son derrumbados desde adentro.

Varvara se le acerca al oído a Anne, en forma de secreto y con voz baja le dice:

— No sé cuál es el caballo de Troya de nuestros tiempos. Observa todo a tu alrededor y después me cuentas.

Anne se queda pensando todo lo que le acaba de decir, piensa en muchas cosas en ese momento, Varvara toma un poco de agua se voltea ve a Anne y sonriendo le dice:

— ¡Anne! ¿Cómo estás? Sophia está en su habitación, tengo tiempo sin ver a tus padres.

— Varvara murieron

— ¡Oh! Lo siento Anne, voy a regar las plantas, no se hace cuanto no las riegan los chicos de mantenimiento.

— Voy a saludar a Sophia

— Pasa, pasa, pasa, está en su habitación.

Anne se da cuenta de que la enfermedad de Varvara está cada vez más avanzada. Sube a la habitación de Sophia, toca la puerta y pasa. Ambas se acuestan viendo el techo en silencio durante varios minutos. Cuando Sophia quiere hablar, es interrumpida por Anne, quien le dice que solo se mantengan calladas para evitar discusiones, sugiriendo que se queden en silencio. Ambas solo querían sentir la presencia de la otra, sin verse ni tocarse, solo saber que estaban una al lado de la otra. Se escuchaba únicamente la respiración de ambas, mientras miraban el vacío sin pensar ni analizar. Pasan las horas hasta que se quedan profundamente dormidas. Anne sentía algo muy especial por Sophia y sabía que ese sentimiento era correspondido. La respetaba a su manera y siempre cuidaba de ella.

Mientras tanto; Enrique ,que se ha hecho cargo del viñedo en Mendoza, Argentina, después de la muerte de Mathias, viaja a Sudáfrica. Sabe que vengar la muerte de su amigo será una tarea ardua y comienza a conectar con sus viejos aliados, consciente de que llevará tiempo, pero está decidido a hacer las cosas bien esta vez.

25. Envidia

En Berlín, Mary y Simón trabajan codo a codo analizando las ciudades a destruir, evitando al máximo cualquier baja que se produzca, como lo aclararon Tatiana y Chloe, no están permitidas pérdidas humanas por daño colateral. Las noticias anuncian el «Inicio Inminente del movimiento de liberación H», y las redes sociales se llenan de noticias al respecto. Sin embargo, hay algunas protestas que intentan evitarlo, las cuales son necesarias para el armado de las tropas. Todo marcha según lo pronosticado por Simón. Al décimo día, los ejércitos se enfrentan debido a las órdenes dadas a los generales para atacar ciertos sitios. Los desplazados son llevados a campamentos improvisados, mientras que la producción de los Sani está a pleno rendimiento. Chloe planifica minuciosamente cada etapa para asegurarse de que el conflicto dure más de cuatro años, lo que sería realmente rentable.

Pasan los días y los equipos de inteligencia de Sophia no lograban penetrar los lugares en Bagdad, aunque se encontraban en el territorio; se les hacía difícil conseguir conexiones, por lo que, su seguridad se encontraba en alerta máxima, había llegado el día y aterrizo en el aeropuerto; camina por los pasillos hasta la salida principal. Se detiene una camioneta con cinco hombres armados y la invitan a subir a la camioneta, ella sube y pregunta por Aiko, pero no hubo respuesta, no se siente insegura o con miedo. Mientras avanzaban en el vehículo salen de una de las calles principales, comenzando a pasar por callejones muy estrechos y sucios, pasando debajo de algunas autopistas o calles. Basura por todos lados y se adentraban cada vez más, pasando por calles en mal estado que van empeorando a cada metro más.

Llegan a un paredón lleno de grafitis, basura, arbusto y un portón de chapas de metal oxidado, se detienen frente a un indigente mayor, los milicianos le dicen una palabra, posterior a esto se abre dicho portón, detrás hombres fuertemente armados, y comienza a mejorar todo, era una residencia totalmente escondida en pleno centro de la capital. Un palacio árabe con todas las comodidades y lujos posibles, columnas doradas y gigantes; una arquitectura delicada con detalles en oro y plata. Es recibida por varias personas con burkas y nicabs, por la forma de sus cuerpos suponían que eran chicas jóvenes, la llevan hasta una mesita donde se encontraba un hombre con shalwar kameez y turbante, la ropa tradicional del lugar.

Se acerca y se presenta como Ahmad Abdul, ella se presenta como Sophia Petrov, él la invita a sentarse para tomarse un café, todo estaba muy apacible y silencioso, ella sabía que siempre que algo está muy en calma era probable que se desate una tempestad, como ese momento justo antes de arrancar una gran tormenta, no sentía miedo, solo angustia y comienza a pensar, cuantos metros hay hasta una de las columnas para defenderse de las balas, teniendo como prioridad conseguir un arma, recuerda cuantos hombres hay hasta el portón y luego como pasar desapercibida en un país extraño hasta poder salir del mismo, no ve a Aiko lo que la incomodo un poco más, piensa que Chu Hua le dijo que podría ser una trampa, pero ahora no era tiempo para pensar en eso, solo debía planear como fugarse de ese lugar. Ahmad le pregunta:

— ¿Te gustó el café?

— No vine por un café; en Moscú existe buenas cafeterías.

— Lo sé, negocios, la señorita Petrov siempre directo al grano. No te gusta perder tiempo.

— Lo pierdo cuando deseo y ahora no me apetece hacerlo.

— Aiko quiso que te conociera, pero por razones que aun no entiendo, no sé porque no pudo venir. Voy a ir al grano Señorita Petrov, yo controlo el ejército y a varios grupos subversivos, como sabes comercializo con ella desde hace años mi mercancía para ser colocada en suelo norteamericano, me va bien, mira a tu alrededor señorita Petrov, soy un hombre poderoso, rico y controlo gran parte de un negocio muy lucrativo, ¿Qué necesitaría de ti señorita Petrov?

Sophia que piensa clavarle un cuchillo en el ojo cada vez que escucha que le dice «señorita Petrov» le responde un poco altanera:

— Ahmad Abdul, es cierto no necesitas nada de mí, al igual que yo no necesito nada de ti, pero una unión sería beneficioso para ambos.

— ¿Qué ganaría?

— Control y poder.

— Ya los tengo.

Al ver la arrogancia de Ahmad le responde:

— Es increíble como el mal control es una cadena que encierra a su dueño, te aprisiona el cuello, veo que vives en un palacio o una muy lujosa penitenciaria, y poder no es, mandar a tus hombres, poder es sentir como los demás se orinan con tu presencia. No tienes control y tampoco poder, solo tienes el suficiente dinero para resaltar entre la pobreza a tu alrededor, mis planes se llevarán contigo o sin ti, creo que es mejor darnos la mano. Te ayudare y me ayudarás, será lo mejor para ambos.

— Señorita Petrov, vienes a mi hogar y me haces una oferta que no entiendo, pero debo aceptarla ¿es una amenaza?

— Nunca he amenazado a alguien, solo advierto; me gusta llamarlo propuesta de alianza, si esto fuera una amenaza estarías de cabeza sangrando y tus hombres estarían en este momento siendo enterrados por sus familiares, pero no soy temperamental, agresiva u hostil; me gusta más la diplomacia, siempre me han considerado una mujer pacificaste, el poder de las palabras es lo que nos define entre animales y seres pensantes.

— Quieres traer muerte a mis tierras, eres igual a él, a John, conozco a la familia Smirnoff por años han nutrido nuestro suelo con los minerales de los cadáveres de sus hombres y de los míos, no necesitamos más fosas comunes. No somos un pueblo que apoye las guerras, aunque nos defendemos, pero ustedes nos han dividido creando conflictos donde nunca los hubo, te haces llamar pacifista, pero lo que me ofreces es solo mas destrucción.

— ¿Sabes cuantas personas mueren y cuantas familias destruyen tu mercancía en el mundo?

— Se lo hacen ellos mismos, no son obligados.

— La mayor parte de los humanos no son obligados a nada, solo influenciados, ellos halan los gatillos, no los Sminorff, ni ninguna otra familia de poder; solo influenciamos y ellos revelan su verdadero deseo. Solo quiero detener esto que sucede, para eso requiero aliados, Aiko me pidió que viniera porque creyó que te unirías, pero es algo que no quieres aceptar, lo respeto conocí un gran hombre que pensaba similar a ti y creo que fue asesinado por John, su nombre era Hasan Khan, pensó erróneamente que podía luchar en contra de él solo y pagó un alto precio. Lo digo porque John no es una persona que permite que lo rechacen de una forma tan fácil. Creo que es todo en mí visita, si cambias de parecer ya sabes dónde encontrarme, mi oferta seguirá en pie.

— Lo tendré presente, le diré a mis hombres que te escolten hasta el aeropuerto, y siempre serás bienvenida a mi palacio o prisión como quieras verlo.

Sophia es escoltada por los hombres de Ahmad hasta el aeropuerto para tomar su vuelo de regreso a Alemania, sintiendo que su visita no fue productiva. Sin embargo, decide concentrarse en sacar provecho de la situación. Al llegar a su aeronave, habla con su jefe de inteligencia y propone infiltrar a muchas jóvenes en los diferentes cuerpos de Ahmad Abdul. Aunque sabe que no será fácil, ambos están determinados a encontrar la manera de hacerlo.

Por otro lado; Enrique llega a Sudáfrica en busca de su antiguo aliado, David de León, con quien no se ha visto en décadas. Aunque el reencuentro no es especialmente emotivo debido al tiempo transcurrido, David demuestra saber a qué se enfrenta la conversación. Enrique menciona la reciente visita de Mathias unos meses atrás, y David confirma estar al tanto de su muerte.

— Viejo amigo, las décadas han dejado su marca en nuestros rostros y cuerpos.

— Nunca imaginé volver a verte.

— Sé que Mathias estuvo aquí hace poco.

— Y sé que ha fallecido. Enrique, hemos vivido tiempos memorables, pero no tengo intenciones de unirme a ningún movimiento. Mi familia ya no posee el poder que una vez tuvo.

— La información que posees es crucial y necesito acceder a ella.

— Entiendo tu entusiasmo por vengar la muerte de Mathias, pero te advierto que será una tarea imposible.

— ¿Por qué lo afirmas?

— Enrique, Sophia es una mujer compleja, astuta y calculadora. Siempre estará un paso adelante, además, cuenta con la maquinaria que heredó de Maxim, lo cual es una ventaja considerable. Quieres un consejo aleta de todo y de todos y escóndete donde te has mantenido por años, no es bueno que crean que estamos tramando algo, los Smirnoff y los Petrov.

John desde Manhattan observa el éxito del movimiento de liberación H y cómo ha sido excluido del conflicto. Comienza a movilizar su maquinaria para iniciar conflictos en Medio Oriente, inundando sus cadenas noticiosas y otros medios de comunicación con titulares de terrorismo para sembrar incertidumbre en la población. Ejecuta autoatentados en territorio propio en Medio Oriente, culpando a los ejércitos y grupos de Ahmad Abdul. John utiliza estas tácticas, similares a las de su padre, sabiendo que los pueblos olvidan rápidamente y que esto generará un enemigo común.

Ahmad Abdul, al darse cuenta de la situación, emite un comunicado explicando que su ejército y facciones no están involucrados en los atentados, desligándose de los hechos. Sin embargo, sus medios de comunicación son limitados en comparación con la maquinaria de los Smirnoff. Recuerda las palabras de Sophia, quien mencionó que John no acepta los rechazos de buena manera y prefiere evitar conflictos.

Días después las acusaciones se van haciendo más graves, Sophia desde Alemania lee los titulares donde las acusaciones se vuelven más graves, reconociendo la oportunidad que está por llegar. Sabe que es solo cuestión de tiempo para que Ahmad se comunique con ella. Analiza técnicas con Chloe y Tatiana sobre los conflictos en Europa, mientras Mary, Amir y Simón están en Zaira. Trabajan en mejorar la producción y exploran alternativas para abastecer el mercado, demostrando ser un gran equipo.

Ahmad se comunica con Sophia después de un par de días, al ver que su primer plan no estaba dando resultado, pidiéndole que haga público un comunicado donde sus hombres se desligan de los atentados. No quiere caer en el juego de John, ya que la noticia no fue seguida por otros medios de comunicación que no fueran los regionales que él controla. Sophia accede a ayudarlo y da la orden a su jefe de inteligencia en Norteamérica para publicar una orden de captura con una gran recompensa monetaria por la entrega, vivo o muerto de Ahmad Abdul.

Ahmad Abdul se reúne con Sophia en Alemania después de que la presión aumenta y sus hombres sienten miedo por las especulaciones y posibles represalias; y el precio puesto a su cabeza. Al llegar a Berlín, se encuentran y Ahmad expresa su preocupación por la situación con John Smirnoff y su deseo de que el mundo conozca la verdad sobre él para que sea detenido, enjuiciado y condenado por sus crímenes. Sophia al escuchar esto rompe en una risa casi imparable, mientras cae lágrimas y se sujeta la barriga y dice:

— Ahmad, no lo tomes personal, te pido disculpas pero no recuerdo cuando alguien me hizo reír de esta forma.

Sophia respira para calmar y tratar de ser una profesional y continúa hablando:

— John no tiene interés en ti, son solo negocios.

— ¿Cómo no lo voy a tomar personalmente si puso precio a mi cabeza?

— ¿Qué quieres hacer?

— Quiero que el mundo se enteré ¿Quién es verdaderamente John Smirnoff?

— Valiente y sensato pero ¿Crees que podrás? No es tan fácil.

— Quiero que sea detenido, enjuiciado y condenado por sus crímenes.

Sophia vuelve ríe por un rato, hacía tiempo que no se había divertido tanto con una frase; Ahmad que entiende la situación difícil con John Smirnoff. Ella expresa que John es el dueño del ejército de su país y que no será detenido fácilmente debido a su influencia sobre la ley y los políticos aliados. Además, menciona que John controla a los jueces y ha escrito sus propias leyes, lo que lo hace prácticamente intocable por la justicia convencional. Sophia comparte su escepticismo sobre poder cambiar esa situación solo con sus acciones:

— John podría pararse frente a la Casa Blanca con todos las cámaras filmándolo asesinar al presidente, a todo el gabinete, a todos los senadores y políticos e inmediatamente ir a comer una hamburguesa en el centro de Washington, donde nadie lo tocaría y si quisiera ese mismo día lo condecorarían en cadena nacional por su acto heroico, no vas a cambiar eso, o al menos no solo.

— No quiero entrar en otro conflicto.

— Juega su juego y véncelo, pero no así, sin planear, sin planificar, sin tener una buena estrategia, entiendo tu dolor en estos momentos, pero hay que tener claridad para pensar las cosas mejor. Míralo de esta forma, si no aceptas morirán muchos de tus hombres sin poder defenderse, familias destruidas, pueblos y hasta tu lujosa vida; si trabajamos juntos podrás hacerle frente y van a tener como defenderse. Pregúntate ¿Cuánto crees que tu cuello mantendrá tu cabeza conectada a el resto de tu cuerpo con esa cantidad de dinero que vale?

Ahmad se queda analizando las palabras de Sophia, sabe que se encuentra en el medio del fuego cruzado, no tiene salida, la situación es cada vez peor, se toma su tiempo para finalmente tomar la decisión de apoyarla.

— ¿Qué debo hacer? No soy un hombre de guerra.

— Lo primero es seguir su juego, si te está atribuyendo atentados, tendremos que planear un atentado, y luego la autodestrucción de algo simbólico, de esa forma no tendrás solo la lealtad de tus hombres, sino de cualquier grupo subversivo que exista, debemos sumar la mayor cantidad de soldados a nuestras filas, que sientan que su enemigo común es John.

— Como voy a atacar a mi pueblo, estoy en contra de hacer algo tan malvado.

— Entonces Ahmad, lo siento, pero no podré ayudarte. No conozco otra forma.

Ahmad evalúa todas sus posibilidades y discrepa a Sophia:

— Las opciones son hacer lo que tú me digas o hacer lo que John me diga.

— Al menos yo soy amable y pacifista, al contrario de John, él tiene otra forma de trabajar.

— Y si solo negamos los atentados, llevando pruebas a los medios de comunicación y enfrentarnos los tribunales.

— Trata de hacerlo, pero no servirá, ¿Cuántos jefes tienes?

— Cuatro grandes ejércitos con los cuatros jefes fieles a mí.

Sophia se queda pensando, caminando un poco alrededor de la habitación y continua:

— ¿En cuánto tiempo podrás reunir a los altos mandos de tus hombres?

— Los cuatro principales en dos horas estarían en mi residencia en Bagdad.

— Podríamos reunirnos con ellos, para hablar y tomar las pruebas que ellos tienen, así si lo queremos descubrirlo a nivel mundial, saber que tenemos.

— Si, vamos a mi residencia y mientras tanto que recopilen toda la información.

Mientras ellos vuelan de vuelta a Bagdad, John esta con Aiko y Pedro, los primeros busques con armas ya zarparon a medio oriente, pero al enterarse la posible alianza de Sophia con Ahmad hará difícil apoderarse de forma total del conflicto de medio oriente; eso lo molesta y les pregunta a ambos con una voz acusadora lenta y profunda:

— Ahmad hizo una reunión con Sophia y ahora se encuentran en Alemania, ¿alguno sabe cómo paso esto?

Ambos se quedan callados por lo que Pedro les responde después de uno segundos:

— ¿Estas acusándonos de tener relación con Sophia?

— Estuvo en tu isla.

— Si y planeamos por años un conflicto en medio oriente y la idea de sabotearme a mí mismo me lleno de entusiasmo; John dejemos de pensar en los planes de ella y empecemos hacer los nuestros, será más productivo.

Pedro le respondió desafiante, irónico y en tono de burla, John no le gustó la respuesta, sabía que ellos tuvieron una relación comercial por años, y siente que alguien lo está traicionando, Aiko agrega para calmar la situación:

— Sabemos que ella y tú tienen espías hasta debajo de las rocas. ¿Cuánto crees que durará este secreto después de que pusieran precio a su cabeza? Está en todas las noticias, en tus medios y en los que ella controla. No entiendo por qué crees que la información saldría de nosotros. Pero es bueno que estemos más alertas en todo lo que hacemos y decimos.

Pedro sale de la habitación un poco enojado, Aiko se queda al lado de John y continúa diciéndole:

— El honor es algo que se puede restaurar. Creo que le debes una disculpa a Pedro. No nos conviene discutir entre nosotros, John. Tú puedes hacer y decir lo que sea, pero si quieres ser un verdadero líder, debes saber cuándo reconocer tus errores. Desde mi perspectiva, no creo que sea un acto de espionaje. Conozco a Ahmad, así que puedo intentar averiguar qué sucedió antes de señalar con el dedo.

— Aiko, averigua lo que está sucediendo. Estoy bajo mucha presión y Sophia está desmantelando muchos de mis planes.

Por otro lado, Anne, que había acordado reunirse con Olivia hace unas semanas atrás, es llevada primero a un tipi donde se encuentra un chamán. Aunque no creía en absoluto en estas prácticas, siempre mostraba mucho respeto por las tradiciones. Olivia, en silencio, le entrega una piedra negra en la mano y le señala la entrada.

Al entrar, Anne observa varios cráneos con velas blancas encendidas sobre ellos, percibe un aroma peculiar que combina incienso, mirra y algo indefinible que le resulta familiar pero no puede identificar con certeza. Además, nota una silla de madera antigua y diversas imágenes de personas desconocidas que se asemejan a tótems de animales hechos de madera, metal y roca. El chamán sale y la invita a sentarse, comenzando luego un ritual de limpieza con ramas y humo que dura unos diez minutos. Sin decir una palabra, el chamán indica que el ritual ha concluido y la invita a salir, donde la espera Olivia:

— Ya limpiaron tu aura, tu energía y tu alma.

— Fue extraño.

— Por lo general, la primera vez siempre es así. Gracias por venir. ¿Te gustaría dar un paseo conmigo? El atardecer está cerca, el cielo está despejado y podremos ver todas las estrellas.

De esta manera, ambas parten a caminar, conversando sobre trivialidades, plantas y estrellas, evitando cualquier discusión relacionada con los planes de guerra. Al final del sendero, ya de noche, encuentran una fogata encendida rodeada de piedras dispuestas como asientos. Se sientan un rato hasta que, después de un silencio, Anne no aguanta más y le pregunta directamente a Olivia:

— Olivia, ¿Quién es John? ¿Y quién es Sophia?

— Son tan similares y diferentes a la vez. John es una persona persistente, temperamental y directa, le gusta ir al grano y hacer las cosas según su visión. En cambio, Sophia es más estructurada, reflexiva y, aunque violenta, es capaz de recibir críticas y cambiar de rumbo. Con John, sabes lo que esperar, mientras que con Sophia, es difícil prever sus acciones.

— ¿Olivia Por qué apoyas a John?

— Porque Sophia asesinó a Hasan, a Delphina y a Karla, mis tres mejores amigos. Si yo hubiera estado en esa reunión, también habría muerto.

— ¿Realmente crees que Sophia es así? La conozco muy bien, tuvimos una relación amorosa durante años y nunca vi nada fuera de lo común en ella. Siento que es una persona pacifista y por eso tiene conflictos con John.

