Entre los altos bosques de troncos añejos
se canta acapella tenebrosos silencios.
Regando las raíces con vaporosa niebla
los anhelos blancos de un alma blanca.
Hiela mi carne
el soplo glacial
cuya patria es mi pavor.
Observa, niño soñador
como mustia acongojado de la leña su calor
y la esencia mía.
Mis despojos conscientes
Dios se lo encomendó a las grajillas.
Solloza pobre recuerdo blanco
de un niño soñador
evapora su figura con un melancólico
¡abur!
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