Yo creo en las segundas oportunidades, y sino mirá mi historial de idas y vueltas. Creo en que todos podemos cambiar para mejorar y crecer, lo cual solo se logra si estamos dispuestos. A veces nos topamos con una pared de durlock en frente que es más fácil de derribar, pero otras nos encontramos con una pared de las de antes, de las que ves y te das cuenta que están bien hechas para que no se filtre nada de agua si llueve.
Seguramente eso también esperamos de una relacion: que sea tan fuerte que aguante cualquier viento… pero eso solo se logra poniendo de ambos lados, teniendo conversaciones quizás incómodas pero necesarias para que esa pared de durlock pueda transformarse en algo sólido. Si eso no ocurre, si eso no es una opción, poco se podrá hacer y esa pared frágil puede caerse ante el mínimo viento, puede llenarse de humedad ante cualquier lluvia… incluso puede pudrirse y no servir más.
Las segundas, terceras, cuartas o incluso quintas oportunidades sirven para que, a medida que vamos creciendo, madurando, tomando experiencia y cambiando nuestras formas de pensar, crezcan junto a nosotros y se equiparen los pensamientos… o al menos que puedan ser expuestos sin que nadie pida callarlos. Hablar no es tóxico, sí lo es callar. Lo tóxico es no apostar al cambio, al diálogo, a limitarse, a no ser uno mismo por temor a lo que pueda pasar.
Las oportunidades son sinónimo (o deberían serlo) de crecimiento, de madurez y proyectos. Si eso no existe, si no hay negociación alguna para que los pensamientos confluyan, entonces esa pared ya se pudrió. Se puede empezar de cero? Sí, pero como todo: es costoso, se necesita predisposición, tiempo y sobretodo optimismo de que esta vez, esa pared va a ser mejor y más fuerte que la anterior.
– Feliz 14 de Febrero –
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