— ¿Todavía la amas verdad?

Anne se queda en silencio mientras mira al horizonte, recordando cómo Sophia solía viajar para verla y pasar tiempo juntas, incluso dejando todo atrás por ella. Luego, responde simplemente:

— Sí, pero por un arreglo familiar estoy casada con John, y no quiero que se hagan daño.

— Estamos involucrados queramos o no; Hasan se enfrentó a los intereses de estos conflictos y pagó un precio muy alto.

— ¿Puedo confesarte algo? Le hice la misma pregunta a John, si estaba involucrado en la muerte de Hasan. Él lo negó, pero creo que nunca sabré con certeza lo que realmente sucedió.

— ¿Por qué crees que fue John?

— Olivia, dos noches antes del accidente, había tenido una discusión con Hasan y dijo que lo quería matar. En ese momento lo tomé como una frase impulsiva debido al calor del momento, pero luego esa idea volvió a mi mente. Sin embargo, él me negó rotundamente que fuera él.

— Fueron grandes amigos, significaron mucho para mí, la noticia me afectó profundamente en su momento.

Continuaron hablando hasta la madrugada, justo antes del amanecer, y luego se fueron a descansar. Olivia se quedó pensando en todo lo que Anne le había contado. Cada vez estaba más confundida por los acontecimientos en Dubái.

Esa misma mañana, Sophia y Ahmad llegaron a Bagdad. Mientras viajaban desde el aeropuerto hasta la residencia, Ahmad le preguntó a Sophia:

— ¿Qué debemos hablar con los jefes de mis tropas?

— Quiero saberlo todo. ¿Cuántos hombres activos tenemos? ¿Cuántas y qué tipo de armas manejamos y qué requerimos? Enfrentar a John no será fácil, pero jugamos en casa.

— Mis hombres no apoyarán más conflictos. Eso me tiene un poco nervioso. Ya no quieren más guerras ni muertes.

— Tendremos que saber cómo convencerlos. En este punto, no hay más opciones.

Sophia reflexionó por un momento antes de responder a Ahmad:

— Entiendo tu preocupación. Debemos abordar este tema con cuidado y estrategia. Podemos enfocarnos en resaltar la importancia de nuestra causa, la defensa de nuestra tierra y nuestras vidas. También podríamos explorar opciones diplomáticas para evitar un enfrentamiento directo, al menos por ahora.

— Es cierto, necesitamos ser inteligentes en nuestras acciones. No podemos permitirnos más pérdidas innecesarias. Hablaré con mis comandantes y veremos cómo podemos persuadir a nuestros hombres de que esta es la mejor decisión para todos.

— Estoy contigo en esto, Ahmad. Juntos encontraremos una solución que beneficie a todos y nos permita enfrentar los desafíos que se presenten.

Cuando llegaron al palacio, los cuatro jefes ya estaban presentes. Sophia entró en la habitación, y su presencia pareció incomodarles; no estaban acostumbrados a ver a una mujer en una conversación de este tipo. Ahmad les explicó la importancia de la presencia de Sophia en la reunión, y aunque terminaron por tolerarla, siempre se mostraron un poco distantes. Todos se sentaron alrededor de una mesa donde había algunos dulces tradicionales, narguile, café y té. Sophia se presentó a los cuatro jefes hablando en su idioma, siendo profesional, corta y concisa:

— Soy Sophia Petrov. Si no hacemos las cosas bien, dentro de quince días, sus familias estarán sepultando sus cuerpos sin vida. Niños, niñas, ancianos, mujeres y hombres llenarán los cementerios de esta ciudad. Aquí no importan sus creencias religiosas ni políticas. Es muy sencillo: luchamos juntos o mueren solos. Quiero conocerlos y saber si están dispuestos a unir todos sus ejércitos.

Después de un momento de silencio, los jefes comienzan a reflexionar. El más alto y robusto de ellos, con un ojo blanco que probablemente había perdido en batalla y cicatrices que contaban historias de guerra en su rostro, se pone de pie. Llevaba un uniforme militar antiguo y desgastado. Con una voz fuerte y profunda, se dirige a Sophia:

— Sophia, soy Ghali Repeina, comandante jefe de los «Huriya». No queremos otra guerra. Mis hombres y yo estamos cansados de muertes.

Sophia sostiene su mirada fija en Ghali mientras responde con determinación:

— Ghali, si tú y tus hombres quieren evitar la guerra, eso es admirable. Pero John se acerca, y nada lo detendrá. Pueden elegir defender sus tierras y seres queridos, o pueden rendirse sin luchar.

— Ghali responde con firmeza: «Nadie es invencible».

— Si no estamos unidos, él será invencible para ustedes.

Ante esto, el segundo de los hombres, Imra Sabag, interviene. Es de mediana edad y expresa su preocupación:

— Soy Imra Sabag, líder de los «Salam». Quiero saber qué beneficios obtendríamos al unirnos a ti.

— No ganarán mucho, pero si no lo hacen, perderán todo. Puedo proporcionarles armas, tácticas, estrategias y financiamiento, pero deben seguir mis indicaciones al pie de la letra. Nadie podrá tomar decisiones sin mi aprobación.

De repente, el tercer hombre se pone de pie. Tiene una peculiar marca en el rostro que distorsiona considerablemente su cara, y le falta la mano izquierda. Y continúa hablando:

— Soy Khaled Tala, líder del valiente ejército «Yutlaq». No nos inclinaremos ante ningún extranjero ni participaremos en tus juegos, señorita Sophia. Somos un grupo pacífico y no buscamos la guerra. Pero debo señalar que quizás no comprendes la muerte; presenciar la muerte de un ser humano es una experiencia que no se aprende en los libros.

— Es cierto, nunca he tomado una vida y no sé cómo hacerlo. Sin embargo, podemos colaborar y ayudarnos mutuamente.

El último en levantarse es un joven atractivo a los ojos de Sophia, quien se presenta como Asim Salem, comandante de las legiones del «Habun».

— Estamos de acuerdo con Khaled. No nos someteremos ante alguien que desconoce la realidad de la muerte y quiere jugar un juego peligroso. No podemos respaldar esa postura.

Sophia escucha atentamente las palabras de Khaled y Asim, manteniendo su postura firme pero comprensiva:

— Entiendo sus preocupaciones y respeto sus principios de paz. No quiero que se arrodillen ante mí ni que jueguen a algo que desconocen. Mis métodos pueden ser diferentes, pero mi objetivo es evitar una tragedia mayor. No les pido que cambien sus convicciones, sino que consideren trabajar juntos para proteger a sus seres queridos y a sus tierras.

Khaled, con un tono serio, responde:

— Sophia, entendemos tus intenciones, pero nuestra forma de vida es la paz. No podemos involucrarnos en conflictos que no nos corresponden.

— Lo entiendo. No les obligaré a nada, pero la situación es crítica. Les ofrezco mi ayuda si deciden necesitarla en el futuro. Estaré aquí para ustedes.

Los líderes de los diferentes ejércitos asienten en silencio, cada uno con su postura clara pero escuchando las palabras de Sophia. La tensión en el ambiente está a flor de piel; mientras cada uno reflexiona sobre las decisiones que deben tomar en un futuro incierto Sophia se levanta repentinamente, no quería volver a irse con las manos vacías y llama a una de las mujeres que los estaban atendiendo. La joven se acerca y Sophia comienza a hablar con ella:

— ¿Cuál es tu nombre? — pregunta Sophia.

— Me llamo Aida.

— ¿Tienes madre, padre, hijos, hermanos y amigos? — indaga Sophia.

— Sí, tengo madre, padre, hermanos, amigos, abuelos…

— ¿Los quieres vivos? ¿Los amas? — continúa Sophia.

— ¡Sí, los quiero vivos y por supuesto que los amo! — responde Aida con firmeza.

— Esto es lo que debemos defender señores; no les pido más y su pueblo no les pide menos. — concluye Sophia.

Sophia comienza a caminar alrededor de la mesa donde todos están sentados, mientras todos giran sus cabezas y sus miradas hacia ella. Continúa hablando con determinación:

— Si perdemos esta oportunidad de unirnos ahora, todos correrán peligro y se perderán muchas vidas. La hermosa Aida perderá amigos, padres, abuelos, hermanos, al igual que todos ustedes. Soy una mujer pacifista, creo en el amor, en la libertad y en la familia. Detesto la muerte. John es muy diferente a mí; no dialoga ni negocia, él solo destruye y arrasa con todo a cualquier precio. Sé que muchos desconfían de mí por ser mujer, y lo acepto; no me conocen al igual que tampoco los conozco a ustedes.

Se acerca por detrás de Aida, sin mediar palabras sacó su daga y la degolló delante a todos, salpicando sangre encima de la mesa, de los dulces, en los rostros de los jefes y de Ahmad, todos se levantan asombrados de lo que acaba de hacer, abren los ojos no lo creen posible; Sophia sostiene aun de pie el cuerpo, arrojándolo sobre la mesa, todos quedan atónitos de lo que acaba de ocurrir, ninguno dice ni una palabra, pero ella continúa hablando:

— Si no tienen, ni quieren mi apoyo, es preferible que salgan de acá y cada uno de ustedes se dirijan hacer lo mismo con sus hijas, hijos… Con sus esposas, padres y madres, créanme que será menos doloroso, más honorable, que los maten ustedes mismos; con amor, más rápido y así sufrirán menos. Háganse un favor y no pierdan el tiempo en querer tratar de luchar contra John.

El cuerpo de Aida se encontraba en el piso, las mano de Sophia se encontraban llenas de sangre, al igual de la daga la cual toma y lame para limpiarla, posterior a esto la guarda, arrima el cuerpo sin vida volviendo a tomar asiento, continúa bebiendo su café y comiendo algunos de los dulces de la mesa que habían sido salpicados con sangre. Luego de unos segundos en silencio, se levanta Khaled, pensando que si ella es tranquila, no puede imaginar lo que sería capaz de hacer John. Con seriedad, pronuncia:

— El ejército «Yutlaq» te apoyará.

Los otros tres jefes también expresan su apoyo desde sus asientos. Sophia les explica que los acuerdos deben celebrarse con un brindis, y sugiere hacerlo con bebidas alcohólicas en lugar de café y té. Ahmad pide a una de las dos mujeres que aún queda con vida que traiga algunas bebidas para compartir. Sin embargo, al ver el cuerpo de su compañera muerta en el piso, se altera, pero trata de mantener la calma y trae las bebidas.

Brindan durante horas, consumiendo alimentos y fumando narguile. Estos hombres no tienen gran tolerancia al alcohol, y al sumar drogas a la celebración, las cosas comienzan a salir un poco de control. Sophia llama a las dos mujeres que aún están vivas, obligándolas a unirse a la pequeña fiesta, y comienza a hablar sobre la vestimenta y la desnudez, un tema tabú. Sophia se desviste frente a todos, que están ebrios y drogados. Las mujeres salen del comedor, sintiéndose incómodas, ya que no han bebido ni consumido drogas y son conscientes de lo que está por suceder.

Los jefes quieren tocarla se siente excitados, entre las drogas y el alcohol habían perdido toda inhibición; Sophia los besa a los cinco, uno por uno, haciendo que se besen entre ellos, mientras se besan los hombres los desnuda haciéndole felación a todos, y teniendo relaciones con los cinco a la misma vez, también entre ellos. Desnuda el cuerpo sin vida de Aida uniéndola a la fiesta, las mujeres no pueden creen lo que están haciendo, les manda a buscar unos colchones para dormir en el comedor, las jóvenes lo traen y salen de inmediato del comedor.

A la mañana siguiente, se comienzan a despertar los hombres, se ven a ellos mismos, desnudos, abrazados con el cuerpo de Aida en el medio de ellos, con algunos recuerdos confusos de las relaciones sexuales que acaban de tener, no pueden creer lo que hicieron, nunca lo habían hecho, Sophia se encuentra de pie ante ellos, con un vestido rojo ceñido a su cuerpo, una taza de café en una mano y un cigarrillo en la otra. Ahmad se levanta sin poder creer todo, y ella les dice a todos:

— ¡Buenos días dormilones! Hora de levantarse, ya viene en camino las armas, comiencen a organizar sus tropas, hagan entrenamientos exhaustivos.

Deja su taza de café encima de la mesa, toma unas fotos físicas y se las arroja continúa hablando:

— Estas fotos son recuerdos de una gran noche, esperemos que estas imágenes no se difundan, sería poco honorable que sus familias, amigos y subalternos vean lo que hicimos esta noche, en la cocina se encuentran los cuerpos de las otras dos jóvenes, de esta forma será un secreto entre ustedes y yo, no existe otro testigo que no esté presente en este momento.

Ghali que es el más grande de los cinco hombres, el más fuerte y alto, se levanta enfurecido, asqueado y lleno de cólera, el odio invade en ese momento todo su cuerpo, toma una de las botellas y de abalanza sobre Sophia, esta rápidamente saca su daga, esquiva el ataque y apuñala repetidamente la espalda de Ghali el cual cae al suelo aún con vida, tratando de respirar mientras ella toma su miembro reproductor, con la daga los arranca de su cuerpo y lo arroja encima de la mesa, mientras muere lentamente, de inmediato se coloca de pie, y dice:

— Tenemos que buscar un reemplazo Ghali o tomar su ejército y repartirlo entre ustedes, esa decisión se las dejó a ustedes, saben que soy una mujer pacífica y no conozco nada de esos asuntos; si no hay más nada por hacer ahora, debo irme de Bagdad, me comunicaré con ustedes, pero debemos alistarnos, el conflicto debe estar muy cerca de comenzar.

Observa detenidamente a todos y les pregunta:

— ¿Tiene algún otro asunto que tratar conmigo?

Los hombres se ven entre ellos y dicen contundentemente que no, Sophia sale de la residencia de Ahmad, dirigiéndose al aeropuerto debe marcharse, tiene otros asuntos que tratar, los cuatro hombres por su parte después de vestirse comienzan a hablar entre ellos, meditando lo que hicieron prometiendo que jamás se dirá una palabra, pensando que hacer con los cuerpos de las tres mujeres y de Ghali.

Enrique, después de su conversación con David en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, decide viajar hasta Sídney, Australia. Después de muchas horas de vuelo, ingresa a la Iglesia Saint Jones y escucha un largo sermón por parte del sacerdote Adam West. Luego, se acerca al confesionario y comienza a hablar:

— Bendíceme, padre, porque he pecado; han pasado décadas desde mi última confesión.

— Cuéntame, hijo, ¿Cuáles han sido tus pecados?

— He tenido pensamientos de atacar a aquellos que asesinaron a Mathias Gonzales. Siento rencor y sed de venganza.

— Reprime esos sentimientos, hijo mío. Debes organizar mejor las cosas.

— También quiero confesar que necesito más información.

— Hijo mío, si buscas respuestas, las obtendrás. Dios te dará las respuestas; abre tu corazón para que puedan llegar la información que requieres. Ve a la casa parroquial por la noche; como penitencia, reza, así serán perdonados tus pecados.

— Bendíceme, Padre.

— Yo te bendigo.

Cuando cayó la noche, Enrique se dirigió a la casa parroquial y tocó la puerta, siendo recibido por Adam West. Al adentrarse, descubrió un pasadizo que llevaba a una casa contigua lujosamente decorada, en marcado contraste con la modesta fachada exterior e interior de la principal. Tras sentarse, Adam le explicó que no era el momento propicio para llevar a cabo ataques, ya que se estaban gestando planes de gran envergadura. Le sugirió a Enrique que, si deseaba unirse, debía aguardar. Aunque al principio Enrique se resistía a esperar y buscaba venganza de manera inmediata, finalmente fue convencido por Adam al demostrarle que sus estrategias eran más efectivas y beneficiosas.

Chloe recibió una carta en Berlín con una invitación para reunirse en un café con John. Intrigada por el motivo, decidió ir sola, sin informar al resto del grupo, ya que se encontraba cerca de la residencia de los Weber. Al llegar, encontró a un John nervioso pero elegantemente vestido y con su característico perfume que a ella le encantaba. Tras sentarse, Chloe esperó conocer el propósito de la reunión, aunque John tardó unos segundos en romper el silencio mientras la observaba. Esto no incomodó a Chloe, pero su conversación se vio interrumpida por el camarero que les ofreció el menú. John, al parpadear, regresó a la realidad, lo que hizo sonreír a Chloe por la reacción de John. Decidieron pedir café y una tarta para compartir, y Chloe tomó la iniciativa al hablar, notando el silencio inusual de John:

— John, si estás considerando hacer una tregua…

Chloe fue interrumpida de forma rápida pero sutil y hasta dulce por John, quien tomaba su taza de café mientras hablaba:

— No vine a hablar de los conflictos, alianzas o guerras, solo como alguien que quiere compartir un café.

— No tenemos más nada de qué hablar.

— ¿Por qué crees eso? No solo me interesan los conflictos y el trabajo. Disfruto de la buena música clásica, de un buen libro con una copa de coñac en la mano. Espero que también tu vida no solo gire alrededor del trabajo.

— John, ¿por qué quieres acercarte a mí? ¿Qué tramas?

— Ese es el problema, no tengo un plan. Vine sin tener una conversación. Soy un tonto, te pido disculpas. Solo quería acercarme a ti.

— ¿Tan pocos amigos tienes? ¿Qué buscas en tus rivales, una amistad o una conversación?

— Y si solo comenzamos de nuevo. No pienses en mí como alguien a vencer, solo alguien que te quiere conocer.

— Pero te conozco, John. Sé quién eres y lo que quieres hacer en el mundo. Nuestras familias han estado entrelazadas por décadas, con traiciones, asesinatos y dolor. ¿Cómo crees que me sentiría al sentarme a charlar con la persona que quiere destruir a mi familia?

— No quiero destruir a tu familia.

— Si solo viniste a querer «conocerme y charlar», no tengo más nada que decir. Me retiro, tengo cosas importantes que hacer. Te agradezco por el café.

Chloe sale del local, pero voltea a ver a John y cruzaron miradas por unos segundos, ella no sabe que creer de la reunión que acaba de tener, analiza de regreso a su residencia ¿Por qué John quisiera acercarse a ella?; ¿Qué ganaría con eso? Chloe reflexiona sobre por qué John querría acercarse a ella y qué podría ganar con eso.

Al regresar a su residencia, Chloe se sumerge en sus pensamientos, analizando cada palabra y gesto de la reunión. Se pregunta si John realmente busca una tregua o si tiene otros motivos ocultos detrás de su amabilidad aparente. Suspira con pesar, consciente de que la línea entre enemigos y posibles aliados es demasiado delgada en un mundo lleno de intrigas y rivalidades familiares.

26. Roces

John recibió la noticia de que unos piratas fuertemente armados tenían la intención de detener sus embarcaciones en su ruta hacia el Medio Oriente. En una conversación con Pedro, quien aún estaba molesto por el peligro de la incriminación en su contra, decidió enviar un barco adelante como señuelo, para que fuera capturado por los piratas. Como esperaban, la estratagema dio resultado y la embarcación fue interceptada por los forajidos en el mar.

Los piratas abordaron el barco, esperando localizar repleto de armas debido a la información que habían recibido. Sin embargo, al registrar las cajas de madera a bordo, se dieron cuenta de que estaban vacías. Confundidos, se dirigieron a la cabina del capitán, solo para descubrir que estaba desierta. La ausencia del capitán y la falta de carga valiosa los dejaron perplejos y desconcertados sobre cómo proceder.

Los piratas se dividieron y comenzaron a buscar con cuidado en los camarotes, la sala de máquinas y otros lugares del barco. Uno de los hombres decidió abrir una de las cajas para verificar su contenido. Para su sorpresa, en lugar de armas, encontró que estaban llenas de explosivos. Antes de que pudiera alertar a sus compañeros, una gran explosión sacudió el barco, que fue estratégicamente grabada por cámaras tanto dentro como fuera de la nave.

La noticia de la explosión se difundió rápidamente como un incendio forestal, con titulares sensacionalistas que acusaban a insurgentes de Ahmad de haber volado un barco lleno de ayuda humanitaria. Este evento marcó oficialmente el inicio del conflicto en el Medio Oriente. Mientras tanto, Sophia, que se encontraba en Alemania, se dio cuenta de que alguien cercano a ella había pasado información crucial a John sobre los piratas. Esto la llevó a guardar en secreto la reunión con los cuatro jefes y Ahmad, con la determinación de descubrir quién estaba filtrando información.

Sophia decidió aumentar la recompensa por información con respecto a Ahmad y agregó a los cuatro jefes a la lista de los más buscados. Mientras tanto, el barco que llevaba la verdadera mercancía logró esquivar con éxito el ataque de los piratas y finalmente desembarcó en el puerto de Al Maqal, asegurando así la entrega de la carga.

Mary y Simón continúan con su conversación mientras esperan la llegada de Chloe y Tatiana. Simón elogia la belleza de Mary y le pide un cóctel de su elección. Cuando llega la bebida, brinda y continúa hablando sobre el amor y el trabajo en el conflicto.

— ¿Mary, qué crees del amor? — pregunta Simón.

— El amor verdadero implica una entrega total y un compromiso auténtico con otra persona — responde Mary.

— ¿Sientes amor por Amir? — pregunta Simón.

— Absolutamente. Es un amor real; él es lo más importante en mi vida y no podría imaginarme sin él — responde Mary.

— ¿Y es correspondido? — pregunta Simón.

— Creo que sí. No me ha demostrado lo contrario — dice Mary.

Luego, Simón reflexiona sobre el éxito del trabajo en el conflicto y cómo están generando prosperidad y empleo. Mary admite que ha aprendido mucho de Simón, elogiándolo por su sabiduría y madurez a pesar de su edad.

— ¿Qué piensas de mí? — pregunta Simón.

Mary sonríe, sintiéndose halagada por la pregunta.

— Creo que eres una persona extraordinaria, Simón. Eres inteligente, compasivo y posees una gran ética de trabajo. Has sido un mentor increíble para mí y estoy agradecida por todo lo que he aprendido de ti. Eres una parte fundamental de este equipo y estoy feliz de tener la oportunidad de trabajar contigo — responde Mary sinceramente.

— ¿Y? — dice Simón en espera de algo más.

Simón con una sonrisa, agradecido por las palabras de Mary. La conversación entre ellos continúa mientras esperan a sus compañeras para disfrutar de una agradable velada juntos.

Mary lo ve a los ojos, tenían un brillo diferente, suspira profundamente y continua la conversación evitando la pregunta:

— Simón, ¿sabes si las chicas vendrán?

— Debió hacérseles tarde o tuvieron un inconveniente para venir, ¿te incomoda que compartamos una cena?

— No, Simón para nada, me agrada mucho tu compañía.

— Sabes que me gustas mucho, sé que no es reciproco, dejemos todo ese tema de lado y solo hablemos de lo que sea, y disfrutemos una rica cena.

Mary se siente más relajada después de que Simón dijera eso, aunque le atraía, estaba con Amir, no había nada malo en compartir una cena, Mary le cuenta los celos que sintió por Sophia el día que conoció a Amir, que se desnudó frente a él para probarse unos vestidos, también le cuenta lo que le dolió la muerte de Adebowale y la muerte repentina de Hasan Khan. Platicaron por horas, ella quería saber más de él, quería saber la historia de su niñez.

Simón comparte con Mary que su niñez fue tranquila, promedio y feliz, rodeado por sus padres amorosos que le brindaron una buena educación y lo mantuvieron alejado de cualquier conflicto o historia familiar. Sin embargo, la conversación llega al tema del matrimonio de Jean Dupont con su madre y de Derek Weber, lo que lleva a Mary a preguntar sobre su opinión respecto a los matrimonios arreglados.

— Mary, no creo en los matrimonios arreglados. — responde Simón con sinceridad. — Pero debemos recordar que eran otros tiempos. Hoy en día, sería algo incómodo e inusual.

— Para mí sería impensable casarme con alguien a quien no amo. — expresa Mary con convicción.

— Entiendo tu perspectiva. — asiente Simón. — Pero como te mencioné, en el pasado el poder a menudo era más valorado que el amor verdadero, algo muy triste. Aunque para algunos, desafortunadamente, esa mentalidad todavía prevalece.

La velada continúa de forma encantadora, extendiéndose hasta el postre en el lujoso restaurante hasta que termino y salieron. Risas y sonrisas fluyen entre Mary y Simón mientras caminan por las calles de Berlín, disfrutando de la compañía del otro y sin desear que la noche llegue a su fin. Cada paso que dan parece acercarlos más, y sus manos se rozan ocasionalmente, generando sonrisas cómplices.

Finalmente, llegan a las puertas del hotel donde Mary está hospedada, y ella invita a Simón a pasar a su habitación para preparar algún té. Simón acepta con agrado, y juntos ingresan al hotel, subiendo por el ascensor hasta llegar a la habitación de Mary.

Volviendo a ser adolescentes, ella llena la tetera con agua y la coloca a fuego lento, Simón se acerca por detrás sin tocarla, ella se mueve lentamente hacia su pecho hasta tocarlo con su espalda, sube sus manos por su cuerpo, colocándolas detrás de su cuello, el comienza a tocar su abdomen, mientras lentamente besa su cuello y sus mejillas, ella se voltea y comienzan a besarse. Él la carga por sus piernas la sienta en la barra de la cocina, comienza a desvestirla y ella a él, después de unos minutos suena el silbido de la tetera que poco les importa. A la mañana siguiente Mary despierta abrazada por Simón, entrelaza sus manos, ella sabe que está comenzando a sentir algo por él y la asusta un poco, no quiere pasar de nuevo por lo que vivió con Paul Dupont.

En la residencia delos Weber, Chloe se enfrenta a un dilema al recibir un misterioso paquete. Tras unos segundos de duda, decide abrirlo y encuentra un rosa azul y cuatro rosas rojas, un pequeño peluche de un pichón de águila, una caja de bombones y una exquisita cadena con un dije en forma de pluma. Una nota breve pero sugerente dice: «Para Chloe». Tatiana, cerca de ella, comienza a burlarse juguetonamente sobre un posible admirador secreto de Chloe, quien solo sonríe enigmáticamente, guardando sus sospechas para sí misma. Mientras comparten los bombones, Chloe admira la cadena y el encantador dije de oro y piedras preciosas, imaginando quién podría ser el remitente de tan refinado obsequio.

27. Solo Palabras

John se comunica con Aiko, lleno de sospechas hacia Pedro. Cree que la amistad entre él y Sophia llevó a Pedro a compartir información sobre los conflictos en Medio Oriente con ella. Para John, era inconcebible que Sophia se hubiera reunido con Ahmad e intentara adquirir el cargamento de piratas sin la información que Pedro poseía. Aiko responde:

— John, si Pedro es el informante, ¿Qué planeas hacer con él?

— Tendríamos que dejar de hacer negocios con él.

— ¿Tendríamos? – pregunta Aiko con incertidumbre

— Sí, Anne, Olivia, tú y yo deberíamos terminar todas nuestras transacciones con él.

— Pero John; ¿por qué haríamos eso?

— No podemos permitir traiciones, especialmente cuando hay tanto en juego.

— Pero John, mis negocios dependen de él. Necesito transportar mi mercancía a varios países y sin Pedro no podría hacerlo.

— Encontraremos una solución. – responde John.

— Pero primero debemos estar seguros de que es él quien está en contacto con Sophia.

— El cargamento ya está en el campo y los conflictos comenzarán muy pronto.

Aiko piensa por un momento y le pregunta a John:

— ¿Quieres que intente acercarme a Sophia para averiguar más?

— ¿Y cómo lo harías?

— ¿Pedro tiene una isla privada en el Caribe? Podría invitarlas, pero tendrías que alejar a Pedro después de que lleguemos allí. Quedaré solas con ella y así poder saber lo que ocurre.

— Está bien, lo haré. — responde John después de meditarlo unos segundos.

Pedro, al llegar a Boca de Toro para reunirse con Aiko, expresa sus preocupaciones sobre la relación entre John, Anne y Sophia. Comenta que John desconfía de él pero cree que el verdadero motivo de la desconfianza es la relación profunda entre Anne y Sophia, que existía mucho antes de comprometerse y casarse con él. Pedro especula que el amor está cegando a John y que Anne podría haberse casado con él a petición de Sophia para debilitar más rápidamente a John en una jugada elaborada de los Petrov para acabar con los Smirnoff. Además, menciona que ahora John quiere que ella, Aiko; se acerque a Sophia, lo cual le parece muy extraño.

Aiko le pide un consejo a Pedro sobre cómo acercarse a Sophia, mostrando su preocupación por la situación confusa en la que se encuentran. Pedro le sugiere:

— Aiko, Sophia es una persona dulce y tierna, regalarle chocolates puede ser la forma perfecta de ganarte su corazón y luego abrirá sus secretos a ti.

Ante la sugerencia, Aiko muestra su sorpresa y pregunta:

— ¿De verdad le gustan los chocolates?

— No, en realidad lo dije de forma sarcástica, como un chiste. Pero si tengo que explicarlo, deja de serlo. Mejor vamos a mi isla privada. Solo quiero dejarte claro que lo que pasa en la isla se queda en mi isla. Nada de lo que se dice o se hace debe salir de allí.

Mientras Pedro voltea su cara y dice en forma susurrante:

— Regálale, tres cadáveres de hermosas prostitutas; con parte de su cráneo expuesto y una cuchara de helado.

Aiko aunque conoces y comparte los gustos de Sophia, se hace la desentendida; salen en su bote hasta la isla de Pedro, cuando desembarcan, son atendidos por tres mujeres Vanessa, Jennifer y Luisana, tres jóvenes que se encuentran en la isla para atender a las visitas que lleva Pedro, de inmediato son atendidos con bebidas y comidas, ambos desconfían uno del otro, por lo que las conversaciones son tensas, incomodas y diplomáticas, no hablan de su pasado, ni sus planes a futuro. Pedro quiere embriagarla para que comience a confesar y ella hace lo propio con él. Pero ninguno dio su brazo a torcer, manteniéndose a la altura y escondiendo las sospechas, fue una larga noche larga y pesada; hasta que cada uno se va a dormir.

Al día siguiente desembarca de una lujosa lancha privada Sophia, al llegar es recibida por las tres chicas, que le indican su habitación, ayudan con su equipaje y le ofrecen desayuno, a lo que ella acepta, se notaba en sus ojos que había tenido una noche entretenida, en su vuelo a Boca del Toro. Pedro que ya estaba despierto sale y se sienta también en la mesa:

— Debo salir Sophia, acá esta Aiko, aun dormida; quédate con ella mientras yo regreso, quería quedarme, pero me surgió un imprevisto que si o si debo atender.

— Ok, me invitas y te vas, que raro eres.

— Vendré pronto. — responde Pedro.

— ¿Aiko de verdad Pedro? Si no hemos cruzado palabras, que hare con ella todo este tiempo, si quieres me voy y lo dejamos para otro día.

— Necesitamos hablar, además te dejo en compañía de Vanessa, Jennifer y Luisana, pero eso sí, no te dejo ningún arma, no confió en ti.

— No les hare nada y menos sabiendo que esta acá Aiko. Ve, pero no vayas a tardar.

Pedro deja la isla, y mientras Sophia termina su desayuno, a los pocos minutos se sienta en el comedor Aiko, le dice que, si le interesaría nadar o tomar el sol, a lo que Sophia le responde que para eso vino, con una sonrisa hipócrita en el rostro, se levanta y le hace una reverencia como había sido cuando estuvo con Chu Hua; y sale de la casa hacia la playa, Aiko la sigue mientras caminan comienzan a charlar, y le pregunta:

— ¿Sophia alguna vez has practicado buceó?

— Un par de veces, pero no aprendí las señas, y me siento un poco incomoda al sumergirme.

— Las señas son sencillas.

Aiko comienza a explicarle algunas señas del buceo, pero realmente le está tratando de comunicar que toda la isla está llena de cámaras y de micrófonos, Sophia entiende de inmediato las señales, además esperaba eso de John.

— ¿Aiko habías estado antes en esta isla?

— No, es primera vez, son playas muy lindas.

— ¿Quieres recorrerla?

Comienzan a caminar por el perímetro de la isla, aunque no las observa nadie a simple vista, saben que están siendo grabadas por las cámaras y por micrófonos. Llegan a una parte que Sophia sabe que se llama Playa Norte, donde nado hace un tiempo atrás, junto con una joven llamada Agustina e invita a meterse a bañar a Aiko, esta se niega alegando que no trae traje de baño debajo de sus ropas.

Después de varias insistencias, ambas se quitan las ropas y se meten al mar, nadando un poco y alejándose unos metros de la costa, Sophia bromea un poco ya que casi todo el cuerpo de Aiko está cubierto por tatuajes asemejando ropa en su cuerpo, ya estando más alejadas de las costas, se acercan colocándose cara a cara, Aiko le explica:

— John está desconfiando de todos, de Olivia, de Pedro, de su esposa Anne y hasta de mí.

— Imagine que lo haría, luego de lo de medio oriente va a estar pendiente de cada uno de sus pasos, pero debes ganarte su confianza Aiko, debes convertirte en su más cercana aliada.

— Pero necesito saber la verdad Sophia.

Sophia que no se siente convencida de que bando se encuentra Aiko, quiero ponerla a prueba para saber que tanta información pasa a John:

— Lo de medio oriente no lo tengo muy claro, pero ahora lo voy a sorprender haciendo un nuevo conflicto en Sudamérica.

— ¿Y vale la pena?

— No sé si es valdrá la pena, pero la desestabilización global, afectará a John, no va a poder mantener tantos frentes al mismo tiempo.

— ¿Y tienes pesando en qué lugar?

— No aun no, pero después que lo analice bien te mantendré al tanto, tengo que ver que conflicto resulta más atractivo.

Ven a lo lejos como las tres chicas le hacen señas, por lo que se acercan nadando a las costa, cuando llegan les ofrecen bebidas, comidas, unas sillas de playa con sombrillas y una toallas, Sophia se presenta; ellas se presentan, la primera como Vanessa la más alta de todas, cabello ondulado, piel canela, ojos marrones y compleción atlética, habla que trabaja con Pedro desde hace unos meses pero en Panamá pero nos pidió estar acá estos días para atención de unas amigas que vendrían a visitarlo, agregando que trabaja en atención al público en Boca de Toro, por su parte Jennifer, un poco más joven que Vanessa es de una estatura similar a la de Sophia cuerpo juvenil ojos verdes, piel blanca y cabello rubio claro, ella trabaja también en atención al público junto a Vanesa; Luisana por su parte es un joven de piel oscura, cabello afro, ojos negros y figura muy curvilínea, de estatura similar a la de Aiko y trabaja en el departamento de administración como secretaria de la contadora.

Aiko les da las gracias y las invita a tomar y beber con ellas, a lo que se niegan porque están trabajando, insisten un poco, explicándole que Pedro no les puede hacer nada si ellas las defienden, al final terminan aceptando, Sophia pregunta cuantas personas trabajan en la isla, a lo que solo Luisana lo sabía y responde que seis personas más ella tres, dos en cocina, uno en mantenimiento, dos en limpieza y uno en vigilancia. Continúan bebiendo y divirtiéndose, las cinco, Luisana les pregunta cuando entraron en confianza:

— ¿Ustedes de donde son?

— Ella es de Japón y yo de Rusia.

— Hermosos países, ¿y de donde conocen a Pedro?

— Nuestras empresas trabajan en conjunto, tenemos años haciendo negocios desde hace mucho nos conocemos, por eso descuiden que no les hará nada por estar con nosotras.

— Lo entiendo, pero no quiero perder este trabajo, si me aseguran que no tendremos problemas nos quedaremos más tranquilas.

Sophia se le queda viendo a las chicas, nota algo distinto en Luisana, les asegura que no perderán su trabajo, y les dicen que si no sienten calor con tanta ropa puesta que se metan a nadar con Aiko y con ella un rato, las chicas al no tener traje de baño se meten solo con el short que cargaban, dentro siguen las conversaciones y comienza a preguntarles por sus familias, la respuestas de Vanessa y Jennifer son constantes, creíbles y concisas pero las de Luisana le generan un poco de desconfianza a Sophia pero Aiko por su parte interviene habla, pero no presta atención a los detalles como es capaz de hacerlo ella.

Llega la hora de la cena y Pedro aun no aparece, así que se disponen a cenar las cinco, en la playa detrás de la casa, escuchando las olas de mar, refrescando sus cuerpos semidesnudos con la brisa y armando una fogata, la idea de Aiko y Sophia es tener a las chicas toda la noche, y así sucede, Jennifer y Vanessa que se encuentran lo suficientemente embriagadas y desinhibidas comienzan a coquetear con Aiko, tomándola de la mano y alejándola un poco de la fogata, manteniendo relaciones las tres en la playa que por la luz de la luna aun podían verlas, y aunque habían bebido mucho Luisana no se encontraba para nada alcoholizada, todo lo contrario se mantenía alerta a cualquier cosa que pasará, y Sophia le dice:

— Tienes gran resistencia al alcohol.

— Trato de controlarme cuando bebo, porque si no termino peor que ellas.

Riéndose un poco por la respuesta que acaba de dar y continua la conversación:

— ¿Eres algo de Pedro?

— No, para nada, quisiera sí, pero no, si te digo que poco lo he visto, y sé que nos pidieron venir porque no somos feas y quería darles una buena impresión, somos jóvenes, bien educadas, nos sabemos comportar y por un bono extra lo íbamos hacer encantadas.

— ¿Sigo sin entender, acá es usual que pasé esto?

— No, es la primera vez que sucede algo así.

Sophia se levanta y le dice que ya es tarde que necesita dormir, ayer el vuelo para acá fue un poco turbulento y no pudo descansar bien. Le dice medio en broma, si te les quieres unir a las chicas, ellas estarán encantadas. Se levanta e ingresa a su dormitorio, enciende las luces y trata de buscar disimuladamente, cámaras y micrófonos, pero no encuentra ninguno. Así que se da un baño y se acuesta a dormir, aun escuchando a las chicas en la playa.

Al día siguiente, va al comedor a tomar café, y se encuentra a Aiko y a las chicas desayunando aún no había llegado Pedro, Aiko explica que debe irse porque tiene que estar en Kioto en unos días para un negocio muy importante. Sophia entiende y las chicas la despiden, quedando solo ellas cuatro y los trabajadores, luego de eso Sophia comienza a hablar con las chicas, si tienen novios, que hacen sus familiares y cosas triviales, mientras piensa por qué Pedro no ha llegado. Y continúan hablando hasta llegar el medio día, y se disponen a comer, las chicas sirven la comida, pero también la acompañan, observa como comen cada una de ellas, siendo Luisana más delicada al comer, tiene mejores diálogos, mejor educación y es más cautelosa de lo que dice; por otro lado, piensa en como vengarse de Pedro por hacerla perder su tiempo.

Terminada la comida, Sophia las invita a ver una película en su habitación que tenía una gran cama donde cabían cómodamente las cuatro. Y a mitad de película, comienza a acariciar el cabello a Vanessa, está la ve a los ojos y Sophia la comienza a besar mientras toma a Jennifer con las mismas intensiones, mientras esto pasa nota que Luisana no quiere participar y se levanta con cuidado de la cama, Sophia al ver esto también se pone de pie y se dirige a ella, siente que su cuerpo tiembla y le dice:

— Si no quieres hacer nada, nadie te va a obligar, ¿no me digas que nunca lo habías hecho con otra mujer?

— No es por eso, si fuera en otro lugar, te arrancaría la ropa, pero acá me siento incomoda.

— Lo entiendo, si quieres quedarte y ver, hazlo, y si te sientes incomoda solo sal y cierra la puerta.

Sophia vuelve a la cama con Jennifer y Vanessa, mientras Luisana mueve una de las sillas y se pone frente a la cama, y las observa, las otras dos chicas la invitan a unirse, pero ella insiste en quedarse viéndolas, por lo que se convierte en el punto central, cada beso que se daban la veían a ella, el morbo de ser vista aumenta su excitación. Al terminar, agotadas, Luisana toma una crema y comienza a darle un masaje a Sophia y las otras dos chicas que se encontraban totalmente sudadas y desnudas.

Al cabo de un rato llega Pedro, Sophia se baña, se viste y salen ambos a hablar frente a las costas de la isla, las chicas que estaban nerviosas se tranquilizan al escuchar a Pedro decir, que las felicitaba por ayudar a sus invitadas en todo lo que necesitaron, que vayan a descansar porque él tenía asuntos que atender con Sophia.

Ya estando en sentados en unas sillas frente al mar, comienzan a hablar:

— ¿Sabes por qué Aiko se fue?

— La verdad es que solo dijo que tenía que estar en unos días en Japón y se marchó.

— No compaginamos los dos, no tenemos mucho en común.

— Yo apenas la conozco.

— Sophia ¿Cómo supiste los planes en el medio oriente?

— Supe después que salió en las noticias los atentados, y me comuniqué con él, si ustedes lo ponen como el más buscado es porque no los apoya, si no los apoya capaz me apoya a mí.

Sophia sabía que Pedro quería sacarle información sobre Aiko para llevarla a John, no eran amigos para nada, pero sentía, antes de esto, que era de confiar, pero ahora con las preguntas que le está haciendo, sabía que debía tener mucho cuidado con él. Y continúa hablando Sophia:

— Aparte que en la última reunión me comentaste algo de medio oriente y pensé que era él.

Pedro cambia su rostro se le nota muy molesto por lo que acaba de decir, lo que le hace entender a Sophia que los estaban grabando y peor aún, John los estaba escuchando y continua:

— Capaz me lo dijiste simplemente como algo sin sentido, pero cuando leí las noticias recordé lo que me habías comentado.

— Nunca dije nada sobre el medio oriente

— Si, Pedro, pero bueno, ya no importa, lo importante es que ahora estamos en bandos contrarios, somos «enemigos»

Sophia lo dice en forma irónica, para que John entienda que aún son amigos, Pedro se encuentra en el medio de una conversación la cual no sabe cómo salir bien, no quiere perder las conexiones con los Petrov, siente que John puede fallar en sus planes, y va a tener que terminar alineándose con ella, quiere estar bien con los dos, pero simplemente en este momento es imposible hacerlo, por otro lado los negocios que tiene con John son muy grandes ahora, para dejarlos todo, por lo que queriendo cambiar la conversación le pregunta:

— ¿Aiko te pasa información? Puedes comentarme no le diré a nadie.

— La he visto dos veces, contando esta, es linda quisiera hacer cositas con ella, así capaz me comienza a pasar información. Pedro ¿Te puedo decir un secreto que no salga de esta isla?

— Si cuéntame sabes que soy una bóveda con los secretos.

Acercándose a su oído en voz baja le dice:

— Si vuelves a contarme algo, seré más discreta.

— Sophia no te dije nada.

Sophia hace una escena donde esta sorprendida, pero quiere disimularlo, empeorando la situación desde los ojos de John, cambiando el tema:

— ¿Cuándo vas a visitarme en Rusia? No te gusta salir de esta isla.

— Sophia no te dije nunca nada.

— Es cierto, Pedro nunca supe nada de tu boca, ¿por qué insistes tanto?

— Porque es la verdad, nunca te dije nada.

— Si es cierto, Pedro quieres que te lo firme, trae un papel y una pluma. Pedro estas muy extraño, ¿quieres algo de beber?

— No, no quiero, puedes irte de la isla cuando quieras.

— ¡Perdón! Está bien, gracias por haberme invitado.

Sophia actuando notablemente molesta patea la silla, ingresa a la casa, gritando y pateando cosas, Pedro no se levanta de la silla, continúa sentado inmóvil, Sophia busca su maleta la toma, y sale gritando cosas como, ¡no puedo creerlo, en que te convirtieron!, ¡creí que era mi amigo!, ¡no vuelvas a hablarme en tu vida!; sube e indica a su tripulación ir al aeropuerto y se va alejando de las costas de la isla privada.

28. Arenas Blancas

En Berlín, Tatiana y Chloe están juntas, y Chloe estaba abriendo otra caja de su misterioso admirador secreto, pero esta vez decide no mostrar su contenido y le pregunta a Tatiana:

— ¿Tu hermano sabe que Mary tiene novio?

— No lo sé, ni me importa, Tatiana. Son dos adultos y deben saber lo que hacen. Amir es un gran tipo: fiel, apuesto e inteligente. No entiendo qué le ve ella a mi hermano.

— Solo quería saber qué pensabas al respecto. Pero ya sé que la entiendes.

— No lo hago, Tatiana. Es complicado. No sabemos qué pasa puertas adentro. No conozco bien a Mary y trato de concentrarme solo en cosas que son importantes para mí.

— ¿Y qué es importante para ti?

— Hacer crecer a mi familia, Tatiana. No nací en una familia adinerada como tú.

— ¿Sabes que nuestras familias tienen un ancestro en común?

— No, de verdad. – responde Chloe con muy poco interés.

— Dmitri Petrov es el bisabuelo de tu madre y de la mía.

— ¿Quieres decir que somos primas?

— Si quieres verlo de alguna forma, genéticamente tenemos algún parentesco. Pero primas propiamente dichas, no. Es algo interesante para tener en cuenta. – responde Tatiana

— ¿Y cómo lo sabes?

— Me gustan los árboles genealógicos. Es uno de mis pasatiempos.

— Lindo pasatiempo. – responde Chloe en forma irónica.

Después de un silencio largo y mientras Chloe continúa revisando la caja de regalo que acaba de recibir le dice:

— Pero si, Mary es una puta, debería dejar primero a Amir y luego acostarse con el que quiera.

Tatiana se sorprende por las palabras inesperadas de Chloe y se detiene por un momento, pensando en la posibilidad de que Chloe sienta algo por Amir y sospechando que él podría ser el admirador secreto que le envía tantos detalles. Sin embargo, las palabras de Chloe eran muy fuera de lugar para esa situación, así que Tatiana decide no intervenir. Opta por mantenerse en silencio y enfocarse en sus propias tareas, mientras Chloe continúa murmurando sobre Mary.

Cuando finalmente llegan al apartamento de los que hablaban juntas, Tatiana rompe el silencio con una pregunta a Mary y a Simón:

— ¿Cómo estuvo la noche?

Mary y Simón optan por ignorar la pregunta de Tatiana y continúan con sus actividades cotidianas en silencio. Chloe intenta lanzar algunas indirectas a Mary, pero esta las esquiva hábilmente hasta que la calma regresa y vuelven a hablar sobre sus responsabilidades laborales. Sophia les había encargado ocuparse de los asuntos en Medio Oriente, lo que implicaba un aumento considerable de trabajo.

Necesitaban ir a Bagdad, y Chole quiere comenzar a tomar sola algunas decisiones, después de discutirlo entre ellos, deciden enviar a Céline. Simón no quiere ir para estar cerca de Mary, y sin consultar a Sophia, se ponen en contacto con Ahmad, quien acepta la propuesta sin dudarlo. Ahmad estaba ansioso por evitar más problemas con Sophia y veía la oportunidad de distanciarse de ella. Con los planes listos, Céline parte hacia Medio Oriente esa misma tarde.

Céline empaca rápidamente, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Está decidida a demostrar su valía y mostrar que es capaz de enfrentar cualquier desafío. Su deseo de liderar un conflicto la impulsa a ver el Medio Oriente como una oportunidad para ello. A pesar de su personalidad rebelde e inexperta en ese tipo de situaciones, decide tomar el riesgo y partir sola, confiando en sus habilidades para enfrentar lo que sea que encuentre en su camino.

Después de que Sophia despegara de Boca de Toro, John llega a la isla donde se encuentra Pedro con las tres chicas. Pide que los dejen solos y comienza a preguntar:

— ¿Por qué lo hiciste Pedro?

— No lo hice, no traiciono a mis aliados y si lo hubiera querido hacer, yo mismo te lo diría. No creas que no preservo mis intereses; pero yo también pierdo si te traiciono.

— ¿Por qué dijo eso Sophia?

— ¡No lo sé!, nunca sé que piensa esa mujer, lo que pasa por su cabeza es cuestión de ella. Pero no te traicione, ¿Cómo puedes creer que perdería dinero con tal de ayudarla a ella? John eso no tiene ningún tipo de sentido.

— Estuve averiguando y no pudo ser otro que tú.

— Cree lo que quiera.

— Ya no podremos hacer negocios juntos.

— No los haremos más.

John estaba tratando de mantenerse calmado pero su rabia era más fuerte que cualquier otra cosa; no podía tolerar la traición de Pedro, de la cual estaba convencido, era de quien más sospechaba y Sophia, en su visita, se lo había dejado claro, era él quien trasportaba además de sus productos, información a sus rivales y le pregunta con voz autoritaria:

— Pedro ¿Qué más le dijiste?

— No le dije nada, John basta de esto, no tengo interés en traicionarte no ganaría nada.

En ese momento bajan cinco hombres que se encontraban fuertemente armados y lo toman a la fuerza, lo suben a una de las lanchas de alta velocidad que se encontraba afuera, para llevarlo mar a adentro. Aunque Pedro era un hombre de gran tamaño y posee una gran fuerza, era cinco personas contra él y fue fácil someterlo, les pregunta a las chicas si sabían llegar a las costas y que si sabían navegar que salieran de la isla. Luisana una de las chicas le dice que ella sabe, suben una de las lanchas y se van de la isla, en el camino John hostigando a Pedro:

— Eras como un hermano para mí, trabajamos codo a codo, pero no sé qué viste en ella.

Cada vez que Pedro quería hablar era interrumpido con un golpe en la cara por uno de los hombres que lo tenían sometido, hasta que llegaron a una isla que Pedro no reconoció, pero John le aclara todo:

— Esto es Guantánamo quiero que en tu tiempo acá pienses en lo que hiciste y cuando quieras hablar diles a unos de los guardias y estaré para escucharte.

Pedro entiende en ese momento que hace en esa isla, quiere hablar, pero cada vez que lo intentaba era golpeado por uno de los guardias hasta silenciarlo, arrastrándolo ingresa a una de las penitenciarías menos conocida, más hermética y por ende más misteriosas del mundo, esta cárcel se encuentra rodeada por altos muros de concreto reforzado, coronados con alambre de púas y sistemas de vigilancia avanzados. Las torres de vigilancia se alzan estratégicamente en las esquinas, reflectores que esterilizan el perímetro constantemente. El acceso a la cárcel está fuertemente controlado por múltiples capas de seguridad. Un solo punto de entrada, protegido por puertas blindadas y barreras de seguridad, custodiado por guardias armados, sabía que era imposible escapar.

Cuando llega es atendido por una chica que se presentó solamente como guardia 11, pequeña y sonriente, con un rostro angelical de piel y ojos negros; que se encontraba detrás de un vidrio y barrotes aún más gruesos, explicando que debe quitarse toda la ropa, Pedro se niega y siente como una fuerte corriente eléctrica recorre sus cuerpos que proviene del suelo. La guardia 11 repite con su voz calma y suave que se quitara toda la ropa, Pedro vuelve a negarse y ahora el impacto eléctrico fue mucho más severo cayendo al piso, y al levantarse comienza a quitarse toda la ropa tirándola al suelo, la chica abre una puerta dentro de la celda para que pasara a otro cubículo. Él siente agua fría mientras le decía báñate, al finalizar le pide que se espose los pies y coloque sus manos detrás para que ella pudiera hacer lo mismo, y comienzan a caminar el delante y ella detrás. Pedro quería preguntar por su ropa sintió de nuevo otra corriente eléctrica en su cuerpo aún más fuerte cayendo al piso, y ella le pide levantarse.

La guardia 11 abre una de las celdas y lo hace ingresar, temía resistirse y seguir recibiendo descargas eléctricas, quitándole las esposas, y le dice con su suave y dulce voz:

— No se quienes eres mi rey, ni que hiciste, pero debes conocer a alguien muy importante para el Señor John; estas en la suite presidencial, eres un cliente VIP.

Pedro ve adentro de la celda, que era una habitación blanca con cuatro focos de luz muy potentes, sin ventanas, totalmente blanca, una cama de cemento sin colchón, sin almohada, una especie de inodoro de concreto, una cámara de vigilancia en el techo y todo se encontraba tejido por una malla fina metálica que era la que trasmitía la descarga eléctrica. Cuando quiso volver a preguntar, vuelve a sentir una corriente eléctrica en sus pies, aún más fuerte, y la guardia 11 dice:

— Tendrás tu momento de hablar pero cada vez que me interrumpas será aún más fuerte el choque eléctrico, tendrás comida, y una vez por semana saldrás al patio para que puedas ejercitarte. Tu número será 17AC recuérdalo, lo vas a necesitar, tienes derecho a una visita semanal, si te comportas bien podrás permanecer en tu Suite mi rey, de lo contrario tendrás que ir con la plebe, entendido.

— Ententi…

Otra corriente eléctrica recorre su cuerpo, ya entiende que no puede hablar, cada vez que quería hablar sentía la descarga, la puerta luego de esto se cierra, no tenía nada que hacer, cada cierto tiempo rociaban agua fría desde el techo sin poder esconderse ya que caía por todos lados, las luces jamás se apagaban por lo que perdió la noción del tiempo, no sabía si era de día o de noche; no podía hacer ejercicio porque era inmediatamente electrocutado, sin poder hacer nada hacía que perdiera de vez en cuando el control.

Por otro lado, cuando desembarcan las chicas en Boca de Toro son invitadas a subir a una camioneta, dentro se encontraba Sophia, John pensó erróneamente que se había ido. Sin más opciones siguen las instrucciones y son llevadas a un departamento dentro del hotel más lujoso de Panamá, a unas horas del puerto. Al llegar les ofrece algo de beber; a lo que solo pidieron agua, mientras ella se servía un vaso de vodka, se sienta frente a ellas y les dice:

— ¿De dónde conocen a Pedro?

Todas comienzan a explicar que es el dueño de la empresa donde trabajan, más nada, Sophia se acerca a Jennifer la besa y la rodea, cortándole el cuello sin mediar palabra, la toma por el cabello mientras se desangra y apunta el rostro a las otras dos chicas que están asombradas, con miedo que se quedan viendo como muere una de sus compañeras y Sophia agrega:

— ¿De dónde conocen a Pedro?

Luisana interrumpe a Sophia, mientras Vanessa continúa llorando al ver el cuerpo de Jennifer sin vida en el suelo; se coloca de pie y con su cara prepotente dice:

— Déjala ella no sabe nada, ¿Quieres hablar? Hagámoslo pero sin Vanessa presente.

— ¿Me pides que la deje ir? – le pregunta Sophia a Luisana.

— Nunca dije que la dejarás ir; o la liberas o la matas, pero quiero hablar solo contigo.

Sophia le pide que se levante para que pueda irse del departamento, Vanessa llorando asiste con la cabeza, solo piensa en salir de esa habitación, se coloca muy cerca de su rostro y le dice:

— No quiero matarte, lo que paso acá no debe saberlo nadie, así vivirás tu vida con tranquilidad.

Luisana que se encontraba sentada le dice a Sophia:

— Claro con tranquilidad y acabas de asesinar a su amiga, ¿Sophia que hablas? Mandaste a Vanessa a largas jornadas de psicólogo. – hablando en forma un poco déspota e irónica.

Y según lo que prometió por Sophia la dejo ir. Ya con Luisana a solas en el dormitorio y el cuerpo de Jennifer en el suelo, Sophia con su vaso de vodka le dice simplemente:

— Habla.

— Pedro es mi esposo.

Sophia se sorprende jamás pensó que ella podría ser su esposa, no entiende lo que está sucediendo, mientras Luisana se levanta con autoridad y toma un vaso de whisky:

— ¿Cómo que su esposa?

— Es cuando una mujer toma un hombre en matrimonio, después si deseas puedo hacerte una presentación de como las cigüeñas entregan a los niños por una chimenea, a no ser que en Rusia sea abejas, u osos los que traen los niños.

— Por menos he matado personas.

— ¿Pero me preguntas cosas estúpidas? Pensé que el cliché de que las bellas son tontas, no aplicaba contigo.

— Te podría asesinar en este momento.

— Entonces ¿Para que lo dices? ¿Para amenazarme? Si lo quisieras estuviera junto a Jennifer.

— ¿Y que te hace pensar que no lo hare?

— ¡Aburrido! Pensé que serías mas divertida, matar, matar, matar, ¿Quién te crees? Sophia de verdad, si no me matas con tu arma lo hará el aburrimiento.

Sophia que se molesta, pero de alguna forma le comienza a caer bien; y con una sutil sonrisa le vuelve a pregunta:

— ¿Qué sabes de los negocios que hace Pedro?

— Solo me encargo de los negocios públicos, de sus negocios turbios no sé nada, ni pregunto, ni me cuenta, siempre es más seguro no saber más de lo que se debe.

— ¿Escuchaste hablar de John Smirnoff?

— Si, pero nada que pueda ayudarte, es una persona con la que se veían, se conocían, pero no mucho más. Por cierto, se fue con él de la isla y nosotros nos vinimos a la costa, hasta que nos raptaste.

— Esto no es un secuestro.

— Entonces ¿Puedo irme cuándo quiera?

— No.

— Entonces esto es un secuestro; o que definición le das a esto. Mátame o déjame ir, tengo casas que hacer.

Mientras Luisana se sirve un segundo vaso de whisky, Sophia pregunta:

— ¿Por qué debo creerte?

— Para que te mentiría; que ganaría con esto.

— ¿Desde cuándo y cómo lo conoces?

— ¿Es relevante? Si te digo de toda la vida, o que fue amor a primera vista, ¿Qué cambiaria? Sophia las respuestas que estas buscando no las puedo proporcionar. Y no porque no quiera, es porque no las sé. ¿Puedo irme?

Sophia la ve por un rato y comprende que no conseguirá información con Luisana y contesta:

— Si puedes irte, le digo a mi chofer que te lleve.

Bajan las dos y Sophia le pide a uno de sus choferes que la lleven a la residencia de los Perez, luego de verla partir piensa que no la apoyará, y si Pedro la mantuvo alejada de todo esto por algo, quiere respetar eso, y al cabo de un rato sale para Berlín; igual les pide a sus hombres que la mantengan vigilada quiere averiguar un poco más de ella.

29. Equivocaciones

Céline llega al aeropuerto de Bagdad, donde es recibida por los hombres de Ahmad. Se siente incómoda por el tipo de lugares que van pasando durante el trayecto. Al llegar a la residencia, Asim la recibe y le pide que lo acompañe. Él le explica que Sophia solicitó proporcionarle una vivienda. Suben de nuevo a la camioneta, momento en el que Céline comenta:

— Si ya habían decidido esto, podrían haberme ahorrado tiempo llevándome directamente a mi destino final en lugar de traerme a este palacio. Hubiera sido más eficiente

Asim no responde, pero ambos salen de la ciudad y se dirigen hacia las montañas. Después de unos minutos de ascenso, llegan a una vivienda bastante humilde que parecía estar en ruinas. Al bajar del vehículo, Asim le pide a Céline que entre a la vivienda, y estando dentro es golpeada, la encierra en una de las habitaciones, y a través de la puerta le dice:

— Céline, soy Asim amigo de Ghali, Sophia va a pagar por lo que le hizo a él y lo que me hizo a mí.

— No soy a quien quieres, suéltame no me puedes retener acá.

Queda gritando pero de nada sirve, Asim vuelve a la residencia dejando atrás a Céline encerrada. Al llegar le cuenta a Ahmad y los otros dos jefes, conversando llegan a la conclusión que deben mantenerla viva, para que Sophia acceda a sus pedidos, todos se encuentran molestos por lo que les hizo y quieren vengarse de alguna forma.

Chloe, al día siguiente en Berlín, recibe una invitación a una cena en un pequeño restaurante sencillo y modesto dentro de una de las cajas de regalo que recibe periódicamente. Siente un poco de ansiedad mientras se acerca la hora de la cita. Al momento de elegir su atuendo, se debate entre ser sexy, reservada, informal o formal, lo que la hace tardar mucho en decidirse. Finalmente, llega al establecimiento y, al entrar, divisa a su misterioso admirador secreto sentado frente a la puerta. Después de dudar unos segundos, se acerca y toma asiento y le dice:

— ¿John a que juegas?

— Chloe ¿Cómo has estado?

— Te agradezco por los detalles, pero pertenecemos a mundos diferentes; y siendo sincera contigo, desconfió de que esto sea real, no sé bien que tramas, pero este juego termina acá.

— Veo que cargas el dije. Te queda muy bien.

— John esto no funcionaría, no tenemos nada en común.

— ¿Tienes hambre?

— Un poco.

— Bueno ya tenemos algo en común, Chloe solo disfrutemos una cena y conversemos.

Chloe decide quedarse en la cena, intrigada por lo que John le ofrece. Encuentra en él un hombre físicamente atractivo y la charla durante la cena le resulta amena y reveladora. Los detalles que él le ha dedicado, casi a diario, le hacen pensar que él piensa mucho en ella. Nota que John no ha tocado temas de conflicto, familias o poder durante horas; simplemente parece interesado en conocerla realmente. Descubre que comparten varios intereses, como la música, el arte, la historia y la literatura, lo que le hace apreciar su cultura. Al finalizar la cena, deciden pasear por las calles de Berlín, profundizando su cercanía. John la invita a subir a su habitación, pero ella gentilmente rechaza la propuesta. Al despedirse, se acercan y se miran a los ojos, momento en el que John le da un largo beso en la mejilla, a lo que Chloe responde permitiéndolo mientras sostiene sus manos. Al regresar a su residencia, Chloe se debate internamente sobre sus sentimientos hacia ese hombre apuesto e interesante, tratando de encontrar cómo manejar esta nueva situación.

Al día siguiente, Chloe intenta concentrarse en los conflictos en Medio Oriente, con los ataques y el despliegue de tropas para contrarrestar las acciones de John. Se siente abrumada por una mezcla de emociones contradictorias. Luego, intenta comunicarse varias veces con su hermana en Bagdad, pero no recibe respuesta. Es extraño no haber tenido noticias de Céline, aunque esta última era reservada y pasaba días sin hablar con nadie, no era habitual que no se comunicara en absoluto.

Ante esta situación, Sophia contacta a Ahmad para preguntar por Céline, y este responde que si la quieren viva, deben cumplir con sus demandas. Al escuchar esto, Sophia informa a los demás que Céline ha sido secuestrada y que ella viajará para averiguar qué está sucediendo. Chloe, preocupada, quiere acompañarla, pero Sophia le pide que se quede y promete resolver la situación por su cuenta.

Sophia llega a Bagdad; que ya tiene algunos espías; sus hombres pudieron de a poco ir infiltrando las filas de Ahmad; y ella les da una sola orden, que era recuperar a Céline, sabe que la tiene secuestrada los soldados de Ahmad, Sophia la quiere viva o muerta, mientras ella va a enfrentar a sus aliados, al llegar a la residencia se encuentran con los cuatro Asim, Ahmad, Imra y Khaled. Sentados en el mismo comedor donde murió Ghali, al ingresar Sophia dice:

— Si me logran asegurar la integridad y la vida de Céline con su liberación inmediata, prometo que sus muertes y el de todos los involucrados será indolora; procuraré que así sea.

Asim que se encuentra revolviendo su taza de café; con mucha seguridad, cree que doblegará a Sophia de manera fácil, obteniendo beneficios del secuestro de Céline dice:

— Señorita Petrov no creo que este en posición de amenazar a nadie; si accedes a nuestras peticiones, vas a tener la oportunidad de volverla a ver con vida.

— No es una amenaza, es una simple advertencia, soy pacifista, una mujer serena y calma, no quiero perder el control, repito si quieres morir con dignidad devuelvan a Céline.

Ahmad siente que Sophia se encuentra acorralada y le dice:

— Vienes a mi hogar y me amenazas, no tienes nada Sophia, trajiste guerra y muerte a mis tierras, matas a un gran amigo delante de nosotros y ¿crees que te saldrás con la tuya?

— Lo digo por tercera vez, liberen a Céline.

— Vete y espera nuestras ordenes ahora.

Sophia se retira de la residencia con determinación, consciente de las posibilidades de que Céline esté oculta en las montañas. Ordena un seguimiento estricto de los cuatro hombres, con la colaboración de mujeres infiltradas entre las filas de los hombres de Ahmad. Pronto obtienen información sobre su paradero gracias a una fuente en el grupo de Asim. Sophia envía a cinco de sus agentes más capaces, quienes logran rescatar a Céline de las montañas sin contratiempos. Una vez asegurada su liberación, Céline es trasladada de inmediato a Berlín.

Sophia pide que todo el personal que estén disponibles secuestre a los hombres de Ahmad y a sus familias, al cabo de poco tiempo, tenía a todos amarrados en la lujosa residencia, se comunica con Aiko le pide el favor, que le comunique la dirección de la residencia de Ahmad a John, y que le pida que la bombardee lo más pronto posible. Aiko sin pensarlo se comunica con John y le dice que mañana a la mañana; se van a encontrar todos los lideres y aliados de Sophia, le da la dirección y sin pensarlo da la orden de atacar el lugar, sabiendo que será una gran pérdida que lo beneficiará, pudiendo tomar ventaja en los conflictos de medio oriente.

En la madrugada, estando en la residencia con todos amarrados; unas 35 personas amarradas y sometidas, ancianos, niños, mujeres, se encontraban de frente a los cuatro hombres, que eran sus hijos, sus esposas, sus madres, padres y algunos abuelos, Sophia se dirige a todos los presente pero especialmente a los cuatro hombres que la traicionaron, todos lloraban y trataban de soltarse pero era un esfuerzo sin sentido, se encontraban amarrados con cadenas de hierro a las columnas del palacio, inclusive fueron amarrados los guardias y la servidumbre que se encontraba ese día allí.

— Les prometí que morirían sin dolor si me devolvían a Céline, lo cual no hicieron, pero su muerte será recordada, yo lo haré posible, disfruten su mañana.

Sophia busca un lugar cercano a la residencia, pero lo suficientemente lejos para no ser bombardeada por John, y según lo pactado con Aiko, John bombardea al amanecer la residencia, lo hace en tres ocasiones, la ciudad colapsa, ella mientras en una azotea ve; como arde la residencia, y ya tenía los titulares para las noticias locales, había creado un enemigo en común que pensaba que uniría a los hombres de Ahmad, a los ejércitos de los jefes.

Solo tenía que esperar que todo se calmará y procesaran las perdidas. Los noticieros comienzan a dar la noticia; que mueren cinco grandes lideres con sus familias, no sabían del asesinato de Ghali, que se encontraban reunidas celebrando una fecha sagrada, por otro lado en sus otros medios de comunicación; decían que, habían sido abatidos cinco terroristas de los más peligrosos y buscados, gracias a las fuerzas armadas norteamericanas.

Sophia aprovecha la situación tras la desaparición de los líderes principales de los ejércitos para reunirse con los segundos al mando, quienes buscaban venganza por la traición sufrida. Sophia logra ganarse su apoyo en contra de John, y juntos forman el ejército de Ahmad, liderado por un comandante hábil que logra unir todas las facciones dispersas en seis países. Esto da inicio a un conflicto armado con tres frentes: uno en el mar, con un aumento en la actividad pirata que beneficia a las empresas Petrov al usar sus rutas terrestres para evitar las zonas de conflicto en el mar; y dos frentes terrestres contra los bastiones de John, que se verá obligado a defender. Sophia comprende que estos conflictos serán de desgaste y con avances limitados, pero generarán considerables beneficios económicos para sus intereses.

John, creyendo que había ganado con su ataque, decide visitar a su prisionero en Guantánamo. Al ingresar por la puerta principal debido a su posición como dueño de la isla, se abre la celda de Pedro, quien se encuentra en un estado perturbado mentalmente y físicamente deplorable. A pesar de la invitación de John para salir y pasear juntos, Pedro se muestra desconfiado, anticipando una posible descarga eléctrica en cualquier momento.

Mientras caminan por el pasillo, John observa los nombres en las celdas cercanas a la de Pedro: George Smirnoff y luego Eva Mary Williams. Aunque siente curiosidad por preguntar, decide simplemente observar, consciente de la delicada situación en la que se encuentran. El complejo cuenta con cuatro pisos subterráneos llenos de celdas, cada una con un letrero indicando el nombre de su ocupante.

Al llegar al último piso del sótano, en una esquina está el nombre de Sophia Petrov con la puerta abierta y a un lado Anne Schmitt, John abre las puertas para que Pedro pueda verlas y le dice:

— Esta celda la tengo reservada para tu amiga y su amante, estas dos celdas son las únicas que no se pueden usar, pero de doce mil camas que hay solo me quedan unas ocho libre, por lo que vamos a tener que comenzar a limpiar un poco las celdas. Igual por nuestra cercanía te di una junto a mis padres, que son las mejores.

Cuando John pudo ver dentro de la celda, se horrorizó al encontrar un espacio diminuto de menos de un metro por menos de un metro, con una altura de metro y medio. La celda carecía de baño y estaba equipada con aspersores de agua en las paredes y el techo, así como una luz blanca de alta potencia que iluminaba la habitación constantemente. No había cama ni ningún mueble donde la persona pudiera descansar. La disposición de la celda era tal que el ocupante no podía permanecer de pie, sentarse adecuadamente ni tampoco acostarse. Era una situación inhumana y terrible.

John cerró rápidamente la celda y continuó llevando a Pedro hasta la parte final del pasillo, donde se encontraba una puerta que despertó aún más su curiosidad, al ingresar era una sala especial para conseguir confecciones a través de métodos de tortura. Lo invita a sentarse y comienza a hablar:

— Pedro, amigo mío, si no me hubieras traicionado, todo sería distinto. Pero espero que entiendas que, en estos tiempos de dificultad, debo ser muy precavido…

John respira, observa con una mirada altanera y superior a su alrededor, demostrando que tenía un control completo sobre Pedro, quien permanecía en silencio con la mirada caída al suelo.

— Mi padre y mi madre intentaron traicionar los intereses de la familia y terminaron aquí, al igual que los padres de Anne. Los visito en sus cumpleaños y en Año Nuevo, pero no puedo permitir que nadie traicione mis intereses. En esta prisión hay alrededor de doce mil reclusos, políticos, empresarios, gobernantes y aliados que me han traicionado. Mi abuelo creó esta prisión para este mismo propósito. — agrega mientras señala la habitación en la que se encuentran.

— Pedro, dentro de esta habitación, tienes la libertad de hablar. Tienes mi permiso — concluye John, dejando claro que en ese espacio podían conversar sin restricciones.

Pedro balbucea en voz baja, con miedo de ser electrocutado en cualquier momento. ¿Cómo podría confiar en la palabra de su secuestrador? Repite tres veces, mientras John se acerca para escuchar mejor:

— No te traicioné… No te traicioné… No te traicioné…

— Sí, lo hiciste, Pedro, como todos los que se encuentran aquí. Es importante mantener la disciplina incluso entre tus amigos, aliados y seres queridos.

— ¿Anne sabe de esto?

— ¿De la cárcel? ¿O de su celda?… De ninguna de las dos. Las parejas tienen algunos secretos que se deben guardar bien. Además, solo los que están aquí saben de la existencia de este lugar, por lo que lo sabrá en su momento.

— ¿Y qué pasa cuando salen? ¿Cómo haces para que mantengan el secreto de este lugar?

— Hasta hoy nadie ha salido de acá, ni vivo ni muerto. Escapar es una tontería, el campo esta minado y vigilado, estamos en una isla, no es fácil mi abuelo George Mitz pensó en todo para comenzar a construir este centro de reclusión.

— ¿Y para que me mantienes vivo? Deberías matarme y así tendrías una suite para el verdadero traidor.

— No Pedro, es mejor tener prisioneros que muertos, si falleces no me servirás de nada, mientras que, si te encuentras vivo, puedo en algún momento necesitar información que solo tu posees. Esas tres chicas que estaban en la isla ¿Quiénes son?

— Por mi mátalas, no me importan.

— Ya murió una de ellas, Jennifer o la otra, ya olvidé sus nombres.

— Bien por ella.

— ¿Puedo divertirme con ellas?

— Si te hace feliz, puedo darte la dirección donde viven no me importa lo que hagas con ellas.

— Simplemente quería saber.

— Si buscas alguien para hacerme más daño te puedo dar un nombre.

— ¿Cuál?

Pedro susurrando y viendo a los ojos a John con rabia dice:

— Sofía Svetlana Petrov Magomedov.

— Te juró Pedro que pasará antes a saludarte de ingresar a su celda.

— ¿Cómo puedes tener a tus padres acá?

— Mis padres no lucharon lo suficiente para lograr los objetivos. Solo intentaron crear un mundo donde todos fuéramos hermanos, cantáramos y nos abrazáramos unos a otros. Pero ese mundo no es en el que quiero vivir; no… no… no…

— ¿Y cuál es tu mundo?

— El mundo real, donde los más fuertes sobreviven y los más débiles perecen, donde yo siga siendo el rey del planeta.

John se levanta y se dirige hacia la salida, acompañado por su rehén mientras este último regresa a su celda. John se encamina hacia Berlín, dejando a Pedro cada vez más perturbado. Este último trata de recordar la fecha de la supuesta muerte de los padres de John, que hasta ese momento pensaba que había sido a causa de un accidente aéreo. Nunca hubiera imaginado que ambos estarían vivos en una cárcel en una isla del Caribe.

Sophia regresa a Berlín desde Panamá y se reúne con todos sus aliados, incluyendo a Amir, Mary, los tres hijos Leroy y sus padres, quienes están contentos por el regreso de Céline, aunque ella no le da mucha importancia. Durante la reunión, les explica que tienen un nuevo y único aliado en el Medio Oriente llamado Abud, y que todas las operaciones se realizarán desde Berlín. También enfatiza que todos tienen prohibido ir a los conflictos, ya que no puede arriesgarse a perder a ninguno de los presentes.

Chloe aprovecha la oportunidad para solicitar una reunión en privado con Sophia. Quiere agradecerle personalmente por la recuperación de su hermana menor y también pedir disculpas por haber tomado una decisión tan imprudente.

Decide celebrar, con todos yendo a uno de los mejores restaurantes de Berlín a la noche en una elegante cena, después de unas horas de espera para ir al banquete; Aiko se comunica con ella, John le está pidiendo información sobre Abud, de inmediato entiende que uno de los presentes la esta traicionando con los Smirnoff, intenta pensar mientras ya van de camino a la cena.

Entiende que Mary y Amir no pueden ser, nunca tuvieron contacto con él, además son muy nobles para hacerlo, aunque no confía en nadie; no cree que sean sus primos comparten su mismo pensamiento, por lo que tenían que ser uno de los Leroy, analiza uno a uno, Simón estaba muy entretenido con Mary, no tendría ni tiempo para hacerlo, mientras Chloe está concentrada en los conflictos. O debía ser Céline o algunos de los dos padres que era de los que más desconfiaba, alguno de ellos dos debía ser.

Llegan a la cena según lo pactado, todos se sientan a disfrutar piden bebidas y aperitivos, Sophia comienza explicando y hablando de la lealtad, del honor que tiene la palabra de los amigos fieles, mientras habla ve la reacción en los ojos de cada uno ellos, quiere entender y descubrir quién es la que la traiciona, por un lado Amir siente que traiciona a Mary, al igual que ella siente que traiciona a Amir, Simón muestra amor en sus ojos pero Chloe quiere irse, tenía ya planes con John aunque Sophia no lo sabía y Tatiana no sienten nada, está en la cena por diplomacia pero le da igual estar o no, mientras que Adrienne Leroy y Derek Weber si. Sophia se da cuenta que fueron ellos la que la están traicionando, por lo que intenta acercarse cada vez más a ellos.

La cena continúa pasando la media noche, la primera en irse es Chloe con la excusa de que tiene asuntos que atender; luego de una hora se retiran Mary y Amir, y Simón que se encontraba disgustado porque quería estar con ella, decide irse al rato y Céline lo acompaña, Tatiana lo siguen en unos minutos después yéndose del restaurante, Sophia manipula a todos para que se retiran, hasta quedar con Adrienne y Derek a solas, cuando ellos piensan en irse son detenidos:

— Quédense la noche aun es joven y no he tenido el privilegio de conversar con ustedes.

Derek contesta a Sophia, quiere irse porque sospecha de ellos y la reunión estaba comenzado a ponerse más tensa, sabe que no eran los mejores espías, y que algo hicieron mal:

— Es tarde Sophia debemos descansar.

— Creo que es necesario quedarnos a charlar.

— Insisto Sophia ya es tarde y estamos cansados, no tenemos tu edad y nos cansamos rápido.

— ¿Qué tan bien conoces los conflictos Derek Weber?

— Muy bien, recuerdo los riesgos que tomamos, traiciones y largas charlas, conversaciones eternas para conseguir diferentes objetivos, pero casi lo perdimos todo, por eso nos fuimos a Sudamérica lejos de este mundo, hasta que se encontraron nuestros hijos contigo y volvimos al juego.

— Fue idea de Chloe que se unieran no la mía.

— Solo espero que les vaya a todos bien, y logren todo lo que tienen planeado.

— ¿Pero lo lograremos? Es difícil saberlo, se complican los planes cuando John tiene la información de nuestros planes; es muy valiosa, es costosa y se puede cambiar por cualquier cosa, de que vale tener miles de hombres fuertemente armados, si van a ser emboscados, de que sirve gastar tiempo y recursos en algo que no saldrá como se espera.

— Eres una mujer impresionante, poderosa e inteligente, cuando las cosas no van como se espera es fácil culpar a los demás.

— La culpa es de los culpables, Adrienne espero que sigamos trabajando todos juntos. Es tarde vayamos a descansar.

Horas antes Chloe que fue la primera en salir de la cena donde estaban todos, tenía otros planes con John, pero por la cena habían quedado en que ella se comunicaría cuando se encontrará libre; mientras John esperaría en la habitación de su hotel y luego se encontrarían en algún lugar, pero ella no lo hace y va directo al resort, toca la puerta de su dormitorio sin anunciarse, quería darle una sorpresa, John dice que no pidió nada y que puede irse, Chloe toca con más fuerza y él abre un poco molesto, viendo a Chloe parada frente a su puerta. No sabe que pensar el aún se encontraba en toalla ya que había salido de la ducha y estaba esperando que ella se comunicara para vestirse y salir.

Chloe observa el abdomen y el cuerpo de John; piensa en arrojársele encima y arrancarle la toalla pero, solo pasa y sirve dos copas de vino, él le pide disculpas; que va a vestirse pero ella lo detiene llevando su mano con la bebida a su pecho y le pide que se quede así semidesnudo, salen ambos al balcón, ella cargaba un vestido corto con un gran escote, que al sentarse y con disimulo recoge un poco más haciéndolo aún más diminuto, provocándolo al cruzar sus piernas para que sean vistas por John, y comienza la conversación entre ambos:

— No quería salir a ningún lugar, espero que no te moleste si solo nos quedamos acá.

— Para nada, cualquier lugar es diferente y especial con tu presencia, por ejemplo esto era solo un balcón y ahora se transformó en una torre con una princesa.

— ¿Crees que soy una princesa?

— Ojos hermosos, rostro tallado por ángeles, cabello ensortijado y sonrisa deslumbrante es lo más cerca a la verdadera realeza que conozco.

— ¿Y una princesa se pondría un vestido así?

— ¿Elegante y sexy? Si

Mantiene el silencio mientras cruzan miradas sensuales, beben de sus copas y Chloe se le acerca dando un beso largo, apasionado y delicado a John, en ese momento no importaban los negocios, las guerras, las luchas de poder, solo importaba lo que sentían, Chloe se entrega a John y él a ella, luego de consumar su amor, se queda acostados en la cama tomando sus manos y pensando que sucederá de ahora en adelante y ella le pregunta:

— ¿Y ahora que John?

— Quiero seguir contigo, no quiero dejar de saber de ti, no logro sacarte de mi mente.

— Pero aunque sea lo que deseamos, y tratemos de evitar hablar de todas las cosas que nos separa, ¿Cómo puede servir esto?

— ¿Cómo no puede funcionar? Si ambos lo queremos y lo deseamos; Chloe es primera vez que siento algo tan fuerte por alguien, no quiero alejarme de ti, de tus curvas, de tu cuerpo, de tus piernas, Chloe puedo pasar horas hablando de cualquier cosa contigo.

— Y yo contigo, no pensé que esto pudiera suceder, es un desastre como pude enamorarme de la persona que trato de destruir en guerras, esto no tiene sentido. John estamos locos.

— Lo sé, Chloe no decidí enamorarme de ti, solo ocurrió, y ahora el sentimiento se hace más fuerte. Solo quiero hacerte feliz, y entiendo que quieras destruirme en las batallas, que por cierto eres muy buena en eso, tienes un don.

Ambos se quedan en la cama mimando y acariciándose mutuamente; John observa como la tenue luz de la habitación acaricia el cuerpo desnudo de Chloe y le dice:

— Te propongo seguir juntos, sin pensar que somos rivales en los conflictos, solo quiero no alejarme de ti.

— Y si sigue creciendo, John me cuesta sacarte de mi mente en el día, y las noches hasta sueño contigo, soy muy novata en este tipo de temas.

— Si sigue creciendo tomaremos otra decisión en su momento, pero por ahora quiero seguir así abrazado a tu figura.

30. Poesía

Chu Hua Zung se encuentra en Katmandú, dirigiéndose al templo Pashupatinath. Al llegar, sube las escaleras y entra al interior del templo, donde enciende inciensos como es costumbre. El humo y el aroma de la mirra llenan el aire mientras los sonidos de los cuencos tibetanos y los cánticos de los monjes crean una atmósfera sagrada. Avanza por los pasillos hasta llegar al final, donde dos monjes custodian una pequeña puerta de madera antigua. Ellos le abren la puerta y ella entra.

Dentro, encuentra a un hombre sentado en postura de meditación. Él tiene el pie derecho sobre el muslo izquierdo, el pie izquierdo bajo el muslo derecho, las manos colocadas en su regazo con los pulgares tocándose y un tilaka en el centro de su frente. Está vestido con un dhoti rojo adornado con detalles dorados, emanando una presencia serena y poderosa en el ambiente del templo.

Ella pasa y se sienta de la misma forma al frente de este hombre, los dos con los ojos cerrados meditando cerca de una hora, cuando este hombre susurra Chu, y ambos abren los ojos lentamente; mantienen un tono de voz muy bajo y ella contesta:

— Yash, no hay árbol que el viento no haya sacudido…

— Algunos caen, pero siempre hay los que soportan; Chu Hua caminemos.

Los dos se colocan de pie y caminan por los pasillos del templo, Yash Ram con sus manos detrás el Yapa Mala que jamás soltaba y continúan conversando:

— ¿Chu Hua; observas al igual que yo a las familias?

— Siempre lo hago.

— Ya han desaparecido varias y otras están a punto de hacerlo.

— Yash las que desaparecieron ya no existirán y las que están a punto de hacerlo aún no lo hacen, en este momento se encuentran en su punto más alto.

— Si están en su punto más alto, solo les queda descender, las sociedades que se alejan de sus tradiciones desaparecen, cuando los más jóvenes no conocen a sus ancestros, no saben sus historias, tradiciones y no se reconocen a sí mismos como parte de algo más grande, el resultado es la autodestrucción, cuando el hombre se reconocía como el centro del universo y todo giraba alrededor de sí, al darse cuenta de que no era de esta forma, se frustro y quiso darle un giro final a esa historia pero ya era muy tarde, el final y la caída siempre es el capítulo más amargo.

— No será fácil Yash, ellos creen en sus ideales y sabes lo que ocurre.

— Más guerra y más autodestrucción.

— Es un poco más complejo, ellos creen, cada uno por separado, que son capaces de ganar, que su triunfo será aplastante y no hay mayor peligro que un loco que cree tener la razón.

— Tener la razón puede ser un consuelo, pero la verdadera sabiduría está en saber cuándo ceder incluso si no la tienes, llegará el momento en que se darán cuenta que es el final de sus familias y eso va a ser lo peligroso.

Ambos continúan caminando a paso lento por los pasillos del templo, mientras prenden algunos inciensos y tocan algunos cuencos:

— ¿Le ofreciste el trato en la reunión que tuvieron?

— Todos se negaron, ya lo tenía previsto menos Sophia, aunque termino trabajando para ella misma, la antigua familia Leroy y los Sani.

— Los Smirnoff, los Perez, los Brown y los Schmitt aún continúan juntos.

— Pero sin fuerza, por ahora está ganando Sophia.

— Ganando tiempo?

— Tiempo, recursos y aliados.

— ¿Sabes cómo destruirla?

— No creo que sea necesario, o aun no, Yash esperemos cuando alguno de los dos destruya al otro, será mucho más fácil.

— ¿La proteges?

— Me protejo yo.

— ¿De ella?

— Y de ti.

— ¿Yo debo protegerme Chu Hua?

— Ya lo haces.

Yash la observa a los ojos, sabe que ella no confía en él:

— ¿Aun no confías Chu?

— El mundo está lleno de falsas promesas y la desconfianza es nuestra única defensa, tengo la misma confianza que tú me tienes a mí, creo que todo debe ser reciproco Yash; todos queremos algo, pero tú y yo queremos lo mismo, en la misma cantidad y de la misma forma, eso complicará la confianza ahora y en el futuro.

— Yo solo quiero la paz Chu Hua.

— Todos quieren paz, pero no saben qué hacer con ella. Todo tiende al caos y al desorden, un régimen mundial, de ser posible, es probable que no dure mucho tiempo, alguien siempre querrá lo que no puede tener.

— Sabes que cuando nací mi madre y mi padre querían venderme, pero querían tener la posibilidad de criarme; no tenían con qué; pero al final, decidieron no hacerlo y crecí junto a ellos, entre basura, recolección, clasificación y venta de desechos, daban unas pocas monedas por día, que no alcanzaba para comer, mucho menos para algún lujo. Pero un día mi padre consiguió entre la basura un collar de perlas y oro blanco, algo que a simple vista era muy caro, mi madre quería quedárselo jamás había tenido algo así en su vida, mi padre que la amaba con toda su alma, decidió que permaneciera en su cuello; ella lo portaba con elegancia y orgullosa de su tesoro, pero unos jóvenes también lo querían y fue asesinada por eso, por un mineral inerte dorado y nácar dos cosas sin vida, sin alma y para mi sin valor, desde ese día entendí que lo valioso es la vida y para protegerla hay que eliminar todo lo que no quiera hacerlo, gobiernos, personas, ejércitos y especialmente las familias de poder.

— Y tu mejor forma es convirtiéndote en una de ellas.

— Yo no tengo familia y jamás la tendré.

— Es difícil creerte, que seas alguien tan altruista.

— No lo es, creo que he venido a este mundo con un solo propósito, y es liberal a este mundo de toda la tiranía de estas familias.

— ¿Eso quiere decir que debo desaparecer?

— Todos tenemos un propósito en este mundo espero que puedas encontrarlo.

Ambos continúan caminando por los pasillos del templo, y Chu continúa hablando:

— Yash ¿Y cómo «liberarías el mundo» ?, en la historia ha habido muchos libertadores y al final siempre se convierte en tiranos ¿Cuál sería la diferencia?

— Los tiranos trabajan solo, esa es la diferencia.

— ¿Por eso las cuatro personas que siempre andan contigo pero se esconden?

— ¿Hablas de Thomas Taylor, Esther de León, Elizabeth Jones y Carlos Bustamante? Son solo aprendices y tienen potencial.

— ¿Y me los nombras abiertamente?

— Si ya sabes de su presencia sabes sus nombres y orígenes; que desayunaron esta mañana y la marca de sus champús; de lo contrario no los habrías mencionado y pronto dejarán de ser un misterio; los secretos evolucionan a murmullos y estos rápidamente se convierten en información; espero que sigan siendo susurros en pocos oídos.

Chu Hua se da cuenta que los planes de Yash Ram son muy amplios y extensos, comienza a preocuparse, pero debe ser cautelosa, no sabe dónde inician las verdades y donde terminan, es una línea delgada que necesita entender, comprender y averiguar para saber cómo contrarrestarlos.

31. Traiciones y Verdades

En Berlín siguen los trabajos llevando a adelante dos conflictos, que está perdiendo notablemente John, por lo que este se acerca junto a Olivia y Anne para conversar con Sophia, esta última le pide a Adrienne que la acompañe, quería descubrir si verdaderamente ella era la espía, Derek también quiere participar, pero es detenido por Simón requiere unas consultas de él; quedan en encontrarse en un pequeño café. Al llegar Sophia y Adrienne saludan a todos los presentes, Aunque el clima era muy tenso ya que Olivia aun creía que Hasan fue asesinado por ella, Anne se encontraba en un triángulo amoroso y John no la soportaba, era su mayor contrincante. Comienza hablando Sophia que dice directamente:

— Por poco y pierdo la vida, tenía una reunión con mis hombres en Bagdad que bombardeaste, pero aun el destino no me quiere ver con mis lindos ojos cerrados.

Anne observa los ojos de Sophia, siempre fueron su debilidad y John se percata de la indirecta:

— Lindos, mentirosos y crueles. Sophia hubieras esperado un poco más, así hubiera terminado muchos problemas.

— Por cierto, mándale saludos a Pedro.

Sophia había recibido la información que se encontraba en Guantánamo prisionero de John.

— No sé nada de Pedro, si no recuerdo mal, tu fuiste la última que estuvo en la isla.

— Yo salí de la isla y luego llegaste tu con unos hombres, por cierto, creo que la chica que nos trae el café recuerda haberte visto salir con Pedro.

Se acerca a la mesa una joven de la edad de Sophia, cabellos negros y ondulados con una sonrisa hermosa, cara redonda y hoyuelos en las mejillas, de cuerpo corpulento y curvilíneo que se acerca con unos cafés para los presentes, John de inmediato recuerda que era una de las chicas que estaban en la isla. Y Sophia le pregunta:

— ¿Luisana recuerdas al señor John Smirnoff? Que se encontraba en la isla el día que desapareció Pedro.

— Hola Señores, si lo recuerdo, se fue con unos cinco hombres sometiendo y golpeando a Pedro, en una lancha hermosa.

— ¿Y eso fue antes o después de que yo saliera de la isla?

— Después, Pedro se quedó solo hasta que el apareció con varios hombres armados.

— Gracias Luisana.

Todos observan a John en especial Anne y Olivia, que quedan estupefactas al no creer lo que están escuchando, Sophia continua:

— Mándale mis saludos, es una isla compleja para vivir, pero si lo ves, dile que necesito que se escape, necesito un poco de ayuda acá. Es difícil y peligroso pensar diferente, chicas tengan cuidado.

Sophia le dice la última frase a Anne y Olivia que se encuentran desconcertadas por la desaparición de Pedro y ambas lo discrepan y le preguntan:

— ¿Es cierto lo que está diciendo Sophia?

— Anne no es el lugar ni el momento indicado, no vinimos a esto; Sophia vine por otro asunto, quiero hacer un cese al fuego por unos meses en el medio oriente.

— ¿John, quieres rearmarte para no perder más de lo que ya perdiste? Interesante, o ¿necesitas que te pasen más información de nuestros planes?

Adrienne observa por unos pocos segundos a John y le devuelve la mirada, era lo que Sophia estaba esperando, corroborar sus sospechas y ahora las tiene clara, mientras esto pasa, Luisana sale de la cafetería y se aleja de ella, sabía que quedarse era muy peligroso para ella y la necesitaba segura. Adrienne al verse acorralada y casi descubierta comienza a hablar:

— En mis tiempos, solíamos darnos algunos tiempos libres, algunos ceses de las hostilidades para reagrupar a los hombres, contar bajar y rearmar nuevos combatientes, creo que sería adecuando hacerlo Sophia.

— Lo pensaremos, pero que ganaríamos nosotros.

— Ganaríamos tiempo Sophia.

Sophia se queda pensando unos segundos, no quiere tampoco que John pierda la confianza con Adrienne, sabe que tienen contactos y podría usarlo en su contra, por lo que piensa aceptar el cese de los conflictos por un tiempo determinado, pero quiere ver que le puede proponer John:

— ¿Si aceptamos el cese de los conflictos que me darías a cambio?

— Te daría el nombre de mi informante.

— Acepto.

John escribe en un papel un nombre, lo dobla sin que nadie lo vea y lo desliza hasta donde se encuentra Sophia, ella lo lee, lo mira fijamente por un tiempo, toma el papel y lo guarda en un bolsillo de su campera, se levanta de la mesa, y dice:

— Dos semanas, a partir de mañana, ni un día más ni un día menos.

John acepta, y sale todos del café, al acercarse Adrienne a ella la desvía, le dice que ella caminará, que se vaya en la camioneta al lugar donde se encuentran los chicos, tiene otras cosas que hacer; pero se nota muy preocupada, queriendo saber que nombre escribió en el papel, pero simplemente se aleja rápido del lugar. Anne y Olivia dejan solo a John, y van a otro hotel, no quieren estar cerca de él por lo de Pedro, y aunque trato de acercarse de igual forma ellas no quieren, John se queda pensando si fue un error haberse reunido con ellos.

Sophia va hasta el departamento de Luisana, y la felicita por mantener la calma:

— No sé porque debes felicitarme, si te engañé cuando te dije que era la esposa de Pedro, me creíste todo lo que te dije.

— Por eso estas acá conmigo y no en la favela donde vivían tus padres, gracias a esa mentira tus padres se encuentran en un lugar seguro y tú en Berlín.

Tocan la puerta, Luisana abre y era Amir, saluda a Luisana con un beso en los labios y de igual forma lo hace con Sophia, pero esta se encuentra un poco distante, piensa en el papel que le pasó John. Amir le sirve tres copas de vino y se mete en la bañera con Luisana mientras Sophia desde el balcón bebe la copa y los observa mientras mantienen relaciones, casi inmóvil como contemplando un cuadro, una pintura o una escultura renacentista.

Mientras los gemidos de Luisana y Amir llenan cada espacio del departamento, Sophia solo piensa en una persona, Aiko, el nombre que le paso John, que tan real puede ser se pregunta, y no aguanta más y se comunica con Hua Chu:

— ¿Qué tanto confías en Aiko?

— Justo hablaba de la confianza con un colega, ¿Qué te hizo decirme esto?

— John me lo dijo.

— ¿Y le crees?

— No, pero quiero entender ¿por qué lo haría? Si es cierto, no sé realmente para quien es su lealtad y de no serlo, sospecha de ella y podría ser peligroso.

— ¿Crees en Aiko, Sophia?

— No creo en ella, pero es Adrienne la madre de los chicos.

— Entonces sospecha de ella.

— Y también de Aiko.

Sophia deja la copa y toma la botella completa de vino en su mano, se une a Luisana y Amir, derramando el agua de la bañera, pero tomando el control de la relación, en ese momento se encontraban los dos para complacerla solo a ella, mientras bebía vino y pensaba en otra cosa.

Cerca de ellos en un hotel se encuentran Anne y Olivia discutiendo lo de Pedro, si lo hizo con él lo podría hacer con ellas, no pensaban que fuera tan cruel, y piensan como la estará pasando en esa cárcel, se encuentra aún con vida o lo asesinaría, también se preguntan quién es Luisana y quien es Adrienne, porque es tan confuso todo, quieren aclarar unas cosas pero saben que John no hará ninguna confesión que lo ligue con todo eso. Y deciden invitar a Sophia necesitan hablar con ella.

Por otro lado, Adrienne con los chicos que se encuentran trabajando, no les dice la decisión de Sophia de cesar un tiempo los conflictos, le pide a Derek que vayan a su vivienda, no se siente bien y quiere descansar, por lo que al dirigirse a su departamento y al llegar se encuentra con John en el salón, sentado tomando un whisky y fumando un puro:

— No crees que es muy peligroso, que te encuentres en nuestra sala, cuando acabamos de reunirnos.

— ¿Qué sabes del cese?

— Lo mismo que tú. Que será durante dos semanas contando desde mañana.

— Sophia, sabes que tú eres mi contacto.

— Me he cubierto muy bien, lo dudo John.

— Ella ya lo sabe, y si es así no me sirven ninguno de los dos, eso es un problema.

Derek va al baño y se comunica con Céline, le dice que la ama, que no se acerquen a su departamento y que todo saldrá bien. Afuera del baño y sigue hablando Adrienne con John:

— No debe ser así, ella no sospecha, ¿O le pasaste mi nombre en el papel?

— No, no lo hice, le pasé otro nombre quería ver su expresión.

Adrienne y Derek se encuentran nerviosos, saben que se metieron en un gran problema y se encuentran en el medio de dos grandes poderes, piensan en sus hijos, en qué pasará con ellos, y esperan salir de esta con John, por lo que se les ocurre una idea. Le explican a John que si les pasa algo Sophia sabrá que fue él, es mejor esperar que pase todo esto, y aunque han sido muy perspicaces, cautelosos y cuidadosos lo serán más, tratarán de conseguir la información de otra forma, le explican casi suplicando por sus vidas. John acepta a regañadientes, pero sabe que ya no puede confiar en ellos. Al salir John del departamento, se disponen a decirle la verdad a Sophia, es la única forma que tienen para sobrevivir.

Derek y Adrienne se dirigen al departamento donde se encontraban sus hijos, junto a Tatiana que al preguntar por Sophia les contesta que ya debe estar por llegar, debe explicarnos el cómo seguir porque al parecer hubo un cambio de planes, Chloe observa a sus padres muy nerviosos les hace un té para calmarlos, aunque no querían decir nada por lo que se encuentran así. Al cabo de unas horas llega Sophia al departamento, y Adrienne le pide hablar, ella sabiendo lo que le iba a decir, le dice que puede hablar delante de todos, somos un equipo y no deben tener secretos, de esa forma es que se crea la confianza, Adrienne habla para todos:

— Les he fallado a todos y cada uno de los presentes.

Todos se extrañan al escuchar eso de Adrienne, y Derek se encuentra a su lado explicando:

— Hemos pasado información a John, de los conflictos, queríamos salirnos antes pero no encontramos el momento adecuado.

Chloe le responde mientras Sophia solo se queda callada:

— ¿Cómo han podido? Casi muere Céline por culpa de ustedes, perdimos grandes jefes, casi muere Sophia que estaba rescatado a su hija, perdimos mucho.

— Hija no lo sabíamos.

Después de unos minutos de silencio mientras todo tratan de asimilar la información, Tatiana se sale de la habitación, no soporta lo que está sucediendo y detrás de ella sale Céline. Sophia comienza a hablar:

— Equivocarse es de humanos, pero rectificar de sabios, que puedo hacer para que realmente confíen en mí y en sus hijos, ¿Qué sabe John?

— Nada importante, ya no le pasaremos más información.

— ¿Lo viste antes de que vinieras acá?

— Si.

— Sus vidas corren peligro, ¿Saben eso? John no es una persona que tolere las traiciones, mira lo que le ocurrió a Pedro, tienen un sitio más seguro que este donde puedan esconderse un tiempo.

— Si, tenemos un sitio seguro en Brasil donde sabemos que no nos encontrará.

— Perfecto, ¿Cuándo podrían partir?

— Hoy mismo de ser necesario.

— Creo conveniente que lo hagan si saben que no los encontrará allá. Berlín ya no es seguro para ustedes.

Adrienne y Derek abrazan a sus hijos y entre lágrimas se despiden, saben que no pueden quedarse, no puede estar cerca del radar de John, Simón dice:

— No se comuniquen por medios convencionales por un tiempo, a John se le puede hacer fácil encontrarlos y eso sería muy peligroso; Yo los acompaño, traten de viajar de turistas a Brasil para que le sea más difícil rastrearlo.

Les dan unos pasaportes falsos, pero Sophia le pide a Simón que no los acompañe sería evidente que quieren escapar, salgan por la puerta trasera del estacionamiento, por el área de mantenimiento, ellos realizan lo que les indican para dirigirse al aeropuerto, pero a solo unas cuadras son interceptados, obligados a subir a una camioneta, ya dentro los somete, tapan sus cabezas y sujetan sus manos, abordan un avión y son llevados por personas que no responden sus preguntas, que no hablan, pero no los golpean ni maltratan, quieren escapar pero saben que eso será imposible. Le inyectan algo en el brazo lo que hace que se desmayen.

Al despertar, se encuentran en celdas separadas sin ventanas ni entradas de luz, sumidas en completa oscuridad y humedad. Las celdas son pequeñas, apenas unos pocos metros cuadrados, y al palpar las paredes descubren una cama, un lavamanos metálico con un inodoro, una puerta metálica y poco más. Intentan gritar, pero el silencio es absoluto, tanto de dentro hacia afuera como viceversa, lo que resulta inquietante. De vez en cuando suena una campana interna, indicando la entrega de comida a través de una pequeña compuerta debajo de la puerta, donde deben dejar la bandeja vacía anterior.

Derek que no sabía nada de Adrienne entra en una huelga de hambre, las bandejas eran extraídas tal cual eran ingresadas, y así pasaron cinco días, hasta que una mañana, abren la puerta e ingresan dos hombres con pasamontañas vestidos totalmente de negro, sin insignias sin nada. Con una silla metálica, lo sientan y sujetan su cabeza mirando al techo, colocan un abrebocas, aunque quiere resistirse era imposible hacerlo, introducen una sonda hasta su estómago, casi se ahoga, lloraba de dolor, por el maltrato en su garganta, y fue alimentado a través de la sonda, en ese momento entendió que lo querían mantener vivo. Al finalizar el proceso le muestran un papel con un escrito que decía «Si no te alimentas tú mismo, la próxima vez te alimentaremos durante semanas nosotros, te mantendremos amarrado a esta silla con la sonda instalada día y noche». Lo sueltan y lo arrojan a la cama, cierra la puerta y vuelve a estar en oscuridad total, sin ningún sonido solo su tos y llanto.

Después del secuestro de los Adrienne y Dereck, John y Chloe están juntos y deciden hablar sobre la situación de los padres de John. Él rompe el acuerdo de no hablar sobre los conflictos y revela que sus padres contactaron con él debido a la falta de confianza en Sophia por parte de Adrienne, quienes solo buscaban proteger a sus hijos. Chloe también rompe las reglas al revelar que planean esconderse en Brasil por un tiempo para alejarse del foco de atención en el que se encuentran actualmente.

Luego de que John se compromete a no hacerles daño, propone a Chloe tomarse unas vacaciones juntos por un tiempo. Aunque Chloe está ocupada, finalmente acepta y deciden ir a una isla remota en el océano Índico para disfrutar de una semana de luna de miel y tiempo juntos. Chloe se prepara para el viaje y durante los cuatro días de luna de miel, ambos continúan trabajando en los conflictos armados, respetando el acuerdo de no hablar sobre ese tema entre ellos.

Por otro lado, en el bar del hotel, Olivia y Anne se reúnen para discutir la situación de Pedro y deciden pactar una reunión con Sophia. Al llegar a la reunión, Olivia pregunta cómo Sophia sabe acerca de Pedro, ya que han estado investigando durante casi una semana sin encontrar respuestas.

Sophia responde que la verdadera pregunta es por qué Pedro está recluido por John. Anne, impactada por la noticia y sin poder creer lo que está pasando, le pide a Sophia que confirme si es cierto lo que está diciendo.

Sophia comprende la incredulidad de Anne al ser su esposo y le confirma que Pedro está encarcelado en una de las peores cárceles del mundo, lo que aumenta la preocupación y angustia de Olivia y Anne por la situación de Pedro.

Sophia está tratando de hacerlas cambiar de opinión, y justo Céline se comunica con ella en plena reunión, le da la información que sus padres fueron raptados en el mismo momento en que salieron del edificio, ya tienen cerca de una semana desaparecidos, nunca fueron a Brasil, pero alguien abordó en vuelo; por eso creyeron que realmente se encontraban en ese lugar, le dice que se acerque hasta el bar del hotel, Sophia continúa hablando con Olivia y Anne, explicando la situación, si eso lo hizo con Pedro ella temía que pudiera hacerles algo similar, no entiende porque actúa de esa forma.

Unos minutos después llegó Céline al bar del hotel, asustada, angustiada y muy molesta, explica la situación, recalcando que sabe que fue John, diciendo que se vengará de una u otra forma, Anne no puede creer que está sucediendo, se levanta de la reunión para salir a buscar a su esposo, y parte sola. Sophia trata de acercarse manipulando la situación, Olivia comienza a creerle y que es posible que lo que le paso a Hasan, Delphina y Karla fue un accidente o hasta la posibilidad de que haya sido el mismo John, entre las dos tratan de calmar a Céline por lo de sus padres.

Anne se encuentra con John, que lo nota bronceado hace unas horas había regresado de nuevo a Berlín a traer a Chloe pero no le da mucha importancia y le pide explicaciones por Pedro, lo que él se reúsa diciéndole que eso no es problema de ella, discuten un rato hasta que él pierde el control y la golpea, a los segundos se da cuenta de lo que le hizo viéndola en el piso tomándose la mejilla; pide disculpas pero ella se enoja mucho, y le dice que no quiere ni preguntarle por Adrienne y por Derek, se levanta mientras John dramáticamente le dice que lo hizo sin querer, que lo perdone, ella se da media vuelta y sale de la habitación, mientras el trata de sujetarla ella le dice con rabia:

— ¡Suéltame! O vas a volver a golpearme o peor aún me vas a raptar para llevarme a una de tus cárceles.

John se queda mirando cómo Chloe se aleja de él, mientras se pregunta qué ha pasado con Adrienne y Derek. También se cuestiona qué estará sucediendo con Chloe en ese momento. Por un instante, considera la posibilidad de que si estuvieran en Estados Unidos, Anne ya estaría camino a ver a Pedro en Guantánamo.

Sophia logra mantener la tregua en Medio Oriente durante unas semanas, pero luego los conflictos se renuevan. En contraste, John enfrenta dificultades debido a la falta de apoyo y transporte para rearmar a sus hombres, lo que lo lleva a perder terreno en los conflictos. Céline y los demás responden con acciones más contundentes contra John como parte de su venganza, debilitando aún más sus defensas. Además, Olivia no puede proporcionar los recursos necesarios desde Estados Unidos, lo que complica la situación.

Aiko, la única aliada que le queda a John y quien desconfía de Sophia, nota su desempeño insatisfactorio y se siente frustrado. John intenta comunicarse a diario con Anne, pero no recibe respuesta, lo que aumenta su sensación de soledad y aislamiento. Se enfrenta a la realidad de que el éxito de sus antepasados contrasta fuertemente con su actual declive. Además, su profundo enamoramiento por Chloe lo distrae y estresa aún más, contribuyendo a su situación difícil.

32. El Amor

Adrienne que se encuentra aún encarcelada, ve como se abre la puerta y se encienden las luces, dos hombres ingresan a la habitación la toman del brazo y la meten en una habitación donde se encuentra dos sillas y una mesa en el medio, tratando de adaptar la vista a la luz observa a Sophia que le dice si desea comer o beber algo; mientras los hombres cierran la puerta, Adrienne piensa que atacarla sería algo inservible porque no tenía fuerzas y se encontraría de cualquier forma en desventajas, ella le responde simplemente que no quiere nada y ella continua hablando:

— Adrienne tenías todo y lo destruiste por nada, pudiste convertir a tu familia en una de las más poderosas del mundo, pero preferiste morder la mano que te dio de comer.

— ¿Sophia como esta Derek? ¿Cómo están mis hijos?

— Derek se encuentra bien y esta acá contigo, Chloe ha crecido como persona cree que ha sido John por lo que ha resultado beneficioso está ganando los conflictos fácilmente, nunca pensé que traerte acá dieran tantos buenos beneficios, Simón y Céline angustiados por tu situación, pero yo todos los días le doy fuerza y esperanza de que todo saldrá bien; le digo que pronto volverás.

— Sabes conocí a tu padre fue un gran hombre.

— ¿A cuál de los dos Maxim o Jean? Porque con uno de ellos tuviste un hijo, serías como mi madrastra, que extraño como se entrelaza todos los destinos, todas las historias. Si quieres apelar a mi compasión trayendo a mis padres a la conversación te digo que no servirá. A uno lo asesine porque asesino al otro.

— ¿Qué vas a hacernos?

— Lo que debo hacer, no me dejan más opción, pero por ahora solo conversar, quiero entender porque confiaste en el hijo de las personas que los traicionaron.

— Lo hice por mi familia, por el bien de mis hijos.

— Juguemos un juego si quieres salir con vida de acá.

— No creo que tenga opción.

— Te daré un arma con una sola bala, te vendaré los ojos, si te los destapas matare a alguno de tus hijos, si me hieres dejare salir a Derek.

— ¿Y si me niego a participar en tu macabro juego?

— Morirás después de ver morir a Derek y traeré la cabeza de tus hijos acá.

Adrienne no sabe qué hacer, si continuar con el juego de Sophia, seguir con todo esto pero sabe que no es una mujer que no tenga palabra y si se reusaba Derek y sus hijos moriría por lo que al final decide hacerlo, Sophia le explica que se mantendrá en la misma habitación, le coloca una cinta para tapar sus ojos, sabía que si se la quitaba alguno de sus hijos moriría, estaba nerviosa se encontraba ansiosa por darle en la cabeza a Sophia y pensó en ese momento que pasaría si lograba dispararle y ella fallecía, pero ya a esta altura solo deseaba con toda su alma poder darle en el cráneo.

La hace girar un par de veces, explicando que el arma que le daría tiene una sola bala así que debía estar segura. Le da el arma, la toma con ambas manos se concentró en su oído, quería escuchar sus pasos, y así saber dónde se encontraba.

Escucho unos pasos a los cuales apunta pero se movían a su perspectiva muy rápido; voltea para colocarse frente a ella, pero escucha por detrás unos pasos y continua así por unos minutos, escucha una risa en uno de los lados y al cabo de un rato comienza a escuchar palabras de Sophia que venían de un lado y del otro hasta que logra sentir con su arma lo que parecía ser el cabello de ella, y dispara; sé queda quieta escuchando como un cuerpo cae al suelo, quiere quitarse la venda de los ojos pero recordaba las reglas del juego, escuchaba como trataba de respirar con dificultad, se quejaba en el suelo, pero en el fondo no confiaba podría ser una trampa, y escucha una risa, sabía que provenía de Sophia que le quita la venda de los ojos, en ese momento se da cuenta que la persona que se encontraba en el piso era Derek, que la veía fijamente a los ojos tratando de decirle algo mientras sujetaba con sus manos la herida en el cuello de donde brotaba una gran cantidad de sangre que empapaba todo el piso a su alrededor, mientras se escuchaban las risas sin control de ella.

Adrienne se arroja sobre Derek, lagrimas recorría su rostro mientras era arrastrada por dos hombres a su celda, volviendo a encerrarla, a los minutos vuelven abrir la celda y era Sophia con el cuerpo de Derek que aún estaba con vida tenía una venda como un curetaje del tiro, no podía hablar pero movía sus ojos sujetando su herida, y es tirado en el piso dentro de la mazmorra, ella se arrojó al piso tratando de ayudarlo y diciéndole que resistiera, comienza a pedir ayuda, pero Sophia solo sonreía y cierra la puerta dejándolos solos a los dos pero le dice antes de irse por una ventana de la celda, lo verás morir y también como su cuerpo se pudre, las luces permanecerán encendidas para que puedas ver todo el proceso.

Mientras tanto Simón se reúne con Mary, tenían un vínculo especial y quería desahogarse por lo que estaba ocurriendo con sus padres, le cuenta como terminaron viviendo en Brasil después de que su familia perdiera toda su fortuna e influencia, le explica la situación con los Dupont, recordando lindos y malos momentos con sus padres, Mary igualmente le cuenta un poco de la historia de su familia, el asesinato de su padre por parte de su medio hermano a lo que el responde que nunca pudo conocerlo, esquivando en todo momento el tema de la relación de Amir, ya que mantenía una relación con ambos y Simón sabía bien todo lo que ocurría pero no podía dejar de sentir celos.

33. Construyendo Futuros

Yash Ram por otro lado se encuentra en Templo del Cielo en Pekín; caminan por los pasillos hasta toparse con Chu Hua y comienzan a actualizar sus informaciones:

— Chu Hua Zhang la familia Leroy con el apoyo de la familia Petrov está creciendo y eso puede ser peligroso para nuestros planes, había entendido que Sophia solo estaba para destruir el bando rival, pero ahora crea una.

— Sophia a eliminado tres familias por completo, los Dupont, los Gonzalez y los Khan, tiene bajo control el medio oriente, los Sani y sus recursos; así como el control casi toda Europa, la familia Leroy solo son sus lacayos. ¿En cambio tú que has hecho?

— John ha destruido la familia Perez y sus medios de transporte que al final te beneficiaran más a ti que a mí, controla los recursos de los Schmitt y los Brown, anterior a esto destruyo los Jones que eran la familia más poderosa de la tierra, su familia acabo con una de las mayores y más poderosas de la historia. Y se está autodestruyendo más rápido de lo que jamás pensé que podría, lo estoy autodestruyendo desde adentro sin darle más poder.

— Aiko está haciendo un gran trabajo, pero no podemos exponerla tanto, John y Sophia sospechan cada vez mas de ella, por eso la invite hoy a esta reunión necesitamos hablar para entender a lo que nos estamos enfrentando.

Continúan explorando los pasadizos prohibidos del templo, llegando finalmente a una enorme biblioteca que alberga antiguos manuscritos. Estos documentos revelan la grandeza que alguna vez tuvo el imperio chino, pero también cómo los Jones, a lo largo de las generaciones, contribuyeron a su destrucción desde adentro. Chu Hua toma uno de los libros y, observando la portada, comparte una historia transmitida por su padre y las generaciones anteriores.

La historia habla de los tiempos de esplendor del imperio chino, sus logros culturales y tecnológicos, así como sus vastos territorios y la armonía que existía en ese entonces. Sin embargo, también relata cómo la codicia y la ambición de algunos miembros de la familia Jones, influenciados por intereses externos, llevaron a intrigas y traiciones que contribuyeron al declive del imperio. Chu Hua enfatiza cómo esta historia es un recordatorio de la importancia de preservar la cultura y la historia, y de aprender de los errores del pasado para construir un futuro mejor.

Chu Hua continúa explicando la historia de su familia y la relación con los Jones, Petrov, Zhang y Smirnoff. Menciona cómo en el pasado, los Zhang tenían un gran imperio en el oriente, pero su confianza en los Jones les costó caro cuando estos últimos introdujeron el opio en su sociedad, desencadenando una serie de problemas y la destrucción de su familia. Aunque sus ancestros intervinieron y colaboraron con los Smirnoff para contrarrestar la influencia de los Jones, sufrieron grandes pérdidas y tuvieron que huir por un tiempo.

Yash, al escuchar esto, reflexiona sobre la importancia de aprender de la historia y no olvidar las lecciones del pasado. Comenta que las piedras en el camino se pueden esquivar y superar, pero señala que la intervención de los Zhang y otros actores en la historia ha desencadenado conflictos y guerras que muchas veces son olvidados con el tiempo. Yash destaca la necesidad de reconocer que no somos el centro del universo y de entender las consecuencias de nuestras acciones en la historia y en el mundo actual.

Olivia se presenta en la residencia de los Petrov junto a Anne, donde se encontraba Sophia y aunque ellas no los sabían se encontraba Adrienne junto al cuerpo sin vida de su esposo Derek. Al llegar se sorprende de verlas allí, no le habían informado su equipo de inteligencia la llegada de ellas, posteriormente de saludarlas e invitarlas al despacho de Maxim, les pregunta a que se debía la visita a lo que Olivia le responde:

— Sophia vinimos a colaborar contigo, lo que John le hizo a Pedro no lo podemos permitir, no creíamos que fuera una persona tan malvada, sin escrúpulos y ahora con lo de Adrienne y Derek nos preocupa que quiera avanzar, aplastando a todo y a todos.

Sophia no podía apartar la mirada del rostro de Anne, aunque sospechaba lo sucedido, no podía ignorar el hematoma en la mejilla de Anne. Su expresión seria daba un aire de preocupación. Sophia le preguntó directamente qué le había sucedido, su tono denotaba una seriedad que infundía cierto temor.

Anne trató de restar importancia al asunto, asegurándole que no era nada importante y que ya había pasado. Aunque Sophia intentó respirar profundamente y seguir adelante, no podía procesar lo ocurrido. Era algo que no podía ignorar ni dejar pasar fácilmente. La conversación continuó, pero en todo momento, Sophia no pudo evitar que sus pensamientos se centraran en lo sucedido, quedando en que querían apoyarla contra John y su influencia.

Sophia invitó a Anne a quedarse a pasar la noche, mientras Olivia se retiraba a una habitación de invitados. Anne aceptó la invitación de Sophia y se dirigió al dormitorio de esta última. Una vez allí, se sentaron juntas en un mueble. Sophia, con delicadeza, apartó el cabello de Anne detrás de su oreja, como si estuviera tratando de no perturbar una telaraña frágil.

— Mientras observaba el moretón en la mejilla de Anne, Sophia comenzó a hablar: «Cuando un hombre golpea a la mujer que dice amar, a la mujer que ha decidido compartir su vida, muestra su verdadera naturaleza. Para mí, Anne, eres como un tulipán hermoso y único, y mereces ser tratada con respeto y amor en todo momento.

Mientras sus ojos llenaban de lágrimas, mientras acariciaba con sus manos dulcemente el rostro de Anne, y ella le responde:

— Creía en él y no soy un tulipán Sophia, sabes que puedo defenderme sola no necesito que me veas como una víctima, no lo estoy defendiendo no lo tomes de esa forma, no lo tomes personal contra él, de eso me encargaré yo.

— ¿Qué no lo haga personal?

— Prométemelo

— No puedo prometerte eso. Anne me conoces más que nadie en este mundo, sabes lo que soy y lo que no soy, nunca he hecho algo personal, pero creo que John selló su fin cuando levanto su mano contra ti, soy una persona tranquila, pacifista y creyente del perdón, pero todo tiene límites, cruzar esas líneas son peligrosas.

— John es una persona peligrosa, debes tener cuidado en lo que estes pensando hacer.

— Lo tendré, siempre y cuando me prometas que lo tendrás tú también.

— Se cuidarme Sophia.

— Prométemelo.

— Te lo prometo.

Sophia la abraza inesperadamente y rompe a llorar, Anne trata de calmarla, nunca había visto quebrarse de esta forma a ella, siempre fue una persona fuerte, y repite pude haberte perdido, si John hubiera perdido sus cabales y te hubiera hecho más daño, si te hubiera llevado a la cárcel, el no saber nada de ti, el no saber que te encuentras bien me hubiera derrumbado, Anne la abraza y le responde que se calme que no pasó nada, toma el rostro de ella con sus manos por las mejillas, observa como las lágrimas recorren su cara y le da un beso en los labios y luego en su frente mientras Sophia se aferraba a su cuerpo, luego toma sus manos, las mira detenidamente mientras las voltea alternando entre sus palmas y su dorso.

Anne en un momento levanta la cara, y vuelve a explicarle que no paso nada que no fue para tanto, la levanta y la acuesta en la cama, mientras Sophia la sigue abrazando, hasta quedarse dormidas.

al día siguiente. Anne se despierta y no ve a Sophia en la cama, y luego de unos minutos siente como abren la puerta, apareciendo con un desayuno con una decoración de flores, que le lleva hasta la cama, con un tierno beso. Pregunta por Olivia a lo que le responde que aún está durmiendo, mientras se ríen Anne le pregunta:

— ¿Por qué te afecto tanto?

— Porque pudo haberte sucedido algo peor y sentí que pude perderte, el no volver a saber de ti, el saber que no eres feliz, el solo pensar que te puedo haber hecho daño, me afecta mucho.

— Puedo quedarme unos días acá.

— Unos días, unas semanas, una vida tu decide.

Unas horas después se encuentran con Olivia, y van hasta el comedor para desayunar, al preguntarle a Anne a qué hora regresarían ella le responde que se quedará unos días acá. Ella entiende que la relación entre ambas es muy fuerte. Les explica que ella regresará a su casa, pero se mantendrán en contacto, ya como nueva aliada de Sophia. Al finalizar la comida se levanta aun Anne se encontraba en pijama, despeinada y con una sonrisa en su rostro.

Mientras esto sucede; en Manhattan Céline y Simón van hasta el departamento de John, ya que entre los dos habían planeado enfrentar a John, su plan lo mantuvieron en secreto de su hermana y del resto; tocan a la puerta, John no quiere atenderlos, no quiere enfrentarlo y que algo suceda, perdiendo el amor que tanto le costó con Chloe, y se comunica con ella diciéndole que hable con sus hermanos, él no es el culpable de la desaparición de sus padres pero ella no logra comunicarse con ninguno de los dos, pero ellos continúan insistiendo, hasta que es convencido, al llegar Céline entre lágrimas y llanto le pide que les regrese a sus padres, mientras Simón lo observa con odio queriendo atacarlo, por lo que responde:

— No se dé que están hablando. Charlemos con calma yo no soy el secuestrador, no tengo a sus padres, piensen mejor las cosas.

— Por favor, John mis padres no son malos y cometieron errores, pero no debes retenerlos.

— De verdad Céline, no soy yo.

— Ellos confesaron que te daban información a ti, sabemos que los tienes secuestrados que deseas a cambio.

— Si me daban información pero no soy, por favor entiendan que no les hice nada a sus padres.

Simón que no pudo contener su rabia, saca un arma apunta a John disparándole en el hombro que cae al piso; se acerca a John y lo apunta en la cabeza, en ese momento piensa en Chloe no quiere perderla pero Simón le iba a disparar en la cabeza a lo que él responde más rápidamente y dispara tres veces, impactando todas en el rostro, cayendo en el piso muriendo de inmediato, Céline explota en llanto y se arroja encima del cuerpo sin vida de su hermano, voltea la mirada a John que solo dice que se estaba defendiéndose, pero Céline toma el arma de su hermano y le dispara a John pero que no impacta en su cuerpo, ingresan los hombres que lo custodian y aunque les da la orden de no dispárale lo hacen una vez, cayendo muerta encima del cuerpo de Simón.

John se inclina sobre los cuerpos de los dos y con furia grita a sus hombres por no haber acatado las ordenes, observa ambos cuerpos en el piso sin vida y dice con llanto en sus ojos, no quería hacerlo. Les pide a algunos de sus hombres que deben llevar estos dos cuerpos hasta Berlín para que tengan un funeral, con sus padres Adrienne, Derek y el amor de su vida Chloe.

Al día siguiente Tatiana se comunica con Sophia, que se encontraba en Moscú con Anne para avisarle que llegaron dos urnas desde Manhattan con los cuerpos sin vida de Simón y Céline, le pide que se quede cerca de Chloe para calmarla y reconfortarla, agregando que va saliendo de inmediato a Berlín, Tatiana le cuenta también que Mary y Chloe están destruidas, no paran de llorar. Sophia le pregunta:

— ¿Por qué ellos dos fueron solos a enfrentar a John?

— No lo sé Sophia.

Ambas salen desde Moscú a Berlín y en el vuelo Sophia le dice que John es muy peligroso que si ya entiende porque se puso mal cuando se enteró de todo, sabe que pudo haberla asesinado y eso no habría podido superarlo, después de unas horas de vuelo llegan a una funeraria donde se encuentra Chloe que tuvo que ser sedada, Mary que se encuentra destruida y no para de llorar mientras Amir trata de consolarla y Tatiana que se está encargando de todo, cuando Chloe ve a Anne se le acerca diciéndole que John es un asesino, ella simplemente se queda callada.

Tatiana se le acerca a solas a Sophia y le entrega una carta con la que venían los cuerpos, que dice que él no tiene a Adrienne y tampoco a Derek, que fue un accidente en defensa propia; porque Simón tenía un arma que uso contra él, hiriéndolo en el hombro, después de leer la carta la guarda y le pide que no cuente a nadie el contenido de esta nota.

Sophia consuela a Chloe le explica que Anne ya no es pareja de John, que la golpeo y hasta también la pudo haber asesinado; en ese momento piensa que él no es así, siempre que están juntos es dulce y tierno, atento y caballeroso pero por otro lado sabe que no es el que secuestro a sus padres pero si asesino a sus hermanos, una mescolanza de sentimientos que no soportaba; Sophia también se le acerca a Mary que a solas le dice que amaba a Simón, que su suerte es ver morir a todos los que ama, que vio morir a su padre, luego Jean y ahora Simón, no puede aguantar más, le responde que lo vengaremos porque hundiremos a John.

Anne se sienta al lado de Chloe y le dice que ella no sabía con quién estaba casada, no pensaba lo era capaz de hacer, mientras lloraba encima de los sarcófagos, arañando con sus uñas la madera le dice:

— John me quito todo, lo perdí todo, todo lo que quería y amaba, no tengo nada.

— Lo siento Chloe.

— Él lo sentirá aún más.

Anne se queda con ellas, Sophia pide disculpas y le pide a Amir que la acompañe. Salen de la funeraria y van al departamento donde se encuentra Luisana. Sophia le pide información, y Luisana responde que aún no ha conseguido nada, pero está cerca de algo importante, Sophia la toma por el cabello la levanta y le dice que debe hacer mejor su trabajo mientras las besa apasionadamente, arrojándola al sofá, mira Amir para que se una, ella se sienta enfrente de Luisana mientras besa apasionadamente mientras Amir la toma por detrás mientras la desviste a las dos, finalizan después de un rato terminan los tres sobre la alfombra del piso desnudos, sudorosos y casi sin respiración, Sophia es la primera en ponerse de pie, enciende un cigarrillo y un vaso de vodka, y dice que necesitaba esto. Aunque Luisana estaba aún en el piso recuperando la respiración le da ordenes de continuar investigando porque necesita esa información lo antes posible, después de esto se regresan a la funeraria, en el camino Sophia le practica sexo oral mientras el conduce de regreso, al ingresar Anne se le acerca y en voz baja le pregunta:

— ¿Por qué tardaste tanto?

— Tenía un asunto muy importante que atender.

— Tienes algo con él.

— Él es el novio de Mary, como vas a decir eso, si estuve contigo cuando estabas con John es porque no sabía y siempre te he amado, pero él es un gran amigo, simplemente eso.

— ¿Pero que estabas haciendo?

— De verdad no puedo decirte, pero tengo una chica llamada Luisana que está trabajando para mí en encontrar una información vital para todos.

— Mary está muy mal, pensé por un momento que era pareja de Simón.

— Eran grandes amigos, pero hasta donde sé, no eran nada.

Olivia se comunica con Anne para corroborar su información la cual confirma sobre la muerte de los hijos de los Leroy, el asesinato de Simón y Céline reafirma las sospechas de que también les hizo lo mismo a Derek y Adrienne.

34. Errores Dolorosos

Después de los funerales de Simón y Céline, Chloe se encuentra planeando la venganza contra John. Sophia le indica que con los conflictos pueden terminar de hundirlo, explicándole que la pérdida de su poder y su hegemonía es lo que más le dolería, aunque Chloe solo quiere acabar con él de una vez por todas. Sophia la lleva a un lugar a solas para hablar:

— Chloe, quiero que entiendas que John posee un gran poder. Ir hasta su hogar y terminar con su vida no es posible en este momento, pero estamos debilitándolo constantemente. Lo mismo que deseas tú, es lo que quiero yo; tus hermanos quisieran hacerlo y pagaron un alto precio; John se arrepentirá pero no de la manera que tienes ahora en mente.

Chloe sabe que John ha tratado de comunicarse con ellas en muchas oportunidades, pero ella las evade, ahora su amor se había transformado en odio y a los gritos le responde a Sophia:

— ¡Pero yo lo quiero más!

— La guerra en medio oriente es insostenible para él, Olivia ya no lo está apoyando económicamente, si sumamos que no puede pasar a traer sus buques como antes gracias a los aliados piratas que tenemos, siento que está cayendo rápidamente.

— Pero yo quiero terminar con él lo más rápido posible.

— La venganza es buena, el sentimiento de impartir justicia lo respeto, pero la paciencia es aún mejor, saber esperar el momento adecuado es la clave.

— No sé si sea capaz.

— Lo serás Chloe.

Mary se volvió a refugiar en los brazos de Amir luego de la muerte de Simón, aunque él nunca sospecho la relación, ella nunca cambio como tampoco sabía su relación con Jean Dupont, pero entiende que luego del asesinato le cuesta reponerse, el trata de consolarla, pero todo es en vano, esta devastada totalmente:

— Mary debes reponerte, entiendo que eran grandes amigos, pero la vida continua, tienes que concentrarte y volver a trabajar, sino su muerte fue en vano.

— No puedo Amir, no logro dormir, no puedo concentrarme, me cuesta entender porque lo hizo. Céline y Simón eran grandes seres humanos y él los asesino como nada.

Mary y Amir compartían un amor que trascendía las grietas de la traición. Aunque Mary guardaba en silencio el peso de sus infidelidades, sus sentimientos por Amir eran genuinos y profundos. En sus momentos más íntimos, Mary se veía reflejada en los ojos de Amir, encontrando en él un refugio seguro donde podía ser quien era, sin juicios ni reproches. A pesar de las turbulencias emocionales, Mary sabía en lo más hondo de su corazón que Amir era su verdadero amor, la brújula que le guiaba hacia la redención y la honestidad consigo misma.

Por su parte, Amir ignoraba las sombras que se escondían en el corazón de Mary. En su mundo, ella era la luz que iluminaba sus días, la razón por la que cada mañana despertaba con una sonrisa en los labios. Aunque el velo de la desconfianza a veces oscurecía su vínculo, Amir sentía en lo más profundo de su ser que Mary era su destino, el amor que había estado buscando sin saberlo. Juntos, compartían la inocencia de dos almas que se perdieron en las trampas del amor, aprendiendo en cada caída el valor de la lealtad y el perdón, fortaleciendo así el lazo que los unía más allá de cualquier error

Anne expresó su deseo de regresar a Islandia, un lugar que significaba mucho para ella. A pesar de la oposición inicial de Sophia, Anne le aseguró que no correría peligro siempre y cuando estuviera en su casa. Para Anne, no había un lugar más seguro que ese, y necesitaba retomar sus asuntos pendientes que no podía postergar más en Berlín. Ambas se encontraban en un dilema, ya que no querían separarse, pero entendían que tenían responsabilidades que cumplir por separado.

A pesar de la distancia que se avecinaba, Sophia y Anne se comprometieron a intentarlo nuevamente. Prometieron mantener una comunicación constante y visitarse mutuamente siempre que fuera posible. Esta vez, estaban determinadas a superar cualquier obstáculo que se presentara en su relación. Con un abrazo lleno de cariño y promesas de reencuentro, Anne partió hacia Islandia mientras Sophia se encaminaba hacia el departamento donde se encontraba Luisana para continuar con sus asuntos pendientes.

Al llegar al departamento donde se encontraba Luisana, ella le dice que tiene información y gracias a todo el sistema de inteligencia de la familia Petrov:

— Hemos descubierto nueva información.

— Resultaste ser buena en esto.

— Chu Hua Zhang está en constante comunicación con un caballero llamado Yash Ram.

— ¿Qué sabes de él?

— Yash Pu Ram Ahdma es un empresario hindú responsable del ejército de su país, aunque no sabemos porque Chu Hua, lo que hemos investigado es que se reúnen a menudo siempre en templos en China e India principalmente.

— Luisana averigua todo sobre ese tal Yash.

— Tengo más información, los Ram tienen una rica y documentada historia, sus padres y abuelos fueron asesinados por la familia Jones y también por la familia Smirnoff, fueron una vez una familia poderosa pero casi fue exterminada; tu familia trato de mantener a flote, pero fue imposible, Los Ram y Los Petrov fueron grandes aliados, hace un par de siglos atrás.

— Averigua que quiere Chu Hua con él.

— Estamos trabajando en eso, quieres que te sirva en otra cosa

Luisana lo dice con doble sentido, pero Sophia responde un poco seca:

— Nada más Luisana, muy buen trabajo, cuando sepas que traman comunícate conmigo, necesitamos saber que está sucediendo entre ellos dos.

— ¿Y

— Investiga a John, pero Derek, Adrienne, Simón y Céline fueron asesinados por él, ya lo confeso en su carta cuando envió los cuerpos.

— Perfecto Sophia. ¿Te sucede algo? Te noto extraña.

— Lo siento, no tengo nada, solo estoy distraída, pero continúa investigando necesitamos saber qué es lo que está sucediendo.

Sophia regresó a Moscú con una preocupación constante por Anne. Mantenían una comunicación constante, lo que les permitía acercarse aún más emocionalmente. Sophia siempre le pedía a Anne que se mantuviera en contacto, temiendo que John pudiera intentar algo en su contra. Sin embargo, Anne seguía asegurando que sabía cuidarse sola.

Al llegar a la residencia Petrov, Sophia se dirigió directamente a los sótanos, donde se encontraba Adrienne. Cada paso que daba hacia el calabozo, el olor a putrefacción se intensificaba. Al abrir las puertas, se encontró con el cuerpo descompuesto de Derek, rodeado de moscas y gusanos que salían de su rostro. A pesar de la situación macabra, Adrienne, quien estaba perdiendo la razón, le pidió a Sophia que no hiciera ruido para que Derek pudiera seguir durmiendo.

Sophia le comunicó la trágica noticia de la muerte de Simón y Céline, pero Adrienne estaba demasiado perturbada y no prestaba mucha atención. Continuaba hablando de Derek y mencionó que no había comido desde el día anterior. Por eso, le pidió a Sophia si podía llamar a un médico para que lo revisara. Sophia aceptó y solicitó a los guardias que sacaran el cuerpo, bañaran a Adrienne y la trasladaran a otra celda menos maloliente. Mientras tanto, Sophia saludó a su madre con preocupación y tristeza por la situación que estaban enfrentando.

Sale de los sótanos, cruza el gran jardín hasta llegar al Salón, donde después de saludar a su madre, se da cuenta que su enfermedad avanza cada vez más, ya no puede mantener una conversación establece por más de unos minutos, Varvara tiene una mirada perdida en el tiempo, a veces llama a su madre, o a su padre y también a Maxim o a Jean; Sophia entristece ver así su madre, le da un beso en la frente, diciéndole que recuerde que siempre la amará. Mientras uno de los hombres de seguridad le informa que ya está el pedido que acaba de realizar.

Regresa y Adrienne se encuentra en una celda totalmente limpia al igual que sus ropas blancas, Sophia se sienta frente a ella y le pregunta:

— ¿Sabes quién soy?

— Sophia, ¿a Derek lo puedo ver el medico?

— Derek murió.

Adrienne comienza a llorar, pero se encuentra muy perturbada y perdida, mentalmente ya no es la misma mujer.

— Tus hijos murieron fueron asesinados por John.

— ¿Cuáles hijos?

Tarda mucho en responder, tiene movimientos y espasmos en su cabeza donde de repente agitaba bruscamente de lado a lado, a veces reía y se hacía difícil hablar con ella.

— Simón y Céline.

— Bueno, algún día pasaría.

— Adrienne, mírame, ¿John?

— John Smirnoff, sus padres.

— ¿Qué paso con sus padres?

— No murieron… Aire no… Cárcel sí.

— Están vivos.

— No sé, pero muertos aire no.

— Chloe está viva.

— Chloe no es mi hija, es hija de Derek.

— ¿De Derek con quién?

— Águilas, lobos, copas Baccarat, Sophia ¿Sabes de la red velvet?

Sophia, desconcertada por las palabras de Adrienne, decide dejarla descansar a pesar de sus intentos por obtener más información. Considera importante mantenerse alerta y en buenas condiciones, reconociendo que a veces las personas que parecen «locas» pueden tener información valiosa.

Mientras tanto, la comunicación constante entre Anne y Sophia fortalece su amor, reviviendo esos sentimientos que tuvieron al principio de su relación. Disfrutan de más tiempo juntas, mientras Luisana y Tatiana trabajan en equipo en sus investigaciones. Iván y Chloe también colaboran efectivamente para controlar los conflictos en el Medio Oriente junto a Abud. Amir y Mary se dedican a abastecer los productos necesarios para las guerras, unidos por su deseo de evitar muertes de inocentes, un objetivo que Simón siempre quiso lograr.

El tiempo que pasan juntas las acerca cada vez más, haciendo que consideren la posibilidad de retirarse de todo y vivir solo para hacerse felices mutuamente. A pesar de las responsabilidades y desafíos, su amor se fortalece, y Sophia comienza a enfocarse más en su relación con Anne que en los conflictos que antes ocupaban gran parte de su vida.

Mientras tanto John se encuentra devastado no logra comunicarse con Chloe, no quería hacerle daño a nadie de su familia porque se lo estaría haciendo a ella, el amor que sentía era muy grande, pero sabía que después de asesinar a sus hermanos la había perdido para siempre; siente que todo fue una trampa de Sophia, siente que ella es la única culpable de que su relación se terminará, jamás había sentido algo tan grande. Comienza a beber whisky descontroladamente junto con algunas pastillas, arroja una silla contra la pared y termina descargando toda su ira y frustración con los elementos de su casa, destrozando todo a su alcancé.

Alguien se comunica con él, y lo hace sentirse aún peor; no logra sacarse de la cabeza a Chloe, piensa en todo el dolor que le causó y entre lágrimas toma en su mano izquierda la botella de whisky que se encuentra bebiendo directo de ella, en su mano derecha una pistola que coloca en su cabeza y en su boca.

35. Cambios

Mary se comunica con Sophia, desde que su relación con Anne se comenzó a poner más serio no se habían visto, ella le responde diciéndole que así es el amor, riendo un poco, a lo que Mary se alegra que sea feliz; le pide que solo quiere compartir con ella, a lo que la invita a Islandia, Anne estaría emocionada por la visita de ella y de Amir, aunque no está convencida de dejar Nigeria ahora que todo está marchando increíble, termina persuadiendo a los dos para que las visiten Amir nunca había visto la aurora boreal y termina decidiendo ir hasta la residencia de los Schmitt.

Al día siguiente por la mañana parten Amir y Mary con destino a Islandia, eran dos tortolitos enamorados, ya la relación era abierta y pública, habían perdido todo el temor de no ser aceptados por ninguna de las familias, Amir había más, que comprobado que era una persona capaz de llevar adelante las empresas de los Sani.

Yash Ram que se encuentra junto a Chu Hua Zhung en el templo Mahabodhi en Bodhgaya en India, Tatiana y Luisana son capaces de infiltrar un monje que se encuentra cercanos a ellos, donde es capaz de escuchar la conversación de ambos, algunos de sus planes y la verdad detrás de sus reuniones; y perciben que Chu no desea continuar con el plan de Yash; se nota que se comienza a tornar tensa la plática, pero al final Yash ya había tomado la decisión, lo que molesta mucho a Chu que se retira alterada del templo; al recopilar la información Luisana trata de comunicarse con Sophia en más de un decena de veces pero todos sus intentos resultaron infructuoso; le preocupa un poco el alejamiento y el poco interés, que está teniendo con todo lo relacionado a los conflictos.

Anne y Sophia que se encontraban en un fin de semana de luna de miel, acostadas en uno de los sillones del balcón de la residencia de los Schmitt fantasean sobre el futuro de ellas:

— Anne si solo nos vamos a una isla alejada en el caribe, piénsalo, arenas blancas, aguas transparentes, dos hijos…

— Dos hijos ¿y cómo se llamarían?

— El mayor se llamaría Joseph por tu padre y la nena se llamaría Varvara por mi madre, ¿Qué te parece?

— Pensaste en todo; ¿y tendrían tu apellido o el mío?

— ¿Schmitt Petrov o Petrov Schmitt?; no lo he pensado pero queriendo dejar todo esto atrás le pondría cualquier apellido lejos de estos dos.

— Pero quisiera vivir solas un tiempo, unos cuatro o cinco años, para mimarte y acariciarte todas las mañanas, llevarte el desayuno a la cama, quedarnos dormidas viendo películas.

— Si lo mismo pienso.

— Sophia ¿has pensado en verdad en esto?

— Si, cada vez que te veo, siento que es lo mejor que puedo hacer. Aprendí que mi vida sin ti es vacía, es lubre y oscura, tu sonrisa irradia la luz que me hace seguir adelante, solo estar a tu lado me hace una mejor persona.

Se abrazan fuertemente, ya pensando como una real, la opción de llevar adelante sus planes, dejando todo atrás y olvidándose de los legados, las herencias, las responsabilidades, el poder y el dinero.

Escuchan abrir la puerta y eran Mary y Amir asombrados de los paisajes de Islandia, diciendo que querían conocer el lugar, se encuentran los cuatro acostados en los enormes sillones, viendo las hermosas vistas y el hermoso paisaje desde el balcón de la fortaleza de los Schmitt, Anne y Sophia se acuestan en uno de los muebles.

Sophia no podía dejar de besar cada cinco segundo alguna parte del cuerpo de Anne, Mary nunca había visto tan cariñosa a Sophia, la besa en las mejillas, en la frene, en los labios, en las manos y en cualquier parte de su cuerpo.

Mary y Amir también lo hacen en el sillón de al lado, Mary comienza a contar:

— ¿Sophia te puedo confesar algo?

— Si claro.

— Cuando entraste a mi habitación del Castillo Hasana sentí unos celos enormes, porque creí que te gustaba Amir; pensaba que lo veías con lujuria y por un momento creí que era reciproco, pero de a poco me di cuenta de que no era de esa forma. Hasan una vez me dijo que tuviera cuidado de los Petrov, pero luego de conocerte puedo decir que nuestros padres no definen nuestros destinos.

Anne agrega de inmediatamente:

— Yo también le dije lo mismo hace unos días, cuando ustedes se perdieron con Luisana; pero ahora entiendo que son grandes amigos y los veo a ustedes dos y siento que se hacen felices uno al otro.

Amir agrega:

— ¿Por qué creen que íbamos a tener algo? Yo estoy muy enamorado de ti Mary, desde el primer momento en que entraste en mi casa buscando respuestas sobre los libros de Hasan Khan, ese día no podía creer que la linda Mary Sani estuviera hablando conmigo, cuando trabajaba en tu casa, te veía desde lejos, yo tenía unos 17 años y tú que tenías un par de años menos, pero nunca pude sacarte de mi cabeza.

— Lo sé mi amor, me enamoraste de a poco entrando por mi balcón como algunas novelas de amor, cada conversación contigo, cada detalle que tenías conmigo.

Mary continúa hablando:

— Pero ¿Por qué te desnudaste frente a él?

— Quería saber si me estabas mintiendo, porque sabían que ambos estaban enamorados, pero no querían decírmelo o no querían confesármelo. Y soy muy curiosa necesito corroborar mis sospechas, pero después de la pijamada que tuvimos me di cuenta de que era así, ambos estaban muy enamorados.

— Otra cosa, ese día que hicimos la pijamada, Amir se encontraba escondido en el baño.

Sophia se levanta y les dice que ella sospechaba, pero nunca entendió bien si querías que saliera de su habitación o solo estaba nerviosa porque le había ganado en la pelea que habían tenido, porque, aunque Anne no sabía, Mary y ella habían tenido un combate amistoso y que estuvo reñido.

Anne agrega si tenemos suerte hoy podríamos ver la aurora boreal. Los cuatro estaban felices, aunque Amir se sentía un poco incomodo, se quedan en silencio por un rato por recordar lo que verdaderamente paso esa noche y pensó en hablar con Sophia para contarle toda la verdad a Mary, pero Sophia se levanta de la nada, Anne que no entiende nada le pregunta que si pasaba algo.

Siente como abren la puerta del balcón y se encontraba frente a ellos John Smirnoff que aun sabía cómo ingresar a la residencia desde que era pareja de Anne, con un arma en las manos apuntando a Sophia y pidiéndole a todos que se quede tranquilos:

— Sophia creías, de verdad que te saldrías con la tuya, no puedes hundirme y nadie podrá hacerlo.

— Aún no he completado mis planes, John vas a hacerme lo mismo que le has hecho a todos lo que han pensado diferente a ti.

Sophia se va acercando cuidadosamente a John, pero él que sabe lo que pretende le pide que no se mueva y que nadie lo haga, continúa hablando y le dice:

— ¿Quieres confesar algo antes de que finalice tu vida?

— No tengo nada que confesar.

— Confiesa ¿Qué le hiciste a Adrienne y a Derek?

— Si están con vida, deben estar en una de tus celdas.

Anne comienza a pedirle a John que no haga algo de lo que puede arrepentirse y él responde que nunca se ha lamento por algo que ha hecho, todas sus acciones son concretas y muy pensadas, no hace nada sin conocer sus consecuencias:

— Anne entiendo que le creas a Sophia es una mujer manipuladora, mentirosa y es capaz de hacer que las personas confíen en ella; pero es un ser malvado.

Sophia le responde:

— ¿Malvada? No soy yo quien tiene un arma apuntando a la pareja actual de mi exesposa; te estoy ganando John, te dije en mil ocasiones que debíamos cambiar los planes, la paz y el miedo es el nuevo negocio no las armas, además John no puedes pedir más de tus aliados, trabajaban y en general terminaban ganando menos que tú; y tu llevándote las ganancias de ellos; por eso ahora nadie te apoya.

Mary se levanta queriendo mediar, se le acerca hablando en voz baja y diciendo:

— John no puedes hacer esto, únetenos, si dejamos de pelear entre nosotros podemos ser…

Se escucha un disparó e inmediatamente los gritos de todos, menos de Sophia que solo abre sus ojos al ver caer a Mary al suelo, parece que todo está pasando en cámara lenta para ella, Amir grita fuertemente arrojándose sobre el cuerpo de ella, tratando de hacer algo mientras Mary no entiende lo que está pasando, comienza a sentir como su sangre recorre su pecho, comienza a nublarse su mirada y le cuesta cada vez más enfocar el rostro de Amir, mientras va perdiendo la capacidad de respirar, solo quiere decir cuanto lo ama.

Anne voltea la mirada a John, que está dirigiendo la pistola hacia Sophia, Anne que actúa sin pensar se arroja sobre Sophia que se encuentra congelada por lo que le está pasando a Mary; y se escucha un segundo disparo; Sophia siente como un frio recorre su cuerpo, desde sus pies hasta su cabeza, percibe como se vacía su pecho y su abdomen, perdiendo rápidamente la fuerzas de sus piernas cayendo al suelo de rodillas con Anne frente a ella, la invade un sentimiento que no conocía, que nunca antes había sentido, una desesperanza mezclada con angustia y desesperación, todo comienza a ponerse negro a su alrededor, la sensación de humedad cálida de sus manos llenas de sangre; no logra entender lo que está pasando.

Ve como Anne va perdiendo la vida frente a ella, sin que tenga nada que hacer; su rostro se llena de lágrimas y le repite que aguante, que todo saldrá bien, pero Anne coloca sus manos en el rostro de ella y le dice

— Mírame a los ojos… Siempre fueron mi debilidad.

Sus ojos se llenan de lágrimas mientras ve, como se va, lentamente desvaneciendo la vida de Anne hasta que deja de respirar, abraza el cuerpo sin vida de Anne y se arroja al suelo, pierde el control y solo se escuchan sus desgarradores gritos de dolor, que recorre todos los pasillos de la fortaleza.

John sale rápidamente de la residencia de los Schmitt, y se comunica con Yash Ram y le explica lo sucedido, y que todo había salido mal, esté ultimo sin creer lo que está escuchando se sujeta la cabeza, se sienta porque había perdido el equilibrio; le cuenta a Chu que la tenía al frente; ella abre los ojos y solo expresa, ¡Oh… mi… Dios!

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